En memoria de Ludo Martens (1946-2011)
texto traducido por Unión Proletaria con motivo del fallecimiento del comunista belga Ludo Martens
publicado en la red en 2011
tomado de Lalokomotora en febrero de 2021
▬ 2 mensajes
Hijo mayor de un fabricante de muebles, Ludo Martens creció en la pequeña comuna de Wingene, en el oeste de Flandes. En el instituto, se interesa por la lengua y se hace redactor jefe del periódico ABN (Algemeen Beschaafd Nederlands, El Holandés Estándar). Este amor por la lengua permanecerá en el estilo que luego le será propio. Describir las luchas sociales, la gente y su medio de vida, la pequeña resistencia popular, las derrotas, las revueltas, las pequeñas y grandes victorias.
Con este talento, más tarde escribiría en francés “Abo, una mujer del Congo”, una obra literaria sobre la resistencia contra la dictadura despiadada de Mobutu. Ludo supo atraer a los lectores en su propia simpatía por una mujer del pueblo que, a través de la lucha de Pierre Mulele contra la dictadura, llegó a la primera plana de la escena política. La Nueva Escena Internacional llevará más tarde el libro a la escena, acompañando el espectáculo con las percusiones de Chris Joris, amigo de ese aficionado al jazz que era Ludo Martens. Escribir es comprometerse. En 1994, en compañía del poeta afro-americano Amiri Baraka (el Rey Jones), organizó lecturas sobre “el arte en un mundo que gira hacia la derecha”. Las lecturas culminaron con un “Manifiesto por una poesía internacionalista” cuyo sueño era “unir en una contracorriente a todos los poetas comprometidos del mundo”.
Ludo, fundador del movimiento sindical estudiantil
En 1965, el joven estudiante Ludo Martens se va a estudiar medicina en Lovaina. Es un compromiso social. Estaba lleno de talento y tanto sus compañeros de clase como sus profesores vieron en él a un excelente médico, con mucho futuro. Pero no ocurrirá así porque Ludo no es el tipo de personas que quiera forjarse una carrera universitaria tranquila. Se hizo activo en la principal organización estudiantil de la época, la Katholiek Vlaams Hoogstudentenverbond (KVHV, Unión Católica Flamenca de los Estudiantes de Enseñanza Superior). En compañía, entre otras personas, de Walter de Bock y Paul Goznes (ambos dos están luego en la fundación del periódico De Morgen), y de Herwig Lerouge, comenzó a movilizar al movimiento estudiantil en otra dirección.
En contra de las ideas conservadoras y mezquinas, Ludo Martens supo darle una orientación progresista, abierta e internacionalista. La creciente corriente progresista se traduce en el Studentenvakbeweging (SVB, Sindicato de Estudiantes). El execrable “Walen buiten” (valones fuera) es sustituido por el “Bourgeois buiten”. No sólo se lucha contra el establishment católico francófono, sino también contra la burguesía flamenca. El carácter elitista de la universidad flamenca, donde no se encuentran prácticamente hijos de familias obreras, también está en el punto de mira.
Estas posiciones han escocido en el clero, las autoridades académicas y la derecha nacionalista. Se hace lo posible para hacer desaparecer al grupo que rodea a Ludo del movimiento y del periódico que dirige, “Ons Leven” (Nuestra vida). Finalmente lo consiguen con la publicación de una edición de “Ons Leven” que denunciaba la pedofilia en el seno de la Iglesia. En la época, este tema era tan tabú que las autoridades universitarias pudieron utilizar esos artículos como pretexto para excluir a Ludo de la universidad.
Contra todo lo que nos divide: contra el nacionalismo y el racismo
La lucha contra el nacionalismo exclusivista en nuestro país ha sido desde el principio un hilo rojo en la existencia de Ludo Martens. Tras el separatismo se esconde una agenda antisocial y antisindical peligrosa, dirá Ludo con frecuencia. Y cuando otros partidos, uno detrás de otro, se han escindido sobre la base lingüística, él mantuvo al PTB como único partido unido, cuyos miembros, de todas las regiones, colaboran en la realización de un mismo ideal.
Ludo Martens no solamente combatió el nacionalismo exclusivista, sino también el racismo que divide también al pueblo. En la universidad, amplió el movimiento a la cuestión de la liberación de los negros en los Estados Unidos. Y, mucho más tarde, tras el primer “domingo negro” de 1991 – éxito electoral del Vlaams Blok – era uno de los pioneros del movimiento por la igualdad de derechos. Con la campaña Objetivo 479 917, sostuvo la recogida de firmas para el derecho a la nacionalidad belga para los inmigrantes residentes en Bélgica desde hace un mínimo de 5 años. Tantas firmas como los votos que recogió la extrema derecha en las elecciones.
Mientras que los pesimistas decían que era imposible, miles de militantes de todos los horizontes y de todas las edades recorrieron las calles. Finalmente recogieron más de un millón de firmas. En compañía de diez jóvenes mujeres inmigrantes, Ludo escribió el libro “Tien gekleurde meisjes” (Diez chicas en colores), otra arma en la lucha contra el racismo.
Obreros – estudiantes: un solo frente
Los encuentros que tuvo durante el periodo de Mayo del 68 influyeron su pensamiento y sus actos de manera decisiva. En Berlín, había conocido a estudiantes marxistas alemanes que le introdujeron a los textos de Marx y Lenin. Así, Ludo también inspiró al Sindicato de Estudiantes que consiguió abrir los ojos de los estudiantes hacia el mundo del trabajo: Obreros – Estudiantes: ¡un solo frente!
Ludo explicaba a menudo que la verdadera libertad de los intelectuales consistía en comprender cómo estaba hecha esta sociedad, de dónde provenía la injusticia, cuáles eran las leyes de la historia y del cambio y, a partir de ahí, cómo actuar. Cuando los trabajadores de la fábrica ABR en Lovaina se pusieron en huelga, los jóvenes estudiantes del SVB se declararon en solidaridad con ellos. Ello supone toda una revolución en la universidad de la derecha, puesto que apenas diez años antes, los miembros del KVHV todavía servían de tropas de choque contra los piquetes de huelga en 1960-1961 (contra la ley única). El sindicato estudiantil supo revertir la tendencia, y otros muchos movimientos de solidaridad vendrían después, entre otros con los trabajadores de Ford Genk.
Tras su expulsión de la Universidad de Lovaina, Ludo Martens había ido a la Universidad de Gante, donde proseguía el movimiento estudiantil. Se había convertido en uno de los dirigentes de la lucha contra la censura en la universidad. El Gentse Studentenbeweging (GSB, Sindicato de estudiantes de Gante), en el que estaban, entre otros, Renaat Willlockx y Bob Roeck, se unió rápidamente al movimiento global por una universidad democrática y desarrolló una solidaridad activa con los trabajadores.
La fundación de un partido obrero
Ludo era consciente de que para los estudiantes la elección determinante de su vida llegaba sobre todo al final de sus estudios. ¿Qué existencia elegir? ¿Cómo mantener el compromiso social? En este debate entre los estudiantes de izquierdas, la influencia de Ludo Martens fue importante. Juntos estudiaron, entre otros libros, la obra “¿Qué hacer?” de Lenin. Y varios jóvenes decidieron irse a las fábricas. Pero, una vez en la fábrica, ¿qué hacer allí?
En enero de 1970, unos 25 000 mineros iniciaron una huelga salvaje de seis semanas. Frente a la influencia nacionalista de la Volksunie en la industria del carbón, fue fundado el Mijnwekerswacht, un comité de huelga en el seno del cual se encontraban jóvenes mineros, estudiantes con sensibilidad social y miembros del Sindicato de estudiantes. Kris Hertogen destacó allí como líder del movimiento.
Pero en el contexto de una huelga larga y penosa, otro debate está teniendo lugar. ¿Teníamos que crear comités de huelga por todas partes para llegar a la fundación de un sindicato combativo? ¿O teníamos que intentar traducir en un partido obrero, de forma duradera, la fusión entre el movimiento obrero y el movimiento de los estudiantes comprometidos? Tras muchos debates y bajo la influencia de Ludo Martens, se decidió fundar un nuevo partido. Un partido de la clase obrera, y no un sindicato. Con un periódico nacional – que se iba a convertir en el actual Solidaire – y no un boletín que se limite a coordinar experiencias.
“Todo el poder a los obreros”, TPO (“Alle macht aan de arbeiders”, AMADA), había nacido. Al cabo de diez años de trabajos preparatorios, será finalmente renombrado como PTB en 1979. Un partido al servicio del pueblo, ésa es su ambición. Igualmente de este concepto nació en 1971 la ONG Medicina para el Pueblo, gracias a Kris Merckx que creó un hogar médico de atención primaria que practica la medicina gratuita en los barrios obreros de Hoboken.
El PTB tiene hoy más de 4500 miembros, es activo en 30 ciudades y en 120 empresas y oficinas, tanto en Valonia y Bruselas como en Flandes. Desde entonces, Medicina para el Pueblo cuenta con 11 centros de medicina de atención primaria, que emplean a 60 médicos y cuidan a más de 25 000 pacientes. En su obra “El partido de la revolución”, Ludo Martens ha plasmado la herencia de más de treinta años de experiencia en la lucha por la formación de un partido comunista obrero.
A caballo sobre el estudio
En el seno del joven partido, Ludo insistía en el estudio riguroso y concreto, basándose en los hechos. Llevó una lucha contra el discurso vacío y dogmático que se oye a veces. Hay que tener el espíritu abierto, y conviene aprender lo que ha de ser aprendido, decía a menudo. Así, en 1985, describió en “Pierre Mulele o la segunda vida de Patricio Lumumba” la vida del revolucionario congoleño Pierre Mulele. Consultó a numerosos expertos, incluso algunos con los que discrepaba en cuestiones fundamentales. Recuperará este estilo más tarde en su trabajo sobre Kabila. Escuchó a no menos de 1500 testigos y anotó todo con minucia, con su escritura minúscula tan típica. Ludo era perseverante y muy riguroso. Nada de medias tintas, cada uno tiene que superarse a sí mismo. Hay que poner el listón muy alto, estudiar y trabajar con rigor. Ésa era su visión de la política para formar responsables del partido.
Ludo era severo, a veces obstinado, pero ello no le impedía en modo alguno reconocer sus errores. Cuando la huelga de los mineros de 1971 no fue reconocida por los sindicatos, esto llevó al joven partido a seguir una línea hostil hacia los sindicatos. Pero la huelga de los obreros de los astilleros navales Boel, en Tamise, demostró que las cosas podían ocurrir de otra forma: una delegación sindical combativa y democrática, en un frente unido, goza del apoyo de todos los trabajadores. Esta experiencia convenció a Ludo de que era necesario iniciar el debate para cambiar de línea política. Nada de antisindicalismo, sino un reforzamiento de las fuerzas progresistas en el seno del sindicato. Hay que proteger el movimiento sindical de los ataques de la derecha y el establishment y de sacar lecciones de las experiencias y corregir los errores.
texto traducido por Unión Proletaria con motivo del fallecimiento del comunista belga Ludo Martens
publicado en la red en 2011
tomado de Lalokomotora en febrero de 2021
▬ 2 mensajes
Hijo mayor de un fabricante de muebles, Ludo Martens creció en la pequeña comuna de Wingene, en el oeste de Flandes. En el instituto, se interesa por la lengua y se hace redactor jefe del periódico ABN (Algemeen Beschaafd Nederlands, El Holandés Estándar). Este amor por la lengua permanecerá en el estilo que luego le será propio. Describir las luchas sociales, la gente y su medio de vida, la pequeña resistencia popular, las derrotas, las revueltas, las pequeñas y grandes victorias.
Con este talento, más tarde escribiría en francés “Abo, una mujer del Congo”, una obra literaria sobre la resistencia contra la dictadura despiadada de Mobutu. Ludo supo atraer a los lectores en su propia simpatía por una mujer del pueblo que, a través de la lucha de Pierre Mulele contra la dictadura, llegó a la primera plana de la escena política. La Nueva Escena Internacional llevará más tarde el libro a la escena, acompañando el espectáculo con las percusiones de Chris Joris, amigo de ese aficionado al jazz que era Ludo Martens. Escribir es comprometerse. En 1994, en compañía del poeta afro-americano Amiri Baraka (el Rey Jones), organizó lecturas sobre “el arte en un mundo que gira hacia la derecha”. Las lecturas culminaron con un “Manifiesto por una poesía internacionalista” cuyo sueño era “unir en una contracorriente a todos los poetas comprometidos del mundo”.
Ludo, fundador del movimiento sindical estudiantil
En 1965, el joven estudiante Ludo Martens se va a estudiar medicina en Lovaina. Es un compromiso social. Estaba lleno de talento y tanto sus compañeros de clase como sus profesores vieron en él a un excelente médico, con mucho futuro. Pero no ocurrirá así porque Ludo no es el tipo de personas que quiera forjarse una carrera universitaria tranquila. Se hizo activo en la principal organización estudiantil de la época, la Katholiek Vlaams Hoogstudentenverbond (KVHV, Unión Católica Flamenca de los Estudiantes de Enseñanza Superior). En compañía, entre otras personas, de Walter de Bock y Paul Goznes (ambos dos están luego en la fundación del periódico De Morgen), y de Herwig Lerouge, comenzó a movilizar al movimiento estudiantil en otra dirección.
En contra de las ideas conservadoras y mezquinas, Ludo Martens supo darle una orientación progresista, abierta e internacionalista. La creciente corriente progresista se traduce en el Studentenvakbeweging (SVB, Sindicato de Estudiantes). El execrable “Walen buiten” (valones fuera) es sustituido por el “Bourgeois buiten”. No sólo se lucha contra el establishment católico francófono, sino también contra la burguesía flamenca. El carácter elitista de la universidad flamenca, donde no se encuentran prácticamente hijos de familias obreras, también está en el punto de mira.
Estas posiciones han escocido en el clero, las autoridades académicas y la derecha nacionalista. Se hace lo posible para hacer desaparecer al grupo que rodea a Ludo del movimiento y del periódico que dirige, “Ons Leven” (Nuestra vida). Finalmente lo consiguen con la publicación de una edición de “Ons Leven” que denunciaba la pedofilia en el seno de la Iglesia. En la época, este tema era tan tabú que las autoridades universitarias pudieron utilizar esos artículos como pretexto para excluir a Ludo de la universidad.
Contra todo lo que nos divide: contra el nacionalismo y el racismo
La lucha contra el nacionalismo exclusivista en nuestro país ha sido desde el principio un hilo rojo en la existencia de Ludo Martens. Tras el separatismo se esconde una agenda antisocial y antisindical peligrosa, dirá Ludo con frecuencia. Y cuando otros partidos, uno detrás de otro, se han escindido sobre la base lingüística, él mantuvo al PTB como único partido unido, cuyos miembros, de todas las regiones, colaboran en la realización de un mismo ideal.
Ludo Martens no solamente combatió el nacionalismo exclusivista, sino también el racismo que divide también al pueblo. En la universidad, amplió el movimiento a la cuestión de la liberación de los negros en los Estados Unidos. Y, mucho más tarde, tras el primer “domingo negro” de 1991 – éxito electoral del Vlaams Blok – era uno de los pioneros del movimiento por la igualdad de derechos. Con la campaña Objetivo 479 917, sostuvo la recogida de firmas para el derecho a la nacionalidad belga para los inmigrantes residentes en Bélgica desde hace un mínimo de 5 años. Tantas firmas como los votos que recogió la extrema derecha en las elecciones.
Mientras que los pesimistas decían que era imposible, miles de militantes de todos los horizontes y de todas las edades recorrieron las calles. Finalmente recogieron más de un millón de firmas. En compañía de diez jóvenes mujeres inmigrantes, Ludo escribió el libro “Tien gekleurde meisjes” (Diez chicas en colores), otra arma en la lucha contra el racismo.
Obreros – estudiantes: un solo frente
Los encuentros que tuvo durante el periodo de Mayo del 68 influyeron su pensamiento y sus actos de manera decisiva. En Berlín, había conocido a estudiantes marxistas alemanes que le introdujeron a los textos de Marx y Lenin. Así, Ludo también inspiró al Sindicato de Estudiantes que consiguió abrir los ojos de los estudiantes hacia el mundo del trabajo: Obreros – Estudiantes: ¡un solo frente!
Ludo explicaba a menudo que la verdadera libertad de los intelectuales consistía en comprender cómo estaba hecha esta sociedad, de dónde provenía la injusticia, cuáles eran las leyes de la historia y del cambio y, a partir de ahí, cómo actuar. Cuando los trabajadores de la fábrica ABR en Lovaina se pusieron en huelga, los jóvenes estudiantes del SVB se declararon en solidaridad con ellos. Ello supone toda una revolución en la universidad de la derecha, puesto que apenas diez años antes, los miembros del KVHV todavía servían de tropas de choque contra los piquetes de huelga en 1960-1961 (contra la ley única). El sindicato estudiantil supo revertir la tendencia, y otros muchos movimientos de solidaridad vendrían después, entre otros con los trabajadores de Ford Genk.
Tras su expulsión de la Universidad de Lovaina, Ludo Martens había ido a la Universidad de Gante, donde proseguía el movimiento estudiantil. Se había convertido en uno de los dirigentes de la lucha contra la censura en la universidad. El Gentse Studentenbeweging (GSB, Sindicato de estudiantes de Gante), en el que estaban, entre otros, Renaat Willlockx y Bob Roeck, se unió rápidamente al movimiento global por una universidad democrática y desarrolló una solidaridad activa con los trabajadores.
La fundación de un partido obrero
Ludo era consciente de que para los estudiantes la elección determinante de su vida llegaba sobre todo al final de sus estudios. ¿Qué existencia elegir? ¿Cómo mantener el compromiso social? En este debate entre los estudiantes de izquierdas, la influencia de Ludo Martens fue importante. Juntos estudiaron, entre otros libros, la obra “¿Qué hacer?” de Lenin. Y varios jóvenes decidieron irse a las fábricas. Pero, una vez en la fábrica, ¿qué hacer allí?
En enero de 1970, unos 25 000 mineros iniciaron una huelga salvaje de seis semanas. Frente a la influencia nacionalista de la Volksunie en la industria del carbón, fue fundado el Mijnwekerswacht, un comité de huelga en el seno del cual se encontraban jóvenes mineros, estudiantes con sensibilidad social y miembros del Sindicato de estudiantes. Kris Hertogen destacó allí como líder del movimiento.
Pero en el contexto de una huelga larga y penosa, otro debate está teniendo lugar. ¿Teníamos que crear comités de huelga por todas partes para llegar a la fundación de un sindicato combativo? ¿O teníamos que intentar traducir en un partido obrero, de forma duradera, la fusión entre el movimiento obrero y el movimiento de los estudiantes comprometidos? Tras muchos debates y bajo la influencia de Ludo Martens, se decidió fundar un nuevo partido. Un partido de la clase obrera, y no un sindicato. Con un periódico nacional – que se iba a convertir en el actual Solidaire – y no un boletín que se limite a coordinar experiencias.
“Todo el poder a los obreros”, TPO (“Alle macht aan de arbeiders”, AMADA), había nacido. Al cabo de diez años de trabajos preparatorios, será finalmente renombrado como PTB en 1979. Un partido al servicio del pueblo, ésa es su ambición. Igualmente de este concepto nació en 1971 la ONG Medicina para el Pueblo, gracias a Kris Merckx que creó un hogar médico de atención primaria que practica la medicina gratuita en los barrios obreros de Hoboken.
El PTB tiene hoy más de 4500 miembros, es activo en 30 ciudades y en 120 empresas y oficinas, tanto en Valonia y Bruselas como en Flandes. Desde entonces, Medicina para el Pueblo cuenta con 11 centros de medicina de atención primaria, que emplean a 60 médicos y cuidan a más de 25 000 pacientes. En su obra “El partido de la revolución”, Ludo Martens ha plasmado la herencia de más de treinta años de experiencia en la lucha por la formación de un partido comunista obrero.
A caballo sobre el estudio
En el seno del joven partido, Ludo insistía en el estudio riguroso y concreto, basándose en los hechos. Llevó una lucha contra el discurso vacío y dogmático que se oye a veces. Hay que tener el espíritu abierto, y conviene aprender lo que ha de ser aprendido, decía a menudo. Así, en 1985, describió en “Pierre Mulele o la segunda vida de Patricio Lumumba” la vida del revolucionario congoleño Pierre Mulele. Consultó a numerosos expertos, incluso algunos con los que discrepaba en cuestiones fundamentales. Recuperará este estilo más tarde en su trabajo sobre Kabila. Escuchó a no menos de 1500 testigos y anotó todo con minucia, con su escritura minúscula tan típica. Ludo era perseverante y muy riguroso. Nada de medias tintas, cada uno tiene que superarse a sí mismo. Hay que poner el listón muy alto, estudiar y trabajar con rigor. Ésa era su visión de la política para formar responsables del partido.
Ludo era severo, a veces obstinado, pero ello no le impedía en modo alguno reconocer sus errores. Cuando la huelga de los mineros de 1971 no fue reconocida por los sindicatos, esto llevó al joven partido a seguir una línea hostil hacia los sindicatos. Pero la huelga de los obreros de los astilleros navales Boel, en Tamise, demostró que las cosas podían ocurrir de otra forma: una delegación sindical combativa y democrática, en un frente unido, goza del apoyo de todos los trabajadores. Esta experiencia convenció a Ludo de que era necesario iniciar el debate para cambiar de línea política. Nada de antisindicalismo, sino un reforzamiento de las fuerzas progresistas en el seno del sindicato. Hay que proteger el movimiento sindical de los ataques de la derecha y el establishment y de sacar lecciones de las experiencias y corregir los errores.