El forista sorge me escribe lo siguiente:
"...deberias de leerte las conclusiones sobre el problema nacional y colonial del Congreso de la Internacional Comunista de 1920 presentado por el camarada Lenin:.."
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En estas Tesis cree ver, sorge, el aval a su apoyo incondicional a regímenes Latinoamericanos como el de Correa y Morales.
Más adelante me remarca, luego de mi invitación a polemizar en este lugar:
"...Excelentisimo señor magoya, tengo las tres obras escogidas de Lenin publicadas por la editorial progreso, en fin que no tiro de enlance, deje de marear la perdiz, porque se de lo que estoy hablando, En fin que polemize lo que quiere, el informe final de Lenin lo tengo negro sobre blanco, por supuesto es de gran actualidad,..."
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No dudo de la gran actualidad de estos documentos históricos, esa es la razón por las que merecen un debate, contextualizándolos en la actual (quiero decir del hoy) situación política de los regímenes del Centro-Izquierda Latonoamericanos.
Transcribo el texto completo de aquellas Resoluciones, para ponerlas a consideración de él y los demás foristas.
Háganse las correspondientes críticas a la fuente utilizada, preséntense otras para su confrontación textual; y que comience el debate:
SEGUNDO CONGRESO- Julio de 1920
.....TESIS Y ADICIONES SOBRE LOS PROBLEMAS NACIONAL Y COLONIAL
1. A la democracia burguesa, por su naturaleza misma, le es propio un modo abstracto o
formal de plantear el problema de la igualdad en general, incluyendo la igualdad nacional. A
título de igualdad de la persona humana en general, la democracia burguesa proclama la
igualdad formal o jurídica entre el propietario y el proletario, entre el explotador y el
explotado, llevando así al mayor engaño a las clases oprimidas. La idea de la igualdad, que
en sí misma constituye un reflejo de las relaciones de la producción mercantil, viene a ser
en manos de la burguesía un arma de lucha contra la supresión de las clases bajo el pretexto
de una igualdad absoluta de las personas. El verdadero sentido de la reivindicación de la
igualdad no consiste sino en exigir la supresión de las clases.
2. De acuerdo con su tarea fundamental de luchar contra la democracia burguesa y de
desenmascarar la falsedad y la hipocresía de la misma, los partidos comunistas, intérpretes
conscientes de la lucha del proletariado por el derrocamiento del yugo de la burguesía,
deben, en lo referente al problema nacional, centrar también su atención, no en los
principios abstractos o formales, sino: 1) en apreciar con toda exactitud la situación
histórica concreta y, ante todo, la situación económica; 2) diferenciar con toda nitidez los
intereses de las clases oprimidas, de los trabajadores, de los explotados y el concepto
general de los intereses de toda la nación en su conjunto, que no es más que la expresión de
los intereses de la clase dominante; 3) asimismo deben dividir netamente las naciones en:
naciones, dependientes, sin igualdad de derechos, y naciones opresoras, explotadoras,
soberanas, por oposición a la mentira democrático-burguesa, la cual encubre la
esclavización colonial y financiera —cosa inherente a la época del capital financiero y del
imperialismo— de la enorme mayoría de la población de la tierra por una insignificante
minoría de países capitalistas riquísimos y avanzados.
3. La guerra imperialista de 1914-1918 ha puesto de relieve con particular claridad
ante todas las naciones y ante las clases oprimidas del mundo entero la mendacidad de la
fraseología democrático-burguesa, al demostrar en la práctica que el Tratado de Versalles
dictado por las decantadas “democracias occidentales” constituye una violencia aun más
feroz e infame sobre las naciones débiles que el Tratado de Brest-Litovsk impuesto por los
“junkers” alemanes y el kaiser. La Sociedad de las Naciones, así como toda la política de
- 167 -
posguerra de la Entente, ponen de manifiesto con mayor evidencia y de un modo más
tajante aun esta verdad, reforzando en todas partes la lucha revolucionaria, tanto del
proletariado de los países avanzados como de todas las masas trabajadoras de los países
coloniales y dependientes, y acelerando el desmoronamiento de las ilusiones nacionales
pequeñoburguesas sobre la posibilidad de la convivencia pacífica y de la igualdad nacional
bajo el capitalismo.
4. De las tesis esenciales arriba expuestas se desprende que la base de toda la política
de la Internacional Comunista, en lo que al problema nacional y colonial se refiere, debe
consistir en acercar a las masas proletarias y trabajadoras de todas las naciones y de todos
los países para la lucha revolucionaria común por el derrocamiento de los terratenientes y
de la burguesía, ya que sólo un acercamiento de esta clase garantiza el triunfo sobre el
capitalismo, sin el cual es imposible suprimir la opresión nacional y la desigualdad de
derechos.
5. La situación política mundial ha planteado ahora en la orden del día la dictadura
del proletariado, y todos los acontecimientos de la política mundial convergen de un modo
inevitable a un punto central, a saber: la lucha de la burguesía mundial contra la República
Soviética de Rusia, que de un modo ineluctable agrupa en su derredor, por una parte a los
movimientos soviéticos de los obreros de vanguardia de todos los países, y por otra todos
los movimientos de liberación nacional de los países coloniales y de las nacionalidades
oprimidas, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra
salvación que el triunfo del poder de los soviets sobre el imperialismo mundial.
6. Por lo tanto, en la actualidad no hay que limitarse a reconocer o proclamar
simplemente el acercamiento entre los trabajadores de las distintas naciones, sino que es
preciso desarrollar una política que lleve a cabo la unión más estrecha entre los
movimientos de liberación nacional y colonial con la Rusia soviética, haciendo que las
formas de esta unión estén en consonancia con los grados de desarrollo del movimiento
comunista en el seno del proletariado de cada país o del movimiento democrático-burgués
de liberación de los obreros y campesinos en los países atrasados o entre las nacionalidades
atrasadas. Trascrito por Célula II.
7. La federación es la forma de transición hacia la unidad completa de los
trabajadores de las diversas naciones. El principio federativo ha revelado ya en la práctica
su utilidad, tanto en las relaciones entre la República Federativa Socialista Soviética de
Rusia y las otras repúblicas soviéticas (de Hungría, de Finlandia, Letonia, en el pasado, y de
Azerbaidzhán, de Ucrania en el presente), como dentro de la misma R.F.S.S.R. en lo
- 168 -
referente a las nacionalidades que anteriormente carecerían tanto de Estado propio como
de autonomía (por ejemplo, las repúblicas autónomas de Bashkiria y Tataria dentro de la
R.F.S.S.R., fundadas en 1919 y 1920, respectivamente).
8. En este sentido la tarea de la Internacional Comunista consiste en seguir
desarrollando, así como en estudiar y comprobar en la experiencia estas nuevas
federaciones que surgen sobre la base del régimen y del movimiento soviéticos. Al
reconocer la federación como forma de transición hacia la unidad completa, es necesario
tender a estrechar cada vez la unión federativa, teniendo presente, en primer lugar, que sin
una alianza estrecha de las repúblicas soviéticas es imposible salvaguardar la existencia de
éstas dentro del cerco de las potencias imperialistas del mundo, incomparablemente más
poderosas en el plano militar; en segundo lugar, que es imprescindible una alianza
económica estrecha de las repúblicas soviéticas, sin lo cual no sería realizable la restauración
de las fuerzas productivas destruidas por el imperialismo ni se podría asegurar el bienestar
de los trabajadores; tercero, la tendencia a crear una economía mundial única, formando un
todo, regulada según un plan general por el proletariado de todas las naciones, tendencia
que ya se ha revelado con toda nitidez bajo el capitalismo y que sin duda alguna está
llamada a desarrollarse y triunfar bajo el socialismo.
9. En el terreno de las relaciones internas del Estado, la política nacional de la
Internacional Comunista no puede circunscribirse a un simple reconocimiento formal,
puramente declarativo y que en la práctica no obliga a nada, de la igualdad de las naciones,
cosa que hacen los demócratas burgueses, ya sea los que se confiesan francamente como
tales o los que, como los de la II Internacional, se encubren con el título de socialistas.
No sólo en toda su obra de agitación y propaganda —tanto desde la tribuna
parlamentaria como fuera de la misma— deben los partidos comunistas desenmascarar
implacablemente las violaciones continuas de la igualdad jurídica de las naciones y de las
garantías de los derechos de las minorías nacionales en todos los Estados capitalistas, a
despecho de sus constituciones “democráticas”, sino que deben también: 1) explicar
constantemente que el régimen soviético es el único capaz de proporcionar realmente la
igualdad de derechos de las naciones, al unificar primero al proletariado y luego a toda la
masa de los trabajadores en la lucha contra la burguesía; 2) es imprescindible que todos los
partidos comunistas presten una ayuda directa al movimiento revolucionario en las
naciones dependientes o en las que no gozan de derechos iguales (por ejemplo en Irlanda,
entre los negros de Estados Unidos, etc.) y en las colonias.
Sin esta última condición, de suma importancia, la lucha contra la opresión de las
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naciones dependientes y de los países coloniales, lo mismo que el reconocimiento de su
derecho a separarse y formar un Estado aparte, sigue siendo un rótulo embustero, como lo
vemos en los partidos de la II Internacional.
10. El reconocimiento verbal del internacionalismo y su sustitución efectiva, en toda
la propaganda y agitación, y en la labor práctica, por el nacionalismo y el pacifismo
pequeñoburgués, constituye el fenómeno más común, no sólo entre los partidos de la II
Internacional, sino también entre los que se retiraron de ella y a menudo incluso entre los
que ahora se denominan a sí mismos partidos comunistas. La lucha contra este mal, contra
los prejuicios nacionales pequeñoburgueses más arraigados, adquiere tanta mayor
importancia cuanto mayor es la palpitante actualidad de la tarea de trasformar la dictadura
del proletariado, convirtiéndola, de nacional (es decir, que existe en un solo país y que no es
capaz de determinar la política mundial) en internacional (es decir, en dictadura del
proletariado cuando menos en varios países avanzados, capaz de tener una influencia
decisiva sobre toda la política mundial). El nacionalismo pequeñoburgués proclama como
internacionalismo el mero reconocimiento de la igualdad derechos de las naciones, y nada
más (dejo a un lado el carácter puramente verbal de semejante reconocimiento),
manteniendo intacto el egoísmo nacional, en tanto que el internacionalismo proletario
exige: 1) la subordinación de los intereses de la lucha proletaria en un país a los intereses de
esta lucha en escala mundial; 2) que la nación que triunfa sobre la burguesía sea capaz y esté
dispuesta a hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital
internacional.
Así, pues, en los Estados ya completamente capitalistas en los que actúan partidos
obreros que son la verdadera vanguardia del proletariado, la tarea esencial y primordial
consiste en luchar contra las desviaciones oportunistas, pequeñoburguesas y pacifistas de la
concepción y de la política del internacionalismo.
11. En lo referente a los Estados y a las naciones más atrasados, donde predominan
las relaciones feudales, patriarcales o patriarcal-campesinas, es preciso tener sobre todo
presente:
1) La obligación de todos los partidos comunistas de ayudar al movimiento
democrático-burgués de liberación en esos países: el deber de prestar la ayuda más activa
incumbe, en primer término, a los obreros del país del cual, en el sentido colonial o
financiero, depende la nación atrasada;
2) La necesidad de luchar contra el clero y los demás elementos reaccionarios y
medievales que ejercen influencia en los países atrasados;
- 170 -
3) La necesidad de luchar contra el panislamismo y otras corrientes de esta índole que
tratan de combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y
americano con el fortalecimiento de las posiciones de los khanes, de los terratenientes, de
los mullhas, etc.;
4) La necesidad de apoyar especialmente el movimiento campesino en los países
atrasados contra los terratenientes, contra la gran propiedad territorial, contra toda clase de
manifestaciones o resabios del feudalismo, y esforzarse por dar al movimiento campesino el
carácter más revolucionario, realizando una alianza estrechísima entre el proletariado
comunista de la Europa occidental y el movimiento revolucionario de los campesinos de
Oriente, de los países coloniales y de los países atrasados en general; es indispensable, en
particular, realizar todos los esfuerzos para aplicar los principios esenciales del régimen
soviético en los países en que predominan las relaciones precapitalistas, por medio de la
creación de “soviets de trabajadores”, etc.;
5) La necesidad de luchar resueltamente contra los intentos hechos por los
movimientos de liberación, que no son en realidad ni comunistas ni revolucionarios, de
adoptar el color del comunismo; la Internacional Comunista debe apoyar los movimientos
revolucionarios en los países coloniales y atrasados, sólo a condición de que los elementos
de los futuros partidos proletarios, comunistas no sólo por su nombre, se agrupen y se
eduquen en todos los países atrasados en la conciencia de la misión especial que les
incumbe: luchar contra los movimientos democrático-burgueses dentro de sus naciones; la
Internacional Comunista debe sellar una alianza temporal con la democracia burguesa de
los países coloniales y atrasados, pero no debe fusionarse a ella y tiene que mantener
incondicionalmente la independencia del movimiento proletario incluso en sus formas más
embrionarias;
6) La necesidad de explicar infatigablemente y desenmascarar de continuo ante las
grandes masas trabajadoras de todos los países, sobre todo de los trabajadores, el engaño
que utilizan sistemáticamente las potencias imperialistas, las cuales, bajo el aspecto de
Estados políticamente independientes, crean en realidad Estados desde todo punto de vista
sojuzgados por ellos en el sentido económico, financiero y militar. Como un ejemplo
flagrante de los engaños practicados con la clase trabajadora en los países sometidos por los
esfuerzos combinados del imperialismo de los Aliados y de la burguesía de tal o cual
nación, podemos citar el asunto de los sionistas en Palestina, país en el que so pretexto de
crear un Estado judío, allí donde los judíos son una minoría insignificante, el sionismo ha
librado a la población autóctona de los trabajadores árabes a la explotación de Inglaterra.
- 171 -
En la situación internacional presente no hay para las naciones dependientes y débiles otra
salvación que la federación de repúblicas soviéticas.
12. La opresión secular de las nacionalidades coloniales y débiles por las potencias
imperialistas ha dejado entre las masas trabajadoras de los países oprimidos, no sólo un
rencor, sino también una desconfianza hacia las naciones opresoras en general,
comprendiendo al proletariado de estas naciones. La vil traición al socialismo por parte de
la mayoría de los jefes oficiales de ese proletariado durante los años de 1914 a 1919, cuando
de modo socialchovinista encubrían con la “defensa de la patria” la defensa del “derecho”
de “su propia” burguesía a oprimir las colonias y a expoliar a los países financieramente
dependientes, no ha podido dejar de acentuar esta desconfianza en todo sentido legítimo.
Por otra parte, cuanto más atrasado es un país tanto más pronunciados son la pequeña
producción agrícola, el estado patriarcal y el aislamiento, lo cual conduce de modo
ineludible a un desarrollo particularmente vigoroso y persistente de los prejuicios
pequeñoburgueses más arraigados, a saber: los prejuicios de egoísmo nacional, de estrechez
nacional. La extinción de esos prejuicios es necesariamente un proceso muy lento, puesto
que sólo pueden desaparecer después de la desaparición del imperialismo y el capitalismo
en los países avanzados y una vez que cambie radicalmente toda la base de la vida
económica de los países atrasados. De ahí surge el deber, para el proletariado comunista
consciente de todos los países, de demostrar circunspección y atención particulares frente a
las supervivencias de los sentimientos nacionales en los países y en las nacionalidades que
han sufrido una prolongadísima opresión; asimismo es su deber hacer ciertas concesiones
con el fin de apresurar la desaparición de esa desconfianza y esos prejuicios. La causa del
triunfo sobre el capitalismo no puede tener su remate eficaz si el proletariado, y luego todas
las masas trabajadoras de todos los países y naciones del mundo entero, no demuestran una
aspiración voluntaria a la alianza y a la unidad.
B. Tesis suplementarias
1. La determinación exacta de las relaciones de la Internacional comunista con el
movimiento revolucionario en los países que están dominados por el imperialismo
capitalista, en particular de la China, es uno de los problemas más importantes para el II
Congreso de la Internacional comunista. La revolución mundial entra en un período en el
cual es necesario un conocimiento exacto de esas relaciones. La gran guerra europea y sus
resultados han demostrado muy claramente que las masas de los países sometidos fuera de
- 172 -
los límites de Europa están vinculados de manera absoluta al movimiento proletario de
Europa y que esa es una consecuencia inevitable del capitalismo mundial centralizado.
2. Las colonias constituyen una de las principales fuentes de las fuerzas del
capitalismo europeo.
Sin la posesión de grandes mercados y de extensos territorios de explotación en las
colonias, las potencias capitalistas de Europa no podrían mantenerse mucho tiempo.
Inglaterra, fortaleza del imperialismo, superproduce desde hace más de un siglo. Sólo
si conquista territorios coloniales, mercados suplementarios para la venta de los productos
de superproducción y fuentes de materias primas para su creciente industria, Inglaterra
logró mantener, pese a sus cargas, su régimen capitalista.
Fue mediante la esclavitud de centenares de millones de habitantes de Asia y África
que el imperialismo inglés llegó a mantener hasta ahora al proletariado británico bajo la
dominación burguesa.
3. La plusvalía obtenida por la explotación de las colonias es uno de los apoyos del
capitalismo moderno. Mientras esta fuente de beneficios no sea suprimida, será difícil para
la clase obrera vencer al capitalismo.
Gracias a la posibilidad de explotar intensamente la mano de obra y las fuentes
naturales de materias primas de las colonias, las naciones capitalistas de Europa han
tratado, no sin éxito, de evitar por todos esos medios, su inminente bancarrota.
El imperialismo europeo logró en sus propios países hacer concesiones cada vez más
grandes a la aristocracia obrera. Mientras por una parte trata de mantener las condiciones
de vida de los obreros en los países sometidos a un nivel muy bajo, no retrocede ante
ningún sacrificio y consiente en sacrificar la plusvalía en sus propios países, pues aún le
queda la de las colonias.
4. La supresión por parte de la revolución proletaria del poderío colonial europeo
acabará con el capitalismo europeo. La revolución proletaria y la revolución de las colonias
deben aunarse, en una cierta medida, para la finalización victoriosa de la lucha. Por lo tanto,
la Internacional comunista tiene que ampliar el círculo de su actividad. Debe estrechar
relaciones con las fuerzas revolucionarias que tratan de destruir el imperialismo en los
países económica y políticamente dominados.
5. La Internacional comunista concentra la voluntad del proletariado revolucionario
mundial. Su tarea consiste en organizar a la clase obrera de todo el mundo para la
liquidación del orden capitalista y el establecimiento del comunismo.
La Internacional comunista es un instrumento de lucha que tiene por tarea agrupar a
- 173 -
todas las fuerzas revolucionarias del mundo.
La II Internacional, dirigida por un grupo de politiqueros y penetrada por
concepciones burguesas, no asignó ninguna importancia a la cuestión colonial. Para ella, el
mundo sólo existía dentro de los límites de Europa. No consideró la necesidad de vincular
al movimiento revolucionario de los otros continentes. En lugar de prestar ayuda material y
moral al movimiento revolucionario de las colonias, los miembros de la II Internacional se
convirtieron en imperialistas.
6. El imperialismo extranjero que pesa sobre los pueblos orientales, les ha impedido
desarrollarse en el orden social y económico, simultáneamente con las clases de Europa y
América.
Debido a que la política imperialista obstaculizó el desarrollo industrial de las
colonias, no pudo surgir una clase proletaria en el sentido exacto del término, si bien, en
estos últimos tiempos, las artesanías locales han sido destruidas por la competencia de los
productos de las industrias centralizadas de los países imperialistas.
La consecuencia de esto fue que la gran mayoría del pueblo se vio relegada al campo
y obligada a dedicarse al trabajo agrícola y a la producción de materias primas para la
exportación. Izquierda Revolucionaria.
Así se produjo una rápida concentración de la propiedad agraria en manos ya sea de
los grandes propietarios fundiarios, del capital financiero o del Estado, y se creó una
poderosa masa de campesinos sin tierra. Además, la gran masa de la población fue
mantenida en la ignorancia.
El resultado de esta política es evidente: en aquellos países donde el espíritu
revolucionario se manifiesta, sólo encuentra su expresión en la clase media cultivada.
La dominación extranjera obstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas económicas.
Por eso su destrucción es el primer paso de la revolución en las colonias y por eso la ayuda
aportada a la destrucción del poder extranjero en las colonias no es, en realidad, una ayuda
al movimiento nacionalista de la burguesía indígena sino la apertura del camino para el
propio proletariado oprimido.
7. En los países oprimidos existen dos movimientos que cada día se separan más: el
primero es el movimiento burgués democrático nacionalista que tiene un programa de
independencia política y de orden burgués; el otro es el de los campesinos y obreros
ignorantes y pobres que luchan por su emancipación de todo tipo de explotación.
El primero intenta dirigir al segundo y en cierta medida lo logró con frecuencia. Pero
la Internacional comunista y los partidos adheridos deben combatir esta tendencia y tratar
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de desarrollar el sentimiento de clase independiente en las masas obreras de las colonias.
Al respecto, una de las tareas más importantes es la formación de partidos
comunistas que organicen a los obreros y los campesinos y los conduzcan a la revolución y
al establecimiento de la república sovietista.
8. Las fuerzas del movimiento de emancipación en las colonias no están limitadas al
pequeño círculo del nacionalismo burgués democrático. En la mayoría de las colonias, ya
hay un movimiento social-revolucionario o partidos comunistas vinculados estrechamente
con las masas obreras. Las relaciones de la Internacional comunista con el movimiento
revolucionario de las colonias deben servir a esos partidos o a esos grupos, pues son la
vanguardia de la clase obrera. Si bien actualmente son débiles, representan, sin embargo, la
voluntad de las masas, y éstas los seguirán por el camino revolucionario. Los partidos
comunistas de los diferentes países imperialistas deben trabajar en contacto con esos
partidos proletarios en las colonias y prestarles ayuda moral y material.
9. La revolución en las colonias, en su primer estadio, no puede ser una revolución
comunista, pero si desde su comienzo la dirección está en manos de una vanguardia
comunista, las masas no se desorientarán y en los diferentes períodos del movimiento su
experiencia revolucionaria irá aumentando.
Sería un gran error pretender aplicar inmediatamente en los países orientales los
principios comunistas respecto a la cuestión agraria. En su primer estadio, la revolución en
las colonias debe tener un programa que incluya reformas pequeño-burguesas tales como el
reparto de la tierra. Pero eso no significa necesariamente que la dirección de la revolución
deba ser abandonada en manos de la democracia burguesa. Por el contrario, el partido
proletario debe desarrollar una propaganda poderosa y sistemática en favor de los soviets, y
organizar los soviets de campesinos y de obreros. Esos soviets deberán trabajar en estrecha
colaboración con las repúblicas sovietistas de los países capitalistas adelantados para lograr
la victoria final sobre el capitalismo en todo el mundo.
De ese modo, las masas de los países atrasados, conducidas por el proletariado
consciente de los países capitalistas desarrollados, accederán al comunismo sin pasar por
los diferentes estadios del desarrollo capitalista.
- 175 -
LOS CUATRO PRIMEROS CONGRESOS DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
Ediciones digitales Izquierda Revolucionaria/Transcripción de Celula2/Versión Mayo 2008
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Saludos.
"...deberias de leerte las conclusiones sobre el problema nacional y colonial del Congreso de la Internacional Comunista de 1920 presentado por el camarada Lenin:.."
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En estas Tesis cree ver, sorge, el aval a su apoyo incondicional a regímenes Latinoamericanos como el de Correa y Morales.
Más adelante me remarca, luego de mi invitación a polemizar en este lugar:
"...Excelentisimo señor magoya, tengo las tres obras escogidas de Lenin publicadas por la editorial progreso, en fin que no tiro de enlance, deje de marear la perdiz, porque se de lo que estoy hablando, En fin que polemize lo que quiere, el informe final de Lenin lo tengo negro sobre blanco, por supuesto es de gran actualidad,..."
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No dudo de la gran actualidad de estos documentos históricos, esa es la razón por las que merecen un debate, contextualizándolos en la actual (quiero decir del hoy) situación política de los regímenes del Centro-Izquierda Latonoamericanos.
Transcribo el texto completo de aquellas Resoluciones, para ponerlas a consideración de él y los demás foristas.
Háganse las correspondientes críticas a la fuente utilizada, preséntense otras para su confrontación textual; y que comience el debate:
SEGUNDO CONGRESO- Julio de 1920
.....TESIS Y ADICIONES SOBRE LOS PROBLEMAS NACIONAL Y COLONIAL
1. A la democracia burguesa, por su naturaleza misma, le es propio un modo abstracto o
formal de plantear el problema de la igualdad en general, incluyendo la igualdad nacional. A
título de igualdad de la persona humana en general, la democracia burguesa proclama la
igualdad formal o jurídica entre el propietario y el proletario, entre el explotador y el
explotado, llevando así al mayor engaño a las clases oprimidas. La idea de la igualdad, que
en sí misma constituye un reflejo de las relaciones de la producción mercantil, viene a ser
en manos de la burguesía un arma de lucha contra la supresión de las clases bajo el pretexto
de una igualdad absoluta de las personas. El verdadero sentido de la reivindicación de la
igualdad no consiste sino en exigir la supresión de las clases.
2. De acuerdo con su tarea fundamental de luchar contra la democracia burguesa y de
desenmascarar la falsedad y la hipocresía de la misma, los partidos comunistas, intérpretes
conscientes de la lucha del proletariado por el derrocamiento del yugo de la burguesía,
deben, en lo referente al problema nacional, centrar también su atención, no en los
principios abstractos o formales, sino: 1) en apreciar con toda exactitud la situación
histórica concreta y, ante todo, la situación económica; 2) diferenciar con toda nitidez los
intereses de las clases oprimidas, de los trabajadores, de los explotados y el concepto
general de los intereses de toda la nación en su conjunto, que no es más que la expresión de
los intereses de la clase dominante; 3) asimismo deben dividir netamente las naciones en:
naciones, dependientes, sin igualdad de derechos, y naciones opresoras, explotadoras,
soberanas, por oposición a la mentira democrático-burguesa, la cual encubre la
esclavización colonial y financiera —cosa inherente a la época del capital financiero y del
imperialismo— de la enorme mayoría de la población de la tierra por una insignificante
minoría de países capitalistas riquísimos y avanzados.
3. La guerra imperialista de 1914-1918 ha puesto de relieve con particular claridad
ante todas las naciones y ante las clases oprimidas del mundo entero la mendacidad de la
fraseología democrático-burguesa, al demostrar en la práctica que el Tratado de Versalles
dictado por las decantadas “democracias occidentales” constituye una violencia aun más
feroz e infame sobre las naciones débiles que el Tratado de Brest-Litovsk impuesto por los
“junkers” alemanes y el kaiser. La Sociedad de las Naciones, así como toda la política de
- 167 -
posguerra de la Entente, ponen de manifiesto con mayor evidencia y de un modo más
tajante aun esta verdad, reforzando en todas partes la lucha revolucionaria, tanto del
proletariado de los países avanzados como de todas las masas trabajadoras de los países
coloniales y dependientes, y acelerando el desmoronamiento de las ilusiones nacionales
pequeñoburguesas sobre la posibilidad de la convivencia pacífica y de la igualdad nacional
bajo el capitalismo.
4. De las tesis esenciales arriba expuestas se desprende que la base de toda la política
de la Internacional Comunista, en lo que al problema nacional y colonial se refiere, debe
consistir en acercar a las masas proletarias y trabajadoras de todas las naciones y de todos
los países para la lucha revolucionaria común por el derrocamiento de los terratenientes y
de la burguesía, ya que sólo un acercamiento de esta clase garantiza el triunfo sobre el
capitalismo, sin el cual es imposible suprimir la opresión nacional y la desigualdad de
derechos.
5. La situación política mundial ha planteado ahora en la orden del día la dictadura
del proletariado, y todos los acontecimientos de la política mundial convergen de un modo
inevitable a un punto central, a saber: la lucha de la burguesía mundial contra la República
Soviética de Rusia, que de un modo ineluctable agrupa en su derredor, por una parte a los
movimientos soviéticos de los obreros de vanguardia de todos los países, y por otra todos
los movimientos de liberación nacional de los países coloniales y de las nacionalidades
oprimidas, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra
salvación que el triunfo del poder de los soviets sobre el imperialismo mundial.
6. Por lo tanto, en la actualidad no hay que limitarse a reconocer o proclamar
simplemente el acercamiento entre los trabajadores de las distintas naciones, sino que es
preciso desarrollar una política que lleve a cabo la unión más estrecha entre los
movimientos de liberación nacional y colonial con la Rusia soviética, haciendo que las
formas de esta unión estén en consonancia con los grados de desarrollo del movimiento
comunista en el seno del proletariado de cada país o del movimiento democrático-burgués
de liberación de los obreros y campesinos en los países atrasados o entre las nacionalidades
atrasadas. Trascrito por Célula II.
7. La federación es la forma de transición hacia la unidad completa de los
trabajadores de las diversas naciones. El principio federativo ha revelado ya en la práctica
su utilidad, tanto en las relaciones entre la República Federativa Socialista Soviética de
Rusia y las otras repúblicas soviéticas (de Hungría, de Finlandia, Letonia, en el pasado, y de
Azerbaidzhán, de Ucrania en el presente), como dentro de la misma R.F.S.S.R. en lo
- 168 -
referente a las nacionalidades que anteriormente carecerían tanto de Estado propio como
de autonomía (por ejemplo, las repúblicas autónomas de Bashkiria y Tataria dentro de la
R.F.S.S.R., fundadas en 1919 y 1920, respectivamente).
8. En este sentido la tarea de la Internacional Comunista consiste en seguir
desarrollando, así como en estudiar y comprobar en la experiencia estas nuevas
federaciones que surgen sobre la base del régimen y del movimiento soviéticos. Al
reconocer la federación como forma de transición hacia la unidad completa, es necesario
tender a estrechar cada vez la unión federativa, teniendo presente, en primer lugar, que sin
una alianza estrecha de las repúblicas soviéticas es imposible salvaguardar la existencia de
éstas dentro del cerco de las potencias imperialistas del mundo, incomparablemente más
poderosas en el plano militar; en segundo lugar, que es imprescindible una alianza
económica estrecha de las repúblicas soviéticas, sin lo cual no sería realizable la restauración
de las fuerzas productivas destruidas por el imperialismo ni se podría asegurar el bienestar
de los trabajadores; tercero, la tendencia a crear una economía mundial única, formando un
todo, regulada según un plan general por el proletariado de todas las naciones, tendencia
que ya se ha revelado con toda nitidez bajo el capitalismo y que sin duda alguna está
llamada a desarrollarse y triunfar bajo el socialismo.
9. En el terreno de las relaciones internas del Estado, la política nacional de la
Internacional Comunista no puede circunscribirse a un simple reconocimiento formal,
puramente declarativo y que en la práctica no obliga a nada, de la igualdad de las naciones,
cosa que hacen los demócratas burgueses, ya sea los que se confiesan francamente como
tales o los que, como los de la II Internacional, se encubren con el título de socialistas.
No sólo en toda su obra de agitación y propaganda —tanto desde la tribuna
parlamentaria como fuera de la misma— deben los partidos comunistas desenmascarar
implacablemente las violaciones continuas de la igualdad jurídica de las naciones y de las
garantías de los derechos de las minorías nacionales en todos los Estados capitalistas, a
despecho de sus constituciones “democráticas”, sino que deben también: 1) explicar
constantemente que el régimen soviético es el único capaz de proporcionar realmente la
igualdad de derechos de las naciones, al unificar primero al proletariado y luego a toda la
masa de los trabajadores en la lucha contra la burguesía; 2) es imprescindible que todos los
partidos comunistas presten una ayuda directa al movimiento revolucionario en las
naciones dependientes o en las que no gozan de derechos iguales (por ejemplo en Irlanda,
entre los negros de Estados Unidos, etc.) y en las colonias.
Sin esta última condición, de suma importancia, la lucha contra la opresión de las
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naciones dependientes y de los países coloniales, lo mismo que el reconocimiento de su
derecho a separarse y formar un Estado aparte, sigue siendo un rótulo embustero, como lo
vemos en los partidos de la II Internacional.
10. El reconocimiento verbal del internacionalismo y su sustitución efectiva, en toda
la propaganda y agitación, y en la labor práctica, por el nacionalismo y el pacifismo
pequeñoburgués, constituye el fenómeno más común, no sólo entre los partidos de la II
Internacional, sino también entre los que se retiraron de ella y a menudo incluso entre los
que ahora se denominan a sí mismos partidos comunistas. La lucha contra este mal, contra
los prejuicios nacionales pequeñoburgueses más arraigados, adquiere tanta mayor
importancia cuanto mayor es la palpitante actualidad de la tarea de trasformar la dictadura
del proletariado, convirtiéndola, de nacional (es decir, que existe en un solo país y que no es
capaz de determinar la política mundial) en internacional (es decir, en dictadura del
proletariado cuando menos en varios países avanzados, capaz de tener una influencia
decisiva sobre toda la política mundial). El nacionalismo pequeñoburgués proclama como
internacionalismo el mero reconocimiento de la igualdad derechos de las naciones, y nada
más (dejo a un lado el carácter puramente verbal de semejante reconocimiento),
manteniendo intacto el egoísmo nacional, en tanto que el internacionalismo proletario
exige: 1) la subordinación de los intereses de la lucha proletaria en un país a los intereses de
esta lucha en escala mundial; 2) que la nación que triunfa sobre la burguesía sea capaz y esté
dispuesta a hacer los mayores sacrificios nacionales en aras del derrocamiento del capital
internacional.
Así, pues, en los Estados ya completamente capitalistas en los que actúan partidos
obreros que son la verdadera vanguardia del proletariado, la tarea esencial y primordial
consiste en luchar contra las desviaciones oportunistas, pequeñoburguesas y pacifistas de la
concepción y de la política del internacionalismo.
11. En lo referente a los Estados y a las naciones más atrasados, donde predominan
las relaciones feudales, patriarcales o patriarcal-campesinas, es preciso tener sobre todo
presente:
1) La obligación de todos los partidos comunistas de ayudar al movimiento
democrático-burgués de liberación en esos países: el deber de prestar la ayuda más activa
incumbe, en primer término, a los obreros del país del cual, en el sentido colonial o
financiero, depende la nación atrasada;
2) La necesidad de luchar contra el clero y los demás elementos reaccionarios y
medievales que ejercen influencia en los países atrasados;
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3) La necesidad de luchar contra el panislamismo y otras corrientes de esta índole que
tratan de combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y
americano con el fortalecimiento de las posiciones de los khanes, de los terratenientes, de
los mullhas, etc.;
4) La necesidad de apoyar especialmente el movimiento campesino en los países
atrasados contra los terratenientes, contra la gran propiedad territorial, contra toda clase de
manifestaciones o resabios del feudalismo, y esforzarse por dar al movimiento campesino el
carácter más revolucionario, realizando una alianza estrechísima entre el proletariado
comunista de la Europa occidental y el movimiento revolucionario de los campesinos de
Oriente, de los países coloniales y de los países atrasados en general; es indispensable, en
particular, realizar todos los esfuerzos para aplicar los principios esenciales del régimen
soviético en los países en que predominan las relaciones precapitalistas, por medio de la
creación de “soviets de trabajadores”, etc.;
5) La necesidad de luchar resueltamente contra los intentos hechos por los
movimientos de liberación, que no son en realidad ni comunistas ni revolucionarios, de
adoptar el color del comunismo; la Internacional Comunista debe apoyar los movimientos
revolucionarios en los países coloniales y atrasados, sólo a condición de que los elementos
de los futuros partidos proletarios, comunistas no sólo por su nombre, se agrupen y se
eduquen en todos los países atrasados en la conciencia de la misión especial que les
incumbe: luchar contra los movimientos democrático-burgueses dentro de sus naciones; la
Internacional Comunista debe sellar una alianza temporal con la democracia burguesa de
los países coloniales y atrasados, pero no debe fusionarse a ella y tiene que mantener
incondicionalmente la independencia del movimiento proletario incluso en sus formas más
embrionarias;
6) La necesidad de explicar infatigablemente y desenmascarar de continuo ante las
grandes masas trabajadoras de todos los países, sobre todo de los trabajadores, el engaño
que utilizan sistemáticamente las potencias imperialistas, las cuales, bajo el aspecto de
Estados políticamente independientes, crean en realidad Estados desde todo punto de vista
sojuzgados por ellos en el sentido económico, financiero y militar. Como un ejemplo
flagrante de los engaños practicados con la clase trabajadora en los países sometidos por los
esfuerzos combinados del imperialismo de los Aliados y de la burguesía de tal o cual
nación, podemos citar el asunto de los sionistas en Palestina, país en el que so pretexto de
crear un Estado judío, allí donde los judíos son una minoría insignificante, el sionismo ha
librado a la población autóctona de los trabajadores árabes a la explotación de Inglaterra.
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En la situación internacional presente no hay para las naciones dependientes y débiles otra
salvación que la federación de repúblicas soviéticas.
12. La opresión secular de las nacionalidades coloniales y débiles por las potencias
imperialistas ha dejado entre las masas trabajadoras de los países oprimidos, no sólo un
rencor, sino también una desconfianza hacia las naciones opresoras en general,
comprendiendo al proletariado de estas naciones. La vil traición al socialismo por parte de
la mayoría de los jefes oficiales de ese proletariado durante los años de 1914 a 1919, cuando
de modo socialchovinista encubrían con la “defensa de la patria” la defensa del “derecho”
de “su propia” burguesía a oprimir las colonias y a expoliar a los países financieramente
dependientes, no ha podido dejar de acentuar esta desconfianza en todo sentido legítimo.
Por otra parte, cuanto más atrasado es un país tanto más pronunciados son la pequeña
producción agrícola, el estado patriarcal y el aislamiento, lo cual conduce de modo
ineludible a un desarrollo particularmente vigoroso y persistente de los prejuicios
pequeñoburgueses más arraigados, a saber: los prejuicios de egoísmo nacional, de estrechez
nacional. La extinción de esos prejuicios es necesariamente un proceso muy lento, puesto
que sólo pueden desaparecer después de la desaparición del imperialismo y el capitalismo
en los países avanzados y una vez que cambie radicalmente toda la base de la vida
económica de los países atrasados. De ahí surge el deber, para el proletariado comunista
consciente de todos los países, de demostrar circunspección y atención particulares frente a
las supervivencias de los sentimientos nacionales en los países y en las nacionalidades que
han sufrido una prolongadísima opresión; asimismo es su deber hacer ciertas concesiones
con el fin de apresurar la desaparición de esa desconfianza y esos prejuicios. La causa del
triunfo sobre el capitalismo no puede tener su remate eficaz si el proletariado, y luego todas
las masas trabajadoras de todos los países y naciones del mundo entero, no demuestran una
aspiración voluntaria a la alianza y a la unidad.
B. Tesis suplementarias
1. La determinación exacta de las relaciones de la Internacional comunista con el
movimiento revolucionario en los países que están dominados por el imperialismo
capitalista, en particular de la China, es uno de los problemas más importantes para el II
Congreso de la Internacional comunista. La revolución mundial entra en un período en el
cual es necesario un conocimiento exacto de esas relaciones. La gran guerra europea y sus
resultados han demostrado muy claramente que las masas de los países sometidos fuera de
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los límites de Europa están vinculados de manera absoluta al movimiento proletario de
Europa y que esa es una consecuencia inevitable del capitalismo mundial centralizado.
2. Las colonias constituyen una de las principales fuentes de las fuerzas del
capitalismo europeo.
Sin la posesión de grandes mercados y de extensos territorios de explotación en las
colonias, las potencias capitalistas de Europa no podrían mantenerse mucho tiempo.
Inglaterra, fortaleza del imperialismo, superproduce desde hace más de un siglo. Sólo
si conquista territorios coloniales, mercados suplementarios para la venta de los productos
de superproducción y fuentes de materias primas para su creciente industria, Inglaterra
logró mantener, pese a sus cargas, su régimen capitalista.
Fue mediante la esclavitud de centenares de millones de habitantes de Asia y África
que el imperialismo inglés llegó a mantener hasta ahora al proletariado británico bajo la
dominación burguesa.
3. La plusvalía obtenida por la explotación de las colonias es uno de los apoyos del
capitalismo moderno. Mientras esta fuente de beneficios no sea suprimida, será difícil para
la clase obrera vencer al capitalismo.
Gracias a la posibilidad de explotar intensamente la mano de obra y las fuentes
naturales de materias primas de las colonias, las naciones capitalistas de Europa han
tratado, no sin éxito, de evitar por todos esos medios, su inminente bancarrota.
El imperialismo europeo logró en sus propios países hacer concesiones cada vez más
grandes a la aristocracia obrera. Mientras por una parte trata de mantener las condiciones
de vida de los obreros en los países sometidos a un nivel muy bajo, no retrocede ante
ningún sacrificio y consiente en sacrificar la plusvalía en sus propios países, pues aún le
queda la de las colonias.
4. La supresión por parte de la revolución proletaria del poderío colonial europeo
acabará con el capitalismo europeo. La revolución proletaria y la revolución de las colonias
deben aunarse, en una cierta medida, para la finalización victoriosa de la lucha. Por lo tanto,
la Internacional comunista tiene que ampliar el círculo de su actividad. Debe estrechar
relaciones con las fuerzas revolucionarias que tratan de destruir el imperialismo en los
países económica y políticamente dominados.
5. La Internacional comunista concentra la voluntad del proletariado revolucionario
mundial. Su tarea consiste en organizar a la clase obrera de todo el mundo para la
liquidación del orden capitalista y el establecimiento del comunismo.
La Internacional comunista es un instrumento de lucha que tiene por tarea agrupar a
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todas las fuerzas revolucionarias del mundo.
La II Internacional, dirigida por un grupo de politiqueros y penetrada por
concepciones burguesas, no asignó ninguna importancia a la cuestión colonial. Para ella, el
mundo sólo existía dentro de los límites de Europa. No consideró la necesidad de vincular
al movimiento revolucionario de los otros continentes. En lugar de prestar ayuda material y
moral al movimiento revolucionario de las colonias, los miembros de la II Internacional se
convirtieron en imperialistas.
6. El imperialismo extranjero que pesa sobre los pueblos orientales, les ha impedido
desarrollarse en el orden social y económico, simultáneamente con las clases de Europa y
América.
Debido a que la política imperialista obstaculizó el desarrollo industrial de las
colonias, no pudo surgir una clase proletaria en el sentido exacto del término, si bien, en
estos últimos tiempos, las artesanías locales han sido destruidas por la competencia de los
productos de las industrias centralizadas de los países imperialistas.
La consecuencia de esto fue que la gran mayoría del pueblo se vio relegada al campo
y obligada a dedicarse al trabajo agrícola y a la producción de materias primas para la
exportación. Izquierda Revolucionaria.
Así se produjo una rápida concentración de la propiedad agraria en manos ya sea de
los grandes propietarios fundiarios, del capital financiero o del Estado, y se creó una
poderosa masa de campesinos sin tierra. Además, la gran masa de la población fue
mantenida en la ignorancia.
El resultado de esta política es evidente: en aquellos países donde el espíritu
revolucionario se manifiesta, sólo encuentra su expresión en la clase media cultivada.
La dominación extranjera obstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas económicas.
Por eso su destrucción es el primer paso de la revolución en las colonias y por eso la ayuda
aportada a la destrucción del poder extranjero en las colonias no es, en realidad, una ayuda
al movimiento nacionalista de la burguesía indígena sino la apertura del camino para el
propio proletariado oprimido.
7. En los países oprimidos existen dos movimientos que cada día se separan más: el
primero es el movimiento burgués democrático nacionalista que tiene un programa de
independencia política y de orden burgués; el otro es el de los campesinos y obreros
ignorantes y pobres que luchan por su emancipación de todo tipo de explotación.
El primero intenta dirigir al segundo y en cierta medida lo logró con frecuencia. Pero
la Internacional comunista y los partidos adheridos deben combatir esta tendencia y tratar
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de desarrollar el sentimiento de clase independiente en las masas obreras de las colonias.
Al respecto, una de las tareas más importantes es la formación de partidos
comunistas que organicen a los obreros y los campesinos y los conduzcan a la revolución y
al establecimiento de la república sovietista.
8. Las fuerzas del movimiento de emancipación en las colonias no están limitadas al
pequeño círculo del nacionalismo burgués democrático. En la mayoría de las colonias, ya
hay un movimiento social-revolucionario o partidos comunistas vinculados estrechamente
con las masas obreras. Las relaciones de la Internacional comunista con el movimiento
revolucionario de las colonias deben servir a esos partidos o a esos grupos, pues son la
vanguardia de la clase obrera. Si bien actualmente son débiles, representan, sin embargo, la
voluntad de las masas, y éstas los seguirán por el camino revolucionario. Los partidos
comunistas de los diferentes países imperialistas deben trabajar en contacto con esos
partidos proletarios en las colonias y prestarles ayuda moral y material.
9. La revolución en las colonias, en su primer estadio, no puede ser una revolución
comunista, pero si desde su comienzo la dirección está en manos de una vanguardia
comunista, las masas no se desorientarán y en los diferentes períodos del movimiento su
experiencia revolucionaria irá aumentando.
Sería un gran error pretender aplicar inmediatamente en los países orientales los
principios comunistas respecto a la cuestión agraria. En su primer estadio, la revolución en
las colonias debe tener un programa que incluya reformas pequeño-burguesas tales como el
reparto de la tierra. Pero eso no significa necesariamente que la dirección de la revolución
deba ser abandonada en manos de la democracia burguesa. Por el contrario, el partido
proletario debe desarrollar una propaganda poderosa y sistemática en favor de los soviets, y
organizar los soviets de campesinos y de obreros. Esos soviets deberán trabajar en estrecha
colaboración con las repúblicas sovietistas de los países capitalistas adelantados para lograr
la victoria final sobre el capitalismo en todo el mundo.
De ese modo, las masas de los países atrasados, conducidas por el proletariado
consciente de los países capitalistas desarrollados, accederán al comunismo sin pasar por
los diferentes estadios del desarrollo capitalista.
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LOS CUATRO PRIMEROS CONGRESOS DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
Ediciones digitales Izquierda Revolucionaria/Transcripción de Celula2/Versión Mayo 2008
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Saludos.