España salvaje. Los otros episodios nacionales
AA. VV. - publicado en 2019
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Una orgía macabra de esperpentos patrios y necropolítica a través de nuestra historia, comienza con el desastre de Cuba, la pérdida de las colonias, la literatura criminal (una orgía de sangre en papel) y la guerra de Marruecos, todo un bautismo de fuego legionario y nacionalismo militante que pronto dará paso a los grupos de asalto paramilitares tanto fascistas como ultracatólicos (algunos con el lema «Quien no está conmigo, está contra mí») y tradicionalistas. Tuvimos imitadores del fascio italiano, como Ramiro Ledesma y su lema con mucha y rica documentación visual, a través de nuestra historia y que «No parar hasta conquistar», o el matonismo de Onésimo redondo, que desarrollaron una estrategia de terror callejero y fascinación por la milicia,el puñal y la futurista «guerra como higiene del mundo». Nos quedaba, eso sí, la antigua colonia de Guinea, donde también protagonizamos otro capítulo más de esperpento patrio con los «falangistas morenos» y el sueño de ser lo que ya no éramos. El franquismo y la muerte convivieron tan de cerca que la dictadura fue un alarde de necropolítica y exaltación de los «caídos», marchas nocturnas, «liturgias de fuego» y hasta «Día del Dolor». Pasen y vean. Lo sabemos, corta la respiración, pero ya va siendo hora de encontrarnos con aquello que fuimos y que quizás aún somos.
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Una orgía macabra de esperpentos patrios y necropolítica a través de nuestra historia, comienza con el desastre de Cuba, la pérdida de las colonias, la literatura criminal (una orgía de sangre en papel) y la guerra de Marruecos, todo un bautismo de fuego legionario y nacionalismo militante que pronto dará paso a los grupos de asalto paramilitares tanto fascistas como ultracatólicos (algunos con el lema «Quien no está conmigo, está contra mí») y tradicionalistas. Tuvimos imitadores del fascio italiano, como Ramiro Ledesma y su lema con mucha y rica documentación visual, a través de nuestra historia y que «No parar hasta conquistar», o el matonismo de Onésimo redondo, que desarrollaron una estrategia de terror callejero y fascinación por la milicia,el puñal y la futurista «guerra como higiene del mundo». Nos quedaba, eso sí, la antigua colonia de Guinea, donde también protagonizamos otro capítulo más de esperpento patrio con los «falangistas morenos» y el sueño de ser lo que ya no éramos. El franquismo y la muerte convivieron tan de cerca que la dictadura fue un alarde de necropolítica y exaltación de los «caídos», marchas nocturnas, «liturgias de fuego» y hasta «Día del Dolor». Pasen y vean. Lo sabemos, corta la respiración, pero ya va siendo hora de encontrarnos con aquello que fuimos y que quizás aún somos.
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