Crítica del medicamento como negocio e incertidumbres argumentadas acerca de la vacuna de Pfizer-Biontech
Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad - Estado Español – diciembre 2020
—2 mensajes—
Queremos hacer públicas algunas consideraciones que nos parecen de especial gravedad y que echamos en falta en los medios de comunicación
Ante la decisión del Gobierno PSOE-Podemos y de la UE de iniciar la vacunación masiva de la población con el fármaco producido por la multinacional estadounidense-alemana Pfizer-BioNTech queremos hacer públicas algunas consideraciones que nos parecen de especial gravedad y que echamos en falta en la gran mayoría de los medios de comunicación masivos.
Son las siguientes:
I. La vacunación masiva de la infancia ha sido y es un incuestionable avance en la reducción de la mortalidad infantil.
Quienes escribimos este texto no tenemos relación alguna con quienes sostienen posiciones anti-vacunas, muy al contrario. Entendemos que, de entre todos los medicamentos, son las vacunas las que han permitido las mejoras más significativas en la prevención de enfermedades que ocasionaban gran mortandad, sobre todo en la infancia.
En todo el mundo, la vacunación infantil masiva, en los países donde ha sido posible ya que su puesta en práctica depende de la existencia de infraestructuras sanitarias suficientes, como el mantenimiento de la cadena del frío, ha permitido disminuir la incidencia o erradicar enfermedades que producen gran mortandad. No obstante, siguen pesando como una losa las desigualdades sociales y, en pleno siglo XXI, las dificultades para acceder a bienes de primera necesidad como el agua, la luz, la vivienda, la calefacción, etc., en países dependientes y en los barrios donde vive la gente trabajadora del centro del imperio, siguen mostrando la determinación de la composición de clase en los niveles de salud de los pueblos.
II. El negocio de las multinacionales farmacéuticas atenta directamente contra la salud.
En el capitalismo, la producción y distribución de medicamentos se ha concentrado en grandes empresas monopolísticas, al tiempo que han ido despareciendo las empresas farmacéuticas públicas.
La OMS, históricamente, ha recomendado la existencia en cada país de industrias productoras de los medicamentos esenciales, entre los que las vacunas y los hemoderivados ocupan los primeros lugares. Si esto hubiera existido, no se hubieran producido las infecciones masivas por Hepatitis C o SIDA, transmitidas por transfusiones o fármacos derivados de la sangre humana procedentes de laboratorios de EE.UU. que obtenían la materia prima mediante pago, de los sectores de la población más vulnerables a padecer todo tipo de infecciones [1].
Las multinacionales farmacéuticas que se embolsan el 29,6 de cada 100 euros [2] destinados a sanidad, cerca de 30.000 millones de euros al año, controlan la financiación pública [3] y la prescripción. Muchas veces lo hacen mediante soborno directo de los médicos, y en general, influyendo decisivamente en los planes de estudio de medicina, manejando los resortes del Registro de nuevos fármacos que no son tales, financiando todos los congresos de especialidades médicas, poniendo a su servicio la investigación pública e incluso patrocinando asociaciones de enfermos.
Existen informes que documentan la ausencia de todo tipo de escrúpulos éticos por parte de las multinacionales farmacéuticas y su inmensa capacidad de soborno de políticos, expertos y médicos [4]. Algunos datos:
Una investigación[5] realizada en Francia ha revelado que el 50% de los medicamentos disponibles son inútiles, el 20% mal tolerados y el 5% peligrosos. Estos últimos ocasionan 100.000 ingresos hospitalarios y 20.000 muertes anuales. El coste del 50% de los medicamentos inútiles (inútiles para la salud, pero no para las ganancias de las farmacéuticas) supone un gasto público de 15.000 millones de euros, equivalente al déficit de la Seguridad Social en ese país.
El número de medicamentos autorizados y comercializados en el Estado español es más del triple que en Francia, 13.535 [6], lo que no indica en absoluto más y mejor disponibilidad de fármacos, sino todo lo contrario: mayor control del Registro por las multinacionales farmacéuticas.
El listado de multinacionales farmacéuticas condenadas por haber provocado miles de muertes por ocultar efectos adversos o promover indicaciones no autorizadas es enorme. Las multas suelen suponer el 10% de los beneficios obtenidos por el hecho sancionado [7]. El pago de multas está considerado como gasto en la comercialización de un fármaco.
La publicación de informes y resultados de investigaciones farmacológicas en las más prestigiosas revistas científicas están financiadas por la industria farmacéutica que las utiliza como instrumento de propaganda, tal y como ha sido reconocido por los directores de esas publicaciones [8].
III. El inmenso negocio que proporcionan permite dudar de la seguridad y eficacia de las nuevas vacunas producidas por las multinacionales farmacéuticas.
Una obviedad: las principales multinacionales farmacéuticas están vinculadas con la producción de armas químicas y bacteriológicas [9].
Las vacunas destinadas a controlar una epidemia, que en nuestra época adquieren dimensiones planetarias, crean gigantescas expectativas de negocio.
III. 1. Lo ocurrido con la Gripe A: un precedente muy cercano.
Un día después de declarar finalizada la epidemia de la Gripe A, la OMS hizo público que los miembros de su Comité de Expertos habían sido sobornados por multinacionales farmacéuticas fabricantes de vacunas y de antivirales [10], como Tamiflú y Relenza (La Roche y GlaxoSmithkline, respectivamente). La OMS había mantenido en secreto los nombres de esos expertos con el pretexto de “evitar presiones”.
La OMS recibe el 90% de sus fondos de grandes empresas farmacéuticas y multimillonarios.
Los Gobiernos europeos y estadounidenses pagaron miles de millones de euros y de dólares por la compra de vacunas, Tamiflú y Relenza. Era el comienzo de la crisis, empezaban los recortes en sanidad y el Ministerio de Sanidad – PSOE, Trinidad Jiménez – gastó casi 400 millones de euros. Nueve años después todos esos medicamentos se destruyeron tras haber caducado [11].
Nunca se publicaron los resultados de ensayos que garantizaran la eficacia y se ocultaron los que mostraban graves riesgos. La Roche convenció sin problemas a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para su aprobación. Por el contrario la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) puso condiciones a Tamiflú y prohibió Relenza. Su director fue obligado a dimitir y ambos medicamentos se aprobaron poco después [12].
El Comité Consultivo de la OMS ha exigido investigar los casos de narcolepsia registrados en doce países, en niños y adolescentes, vacunados con Pandemrix en 2010 contra la gripe H1N1 [13] .
IV. Las vacunas contra el COVID 19
La pandemia de alcance planetario desató, desde el momento de su aparición, una desenfrenada carrera entre las multinacionales farmacéuticas y entre los Estados que poseen instituciones biotecnológicas públicas por conseguir la vacuna que pudiera detener el desastre.
Se creó en el mundo una expectativa generalizada que hacía de las vacunas la panacea de la lucha contra la pandemia y, en consecuencia, un ambiente de permisividad hacia el incumplimiento de requisitos y plazos para la aprobación de un medicamento como las vacunas, rodeado históricamente de cautelas especiales.
El tiempo de experimentación y los mecanismos de seguridad exigidos a las vacunas responden al hecho, que no se da con otros medicamentos, de que se van a inocular masivamente a personas sanas. Por ello es imprescindible que se hayan demostrado con niveles de exigencia muy altos, tanto la seguridad, como la eficacia de las mismas.
Esa aceleración de los tiempos de investigación, que supone que no se tiene noticia alguna de los posibles efectos secundarios a medio y a largo plazo, se podría justificar en el caso de una mortalidad elevada producida por la enfermedad en cuestión.
No se da esa circunstancia. En vacunas como la del sarampión, cuyo proceso de comercialización llevó varios años, la letalidad antes de la vacuna (relación entre el número de muertos y el de enfermos) oscilaba entre el 5 y el 10%. En el caso de la Covid 19, dato difícil de obtener ya que los datos que se ofrecen son cifras totales de muertos y el dato tiene connotaciones políticas y económicas evidentes, el índice de letalidad oscila entre el 0,5 y el 1%, según la OMS [14]. Es decir, el índice de letalidad de la Covid 19 es considerablemente más bajo que el de otras enfermedades susceptibles de vacunación y para las que se han observado los plazos necesarios para poder determinar con seguridad que los beneficios producidos eran considerablemente más altos que los efectos secundarios producidos.
Existen decenas de vacunas contra la Covid19, en diferente fase de experimentación y con diferentes vías de investigación cuyo análisis desborda los objetivos de este documento. No obstante destacamos que las investigaciones realizadas en instituciones públicas como las vacunas cubanas, la rusa y alguna de las chinas permiten a priori mayor independencia de las presiones del capital y que, de entre todas las propuestas, son precisamente los fármacos ARN, producidos como “vacunas” por Pfizer-BioNTech y Moderna los que utilizan procedimientos que vulneran los más elementales niveles de seguridad exigibles.
Dado que tanto la UE, como el gobierno español han decidido comprar millones de dosis, a un precio que se calcula en torno a los 25 euros (cada dos dosis) de la vacuna de Pfizer-BioNTech y han anunciado que empezarán la vacunación el 27 de diciembre, nos centraremos en ella.
IV. 1.- Lo que sabemos de la Pfizer.
Para entender decisiones tan inusitadamente apresuradas del gobierno español, es importante conocer que el principal propietario de Pfizer es el fondo de inversiones Black Rock, el más grande del mundo en gestión de activos: 5, 1 billones de dólares en 2016, según la compañía. Black Rock tiene 9.000 millones de dólares invertidos en la banca española y 12.000 millones en el IBEX [15].
Además en asociación con Naturgy (antes Gas Natural – Fenosa), Black Rock participa con el 49% en el gasoducto Argelia-España, Medgaz [16].
Para dar idea de las expectativas de negocio que se abren a las empresas con las vacunas recordamos que los principales ejecutivos de las multinacionales farmacéuticas Pfizer y Moderna promovieron la publicación de “noticias” acerca de los éxitos de sus respectivos ensayos clínicos con las vacunas. Esos comunicados, que eran exclusivamente propaganda, produjeron espectaculares aumentos de las cotizaciones en bolsa de sus acciones [17] que estos ejecutivos utilizaron para vender gran parte de sus títulos y hacerse en un sólo día con varios millones de dólares.
Esos anuncios dieron lugar a los comunicados de autoridades sanitarias, como el Ministro Illa, asegurando que se iban a comprar millones de dosis de esas vacunas. Una reacción tan asombrosa es más comprensible si tenemos en cuenta la penetración de Black Rock en la banca y grandes multinacionales españolas.
IV. 2.- Lo que sabemos y, sobre todo, lo que no sabemos sobre la “vacuna” de la Pfizer-BioNTech
La información acerca de los ensayos clínicos procedente de la empresa, efectuados durante dos meses, sin contraste alguno, sin concluir los preceptivos ensayos en animales y sin tiempo para valorar posibles daños a medio y largo plazo, se han realizado sólo en personas sanas entre 18 y 65 años. Los estudios han concluido que, según información de los propios laboratorios, los efectos secundarios a corto plazo son leves.Los datos que se ofrecen a continuación proceden de la información que el Departamento de Salud del Reino Unido proporciona a los profesionales de la salud sobre la vacuna contra la Covid19 de Pfizer-BioNTech [18].
La eficacia de esta vacuna es muy pequeña, frente a los niveles de protección de otras vacunas [19]. La vacuna prevendría sólo un caso leve-moderado por cada 119 personas vacunadas; es decir los otros 118 se verían sometidos a los efectos secundarios sin obtener ningún beneficio.
La protección conferida se refiere solamente a casos leves o moderados. No hay datos acerca de la eficiencia en la prevención de casos graves (hospitalizaciones, ingreso en la UCI) o mortalidad. Afirmar que la vacuna previene muertes carece totalmente de fundamento. Es más los ensayos no están diseñados para valorar su eficacia para evitar casos graves o mortales [20].
No se han completado los datos sobre toxicidad reproductiva en animales.
No se conocen los efectos en menores de 18 años, ni en mayores de 65 años, a pesar de que se ha informado que la vacunación en el Estado español empezará por este último grupo de edad.
Se excluye la vacunación en el embarazo y en la lactancia. También en personas con tratamiento con inmunosupresores. La contraindicación en personas anticoaguladas está sujeta a controversia en estos momentos.
Se desconoce el periodo de inmunidad que confiere la vacuna.
No hay datos acerca de si se producen daños en la fertilidad (más adelante trataremos este tema).
No hay datos acerca de la capacidad de transmisión de la enfermedad de las personas vacunadas.
No hay dato alguno que permita concluir que la vacunación masiva terminará con la pandemia y si, por lo tanto, se puede prescindir de las medidas de prevención.
Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad - Estado Español – diciembre 2020
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Queremos hacer públicas algunas consideraciones que nos parecen de especial gravedad y que echamos en falta en los medios de comunicación
Ante la decisión del Gobierno PSOE-Podemos y de la UE de iniciar la vacunación masiva de la población con el fármaco producido por la multinacional estadounidense-alemana Pfizer-BioNTech queremos hacer públicas algunas consideraciones que nos parecen de especial gravedad y que echamos en falta en la gran mayoría de los medios de comunicación masivos.
Son las siguientes:
I. La vacunación masiva de la infancia ha sido y es un incuestionable avance en la reducción de la mortalidad infantil.
Quienes escribimos este texto no tenemos relación alguna con quienes sostienen posiciones anti-vacunas, muy al contrario. Entendemos que, de entre todos los medicamentos, son las vacunas las que han permitido las mejoras más significativas en la prevención de enfermedades que ocasionaban gran mortandad, sobre todo en la infancia.
En todo el mundo, la vacunación infantil masiva, en los países donde ha sido posible ya que su puesta en práctica depende de la existencia de infraestructuras sanitarias suficientes, como el mantenimiento de la cadena del frío, ha permitido disminuir la incidencia o erradicar enfermedades que producen gran mortandad. No obstante, siguen pesando como una losa las desigualdades sociales y, en pleno siglo XXI, las dificultades para acceder a bienes de primera necesidad como el agua, la luz, la vivienda, la calefacción, etc., en países dependientes y en los barrios donde vive la gente trabajadora del centro del imperio, siguen mostrando la determinación de la composición de clase en los niveles de salud de los pueblos.
II. El negocio de las multinacionales farmacéuticas atenta directamente contra la salud.
En el capitalismo, la producción y distribución de medicamentos se ha concentrado en grandes empresas monopolísticas, al tiempo que han ido despareciendo las empresas farmacéuticas públicas.
La OMS, históricamente, ha recomendado la existencia en cada país de industrias productoras de los medicamentos esenciales, entre los que las vacunas y los hemoderivados ocupan los primeros lugares. Si esto hubiera existido, no se hubieran producido las infecciones masivas por Hepatitis C o SIDA, transmitidas por transfusiones o fármacos derivados de la sangre humana procedentes de laboratorios de EE.UU. que obtenían la materia prima mediante pago, de los sectores de la población más vulnerables a padecer todo tipo de infecciones [1].
Las multinacionales farmacéuticas que se embolsan el 29,6 de cada 100 euros [2] destinados a sanidad, cerca de 30.000 millones de euros al año, controlan la financiación pública [3] y la prescripción. Muchas veces lo hacen mediante soborno directo de los médicos, y en general, influyendo decisivamente en los planes de estudio de medicina, manejando los resortes del Registro de nuevos fármacos que no son tales, financiando todos los congresos de especialidades médicas, poniendo a su servicio la investigación pública e incluso patrocinando asociaciones de enfermos.
Existen informes que documentan la ausencia de todo tipo de escrúpulos éticos por parte de las multinacionales farmacéuticas y su inmensa capacidad de soborno de políticos, expertos y médicos [4]. Algunos datos:
Una investigación[5] realizada en Francia ha revelado que el 50% de los medicamentos disponibles son inútiles, el 20% mal tolerados y el 5% peligrosos. Estos últimos ocasionan 100.000 ingresos hospitalarios y 20.000 muertes anuales. El coste del 50% de los medicamentos inútiles (inútiles para la salud, pero no para las ganancias de las farmacéuticas) supone un gasto público de 15.000 millones de euros, equivalente al déficit de la Seguridad Social en ese país.
El número de medicamentos autorizados y comercializados en el Estado español es más del triple que en Francia, 13.535 [6], lo que no indica en absoluto más y mejor disponibilidad de fármacos, sino todo lo contrario: mayor control del Registro por las multinacionales farmacéuticas.
El listado de multinacionales farmacéuticas condenadas por haber provocado miles de muertes por ocultar efectos adversos o promover indicaciones no autorizadas es enorme. Las multas suelen suponer el 10% de los beneficios obtenidos por el hecho sancionado [7]. El pago de multas está considerado como gasto en la comercialización de un fármaco.
La publicación de informes y resultados de investigaciones farmacológicas en las más prestigiosas revistas científicas están financiadas por la industria farmacéutica que las utiliza como instrumento de propaganda, tal y como ha sido reconocido por los directores de esas publicaciones [8].
III. El inmenso negocio que proporcionan permite dudar de la seguridad y eficacia de las nuevas vacunas producidas por las multinacionales farmacéuticas.
Una obviedad: las principales multinacionales farmacéuticas están vinculadas con la producción de armas químicas y bacteriológicas [9].
Las vacunas destinadas a controlar una epidemia, que en nuestra época adquieren dimensiones planetarias, crean gigantescas expectativas de negocio.
III. 1. Lo ocurrido con la Gripe A: un precedente muy cercano.
Un día después de declarar finalizada la epidemia de la Gripe A, la OMS hizo público que los miembros de su Comité de Expertos habían sido sobornados por multinacionales farmacéuticas fabricantes de vacunas y de antivirales [10], como Tamiflú y Relenza (La Roche y GlaxoSmithkline, respectivamente). La OMS había mantenido en secreto los nombres de esos expertos con el pretexto de “evitar presiones”.
La OMS recibe el 90% de sus fondos de grandes empresas farmacéuticas y multimillonarios.
Los Gobiernos europeos y estadounidenses pagaron miles de millones de euros y de dólares por la compra de vacunas, Tamiflú y Relenza. Era el comienzo de la crisis, empezaban los recortes en sanidad y el Ministerio de Sanidad – PSOE, Trinidad Jiménez – gastó casi 400 millones de euros. Nueve años después todos esos medicamentos se destruyeron tras haber caducado [11].
Nunca se publicaron los resultados de ensayos que garantizaran la eficacia y se ocultaron los que mostraban graves riesgos. La Roche convenció sin problemas a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para su aprobación. Por el contrario la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) puso condiciones a Tamiflú y prohibió Relenza. Su director fue obligado a dimitir y ambos medicamentos se aprobaron poco después [12].
El Comité Consultivo de la OMS ha exigido investigar los casos de narcolepsia registrados en doce países, en niños y adolescentes, vacunados con Pandemrix en 2010 contra la gripe H1N1 [13] .
IV. Las vacunas contra el COVID 19
La pandemia de alcance planetario desató, desde el momento de su aparición, una desenfrenada carrera entre las multinacionales farmacéuticas y entre los Estados que poseen instituciones biotecnológicas públicas por conseguir la vacuna que pudiera detener el desastre.
Se creó en el mundo una expectativa generalizada que hacía de las vacunas la panacea de la lucha contra la pandemia y, en consecuencia, un ambiente de permisividad hacia el incumplimiento de requisitos y plazos para la aprobación de un medicamento como las vacunas, rodeado históricamente de cautelas especiales.
El tiempo de experimentación y los mecanismos de seguridad exigidos a las vacunas responden al hecho, que no se da con otros medicamentos, de que se van a inocular masivamente a personas sanas. Por ello es imprescindible que se hayan demostrado con niveles de exigencia muy altos, tanto la seguridad, como la eficacia de las mismas.
Esa aceleración de los tiempos de investigación, que supone que no se tiene noticia alguna de los posibles efectos secundarios a medio y a largo plazo, se podría justificar en el caso de una mortalidad elevada producida por la enfermedad en cuestión.
No se da esa circunstancia. En vacunas como la del sarampión, cuyo proceso de comercialización llevó varios años, la letalidad antes de la vacuna (relación entre el número de muertos y el de enfermos) oscilaba entre el 5 y el 10%. En el caso de la Covid 19, dato difícil de obtener ya que los datos que se ofrecen son cifras totales de muertos y el dato tiene connotaciones políticas y económicas evidentes, el índice de letalidad oscila entre el 0,5 y el 1%, según la OMS [14]. Es decir, el índice de letalidad de la Covid 19 es considerablemente más bajo que el de otras enfermedades susceptibles de vacunación y para las que se han observado los plazos necesarios para poder determinar con seguridad que los beneficios producidos eran considerablemente más altos que los efectos secundarios producidos.
Existen decenas de vacunas contra la Covid19, en diferente fase de experimentación y con diferentes vías de investigación cuyo análisis desborda los objetivos de este documento. No obstante destacamos que las investigaciones realizadas en instituciones públicas como las vacunas cubanas, la rusa y alguna de las chinas permiten a priori mayor independencia de las presiones del capital y que, de entre todas las propuestas, son precisamente los fármacos ARN, producidos como “vacunas” por Pfizer-BioNTech y Moderna los que utilizan procedimientos que vulneran los más elementales niveles de seguridad exigibles.
Dado que tanto la UE, como el gobierno español han decidido comprar millones de dosis, a un precio que se calcula en torno a los 25 euros (cada dos dosis) de la vacuna de Pfizer-BioNTech y han anunciado que empezarán la vacunación el 27 de diciembre, nos centraremos en ella.
IV. 1.- Lo que sabemos de la Pfizer.
Para entender decisiones tan inusitadamente apresuradas del gobierno español, es importante conocer que el principal propietario de Pfizer es el fondo de inversiones Black Rock, el más grande del mundo en gestión de activos: 5, 1 billones de dólares en 2016, según la compañía. Black Rock tiene 9.000 millones de dólares invertidos en la banca española y 12.000 millones en el IBEX [15].
Además en asociación con Naturgy (antes Gas Natural – Fenosa), Black Rock participa con el 49% en el gasoducto Argelia-España, Medgaz [16].
Para dar idea de las expectativas de negocio que se abren a las empresas con las vacunas recordamos que los principales ejecutivos de las multinacionales farmacéuticas Pfizer y Moderna promovieron la publicación de “noticias” acerca de los éxitos de sus respectivos ensayos clínicos con las vacunas. Esos comunicados, que eran exclusivamente propaganda, produjeron espectaculares aumentos de las cotizaciones en bolsa de sus acciones [17] que estos ejecutivos utilizaron para vender gran parte de sus títulos y hacerse en un sólo día con varios millones de dólares.
Esos anuncios dieron lugar a los comunicados de autoridades sanitarias, como el Ministro Illa, asegurando que se iban a comprar millones de dosis de esas vacunas. Una reacción tan asombrosa es más comprensible si tenemos en cuenta la penetración de Black Rock en la banca y grandes multinacionales españolas.
IV. 2.- Lo que sabemos y, sobre todo, lo que no sabemos sobre la “vacuna” de la Pfizer-BioNTech
La información acerca de los ensayos clínicos procedente de la empresa, efectuados durante dos meses, sin contraste alguno, sin concluir los preceptivos ensayos en animales y sin tiempo para valorar posibles daños a medio y largo plazo, se han realizado sólo en personas sanas entre 18 y 65 años. Los estudios han concluido que, según información de los propios laboratorios, los efectos secundarios a corto plazo son leves.Los datos que se ofrecen a continuación proceden de la información que el Departamento de Salud del Reino Unido proporciona a los profesionales de la salud sobre la vacuna contra la Covid19 de Pfizer-BioNTech [18].
La eficacia de esta vacuna es muy pequeña, frente a los niveles de protección de otras vacunas [19]. La vacuna prevendría sólo un caso leve-moderado por cada 119 personas vacunadas; es decir los otros 118 se verían sometidos a los efectos secundarios sin obtener ningún beneficio.
La protección conferida se refiere solamente a casos leves o moderados. No hay datos acerca de la eficiencia en la prevención de casos graves (hospitalizaciones, ingreso en la UCI) o mortalidad. Afirmar que la vacuna previene muertes carece totalmente de fundamento. Es más los ensayos no están diseñados para valorar su eficacia para evitar casos graves o mortales [20].
No se han completado los datos sobre toxicidad reproductiva en animales.
No se conocen los efectos en menores de 18 años, ni en mayores de 65 años, a pesar de que se ha informado que la vacunación en el Estado español empezará por este último grupo de edad.
Se excluye la vacunación en el embarazo y en la lactancia. También en personas con tratamiento con inmunosupresores. La contraindicación en personas anticoaguladas está sujeta a controversia en estos momentos.
Se desconoce el periodo de inmunidad que confiere la vacuna.
No hay datos acerca de si se producen daños en la fertilidad (más adelante trataremos este tema).
No hay datos acerca de la capacidad de transmisión de la enfermedad de las personas vacunadas.
No hay dato alguno que permita concluir que la vacunación masiva terminará con la pandemia y si, por lo tanto, se puede prescindir de las medidas de prevención.
Última edición por lolagallego el Miér Dic 30, 2020 6:51 pm, editado 2 veces