Ante la España en armas
Rosa Scheiner
Fuente: Revista Contra-Fascismo (órgano del Comité Antifascista Argentino, Buenos Aires), Agosto-Septiembre 1936
En el MIA desde 2018
La atención del mundo entero está supeditada al drama de España. Todos los países tienen momentáneamente en suspenso sus propios problemas, que palidecen ante el tremendo problema de vida o de muerte que le plantea al pueblo de España la feroz arremetida fascista.
Las simpatías de todas las multitudes del mundo se vuelcan hacia aquél, cuya gesta heroica siguen con emoción y ansiedad.
Nuestro país no puede escapar a ese estado anímico general. Nuestro pueblo, en los que tiene de más noble, está pendiente de la sangrienta epopeya ibérica.
En lo que a la capital federal atañe, pudimos apreciarlo en toda su magnitud a través del mitin de solidaridad con el pueblo español, organizado por el Comité Ejecutivo del partido Socialista.
Un verdadero hormiguero humano desbordaba de la sede del teatro Corrientes, para volcarse hacia las dependencias y la calle.
Había allí hombres y mujeres de las más diversas ideologías, mentalidades, razas y nacionalidades, pero unidos todos por los vínculos de la emoción solidaria con los luchadores de la España. Todos esperaban – ¡y con qué comprensible ansiedad, los numerosos españoles ahí presentes! – , que la palabra de los oradores diera forma a esa emoción fraternal; como asimismo una interpretación clara del momento histórico no ya de España, sino del mundo entero, ensombrecido por los crímenes del fascismo.
Todos esperaban que la palabra de los oradores supiera pulsar las cuerdas del entusiasmo colectivo, que esperaban tensas en las conciencias de las personas que se apretujaban en aquella sala.
Todo esto que acabamos de decir, se desprendía del conmovedor espectáculo de millares de hombres y centenares de mujeres, que puño en alto, como un solo hombre, vivaban a España y al Frente Popular.
Pasemos por alto lo que se dijo en la tribuna levantada en homenaje al heroísmo de las masas españolas.
Apuntemos, en cambio, lo que debía haberse dicho:
Había que decirle a esa vibrante multitud, que su España da hoy al mundo un ejemplo de grandeza legendaria en su lucha contra el fascismo, es porque su pueblo supo precaverse a tiempo, unificando sus mejores fuerzas en su Frente Popular inconmovible.
Que ese Frente Popular no podría ser lo que es si haber formulado su núcleo de todas las fuerzas obreras y sus partidos políticos.
Que las milicias del pueblo, cuyo coraje admiramos sobrecogidos, están formadas, en su inmensa mayoría, por los trabajadores organizados en sus sindicatos y partidos políticos.
Que sin esa masa proletaria, esclarecida y educada revolucionariamente, le costaría bien poco a la casta clérigo-burgués-militar, adueñarse de la situación.
Debía haberse dicho que ningún cambio ascendiente dentro del proceso social puede prescindir del impulso creador de la clase trabajadora, y que la república democrática burguesa de Azaña no hubiera podido ser una realidad sin ser defendida y realizada por la vanguardia del pueblo, o sea el proletariado español.
Así lo ha entendido el gobierno de Azaña al conceder el armamento del pueblo, temperamento que había rechazado, sin embargo, en otra oportunidad, al serle requerido por Largo Caballero …
Debía, asimismo, haberse hecho las conclusiones concretas frente al brutal hecho de la guerra civil de España, que plantea actitudes definidas a todos amenazados en mayor o menor grado por dictaduras fascistas.
Había que derivar, en consecuencia, el drama de España hasta nuestro propio drama, que su aun no acusa los contornos de aquél, está en vías de tenerlos.
Que también nosotros tenemos ya nuestros Lerrouz, Alcalá Zamora, nuestros Gil Robles, Sanjurjo y Juan March, si bien de envergadura más débil … pero de apetitos idénticos …
Que si no contamos en nuestro haber con sedimentos monárquicos y nobiliarios, soportamos, en cambio, la férula de reyes sin corona, como lo son los ases imperialistas, que manejan a nuestros gobernantes mediante su oro, como a simples títeres, imponiéndoles la política reaccionaria que están desarrollando.
Que la descarada y progresiva anulación de nuestras elementales conquistas democráticas responde, precisamente, al propósito de romper el control popular, capaz de poner en descubierto todas las traiciones a los intereses del país, que aparte de las consumadas, entran en el vasto plan de nuestra oligarquía.
Que la sangrienta experiencia de España señala la necesidad impostergable de formar un Frente Popular, que no podría sino ser formado sobra la base de los partidos políticos obreros, poderoso punto de cohesión alrededor del cual se agruparán todos los demás partidos democráticos y sectores sociales que repudian al fascismo.
Que dicho Frente Popular, lejos de limitarse al aspecto electoral, deberá propiciar un vasto plan económico-social, tendiente a altas reivindicaciones nacionales y colectivas.
Que el Frente Popular estará dispuesto a usar de todos los medios que las circunstancias requieran, ya que la oligarquía fraudulenta criolla, que había tomado el poder por asalto, no se detendrá ante nada para retenerlo.
Que para desarrollar plan tan complejo y de tantas proyecciones, hace falta la unificación de todas las fuerzas y un espíritu indomable de combatividad, aptitud ésta plenamente demostrada por nuestro proletariado en las últimas luchas por sus reivindicaciones …
Que si el pueblo argentino, con su proletariado a la cabeza, no acaba con la oligarquía, ésta acabará con el pueblo.
Rosa Scheiner
Fuente: Revista Contra-Fascismo (órgano del Comité Antifascista Argentino, Buenos Aires), Agosto-Septiembre 1936
En el MIA desde 2018
La atención del mundo entero está supeditada al drama de España. Todos los países tienen momentáneamente en suspenso sus propios problemas, que palidecen ante el tremendo problema de vida o de muerte que le plantea al pueblo de España la feroz arremetida fascista.
Las simpatías de todas las multitudes del mundo se vuelcan hacia aquél, cuya gesta heroica siguen con emoción y ansiedad.
Nuestro país no puede escapar a ese estado anímico general. Nuestro pueblo, en los que tiene de más noble, está pendiente de la sangrienta epopeya ibérica.
En lo que a la capital federal atañe, pudimos apreciarlo en toda su magnitud a través del mitin de solidaridad con el pueblo español, organizado por el Comité Ejecutivo del partido Socialista.
Un verdadero hormiguero humano desbordaba de la sede del teatro Corrientes, para volcarse hacia las dependencias y la calle.
Había allí hombres y mujeres de las más diversas ideologías, mentalidades, razas y nacionalidades, pero unidos todos por los vínculos de la emoción solidaria con los luchadores de la España. Todos esperaban – ¡y con qué comprensible ansiedad, los numerosos españoles ahí presentes! – , que la palabra de los oradores diera forma a esa emoción fraternal; como asimismo una interpretación clara del momento histórico no ya de España, sino del mundo entero, ensombrecido por los crímenes del fascismo.
Todos esperaban que la palabra de los oradores supiera pulsar las cuerdas del entusiasmo colectivo, que esperaban tensas en las conciencias de las personas que se apretujaban en aquella sala.
Todo esto que acabamos de decir, se desprendía del conmovedor espectáculo de millares de hombres y centenares de mujeres, que puño en alto, como un solo hombre, vivaban a España y al Frente Popular.
Pasemos por alto lo que se dijo en la tribuna levantada en homenaje al heroísmo de las masas españolas.
Apuntemos, en cambio, lo que debía haberse dicho:
Había que decirle a esa vibrante multitud, que su España da hoy al mundo un ejemplo de grandeza legendaria en su lucha contra el fascismo, es porque su pueblo supo precaverse a tiempo, unificando sus mejores fuerzas en su Frente Popular inconmovible.
Que ese Frente Popular no podría ser lo que es si haber formulado su núcleo de todas las fuerzas obreras y sus partidos políticos.
Que las milicias del pueblo, cuyo coraje admiramos sobrecogidos, están formadas, en su inmensa mayoría, por los trabajadores organizados en sus sindicatos y partidos políticos.
Que sin esa masa proletaria, esclarecida y educada revolucionariamente, le costaría bien poco a la casta clérigo-burgués-militar, adueñarse de la situación.
Debía haberse dicho que ningún cambio ascendiente dentro del proceso social puede prescindir del impulso creador de la clase trabajadora, y que la república democrática burguesa de Azaña no hubiera podido ser una realidad sin ser defendida y realizada por la vanguardia del pueblo, o sea el proletariado español.
Así lo ha entendido el gobierno de Azaña al conceder el armamento del pueblo, temperamento que había rechazado, sin embargo, en otra oportunidad, al serle requerido por Largo Caballero …
Debía, asimismo, haberse hecho las conclusiones concretas frente al brutal hecho de la guerra civil de España, que plantea actitudes definidas a todos amenazados en mayor o menor grado por dictaduras fascistas.
Había que derivar, en consecuencia, el drama de España hasta nuestro propio drama, que su aun no acusa los contornos de aquél, está en vías de tenerlos.
Que también nosotros tenemos ya nuestros Lerrouz, Alcalá Zamora, nuestros Gil Robles, Sanjurjo y Juan March, si bien de envergadura más débil … pero de apetitos idénticos …
Que si no contamos en nuestro haber con sedimentos monárquicos y nobiliarios, soportamos, en cambio, la férula de reyes sin corona, como lo son los ases imperialistas, que manejan a nuestros gobernantes mediante su oro, como a simples títeres, imponiéndoles la política reaccionaria que están desarrollando.
Que la descarada y progresiva anulación de nuestras elementales conquistas democráticas responde, precisamente, al propósito de romper el control popular, capaz de poner en descubierto todas las traiciones a los intereses del país, que aparte de las consumadas, entran en el vasto plan de nuestra oligarquía.
Que la sangrienta experiencia de España señala la necesidad impostergable de formar un Frente Popular, que no podría sino ser formado sobra la base de los partidos políticos obreros, poderoso punto de cohesión alrededor del cual se agruparán todos los demás partidos democráticos y sectores sociales que repudian al fascismo.
Que dicho Frente Popular, lejos de limitarse al aspecto electoral, deberá propiciar un vasto plan económico-social, tendiente a altas reivindicaciones nacionales y colectivas.
Que el Frente Popular estará dispuesto a usar de todos los medios que las circunstancias requieran, ya que la oligarquía fraudulenta criolla, que había tomado el poder por asalto, no se detendrá ante nada para retenerlo.
Que para desarrollar plan tan complejo y de tantas proyecciones, hace falta la unificación de todas las fuerzas y un espíritu indomable de combatividad, aptitud ésta plenamente demostrada por nuestro proletariado en las últimas luchas por sus reivindicaciones …
Que si el pueblo argentino, con su proletariado a la cabeza, no acaba con la oligarquía, ésta acabará con el pueblo.