¿Está a la vista la salida de la crisis?
artículo publicado en el blog Communia en abril de 2021
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Los horizontes en los que trabajan el gobierno, el Banco Central y Bruselas no ponen una salida de la crisis a la vista. Desde luego no para los trabajadores.
Tabla de contenidos:
Una cotidianidad desastrosa para los trabajadores
El estado de excepción económica no tiene fin previsible
Entre la catástrofe del paro de larga duración para los trabajadores y el peligro para la banca que supone la deuda, priorizan la banca
La «consolidación fiscal» es la nueva austeridad
El Pacto Verde, justo a tiempo para agravarlo todo
Una nueva estanflación
No «saldremos» de la crisis, nos asfixiarán aun más para dar aire a la rentabilidad del capital
Una cotidianidad desastrosa para los trabajadores
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Grandes despidos colectivos en Banca desde 2019. Estamos lejos de una salida de la crisis.
Grandes despidos colectivos en Banca desde 2019. Estamos lejos de una salida de la crisis.
Las noticias económicas españolas son un goteo de desgracias para los trabajdores: EREs en Ford, en BIC, en CaixaBank -con las peores condiciones desde hace más de una década; sectores enteros que siguen con ERTEs masivos y empresas zombis que se preparan para nuevos despidos… Y es solo el principio: las moratorias en créditos por haber quedado en paro se acaban y con ellas miles de familias trabajadoras están pasando a la quiebra. Tantas que por sí solas han aumentado la morosidad de los bancos tres centésimas solo entre enero y diciembre.
El estado de excepción económica no tiene fin previsible
El Banco Central Europeo presentó sus planes para un euro digital. Nada importante a la hora de buscar una salida de la crisis… si no hubiera confesado que no lo lanzarán hasta haber diseñado algún sistema de límites en su uso porque temen su efecto macro sobre la crisis. Es llamativo porque el euro digital está pensado exclusivamente como medio de pago, es decir como un complemento al dinero de bolsillo… que por definición no es realmente dinero y solo tiene efectos macroeconómicos en momentos extremos.
¿Qué es lo que temen? Hoy, con tipos negativos, tener depósitos en cuentas corrientes cuesta dinero. Temen que si no ponen limitaciones, un euro digital lleve a una masa de particulares, familias y empresas a retirar el dinero de sus cuentas corientes en el banco y ponerlos en una cartera virtual en su ordenador… donde al menos no tendría que pagar intereses ni comisiones. Es decir, si el euro digital tiene demasiado éxito, podría dañar seriamente a los bancos e incluso abrir la espita de una nueva crisis financiera.
La confesión implícita es que no piensan que los tipos cero o negativos puedan desaparecer a medio plazo. De hecho sugiere que podrían llegar a bajarlos aun más. Es decir, que no ven un horizonte de salida de la crisis. Seguirán en la situación de excepcionalidad económica en que el rebrote de la crisis les situó desde mediados de 2019… antes de la pandemia y cuando todos los medios coreaban un ¡por fin! celebrando la supuesta salida de la larga crisis abierta en 2009.
En pocas palabras: tienen que seguir dopando la acumulación de capital a sabiendas de que ni siquiera así van a conseguir siquiera la apariencia de normalidad de una modesta burbuja y ni mucho menos una salida de la crisis. Porque a estas alturas, todos los analistas e instituciones, desde los gabinetes de estudios de las grandes empresas hasta el Banco de España confiesan ya que aunque vuelvan cifras de crecimiento cuando la vacunación acabe de despegar -cuando quiera que sea- el paro de larga duración y la deuda pública seguirán en las alturas sin fin previsible.
Entre la catástrofe del paro de larga duración para los trabajadores y el peligro para la banca que supone la deuda, priorizan la banca
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Deuda pública en relación al PIB en España, Francia, Italia y Portugal.
Nada apunta a una salida de la crisis en estos datos y aun menos si consideramos lo que plantean para resolverlo.
Deuda pública en relación al PIB en España, Francia, Italia y Portugal.
Nada apunta a una salida de la crisis en estos datos y aun menos si consideramos lo que plantean para resolverlo.
De esas dos cosas -paro y endeudamiento estatal- la que realmente les preocupa es el alto endeudamiento estatal. La causa es que temen que cualquier accidente -desde una jugada especulativa de grandes fondos a una subida defensiva de tipos forzada por una subida en EEUU que descapitalizaría aun más las bolsas europeas- aumente el riesgo país, es decir el riesgo de impago de la deuda pública.
Que aumente el riesgo de mercado de la deuda pública no significa que el estado vaya a quebrar, significa que los bonos del estado tienen un riesgo mayor y valen menos. Pero la cosa es que los bancos han capeado el último año cogiendo dinero a tipos negativos del BCE y comprando con él deuda pública -en vez de prestárselo a las empresas y los particulares, que tenían riesgos menores. Si ahora ese riesgo aumenta, sus balances disminuirían, es decir, los propios bancos valdrían menos… y perderían capacidad para financiarse, tendrían menos recursos y más caros.
El peligro se lo toman en serio los propios bancos, que mientras despiden en masa, siguen aumentando provisiones en previsión de una pérdida general de valor de sus activos. Y la verdad es que la deuda pública, en un contexto sin salida de la crisis a la vista, supone una amenaza permanente de crisis bancaria y financiera. Y evitar esa crisis -no paliar la tasa de desempleo- es el Norte que guía no solo a los bancos, sino a las políticas económicas del gobierno.
Así que entre las políticas supuestamente orientadas a llevarnos a una salida de la crisis está apareciendo un nuevo mantra: consolidación fiscal. Nos lo venden como una seña de progresismo y defensa del estado del bienestar. Pero el primero en exigirlo ha sido… el banco de Santander, e inmediatamente después el Banco de España que no han sido nunca precisamente los adalides del gasto social.
La «consolidación fiscal» es la nueva austeridad
La consolidación fiscal es simplemente una reordenación de los ingresos y gastos del estado para acabar con el déficit estructural de los presupuestos. Básicamente: subir impuestos y reducir gastos, el nuevo nombre de la austeridad. El camino opuesto a una salida de la crisis.
Y no, aunque el señuelo con el que el gobierno ha presentado a su nuevo comité de expertos para la reforma fiscal sean los impuestos para grandes fortunas, sociedades y patrimonio, no va de eso. Con sociedades, el único de esos impuestos con capacidad recaudatoria real, no piensan hacer cambios sustanciales en ningún caso porque no quieren dificultar aun más la rentabilidad del capital. Y el volumen de incremento recaudatorio que supondría un nuevo impuesto a las grandes fortunas o gravar patrimonio y sucesiones a partir del millón de euros no da, ni de lejos, para lo que se plantean como objetivo.
Por eso en los papeles de reformas que el gobierno manda a Bruselas -otro adalid de la consolidación fiscal- el tipo de medidas fiscales que aparecen son muy distintas, cosas como pasar a peaje todas las autovías. Y pronto… los impuestos ecológicos de los que habla ya el Banco de España. Impuestos que, si seguimos el debate europeo serían impuestos indirectos que se cobrarían sobre la estructura del IVA y que, como todos los impuestos sobre el consumo, serían pagados más que proporcionalmente por los trabajadores y las familias de rentas bajas.