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    El Mito del Capitalismo disfrazado en la URSS

    EL KAISER
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    Mensaje por EL KAISER Vie Jul 19, 2019 1:09 am

    ¿UNA NUEVA CLASE CAPITALISTA EN LA URSS?

    Vengo a refutar este mito de una vez por todas: Que ya sea tras la muerte de Stalin, el ascenso al poder de Kruschev, o la aplicación de las reformas de Kosigin, surgió una “nueva clase capitalista” oculta bajo una fachada socialista, y que por ende la URSS nunca volvió a ser realmente socialista.

    Los 2 sectores que se usan como ejemplo de “nueva clase capitalista”, son por un lado los Directores o Gerentes de las empresas que administraban directamente los medios el día a día, y por otro los altos cargos en Gobierno y el Partido que ocupaban posiciones clave en la economía y la política y tomaban decisiones macroeconómicas, y que pueden ser considerados como una “Élite en el Poder”.

    Es importante hacer las siguientes aclaraciónes: ¿Qué se entiende por clase capitalista? Un grupo de personas que, de hecho, o de derecho, controla los medios de producción, cuyo excedente generado por los empleados es apropiado (de nuevo, legitima o ilegítimamente) por este grupo de personas, del cual disponen en base a sus propios fines e intereses. No puede existir un capitalismo sin capitalistas, ni uno en el que los capitalistas se apropien legal o ilegalmente del excedente de la economía, y sean al mismo tiempo tan altruistas y virtuosos de gastar ese dinero en detrimento de su propia posición social y económica. Aquel que tiene más ventaja económica, siempre va a buscar mantener su ventaja económica. Un rico siempre va a querer ser cada vez más rico. El ser humano, sencillamente, funciona así. Además, como clase SOCIAL, tienen una garantía cercana al 100% de hacer ingresar a su descendencia a su clase social.

    ¿Y qué se entiende por “Élite en el Poder”? El grupo de personas que tiene la iniciativa ya sea política o económica, o ambas, dentro de una nación, como por ejemplo la administración diaria de los medios de producción. Esta élite esta siempre bajo el control de la Clase dirigente que la puso a cargo. Asúmase a grandes rasgos que son los gerentes los miembros de esta élite: En el Capitalismo, están al servicio de los capitalistas que los designaron. En el Socialismo, están al servicio de las organizaciones de las masas trabajadoras, como por ejemplo, la principal, el Partido Comunista.

    Empezando por los Directores y Gerentes, estas personas no tenían ningún control fundamental de lo que administraban: No podían despedir empleados sin antes asegurarles por medio de otra oficina un nuevo trabajo en otro lado. Y eran reacios a despedirlos por la inmensa escasez de mano de obra. Y asimismo tenían serias restricciones y límites para despedir a los empleados. No decidían ni el sueldo que se le iba a pagar a los empleados, ni tampoco la cantidad ni la calidad de los productos que la empresa tenía que producir, ni tampoco la cantidad de dinero que se tenía que enviar al estado mediante el impuesto a la ganancia, ni la cantidad de ayuda material y monetaria que el estado le tenía que otorgar para el cumplimiento del plan económico. En resumen, no tenían libertad de decisión económica, precisamente porque todo lo que he mencionado antes ya estaba prefijado por el plan, incluso después de haberse implementado las reformas de Kosigin de 1965, que al contrario de lo que piensan muchos, jamás debilitaron al plan económico ni lo reemplazaron con mecanismos de mercado, y que además fueron abandonadas entre 1971 y 1973. La economía soviética era tan dependiente del centro, como lo había sido desde que Stalin inició sus planes quinquenales.

    Continuando, esta gente era constantemente supervisada en su cumplimiento del plan a través de las transferencias que obligatoriamente tenían que hacer a través del Banco Central, y obviamente podían ser despedidos o transferidos a otras áreas en cualquier momento por el liderazgo político. Vivian de un sueldo y no tenían reclamo legal al excedente que los medios bajo su tutela generaban, así como tampoco podían transferir sus puestos de trabajo, y por ende su supuesta privilegiada posición social, a sus familiares.

    Decir que estas personas eran capitalistas es no tener la más mínima idea de cómo funciona el capitalismo. Es perfectamente normal que la clase en el poder, ya sea la trabajadora o la capitalista, contrate personas que se encarguen de la administración diaria de la economía. En un socialismo de estado como el soviético, es decir en un socialismo altamente centralizado, se hace necesario contratar a estas personas. Lo importante es que este grupo designado (a menudo llamado “Élite en el Poder” en virtud de su iniciativa política y económica) no escape al control de la propia clase que lo puso a cargo. Y como se verá, hasta mediados de los ochenta no lo hacían. Estaban muy restringidos y limitados por el funcionamiento del plan.

    Y siguiendo con los miembros que ocupaban los altos cargos en el gobierno y el partido, compartían las características de no ser dueños privados ni legales de ningún medio de producción, de no tener un reclamo legal al excedente de la economía, de vivir de un sueldo (que ni siquiera era el sueldo más alto, porque el sector de la sociedad mejor pagado era el “técnico-industrial”, que no ocupaba ninguna posición política), de no poder transferir a sus familiares sus puestos ni carreras. No podían realizar ningún tipo de inversión en la economía, ni siquiera con dinero obtenido fruto de la corrupción, aún cuando hayan estado muy al tanto de a qué sectores de la economía iba a beneficiar el plan de turno, aun cuando un grupo de ellos haya sido el encargado de elaborar dicho plan. Al igual que el otro sector, no podían garantizar a sus hijos la entrada a su sector societal. Podían enviarlos a mejores colegios y universidades, y conseguirles mejores puestos de trabajo en virtud de sus conexiones, pero esto sólo les daba mayores posibilidades de entrar al mismo sector social que sus padres, no una garantía, como si es en el caso del Capitalismo. De hecho, un sector clave era la Intelligentsia, que a grandes rasgos se puede decir que equivalía a la mencionada Élite del Poder en el Gobierno y el Partido. Y la mitad de las personas que ingresaban en este sector, lo hacían proviniendo fuera de este, de estratos mas bajos, es decir, no eran hijos de los propios miembros del sector, lo que demuestra que los susodichos miembros no podían garantizar a sus hijos su misma posición social. Concretamente, los hijos de la Élite tenían 3 o 4 veces más probabilidades de ingresar a este sector que el resto de la población en virtud de lo mencionado arriba, pero en 1979, por ejemplo, el 75% de este sector estaba ocupado por personas cuyas familias provenían fuera de estratos mas bajos.

    Uno de los argumentos más usados para probar la existencia del capitalismo en la Unión Soviética, es que, aunque no haya habido propiedad privada ni reclamo legal al excedente, de hecho, los miembros de la nueva clase se apropiaban del excedente y disponían de el en base a sus fines e intereses personales, o de clase, porque estas personas elaboraban los planes quinquenales y por tanto decidían en qué se iba a gastar cuánto dinero, lo que implica que, de hecho, se apropiaban del excedente de la economía y disponían de él como mejor les parecía a ellos, lo que implica explotación. A continuación, procedo a demostrar que eso no ocurría en la URSS:

    En la Unión Soviética, la desigualdad económica era, además de extremadamente estrecha en comparación con occidente, cada vez menor. La diferencia entre los más y menos ricos, y teniendo incluso en cuenta los privilegios disfrutados por los mas ricos, era equivalente a la diferencia en Estados Unidos entre personas de la clase media-alta profesional y los trabajadores industriales. O, dicho de otro modo, no existía en la Unión Soviética algún sector poblacional ni remotamente rico y privilegiado como el de occidente, y los sectores más ricos (aunque no necesariamente con la mayor influencia política o económica) eran tan ricos como los trabajadores profesionales en Estados Unidos (Médicos, Abogados, Arquitectos, Ingenieros, etc.), lo que por lo tanto demuestra que en la Unión Soviética sólo existían, en comparación con las naciones capitalistas, usando la jerga burguesa, una clase baja y media, con la diferencia de que la “clase media” a menudo ostentaba los cargos de influencia y control de la economía y la política, y que la pobreza extrema (mendigos, pordioseros, gente sin casa, etc., no existía). Si una clase capitalista hubiere existido, y teniendo en cuenta que la Unión era, como Europa Occidental, una economía altamente desarrollada e industrializada, con enormes reservas naturales y un excedente económico únicamente superado por el norteamericano, las desigualdades sociales no tendrían que haber sido muy distintas en comparación a las de los países capitalistas, pues a mayor riqueza nacional, más excedente es apropiado por los capitalistas y por tanto más ricos son los ricos. Y sin embargo existía una diferencia abismal. En los años 70 en Estados Unidos, un gerente ganaba en promedio 115 veces más que los trabajadores en la industria. En la Unión, los gerentes ganaban entre 1 y 2 veces más que los trabajadores industriales (los trabajadores industriales ganaban en promedio 150 rublos, y los gerentes de 190 a 400 rublos), y aquellos que estaban en los máximos cargos del Gobierno, 3 veces más que los trabajadores industriales (600 rublos). Incluso si se añade a esto el fondo motivacional recibido por los gerentes, cuyo valor podía llegar a ser un tercio de sus sueldos, las diferencias siguen siendo minúsculas en comparación con occidente. Y los que ocupaban estos cargos de administración económica o política, no eran aun así los mejores pagados. Las personas mejores pagadas eran escritores y artistas importantes, y las personas líderes en los campos de la educación, de la medicina y la ciencia. Estas personas, que no ocupaban cargos de poder político ni económico, ganaban el doble que aquellos que sí lo hacían, es decir entre 5 y 7 veces más que los trabajadores industriales. Y es absolutamente contradictorio, por no decir imposible, que la supuesta clase capitalista, en el poder, dueña del estado y la economía, que se apropiaba del excedente económico, no haya buscado aumentar y ni siquiera mantener su ventaja económica y social a lo largo del tiempo, tal y como se observa en occidente, sino al contrario, que hayan buscado reducirla, porque los sueldos más elevados en la Unión Soviética, eran los que menos crecían con el tiempo. De 1965 a 1973, años en los que erróneamente se piensa surgió una “nueva clase capitalista” ya fuere de burócratas del estado u oficiales del partido o del Gobierno, los 3 sectores poblacionales que más habían crecido económicamente eran los 3 peores pagados (campesinos en granjas colectivas, campesinos en granjas estatales y empleados de comercio o servicios), y los 3 más pagados (personal técnico e ingeniería industrial, empleados del aparato estatal, y empleados de cultura y educación) los que menos habían crecido. La única excepción era el sector de los trabajadores industriales, que era el tercero más pagado y cuya remuneración más había crecido. Como resultado de esta política, la diferencia entre el 10% mejor pagado en la Unión Soviética, y el 10% peor pagado, se había reducido en 20 años un 50%, mientras que, en Estados Unidos, de los años 40 a los 70, no hubo ninguna reducción al respecto.

    Otro factor a tener en cuenta son los privilegios de los que gozaban los altos cargos. Aunque existían, eran magros en comparación a los de occidente, y estaban mucho más al alcance de las clases bajas en la URSS que en las economías de libre mercado, dadas las escasas diferencias salariales en el primero. Estos incluían tener un auto sin espera, una casa vacacional, y acceso a bienes de lujo que no estaban disponibles para la mayoría de la gente, o en su defecto acceso a servicios disponibles para todos, pero de mejor calidad. Pero incluso en esto se observa la cada vez más justa distribución material. La política del gobierno siempre fue la de beneficiar a los estratos bajos mediante el subsidio de todos los bienes de consumo, y al mismo tiempo, el de inflar artificialmente los precios de los bienes de lujo, lo que perjudicaba a aquellos que podían comprarlos. De modo que las diferencias entre ricos y menos ricos era incluso menor que lo descripto arriba, porque además de la escasa diferencia salarial, los servicios sociales y económicos beneficiaban desproporcionadamente más a los estratos bajos, cuyo salario, por ende, era más grande de lo que los datos sugieren.

    En el marco de los privilegios, se debe mencionar que algunos de ellos no provenían de un mayor poder adquisitivo, sino que estaban ligados a un puesto de trabajo: Así, aunque un campesino llegare a ganar lo mismo que un ministro de gobierno, jamás podría obtener un auto de forma rápida, algo que el ministro tiene asegurado en virtud de su posición. Para obtener estos privilegios no existía de otra que estudiar y conseguir dichos puestos, o saber cultivar amistades y contactos para conseguir dichos puestos o bienes. De todas formas, no es eso lo que se debe observar, sino el hecho de que indudablemente el dinero es, aún incluso en el socialismo, uno de los reguladores del nivel social de una persona, en el sentido de que una persona con más dinero, obtenido legal o ilegalmente, siempre tendrá un mejor o mayor acceso a bienes y servicios, que el que tiene menos dinero. Es ésta diferencia la que iba en constante reducción en el Socialismo.

    Respecto a la corrupción en la Unión Soviética, ésta era pervisiva, primero por el tamaño del estado (mientras más grande sea el estado y por ende el gobierno encargado, a través de su burocracia, de su administración, mayor será el nivel de corrupción existente), y segundo por el nivel de centralización económica (a mayor centralización económica y política, mayor el tamaño de la burocracia estatal y por ende mayor su nivel de corrupción). La Unión tenia ambos: un estado gigantesco y altamente centralizado, de ahí que el nivel de corrupción haya sido tan elevado. Pero al respecto hay que hacer mención de 2 factores: El primero, que la corrupción nada tiene que ver con el sistema económico y social de una nación. El único requisito para la existencia de la corrupción en la política, la burocracia y la economía, es la existencia del ser humano en esos campos. Y el segundo, que como señalé antes, había una tendencia más que evidente hacia la distribución justa de la riqueza aún a pesar de la corrupción existente, lo que demuestra que el nivel de corrupción, sin importar su gravedad, no afectaba al proceso de distribución salarial y material cada vez más justo. Es decir, no era un problema lo suficientemente grave como para quebrar a la economía Socialista y sus logros. Con o sin corrupción, los ricos eran cada vez menos ricos.

    Volviendo al tema: La justa distribución del salario era ventajosa para un sector en peor condición que otros, como el campesinado, pero desventajosa para un sector que ganaba más, y que supuestamente manejaba los hilos de la economía y podría haber interrumpido ese proceso, y que curiosamente, no hacía. Basta con hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué clase de capitalista usa el propio excedente del que se apropió, para gastarlo en otras personas en detrimento de, y sacrificando cada vez más, su propia ventaja económica y social en lugar de invertirlo en sus intereses, aún incluso estando en una posición de influencia y poder político? Contesto: Ninguno. Por eso es que en la Unión Soviética no había capitalismo, porque ni los altos cargos en cualquier campo, ni los administradores directos de los medios, se apropiaban de derecho, ni de hecho, del excedente económico. Había una clara tendencia a favorecer a los estratos bajos por sobre los altos. Una clara tendencia a que los privilegios, lejos de consolidarse, se reduzcan cada vez más y más. Esto ya de por si demuestra que el estado y la economía pertenecían genuinamente a la clase trabajadora en su conjunto, y no a una nueva clase que haya surgido dentro del estado o de la economía. Estas personas, la Élite en el Poder, estaban bajo el control de los trabajadores y servían a sus intereses, tal y como los gerentes en occidente sirven a los capitalistas.

    Es recién en 1987 cuando la Perestroyka entra en vigor, que esta élite escapa al control de las masas y sus organizaciones representativas, en especial el Partido Comunista, a estas alturas ya completamente repleto de oportunistas en virtud de que, en su momento, Nikita Kruschev redujera de forma abismal los requisitos para formar parte de lo que se supone era, y había sido hasta el ascenso de Kruschev, la vanguardia de las masas trabajadoras. A través de sus leyes que introdujeron la libertad de inversión, de compra y de venta, las personas en puestos clave ya podían usar (y usaron) su dinero para convertirse en verdaderos capitalistas, sobre todo aquellos que tenían fortunas ocultas como resultado de la corrupción. Antes, este dinero únicamente les servía para lo que ya les servía el legal: intercambiarlo por bienes y servicios. Pero ahora, podía ser usado para comprar, vender o alquilar medios de producción, así como para contratar mano de obra.

    Para resumir todo lo dicho, los miembros de la supuesta clase capitalista no tenían potestad legal sobre los medios, ni capacidad de transmitir dichos medios a sus familiares, ni reclamo legal al excedente de dichos medios, ni tampoco se apropiaban ni de derecho ni de hecho del excedente de la economía. O sea, no eran capitalistas.

    Todos los argumentos usados y los datos mencionados provienen del libro “¿Está la bandera roja flameando?”, por Albert Szimanski, que se dedica precisamente a contrarrestar el mito del cual trata el texto.

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