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    Los números son rojos para los rojos, pero....

    SoulBored
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    Los números son rojos para los rojos, pero.... Empty Los números son rojos para los rojos, pero....

    Mensaje por SoulBored Jue Ago 19, 2010 8:49 pm

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    Hace días me enteré de que unos avispados jóvenes con ansias de llegar a ser campeones en cine fantástico, habían lanzado a través de Internet un mensaje, en el que se comprometían a conceder a aquellos ciudadanos que quisieran convertirse en inversionistas, parte de los derechos de autor que generase una película salida de su factoría (absolutamente desconocida y casi amateur), en cantidad proporcional al dinero entregado para dicha producción, dando para ello una nota bancario, acusando recibo del efectivo enviado, y remitiendo a los entusiastas del proyecto el correspondiente documento legalizado, en el que aseguraban que aquellos que ingresaran unos cientos de euros (en algunos casos hubo quien extendió un cheque por varios miles), figurarían en el reparto de beneficios, una vez estrenado el film en cuestión.

    Lo más curioso es que, en poco menos de dos meses, a través de la cada vez más vigilada Red de Redes, utilizando este medio como plataforma de promoción y búsqueda de socios, los avispados muchachos han logrado UN MILLÓN DE EUROS (sí, un kilo, camaradas), que es lo mismo que decir que habían tocado el corazón y el bolsillo de mil ciudadanos, que transfirieron a la cuenta de los jóvenes cineastas unos mil euros por barba. El que la sigue la consigue, dice el refrán, y quien cree en este tipo de proyectos, no pierde mucho con imaginar y poner en marcha esa forma tan original de financiación; si llegan a dirigirse al Ministerio de Cultura de la señorita Pepis, digo de González-Sinde, no hubieran obtenido tal ayuda. ¿Qué lección podemos extraer del caso?

    Para mí, es sencillo. Miles de personas que no conocen de nada a unos chavales que solicitan pasta por Internet, poniendo los medios para ratificar la veracidad del proyecto, consiguen una cantidad que jamás los propósitos y planes de la izquierda han imaginado reunir, en mil trabajos emprendidos, tal vez porque no prometemos algo tangible sino, como mucho, una plataforma para mantener alto el pabellón de quienes creemos en lo público antes que en lo privado, para tratar de que el mundo sea mejor.

    Es lamentable que en los portales de información alternativa (aunque no le agrade el término a mi querido amigo y colega Pascual Serrano) no se haya conseguido siquiera la certeza de que seguiremos en la red pese a quien pese. No somos los rojos muy dadivosos con nuestros medios; parece como si, además de adquirir diarios y ver noticieros que sabemos van a repugnar la conciencia de cualquier ciudadano que espera objetividad, nos importase un carajo que se fueran al infierno las Rebeliones, los Insurgentes, los Kaos y los Nodos 50 con su Red Voltaire entera, Diagonal o Tele-K. ¿Soy muy duro? Creo que no.

    Reconozcamos humildemente que no hemos nacido para enfrentar grandes proyectos sólidos, ni siquiera en el terreno político. Con tanta ortodoxia, tanto debate pesado y cansino sobre líderes comunistas, asesinados o no, se nos pasa el tiempo mientras creemos que la conciencia nos dice que ha pasado por el lavado, el aclarado y el centrifugado. Como si fuera fundamental caminar por la vida leyendo debates, releyendo tesis sobre el sadismo de Stalin, buscando pajas en el ojo venezolano, señalando un error del sandinismo, mientras otros sacan a Trostky, como quien blande un misal, para sospechar del vicepresidente de Bolivia, para acusar a Evo de anti obrero, en tanto alguno más escribe que el leninismo ya no tiene futuro, o los menos opinan que hay que reinterpretar el marxismo. No podemos pasarnos media existencia dándonos latigazos. Para cuatro pueblos donde hay alcaldes de izquierda, para cinco naciones latinoamericanas que intentan caminar, con todos los errores lógicos que se cometen, por la senda del anti capitalismo, no hay un solo día en el que el listo de turno, el más puro y ortodoxo del barrio, se rasga las vestiduras y sale bufando por peteneras porque no admite que haya etapas en las que se exige utilizar técnicas de mercado para asegurar la sanidad, educación, transporte y vivienda públicas.

    Lo infantil es (respetando el inalienable derecho a la autocrítica, pero despreciando la difamación y la falsa información) vivir en la permanente duda sobre los procesos revolucionarios, cuando la historia nos ha demostrado que, al menor descuido (Honduras es el ejemplo más notorio y ya nadie piensa en el golpe fascista de Micheletti) los militares se hacen con el poder, en tanto los rojos seguimos tirándonos los fascículos y las teorías a la cabeza, diciendo “Vade retro, estalinista de los huevos”, “Que te jodan, trostkista de mierda”, “Ese es un leninista revisionista”, “No trago a los anarquistas”, y demás “reflexiones” de cientos de militantes y lectores de Kaos, en este caso. ¿Para qué queremos enemigos, teniendo un plantel de teóricos de ese calibre?

    Los rojos somos incapaces de convencer a diez mil camaradas para, con 100 euros por barba, obtener un monto económico que nos permitiera lanzarnos a organizar una radio, una TV y un portal en condiciones, desde donde dar la vara a tanta web neo franquista, a tanta CIA y a tanta monarquía, a tanto diario manipulador, aunque sea un trabajo ímprobo. El ejemplo formidable de las webs nombradas anteriormente, más los casos de Cubainformación, de la Red Blogueros y Corresponsales de la Revolución (con casi mil periodistas de todo el mundo aportando escritos), de pequeñas emisoras locales en Euskadi, Canarias, Catalunya, Valencia y pocas más, o de esa publicación tan profesional o más que Le Monde o Liberation como es Diagonal, cuyos currantes demuestran en cada número que saben lo que es el periodismo objetivo, riguroso y valiente, al servicio del ciudadano, reconfortan y animan a quien escribe estas líneas para pedir más colaboración, más esfuerzo, más pequeños sacrificios y menos cañas en la terraza, cubatas en el bar de nuestros troncos y fiestas en las que se disfruta, se bebe, se come, se dicen cosas, pero no se decide nada. Mucha hipótesis, mucha reflexión, y a la hora del empirismo nos vamos de vinos, a discutir sobre la última putada del gobierno de Zapatero.

    Los casos mentados son buena prueba de cómo se sobrevive a pesar del pesimismo, de la duda constante, del escepticismo militante de millones de izquierdistas, que creen que quienes están detrás y delante del formidable portal, viven del aire, o en sus ratos libres trabaja gratis porque les hace ilusión, como en los casos de Kaos, Insurgente, etc., que necesitan aportaciones mínimas para subsistir malamente.

    Nuestro compromiso como lectores y militantes, como camaradas y compañeros convencidos de que el capitalismo del siglo XXI no es sino un nazismo disfrazado, debe llevarnos a varias conclusiones. La primera es dejar tanta mala conciencia, tanta falsa crítica, tanto masoquismo y avanzar animando a quienes “se lo curran con nada y sin cobrar”. La segunda, convencernos de que debemos y podemos mantener, con muy poco dinero de nuestra parte, mil y un proyectos que hoy duermen en las gavetas de militantes, que un día dejaron en la basura su dosis de confianza en los programas de la izquierda, porque la corrupción moral y económica de cientos de compañeros nos llevó al desánimo y la indiferencia. La tercera, que hay que reorganizarse en todos los lugares, que hay que volver a militar en serio, con responsabilidad y compromiso.

    La izquierda debe despertar del letargo. La izquierda debe aprender del caso que ha motivado este escrito. Unos jóvenes sin nada en las manos, excepto una película en proyecto, han removido los bolsillos y el entusiasmo de mil inversionistas (tal vez creyendo que podrán sacar jugo a sus euros) para realizar un film, que para colmo, narrará una historia de ciencia ficción, que no es tanto: los nazis habían llegado a la Luna en los años 40 y desde allí regresan hoy a la Tierra para terminar su misión. Más real, imposible.

    Lo que me jode, es que eso no se nos ha ocurrido a ninguno de nosotros. ¿Será porque no buscamos un beneficio personal?

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