Esta cooperativa, que nació siendo de mujeres, produce fundamentalmente pasta integral para la venta en su comunidad (Palo Verde) y en la Feria del Consumo Familiar de Barquisimeto todos los fines de semana.
DIAGONAL: Los orígenes de vuestra cooperativa están en un comité de salud, ¿cómo fue?
GABRIELA: El cura de la comunidad [cercano a la teología de la liberación] nos animó a que las mujeres nos organizásemos. Vimos que la problemática más fuerte era la desnutrición, empezamos a investigar libros de medicinas naturales y vimos que la alimentación era fundamental. Nueve mujeres nos organizamos en el comité de salud natural 8 de Marzo y comenzamos a plantar hortalizas. No sabíamos cómo íbamos a prepararlas, se pidió a Cecosesola que nos apoyara con talleres de cocina, y los abrimos a más mamás de la comunidad. Ya llevábamos un tiempo en el comité y llegó un matrimonio italiano voluntario a la zona y nos prestó una máquina para hacer nuestra propia pasta. Luego entre todas compramos una, en 1985.
Como plantábamos hortalizas decidimos aprovecharlas y no hacer pasta blanca que era pura harina refinada. Sin orientación de nadie, les íbamos echando un día acelgas, otro espinacas, huevo... y así fuimos enriqueciendo esa pasta. Después nos dimos cuenta de la fibra que le faltaba y le fuimos agregando fibra integral y los vegetales sin colar, para que fuesen con su propia fibra. La venta de la pasta era para las mujeres del comité, no para vender, pero la feria de hortalizas de Cecosesola nos pidió que les enviásemos pasta para probarla, les gustó y con el boca a boca nos hizo propaganda.
D.: ¿Cómo dais el salto a un proceso productivo más serio?
G.: Cuando empezamos a hacer pasta de forma más comprometida para la feria, algunas compañeras no pudieron continuar porque los maridos no les dejaban y había también mucho machismo de los hijos. Nos quedamos cuatro. Yo participaba en el Movimiento Nacional Campesino Autogestionado y me preguntaron que por qué no hacíamos un proyecto con la pasta; ya llevábamos como tres o cuatro años haciendo pasta. No sabía nada de proyectos, lo hicimos y nos lo aprobó España, pero vimos que no lo podíamos gestionar todavía porque el grupo estaba muy flojo para ese compromiso. A los dos años tuvimos una reunión y vimos que estábamos preparadas; decidimos hacer el galpón [almacén] y comprar las primeras máquinas, eso fue en el ‘89.
D.: ¿Cómo es la organización dentro de Cecosesola?
G.: En Cecosesola hay hasta dos y tres reuniones cada día. Somos doce unidades de producción afiliadas a Cecosesola. En Sanare somos tres empresas de mujeres que procesan alimentos: nosotras; Moncar, que hace salsa de tomate y mermelada; y Bojó, que hacen panes integrales. Los otros grupos afiliados son de la parte agrícola, la mayoría son hombres, aunque también hay mujeres, y hacen reuniones de planificación, siembra, etc.
Ahora también tenemos reuniones de salud porque se está construyendo un hospital que es para beneficio de la comunidad y de los trabajadores de todas las organizaciones. También hay reuniones de gestión, gente que entra nueva a trabajar en la feria, vendiendo, y que vienen a visitarnos para que vayan conociendo las experiencias. Plan Local es una reunión quincenal de abastecimiento donde se da información para la parte de víveres y verduras: qué productos aumentaron, cuáles escasean, etc. También se lleva información de actividades que se van a hacer. Y también nos reunimos para divertirnos (risas).
D.: No es la típica relación comercial productora-vendedora...
YANIRA: No, para mí es como otra familia que uno tiene, para lo bueno y lo malo. En caso de enfermedad contamos con esos compañeros. También hacemos potes por si roban el carro de algunos de los conductores, potes de salud para emergencias y operaciones costosas, para pérdida de siembra... Cada grupo decide cuánto pueden aportar en cada pote y esa propuesta la llevan a una reunión que se llama Apoyo Mutuo, cada dos meses.
D.: ¿Cómo os organizáis vosotras?
Y.: Yo creo que aquí la organización es espontánea (risas), a medida de la necesidad. Tratamos de que los trabajos sean rotativos. Hoy puedo estar cortando pasta, mañana sellando, o puedo estar aquí atendiendo un pedido; hay encargadas pero el trabajo es de todas, se va a aprendiendo poco a poco en función del grupo o del trabajo. Para nosotras lo legal no es lo principal, lo básico es la solidaridad y el respeto, y a partir de ahí nos vamos organizando.
Ahora, para que un grupo se constituya, lo primero que hace es la parte legal y eso no es lo principal, por eso muchos grupos han decaído. El Gobierno estuvo apoyando muchas cooperativas con mucho dinero y esos grupos cayeron. Las cosas hay que construirlas desde abajo, de la base, no de arriba para abajo.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Ante-la-desnutricion-decidimos.html
DIAGONAL: Los orígenes de vuestra cooperativa están en un comité de salud, ¿cómo fue?
GABRIELA: El cura de la comunidad [cercano a la teología de la liberación] nos animó a que las mujeres nos organizásemos. Vimos que la problemática más fuerte era la desnutrición, empezamos a investigar libros de medicinas naturales y vimos que la alimentación era fundamental. Nueve mujeres nos organizamos en el comité de salud natural 8 de Marzo y comenzamos a plantar hortalizas. No sabíamos cómo íbamos a prepararlas, se pidió a Cecosesola que nos apoyara con talleres de cocina, y los abrimos a más mamás de la comunidad. Ya llevábamos un tiempo en el comité y llegó un matrimonio italiano voluntario a la zona y nos prestó una máquina para hacer nuestra propia pasta. Luego entre todas compramos una, en 1985.
Como plantábamos hortalizas decidimos aprovecharlas y no hacer pasta blanca que era pura harina refinada. Sin orientación de nadie, les íbamos echando un día acelgas, otro espinacas, huevo... y así fuimos enriqueciendo esa pasta. Después nos dimos cuenta de la fibra que le faltaba y le fuimos agregando fibra integral y los vegetales sin colar, para que fuesen con su propia fibra. La venta de la pasta era para las mujeres del comité, no para vender, pero la feria de hortalizas de Cecosesola nos pidió que les enviásemos pasta para probarla, les gustó y con el boca a boca nos hizo propaganda.
D.: ¿Cómo dais el salto a un proceso productivo más serio?
G.: Cuando empezamos a hacer pasta de forma más comprometida para la feria, algunas compañeras no pudieron continuar porque los maridos no les dejaban y había también mucho machismo de los hijos. Nos quedamos cuatro. Yo participaba en el Movimiento Nacional Campesino Autogestionado y me preguntaron que por qué no hacíamos un proyecto con la pasta; ya llevábamos como tres o cuatro años haciendo pasta. No sabía nada de proyectos, lo hicimos y nos lo aprobó España, pero vimos que no lo podíamos gestionar todavía porque el grupo estaba muy flojo para ese compromiso. A los dos años tuvimos una reunión y vimos que estábamos preparadas; decidimos hacer el galpón [almacén] y comprar las primeras máquinas, eso fue en el ‘89.
D.: ¿Cómo es la organización dentro de Cecosesola?
G.: En Cecosesola hay hasta dos y tres reuniones cada día. Somos doce unidades de producción afiliadas a Cecosesola. En Sanare somos tres empresas de mujeres que procesan alimentos: nosotras; Moncar, que hace salsa de tomate y mermelada; y Bojó, que hacen panes integrales. Los otros grupos afiliados son de la parte agrícola, la mayoría son hombres, aunque también hay mujeres, y hacen reuniones de planificación, siembra, etc.
Ahora también tenemos reuniones de salud porque se está construyendo un hospital que es para beneficio de la comunidad y de los trabajadores de todas las organizaciones. También hay reuniones de gestión, gente que entra nueva a trabajar en la feria, vendiendo, y que vienen a visitarnos para que vayan conociendo las experiencias. Plan Local es una reunión quincenal de abastecimiento donde se da información para la parte de víveres y verduras: qué productos aumentaron, cuáles escasean, etc. También se lleva información de actividades que se van a hacer. Y también nos reunimos para divertirnos (risas).
D.: No es la típica relación comercial productora-vendedora...
YANIRA: No, para mí es como otra familia que uno tiene, para lo bueno y lo malo. En caso de enfermedad contamos con esos compañeros. También hacemos potes por si roban el carro de algunos de los conductores, potes de salud para emergencias y operaciones costosas, para pérdida de siembra... Cada grupo decide cuánto pueden aportar en cada pote y esa propuesta la llevan a una reunión que se llama Apoyo Mutuo, cada dos meses.
D.: ¿Cómo os organizáis vosotras?
Y.: Yo creo que aquí la organización es espontánea (risas), a medida de la necesidad. Tratamos de que los trabajos sean rotativos. Hoy puedo estar cortando pasta, mañana sellando, o puedo estar aquí atendiendo un pedido; hay encargadas pero el trabajo es de todas, se va a aprendiendo poco a poco en función del grupo o del trabajo. Para nosotras lo legal no es lo principal, lo básico es la solidaridad y el respeto, y a partir de ahí nos vamos organizando.
Ahora, para que un grupo se constituya, lo primero que hace es la parte legal y eso no es lo principal, por eso muchos grupos han decaído. El Gobierno estuvo apoyando muchas cooperativas con mucho dinero y esos grupos cayeron. Las cosas hay que construirlas desde abajo, de la base, no de arriba para abajo.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Ante-la-desnutricion-decidimos.html