MÍNIMA ANTOLOGÍA A LA DEMONIZACIÓN Y ATAQUES CONTRA EL CHAVISMO
El fascismo millennial: notas para una discusión
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Orlando Figuera, "por ser negro y chavista", fue asesinado por violentos del antichavismo el 20 de mayo de 2017 (Foto: AFP)
Desde la activación en enero del golpe asistido internacionalmente por Estados Unidos, han venido emergiendo nuevas denuncias sobre incitaciones a linchamientos contra la población venezolana identificada con el chavismo.
Así lo declaró recientemente el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, en rueda de prensa al recibir una comisión integrada por víctimas de crímenes de odio y constituyentitas de la Asamblea Nacional Constituyentes (ANC).
William Saab recibió en su despacho a la primera vicepresidenta de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tania Díaz, y una comisión de familiares de víctimas del odio quienes exhortaron al Ministerio Público a hacer cumplir la Ley Contra el Odio aprobada en noviembre de 2018.
El fiscal general expresó que ha visto con preocupación la escalada progresiva de estos crímenes, luego de haberse aprobado en noviembre de 2017 la Ley Contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia como respuesta a la serie de persecuciones, agresiones y asesinatos que ocurrieron durante el periodo de violencia desatada por grupos armados durante la revolución de colores promovida por Washington y el antichavismo local de abril a julio de ese mismo año.
CASOS ACTUALES DE VIOLENCIA POLÍTICA Y ACCIONES DE LA FISCALÍA GENERAL
"Nos reunimos con víctimas de violencia y con la representación de la ANC. Ellos nos hicieron el exhorto de que se cumpla la Ley contra el Odio. Nosotros ya hemos venido trabajando en eso y haciendo labores de inteligencia. Preparamos órdenes de captura contra los promotores de este tipo de delitos", expresó Tarek sobre los casos presentados.
La periodista de la Radio del Sur, Vanessa Gutiérrez, denunció las lesiones físicas que sufrió su padre el pasado 14 de marzo debido al ataque que recibió de vecinos que lo persiguieron por su posición política vinculada al chavismo.
El agresor de Luis Manuel Gutiérrez Moreno, que en un primer momento fue liberado por un tribunal, está siendo procesado por delitos de crímenes de odio, según lo anunció el fiscal general Saab.
@vgutierrezf: Mi papá, tiene 62 años. El día #14Marzo un vecino incitado por su suegra lo agredió. El día anterior nos habían amenazado por chavistas.
Hemos seguido los pasos en la denuncia ante #CICPC pero este #15Mar un tribunal lo dejó libre. Ahora tiene licencia para seguir agrediendonos
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Hoy llegaron al barrio cantando victoria y narrando cómo persiguieron a papá porque "se lk merece".
Papá tiene lesión en una pierna y unos puntos en la cabeza. Pudo morir si caía mal desde la acera pero mis vecinos FASCISTAS celebran el acto
#ToleranciaURGENTE y JUSTICIA
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Otro caso del cual el Ministerio Público (MP) está tomando acciones, fue el incendio de la vivienda donde se encontraba la alcaldesa del municipio San Judas Tadeo del estado Táchira, Betzabeth Gandica, junto con sus hijos.
El hecho ocurrió en horas de la noche del 9 de marzo y fue denunciado en su momento por el protector de Táchira, Freddy Bernal. Un grupo de manifestantes violentos que habían tomado la plaza Bolívar de la zona, se trasladaron hasta la residencia de Gandica, golpearon a su madre, ingresaron en la vivienda y la incendiaron poniendo en riesgo su vida y la de siete niños.
Los involucrados en este acto de intimidación pública fueron detenidos más tarde por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Además de estas violaciones directas, el MP está investigando en coordinación con el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) las acciones de instigación al odio que se han desatado en redes sociales.
La constituyentista, Tania Díaz, mostró pruebas en su intervención de individuos con cierto alcance en Twitter, que están utilizando sus perfiles para instigar al público a cometer crímenes de odio, como bien lo hicieron anteriormente en 2017, oxigenando el levantamiento de fuerzas irregulares que cometieron linchamientos a decenas de personas.
Salta a la vista el caso de la periodista Madeleine García, quien en su cuenta de Twitter advirtió sobre las amenazas contra su vida hechas por usuarios de esa red que incluso revelaron datos privados como la dirección de su vivienda.
Estos ataques ocurren en medio de la labor periodística que desempeñó recientemente en el puente Simón Bolívar, conexión fronteriza entre Venezuela y Colombia, que fue uno de los puntos de conflicto en la agenda de "ayuda humanitaria" que se desplegó el mes pasado.
García fue una de las primeras personas que mostró en el sitio de los hechos las evidencias que desmontaban el falso positivo mostrando que los camiones que pretendían ingresar llevaban dentro guayas, clavos, pitos y otros materiales que nada tenían que ver con insumos para la salud.
Madelein Garcia (@madeleintlSUR): Como este mensaje recibo a diario así la persecución no solamente a mi al joven Orlando Figuera por ejemplo lo quemaron vivo por creer o parecer chavista y así van usan sus redes como mercenarios. Publicaron hasta la dirección de mi casa y teléfono y hablan de #DDHH
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Recientemente informó que, en el estado Yaracuy, militantes del chavismo fueron objeto mensajes extremistas. Asediaron las viviendas de dirigentes políticos locales, grabando imágenes que claramente buscan atemorizar a los bloques del chavismo
Madelein Garcia (@madeleintlSUR): 1. #MuyGrave| esto sucedió en Yaracuy en la urbanización La Ascensión. Las casas de los militantes chavistas de la zona fueron marcadas al mejor estilo paramilitar para que tome nota la misión de .@mbachelet Alta Comisionada de la #ONU
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ANTECEDENTES INMEDIATOS: EL RECURSO DEL ODIO PARA QUEMAR CHAVISTAS
Apenas unos meses separan a los venezolanos del centenar de víctimas que dejó la operación de golpe suave en 2017, con la movilización de una parte de la sociedad civil en la asignación de sumir en el colapso general al país y proyectar una imagen de ingobernabilidad.
De este saldo, al menos 30 personas fueron asesinadas por grupos violentos que recibieron el beneplácito de la dirigencia opositora y de seguidores fanatizados. El grado de aberración en los actos cometidos incluyó la quema de personas, el linchamiento a muerte y el apedreamiento a cadáveres incinerados.
Precisamente, es ejemplo oscuro de la línea que cruzó esa radicalización la muerte de Orlando Figuera quemado, apuñaleado y golpeado por miembros de "La Resistencia" en la ciudad de Caracas, identificado con el chavismo únicamente por su color de piel. A su fallecimiento le siguió el testimonio de otras 20 personas quemadas que sobrevivieron a los ataques de estos escuadrones de la muerte.
Semejante a las acciones del Estado Islámico y de los grupos fascistas ucranianos, ocurrió el asesinato de Héctor Anuel a quien, al caer de su moto en una barricada ubicada en la ciudad de Lecherías (Anzoátegui), incendiaron vivo y luego grabaron cuando apedreaban los restos de su cuerpo en cenizas para difundirlo en las redes a modo de advertencia contra los "colectivos", concepto tergiversado de los movimientos políticos del chavismo que trabajaba por la desarticulación de la violencia en las calles.
Otros casos de asesinatos políticos, entre ellos el linchamiento del guardia nacional bolivariano, Danny Subero, (asesinado en el estado Lara cuando pasaba por el sepelio de una víctima de la violencia callejera) y la muerte de la enfermera, Almelina Carrillo, (impactada por una botella de agua congelada lanzada desde un edificio en Caracas) fueron los motivos que dieron origen a la Ley Contra el Odio, tipificando este tipo de agresiones como crímenes incitados por la intolerancia política.
Tarek William Saab, hizo alusión a estos crímenes señalando que en algunos casos se han adelantado investigaciones con labores de inteligencia, identificando a los responsables de dirigir las turbas violentas para ser procesados judicialmente. Denunció que uno de los que actuaron en el asesinato de Figuera se encuentra fugitivo en Colombia.
A veintidós meses del periodo más violento de la historia contemporánea venezolana, se activa el instrumento legal por la convivencia y la tolerancia para erradicar a tiempo una nueva escalada.
LA VIOLENCIA EXTREMISTA EN EL MARCO DEL PLAN GOLPISTA EN CURSO
Las crecientes amenazas de muerte por móviles de odio que ahora están siendo denunciadas, se encuadran en los acontecimientos detonados por los golpes de Estado de la Casa Blanca, a saber: el montaje de ingreso de ayuda humanitaria el 23 de febrero para violar la frontera venezolana y el ciberataque generado a la central hidroeléctrica del Gurí, que dejó sin servicios básicos al país por varios días seguidos.
El saldo negativo de los eventos, en el caso del 23 de febrero la puesta en escena de camiones quemados con supuesto cargamento de medicamentos e insumos para la salud y en el del apagón las falsas cifras de muertos por falta de energía eléctrica en hospitales; se suman a las circunstancias económicas que atraviesa la sociedad venezolana producto del bloqueo liderado por el Departamento del Tesoro estadounidense, redirigiendo mediáticamente la responsabilidad al Ejecutivo Nacional.
Las molestias del antichavismo son fuerza latente para impulsar conductas extremistas de sabotajes y alteración del orden público que afecte directamente la integridad física de los que se desvinculen de la agenda violenta.
@psicovivir (aquí le decimos "psicomorir"): Todos tenemos a alguien cerca de un bicho del régimen.
Hagamos que sepan que ya no pueden estar seguros. Demostremos que estamos cerca. Que no tenemos armas pero estamos tan cerca que algún día de odio, se nos vuelan los tapones. Que sepan que
#vamosporti (recomiendo ver ese HT "lleno de amor", camaradas)
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Así, pequeños conatos de violencia como los presenciados durante los días del apagón, son rápidamente capitalizados por el autoproclamando, no bastando su reconocimiento y apoyo para que se regularicen en todo el país.
No es la primera vez que los líderes de la oposición legitiman las posiciones extremistas, ni tampoco es coincidencia que resurjan en un momento donde la propaganda bélica es constante y sonante en la política exterior estadounidense para disuadir de defender la soberanía nacional, entre otros sectores, a funcionarios de la institución militar venezolana.
De todos modos hay que recordar que la Asamblea Nacional en desacato fabricó una supuesta ley de amnistía que promete impunidad a todo aquel individuo que se someta al plan de desestabilización en el país, resarciendo las culpas de crímenes aun no cometidos.
Por eso tiene sentido que coincida la reactivación de propagandas de odio con la creación de células paramilitares reclutadas y formadas en el exterior para ingresar en el país y realizar actos terroristas que incluyen los asesinatos selectivos y el magnicidio del presidente Nicolás Maduro.
El desmantelamiento de la "Operación Libertad", empujada por el jefe de despacho de Guaidó, Roberto Marrero, y que contemplaba el financiamiento de entre ocho a diez equipos de sicarios centroamericanos deja también expuestos a los que preparan las operaciones psicológicas en la población civil, nublando el razonamiento de las mentes débiles que ante el arrebato de odio, están incapacitados para oponerse al terrorismo descarnado.
Entendiendo que la instauración de un gobierno paralelo en Venezuela no se va a concretar solo por el reconocimiento de algunos gobiernos satélites de Estados Unidos y previendo su agotamiento político, se preparan operaciones de propaganda que estimulan a la reserva de fanáticos de la oposición venezolana, sobre todo vía redes sociales e internet, a normalizar en el resto de la población el respaldo hacia la células terroristas que aterricen las amenazas de guerra tantas veces vociferadas por Bolton e inviables con el enfrentamiento directo de las fuerzas del ejército regular estadounidense.
Pero la memoria colectiva venezolana carece de fragilidad y los grupos extremistas han sido reducidos desde el 2017. Los nombres de los caídos por crímenes de odio están grabados en piedra y difícilmente pueda sostenerse un escenario parecido.
RECICLAJE DE LOS COLECTIVOS COMO PROPAGANDA DE MIEDO
El 1 de abril, John Bolton se dirigió al Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, para desencadenar el falso positivo de que los colectivos están disparando y reprimiendo a las protestas del sector opositor.
John Bolton: General @vladimirpadrino: Illegal armed groups (‘colectivos’) were sent out by Maduro and Cabello to shoot at and repress the Venezuelan people. Why does FANB allow this?
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Los reportajes de medios como CNN, justifican estas acusaciones, difundiendo imágenes donde grupos motorizados impiden que las personas obstaculicen las vías de tránsito montando barricadas.
El efecto viral en las redes hace que aparezcan otros tantos alegatos de "colectivos" arremetiendo contra la "sociedad civil". Los videos muestran a personas agredidas con armas de fuego o golpeadas además de otras supuestamente asociadas al chavismo que serían los agresores, sin tener evidencias contundentes que conecten los casos.
Justamente el fin de semana anterior a la mención de los colectivos, grupos violentos trataron de impedir el abastecimiento de agua en la ciudad capital, que por los apagones continuos ha presentado dificultades para reactivar el suministro. La Guardia Nacional Bolivariana coordinada con líderes comunales de cada sector, se han encargado de trazar rutas para abastecer a la población y, en conjunto, proteger estas iniciativas de sabotajes externos.
El tuit de Bolton movilizó el discurso mediático trasnacional, como en ocasiones anteriores, hacia un concepto deformado de los movimientos políticos del chavismo que operan en el país para, de esa forma, aplacar los pasos del Estado en conjunto con las comunidades organizadas en búsqueda de solucionar los problemas derivados del ataque al sistema eléctrico nacional, especialmente la distribución de agua potable en zonas urbanas.
El impulso sirvió para que la Asamblea Nacional en desacato concertara el término de "terrorismo de Estado" a estas acciones y el de "paramilitares" a las fuerzas organizadas del chavismo, legitimando la satanización internacional de los colectivos.
En un sentido más amplio, esto también corresponde a las preparaciones de la "Operación Libertad", anunciada para el 6 de abril y donde el aspecto central es "la movilización de todo el país para ejercer la presión necesaria para que cese la usurpación".
Para oxigenar los crímenes de odio que despedacen el temple apaciguado con que la nación ha encarado los ataques recientes, el discurso de Washington recurre al recurso fabricado de los "colectivos" como grupos armados que atacan y diezman a la población que no milita en el chavismo. Esta construcción proyectada en el exterior blanquearía los episodios siguientes de violencia política en el país que ya vienen perfilándose como amenazas.
@jcajias: A los Colectivos Paramilitares al servicio del Asesino @NicolasMaduro hay que echarles Plomo Piedra y Candela.
Eso se llama LEGÍTIMA DEFENSA.
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CIERRE
La operación de cambio de régimen en Venezuela se complementa con el exterminio del chavismo, por lo que el brazo paramilitar de la intervención estadounidense viene a cumplir con ese objetivo, con el asentimiento del antichavismo global intoxicado por el odio.
En el supuesto de haber concretado el plan, deben tener garantizada la erradicación de esta fuerza no solo en el país, sino también en la región latinoamericana, para evitar cualquier posibilidad de resurgimiento que afecte los pujos por reconquistar el control político en lo que consideran su patio trasero. La insistencia de la muerte física del chavismo nace de allí.
FUENTE
El fascismo millennial: notas para una discusión
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El principio del cual parte Freud en su célebre El Malestar en la Cultura, es que el otro, los otros, es decir, todos aquellos y aquellas que no somos nosotros mismos, potencialmente molestan.
Por eso para Freud resulta una tarea titánica el mandamiento cristiano de amar al prójimo como a uno mismo. Y es lógico. Pues, como se pregunta el alemán: ¿cómo hacer para amar, como si fuera yo mismo, a quien no es yo o cómo yo, que a lo mejor ni me agrada ni sirve? ¿Por qué tendríamos que hacerlo? ¿De qué podría servirnos? Pero ante todo: ¿cómo llegar a cumplirlo? ¿De qué manera podríamos adoptar semejante actitud?
Y es que si mi amor es para mí algo muy precioso y valioso –continúa– no tengo por qué a derrocharlo insensatamente. Y menos aún si eso me impone obligaciones que debo estar dispuesto a cumplir con sacrificios de tiempo, esfuerzos, recursos, etc. En tal virtud, si amo a alguien es preciso que éste lo merezca por cualquier título: bien porque es “mío” (mi hijo, mi pareja, mi madre, etc.) O bien porque me sirve para algo. Pero si no me sirve para nada o no lo conozco o peor aún si no me gusta, me es hostil y puede incluso hacerme daño, ¿cómo voy a llegar a amarlo y más como si fuera yo mismo?
La conclusión de Freud es que tal mandamiento es antinatural y de por sí imposible de cumplir. Pero –y esto es lo fundamental– ésta no es esa razón suficiente para abandonarlo. Por el contrario, precisamente por eso, hay que insistir siempre en él.
Y no se trata de cumplir el precepto porque se es cristiano. Es decir, no se trata de hacerlo porque es la orden que un Dios tal o cual dicta. Más allá del hecho específicamente cristiano, para Freud es la idea de comunidad implícita en la expresión la que es necesario conservar. Ya que de lo contrario, la vida en sociedad se desintegra, los lazos sociales se disuelven y la vida degenera en eso que Hobbes llamó el estado de guerra, de la lucha de todos contra todos, del sálvese quien pueda, la ley del más fuerte y donde el hombre es el lobo del hombre.
Es decir, para mantener la vida en sociedad, ser animales sociales, lo mamíferos humanos y primates evolucionados que hemos llegado a ser, es necesario el amor y la solidaridad, el tender puentes hacia nuestros próximos y los no tanto.
Esto, desde luego, no está exento de tensiones y ciertamente nos impone responsabilidades, sacrificios e incluso genera malestares (que es justo lo que Freud identifica como el malestar en la cultura), por lo que no se trata de asumir una actitud de come flor. Y mucho menos se trata de excluir las diferencias y ni siquiera la competencia de las actividades humanas. Como señala Freud, la rivalidad no significa necesariamente hostilidad: solo se abusa de aquella para justificar ésta. Lo mismo pasa con la diferencia, que no presupone necesariamente el conflicto.
Esta aclaratoria es importante porque el fascismo en su versión clásica, busca suprimir la diferencia creando un orden social homogéneo entre “iguales”: el nazismo, el fascismo y el sionismo son los ejemplos más claros. Y es este tipo de fascismo el que resurge actualmente en los movimientos anti-inmigrantes, que entre otras cosas, provoca masacres como la ocurrida en Nueva Zelanda en días pasados. En el caso nuestro venezolano, este fascismo también está presente, incluso con sus clisés anticomunistas, racistas y de fundamentalismo católico, algo que he venido germinando en el seno de grupos antichavistas que ya no tienen reparos en llamar abiertamente al exterminio de los chavistas como “solución final” al conflicto político actual. Pero por peligroso que resulte, ante este fascismo se cuenta con la ventaja de que al tener un discurso político manifiesto, identificarlo es relativamente simple. Lo que es más complejo en el caso de cierto fascismo “apolítico” y “no-ideológico” también proliferante, que más por comodidad que por otra cosa llamaré fascismo millennial y que es sobre el cual quería comentar algunas cosas en las líneas que siguen.
II
Si bien no existe consenso con respecto a los nacidos exactamente en cuáles años entran dentro de la etiqueta millennials (algunos cuentan de entre principios de los 80 hasta mediados de los 90, otros de mediados de los 70 hasta principios de los 90) en lo que todos coinciden es en que los catalogados como tales cumplen al menos los siguientes rasgos fundamentales:
1) viven pegados en las redes sociales, desde donde ven el mundo; 2) están convencidos de que todo se lo merecen y lo alcanzarán si se esfuerzan lo suficiente; 3) se consideran especiales y únicos, más allá de cualquier ismo; 4) están determinados a vivir “realistamente”, sin aspiraciones de cambiar nada y solo adaptarse siendo resilientes; y 5) se llaman a aprovechar cada ocasión para reinventarse y explotar todo su potencial individual.
Desde este punto de vista, y más allá de los años específicos en que en que hayan nacido, si miramos con atención, valorativa e ideológicamente hablando, esos y esas que ahora llaman millennials son los hijos e hijas del neoliberalismo. Se trata, pues, de una etiqueta que engloba la forma de ver y el ser en el mundo de todos aquellos y aquellas ubicados dentro de las coordenadas vitales del mundo pos Milton Friedman. Es decir, en cuanto producto generacional, los millennials son la camada de jóvenes –y ya no tanto– nacidos bajo los efectos de los experimentos a los cuales los Chicago Boys sometieron a nuestras sociedades.
A este respecto, se cumple aquí aquello que decía Keynes sobre que todos los hombres y mujeres “prácticos”, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, siempre son esclavos ideológicos de algún economista difunto. Y es que si bien como es sabido el millennialismo rehuye de las ideologías y los ismos, en sí mismo, se trata de una ideología y por tanto un ismo en el sentido más puro del término, solo que es la ideología y el ismo del mundo post-ideológico y sin ismos (y me disculpan las redundancias), contemplado en el paquete neoliberal en cuanto proyecto no solo económico sino también político-cultural.
En tal virtud, el millennialismo es el meta-relato mainstream (a todas estas no el único, pero ese es otro tema) del mundo donde se supone ya no existen los meta-relatos. Pero en cuanto tal, y esta puede que sea el secreto de su fuerza pero también de su perversidad, lo que busca no es solo darle el sentido y ni siquiera exactamente crear las condiciones de aceptabilidad a dicho mundo de forma más o menos resignada (al estilo Thatcher y su “no hay alternativa”), si no festiva y reivindicativamente: el millennialismo es el neoliberalismo convertido en militancia.
Así las cosas, no resulta muy difícil deducir de dónde proviene su potencial fascista. En realidad le brota de varias partes, pero básicamente hay que reparar en un hecho que creo fundamental, comentado por la escritora Erin Griffith en el NYT: y es que toda la retórica millennial sobre las virtudes del emprendurismo y el ser feliz y productivo a toda costa, recuerdan a la propaganda de la era soviética tardía donde se mostraban hazañas casi imposibles de realizar para motivar a los trabajadores e incentivar la productividad laboral en nombre de la “Revolución”. La diferencia es que la propaganda soviética era de suyo anticapitalista, mientras que la millennialista es capitalista en grado sumo. Pero lo importante aquí es que así como la propaganda soviética tardía escondía la realidad distópica de la explotación burocrático-totalitaria, la retórica millennialista disfraza la realidad de la precarización laboral que desata la competencia de muchos por pocos puestos de trabajo, que es la base de la mucho más poderosa explotación corporativa-plutocrática actual.
Ahora bien, puesto que se da el caso de que los millennials no conciben que el problema sea el orden social sino la poca resilencia, esfuerzo o capacidad individual de reinventarse (es decir, individualizan el malestar como un problema adaptativo y no lo politizan, como de hecho a su modo también pasaba en la URSS con la disidencia), no la emprenden contra el sistema sino contra ellos mismos o contra los otros. Para el primer caso está el coaching. Y si esto falla, los antidepresivos y estimulantes, lo que no quita que puedan ir juntos. Pero para lo segundo está el fascismo, en su particular versión del siglo XXI.
III
Volviendo a Freud, debe recordarse que El malestar en la cultura fue publicado en 1930, es decir, en medio de las dos guerras mundiales y de la emergencia de los fascismo europeos, emergencia posible por la crisis económica global y del orden liberal decimonónico. En dicho contexto, la preocupación de Freud (judío-alemán y en cuanto tal, escribiendo desde el corazón de la bestialidad nazi que conocería el mundo) iba por el lado de la capacidad de aniquilamiento alcanzado por la especie humana y si en su lucha eterna la pulsión de agresión sería capaz de ganarle al eros. Ocho años más tarde estallaría la guerra mundial. Y solo en quince, los Estados Unido lanzaría sendas bombas atómicas sobre Japón llevando el nivel de destrucción a un nuevo nivel. El mundo ciertamente no se acabó entonces, pero 60 millones de muertos quedaron como prueba del peligro que encierra el fascismo.
Pero la agudeza de Freud no fue exactamente anticipar eso. Su agudeza fue dar a entender que el fascista no era un sujeto salido de la nada, un otro forastero y lejano que como un accidente siniestro vendría a romper con el orden liberal e ilustrado. Muy por el contrario. El fascista era el lado B, el otro yo, el Mr. Hyde o lado oscuro del mismo sujeto liberal-ilustrado de la civilizada Europa. No era por tanto un extraño y ni siquiera un prójimo: era el mismo tipo de apariencia inofensiva que pagaba los impuestos, recogía la leche en las mañanas luego de comprar el pan y antes de llevar a los hijos a la escuela, la misma persona preocupada tan solo en vivir su vida y los demás que vivan la suya. Y esto último es clave, pues el liberalismo, como hoy el neoliberalismo, predicó una cosmovisión según la cual la máxima virtud y aspiración humana posible –la libertad– era sin embargo definida negativa y hostilmente: “la libertad de cada quien termina donde empieza la de los demás”, reza el famoso postulado liberal, lo que podría traducirse también en que “mi libertad termina donde empieza la tuya” o “la tuya termina donde empieza la mía”. Si se mira bien, el problema con esta definición es que necesariamente concibe al otro como un freno al valor supremo –la libertad– y no como la condición de posibilidad de realización de dicho valor. Así las cosas, en el fondo, para el liberalismo, los otros son todos aquellos que ponen freno a mi posibilidad de ser libre.
Al llevar este planteamiento a su versión más extremista, el millennialismo, en cuanto correlato ideológico y militante del neoliberalismo, eleva a un nuevo nivel de peligrosidad al fascismo. Pues al concebirse la existencia como la perpetua conservación de un espacio vital que no puedo dejar que me invadan para que no me lo coarten, mientras debo luchar contra todos aquellos (y aquello) que me ponen limites, la subjetividad contemporánea millennialista deviene inmediatamente en una exhibición de intolerancia donde cada quien se siente con el derecho a proteger lo que considera es “suyo” (real o potencialmente) como sea y al precio que sea.
Es por esta razón que el fascismo hoy día ya no se trata solo del típico profesional clase media asustado, de la señora racista o el señor moralista al que no le gustan los homosexuales o las feministas y le indignan los “comunistas” (es decir, todo aquel que luche por un derecho laboral o social). El fascista de hoy día puede ser abierta y públicamente homosexual e incluso negro, ser rockero, vegano, feminista, alternativo, etc., pero en la medida en que se trata de un ser concentrado en defender “su” espacio deviene en fascista, al punto que no tiene reparos en coincidir con la señora racista o el señor moralista, como pasa en el Brasil de Bolsonaro, la Argentina de Macri o a la generación de políticos sifri-millennials venezolanos y sus seguidores, subordinados ahora a Trump –que hace menos de un año les parecía un sujeto horrible, populista, el típico americano feo que medios como El Nacional e influencers de extrema derecha como Bocaranda llegaron a tildar hasta del Chávez gringo– solo para ver cumplir su sueño de que les extermine aquello que tanto los molesta: el chavismo y los chavistas.
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A propósito de estos tuits, es sorprendente la naturalización del odio, de la muerte y el exterminio como forma de hacer política que ha escalado recientemente en Venezuela, y que incluso ha llevado a que personas hayan sido víctima de actos tan salvajes como ser quemado vivos por su filiación política. Lo peor es que esto se presenta y exhibe como si fuera normal y es dicho o escrito por gente que cree hacerlo de pleno derecho, casi como un acto heroico de ejercicio de su libertad de expresión. Para decirlo con una vieja formula: se trata de una nueva banalidad del mal, potenciada por la impunidad de las redes sociales.
En este sentido, si bien la tarea de combatir el fascismo no puede ser meramente pedagógica (pues, por un lado, en la medida en que se profundice la crisis socioeconómica habrá condiciones que al manipularse sirven a su proliferación, pero además, hay temas que le son asociados como el paramilitarismo y el terrorismo que ameritan otro tipo de tratamiento) es importante rescatar el valor de una pedagogía no solo centrada en la tolerancia sino en el amor y el respeto a la dignidad humana, a re-enseñar por ejemplo que incluso en situaciones de rivalidad o conflicto no es válido ni legítimo quemar personas o lincharlas. Antes que la crisis actual se desatara se avanzó bastante en eso en nuestro país, y creo que la demostración de que funciona, es que pese a todo lo ocurrido y retrocedido en estos años si la situación no se ha desbordado es en buena parte gracias a ello.
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