Los soviets son un órgano de insurrección, no de autogestión - César López - publicado en el blog Universidad Obrera

Los soviets son un órgano de insurrección, no de autogestión

César López

publicado en el blog Universidad Obrera


Los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos son la columna vertebral de la dictadura del proletariado. Estos órganos, que aglutinan a las masas trabajadoras, dan al proletariado una herramienta con la que defender su posición de clase en su lucha contra la burguesía. Son un elemento esencial de la revolución proletaria, y una garantía de que esta se sostenga una vez la clase obrera se encuentre en el poder.

Pero han sido muchos los que han intentado tergiversar la concepción de los soviets a ojos de los obreros, desde anarquistas a socialdemócratas, siempre con el objetivo de arrancar a los soviets su carácter revolucionario, y convertirlos en herramientas inútiles para la revolución. Fue Lenin el que, ante la aparición de los soviets como expresión del poder proletario en Rusia, criticó duramente esta postura. En este artículo hablaremos de los soviets como herramienta para la toma del poder, en concreto de la justa postura que mantuvieron los bolcheviques al respecto durante la Revolución de Octubre.

En primer lugar, veamos cómo definía Lenin los soviets en 1905, el período revolucionario en el que por primera vez surge este fenómeno.

“El Soviet de diputados obreros no es un parlamento obrero ni un órgano de autogestión proletaria, no es, en general, un órgano de autogestión, sino una organización de combate para lograr fines concretos.” (1)

Como vemos, Lenin en su definición ya denuncia una postura extendida por entonces, y que más tarde la portarían los enemigos de la revolución de 1917. Los soviets no pueden entenderse como un órgano de autogestión, sino como organizaciones de combate, insurreccionales, que permitan al proletariado avanzar la toma del poder. Esto no quiere decir que los soviets no puedan llegar a ser organismos de autogestión proletaria, quiere decir que en el momento en que dejan de servir para la lucha, pierden su razón de ser, y dejan de ser útiles para el proletariado.

Muchos dirán que Lenin se contradecirá más tarde, al preconizar que los soviets deben ser la base del estado proletario, los organismos que asuman las funciones del Estado. Pero para nada es así. Debemos recordar que la dictadura del proletariado es un período en el que la clase obrera utiliza el estado para aplastar a la burguesía, la minoría contrarrevolucionaria. Si los soviets sirven para cumplir todas las “funciones de un Estado”, pero no para enfrentar a la burguesía y defender el socialismo, en ese instante dejan de ser útiles para el proletariado.

Lenin concebía los soviets como organizaciones que solo podían entenderse con el proletariado en armas, organizado para la conquista directa de sus intereses. Veamos como caracteriza los soviets en su escrito “La dualidad de poderes”, en abril de 1917:

“Los rasgos fundamentales de este tipo de poder son: 1) la fuente del poder no está en una ley, previamente discutida y aprobada por el Parlamento, sino en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo y en cada lugar, en la “conquista” directa del poder, para emplear un término en boga; 2) sustitución de la policía y del ejercito, como instituciones apartadas del pueblo y contrapuestas a él, por el armamento directo de todo el pueblo; con este poder guardan el orden público los propios obreros y campesinos armados, el propio pueblo en armas; 3) los funcionarios y la burocracia son sustituidos también por el poder directo del pueblo o, al menos, sometidos a un control especial, se transforman en simples mandatarios, no sólo elegibles, sino amovibles en todo momento, en cuanto el pueblo lo exija; se transforman de casta privilegiada, con una elevada retribución, con una retribución burguesa de sus “puestecitos”, en obreros de un “arma” especial, cuya remuneración no excede el salario corriente de un obrero calificado.” (2)

Lenin ya criticó la postura pequeñoburguesa de aquellos que pretendían que los soviets cedieran voluntariamente su poder y confraternizaran con el poder parlamentario de la burguesía rusa. Véase el caso del Soviet de diputados obreros y campesinos de Petrogrado, que apoyó la primacía del Gobierno provisional burgués y aspiraba a “fiscalizar” como mero observador la convocatoria de la Asamblea Constituyente preconizada por la burguesía.

“No cabe la menor duda de que ese “entrelazamiento” [entre los Soviets y el Gobierno Provisional] no está en condiciones de sostenerse mucho tiempo. En un Estado no pueden existir dos poderes. Uno de ellos tiene que reducirse a la nada, y toda la burguesía de Rusia labora ya con todas sus fuerzas, por doquier y por todos los medios, para eliminar, debilitar y reducir a la nada los Soviets de diputados obreros y soldados, para crear el poder único de la burguesía.”(3)

Por lo tanto, la conciliación del poder proletario, los soviets, con el poder de la burguesía, es una teoría que niega la realidad, sirve para engañar a los obreros y ceder sus armas a su propio enemigo. Esta es la misma postura que mantienen hoy en día todos los reformistas, los cuales alimentan la fantasía de la armonización de clases.

El Partido Comunista debe trabajar para que los obreros eleven su conciencia tras cada conflicto, para que a través de los soviets consigan imponer sus intereses y arrastren a las capas populares de la sociedad. La organización independiente de la clase obrera y las capas más pobres del pueblo debe servir a este objetivo, sin embargo, crear organismos solo integrados por trabajadores que legitimen el Estado burgués y pretendan convivir con él, supone que el proletariado apunte sus armas contra sí mismo.

Ese papel concienciador del Partido es lo que asegura que el soviet sirva para la toma del poder, no basta con la existencia de diputados obreros. Lenin recalcó esta idea cuando los bolcheviques se encontraban en minoría dentro de los soviets frente a los oportunistas que defendían la república burguesa en Rusia:

“Es más. En Rusia es incluso imposible implantar “inmediatamente el “Estado-Comuna” (es decir, el Estado organizado según el tipo de la Comuna de París), pues para ello es necesario que la mayoría de los diputados en todos los Soviets (o en su mayor parte) comprendan claramente hasta qué extremo son erróneas y nocivas la táctica y la política de los eseristas, Chjeídze, Tsereteli, Steklov y demás.” (4)

“Los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y, por ello, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas…” (5)

El Partido por lo tanto debe aspirar a la constitución de un poder independiente de la clase obrera, un poder que imponga sus intereses a la burguesía sin caer en la conciliación, una organización de combate dirigida por verdaderos revolucionarios. Querer “convivir” con el Estado burgués, es un claro síntoma de claudicación y traición a los intereses de toda nuestra clase.


•Notas

1. Socialismo y anarquismo, Lenin. 1905
2. La dualidad de poderes, Lenin. 1917
3. Las tareas del proletariado en nuestra revolución, Lenin. 1917
4. Cartas sobre tácticas, Lenin. 1917
5. Las tareas del proletariado en la presente revolución, Lenin. 1917