¿Es Beyoncé una militante del black power?
artículo de Jon E. Illescas - febrero 2016
tomado de la web de la revista El Viejo Topo
en el Foro en 2 mensajes
Respuesta a Amy Goodman y Denis Moynihan
A partir de la debatida actuación de Beyoncé el 7 de febrero en la final de la Superbowl y con el estreno de su videoclip Formation,1 muchos comentaristas progresistas han señalado estos días el compromiso de la superestrella houstoniana con la comunidad negra y el movimiento black power. Incluso periodistas de la izquierda estadounidense tan importantes como Amy Goodman han escrito inusualmente apasionadas odas a la estrella de la industria musical. Ella y su compañero Denis Moynihan llegaron al punto de establecer semejanzas entre la multimillonaria cantante, el Black Lives Matter y los Panteras Negras en un artículo publicado en Democracy Now.2 Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo ello?
En su mediática actuación en el intermedio de la Super Bowl, Beyoncé y sus bailarinas vestían completamente de negro (las segundas con el pelo a lo afro y boina) a semejanza de los Panteras Negras , durante unos segundos de la coreografía formaron una X en supuesta alusión a Malcolm X y en otro momento también saludaron con el puño en alto.3 Algunas “sutiles” diferencias con los movimientos aludidos radicaban en que sus vestidos acababan por las ingles y que no estaban haciendo activismo en las calles sino actuando en el evento deportivo más atado al capitalismo mediático de todo el país: la Superbowl, con el patrocinio de grandes empresas como Pepsi y socios comerciales como Chevron, Google, Hewlett Packard, Levi’s y un largo etcétera . ¿Qué significa eso? Que tuvo la luz verde de todas esas grandes corporaciones o sus representantes en el Levi’s Stadium de Santa Clara para realizar la actuación que presentó. La coreografía de Beyoncé fue cualquier cosa menos improvisada y todos allí sabían el supuesto homenaje que se iba a realizar al movimiento negro (el equipo de realización debía conocer al detalle la coreografía para, por ejemplo, utilizar un plano cenital para mostrar la “X” cuando las bailarinas se alinearan formando tal letra).
Por otra parte, en su nuevo videoclip Formation (estrenado en Tidal y medio escondido en YouTube) encontramos diversas alusiones a la comunidad negra y sus padecimientos.4 Podemos observar, por señalar algunos puntos, una iconografía que alude a la inundación de Nueva Orleans en 2005 o grafitis exigiendo que paren de dispararles (en referencia a los asesinatos y abusos policiales que sufren algunos afrodescendientes) junto al fugaz recuerdo de algún líder histórico como Martin Luther King que aparece durante menos de un segundo en la portada de un periódico llamado The Truth (“La Verdad”). Sin embargo, todos estos elementos de cierto compromiso, junto a varios y más que confusos guiños al orgullo de negritud, se muestran dentro de un videoclip donde Beyoncé alardea de su condición de estrella y multimillonaria, se llama “zorras” al resto de mujeres y no tiene ningún reparo en publicitar marcas de ropa de lujo como Givenchy o hacer product placement de otras más populares como Adidas o Red Lobster. Lo cierto es que pese a que Goodman y su compañero comparen forzadamente a Beyoncé con el Black Lives Matter o los Panteras Negras, la realidad dista mucho de tal exótica mezcolanza.
Los Panteras Negras fueron una organización política anticapitalista y armada para la autodefensa y la ayuda de los afroamericanos creada en 1966. Su máxima influencia social la alcanzó entre finales de los sesenta y principios de los setenta con algunos programas de ayuda a las comunidades tan populares como el Free Breakfast (“Desayuno gratis”) para los niños más desfavorecidos. Como bien señalan Goodman y Moynihan en su artículo, fueron perseguidos por el FBI mediante un programa de contrainteligencia llamado COINTELPRO, supervisado por el propio Edgar Hoover. El movimiento fue destruido desde fuera y desde dentro mediante la guerra sucia del Estado norteamericano: falsificación de pruebas, suplantación de identidades y correspondencia, hostigamiento legal, palizas, guerra psicológica, etc. Es más, algunos de sus líderes fueron encarcelados o asesinados mientras que otros tuvieron que huir exiliándose en Cuba. Los Panteras Negras no sólo eran una extensión radicalizada del movimiento negro liderado por Malcolm X o Martin Luther King, sino que se consideraban socialistas, marxistas, revolucionarios y gran parte de ellos maoístas (sus seguidores estudiaban como obra de cabecera “El Libro Rojo” de Mao Zedong y Huey P. Newton, su líder, fue recibido oficialmente por las autoridades chinas en 1971, un año antes que lo hiciera el propio presidente Nixon).
Por su parte, la actual Black Lives Matter es (por ahora) una organización de base con cierto espíritu posmoderno e ideológicamente situada entre el centro-izquierda y la izquierda del espectro político que, si bien centra sus actividades en la defensa de la población negra, también observa una sensibilidad prioritaria con la comunidad LGTB (afrodescendiente).5 No son un partido político, ni mucho menos pretenden el derrocamiento del sistema capitalista. Tampoco van armados para evitar abusos policiales como lo hacían los Panteras Negras ni practican ningún tipo de internacionalismo revolucionario. Son una organización de tintes reformistas que militan para que los estándares de la población negra mejoren. No hay prédica socialista ni lucha de clases. Ni una palabra de crítica al capitalismo.
En cambio, Beyoncé, a años luz de los anteriores y ajena a cualquiera de los padecimientos que sufren las mayorías de su mismo fenotipo, es una multimillonaria empresaria y rentista del cuerpo que,6 junto a su marido, el ex traficante, rapero y alto ejecutivo de la industria musical Jay-Z, forman una de las parejas más poderosas del negocio con contactos con la élite estadounidense, tanto política (Barak Obama o Hillary Clinton) como empresarial (Russel Simmons o Warren Buffet), tanto negra como blanca. La máxima liberación de la comunidad afrodescendiente por la que está dispuesta a “luchar” la ex Destiny Child, mientras contornea el trasero ligera de ropa, se lame los dedos mirando a la cámara o celebra su riqueza en sus elitistas vídeos musicales, es aquella que permita a todos sus miembros transformarse en unos “Bill Gates negro[s]” (como apunta la propia letra de Formation).7 O sea, “emancipación” por medio del enriquecimiento individual y la explotación económica de las mayorías.
Se trata de la clásica historia del black capitalism que la misma oligarquía estadounidense ha publicitado desde hace décadas para integrar ideológicamente a la mayoría de la clase trabajadora afroamericana en su régimen y de paso dividirla en sus luchas colectivas con la blanca (justo lo contrario de lo que hacía el Partido Comunista).8 Desde que tras largas luchas los afrodescendientes consiguieron los mismos derechos civiles que el resto (1969), en las décadas siguientes el capitalismo negro se llamó Bill Cosby, Michael Jordan, Oprha Winfrey o Will Smith. Todas esas estrellas eran y son las que la industria cultural necesita para vender la imagen del Sueño Americano entre una población tan castigada como la afrodescendiente. Esta publicitada propaganda afirma que los negros que se esfuercen por triunfar acabarán haciéndolo sin importar las condiciones materiales que les rodeen (falta de oportunidades laborales, pobreza, narcotráfico, etc.). Es decir, sin importar la barreras sistémicas del pasado y del presente, sin tener en cuenta los siglos de esclavitud y la discriminación que todavía hoy hacen que los afrodescendientes en los EUA sufran una pobreza semejante a la de Irak con un 27,4% de su población en la indigencia, un paro que dobla al de la población blanca o un 40% de la población presa pese a sumar solo el 12% de la ciudadanía estadounidense.9
De este modo, con la prédica del black capitalism al que se incorpora con entusiasmo Beyoncé, la industria cultural hegemónica conseguirá que las nuevas generaciones de niños y jóvenes afrodescendientes tengan como referentes para idolatrar a negros enriquecidos bajo las reglas del capitalismo estadounidense, a negros asimilados burgueses o rentistas, en lugar de líderes afroamericanos verdaderamente contrahegemónicos. Auténticos héroes y heroínas que, como en los sesenta y principios de los setenta, lucharon por los derechos del colectivo y por el de todas las clases populares sin importar el color de su piel: Malcolm X, Martin Luther King, Huey P. Newton, Angela Davis, etc.10 La prédica del “capitalismo negro” es una estrategia de la clase dirigente para lograr la hegemonía de los dominados por consenso, que diría Antonio Gramsci. Y Beyoncé es clave, como mujer negra de éxito bajo las reglas del sistema, para conquistar a decenas de millones de adoctrinados por el flujo del mainstream cultural.
El problema de su mensaje como traducción afro del American Way of Life (el “libérate enriqueciéndote”) es que, por defecto, no puede existir tantos puestos de ricos capitalistas o rentistas del espectáculo como para que todos los negros puedan vivir tan holgadamente como ellos. Necesitan a muchos trabajadores negros (y blancos o de cualquier otro tipo) a los que extraerles el plusvalor mediante la explotación salarial y a partir de allí obtener las ganancias que les permitan el despilfarrador estilo de vida del que Beyoncé alardea en gran parte de sus vídeos.11 Aquellos ingresos que permiten a la cantante regalarle a su marido un jet Bombardier Challenger 850 valorado en 40 millones de $ para su cumpleaños o a éste comprarle una isla privada cerca de Florida en el suyo.12 Es algo “ligeramente” diferente a por lo que militaban los Panteras Negras cuando luchaban no sólo contra la opresión racial sino también contra la opresión capitalista que sufría la clase trabajadora.
Pero, ¿cómo es posible que una mujer tan preparada como Amy Goodman no pueda ver algo tan diáfano? ¿Cómo es posible que la principal responsable de uno de los programas de radio y televisión radical estadounidense más populares (Democracy Now) y la autora de diversos libros críticos con el gobierno más poderoso del mundo se rinda tan fácilmente a los encantos de una estrella de la industria musical simplemente por aludir de la forma más banal, superficial y contradictoria posible a un movimiento por el que ella siente simpatía?
En realidad, tristemente, es más sencillo y mundano de lo que parece. Una de las causas estriba en lo que en psicología se llama el efecto halo por atractivo físico. Se utiliza ampliamente en publicidad para conquistar al consumidor y se trata de un sesgo cognitivo que falsamente hace creer al espectador que una persona, por el mero hecho de ser atractiva, es mejor de lo que realmente es en otros aspectos de su personalidad. Por ejemplo, si una mujer es bella, la vemos más inteligente, más generosa, más audaz y quizás en el caso de Beyoncé… más “comprometida” de lo que realmente es, ante el menor gesto en esa dirección. Todo aquello que el espectador considera bueno, será reforzado e hipertrofiado por el atractivo sexual y el carisma. Otra de las razones que sustenta el entusiasmo de Goodman radica en que en el Olimpo de Dioses y Diosas Manufacturados desde las industrias culturales hegemónicas (TV, música de masas, prensa y cine comercial, etc.) son tan infrecuentes los casos de compromiso social o político que, cuando alguna de estas prefabricadas celebridades se pronuncia al respecto, aunque sea del modo más vago, ambiguo y banal posible, encontrará la simpatía de muchos intelectuales de izquierda huérfanos de referentes conocidos que apoyen sus causas. Es decir, les ayudarán a sentirse menos solos de lo que en realidad están.
•••Fin del mensaje nº 1
artículo de Jon E. Illescas - febrero 2016
tomado de la web de la revista El Viejo Topo
en el Foro en 2 mensajes
Respuesta a Amy Goodman y Denis Moynihan
A partir de la debatida actuación de Beyoncé el 7 de febrero en la final de la Superbowl y con el estreno de su videoclip Formation,1 muchos comentaristas progresistas han señalado estos días el compromiso de la superestrella houstoniana con la comunidad negra y el movimiento black power. Incluso periodistas de la izquierda estadounidense tan importantes como Amy Goodman han escrito inusualmente apasionadas odas a la estrella de la industria musical. Ella y su compañero Denis Moynihan llegaron al punto de establecer semejanzas entre la multimillonaria cantante, el Black Lives Matter y los Panteras Negras en un artículo publicado en Democracy Now.2 Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo ello?
En su mediática actuación en el intermedio de la Super Bowl, Beyoncé y sus bailarinas vestían completamente de negro (las segundas con el pelo a lo afro y boina) a semejanza de los Panteras Negras , durante unos segundos de la coreografía formaron una X en supuesta alusión a Malcolm X y en otro momento también saludaron con el puño en alto.3 Algunas “sutiles” diferencias con los movimientos aludidos radicaban en que sus vestidos acababan por las ingles y que no estaban haciendo activismo en las calles sino actuando en el evento deportivo más atado al capitalismo mediático de todo el país: la Superbowl, con el patrocinio de grandes empresas como Pepsi y socios comerciales como Chevron, Google, Hewlett Packard, Levi’s y un largo etcétera . ¿Qué significa eso? Que tuvo la luz verde de todas esas grandes corporaciones o sus representantes en el Levi’s Stadium de Santa Clara para realizar la actuación que presentó. La coreografía de Beyoncé fue cualquier cosa menos improvisada y todos allí sabían el supuesto homenaje que se iba a realizar al movimiento negro (el equipo de realización debía conocer al detalle la coreografía para, por ejemplo, utilizar un plano cenital para mostrar la “X” cuando las bailarinas se alinearan formando tal letra).
Por otra parte, en su nuevo videoclip Formation (estrenado en Tidal y medio escondido en YouTube) encontramos diversas alusiones a la comunidad negra y sus padecimientos.4 Podemos observar, por señalar algunos puntos, una iconografía que alude a la inundación de Nueva Orleans en 2005 o grafitis exigiendo que paren de dispararles (en referencia a los asesinatos y abusos policiales que sufren algunos afrodescendientes) junto al fugaz recuerdo de algún líder histórico como Martin Luther King que aparece durante menos de un segundo en la portada de un periódico llamado The Truth (“La Verdad”). Sin embargo, todos estos elementos de cierto compromiso, junto a varios y más que confusos guiños al orgullo de negritud, se muestran dentro de un videoclip donde Beyoncé alardea de su condición de estrella y multimillonaria, se llama “zorras” al resto de mujeres y no tiene ningún reparo en publicitar marcas de ropa de lujo como Givenchy o hacer product placement de otras más populares como Adidas o Red Lobster. Lo cierto es que pese a que Goodman y su compañero comparen forzadamente a Beyoncé con el Black Lives Matter o los Panteras Negras, la realidad dista mucho de tal exótica mezcolanza.
Los Panteras Negras fueron una organización política anticapitalista y armada para la autodefensa y la ayuda de los afroamericanos creada en 1966. Su máxima influencia social la alcanzó entre finales de los sesenta y principios de los setenta con algunos programas de ayuda a las comunidades tan populares como el Free Breakfast (“Desayuno gratis”) para los niños más desfavorecidos. Como bien señalan Goodman y Moynihan en su artículo, fueron perseguidos por el FBI mediante un programa de contrainteligencia llamado COINTELPRO, supervisado por el propio Edgar Hoover. El movimiento fue destruido desde fuera y desde dentro mediante la guerra sucia del Estado norteamericano: falsificación de pruebas, suplantación de identidades y correspondencia, hostigamiento legal, palizas, guerra psicológica, etc. Es más, algunos de sus líderes fueron encarcelados o asesinados mientras que otros tuvieron que huir exiliándose en Cuba. Los Panteras Negras no sólo eran una extensión radicalizada del movimiento negro liderado por Malcolm X o Martin Luther King, sino que se consideraban socialistas, marxistas, revolucionarios y gran parte de ellos maoístas (sus seguidores estudiaban como obra de cabecera “El Libro Rojo” de Mao Zedong y Huey P. Newton, su líder, fue recibido oficialmente por las autoridades chinas en 1971, un año antes que lo hiciera el propio presidente Nixon).
Por su parte, la actual Black Lives Matter es (por ahora) una organización de base con cierto espíritu posmoderno e ideológicamente situada entre el centro-izquierda y la izquierda del espectro político que, si bien centra sus actividades en la defensa de la población negra, también observa una sensibilidad prioritaria con la comunidad LGTB (afrodescendiente).5 No son un partido político, ni mucho menos pretenden el derrocamiento del sistema capitalista. Tampoco van armados para evitar abusos policiales como lo hacían los Panteras Negras ni practican ningún tipo de internacionalismo revolucionario. Son una organización de tintes reformistas que militan para que los estándares de la población negra mejoren. No hay prédica socialista ni lucha de clases. Ni una palabra de crítica al capitalismo.
En cambio, Beyoncé, a años luz de los anteriores y ajena a cualquiera de los padecimientos que sufren las mayorías de su mismo fenotipo, es una multimillonaria empresaria y rentista del cuerpo que,6 junto a su marido, el ex traficante, rapero y alto ejecutivo de la industria musical Jay-Z, forman una de las parejas más poderosas del negocio con contactos con la élite estadounidense, tanto política (Barak Obama o Hillary Clinton) como empresarial (Russel Simmons o Warren Buffet), tanto negra como blanca. La máxima liberación de la comunidad afrodescendiente por la que está dispuesta a “luchar” la ex Destiny Child, mientras contornea el trasero ligera de ropa, se lame los dedos mirando a la cámara o celebra su riqueza en sus elitistas vídeos musicales, es aquella que permita a todos sus miembros transformarse en unos “Bill Gates negro[s]” (como apunta la propia letra de Formation).7 O sea, “emancipación” por medio del enriquecimiento individual y la explotación económica de las mayorías.
Se trata de la clásica historia del black capitalism que la misma oligarquía estadounidense ha publicitado desde hace décadas para integrar ideológicamente a la mayoría de la clase trabajadora afroamericana en su régimen y de paso dividirla en sus luchas colectivas con la blanca (justo lo contrario de lo que hacía el Partido Comunista).8 Desde que tras largas luchas los afrodescendientes consiguieron los mismos derechos civiles que el resto (1969), en las décadas siguientes el capitalismo negro se llamó Bill Cosby, Michael Jordan, Oprha Winfrey o Will Smith. Todas esas estrellas eran y son las que la industria cultural necesita para vender la imagen del Sueño Americano entre una población tan castigada como la afrodescendiente. Esta publicitada propaganda afirma que los negros que se esfuercen por triunfar acabarán haciéndolo sin importar las condiciones materiales que les rodeen (falta de oportunidades laborales, pobreza, narcotráfico, etc.). Es decir, sin importar la barreras sistémicas del pasado y del presente, sin tener en cuenta los siglos de esclavitud y la discriminación que todavía hoy hacen que los afrodescendientes en los EUA sufran una pobreza semejante a la de Irak con un 27,4% de su población en la indigencia, un paro que dobla al de la población blanca o un 40% de la población presa pese a sumar solo el 12% de la ciudadanía estadounidense.9
De este modo, con la prédica del black capitalism al que se incorpora con entusiasmo Beyoncé, la industria cultural hegemónica conseguirá que las nuevas generaciones de niños y jóvenes afrodescendientes tengan como referentes para idolatrar a negros enriquecidos bajo las reglas del capitalismo estadounidense, a negros asimilados burgueses o rentistas, en lugar de líderes afroamericanos verdaderamente contrahegemónicos. Auténticos héroes y heroínas que, como en los sesenta y principios de los setenta, lucharon por los derechos del colectivo y por el de todas las clases populares sin importar el color de su piel: Malcolm X, Martin Luther King, Huey P. Newton, Angela Davis, etc.10 La prédica del “capitalismo negro” es una estrategia de la clase dirigente para lograr la hegemonía de los dominados por consenso, que diría Antonio Gramsci. Y Beyoncé es clave, como mujer negra de éxito bajo las reglas del sistema, para conquistar a decenas de millones de adoctrinados por el flujo del mainstream cultural.
El problema de su mensaje como traducción afro del American Way of Life (el “libérate enriqueciéndote”) es que, por defecto, no puede existir tantos puestos de ricos capitalistas o rentistas del espectáculo como para que todos los negros puedan vivir tan holgadamente como ellos. Necesitan a muchos trabajadores negros (y blancos o de cualquier otro tipo) a los que extraerles el plusvalor mediante la explotación salarial y a partir de allí obtener las ganancias que les permitan el despilfarrador estilo de vida del que Beyoncé alardea en gran parte de sus vídeos.11 Aquellos ingresos que permiten a la cantante regalarle a su marido un jet Bombardier Challenger 850 valorado en 40 millones de $ para su cumpleaños o a éste comprarle una isla privada cerca de Florida en el suyo.12 Es algo “ligeramente” diferente a por lo que militaban los Panteras Negras cuando luchaban no sólo contra la opresión racial sino también contra la opresión capitalista que sufría la clase trabajadora.
Pero, ¿cómo es posible que una mujer tan preparada como Amy Goodman no pueda ver algo tan diáfano? ¿Cómo es posible que la principal responsable de uno de los programas de radio y televisión radical estadounidense más populares (Democracy Now) y la autora de diversos libros críticos con el gobierno más poderoso del mundo se rinda tan fácilmente a los encantos de una estrella de la industria musical simplemente por aludir de la forma más banal, superficial y contradictoria posible a un movimiento por el que ella siente simpatía?
En realidad, tristemente, es más sencillo y mundano de lo que parece. Una de las causas estriba en lo que en psicología se llama el efecto halo por atractivo físico. Se utiliza ampliamente en publicidad para conquistar al consumidor y se trata de un sesgo cognitivo que falsamente hace creer al espectador que una persona, por el mero hecho de ser atractiva, es mejor de lo que realmente es en otros aspectos de su personalidad. Por ejemplo, si una mujer es bella, la vemos más inteligente, más generosa, más audaz y quizás en el caso de Beyoncé… más “comprometida” de lo que realmente es, ante el menor gesto en esa dirección. Todo aquello que el espectador considera bueno, será reforzado e hipertrofiado por el atractivo sexual y el carisma. Otra de las razones que sustenta el entusiasmo de Goodman radica en que en el Olimpo de Dioses y Diosas Manufacturados desde las industrias culturales hegemónicas (TV, música de masas, prensa y cine comercial, etc.) son tan infrecuentes los casos de compromiso social o político que, cuando alguna de estas prefabricadas celebridades se pronuncia al respecto, aunque sea del modo más vago, ambiguo y banal posible, encontrará la simpatía de muchos intelectuales de izquierda huérfanos de referentes conocidos que apoyen sus causas. Es decir, les ayudarán a sentirse menos solos de lo que en realidad están.
•••Fin del mensaje nº 1
Última edición por RioLena el Lun Ene 07, 2019 12:31 pm, editado 1 vez