La otra pata de la lucha feminista
Laura Morelos - año 2017
—2 mensajes—
El 25 de noviembre es la fecha reconocida por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Esta fecha tiene su origen en el asesinato de las Hermanas Mirabal, activistas políticas contra la dictadura pro-yankee de Trujillo en República Dominicana. Las tres hermanas (Patria, Minerva y María Teresa) fueron brutalmente torturadas y asesinadas por agentes de la dictadura el 25 de noviembre de 1960. La efeméride, que ya era conmemorada desde 1981 por el movimiento feminista latinoamericano, fue adoptada oficialmente en 1999 por las Naciones Unidas.
Este año, el 25N en España se conmemora en un contexto de tormenta perfecta, al coincidir con el conocido juicio de “La Manada”, el cual está mostrando a la opinión pública el machismo endémico presente en la sociedad española y las instituciones del Estado.
Un problema real
Según datos oficiales del Estado, en España hay una víctima mortal de violencia machista (de género es el término oficial) cada 5 días. Una cifra espeluznante. Pero estos datos oficiales, que recogen exclusivamente los episodios de violencia dentro de la pareja, son desafiados por muchas organizaciones feministas, que denuncian que esta contabilidad está escondiendo muchos otros episodios. Estaríamos hablando entonces de un asesinato machista cada 3-4 días. Una cifra muy superior manejan en Feminicidio.net, con una estimación de 837 mujeres asesinadas en los últimos diez años.1
Que en la sociedad española existe un problema muy serio de violencia contra nosotras es un hecho objetivo, solo cuestionado por los elementos más reaccionarios de la derecha, la caverna mediática y la fábrica de fake-news que han logrado poner en marcha. Esta realidad, unida a la labor de concienciación y denuncia que venimos realizando las activistas feministas, ha llevado a que la violencia machista y su erradicación ocupe una posición destacada en la agenda y el debate político. Este detalle no es menor: La violencia machista ha existido por siglos, pero que este problema se reconozca y salte a la palestra del debate público, ha requerido la acción organizada de miles de activistas del movimiento feminista y el impulso de las organizaciones políticas, sociales y sindicales del campo popular.
Un movimiento sin masas
Sin embargo, los avances del feminismo también tienen luces y sombras. Entre mis compañeras en el sindicato y en el partido sale a la luz un tema recurrente: no estamos consiguiendo ir más allá del ámbito del activismo social o, dicho de otra manera, todavía hay una mayoría silenciosa de mujeres (y, por descontado de hombres) que ni están sensibilizadas con este problema, ni participan, aunque sea de forma testimonial (ir a una manifestación, por ejemplo), en el movimiento, a pesar de que consideran intolerable la violencia machista.
El barómetro del CIS de septiembre de 2017, en la pregunta ¿cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más?, arroja el siguiente resultado: la violencia contra la mujer un 0,3%, los problemas relacionados con la mujer 0,2%, frente a un 35,2% que señala el paro y un 22,4% que señala los problemas de índole económica. La corrupción y el fraude arroja un resultado del 12,4%, y los problemas relacionados con la calidad del empleo es señalado por un 10,7% de las personas encuestadas.2
Estos datos no están desagregados por sexos, no sabemos los porcentajes para hombre y mujeres, pero se puede afirmar, debido a la abismal diferencia en la apreciación de la dimensión de unos problemas y otros, que los problemas relacionados con la mujer y la violencia contra la mujer están entre las últimas preocupaciones de las mujeres en nuestro país. Y a la vez, que el desempleo y la economía están entre los problemas que más preocupan a las mujeres que residen en España.
Esta conclusión contrasta con otros datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.3 Un 93% de las mujeres considera que los malos tratos están muy extendidos en la sociedad española, junto a un 84% de los hombres. El 92% de hombres y el 92% de las mujeres consideran totalmente inaceptable la violencia de género en la pareja.
Por los datos y por lo que vemos en el movimiento feminista, pareciera que la lucha contra la violencia machista es un movimiento de activistas concienciadas o personas que tienen alguna vinculación o afinidad con organizaciones de la izquierda política. El perfil sociológico que mostramos la mayoría de las mujeres activistas es el de una mujer occidental, ilustrada, con estudios universitarios o alta cualificación profesional, con inquietudes intelectuales y un cierto nivel de ilustración política. Con frecuencia pertenecemos a partidos políticos de izquierda, sindicatos o asociaciones feministas, o estamos próximas a estas organizaciones. Nuestros compañeros en el movimiento tienen un perfil socio-ideológico similar.
Las mujeres y hombres de la masa profunda: trabajadores y trabajadoras de los barrios obreros y populares, con baja o media cualificación profesional, son una minoría en el movimiento.
En realidad, el movimiento feminista adolece de problemas similares a los de otros movimientos sociales en expansión desde la oleada del 15M: Es un movimiento social de convencidas y convencidos, de militantes y activistas, de progres, de gente de la casa. El movimiento se expande pero el gigante tiene los pies de barro. Analicemos el por qué.
Feminismo y lucha ideológico-cultural
Esta es una imagen extraída de la web de la Federación Estatal de Organizaciones Feministas, una de las entidades más importantes de nuestro movimiento. Está en la página de la convocatoria del 25N de este año que está circulando por las redes sociales.
Es un compendio de rasgos culturales e ideológicos del patriarcado, fenómenos y actitudes que tienen una relación con la violencia machista. Esta imagen nos está contando, en resumen, la siguiente historia o relato:
Un conjunto de detalles, actitudes, actos… a veces sutiles, a veces invisibles, son la base ideológica y cultural de fenómenos visibles y más explícitos que oprimen a la mujer. La cima de la pirámide, el fenómeno y la consecuencia más extrema de esto, son los asesinatos machistas.
Esto coincide en términos generales con el discurso de las corrientes más influyentes en el movimiento feminista, y en consecuencia condiciona el programa y la agenda política de nuestro movimiento.
Si nos fijamos bien, las reivindicaciones más importantes del movimiento feminista suelen apuntar a la esfera de lo ideológico-cultural. Se presta mucha atención y se insiste mucho en combatir los micromachismos, reprimir comportamientos machistas, la forma en que se utiliza el lenguaje y, en general, se busca el cambio de mentalidad social. Esto coincide, en la imagen, con la parte inferior de la pirámide: las causas.
Por otra parte, se proponen una serie de medidas de tipo penal, represivo, contra las manifestaciones más graves del machismo (asesinatos, mal trato, vejaciones, etc…), así como medidas paliativas y de asistencia social para las víctimas. Esto entraría dentro de la parte superior de la pirámide: los efectos.
En este enfoque, la economía, o la relación entre la situación económica de las mujeres y el machismo que sufren, tiene poca presencia. Este relato nos habla casi exclusivamente de cultura, de ideología, de concienciación… y sus propuestas para solucionar el problema, lógicamente, apuntan la mayoría en esa línea.
Laura Morelos - año 2017
—2 mensajes—
El 25 de noviembre es la fecha reconocida por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Esta fecha tiene su origen en el asesinato de las Hermanas Mirabal, activistas políticas contra la dictadura pro-yankee de Trujillo en República Dominicana. Las tres hermanas (Patria, Minerva y María Teresa) fueron brutalmente torturadas y asesinadas por agentes de la dictadura el 25 de noviembre de 1960. La efeméride, que ya era conmemorada desde 1981 por el movimiento feminista latinoamericano, fue adoptada oficialmente en 1999 por las Naciones Unidas.
Este año, el 25N en España se conmemora en un contexto de tormenta perfecta, al coincidir con el conocido juicio de “La Manada”, el cual está mostrando a la opinión pública el machismo endémico presente en la sociedad española y las instituciones del Estado.
Un problema real
Según datos oficiales del Estado, en España hay una víctima mortal de violencia machista (de género es el término oficial) cada 5 días. Una cifra espeluznante. Pero estos datos oficiales, que recogen exclusivamente los episodios de violencia dentro de la pareja, son desafiados por muchas organizaciones feministas, que denuncian que esta contabilidad está escondiendo muchos otros episodios. Estaríamos hablando entonces de un asesinato machista cada 3-4 días. Una cifra muy superior manejan en Feminicidio.net, con una estimación de 837 mujeres asesinadas en los últimos diez años.1
Que en la sociedad española existe un problema muy serio de violencia contra nosotras es un hecho objetivo, solo cuestionado por los elementos más reaccionarios de la derecha, la caverna mediática y la fábrica de fake-news que han logrado poner en marcha. Esta realidad, unida a la labor de concienciación y denuncia que venimos realizando las activistas feministas, ha llevado a que la violencia machista y su erradicación ocupe una posición destacada en la agenda y el debate político. Este detalle no es menor: La violencia machista ha existido por siglos, pero que este problema se reconozca y salte a la palestra del debate público, ha requerido la acción organizada de miles de activistas del movimiento feminista y el impulso de las organizaciones políticas, sociales y sindicales del campo popular.
Un movimiento sin masas
Sin embargo, los avances del feminismo también tienen luces y sombras. Entre mis compañeras en el sindicato y en el partido sale a la luz un tema recurrente: no estamos consiguiendo ir más allá del ámbito del activismo social o, dicho de otra manera, todavía hay una mayoría silenciosa de mujeres (y, por descontado de hombres) que ni están sensibilizadas con este problema, ni participan, aunque sea de forma testimonial (ir a una manifestación, por ejemplo), en el movimiento, a pesar de que consideran intolerable la violencia machista.
El barómetro del CIS de septiembre de 2017, en la pregunta ¿cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más?, arroja el siguiente resultado: la violencia contra la mujer un 0,3%, los problemas relacionados con la mujer 0,2%, frente a un 35,2% que señala el paro y un 22,4% que señala los problemas de índole económica. La corrupción y el fraude arroja un resultado del 12,4%, y los problemas relacionados con la calidad del empleo es señalado por un 10,7% de las personas encuestadas.2
Estos datos no están desagregados por sexos, no sabemos los porcentajes para hombre y mujeres, pero se puede afirmar, debido a la abismal diferencia en la apreciación de la dimensión de unos problemas y otros, que los problemas relacionados con la mujer y la violencia contra la mujer están entre las últimas preocupaciones de las mujeres en nuestro país. Y a la vez, que el desempleo y la economía están entre los problemas que más preocupan a las mujeres que residen en España.
Esta conclusión contrasta con otros datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.3 Un 93% de las mujeres considera que los malos tratos están muy extendidos en la sociedad española, junto a un 84% de los hombres. El 92% de hombres y el 92% de las mujeres consideran totalmente inaceptable la violencia de género en la pareja.
Por los datos y por lo que vemos en el movimiento feminista, pareciera que la lucha contra la violencia machista es un movimiento de activistas concienciadas o personas que tienen alguna vinculación o afinidad con organizaciones de la izquierda política. El perfil sociológico que mostramos la mayoría de las mujeres activistas es el de una mujer occidental, ilustrada, con estudios universitarios o alta cualificación profesional, con inquietudes intelectuales y un cierto nivel de ilustración política. Con frecuencia pertenecemos a partidos políticos de izquierda, sindicatos o asociaciones feministas, o estamos próximas a estas organizaciones. Nuestros compañeros en el movimiento tienen un perfil socio-ideológico similar.
Las mujeres y hombres de la masa profunda: trabajadores y trabajadoras de los barrios obreros y populares, con baja o media cualificación profesional, son una minoría en el movimiento.
En realidad, el movimiento feminista adolece de problemas similares a los de otros movimientos sociales en expansión desde la oleada del 15M: Es un movimiento social de convencidas y convencidos, de militantes y activistas, de progres, de gente de la casa. El movimiento se expande pero el gigante tiene los pies de barro. Analicemos el por qué.
Feminismo y lucha ideológico-cultural
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Esta es una imagen extraída de la web de la Federación Estatal de Organizaciones Feministas, una de las entidades más importantes de nuestro movimiento. Está en la página de la convocatoria del 25N de este año que está circulando por las redes sociales.
Es un compendio de rasgos culturales e ideológicos del patriarcado, fenómenos y actitudes que tienen una relación con la violencia machista. Esta imagen nos está contando, en resumen, la siguiente historia o relato:
Un conjunto de detalles, actitudes, actos… a veces sutiles, a veces invisibles, son la base ideológica y cultural de fenómenos visibles y más explícitos que oprimen a la mujer. La cima de la pirámide, el fenómeno y la consecuencia más extrema de esto, son los asesinatos machistas.
Esto coincide en términos generales con el discurso de las corrientes más influyentes en el movimiento feminista, y en consecuencia condiciona el programa y la agenda política de nuestro movimiento.
Si nos fijamos bien, las reivindicaciones más importantes del movimiento feminista suelen apuntar a la esfera de lo ideológico-cultural. Se presta mucha atención y se insiste mucho en combatir los micromachismos, reprimir comportamientos machistas, la forma en que se utiliza el lenguaje y, en general, se busca el cambio de mentalidad social. Esto coincide, en la imagen, con la parte inferior de la pirámide: las causas.
Por otra parte, se proponen una serie de medidas de tipo penal, represivo, contra las manifestaciones más graves del machismo (asesinatos, mal trato, vejaciones, etc…), así como medidas paliativas y de asistencia social para las víctimas. Esto entraría dentro de la parte superior de la pirámide: los efectos.
En este enfoque, la economía, o la relación entre la situación económica de las mujeres y el machismo que sufren, tiene poca presencia. Este relato nos habla casi exclusivamente de cultura, de ideología, de concienciación… y sus propuestas para solucionar el problema, lógicamente, apuntan la mayoría en esa línea.