¿Proceso constituyente o constitución de un nuevo proceso?
Por A. Tejada, militante de Iniciativa Comunista.
Es evidente que la agudización de la crisis económica capitalista ha conllevado un endurecimiento de las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo. Vivimos una guerra social cada vez más abierta entre la clase dominante -la burguesía- y las clases dominadas -los trabajadores-.
Esta situación ha hecho que en lógica defensiva se hayan multiplicado las asambleas, las organizaciones, las manifestaciones, las huelgas y todo tipo de muestras populares de resistencia ante los duros ataques que el capital nos lanza todos los días. De la misma forma los movimientos populares están en constante evolución y van adquiriendo una experiencia vital en la lucha de clases.
Lo cierto es que ninguna de las consignas lanzadas desde el inicio de la crisis ha sido arrancada a la clase dominante que sigue imparable con su programa de reformas y recortes, mientras el paro aumenta, los salarios bajan, el coste de la vida sube, los ricos son cada vez más ricos, el capital se concentra y el capital monopolista de estado se hace cada vez más evidente incluso para los trabajadores de conciencia más atrasada.
Una nueva consigna que se repite en muchos espacios de protesta es la del “proceso constituyente”, que viene a decir que no vivimos en una verdadera democracia y que hace falta refundar el sistema…desde dentro del sistema.
Efectivamente los comunistas no ahora, sino hace mucho declarábamos que no vivíamos en una verdadera democracia, sino en una dictadura de clase teledirigida por el fascismo español y legitimada por las organizaciones obreras tradicionales rubricando una traición anunciada a su clase. Y dado que no pedíamos un proceso constituyente antes, tampoco lo vamos a pedir ahora. La ruptura democrática sólo se puede lograr a través del desarrollo de las organizaciones obreras, el movimiento popular y un nuevo poder emergente que se imponga y extinga todos y cada uno de los viejos aparatos de represión y explotación.
De la misma forma que la clase burguesa está organizada, estructurada y armada, nuestro primer deber es articularnos como clase de la misma forma. No queremos una nueva constitución redactada por pequeños burgueses y burócratas, que son los que de repente se preocupan por el paro, los desahucios y la miseria, porque están siendo dejados de lado por el orden burgués, ellos dicen “no hay pan para tanto chorizo”, pero la realidad es que siempre hubo tanto chorizo y los chorizos lo que dicen es que “no hay pan para tanta comparsa”.
El problema no es la corrupción, ni las libertades básicas, es el sistema capitalista, las leyes económicas que los burgueses se han ocupado de esconder a los trabajadores, el proceso de acumulación capitalista y sus crisis cíclicas, la explotación a los trabajadores, el capital monopolista de estado y el terrible imperialismo que no es otra cosa que la guerra.
Basta ya de ir al congreso a pedir qué y a pedir a quién. Cuántas veces la burguesía tiene que respondernos con porras, lágrimas y sangre para entender que no representan nuestros intereses. Nosotros y nosotras mismas podemos dirimir nuestro propio futuro.
Si de verdad queremos luchar contra la corrupción y queremos alcanzar libertades básicas, si de verdad queremos garantizar el derecho a la vivienda y al trabajo, si de verdad queremos tener un futuro de progreso, el pueblo necesita estructuras de poder popular, organizaciones revolucionarias que den cara y combatan sin tregua a la clase dominante. El control obrero de la economía y la producción, la economía planificada para satisfacer nuestras necesidades, expropiar a quienes nos expropian la vida.
Constituyamos un nuevo proceso, un proceso revolucionario.
Nuestra propuesta se resume en tres necesidades básicas: Organización, revolución, socialismo.
Por A. Tejada, militante de Iniciativa Comunista.
Es evidente que la agudización de la crisis económica capitalista ha conllevado un endurecimiento de las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo. Vivimos una guerra social cada vez más abierta entre la clase dominante -la burguesía- y las clases dominadas -los trabajadores-.
Esta situación ha hecho que en lógica defensiva se hayan multiplicado las asambleas, las organizaciones, las manifestaciones, las huelgas y todo tipo de muestras populares de resistencia ante los duros ataques que el capital nos lanza todos los días. De la misma forma los movimientos populares están en constante evolución y van adquiriendo una experiencia vital en la lucha de clases.
Lo cierto es que ninguna de las consignas lanzadas desde el inicio de la crisis ha sido arrancada a la clase dominante que sigue imparable con su programa de reformas y recortes, mientras el paro aumenta, los salarios bajan, el coste de la vida sube, los ricos son cada vez más ricos, el capital se concentra y el capital monopolista de estado se hace cada vez más evidente incluso para los trabajadores de conciencia más atrasada.
Una nueva consigna que se repite en muchos espacios de protesta es la del “proceso constituyente”, que viene a decir que no vivimos en una verdadera democracia y que hace falta refundar el sistema…desde dentro del sistema.
Efectivamente los comunistas no ahora, sino hace mucho declarábamos que no vivíamos en una verdadera democracia, sino en una dictadura de clase teledirigida por el fascismo español y legitimada por las organizaciones obreras tradicionales rubricando una traición anunciada a su clase. Y dado que no pedíamos un proceso constituyente antes, tampoco lo vamos a pedir ahora. La ruptura democrática sólo se puede lograr a través del desarrollo de las organizaciones obreras, el movimiento popular y un nuevo poder emergente que se imponga y extinga todos y cada uno de los viejos aparatos de represión y explotación.
De la misma forma que la clase burguesa está organizada, estructurada y armada, nuestro primer deber es articularnos como clase de la misma forma. No queremos una nueva constitución redactada por pequeños burgueses y burócratas, que son los que de repente se preocupan por el paro, los desahucios y la miseria, porque están siendo dejados de lado por el orden burgués, ellos dicen “no hay pan para tanto chorizo”, pero la realidad es que siempre hubo tanto chorizo y los chorizos lo que dicen es que “no hay pan para tanta comparsa”.
El problema no es la corrupción, ni las libertades básicas, es el sistema capitalista, las leyes económicas que los burgueses se han ocupado de esconder a los trabajadores, el proceso de acumulación capitalista y sus crisis cíclicas, la explotación a los trabajadores, el capital monopolista de estado y el terrible imperialismo que no es otra cosa que la guerra.
Basta ya de ir al congreso a pedir qué y a pedir a quién. Cuántas veces la burguesía tiene que respondernos con porras, lágrimas y sangre para entender que no representan nuestros intereses. Nosotros y nosotras mismas podemos dirimir nuestro propio futuro.
Si de verdad queremos luchar contra la corrupción y queremos alcanzar libertades básicas, si de verdad queremos garantizar el derecho a la vivienda y al trabajo, si de verdad queremos tener un futuro de progreso, el pueblo necesita estructuras de poder popular, organizaciones revolucionarias que den cara y combatan sin tregua a la clase dominante. El control obrero de la economía y la producción, la economía planificada para satisfacer nuestras necesidades, expropiar a quienes nos expropian la vida.
Constituyamos un nuevo proceso, un proceso revolucionario.
Nuestra propuesta se resume en tres necesidades básicas: Organización, revolución, socialismo.