Trabajadores: No celebremos la fiesta del Dos de Mayo
Extracto de las memorias de Anselmo Lorenzo: El Proletariado Militante
publicado en mayo de 2015 por El Salariado
En tiempos anteriores a la Revolución de Septiembre [de 1868] señalábase el día 2 de Mayo como nefasto para los extranjeros pobres. Los artistas mendicantes extranjeros que, sin experiencia o sin el consejo de un compañero, se metían confiadamente por los barrios populares pidiendo el óbolo público, pronto tenían que retirarse ante los insultos o las pedradas de los niños callejeros, excitados por los hombres, que creían obra meritoria de patriotismo humillar y maltratar a los franchutes que se presentaban, como llamaban a todo extranjero por incapacidad de distinguir, a causa de su ignorancia, las diferencias que caracterizan a los naturales de las diversas nacionalidades.
[…] En virtud de tales antecedentes, la Sección Madrileña de La Internacional juzgó necesario realizar un acto que fijara la necesidad de establecer la solidaridad humana a través de las fronteras enfrente de la insolidaridad que quieren establecer los tiranos de las naciones, y al efecto acordó celebrar un té fraternal entre franceses y españoles el día 2 de Mayo de 1871, en el Café Internacional, situado en la calle de Alcalá.
Mediante la inteligencia y acuerdo entre diferentes personas y entidades necesarios para asegurar el éxito, y previo la fijación de carteles con la invitación al pueblo en que se insertaba el artículo publicado el año anterior en La Solidaridad acerca de la fiesta del Dos de Mayo, fuimos tranquilos a la reunión confiados en nuestro derecho y en la bondad de la idea.
Conviene hacer notar que aquella iniciativa que impulsó a la Comuna de París a derribar la columna de Vendôme como monumento erigido a la división, a la insolidaridad y por tanto a la tiranía del triunfador, fue la misma que un año antes inspiró a los internacionales madrileños la protesta contra la fiesta del Dos de Mayo. Debida a la pluma de Francisco Mora, es un documento que merece pasar a la historia, y por si, inserto en este pobre trabajo a título de tabla de salvación que le libre del olvido, puede fijar la atención de generaciones futuras más felices e ilustradas que esta que lucha al presente en condiciones tan desventajosas, me complazco en ponerlo a continuación.
Dice así:
A LOS TRABAJADORES DE MADRID: LA FIESTA DEL DOS DE MAYO
Trabajadores: No celebremos la fiesta del Dos de Mayo.
Cuando todos los obreros del mundo se tienden fraternalmente la mano a través de los continentes y los mares, pensar en fiestas patrióticas, pensar en la eterna causa de nuestra desunión, es el mayor de los crímenes.
El patriotismo es una idea que tiende a separar a los pueblos entre sí, y a mantener constantemente el odio entre hombres que, siendo hermanos, les hacen creer los tiranos y los explotadores que no lo son, porque se interpone entre ellos el profundo lecho de un río o las elevadas cumbres de una cordillera de montañas.
La idea de patria es una idea mezquina, indigna de la robusta inteligencia de la clase trabajadora. ¡La patria! La patria del obrero es el taller; el taller de los hijos del trabajo es el mundo entero.
Cuando la tierra yacía bajo la dura planta de la barbarie y la ignorancia, la idea de patria era el astro esplendoroso que iluminaba de cuando en cuando aquella larga noche de espesísimas tinieblas. Pero hoy, en los tiempos de las ideas internacionales, la patria no tiene objeto alguno.
El patriotismo ha cumplido su misión; que descanse en paz en el panteón destinado a las ideas del pasado.
Desde que la tribu salvaje y vagabunda de la infancia de la humanidad descendió de la montaña a apoderarse de los frutos de la tribu laboriosa que habitaba la llanura, hasta la época presente, no ha cesado esa larga serie de invasiones que han producido hechos tan memorables como el paso de las Termópilas, la batalla de Roncesvalles, el Dos de Mayo y otros mil actos, en los cuales los vencedores de hoy han sido los vencidos de mañana. ¿Qué nación, qué provincia, qué pueblo, y en el pueblo, qué barrio, qué calle, y en la calle en qué casa no tendrán sus moradores que celebrar un triunfo alcanzado sobre sus vecinos, o llorar una derrota y un martirio ocasionado por los mismos?
Trabajadores: No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que al lado de aquellas tumbas venerandas, cubiertas de laurel y siemprevivas, se levanten amenazadores los ensangrentados espectros de la raza americana sacrificada, destruida inhumanamente, a título de civilización, por nuestros antepasados los conquistadores del Nuevo Mundo. No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que alrededor de aquellos gigantescos cipreses se encuentren vagando las víctimas que el fanatismo de nuestros padres hizo sacrificar en los Países Bajos y en la conquista de Italia. No vayáis al Dos de Mayo, adonde os impulsan a ir nuestros explotadores porque os embriagaréis de odio patriótico contra nuestros hermanos franceses, extranjeros en su patria como nosotros lo somos en la nuestra, gracias a la organización de la presente sociedad. Ellos no tienen la culpa de las víctimas causadas por los planes de un hombre ambicioso y cruel que cruzó por Europa como un meteoro de fuego, no dejando en pos de sí más que lágrimas y sangre.
Todos los habitantes de este planeta que gira en el espacio infinito en unión de un número inconmensurable de mundos, son hermanos. Todas las ideas que se opongan a la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres, son injustas. El patriotismo, que se opone a la fraternidad de los pueblos es, pues, injusto.
Trabajadores: En nombre de la justicia, en nombre de la emancipación de la clase oprimida, en nombre de la Asociación Internacional de los Trabajadores, no celebréis la fiesta del Dos de Mayo.
Por la Sección Internacional de Madrid.
El Comité.
Extracto de las memorias de Anselmo Lorenzo: El Proletariado Militante
publicado en mayo de 2015 por El Salariado
En tiempos anteriores a la Revolución de Septiembre [de 1868] señalábase el día 2 de Mayo como nefasto para los extranjeros pobres. Los artistas mendicantes extranjeros que, sin experiencia o sin el consejo de un compañero, se metían confiadamente por los barrios populares pidiendo el óbolo público, pronto tenían que retirarse ante los insultos o las pedradas de los niños callejeros, excitados por los hombres, que creían obra meritoria de patriotismo humillar y maltratar a los franchutes que se presentaban, como llamaban a todo extranjero por incapacidad de distinguir, a causa de su ignorancia, las diferencias que caracterizan a los naturales de las diversas nacionalidades.
[…] En virtud de tales antecedentes, la Sección Madrileña de La Internacional juzgó necesario realizar un acto que fijara la necesidad de establecer la solidaridad humana a través de las fronteras enfrente de la insolidaridad que quieren establecer los tiranos de las naciones, y al efecto acordó celebrar un té fraternal entre franceses y españoles el día 2 de Mayo de 1871, en el Café Internacional, situado en la calle de Alcalá.
Mediante la inteligencia y acuerdo entre diferentes personas y entidades necesarios para asegurar el éxito, y previo la fijación de carteles con la invitación al pueblo en que se insertaba el artículo publicado el año anterior en La Solidaridad acerca de la fiesta del Dos de Mayo, fuimos tranquilos a la reunión confiados en nuestro derecho y en la bondad de la idea.
Conviene hacer notar que aquella iniciativa que impulsó a la Comuna de París a derribar la columna de Vendôme como monumento erigido a la división, a la insolidaridad y por tanto a la tiranía del triunfador, fue la misma que un año antes inspiró a los internacionales madrileños la protesta contra la fiesta del Dos de Mayo. Debida a la pluma de Francisco Mora, es un documento que merece pasar a la historia, y por si, inserto en este pobre trabajo a título de tabla de salvación que le libre del olvido, puede fijar la atención de generaciones futuras más felices e ilustradas que esta que lucha al presente en condiciones tan desventajosas, me complazco en ponerlo a continuación.
Dice así:
A LOS TRABAJADORES DE MADRID: LA FIESTA DEL DOS DE MAYO
Trabajadores: No celebremos la fiesta del Dos de Mayo.
Cuando todos los obreros del mundo se tienden fraternalmente la mano a través de los continentes y los mares, pensar en fiestas patrióticas, pensar en la eterna causa de nuestra desunión, es el mayor de los crímenes.
El patriotismo es una idea que tiende a separar a los pueblos entre sí, y a mantener constantemente el odio entre hombres que, siendo hermanos, les hacen creer los tiranos y los explotadores que no lo son, porque se interpone entre ellos el profundo lecho de un río o las elevadas cumbres de una cordillera de montañas.
La idea de patria es una idea mezquina, indigna de la robusta inteligencia de la clase trabajadora. ¡La patria! La patria del obrero es el taller; el taller de los hijos del trabajo es el mundo entero.
Cuando la tierra yacía bajo la dura planta de la barbarie y la ignorancia, la idea de patria era el astro esplendoroso que iluminaba de cuando en cuando aquella larga noche de espesísimas tinieblas. Pero hoy, en los tiempos de las ideas internacionales, la patria no tiene objeto alguno.
El patriotismo ha cumplido su misión; que descanse en paz en el panteón destinado a las ideas del pasado.
Desde que la tribu salvaje y vagabunda de la infancia de la humanidad descendió de la montaña a apoderarse de los frutos de la tribu laboriosa que habitaba la llanura, hasta la época presente, no ha cesado esa larga serie de invasiones que han producido hechos tan memorables como el paso de las Termópilas, la batalla de Roncesvalles, el Dos de Mayo y otros mil actos, en los cuales los vencedores de hoy han sido los vencidos de mañana. ¿Qué nación, qué provincia, qué pueblo, y en el pueblo, qué barrio, qué calle, y en la calle en qué casa no tendrán sus moradores que celebrar un triunfo alcanzado sobre sus vecinos, o llorar una derrota y un martirio ocasionado por los mismos?
Trabajadores: No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que al lado de aquellas tumbas venerandas, cubiertas de laurel y siemprevivas, se levanten amenazadores los ensangrentados espectros de la raza americana sacrificada, destruida inhumanamente, a título de civilización, por nuestros antepasados los conquistadores del Nuevo Mundo. No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que alrededor de aquellos gigantescos cipreses se encuentren vagando las víctimas que el fanatismo de nuestros padres hizo sacrificar en los Países Bajos y en la conquista de Italia. No vayáis al Dos de Mayo, adonde os impulsan a ir nuestros explotadores porque os embriagaréis de odio patriótico contra nuestros hermanos franceses, extranjeros en su patria como nosotros lo somos en la nuestra, gracias a la organización de la presente sociedad. Ellos no tienen la culpa de las víctimas causadas por los planes de un hombre ambicioso y cruel que cruzó por Europa como un meteoro de fuego, no dejando en pos de sí más que lágrimas y sangre.
Todos los habitantes de este planeta que gira en el espacio infinito en unión de un número inconmensurable de mundos, son hermanos. Todas las ideas que se opongan a la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres, son injustas. El patriotismo, que se opone a la fraternidad de los pueblos es, pues, injusto.
Trabajadores: En nombre de la justicia, en nombre de la emancipación de la clase oprimida, en nombre de la Asociación Internacional de los Trabajadores, no celebréis la fiesta del Dos de Mayo.
Por la Sección Internacional de Madrid.
El Comité.
Última edición por lolagallego el Sáb Ene 02, 2021 11:32 am, editado 1 vez