A los británicos -como a muchos españoles, o franceses, o norteamericanos- les gusta pensar que su imperialismo ha sido benigno;que ha habido abusos, pero los beneficios compensan de creces los errores porque se han construido hospitales, escuelas y carreteras, se ha enseñado el inglés y se ha civilizado a pueblos primitivos.
El descubrimiento de más de setecientas cajas de documentos top secret que describen con todo lujo de detalles las torturas y los asesinatos de la década de los cincuenta en Kenia ha acabado sin embargo con esa noción.
Han esperado más de medio siglo, pero cinco ancianos kenianos han viajado a Londres para denunciar ante el Tribunal Supremo (High Court) los gravísimos abusos de que fueron víctimas durante la rebelión de los Mau Mau, entre 1952 y 1961, y reclamar compensación.
En juicio no sólo está el papel de la Administración británica de aquella época, sino también todo el colonialismo británico, responsable con su arbitraria creación de fronteras de muchos de los problemas que existen hoy en Asia y África.
Políticos e intelectuales ya eran conscientes de los graves crímenes cometidos en Kenia, pero ha resultado una desagradable sorpresa para la gran mayoría de los británicos enterarse de que los rebeldes Mau Mau fueron sistemáticamente torturados y sometidos a las prácticas más vejatorias, de que los hombres eran castrados y se les metía arena en el ano, y las mujeres violadas después de introducirles agua hirviendo en la vagina, de que más de cien mil resistentes fueron detenidos en campos de concentración, y un millar ejecutados arbitrariamente tras procesos sumarísimos sin garantías legales.
Peor todavía, sucesivos gobiernos del Reino Unido son culpables del encubrimiento de los crímenes, más graves que los cometidos por las administraciones Bush y Blair en Iraq.
Los documentos, que estaban escondidos en los archivos del Foreign Office, revelan además que no se trató de las acciones individuales de soldados o administradores coloniales, sino de una política oficial orquestada desde Londres.
"El buen nombre de Gran Bretaña en Kenia y en el resto del mundo ha quedado manchado, quizás de manera irreversible - dice David Anderson, profesor de Política Africana en la Universidad de Oxford-.
Una cosa es la interferencia que ya se imaginaba en elecciones y procesos de independencia como el de Nigeria, pero otra muy distinta es la ocultación de documentos que prueban la complicidad en la tortura y abusos incalificables".
Tony Blair pidió públicamente perdón a Irlanda por la crueldad de Londres durante la hambruna, presentó disculpas a los republicanos injustamente condenados como miembros del IRA y lamentó en voz alta la responsabilidad británica en el comercio de esclavos, que el imperio patentó como un negocio internacional.
Ahora David Cameron, durante su reciente viaje a Pakistán, ha admitido que "los ingleses hemos fabricado muchos de los problemas que afligen al mundo".
La guerra civil libia es otro puntual recordatorio de la responsabilidad colonial del Reino Unido, ya que el rey Idris, el hombre que creó el país y fue depuesto por Gadafi en 1969, era al fin y al cabo una marioneta de Londres; Bahréin, otro ejemplo de actualidad, estuvo bajo dominio británico entre 1861 y 1971: Cachemira fue una fabricación imperial para recompensar a un príncipe sij, y lord Mountbatten estableció unas fronteras arbitrarias que en más de una ocasión han estado a punto de provocar una guerra nuclear con India; la discriminación de los tamiles en Sri Lanka tiene su origen en la conducta de los propietarios ingleses de plantaciones en la isla en el siglo XIX; las dificultades de Irán para establecer una democracia pueden atribuirse parcialmente al derrocamiento del primer ministro Mohamed Mosadegh en 1953, en un complot de la CIA, el MI6 y el sha para impedir la nacionalización de la Compañía Anglobritánica de petróleo.
Los británicos proporcionaron estatus legal al Estado de Israel con la doctrina Balfour, pero consiguieron enemistarse tanto con los judíos como con los árabes haciendo el doble juego habitual del Foreign Office; el drama actual de Zimbabue está intrínsecamente vinculado a la injusticia y la brutalidad utilizadas por el imperio en Rodesia, y las autoridades coloniales echaron a los nativos del archipiélago de Diego García para convertirlo en una base norteamericana. Sin entrar en la responsabilidad de Londres en el cambio climático (desatado por la revolución industrial), la adicción a las drogas (el comercio internacional del opio del siglo XIX que la enfrentó con China) y la proliferación armamentista (British Aerospace Systems es la mayor empresa de venta de material bélico del mundo).
El lado oscuro del imperio británico
La Vanguardia, 10 de abril
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El descubrimiento de más de setecientas cajas de documentos top secret que describen con todo lujo de detalles las torturas y los asesinatos de la década de los cincuenta en Kenia ha acabado sin embargo con esa noción.
Han esperado más de medio siglo, pero cinco ancianos kenianos han viajado a Londres para denunciar ante el Tribunal Supremo (High Court) los gravísimos abusos de que fueron víctimas durante la rebelión de los Mau Mau, entre 1952 y 1961, y reclamar compensación.
En juicio no sólo está el papel de la Administración británica de aquella época, sino también todo el colonialismo británico, responsable con su arbitraria creación de fronteras de muchos de los problemas que existen hoy en Asia y África.
Políticos e intelectuales ya eran conscientes de los graves crímenes cometidos en Kenia, pero ha resultado una desagradable sorpresa para la gran mayoría de los británicos enterarse de que los rebeldes Mau Mau fueron sistemáticamente torturados y sometidos a las prácticas más vejatorias, de que los hombres eran castrados y se les metía arena en el ano, y las mujeres violadas después de introducirles agua hirviendo en la vagina, de que más de cien mil resistentes fueron detenidos en campos de concentración, y un millar ejecutados arbitrariamente tras procesos sumarísimos sin garantías legales.
Peor todavía, sucesivos gobiernos del Reino Unido son culpables del encubrimiento de los crímenes, más graves que los cometidos por las administraciones Bush y Blair en Iraq.
Los documentos, que estaban escondidos en los archivos del Foreign Office, revelan además que no se trató de las acciones individuales de soldados o administradores coloniales, sino de una política oficial orquestada desde Londres.
"El buen nombre de Gran Bretaña en Kenia y en el resto del mundo ha quedado manchado, quizás de manera irreversible - dice David Anderson, profesor de Política Africana en la Universidad de Oxford-.
Una cosa es la interferencia que ya se imaginaba en elecciones y procesos de independencia como el de Nigeria, pero otra muy distinta es la ocultación de documentos que prueban la complicidad en la tortura y abusos incalificables".
Tony Blair pidió públicamente perdón a Irlanda por la crueldad de Londres durante la hambruna, presentó disculpas a los republicanos injustamente condenados como miembros del IRA y lamentó en voz alta la responsabilidad británica en el comercio de esclavos, que el imperio patentó como un negocio internacional.
Ahora David Cameron, durante su reciente viaje a Pakistán, ha admitido que "los ingleses hemos fabricado muchos de los problemas que afligen al mundo".
La guerra civil libia es otro puntual recordatorio de la responsabilidad colonial del Reino Unido, ya que el rey Idris, el hombre que creó el país y fue depuesto por Gadafi en 1969, era al fin y al cabo una marioneta de Londres; Bahréin, otro ejemplo de actualidad, estuvo bajo dominio británico entre 1861 y 1971: Cachemira fue una fabricación imperial para recompensar a un príncipe sij, y lord Mountbatten estableció unas fronteras arbitrarias que en más de una ocasión han estado a punto de provocar una guerra nuclear con India; la discriminación de los tamiles en Sri Lanka tiene su origen en la conducta de los propietarios ingleses de plantaciones en la isla en el siglo XIX; las dificultades de Irán para establecer una democracia pueden atribuirse parcialmente al derrocamiento del primer ministro Mohamed Mosadegh en 1953, en un complot de la CIA, el MI6 y el sha para impedir la nacionalización de la Compañía Anglobritánica de petróleo.
Los británicos proporcionaron estatus legal al Estado de Israel con la doctrina Balfour, pero consiguieron enemistarse tanto con los judíos como con los árabes haciendo el doble juego habitual del Foreign Office; el drama actual de Zimbabue está intrínsecamente vinculado a la injusticia y la brutalidad utilizadas por el imperio en Rodesia, y las autoridades coloniales echaron a los nativos del archipiélago de Diego García para convertirlo en una base norteamericana. Sin entrar en la responsabilidad de Londres en el cambio climático (desatado por la revolución industrial), la adicción a las drogas (el comercio internacional del opio del siglo XIX que la enfrentó con China) y la proliferación armamentista (British Aerospace Systems es la mayor empresa de venta de material bélico del mundo).
El lado oscuro del imperio británico
La Vanguardia, 10 de abril
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