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    Varoufakis: "Cuando los resultados de las urnas no gustan al 'establishment', la democracia se ve amenazada"

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    Mensaje por sorge Jue Ene 21, 2016 6:25 pm

    Ahora afirma que gobiernos de Portugal y España deseobedientes a la troika tambien fracasaran si no hay un movimiento paneuropeo que se movilizen en masas,no me extraña que su manifiesto fundacional sea firmado por trotkistas y no por Iglesias y Tsipras.
    Varoufakis: "Cuando los resultados de las urnas no gustan al 'establishment', la democracia se ve amenazada"

    NICK BUXTON



    El exministro de Finanzas griego aboga por un movimiento paneuropeo que aúne el voto de protesta y ejerza presión en todos los países de la UE. "Si Podemos entra en el Gobierno, lo hará bajo las mismas condiciones impuestas por la Troika a Syriza", advierte.


    El exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis. / REUTERS
    ATENAS.- "Los enemigos de la democracia han sido y son los que tienen poder económico", explica el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis en una jugosa entrevista realizada por Transnational Institute como parte de su informe State of Power, que analiza las fuerzas globales que controlan el poder y vislumbra las formas para avanzar en la justicia social. El profesor de Economía y autor de El minotauro global también habla de la posibilidad de que Podemos alcance el Gobierno y se muestra convencido de la necesidad de articular un movimiento paneuropeo que aúne el voto de protesta para evitar que termine disipándose.


    ¿Cuáles considera que son las principales amenazas a la democracia hoy en día?
    La amenaza a la democracia siempre se ha encontrado en el desdén que siente por ella el establishment. La democracia, por su propia naturaleza, es muy frágil y la antipatía que le profesa el establishment siempre es muy marcada; por eso este siempre ha intentado anularla.

    Esta historia se remonta a la antigua Atenas, cuando el desafío de establecer una democracia era enorme. La idea de que los pobres libres, que eran la gran mayoría, podían asumir el control del gobierno siempre fue disputada. Platón escribió La República como un tratado contra la democracia, abogando por un gobierno de expertos.



    En la misma línea, en el caso de la democracia estadounidense, si lees El Federalista y a Alexander Hamilton, te darás cuenta de que se trataba de un intento de contener la democracia, no de impulsarla. La idea detrás de una democracia representativa era que los mercaderes representaran al resto, ya que se consideraba que la plebe no estaba a la altura de poder decidir importantes asuntos de Estado.

    Hay infinidad de ejemplos. Mira lo que le sucedió al Gobierno de Mosaddeq en el Irán de la década de 1950 o al Gobierno de Allende en Chile. Siempre que las urnas dan unos resultados que no gustan al establishment, el proceso democrático se ve invalidado o amenazado con ello. Si lo que me preguntas es quiénes son y siempre han sido los enemigos de la democracia, la respuesta es que los que tienen poder económico.


    Parece que este año la democracia está siendo especial blanco de ataques por parte de ese poder tan establecido. ¿Comparte esta impresión?


    Este año es especial en este sentido, ya que tuvimos la experiencia de las elecciones en Grecia, en que la mayor parte de los griegos decidió apoyar un partido contrario al establishment, Syriza, que llegó a la presidencia plantándole cara al poder y cuestionando el orden establecido en Europa.

    Cuando la democracia produce lo que el establishment desea oír, esta no es un problema. Pero cuando genera fuerzas y demandas en contra del establishment, ahí es cuando la democracia se convierte en una amenaza. Fuimos elegidos para hacer frente a la Troika de los acreedores y fue entonces cuando la Troika dejó muy claro que no se puede permitir que la democracia cambie nada.


    De su experiencia como ministro de Finanzas griego, ¿qué aprendió sobre el carácter de la democracia y el poder? ¿Qué cosas le sorprendieron especialmente?
    Asumí el cargo sabiendo lo que podía esperar. No me hacía ilusiones. Siempre supe que las instituciones de la Unión Europea en Bruselas, el Banco Central Europeo y todos los demás se crearon, de forma deliberada, como zonas al margen de la democracia. No era que un déficit democrático estuviera ganando terreno en la UE; desde la década de 1950, la UE se estableció fundamentalmente como un cártel de la industria pesada, y más tarde atrajo a los agricultores, especialmente a los franceses. Y su administración era la de un cártel; nunca se concibió como el principio de una república o de una democracia donde seamos nosotros, los pueblos de Europa, los que llevemos la batuta.

    En cuanto a su pregunta, me sorprendieron un par de cosas. La primera fue el descaro con el que se me hizo saber que la democracia era algo irrelevante. Ya en la primera reunión del Eurogrupo a la que asistí —representando a un Gobierno recién elegido cuyo mandato se debía respetar en cierta medida y que debía contribuir al debate sobre qué políticas económicas se deberían aplicar a Grecia—, cuando intenté plantear un argumento que creí que nadie podría rebatir, me quedé de piedra al oír al ministro de Finanzas alemán decirme, literalmente, que no se puede permitir que unas elecciones modifiquen la política económica.

    En otras palabras: que la democracia está muy bien siempre que no amenace con cambiar algo. Aunque esperaba que ese fuera el tono general, no estaba preparado para escucharlo tan descaradamente.

    La segunda cosa para la que diría que estaba menos preparado fue, parafraseando la famosa expresión de la banalidad del mal acuñada por Hannah Arendt, la banalidad de la burocracia. Esperaba que los burócratas de Bruselas despreciaran la democracia, pero suponía que se mostrarían afables y que demostrarían estar técnicamente cualificados. En lugar de ello, me sorprendió comprobar lo banales que eran y, desde un punto de vista tecnocrático, lo mediocres que eran.



    Así pues, ¿dónde se halla el poder en Europa?
    Lo más importante que uno puede destacar sobre la UE es que todo el operativo en Bruselas se basa en un proceso de despolitización de la política, de tomar lo que son, fundamental e irrevocablemente, decisiones políticas y arrojarlas al ámbito de una tecnocracia que se rige por reglas y por un enfoque matemático. Esta es la pretensión de que las decisiones sobre las economías europeas son simples problemas técnicos que necesitan soluciones técnicas, y que dependen de unos burócratas que siguen unas reglas preestablecidas, como si fuera una fórmula matemática.

    Así que cuando intentas politizar el proceso, acabas con una forma de hacer política especialmente tóxica. Por ponerle solo un ejemplo: en el Eurogrupo, estábamos discutiendo la política económica con respecto a Grecia.

    El programa que heredé como ministro de Finanzas fijaba el objetivo de alcanzar un superávit presupuestario primario del 4,5% del PIB, un porcentaje que a mí me parecía escandalosamente alto. Y lo que hice fue poner en tela de juicio ese objetivo, basándome en argumentos teóricos macroeconómicos y puramente técnicos.

    En seguida me preguntaron cuál creía yo que debía ser el superávit primario. E intenté dar una respuesta sincera, diciendo que era algo que se debía estudiar a la luz de tres factores y cifras clave: la inversión en relación con el ahorro, el calendario de los pagos de la deuda y el déficit o superávit por cuenta corriente. Intenté explicar que, si queríamos hacer que el programa griego funcionara después de cinco años de estrepitoso fracaso, que había llevado a la pérdida de casi un tercio de la renta nacional, debíamos analizar estas variables en su conjunto.

    Pero me dijeron que las reglas dicen que solo debíamos tener en cuenta un número. Y yo contesté: ¿Y entonces, qué hacemos? Si tenemos una regla que no funciona, deberíamos cambiarla. La respuesta fue: "¡Una regla es una regla!". A lo que repliqué diciendo: Sí, esta es la regla, ¿pero por qué tiene que seguir siéndolo? Llegados a ese punto, recibí una respuesta tautológica: "Porque es la regla".

    Esto es lo que pasa cuando te apartas de un proceso político y abrazas un proceso basado en reglas: acabamos con un proceso de despolitización que conduce a una forma tóxica de hacer política y a un mal planteamiento económico.

    Otro ejemplo que podría darle es cuando, en cierto momento, estábamos discutiendo el programa griego y debatiendo la redacción de un comunicado que debía salir de esa reunión del Eurogrupo. Yo dije: De acuerdo, hablemos de la estabilidad financiera, de la sostenibilidad fiscal —de todas las cosas que la Troika y otros querían decir—, pero hablemos también de la crisis humanitaria y del hecho de que estamos lidiando con problemas como una situación generalizada de hambre. La respuesta que recibí es que eso sería "demasiado político". Que no podíamos incluir unos "términos tan políticos" en el comunicado. Así que los datos sobre la estabilidad financiera y el superávit presupuestario estaban bien, pero los datos sobre el hambre y el número de hogares sin acceso a electricidad y calefacción en invierno no lo estaban, ya que eran "demasiado políticos".


    ¿Pero todo este intento de despolitización no es profundamente político al fin y al cabo? No debemos olvidar que el neoliberalismo es un proceso político.
    Pero ellos no lo ven así. Se han convencido de que ciertas reglas pertenecen a variables y ecuaciones naturales, y que todo lo demás no es importante ni pertinente. Así es como lo conciben.


    ¿La democracia en Europa siempre estuvo destinada al fracaso o se han desarrollado procesos o iniciativas concretos que la han socavado, como el Tratado de Maastricht?
    Lo que le voy a explicar ahora es más o menos el tema de mi libro, que se publicará en inglés en abril y cuyo título se podría traducir como ¿Y los pobres sufren lo que deben? La crisis de Europa, el futuro económico de Estados Unidos. El título está tomado del antiguo escritor griego Tucídides y el debate que relata entre los generales atenienses y los melios derrotados, a los que los generales acabaron aplastando.

    Lo que quiero decir es lo siguiente. A diferencia del Estado estadounidense, alemán o británico, que surgieron de siglos de evolución, durante los que el Estado fue desarrollándose como un instrumento funcional para resolver diferentes tipos de conflictos sociales, la UE no siguió esa misma trayectoria.

    Pensemos, por ejemplo, en el Estado británico. La Revolución Gloriosa de 1688 perseguía imponer restricciones al poder de la monarquía como consecuencia de unas serie de enfrentamientos entre los barones y el rey. Las reformas posteriores fueron fruto de conflictos entre los aristócratas y los mercaderes y, después, entre los comerciantes y la clase trabajadora. Así es como se desarrolla un Estado normal y así fue como se materializaron las democracias liberales.

    Pero la UE no ha seguido una trayectoria parecida. Su creación, como comentaba antes, tuvo lugar en 1950 en tanto que Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que era básicamente un cártel como la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Y Bruselas se estableció como administradora de ese cártel. Por lo que fue algo muy distinto de un Estado. No se trataba de apaciguar los enfrentamientos entre clases y grupos sociales. La razón de ser de un cártel es estabilizar los precios y limitar la competencia entre sus miembros.


    Varoufakis publicará en abril un nuevo libro titulado '¿Y los pobres sufren lo que deben?'. / REUTERS
    En un principio, el reto de Bruselas consistía en estabilizar el precio del carbón y del acero, y después del resto de materias primas y bienes, en un cártel que abarcaba varios regímenes monetarios y, por lo tanto, seis tipos de cambio distintos. Sin unos tipos de cambio estables entre las divisas de esta unión, habría resultado imposible estabilizar los precios del cártel europeo entre sus seis miembros originales. Mientras funcionó el sistema de Bretton Woods (que vinculaba los tipos de cambio al dólar, cuyo valor estaba fijado en 35 dólares por onza de oro), mantener las divisas europeas alineadas entre sí era algo automático. Pero cuando el secretario del Tesoro estadounidense, John Connally, y otros actores hicieron volar por los aires este sistema en 1971, los tipos de interés de distintos países europeos se desequilibraron.

    El marco alemán empezó a subir, la lira italiana empezó a bajar y el franco francés empezó a hacer todo lo posible para evitar seguir el camino de la lira. Esto dio lugar a grandes fuerzas que podían generar el desmembramiento de la UE. Bruselas ya no podía estabilizar su cártel. Y de ahí es de donde surgió la necesidad de crear una moneda común.

    Desde principios de la década de 1970, en Europa se habían producido varios intentos, aunque infructuosos, de sustituir el tipo de cambio fijo, que hasta entonces controlaban los estadounidenses, con un sistema europeo. El primero fue el mecanismo conocido como Serpiente Monetaria Europea en 1972; en la década de 1990, por supuesto, tuvimos el Mecanismo Europeo de Cambio y después, finalmente, de 1992 a 1993, se introdujo el euro con el Tratado de Maastricht, que vinculaba monetariamente a varios Estados europeos bajo una sola divisa, una moneda única.

    Pero en el momento en que dieron ese paso (sin contar con forma alguna de gestionar políticamente esta zona monetaria), de repente el proceso de despolitización de la política (que siempre fue una parte integrante de la Unión Europea) cobró una tremenda fuerza y empezó a destruir la soberanía política.

    Una de las pocas personas que entendió esto muy bien no era de la izquierda, sino de la derecha. Me refiero a Margaret Thatcher, que lideró la oposición a la moneda única y que, de hecho, expuso sus peligros muy claramente. Yo era contrario a Thatcher en todo lo demás, pero sobre este tema tenía razón. Thatcher decía que la persona que controla el dinero, la política monetaria y los tipos de interés controla la dinámica política de la economía social. El dinero es político y solo puede ser político, y cualquier intento por despolitizarlo y entregárselo a un puñado de burócratas de Frankfurt (donde se encuentra la sede del Banco Central Europeo) a los que nadie ha elegido y que no deben rendir cuentas constituye, de hecho, un acto de abdicación de la democracia.


    ¿Por qué Thatcher fue la única voz que se opuso a la iniciativa, teniendo en cuenta que esta protegía los intereses neoliberales de los que tan acérrima defensora era ella misma?
    Thatcher era una conservadora, una tory. Aunque era una pionera del neoliberalismo, también creía en la soberanía y el control del Parlamento sobre el proceso político. Para ella, el neoliberalismo era un proceso político en el que creía, pero no por eso dejaba de ser importante que el Parlamento británico pudiera controlar la dinámica política del neoliberalismo. La eurozona no tenía ni tiene un Parlamento. El Parlamento Europeo es un chiste cruel, ya que no existe como un verdadero Parlamento. Es, en el mejor de los casos, un simulacro de Parlamento, no un Parlamento real.

    Así que para una tory británica, para la que la legitimidad de la democracia emana de la legitimidad del poder soberano, del Parlamento, el euro se dibujaba como una zona monetaria predestinada al más absoluto fracaso.

    Curiosamente, uno de mis mayores defensores mientras fui ministro de Finanzas de Grecia fue un exministro de Thatcher y en su día ministro de Hacienda tory, Norman Lamont. Incluso nos hemos hecho amigos. Lo que tenemos en común es un compromiso con la democracia. Tenemos opiniones muy distintas sobre qué tipo de políticas se deberían aplicar en el marco del sistema de gobierno, pero estaba indignado por la forma en que unos funcionarios no elegidos han gestionado las políticas monetarias y fiscales de Grecia, y han arrasado por completo con su economía.


    Entonces, teniendo en cuenta que el Reino Unido se mantuvo al margen del euro, ¿no se ve afectado por las políticas de la eurozona?
    Bueno, como sabemos, Gran Bretaña está viviendo las primeras etapas de una campaña para un referendo sobre la pertenencia a la UE. Se trata de un debate muy emotivo. Estoy convencido de que para los británicos fue maravilloso quedarse fuera del euro, un verdadero golpe de suerte. Pero dicho esto, su economía está totalmente determinada por la prisión de la eurozona, así que la idea de que pueden escapar de su influencia votando a favor de abandonar la UE es demasiado optimista. No pueden irse.

    Ahora bien, los conservadores británicos que están abogando por salir de la UE arguyen que no necesitan a la Unión Europea; que pueden gozar del Mercado Común sin someterse a las restricciones que impone Bruselas. Pero este es un argumento muy discutible, ya que el Mercado Común no se puede imaginar sin una protección común para los trabajadores, formas comunes de evitar la explotación de la mano de obra o normas comunes para el medio ambiente y la industria.

    Así que la idea de que puedes gozar de un Mercado Común sin una unión política choca con la realidad política de que la única forma de garantizar un libre comercio hoy en día es contar con una legislación común en materia de patentes, estándares industriales, normas para la competencia, etcétera.

    ¿Y cómo puedes tener esta legislación a no ser que esté controlada por algún tipo de institución o proceso democrático que sea aplicable en todas las jurisdicciones? Así que si rechazas la posibilidad de que exista una Unión Europea democratizada, también rechazas la posibilidad de un Parlamento británico soberano y acabas con tratados comerciales espantosos, como el TTIP (Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión).


    Así pues, ¿dónde se halla el poder en Europa?
    Esta es una pregunta interesante. A primera vista, las únicas personas poderosas en Europa son Mario Draghi, jefe del Banco Central Europeo, y Angela Merkel, la canciller alemana. Pero dicho esto, ni siquiera ellos son tan poderosos. He visto a Mario Draghi sumamente frustrado en reuniones del Eurogrupo, por lo que se estaba diciendo, por su propia impotencia, por tener que hacer cosas que opinaba que eran terribles para Europa.

    Al mismo tiempo, es evidente que Angela Merkel se siente limitada por las demandas de su propio Parlamento, por su propio partido y por la necesidad de mantener una especie de convivencia con los franceses con la que no está de acuerdo.

    Así que la respuesta a su pregunta es que hemos conseguido crear un monstruo en Europa, donde la eurozona es sumamente poderosa como entidad pero donde nadie está al mando. Las instituciones y normas que se han establecido para mantener el equilibrio político que desplegó todo el proyecto del euro menoscaban prácticamente a cualquier actor que tenga algo que ver con la legitimidad democrática.


    ¿Pero este proceso no ha otorgado un enorme poder a los mercados financieros?
    Los mercados financieros no tienen más poder en Europa que en los Estados Unidos o en cualquier otro lugar.

    Volvamos a 2008. Ese año, tras años de despilfarro del sector financiero y la creación de un crédito criminal por su parte, las instituciones financieras implosionaron y los capitanes de las finanzas se dirigieron a los Gobiernos y les pidieron: "Salvadnos". Y eso es lo que hicimos, traspasando un enorme valor de los contribuyentes a los bancos.

    Esto sucedió en los Estados Unidos y en Europa; ahí no hubo ninguna diferencia sustantiva. El problema es que la arquitectura de la UE, y del euro en particular, era tan lamentable que este traspaso masivo de valor de los contribuyentes (y, especialmente, de los sectores más débiles de la sociedad) a los bancos no fue suficiente para estabilizar el sistema financiero.

    Déjeme ponerle un ejemplo. Compare el estado de Nevada con Irlanda. Puede que su clima sea muy distinto, pero ambos territorios son de igual tamaño en términos de población y tienen economías parecidas. Ambas economías se basan en el sector inmobiliario, en el sector financiero y en atraer a grandes empresas con unos impuestos sobre sociedades muy bajos.

    Después de 2008, ambas economías entraron en una profunda recesión, que afectó fundamentalmente al sector inmobiliario y a la industria de la construcción, a promotores que quebraron cuando los precios de la vivienda se hundieron con el mercado de las hipotecas de alto riesgo y la consiguiente crisis del crédito.

    La diferencia está en la capacidad que tuvieron para responder. Imagine que las zonas del dólar en los Estados Unidos se hubieran construido de la misma forma que la eurozona. El estado de Nevada tendría que haber buscado el dinero necesario para rescatar a los bancos y, además, pagar el subsidio de desempleo a los trabajadores de la construcción en paro; y todo eso sin ayuda de la Reserva Federal. En otras palabras, Nevada tendría que haber pasado la gorra para poder tomar prestado del sector financiero. Como los inversores sabrían que el gobierno de Nevada no tiene un Banco Central como respaldo, o no concederían préstamos al estado o no lo harían con unos tipos de interés razonables. Así que Nevada quebraría, y también sus bancos, y la gente de Nevada perdería el subsidio de desempleo o los servicios de salud y educación.

    Imagine, entonces, que el estado acudiera al Banco Federal, con la gorra en la mano, y pidiera ayuda. Y suponga que la Reserva Federal le dijera que le garantizaría el rescate y le prestaría dinero con la condición de que recortara los salarios, las pensiones, los subsidios de desempleo y las pensiones un 20%.

    Eso permitiría al estado de Nevada cumplir con sus pagos en el corto plazo, pero la austeridad y la rebaja de las rentas y las pensiones reduciría los ingresos del estado hasta tal punto e incrementaría la deuda por los préstamos del rescate que Nevada habría tocado fondo. Si eso hubiera sucedido en Nevada, habría sucedido también en Missouri, en Arizona, desencadenando un efecto dominó en todos los Estados Unidos.

    Lo que quiero decir es lo siguiente. No existe ninguna diferencia en lo que se refiere a la importancia del sector financiero y su tiranía sobre la democracia en los Estados Unidos o en Europa; la diferencia estriba en que los Estados Unidos cuentan con unas instituciones consolidadas que están en mejor disposición de abordar crisis como estas y evitar que se acaben convirtiendo en una crisis humanitaria. Los estadounidenses aprendieron la lección en la década de 1930. El New Deal estableció instituciones que actúan como amortiguadores, mientras que en Europa hemos vuelto a donde estábamos en 1929. Estamos permitiendo que esta austeridad competitiva y los préstamos del rescate destruyan a un país tras otro, hasta que la Unión Europea se vuelva en su propia contra.


    Varoufakis ejerce como profesor de Teoría Económica en la Universidad de Atenas. / REUTERS

    ¿Así que llegó el momento de promover la salida del euro? ¿La recuperación de la divisa nacional no ofrecería más posibilidades de alcanzar una transparencia democrática?
    Esa es, por supuesto, una lucha abierta que mantengo con mis camaradas en Grecia. Yo crecí en una economía capitalista periférica griega bastante aislada, con nuestra propia moneda, el dracma, y una economía con cuotas y aranceles que impedía la libre circulación de bienes y capitales. Y le puedo asegurar que era una Grecia bastante desoladora; nada más lejos de un paraíso socialista. Así que la idea de que debemos volver al Estado-nación para crear una sociedad mejor me resulta especialmente absurda y poco plausible.

    Eso sí, ojalá no hubiéramos creado el euro; ojalá hubiéramos mantenido nuestras monedas nacionales. Es cierto que el euro fue un desastre. Creó una unión monetaria que estaba destinada al fracaso y que acarreó unas penurias indecibles para los pueblos de Europa. Pero dicho esto, es distinto decir que no deberíamos haber creado el euro que decir que ahora deberíamos salir de él. Por eso que, en matemáticas, llamamos histéresis. Es decir: salir del euro no nos hará volver a donde estábamos antes de entrar en él ni a donde estaríamos de no haber entrado en él.

    Hay quien se refiere al ejemplo de Argentina, pero Grecia no se encontraba en la misma situación que Argentina en 2002. No tenemos una divisa que devaluar con respecto al euro. ¡Tenemos el euro! Salir del euro significaría crear una nueva divisa, lo cual llevaría aproximadamente un año, para después poder devaluarla.

    Eso sería como si Argentina hubiera anunciado la devaluación de su moneda con doce meses de antelación. Y eso sería catastrófico, porque si avisaras a los inversores con tanto tiempo —o incluso a los ciudadanos de a pie—, lo liquidarían todo; sacarían el dinero anticipándose a la devaluación y en el país no quedaría absolutamente nada.

    Incluso si pudiéramos volver colectivamente a nuestras respectivas monedas nacionales en toda la zona euro, países como Alemania, cuya divisa fue suprimida como consecuencia del euro, verían cómo se dispara su tipo de cambio. Esto significaría que Alemania, que en estos momentos tiene una tasa de desempleo muy baja, pero un alto porcentaje de trabajadores pobres, vería cómo esos trabajadores pobres se convertirían en desempleados pobres. Y esto se repetiría en todos los países del noreste de Europa y de Europa Central, en los Países Bajos, Austria, Finlandia… en lo que yo llamo los países con superávit.

    Mientras tanto, en lugares como Italia, Portugal y España, y también en Francia, se produciría una caída muy drástica de la actividad económica (por la crisis en países como Alemania) y, al mismo tiempo, un gran aumento de la inflación (ya que las nuevas divisas en esos países se devaluarían de forma muy significativa, provocando un incremento en los precios de las importaciones, del petróleo, la energía y los productos básicos).

    Así que, si volvemos al espíritu del Estado-nación, nos encontraremos con una línea de fractura en algún lugar no muy lejos del río Rin y los Alpes. Todo lo que quedara al este del Rin y al norte de los Alpes se convertiría en una economía deprimida y el resto de Europa se encontraría en una zona de estanflación, de altos niveles de desempleo y altos precios.

    Una Europa así podría incluso dar lugar a una gran guerra o, aunque no fuera una guerra real, a tantas dificultades que los países se volverían unos contra otros. En cualquiera de los dos casos, Europa, una vez más, hundiría la economía mundial. China quedaría devastada y la tibia recuperación estadounidense se esfumaría. Habríamos condenado a todo el mundo a, al menos, una generación perdida. Por este motivo, advierto a mis amigos de que la izquierda nunca se beneficia. Siempre son los ultranacionalistas, los racistas, los fanáticos y los nazis los que se benefician.


    Entonces, ¿es posible democratizar el euro o la Unión Europea?
    Asumamos que son lo mismo. ¿Se puede democratizar Europa? Sí, creo que sí. ¿Y se democratizará realmente? Sospecho que no. Entonces, ¿qué sucederá? Si me pide mi pronóstico, soy muy pesimista. Creo que el proceso de democratización tiene muy pocas probabilidades de éxito. En cuyo caso tendremos una situación de desintegración y un futuro sombrío.

    Pero la diferencia cuando hablamos sobre la sociedad o sobre el tiempo es que al tiempo no le importan lo más mínimo nuestras previsiones, por lo que nos podemos permitir el lujo de sentarnos relajadamente y mirar al cielo y decir: "Creo que va a llover". Porque lo que digamos no influirá en las probabilidades de lluvia.

    Pero creo que con los temas que atañen a la sociedad y a la política tenemos una obligación moral y política de ser optimistas y de preguntarnos: "Bien, de todas las opciones que están a nuestro alcance, ¿cuál tiene menos probabilidades de provocar una catástrofe?". Para mí, ese es un intento de democratizar la Unión Europea. ¿Que si pienso que lo conseguiremos? No lo sé, pero si no confío en que podamos hacerlo, no me puedo levantar de la cama por la mañana y ponerme a trabajar.


    ¿Democratizar Europa es una cuestión de reivindicar unos principios fundamentales o de desarrollar un nuevo concepto de soberanía?
    Son ambas cosas. No hay nada nuevo bajo el sol. El concepto de soberanía no cambia, pero la forma en que se aplica a zonas multiétnicas y con varias jurisdicciones como Europa se debe replantear. Existe un debate interesante que se está produciendo fundamentalmente en Gran Bretaña, ya que el resto de Europa no parece estar interesada. Resulta siempre frustrante intentar convencer a los franceses y a los alemanes de que existe una profunda diferencia entre una Europa de las Naciones y una Unión Europea. Los británicos lo entienden mejor; sobre todo, los conservadores, aunque resulte irónico. Son seguidores de Edmund Burke, anticonstructivistas que creen que debe existir una correspondencia unívoca entre nación, parlamento y moneda: una nación, un parlamento, una moneda.

    Cuando les pregunto a mis amigos tories: ¿Y qué pasa con Escocia? ¿No son los escoceses una nación de buena fe? Y en ese caso, ¿no deberían tener su propio Estado y moneda?, la respuesta que obtengo es algo así como: "Sí, claro, existe una nación escocesa, galesa e inglesa, y no una nación británica, pero contamos con una identidad común, forjada durante guerras de conquista, la participación en el Imperio, etcétera".

    Si eso es así, y puede que lo sea, entonces se puede decir que diferentes nacionalidades se pueden agrupar en torno a una identidad común que se va transformando. Así es como me gustaría verlo. Nunca tendremos una nación europea, pero podemos tener una identidad europea que se corresponda con un pueblo europeo soberano. Así que mantenemos el anticuado concepto de soberanía pero lo vinculamos con una identidad europea en desarrollo, que después se vincula con la soberanía única y un Parlamento que mantiene mecanismos de control sobre el poder ejecutivo en el ámbito de Europa.

    En estos momentos, el Ecofin, el Eurogrupo y el Consejo Europeo están tomando decisiones importantes en nombre del pueblo europeo, pero estas entidades no deben responder ante ningún Parlamento. No basta con decir que los miembros de estas instituciones rinden cuentas ante su Parlamento nacional, ya que esos miembros, cuando vuelven a su país para comparecer ante su propio Parlamento, dicen: "No me miren a mí; yo no estuve de acuerdo con nada en Bruselas, pero no tenía poder para influir en las decisiones, por lo que no se me puede responsabilizar por la decisión del Eurogrupo o del Consejo o del Ecofin". A no ser que los organismos institucionales puedan ser censurados o reprendidos en tanto que organismo por un Parlamento común, no tienes una democracia soberana. Así que ese debería ser el objetivo de Europa.


    Hay quien dirá que eso ralentizaría los procesos de toma de decisiones y la harían poco eficaz.
    No, no creo que eso ralentizara la toma de decisiones; la potenciaría. En estos momentos, como no tenemos este tipo de mecanismos de rendición de cuentas, no se toma ninguna decisión hasta que resulta imposible no actuar. No hacen más que aplazar y aplazar las cosas, negando un problema durante años y, después, siempre apañando alguna solución de última hora. Es el sistema más ineficiente que uno pueda imaginar.


    Ahora mismo está participando en la presentación de un Movimiento por la Democracia en Europa. ¿Qué nos puede explicar sobre esta iniciativa?
    Uno de los aspectos positivos de la forma en que nuestro Gobierno fue aplastado el pasado verano es que millones de europeos tomaron conciencia de la manera en que se dirige Europa. La gente está muy, muy enfadada; incluso gente que no estaba de acuerdo conmigo y con nosotros.

    Así que ahora estoy recorriendo Europa, visitando varios países, intentando sensibilizar sobre los desafíos comunes a los que nos enfrentamos y la toxicidad que se desprende de la falta de democracia. Ese fue el primer paso. El segundo paso ha consistido en elaborar un proyecto de manifiesto, ya que los manifiestos son importantes porque concentran el pensamiento y pueden convertirse en un punto de referencia para la gente que está enfadada y preocupada, y desea participar en un proceso de democratización de Europa.

    El 9 de febrero organizaremos un evento importante en Berlín, una ciudad escogida por evidentes motivos simbólicos, en el que presentaremos el manifiesto e invitaremos a los europeos de los 28 Estados miembros a sumarse a nosotros en un movimiento que tiene una agenda muy simple: o democratizar Europa o eliminarla. Porque si permitimos que las actuales estructuras e instituciones burocráticas y antidemocráticas de Bruselas, Frankfurt y Luxemburgo sigan aplicando políticas en nuestro nombre, acabaremos en la situación de distopía que he comentado antes.

    Después tenemos previstos una serie de eventos en toda Europa que brindarán a nuestro movimiento el impulso necesario. No somos una coalición de partidos políticos. La idea es que cualquiera pueda adherirse, independientemente de su afiliación a un partido político o a una ideología, porque la democracia puede ser el tema aglutinador.

    Incluso pueden sumarse mis amigos tories, o liberales que se dan cuenta de que la UE no solo no es bastante democrática sino que es más bien antidemocrática y, por este motivo, incompetente desde el punto de vista económico.

    ¿Cómo contemplamos nuestra intervención en la práctica? El modelo de hacer política en Europa se ha basado en partidos políticos de países concretos. Así que un partido político crece en un país determinado, tiene un programa que atrae a los ciudadanos de ese país y, después, cuando el partido se encuentra en el Gobierno, solo entonces (como algo secundario) intenta construir alianzas con partidos afines en Europa, en el Parlamento Europeo, en Bruselas, etcétera. En lo que a mí respecta, este modelo de hacer política está acabado. La soberanía de los Parlamentos se ha visto disuelta por la eurozona y el Eurogrupo; la capacidad de cumplir con el mandato recibido en el ámbito del Estado-nación ha sido erradicada y, por lo tanto, cualquier programa dirigido a los ciudadanos de un Estado miembro concreto se convierte en un puro ejercicio teórico. Ahora mismo, los mandatos electorales son, por naturaleza, imposibles de cumplir.

    Así que, en lugar de ir del nivel del Estado-nación al nivel europeo, pensamos que deberíamos ir en dirección contraria; que deberíamos construir un movimiento europeo transfronterizo, mantener una conversación en ese espacio para identificar políticas comunes, para abordar problemas comunes y, una vez tengamos un consenso sobre estrategias comunes a nivel europeo, ese consenso pueda encontrar expresión de ello en los niveles del Estado-nación, regionales y municipales. Así que le estamos dando la vuelta al proceso, empezando por el nivel europeo para intentar encontrar un consenso y, después, yendo hacia abajo. Esta será nuestra forma de funcionar.

    En cuanto al calendario, hemos dividido la próxima década en varios marcos temporales porque disponemos, como máximo, de una década para cambiar Europa. Si no lo conseguimos para 2025, no creo que haya una Unión Europea que salvar o incluso sobre la que hablar. Para aquellos que desean saber qué es lo que queremos ahora, la respuesta es transparencia.

    Como mínimo, exigimos que las reuniones del Consejo de la UE, el Ecofin y el Eurogrupo se retransmitan en directo por la web, que las actas del Banco Central Europeo se hagan públicas y que documentos relacionados con negociaciones comerciales como el TTIP se puedan consultar online. En el corto a medio plazo, abogaremos por la reestructuración de las instituciones existentes de la UE, dentro del marco de los tratados vigentes (por terribles que sean), con vistas a estabilizar las crisis que nos afectan en el ámbito de la deuda pública, la falta de inversión, la banca y la creciente pobreza. Por último, en el medio a largo plazo, instaremos a que los pueblos de Europa convoquen una Asamblea Constitucional, con facultades para decidir sobre una futura constitución democrática que reemplace todos los tratados europeos existentes.


    Parece que estamos viviendo una época llena de esperanza, pero también difícil. Estamos presenciando la creciente popularidad de partidos como Podemos en España, la izquierda en Portugal y Jeremy Corbyn en el Reino Unido, por citar algunos. Pero al mismo tiempo, tenemos la experiencia de Syriza, que fue aplastado por la Troika sin miramientos. ¿Qué espera de estas señales de rechazo popular a las políticas de austeridad teniendo en cuenta la experiencia de Syriza?
    Creo que el auge de estos partidos y movimientos contra la austeridad demuestra claramente que los pueblos de Europa, no solo en España y Grecia, están más que hartos de la antigua forma de hacer política, de las políticas basadas en el consenso que han reproducido la crisis y han abocado a Europa a un camino que lleva a la desintegración. De eso no hay ninguna duda.

    La cuestión es: ¿cómo podemos aprovechar ese descontento? En nuestro caso, en Grecia, hemos fracasado. Estamos experimentando una tremenda desconexión entre la cúpula del partido y las personas que votaron por él. Por eso opino que el acento en el Estado-nación es algo muy obsoleto. Si Podemos entra en el Gobierno, lo hará bajo las mismas condiciones, extremadamente limitantes, impuestas por la Troika, igual que el nuevo Gobierno que se está intentando formar en Portugal. A menos que esos partidos progresistas se vean impulsados por un movimiento paneuropeo que ejerza una creciente presión en todos los países y de forma simultánea, acabarán frustrando a sus votantes y viéndose obligados a aceptar todas las normas que les impiden cumplir sus mandatos.

    Es por ese motivo por el que pongo el énfasis en construir un movimiento paneuropeo. Es porque la única forma de cambiar Europa es mediante una oleada que surja en toda Europa. De lo contrario, el voto de protesta que se ha manifestado en Grecia, España, el Reino Unido y Portugal, si no se sincroniza en todos los países, terminará disipándose, dejando tras de sí nada más que la amargura y la inseguridad generada por la imparable fragmentación de Europa.

    Traducido por Beatriz Martínez.

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    Mensaje por Máquina Jue Ene 21, 2016 6:36 pm

    sorge escribió:Ahora afirma Varoufakis que  gobiernos de Portugal y España deseobedientes a la troika tambien fracasaran si no hay un movimiento paneuropeo que se movilizen en masas,no me extraña que su manifiesto fundacional sea firmado por trotkistas y no por Iglesias y Tsipras.
    Es la unión de pueblos una idea negativa o Trotskista? Y la cooperación de varios de ellos por un mismo objetivo?

    Varufucker sólo pone por escrito hechos constatados. Tsipras no firma porque Varufucker le dejó y Pablo es amigo de Tsipras y lo será por siempre jamás.

    El Troskismo no domina el mundo, tranquilidad.
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    Mensaje por sorge Jue Ene 21, 2016 6:41 pm

    La union de pueblos y la cooperacion entre ellos es necesario, pero otra cuestión es que ¿cuanto tiempo tardara en crearlo? tu mirate las fuerzas representadas en el manifiesto, te daras cuenta que parece una idea a muy lejano plazo,pero los pueblos no esperan a que se cree ese movimiento, necesita soluciones para hoy si es posible y Varoufakis te dice que salirse del euro no es una opción.
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    Mensaje por Máquina Jue Ene 21, 2016 6:45 pm

    No son excluyentes ambas cosas. Varufucker lleva bastante razón y Pablo o la izquierda Portuguesa al intentarlo también, en solitario sí, pero con buen motivo, para ayudar a su gente también.
    Tampoco es mierda todo lo que huele mal, España tiene más poder de presión que Portugal o Grecia, igual Varufucker es muy cenizo en sus análisis.

    Y sí, vendría muy bien una coalición de fuerzas y movimientos progresistas en Europa.

    Salirse o no salirse del Euro es algo que se mide por las posibles consecuencias que genere cada escenario.
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    Mensaje por sorge Jue Ene 21, 2016 7:06 pm

    Lo que si esta claro es que existe división en firmar el manifiesto o al menos los primeros espadas se reservan, no solo siriza, sino tambien el nucleo duro casi al completo de Podemos tampoco lo firman :http://planbeuropa.es/llamamiento/
    El Partido de la Izquierda Europa donde estan casi todos los que firman este manifiesto es del mismo tipo que plantea crear Varoufakis.
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    Mensaje por sorge Jue Ene 18, 2018 6:20 pm

    Entrevista reciente
    "La crisis se está haciendo más profunda, más tóxica, más permanente"
    "Europa es exactamente lo opuesto a democracia", asegura el ex ministro griego de Finanzas y cofundador de DIEM25, que ajusta cuentas con los protagonistas de la crisis del euro en  "Comportarse como adultos"

    "El Gobierno español actuó firmemente en Bruselas contra los intereses de la inmensa mayoría de los españoles"

    "El bitcoin es una espléndida burbuja y nunca podrá operar provechosamente como moneda"

    Marina Estévez Torreblanca   57 comentarios
    13/01/2018 - 20:37h

    El ex ministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis
    El ex ministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis NEAL MCQUEEN

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    ETIQUETAS: Yanis Varoufakis, crisis económica
    Yanis Varufakis (Atenas, 1961) fue ministro de Finanzas griego durante sólo siete meses, de enero a julio de 2015, pero su peculiar estilo, cercano al de una estrella del rock, marcó una época en el adusto ambiente del Eurogrupo y de la política económica europea.

    Más allá de la anécdota de su negativa a usar corbata, de sus solapas levantadas y de sus cazadoras de cuero –que aceptó cambiar por una bufanda de Burberry en alguna ocasión– Varufakis ocupó titulares por sus batallas con la troika. Luchó contra la austeridad impuesta a su castigado país a cambio del " rescate". Acabó perdiendo la batalla.


    Según su antiguo aliado y hoy adversario, el primer ministro heleno Alexis  Tsipras, el exministro  se excedió en el pulso y sus retrasos e indecisiones provocaron que Grecia perdiera miles de millones de euros.

    Varufakis, cofundador del movimiento paneuropeo DIEM25, que se presentará a las próximas elecciones europeas, da su versión de los hechos en su último libro, "Comportarse como adultos" (Deusto, 2017), recién publicado en España. Responde a las preguntas de eldiario.es por correo electrónico.

    En su libro describe usted una conversación con el ex secretario del Tesoro estadounidense Larry Summers en la que él le conmina a decidir si estar "dentro", con los que realmente toman las decisiones o "fuera", con los que pueden decir la verdad. ¿Por qué decidió quedarse fuera? ¿no es mejor estar dentro para intentar cambiar las cosas, siquiera ligeramente?

    Mi intención en todo momento era permanecer "dentro" tanto tiempo como fuera posible para ayudar a Grecia a escapar de la prisión de sus acreedores. Quedarme "dentro" para conseguir diferencias mínimas, a costa de legitimar un encarcelamiento injusto, no es para lo que fui elegido.

    ¿Esperaba usted un comportamiento diferente de los líderes europeos antes de empezar a negociar con ellos, y si es así por qué?

    No, realmente no. Solo acepté ser ministro de Finanzas porque había predicho que los poderosos iban a intentar asfixiarnos, y trabajé duramente para elaborar un plan de disuasión. Lo que no esperaba era que nuestro propio bando pasaría por el aro y renunciaría a nuestro plan disuasorio antes de ponerlo en práctica. La única sorpresa que me deparó la facción de los acreedores es que ¡no esperaba que los representantes de la UE, el BCE y el FMI tuvieran tan bajo nivel!

    ¿Es Europa democrática? ¿No se suponía que la UE era más democrática y justa desde un punto de vista económico que zonas del mundo como los Estados Unidos?

    No, Europa es exactamente lo opuesto a democracia. Aunque es verdad que nuestros estados miembros son democracias en su funcionamiento, "Europa" (es decir, la Unión Europea) es una "zona libre de democracia". Y aquí está el enigma: Estados perfectamente democráticos han transferido todas las decisiones cruciales a un centro que carece totalmente de carácter democrático. En comparación, los defectuosos y muy problemáticos Estados Unidos son un parangón de democracia. ¡Este es el triste estado de nuestra Europa hoy!

    ¿Cuál fue, en su opinión, el papel específico del ministro de Economía español, Luis de Guindos, y de España durante la crisis griega? España también atravesaba una situación crítica en ese momento...

    Por favor, no utilice "España" y "gobierno español" (o sus ministros) indistintamente. El Gobierno español actuó firmemente en Bruselas contra los intereses de la inmensa mayoría de los españoles. Su imposición de austeridad para las masas y de socialismo para los banqueros y la oligarquía hizo que la administración Rajoy tuviera miedo del pueblo español . Así, De Guindos tenía estrictas órdenes (en el Eurogrupo) de hacer todo lo posible para que nuestro gobierno fuera aplastado y nuestras moderadas propuestas rechazadas. ¿Por qué? Por el miedo del Gobierno de Rajoy de que Syriza obtuviera un acuerdo decente en el Eurogrupo, ya que entonces los españoles se revolverían contra él por haber vendido a España.

    Alexis Tsipras ha dicho que su plan económico era "débil e ineficaz" y que su comportamiento le pudo costar a Grecia miles de millones de euros. ¿Por qué cree que está haciendo estas declaraciones? ¿le parece justo?

    Entiendo bien por qué aquellos que se rindieron se ven obligados a buscar su absolución denigrando a aquellos que se negaron a rendirse. Es, desgraciadamente, parte de la naturaleza humana, aunque sea profundamente triste al mismo tiempo.

    En la actualidad, líderes europeos, incluyendo al Gobierno español, afirman que la crisis ha terminado gracias a las medidas de austeridad implementadas los últimos cinco años. Aunque las cifras de paro hayan mejorado, las condiciones laborales han empeorado y hay más desigualdad que antes en la UE. ¿Cuál es su visión de la situación económica presente, particularmente en los países mediterráneos?

    Se sabe que un régimen ha excedido su capacidad de mantenerse cuando empieza a celebrar el fin de una crisis en el momento en el que la crisis empeora. Esta es la situación actual en Europa. Se parece, de forma importante, a lo que ocurría en 2002, aproximadamente un año después del estallido de la burbuja tecnológica: Aquel régimen estaba celebrando el final de la crisis en el preciso momento en el que el capitalismo financiero iba rumbo al abismo de 2007/2008.

    Sí, el desempleo está cayendo. Pero cae porque los jóvenes están emigrando de nuestros países (como España y Grecia) y además, sustantivamente, porque muchos trabajos precarios y mal pagados se crearon para reemplazar trabajos mejor pagados y a tiempo completo. Lo que es, en otras palabras, una catástrofe para el trabajo asalariado ha sido celebrada como... recuperación. En realidad, la crisis se está haciendo más profunda, más tóxica, más permanente.

    Mientras la deuda pública y privada es cada vez más alta, la burbuja inmobiliaria parece estar reapareciendo en España, con precios en escalada otra vez en determinadas zonas. ¿Qué podemos esperar del futuro si seguimos por el mismo camino? ¿debería el BCE elevar los tipos de interés el año próximo, como anticipan muchos analistas y qué efecto tendrá en las economías periféricas?

    Debemos esperar que se prolongue el estancamiento. Los tipos de interés seguirán bajos mientras la inversión siga en niveles tan bajos como los actuales: Cuando la demanda de los fondos de inversión tira a la baja la oferta (como por ejemplo, los ahorros) el precio del dinero, los tipos de interés, deben manterse a la baja. El BCE no puede hacer nada para resolver esta cuestión. No tiene capacidad. Solo la UE puede poner en marcha un "new deal" europeo -como DiEM25 explica y defiende- basado en la colaboración entre el Banco Europeo de Inversión (que debería emitir 500.000 millones de euros de bonos BEI con los que obtener inversiones para proyectos ecológicos) y el Banco Central Europeo (que debe anunciar que está dispuesto a comprar esos bonos si es necesario). Sin un programa de inversión europeo dirigido como este, una subida de tipos de interés simplemente aplastaría a los sectores privados y públicos de los países periféricos europeos.

    ¿Cuáles cree que pueden ser las consecuencias de la salida del Reino Unido, el brexit, de la Unión Europea?

    La aceleración de la insidiosa y lenta quema de Europa, su efectiva desintegración.

    DiEM25, el movimiento del que es co-fundador, ha anunciado su participación en las elecciones europeas. ¿Qué distingue a DIEM25 de otras formaciones políticas progresistas en Europa, y por qué cree que va a tener mejor comportamiento electoral que el que recientemente han tenido otras fuerzas progresistas en países como Francia, Alemania o Austria?

    DiEM25 está haciendo algo que nunca se había intentado: la participación de candidatos locales (como parte de una única lista transnacional) en distintos países europeos en las elecciones de mayo de 2019 al Parlamento Europeo, sobre la base de una única agenda económica, social y política progresista para Europa. Por primera vez, los votantes europeos tendrán la oportunidad de votar en estas elecciones al Parlamento Europeo sobre lo que Europa debe hacer para la mayoría, no para una minoría, en lugar de desperdiciar sus votos en otras elecciones europeas que los partidos nacionales utilizarán cínicamente como una encuesta de opinión magnífica para uso político doméstico. Apoyando en distintos países europeos una misma agenda progresista para toda Europa, DiEM25 demostrará que otra Europa no solo es posible, ¡sino está aquí!

    Para terminar. ¿Qué opina de los bitcoins? ¿Qué efectos podría tener en la economía una explosión de esta presunta burbuja?

    Es una espléndida burbuja y nunca podrá operar provechosamente como moneda. En todo caso, la tecnología en la que se basa está teniendo muchas aplicaciones útiles -y tendrá, sin duda, muchas más. De que la burbuja del bitcoin explotará no tengo duda. Afortunadamente, el efecto de su explosión en la economía será insignificante, salvo, por supuesto, que hasta que eso ocurra los financieros logren indexar el precio del bitcoin con otras burbujas de complejas formas de deuda. Hace poco me fijé con cierto temor en gente pidiendo préstamos de moneda fiduciaria en los mercados para comprar bitcoins. Si esta tendencia crece, los riesgos de una explosión de la burbuja del bitcoin se multiplicarán.
    https://www.eldiario.es/economia/crisis-haciendo-profunda-toxica-permanente_0_728277796.html

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