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    Sobre el “sindicalismo” de Hogar Social; OCTE, 2018

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    Mensaje por Enver19 Miér Jul 18, 2018 3:03 pm

    Sobre el “sindicalismo” de Hogar Social; OCTE, 2018


    De nuevo traemos a nuestro medio, las publicaciones de los camaradas de la OCTE, que están llevando últimamente varios artículos de clarificación ideológica en medio de esta marisma de inacción generalizada sobre diversos temas cadentes. En este caso sobre el renacer de diversos movimientos fascistas que intentan enmascararse para que no les relacionen con las concepciones más negativas del franquismo. Para ello intentan utilizar un lenguaje más sutil y demagógico, quizás más cercano al fascismo de José Antonio Primo de Rivera y Falange de los años 30, que al de los historiadores y defensores generales del franquismo más casposo. Véase nuestro artículo: «¿Acaso el fascismo español falangista era realmente una «tercera vía» entre capitalismo y comunismo?» de 2014.

    Lo principal a extraer, es que el fascismo, como el liberalismo o la socialdemocracia, trata de tapar los males del sistema –y solucionarlos– en base a recetas basadas en la reconciliación y no en la lucha de clases. Por otro lado recordemos que el fascismo se diferencia de los liberales o socialdemócratas en que es la expresión abiertamente terrorista de la burguesía y su dictadura de clase, he ahí el problema que compete el ascenso del fascismo en un país: que puede suponer el fin de los derechos y libertades de la democracia burguesa, ganados no en base a la magnanimidad de la burguesía, sino a las luchas obreras de años o siglos.


    El documento:


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    “Acción Social de los Trabajadores” es un sindicato creado recientemente por la organización fascista española Hogar Social. Hasta el momento solo han publicado un pequeño panfleto en su cuenta oficial de twitter, pero debido a la fascistización del Estado que está teniendo lugar en nuestro país y el repunte de las fuerzas fascistas, creemos importante desmontar desde el principio sus vacíos argumentos, a pesar de que el fascismo o el “Nacionalsindicalismo” de Ramiro de Ledesma o Primo de Rivera ya hayan sido ampliamente refutados.

    Su discurso, al igual que el de Hogar Social Madrid, es camaleónico, renegando de cualquier símbolo fascista y utilizando una terminología más “progresista” para un mayor calado entre las masas. Pero que no nos engañen: su tufo a rancio se percibe a kilómetros.

    Al igual que hicieron sus referentes ideológicos, tergiversan la lucha de clases y contraponen los intereses del obrero nativo y el inmigrante, en lugar de los intereses de la burguesía industrial y terrateniente, por un lado, y los de la clase obrera y el pueblo por otro. ¿Pero acaso hacen esto por ignorancia? Para nada. Lo hacen por la profunda xenofobia que profesan, originada por su metafísica e idealista concepción de la nación [1] y, por supuesto, porque son los lacayos de la burguesía. Y esto no es algo que digamos nosotros, lo demuestra la historia; por poner un ejemplo, podemos mencionar como en sus inicios el Nazismo alemán, el Fascismo italiano y el Nacional-Sindicalismo español tenían un discurso fuertemente anticapitalista, presentándose como los defensores de las clases medias, los pequeños propietarios, etc. pero una vez llegados al poder el enorme crecimiento del monopolismo dejó en evidencia todas estas consignas. En esto acabó su discurso “anticapitalista”:
    "¿Es posible devolver del capitalismo monopolista en la economía «pastoral agraria», en la manufactura de antes de la Revolución francesa, a los gremios, a las ciudades «libres» y en las regiones feudales de la Edad Media, a fin de salvar las clases medias del sistema de opresión colonial y estrangulamiento financiero , de una proletarización que se ha acelerado desde la advertencia del monopolismo? La respuesta, la encontraremos en la conducta del nazi-fascismo-falangista. Este «ideal» era la médula –teórica– del fascismo de Mussolini, del nacional-socialismo de Hitler, del nacionalsindicalismo de Franco. ¿Qué ha quedado de tanta pamplina llamativa? Conquistado el poder, hicieron exactamente una política contraria: reforzaron los monopolios, es decir, el capitalismo monopolista, hicieron de esto una política oficial y la impusieron con la brutalidad característica del régimen. Pocos meses después de la toma de poder, el 15 de julio de 1933, Hitler dictó la ley de organización forzosa de los cartels. Por mandato de esta ley se constituyeron inmediatamente o se agrandaron los siguientes cartels: de fabricación de relojes, de cigarros y tabaco, de papel y cartón, del jabón, de los cristales, de redes metálicas, de acero estirado, del transporte fluvial, de la cal y soluciones de cal, de tela de yute, de la sal, de las llantas de los automóviles, de productos lácteos, de la fábricas de conservas de pescado. Para todos estos cartels, nuevo unos y otros reforzados, se dictaron disposiciones que prohibían la construcción de nuevas fábricas y la incorporación inmediata de los industriales independientes. Se prohibieron también la construcción de nuevas fábricas y el ensanchamiento de las existentes en las ramas industriales ya cartelizadas: del zinc y del plomo laminado, del nitrógeno sintético, del superfosfatos, del arsénico, de los tintes, de los cables eléctricos, de las bombillas eléctricas, de las lozas, de los botones, de las cajas de puros, de los aparatos de radio, de las herraduras, de las medias, de los guantes, de las piedras para la reconstrucción, de las fibras, etc. Las nuevas leyes dictadas de 1934 a 1936, aceleraron la cartelización y el reforzamiento de los carteles ya existentes. El resultado de esta política fue que a finales de 1936 el conjunto de los cartels comprendían no menos de las 2/3 partes de la industrias de productos acabados, en comparación con el 40% del total de la industria alemana, el 100% del total de la industria alemana, el 100% de las materias primas de las industrias semifacturadas, y el 50% de la industria de productos acabados, en comparación con el 40% existente a finales de 1933. Mussolini cartelizó por la fuerza la marina mercante, la metalurgia, las fábricas de automóviles, los combustibles líquidos. El 16 de junio de 1932 dictó una ley de cartelización obligatoria en virtud de la que formaron los cárteles de las industrias del algodón, cáñamo, seda y tintes. En España, nunca la oligarquía financiera había sido tan omnipotente como bajo el régimen del traidor Franco."(Joan Comorera; La nación en una nueva etapa histórica, 15 de junio de 1944)

    Como menciona al final esto no fue diferente en España, donde los grandes propietarios agrarios o industriales aprovecharon el periodo del franquismo para obtener favores económicos y legislativos para sus empresas, aumentar sus cuotas de ganancia a base de una explotación laboral pactada por el gobierno, que por otro lado demostraba así que era su directo representante de clase. Es, por tanto, un fraude que las organizaciones abiertamente fascistas o que apoyan solapadamente al franquismo nos hablen de "estar por encima de la lucha de clases" o incluso nos prometan "acabar con las injusticias del capitalismo", porque han sido muy claros en su posición frente a esta cuestión: del lado de los parásitos y explotadores.

    Como podemos comprobar, de ignorantes tienen poco; son unos maestros de la mentira y la tergiversación, por eso es importante descubrirlos ante las masas como lo que son: su enemigo.

    En el panfleto hasta se permiten el lujo de hacer referencia a las penosas condiciones a las que se enfrentan los inmigrantes al llegar a nuestro país, tanto en cuestiones laborales como sociales:

    “Queremos la Justicia Social para los trabajadores españoles con el compromiso de respeto a la prioridad nacional en las condiciones laborales y prestaciones sociales. De esta forma descubriremos la gran manipulación que sufre la población inmigrante en nuestra tierra, presa de las garras del liberalismo a costa de su dignidad y de los derechos de los trabajadores españoles” (Sindicato Acción Social de los Trabajadores)

    Lo que quieren con esta declaración es crear un mensaje ambiguo, dejando entrever que gran parte de la culpa de que los derechos laborales de los españoles empeoren es la inmigración, pero a la vez mencionan que los inmigrantes son presas del liberalismo, como intentando dar una imagen solidaria. Lo que ellos contemplan para solucionar este hecho es deportar a los inmigrantes o cerrar las fronteras para que no entren (dejándolos morir de hambre o ahogados), y así que los derechos laborales no se vean perjudicados. Como el padre que apaliza a su hijo pero le dice que lo hace por su bien. Es tan patético como parece.

    Esta postura la hemos visto reflejada, por ejemplo, en sus declaraciones contra la acogida de los inmigrantes del “Aquarius”, la exclusión de los inmigrantes en los repartos de comida, etc. Pero culpar a la clase obrera extranjera de los males del país es totalmente incompatible con su españolismo, y es que dentro del propio país existen diferencias en cuanto a los derechos laborales de los obreros. Por ejemplo, el PIB per cápita de Andalucía es de alrededor de 18.000€ y el de Cataluña 29.000€. ¿Deberíamos por ello echar a los andaluces inmigrantes en Cataluña puesto que en su situación de urgencia aceptarían salarios menores “suplantando” a los caros obreros nativos? ¿Entonces HS sólo denuncia cuando esto lo hacen los inmigrantes extranjeros no españoles? ¿Si fuesen consecuentes, no deberían negarles el pan a los españoles que emigran a regiones con una calidad de vida mayor en España? A eso lleva su fascismo, a criminalizar a la clase obrera, venga de donde venga, por unos procesos que escapan a su control. Es vergonzoso culpar a los inmigrantes de algo que corre en contra de sus intereses, como es que los contraten por miserias para beneficio del burgués.

    Además, conviene recordar que durante el franquismo fuimos nosotros los emigrantes y que fue este uno de los motivos para que la economía española empezara a remontar, gracias a las divisas que entraban desde el extranjero durante la década de los 60. Esto se puede extrapolar a cualquier otro país de Europa, ya que parece que somos nosotros los únicos receptores de inmigración pero estos flujos se pueden revertir en cualquier momento.

    Es un hecho que la inmigración en los Estados capitalistas provoca la pérdida de derechos laborales de la clase obrera nativa, pero esto ocurre porque el patrón, en su obsesiva búsqueda de la mayor ganancia, contrata la mano de obra más rentable, en este caso la inmigrante. Esta búsqueda de la mayor rentabilidad es una ley fundamental del capitalismo al contrario que la economía socialista:

    “Los rasgos principales y las exigencias de la ley económica fundamental del capitalismo moderno podrían formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar el máximo beneficio capitalista, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países, principalmente de los países atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía nacional, a las que se recurre para asegurar el máximo de beneficio.” (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

    En contraposición a esto se encuentra, como ya hemos dicho, el socialismo:

    “¿Existe una ley económica fundamental del socialismo? Sí, existe. ¿En qué consisten los rasgos esenciales y las exigencias de esta ley? Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley económica fundamental del socialismo podrían formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada. Por consiguiente, en vez de asegurar los beneficios máximos, asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales de la sociedad; en vez de desarrollar la producción con intermitencias del ascenso a la crisis y de la crisis al ascenso, desarrollar ininterrumpidamente la producción; en vez de intermitencias periódicas en el desarrollo de la técnica, acompañadas de la destrucción de las fuerzas productivas de la sociedad, el perfeccionamiento ininterrumpido de la producción sobre la base de la técnica más elevada.” (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

    Afirmamos pues, que la única forma de acabar con esta búsqueda de la mayor ganancia reside en expropiar los medios de producción a la burguesía y ponerlos en manos del obrero. Solo así estas leyes económicas desaparecerán dando lugar a la nueva economía socialista. Y para que este momento llegue, la lucha sindical tiene que tener como objetivo fundamental crear las condiciones subjetivas en los obreros para que la revolución socialista sea viable. Esto se conseguirá uniendo a toda la clase obrera en la conquista de derechos contra la patronal, no con la “prioridad nacional”, con la que tratan de disfrazarse de solidarios. La solidaridad no consiste en luchar por recibir antes que nuestro compañero inmigrante las sobras que la burguesía nos deja. La solidaridad reside en luchar contra el sistema que genera la miseria de la clase obrera. La “prioridad nacional” es pues un eufemismo utilizado para nombrar a su xenofobia y su defensa del statu quo.

    “Asegurar una verdadera acción sindical de clase, profundamente social y nacional, sin más compromisos que la Justicia Social” (Sindicato Acción Social de los Trabajadores)

    Estos fascistas mencionan su tan cacareada “Justicia social”, término fundamental en la doctrina nacionalsindicalista de Primo de Rivera. Esta consiste en alcanzar la paz entre las clases a través de un estado fascista (controlado por ellos, obviamente) que medie en sus intereses, haciendo que se unan en pro de unos objetivos comunes a toda la nación española:

    “Necesitamos dos cosas: una nación y una justicia social. No tendremos nación mientras cada uno de nosotros se considere portador de un interés distinto: de un interés de grupo o de bandería. No tendremos justicia social mientras cada una de las clases, en régimen de lucha, quiera imponer a las otras su dominación.” (Jose Antonio Primo de Rivera; Artículo que no llegó a publicarse en España Sindicalista, Mayo de 1934)

    Esto es una clara tergiversación de la concepción del estado y la lucha de clases, ya que el estado, en esencia, es una herramienta de represión de una clase hacia otra, no un órgano mediador. Concebir el Estado como un instrumento capaz de mediar los intereses de ambas clases acarrea simple y llanamente el mantenimiento de los privilegios burgueses y, además, la desorientación ideológica de las masas. Esto demuestra que la lucha por la Justica Social, a pesar de lo que ellos escupan, es una lucha en contra de los derechos de la clase obrera, tanto nativa como extranjera. Esta tergiversación del estado solo cobra sentido si es acompañada de una concepción no científica de la lucha de clases.

    El nacionalsindicalismo defiende que la clase obrera y la burguesa son clases distintas pero no antagónicas, ya que a través de los sindicatos verticales y con la intervención del estado, pueden llegar a trabajar por un bien común, por España. Y a este sindicato, aunque no mencione esto explícitamente, se le ve el plumero:

    “Ejercer de interlocutor en la negociación colectiva, en defensa de los derechos de los trabajadores españoles frente a los intereses exclusivos de la patronal” (Sindicato Acción Social de los Trabajadores)

    ¿Exclusivos de la patronal? ¿Acaso existe algún interés común entre la patronal y los trabajadores? La respuesta es NO. La burguesía y el proletariado son clases antagónicas, de hecho la existencia de la burguesía genera su propia contradicción, que es la clase proletaria y que será su sepulturera, es por ello que se hace necesario ostentar el poder del estado para reprimirla y mantener sus privilegios. Y en efecto, así lo reflejaban los nacionalsindicalistas en sus textos:

    “El Nacional-Sindicalismo se inspira, pues, en varias certidumbres. Su táctica no es la lucha inmediata contra el Estado. En nuestro tiempo una lucha así, para no recaer en candores infantiles, requiere unas cuantas victorias previas. Por ejemplo: la conquista de la calle, constituir de hecho la esperanza y la protección del pueblo. El sentido combativo del NacionalSindicalismo, lo que tiene o pueda tener de ofensiva contra algo, reconoce un único y exclusivo blanco: las organizaciones marxistas. Nada más. Pero es evidente y claro como el sol que el marxismo es invulnerable a todas las arremetidas, menos a una: la violencia fría y sistemática que sobre él se ejerza. Violencia legítima, porque el marxismo es asimismo violencia sobre y contra la sociedad nacional. El marxismo es, pues, el enemigo. La burguesía liberalparlamentaria es a su lado una ficción. El papel y la responsabilidad de ésta es, si acaso, servir al marxismo un éxito fácil. Facilitar la victoria marxista. Pero el nacionalsindicalismo no tiene sólo finalidades destructoras. Responde a una necesidad social y política, y su primer bagaje es, por tanto, constructivo. Le alimenta la gran ambición de articular una nueva sociedad nacional y de hacer posible en ella y por ella el resurgimiento de la Patria española. Al extirpar el marxismo se extirpa la lucha de clases; esto es, la insolidaridad nacional, y se abre paso a la convivencia a que nos obliga sobre todas las cosas nuestro carácter de españoles". (Ramiro Ledesma; Nacional-Sindicalismo, 13 de Enero de 1933)

    En resumen, su objetivo final es la reconciliación de las clases pero su objetivo inmediato al tomar el control del estado es acabar con las organizaciones marxistas, desarmando así a la clase obrera. Esto no ha sido así solo en la teoría, ya hemos tenido demasiados ejemplos para comprobar cómo el fascismo ponía en práctica todas sus crueldades contra cualquier sector mínimamente progresista. Obviamente los únicos beneficiados por esto son los burgueses, dejando claro que el fascismo es tan solo otra forma de dominación que la burguesía se ve obligada a adoptar cuando la situación histórica así lo requiere. El Marxista-Leninista húngaro G. Dimitrov definía al fascismo de la siguiente forma:

    “El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que esté, como se pretende, "por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesía", como ha afirmado, por ejemplo, Otto Bauer. No es "la pequeña burguesía sublevada que se ha apoderado del aparato del Estado", como declara el socialista inglés Brailsford. No, el fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos.” (Gueorgi Dimitrov Mijáilov; El fascismo y la clase obrera, 1935)

    Así pues, nos reafirmamos denunciando el fascismo que pretenden encubrir las organizaciones de Hogar Social y hacemos un llamado a todas las fuerzas progresistas del estado español para la unión en un frente antifascista único, así como a las fuerzas marxistas-leninistas para la reconstrucción del partido comunista, ya que este sería el golpe más duro que se le podría dar al fascismo.


    ¡Por la unidad contra el fascismo!

    ¡Por el Marxismo-Leninismo!


    Por J.M.P. para la O.C.T.E.



    Anotaciones:

    [1] Ya que entienden al territorio actual de España como algo inseparable e inamovible, cuando precisamente en España históricamente han confluido decenas de culturas y naciones que han acabado formando lo que hoy es nuestro país. Además, la doctrina nacional-sindicalista defiende que España por sí misma cumple el objetivo histórico mundial de unificar cultura, fe y lengua (muy influenciado por la España de los reyes católicos), y en el cumplimiento de esto se tiene que centrar la economía nacional. Esa vocación imperial, entre otras cosas, genera ese desprecio u odio a otras culturas.


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    Mensaje por Enver19 Miér Jul 18, 2018 3:06 pm

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