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    "Ser guevarista hoy en Bolivia es entregarse al proceso de cambios que lidera Evo"

    Platon
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    Mensaje por Platon Vie Jun 08, 2012 7:18 pm

    "Ser guevarista hoy en Bolivia es entregarse al proceso de cambios que lidera Evo" 42477_gd

    En una clara y fría noche del 2008, Antonio Peredo Leigue nos recibió en su casa, un modesto apartamento en una moderna urbanización de la ciudad de La Paz. Era entonces senador de la República de Bolivia —todavía no se había aprobado constitucionalmente el Estado Plurinacional— por el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos del Movimiento al Socialismo (IPSP-MAS), que dos años antes había triunfado en las elecciones generales y llevado a la primera magistratura a Evo Morales Ayma.

    La cita respondía al proceso de investigación para la escritura del libro Evo, espuma de plata, que recorrió los avatares de la lucha y ascensión del líder de los cocaleros del Chapare y las dificultades que este debió sortear durante los inicios de la gestión presidencial al frente del proceso de cambios. De modo que varios tópicos de la conversación formaron parte del material contenido en el libro.

    Pero no podíamos sustraernos al magnetismo del propio perfil biográfico del entrevistado: hermano de Inti (Guido) y Coco (Roberto), valientes compañeros de la guerrilla del Comandante Ernesto Guevara, él mismo, militante revolucionario de larga trayectoria, protagonista y testigo de momentos cruciales de la historia de la Bolivia contemporánea.

    Don Antonio falleció en La Paz el sábado 2 de junio del 2012. En su memoria publicamos una síntesis de la entrevista que nos concedió en aquella oportunidad. Sus vivencias merecen ser compartidas. Sus juicios permanecen vigentes.

    ¿Cuándo y dónde nació?

    El 12 de enero de 1936, en Trinidad, en el departamento de Beni. Soy el mayor de los hermanos. Mis padres nos tuvieron en escalera. Después de mí, vino Emma Olga Elvira, a la que llamábamos la Gata. Murió en un accidente de tránsito en el 2004. Después de la guerrilla vivió la mayor parte del tiempo en Estados Unidos. Ella trabajaba en el Ministerio de la Agricultura, cuando unos individuos de la Inteligencia militar se le acercaron: "Mire, la hemos investigado, usted no anda en subversión, pero si sabe algo de sus hermanos no deje de comunicarlo". Marchó al exilio. En 1937 nació Inti; en 1938, Coco, y en 1941 Oswaldo, al que apodamos Chato. Coco fue producto de un embarazo gemelar frustrado en el parto, pues el hermano murió asfixiado. En quechua, a los mellizos les llaman tojo. Y la Gata, que era muy chiquita no podía pronunciar bien la palabra tojito. Decía coquito. De ahí vino lo de Coco. Tal vez para compensar la pérdida del otro mellizo, mi padre crió a Inti y a Coco, como si lo fueran. Los vestían iguales, y toda su vida la hicieron juntos.

    ¿Cómo era la relación suya con estos hermanos?

    Aunque les llevaba pocos años, me veían como si yo fuera mucho más viejo. Ellos desarrollaban una actividad física impresionante y yo más bien adopté hábitos sedentarios. Decían, medio en broma, que yo era el intelectual de la familia. Pero compartimos el crecimiento en los ideales de justicia y el credo en el triunfo del socialismo.

    ¿Cuándo comenzó su militancia revolucionaria?

    En la época estudiantil me sentí atraído por los aires de cambio de la época, que después resultaron no ser tales, pues como saben, la Revolución de 1952 se diluyó entre el populismo, el oportunismo y la presión de Estados Unidos para que en el hemisferio las izquierdas no triunfaran. A inicios de los 50, en Trinidad había un núcleo de simpatizantes comunistas y nos afiliamos al Partido. Como yo era el mayor, me eligieron secretario general. Le escribimos al Comité Central. ¿Y saben con quién vino la respuesta a nuestra afiliación? Nada menos que con Antonio Arguedas, que era sargento telegrafista. Volvimos a escribir a la dirección en La Paz diciendo qué clase de Partido es este que tiene a un milico en sus filas. Con el tiempo tuvimos una relación directa pero intermitente. Después de 1953 vine para La Paz. Ya no me parecía correcta la orientación del Partido y formé parte de un desgajamiento que se llamó Partido de Izquierda Revolucionaria.

    Desde los años sesenta se dedicó intensamente al periodismo, ¿no era una profesión arriesgada dada la época?

    Me hice periodista desde la primera juventud, en 1949, con 13 años, entré a una imprenta como aprendiz de tipógrafo; pero lo que se llama mantener columnas en diarios y revistas, en efecto, sucedió en los sesenta. Siempre que se ejerce el periodismo de opinión, en un país como este, se corren riesgos, pero al final te respetan, aun cuando te pongan en la mira, como pasó luego de que René Barrientos diera el golpe militar en 1964.

    ¿Algún momento difícil en particular?

    No fue cosa del periodismo, sino de la vida misma. En 1967 la actividad guerrillera en el Oriente se hizo notar y los militares sabían que mis hermanos estaban involucrados, por lo que sospechaban que yo también. En eso me manda a buscar Arguedas, que a la sazón era ministro del Interior, y me muestra unos dibujos. Ya habían capturado a Regis Debray y al argentino Ciro Roberto Bustos, con quienes confirmaron que el Che estaba al frente de la guerrilla. Bustos había hecho los dibujos. Y en uno de estos se veía a un hombre muy parecido a mí, de quien se suponía había facilitado el viaje de esos individuos desde La Paz hasta el teatro de operaciones. Asesinan poco después al Che. La orden vino de Estados Unidos. El Ejército de Liberación Nacional lucha por no desaparecer.

    Tuvo que salir de Bolivia, ¿no es así?

    Es cuando advierto que soy perseguido. Llamo a mi casa para saber cómo era la cosa. Desde temprano hay un automóvil al frente con dos tipos de civil que tienen el cabello muy recortado. Llamo a Mireya, la esposa de Coco, y le digo: "Quiero que lleves este mensaje a la dirección del movimiento. Me están persiguiendo. Entonces, las opciones son tres: salgo del país, me meto en la clandestinidad o me entrego. Y estoy dispuesto a hacer cualquiera de las tres, la que mejor convenga". Al día siguiente no me han contestado todavía. Entonces decidí agarrar el toro por las astas. A la hora del almuerzo, me fui a la casa de Arguedas. Le digo: "Me estás buscando, aquí estoy". "No Antonio, yo no te busco, te está buscando la Inteligencia Naval". Sé lo que estarán pensando; en un país sin salida al mar, nos dimos el lujo de contar con una fuerza represiva con tal denominación. Arguedas me dice: "Lo que tú tienes que hacer es irte de aquí". Respondo: "Imposible" "¿Por qué?" "No tengo plata, no tengo a dónde salir, no tengo plata para dejar mi casa". Y replica: "Aquí tienes tu pasaje, tu pasaporte, dinero para tu viaje, dinero para que dejes en tu casa. Viajas dentro de dos días". Y él me lleva hasta al aeropuerto. Arguedas fue un hombre muy contradictorio, de muchos misterios para mí, pese a que creí conocerlo. Me fui de Bolivia y llegué a Chile.

    ¿Fue entonces que habló con Salvador Allende?

    En efecto. Él era presidente del Senado. Me increpa: "¿Qué hace usted aquí? Sus hermanos peleando y usted aquí". No crean, me dio vergüenza. Pero entendió las circunstancias. Salvador poseía un excepcional sentido ético. Lo demostró el 11 de septiembre de 1973.

    ¿Es cierto que Arguedas pensó en usted para que hiciera público el Diario del Che en Bolivia?

    La historia es la siguiente. Arguedas y yo teníamos un amigo común, Lorenzo Carrí, un cronista deportivo argentino que llevaba muchos años en Bolivia. Lorenzo me cuenta que un día Arguedas, que seguía siendo ministro de Gobierno, toca la puerta de su departamento a las 9 de la noche y le pide que le guarde el embalaje de una máquina portátil de escribir. Revisa lo que había adentro y ve unas fotocopias y comienza a leer. Es un momento en que se sabía que el gobierno quería vender el diario del Che. Al día siguiente, Arguedas viene en la mañana: "Quiero pedirte un favor. Quiero que vayas a Chile pero por supuesto no puedes viajar directamente a Chile. ¿Dónde puedes viajar primero?" "Ah, puedo ir a la Argentina". "Pues, ándate a la Argentina y de ahí te vas a Chile. Entonces le entregas a Antonio esto y dile que estoy dispuesto a entregar el diario a Cuba". Lorenzo le dice que no, que ya deben saber en lo que anda Arguedas y que a él, a Lorenzo, le puede costar aquello la vida. La copia del Diario llegó a Cuba por otra vía, la de los compañeros de la revista chilena Punto Final. Hernán Uribe cuenta la historia en un libro.

    Usted creó la Fundación Ernesto Che Guevara. ¿Qué lo motivó?

    Las últimas décadas del siglo pasado se caracterizaron en Bolivia por el ascenso del neoliberalismo y la corrupción. En ese estado de cosas, los que se complotaron para asesinar al Che creían ser héroes y no villanos. Y hasta hubo gente supuestamente de izquierda que comenzó a renegar del legado del Che. Entendí que el pensamiento del Che era necesario para los combates que había que librar. Eso hubieran querido Inti y Coco. No hice más que ser fiel a ellos. La fórmula de una Fundación nos permitía operar con autonomía y, de paso, hacer política. No política de partido, sino política contingente. Hasta que aparece Evo Morales en el horizonte.

    ¿Por qué Evo Morales?

    Era un líder diferente. Eso se veía. En la Fundación éramos no más de 30 activistas, una cifra ínfima. Por el 2001 nos acercamos a Evo. Le dijimos: estamos dispuestos a hacer esto y esto es lo que podemos hacer. Para lo cual, no pedimos absolutamente nada. No queremos ser candidatos, no queremos nada. Bueno entonces, por favor por qué no me ayudas a formar la comisión para buscar un candidato para vicepresidente en las elecciones del 2002. Él quería a alguien que representara a la clase media. Entonces me dice: "Antonio, tú tienes que ir conmigo como vicepresidente". Me negué primero pero luego me convenció. Yo estoy seguro de que ganamos esos comicios, que nos los arrebataron. Pero, como dicen ustedes, lo que sucede, conviene. Si en el 2002 Evo llegaba conmigo a la Presidencia, nos hubieran tumbado en una semana. No estábamos totalmente preparados para gobernar en aquel momento.

    ¿Y después?

    Es historia conocida la de la incapacidad y el derrumbe del régimen neoliberal. Las luchas populares y la respuesta ante la represión dieron sus frutos. Las elecciones de finales del 2005 eran una victoria cantada, aunque debimos tomar previsiones, pues las fuerzas de la reacción siempre están dispuestas a todo para no perder el mazo. Álvaro García Linera encajó bien en la fórmula presidencial del MAS. Yo fui electo senador.

    ¿Cómo ve el futuro?

    No me gusta especular, más cuando he doblado el cabo de los 70 años. Para mí el futuro empieza en el presente, en lo que estamos haciendo ahora mismo, con un país que ha recuperado sus recursos naturales más importantes y donde la dignidad del ser humano es una noción que comienza a ser real. Creo que al Che le hubiera gustado ver esto. Insisto en que ser guevarista aquí y ahora es entregarse al proceso de cambios que lidera Evo. Yo me contento con haber estado presente en el principio de este camino. Es un camino muy difícil, es un camino que hasta puede costar mucha sangre. Pero siento que es un camino irreversible, siempre que no hagamos concesiones y estemos alertas.

    Fuente; Granma

      Fecha y hora actual: Vie Mayo 03, 2024 4:09 am