Este esbozo tendría que ser presentado originalmente por Bill Bland en la conferencia “International Struggle: Marxist-Leninist” en octubre de 1999, en Paris.
Este discurso nunca fue pronunciado, porque el camarada Bland no pudo asistir. Sin embargo este discurso es publicado como la síntesis de varias décadas de pensamiento y de sólidas, concretas y objetivas investigaciones marxista-leninistas. Este discurso tiene su origen en otro que el camarada Bland pronunció ante la juventud de la Liga Comunista en 1975 en una escuela de verano. Se distribuyó ampliamente e influenció profundamente al movimiento marxista-leninista.
Este discurso nunca fue pronunciado, porque el camarada Bland no pudo asistir. Sin embargo este discurso es publicado como la síntesis de varias décadas de pensamiento y de sólidas, concretas y objetivas investigaciones marxista-leninistas. Este discurso tiene su origen en otro que el camarada Bland pronunció ante la juventud de la Liga Comunista en 1975 en una escuela de verano. Se distribuyó ampliamente e influenció profundamente al movimiento marxista-leninista.
Hoy casi todo el mundo que se autodenomina marxista-leninista acepta que, en sus últimos años, el Partido Comunista de la URSS estaba dominado por los revisionistas – esto es, por personas que se proclamaban marxista-leninistas pero que en realidad distorsionaban el marxismo-leninismo para servir a los intereses de una embrionaria clase capitalista.
Pero sin embargo hay una cuestión en la que aún existen divergencias: ¿cuándo empezó el dominio de los revisionistas sobre el PCUS?
Actualmente la mayoría apuntan a la fecha del 20º Congreso del PCUS, en 1956, cuando Kruschev se quitó su máscara de marxista-leninista.
Sin embargo, hay buenas razones para creer que ya muchos años antes de la muerte de Stalin, en 1953, la mayoría de los líderes soviéticos eran revisionistas latentes o camuflados.
¿Por qué, por ejemplo, Stalin, que desempeñó un papel activo en el movimiento comunista internacional en la década de 1920, dejó de hacerlo después de 1926?
¿Por qué la publicación de las obras de Stalin, programadas para 16 volúmenes, paró en el volumen 13 en 1949, cuatro años antes de su muerte?
¿Por qué no le fue pedido a Stalin que entregase el informe del Comité Central en el 19º Congreso en 1952?
¿Por qué los últimos escritos de Stalin se limitan a asuntos como la lingüística y la crítica de un libro de economía – asuntos que podrían ser considerados inofensivos para los revisionistas camuflados en caso de que Stalin no los hubiese transformado en ataques a las ideas revisionistas?
¿Por qué el gobierno soviético sorprendió a la opinión pública mundial en 1947 al de repente revertir su política internacional para apoyar la propuesta estadunidense para la partición de Palestina que probó ser tan desastrosa para las naciones de Oriente Medio?
Todo esto tiene sentido si – y yo creo que solamente si – aceptamos el hecho de que algunos años antes de su muerte, Stalin y sus compañeros marxista-leninistas eran una minoría en el liderazgo de la Unión Soviética.
La existencia de una mayoría revisionista en el liderazgo del PCUS fue efectivamente camuflada por un “culto a la personalidad” que fue construido alrededor de Stalin.
El propio Stalin criticó y ridiculizó este “culto” en innumerables ocasiones. Sin embargo continuó.
De esto se extrae que Stalin o era un ultra-hipócrita o fue incapaz de poner fin a este “culto”.
Quien empezó este “culto a la personalidad” alrededor de Stalin fue, de hecho, Karl Radek, que se confesó culpable por traición en su juicio público en 1937.
Un ejemplo típico de este “culto” es la siguiente cita de 1936:
"¡Pigmeos miserables! ¡Ellos han levantado sus manos contra el más grande de todos los hombres… nuestro sabio 'vozhd', el Camarada Stalin!.. Usted, Camarada Stalin, ha alzado la gran bandera del marxismo-leninismo sobre el mundo entero y la ha llevado a lo más alto. Le aseguramos, Camarada Stalin, que la organización bolchevique de Moscú --fiel partidaria del Comité Central Estalinista-- incrementará la vigilancia estalinista todavía más, extirpará los restos trotskistas-zinovievistas, y cerrará las filas de los Bolcheviques del Partido e independientes en torno al Comité Central Estalinista y al gran Stalin"
El autor de estas palabras era un tal Nikita Kruschev, que en 1956 denunció el “culto” como una muestra de la “vanidad” y del “poder personal” de Stalin.
Fue Kruschev también quien introdujo el término “vozhd” para Stalin – un término que significa “líder” y equivale al término nazi Führer.
¿Por qué los revisionistas crearon este “culto a la personalidad” alrededor de Stalin?
Fue, en mi opinión, porque esto camuflaba el hecho de que no era Stalin y los marxista-leninistas, si no ellos – adversarios camuflados del socialismo – quienes tenían una mayoría en el liderazgo. Esto les permitió tomar medidas – como la detención de varias personas inocentes entre 1934 y 1938 (cuando ellos controlaban las fuerzas de seguridad) y posteriormente culpar a Stalin de las “violaciones de la legalidad socialista”.
El propio Stalin en una entrevista dice al autor alemán Lion Feuchtwanger en 1936 que el “culto a su personalidad” estaba siendo construido por sus oponentes políticos:
“... con el objetivo de desacreditarme posteriormente.”
Claramente, la “sospecha paranoica” de Stalin en relación a algunos de sus colegas, de la cual Kruschev se quejó tan amargamente en su discurso secreto en el 20º Congreso, ¡no era nada paranoica en realidad!
En un punto tanto Stalin como los revisionistas están de acuerdo – que en la época de Stalin se cometieron algunos errores judiciales en los cuales personas inocentes fueron asesinadas judicialmente.
Los revisionistas, por supuesto, afirman que Stalin fue el responsable de esos errores judiciales.
Pero hay una contradicción aquí.
El propio Kruschev dijo en su discurso secreto de 1956:
“Este asunto se complica debido al hecho de que lo que acabamos de discutir aconteció durante la vida de Stalin, bajo su mandato y con su aprobación; parece que Stalin estaba convencido de que procedía en defensa de los intereses de la clase trabajadora y contra los enemigos que complotaban y también contra los ataques del campo imperialista. Miraba las cosas desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora, de los intereses de la gente laboriosa, de los intereses de la victoria del socialismo y del comunismo.”
Pero solo una persona completamente enferma podría imaginar que la detención de personas inocentes podría servir a la causa del socialismo. Y todas las evidencias muestran que Stalin mantuvo sus facultades mentales hasta su muerte.
Sin embargo, la contradicción se resuelve si estos asesinatos judiciales hubiesen sido perpetrados no bajo las órdenes de Stalin, si no bajo las órdenes de los revisionistas adversarios del socialismo.
En su juicio público en 1938, el antiguo Comisario del Pueblo para Asuntos Internos, Genrikh Yagoda, confesó ser culpable de haber organizado el asesinato de su predecesor, Vyacheslav Menzhinsky, para asegurar su propia promoción para un puesto que le daría el control sobre los servicios de seguridad soviética. Él entonces, de acuerdo con su propia confesión, utilizó esa posición para proteger a los terroristas responsables del asesinato de prominentes marxista-leninistas próximos a Stalin – incluyendo al Secretario del Partido de Leningrado, Sergei Kírov, y al famoso escritor Máximo Gorki.
Y para que los servicios de seguridad no diesen la impresión de estar ociosos, Yagoda dispuso la detención de varias personas que no era conspiradores, pero que habían sido “indiscretas”.
Después de la detención de Yagoda, los conspiradores tuvieron éxito al sucederlo con otro conspirador, Nikolai Yezhov, que continuó e intensificó este proceso.
Fue a causa de la sospecha de Stalin y de los marxista-leninistas de que los servicios de seguridad estaban actuando erróneamente – estaban protegiendo a los culpables y deteniendo a los inocentes – que ellos comenzaron a usar el Secretariado personal de Stalin, encabezado por Aleksandr Poskrebyshev, como su agencia particular de detectives.
Y fue sobre la base de la evidencia descubierta por su Secretariado y enviada directamente al Partido que los revisionistas camuflados, para mantener su disfraz, fueron obligados a apoyar la prisión de genuinos conspiradores, incluido Yagoda y Yezhov.
Y fue por iniciativa personal de Stalin que en 1938, su amigo, el marxista-leninista Lavrenti Beria, fue trasladado a Moscú desde el Cáucaso para tomar el cargo de los servicios de seguridad.
En la época de Beria, fueron revisados los casos de los presos políticos que habían sido detenidos por Yagoda y Yezhov y, conforme a lo que los corresponsales de la prensa occidental relataron en aquella época, millares de personas injustamente sentenciadas fueron puestas en libertad y rehabilitadas.
Los marxista-leninistas de Inglaterra, en particular, no deberían tener ninguna dificultad en aceptar el hecho de una minoría marxista-leninista en el PCUS.
¿Cuántos miembros del Partido Comunista de Gran Bretaña se opusieron a la revisionista “Vía británica para el Socialismo”, que predicaba la absurda “vía parlamentaria para el socialismo” cuando fue adoptada en 1951? Yo solo sé de cuatro.
La cuestión que surge entonces es:
Si los revisionistas tenían una mayoría en el liderazgo del PCUS a partir de 1930, ¿por qué ellos no hicieron nada para desmantelar el socialismo hasta 1956, después de la muerte de Stalin?
La respuesta es que ellos lo intentaron pero no lo consiguieron.
En el inicio de los años 1940, los economistas Eugen Varga y Nikolai Voznsensky publicaron libros exponiendo abiertamente programas revisionistas, pero ambos fueron rápidamente refutados por los marxista-leninistas.
Claro, es importante no exagerar la extensión de esos errores judiciales.
En los años 1960, la propaganda anti-soviética originalmente publicada en la Alemania Nazi fue republicada por un ex-agente secreto británico llamado Robert Conquest sobre el respetable disfraz de la Universidad de Harvard. En su libro “El gran terror”, de 1969, Conquest apunta el número de “víctimas de Stalin” entre “5 y 6 millones”.
Pero en los años 1980 Conquest alegaba que en 1939 había un total de entre 25 y 30 millones de prisioneros en la Unión Soviética, y que en 1950 había 12 millones de presos políticos.
Pero cuando, en la época de Gorbachov, los archivos del Comité Central del PCUS fueron abiertos a los investigadores, se descubrió que el número de presos políticos en 1939 había sido de 454.000, y no de los millones que pretendía Conquest.
Si añadimos a estos los presos por crímenes no políticos, llegamos a la suma de 2,5 millones, o sea, 2,4% de la población adulta.
En contraste, había en los Estados Unidos en 1996, de acuerdo con los números oficiales, 5,5 millones de personas en prisión, lo que corresponde al 2,8% de la población adulta.
O sea, el número de presos en los EUA en esa fecha era 3 millones más que el del mayor número que hubo en la Unión Soviética.
En enero de 1953, menos de dos meses antes de la muerte de Stalin, nueve médicos que trabajaban en el Kremlin fueron detenidos acusados de asesinar a ciertos líderes soviéticos – incluyendo a Andrei Zhdanov en 1948, aplicándoles deliberadamente tratamiento médico incorrecto.
Las acusaciones surgieron a partir de investigaciones basadas en las alegaciones de una médica, Lydia Timashuk. Los médicos sospechosos fueron formalmente acusados por conspiración por asesinato junto con la organización sionista americana “JOINT”.
Corresponsales de la prensa occidental en Moscú insistían en que algunos de los más prominentes líderes soviéticos estaban bajo la investigación en relación con el caso.
Pero antes de que el caso fuese llevado a juicio, Stalin murió convenientemente.
El marxista-leninista albanés Enver Hoxha, un incansable adversario del revisionismo y un hombre no dado a rumores infundados, insistía en que los líderes revisionistas soviéticos admitían – o mejor, que se vanagloriaban – de que lo habían asesinado. Y sabemos que el propio hijo de Stalin fue detenido por declarar que su padre había sido asesinado como parte de un complot.
Sea como fuera, los doctores que habían sido detenidos fueron inmediatamente puestos en libertad y oficialmente “rehabilitados”.
A continuación Lavrenti Beria – un cazador de revisionistas que quedaba solo después de la muerte Stalin – fue detenido en un golpe militar, juzgado en secreto y ejecutado.
El camino quedó abierto a los conspiradores revisionistas para quitar sus máscaras, expulsar a los restantes marxista-leninistas de las posiciones de la dirección del Partido y dar los primeros pasos hacia la restauración del capitalismo.
CONCLUSIÓN
Este es la imagen de Stalin que surge de un examen objetivo de los hechos.
Es el retrato de un gran marxista-leninista que luchó toda su vida por la causa del socialismo y por la clase obrera.
Es el retrato de un gran marxista-leninista que, a pesar de estar rodeado de traidores revisionistas, consiguió evitar durante toda su vida que esa mayoría revisionista traicionara a la clase obrera que él amaba y que restaurase el sistema capitalista que él odiaba.
Nosotros que tomamos como tarea la reconstrucción del movimiento comunista internacional debemos de ver la defensa de Stalin como parte de la defesa del marxismo-leninismo.
No puede haber mayor honor para cualquiera persona que aspira a ser un marxista-leninista que ser llamado estalinista.