Carrillo, Santiago
Del rojo sangre al verde lechuga
Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba reunirse en clandestinidad para derrocar a la burguesía opresora. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba luchar contra el fascismo y contra los de tu propio bando. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba estar escondido muy lejos de España. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba dejarse barba y correr delante de los grises. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba ser muy ecologista y un poco comunista. Todos estos tiempos, y más, los ha vivido Santiago Carrillo en sus carnes, la viva historia del comunismo español.
Cual Pokémon extremadamente longevo, Santiago Carrillo ha evoucionando continuamente en el seno del movimiento obrero. Hijo de un dirigente nacional de la UGT y el PSOE, ya de muy joven se alistó a las Juventudes Socialistas, de las que llegaría a ser secretario en 1934. Pero en el PSOE de por aquel entonces había dos bandos antagónicos, el reformista y el revolucionario, capitaneado este último por Largo Caballero.
Carrillo y Caballero no se entendieron y Carrillo decidió irse a Moscú para ver cómo se las apañaban sus buenos amigos soviéticos. Y claro, lo que allí vio le pareció el paraíso social (suponemos que sus huéspedes tuvieron a bien esconder debajo de la alfombra los centenares de miles de presos políticos y "desaparecidos"), así que volvió más convencido que nunca e intentó unificar todos los partidos obreros en un frente común, cosa más difícil y dolorosa que encontrar una paja en una montaña de agujas.
Cuando estalló la guerra civil, Carrillo luchó como un jabato, unificó las Juventudes Socialistas y Comunistas llegando a ser secretario general de la organización. Pero cuando Madrid empezaba a darse por perdida, sucedió algo que marcaría su buen nombre para siempre. Y ese algo fue Paracuellos. Para resumirlo, diremos que:
1.Empieza a caer Madrid.
2.Hay que llevarse los presos políticos a otro sitio.
3.Los autobuses que los llevan se desvían de su trayecto.
4.Entre tres mil y cinco mil presos son fusilados en Paracuellos de Jarama.
Lo que sucedió entre el punto 2 y el punto 3 es un gran misterio. Algunos dicen que Carrillo no sabía nada, otros que sí lo sabía, y César Vidal prácticamente afirma que fue Carrillo quien apretó el gatillo cinco mil veces y que es Satanás.
El caso es que terminó la guerra, ganó Franco y el Partido Comunista de España tuvo que organizarse en la clandestinidad y en el exilio. Carrillo decidió hacerlo por lo segundo, viendo de paso, un poco de mundo.
En 1944, ñas fuerzas antifranquistas planearon una auténtica locura en forma de cuento de la lechera: reconquistar España invadiendo el Valle de Arán y colocando allí el gobierno provisional de la República.
Pensaron que así levantarían a la población oprimida por el franquismo en toda España y, a la vez, obligarían a los aliados que luchaban contra el nazismo a luchar también por la liberación de España .
Pues bien, sorprendentemente la cosa no funcionó Y Carrillo lo paró antes de que la cosa degenerara en una matanza multitudinaria.
Acto seguido ordenó la guerra de guerrillas, de maquis, y de esta forma la matanza fue sólo en pequeñas dosis más digeribles.
Más tarde, Carrillo se fue a vivir a París bajo una identidad falsa, haciéndose pasar por viajante de negocios.
Dolores Ibárruri, la Pasionaria, le ofreció el cargo de secretario general, momento en el que la maquinaria propagandística de Franco empezó a recordar a todo el país que su principal enemigo estuvo liado con aquello tan feo de Paracuellos, además de ser Satanás.
Una vez muerto Franco, Carrillo volvió a España, no sin antes asegurar a Adolfo Suárez que su partido se moderaría, aceptaría la democracia, la bandera de España y besaría la corona. Podría considerarse una traición a sus principios, sí, pero el buen hombre ya no estaba para ir a los montes a jugar al corre que te pillo con los picoletos.
Y las cosas como son, con esta postura, la transición democrática tuvo ya medio camino hecho.
Y luego, bien, la historia ya la conocemos.
Con el tiempo , el comunismo fue perdiendo adeptos, Carrillo fue expulsado del PCE por divergencias con la cúpula, se creó Izquierda Unida, llegó Anguita, las pegatinas de "¿Nuclear? No gracias" Y... Sí, hombre, ¿cómo se llamaba?... Tenía nombre de Rey Mago... Ah, sí, Gaspar Llamazares.
Ambos chocaron una y otra vez contra el bipartidismo cada vez más feroz, sacando en las generales del 2008 sólo dos diputados.
Parece claro que hoy en día, pese a los barnices de ecologismo y antiglobalización, el comunismo ha entrado en una fase de modé.¿Quizá porque en los tiempos de las PlayStation y el chalet de la Sierra levantar el puño ya da un poco de pereza?[/b]
Pero ojo, que en el mundo de la moda estas cosas vuelven y con fuerza, y del mismo modo que hoy nos ponemos hombreras ochenteras, puede que mañana las colectivicemos. Y si no, tiempo al tiempo.
Del rojo sangre al verde lechuga
Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba reunirse en clandestinidad para derrocar a la burguesía opresora. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba luchar contra el fascismo y contra los de tu propio bando. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba estar escondido muy lejos de España. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba dejarse barba y correr delante de los grises. Hubo un tiempo en que ser comunista en España significaba ser muy ecologista y un poco comunista. Todos estos tiempos, y más, los ha vivido Santiago Carrillo en sus carnes, la viva historia del comunismo español.
Cual Pokémon extremadamente longevo, Santiago Carrillo ha evoucionando continuamente en el seno del movimiento obrero. Hijo de un dirigente nacional de la UGT y el PSOE, ya de muy joven se alistó a las Juventudes Socialistas, de las que llegaría a ser secretario en 1934. Pero en el PSOE de por aquel entonces había dos bandos antagónicos, el reformista y el revolucionario, capitaneado este último por Largo Caballero.
Carrillo y Caballero no se entendieron y Carrillo decidió irse a Moscú para ver cómo se las apañaban sus buenos amigos soviéticos. Y claro, lo que allí vio le pareció el paraíso social (suponemos que sus huéspedes tuvieron a bien esconder debajo de la alfombra los centenares de miles de presos políticos y "desaparecidos"), así que volvió más convencido que nunca e intentó unificar todos los partidos obreros en un frente común, cosa más difícil y dolorosa que encontrar una paja en una montaña de agujas.
Cuando estalló la guerra civil, Carrillo luchó como un jabato, unificó las Juventudes Socialistas y Comunistas llegando a ser secretario general de la organización. Pero cuando Madrid empezaba a darse por perdida, sucedió algo que marcaría su buen nombre para siempre. Y ese algo fue Paracuellos. Para resumirlo, diremos que:
1.Empieza a caer Madrid.
2.Hay que llevarse los presos políticos a otro sitio.
3.Los autobuses que los llevan se desvían de su trayecto.
4.Entre tres mil y cinco mil presos son fusilados en Paracuellos de Jarama.
Lo que sucedió entre el punto 2 y el punto 3 es un gran misterio. Algunos dicen que Carrillo no sabía nada, otros que sí lo sabía, y César Vidal prácticamente afirma que fue Carrillo quien apretó el gatillo cinco mil veces y que es Satanás.
El caso es que terminó la guerra, ganó Franco y el Partido Comunista de España tuvo que organizarse en la clandestinidad y en el exilio. Carrillo decidió hacerlo por lo segundo, viendo de paso, un poco de mundo.
En 1944, ñas fuerzas antifranquistas planearon una auténtica locura en forma de cuento de la lechera: reconquistar España invadiendo el Valle de Arán y colocando allí el gobierno provisional de la República.
Pensaron que así levantarían a la población oprimida por el franquismo en toda España y, a la vez, obligarían a los aliados que luchaban contra el nazismo a luchar también por la liberación de España .
Pues bien, sorprendentemente la cosa no funcionó Y Carrillo lo paró antes de que la cosa degenerara en una matanza multitudinaria.
Acto seguido ordenó la guerra de guerrillas, de maquis, y de esta forma la matanza fue sólo en pequeñas dosis más digeribles.
Más tarde, Carrillo se fue a vivir a París bajo una identidad falsa, haciéndose pasar por viajante de negocios.
Dolores Ibárruri, la Pasionaria, le ofreció el cargo de secretario general, momento en el que la maquinaria propagandística de Franco empezó a recordar a todo el país que su principal enemigo estuvo liado con aquello tan feo de Paracuellos, además de ser Satanás.
Una vez muerto Franco, Carrillo volvió a España, no sin antes asegurar a Adolfo Suárez que su partido se moderaría, aceptaría la democracia, la bandera de España y besaría la corona. Podría considerarse una traición a sus principios, sí, pero el buen hombre ya no estaba para ir a los montes a jugar al corre que te pillo con los picoletos.
Y las cosas como son, con esta postura, la transición democrática tuvo ya medio camino hecho.
Y luego, bien, la historia ya la conocemos.
Con el tiempo , el comunismo fue perdiendo adeptos, Carrillo fue expulsado del PCE por divergencias con la cúpula, se creó Izquierda Unida, llegó Anguita, las pegatinas de "¿Nuclear? No gracias" Y... Sí, hombre, ¿cómo se llamaba?... Tenía nombre de Rey Mago... Ah, sí, Gaspar Llamazares.
Ambos chocaron una y otra vez contra el bipartidismo cada vez más feroz, sacando en las generales del 2008 sólo dos diputados.
Parece claro que hoy en día, pese a los barnices de ecologismo y antiglobalización, el comunismo ha entrado en una fase de modé.¿Quizá porque en los tiempos de las PlayStation y el chalet de la Sierra levantar el puño ya da un poco de pereza?[/b]
Pero ojo, que en el mundo de la moda estas cosas vuelven y con fuerza, y del mismo modo que hoy nos ponemos hombreras ochenteras, puede que mañana las colectivicemos. Y si no, tiempo al tiempo.