INTRODUCCIÓN
El presente documento es fruto de la elaboración colectiva de los hombres y mujeres que forman Andalucía Comunista; a través de sus diversas estructuras organizativas, la militancia de nuestro partido, de abajo a arriba y de arriba a abajo, ha trabajado en la elaboración final del mismo aportando su visión y su experiencia de lucha.
Con este documento queremos dar la visión de nuestro partido sobre una cuestión cardinal para el futuro de Andalucía, es decir, nuestra visión sobre la necesidad imperiosa de crear un referente político unitario, andalucista, de izquierdas, transformador, democrático y antiimperialista. Un referente que conduzca al pueblo andaluz y a la clase obrera a unas metas de soberanía nacional y transformación social.
Entendemos que para obtener nuestros derechos nacionales como pueblo y realizar una transformación social es necesario hacer política y, lógicamente, articular un proyecto político. Con humildad, desde Andalucía Comunista admitimos que nosotros solos jamás conseguiremos esos objetivos antes proclamados; nos consideramos parte de un movimiento mucho más amplio y diverso, nos consideramos la representación política e ideológica de una parte del mismo, pero nada más.
Consideramos que hacer política es un ejercicio de responsabilidad y de madurez, por tanto, queremos alejarnos de toda visión mezquina y oportunista de la política, de toda visión electoralista, o de cualquier legitimación de las instituciones surgidas de la Constitución española de 1978 y del Estatuto de Autonomía; pero también queremos alejarnos de toda visión excluyente, de todo sectarismo, de toda visión cerrada que no admita explotar diferentes formas de lucha, incluida cuando se crea oportuna y en la forma que se acuerde, la institucional. El análisis de la situación concreta nos deberá permitir elegir o priorizar el método de lucha que se estime más conveniente. En todo caso, consideramos que el motor del referente político que proponemos ha de ser el movimiento obrero y popular andaluz: sus diferentes expresiones organizativas, y por supuesto, sus expresiones de lucha. Ante el conjunto de ese movimiento somos responsables y ante él debemos responder por los aciertos y errores.
Han sido muchos los intentos fallidos, también han sido muchas las oportunidades perdidas. No es nuestra intención lanzar falsas expectativas ni esperanzas, ni organizar ninguna ceremonia de la confusión. Somos conscientes de los errores cometidos en el pasado y entendemos los recelos acumulados en todos estos años, pero no por ello renunciamos a que nuestro pueblo pueda contar con un referente político unitario y amplio que luche por sus derechos, porque sin ese referente será imposible conseguir los anhelados objetivos de liberación nacional y transformación social. Toda referencia al pasado ha de servir para construir el presente, y sobre todo, el futuro, pero nunca para enfrentarnos, porque el pueblo trabajador andaluz no se merece este tremendo vacío político, sin puntos de referencias fuertes y asentados, que lo impulsen a la organización y a la lucha por sus derechos más elementales.
¡Tierra, trabajo, libertad y soberanía nacional!
¡Viva Andalucía libre y socialista!
EL MUNDO ACTUAL
Frente a todas aquellas teorías que a finales de los 90 del siglo pasado y principios del presente, nos hablaban del fin de las contradicciones interimperialistas, del fin del imperialismo como fase del capitalismo, incluso del fin de los estados nacionales, nos encontramos con una realidad internacional preñada de contradicciones interimperialistas, contradicciones exacerbadas en última instancia por la tremenda crisis que el capitalismo como modo de producción está atravesando. La realidad encargada de dar o quitar razones en las disputas teóricas está mandando definitivamente al basurero de la Historia todas aquellas teorías del fin del imperialismo, de la globalización, etc.
Los estados capitalistas más desarrollados (estados imperialistas occidentales) y sus multinacionales para seguir su desarrollo necesitan desembarcar en otros países con la finalidad de apoderarse tanto de sus riquezas naturales (petróleo, gas, minerales, agua, etc.) como de su riqueza humana, fuerza de trabajo. Así, la explotación de todo recurso natural y humano se realiza en provecho casi exclusivo de una minoría de personas del planeta, de los propietarios de los medios de producción. Multinacionales y Estados imperialistas saquean como bandidos a países menos desarrollados, empobreciéndolos aún más, fortaleciendo así la cadena de la dependencia y la sumisión. Imponen gobiernos, determinan políticas económicas, sociales y culturales. Matan, saquean, roban y maltratan.
En su locura el capitalismo en su fase actual, y como parte de su constante proceso de acumulación y reproducción, no solo sobre explota el trabajo humano, sino también la naturaleza, la vida entera. El planeta se enfrenta a su supervivencia, en definitiva a un crudo dilema: o capitalismo o vida, y así lo atestigua el cambio climático, la desertización, la continua desaparición de especies de animales y fauna, la contaminación de mares y océanos, el mal uso de los recursos hídricos y su injusta distribución, etc. Estamos por tanto ante una verdadera crisis de civilización en el más amplío sentido del término.
La actual crisis tiene su origen temporal real en aquella otra gran crisis de los 70, en realidad, se trata de una prolongación en el tiempo de aquella. Si en aquel entonces se culpaba al petróleo, hoy se culpa a las hipotecas y a la especulación financiera. Tanto hoy como ayer, nos tratan de hacer pasar las consecuencias por causas con el único fin de crear el estado de conciencia necesario para inculcar en las mentes de todos los oprimidos la necesidad de continuar viviendo en este sistema podrido, cruel, injusto y, sobre todo, inhumano. Los mecanismo de alienación de masas, cuya función esencial es la de ocultar la verdadera cara de este sistema, funcionan mejor que nunca gracias a los grandes medios de comunicación de masas que vienen a someter las mentes de los trabajadores y sectores populares con sueños consumistas y de ascenso en la pirámide social, por un lado, y por otro, a hacer que éstos se evadan de la realidad que viven ya sea utilizando grandes espectáculos deportivos, o con elementos más tradicionales como el fanatismo religioso, etc.
El modo de producción capitalista viene atravesando desde hace muchos años graves problemas para extraer plusvalías, cada vez se produce más y más (sobreproducción), gracias a las grandes inversiones en capital constante (maquinaria), que va desplazando al capital variable (fuerza de trabajo), y al consiguiente impulso del desarrollo tecnológico, procurándose a la vez el abaratamiento de materias primas, pero lo que se produce no sirve al único fin que tienen los capitalistas: la acumulación y la reproducción de capital, si los capitalistas tienen dificultades para extraer plusvalías difícilmente podrán realizar su fin ya proclamado: acumulación y reproducción; se produce demasiado, y toda la producción no puede ser absorbida (subconsumo). La competencia entre los capitalistas se endurece, es una auténtica lucha de fieras desaforadas por hacerse con un pedazo mayor de la tarta. La fuente de todo valor, hoy como ayer, es el trabajo humano, por tanto, para superar este problema, es decir para seguir acumulando, recuperar, y si se puede, aumentar la tasa de ganancia, los capitalistas, hoy como ayer, necesitan explotar al menor coste posible el trabajo humano, o mejor dicho, su fuerza de trabajo. El concepto de plusvalía, es decir, del valor de más que es producido por el obrero en el tiempo de trabajo adicional del que se apropia el capitalista, sigue siendo hoy como ayer la base sobre la que se fundamenta la explotación del ser humano por el ser humano en el modo de producción capitalista. Esto motiva que muchos capitalistas sobreacumulen capital que no ven rentable invertir en la producción dedicándolo al juego especulativo.
Marx ya nos explicó como los capitalistas tratan de contrarrestar esta caída tendencial de la tasa ganancia con el aumento del capital accionario, entre otros mecanismos como la elevación del grado de explotación del trabajo, la reducción del salario por debajo de su valor, el abaratamiento del capital constante, la superpoblación relativa, y el comercio exterior, entre otros. Más tarde, Lenin, desarrolló la teoría del capital financiero, es decir, la fusión entre industriales y banqueros característica esencial de la fase imperialista, desarrollándose el carácter parasitario del capitalismo. Por supuesto que se han desarrollado nuevos fenómenos, especialmente de tipo tecnológico que se han de tener muy en cuenta y que inciden en el desarrollo del modo de producción capitalista, pero son eso, fenómenos, que en todo caso vienen a reforzar las tendencias generales y, sobre todo, esenciales, que es lo que nos interesa observar, del modo de producción capitalista.
Los capitalistas llevan muchos años en una huida hacia adelante sin rumbo ni puerto de llegada, de burbuja especulativa en burbuja especulativa, como si fueran magos medievales en busca de la piedra filosofal. El desarrollo de la “economía especulativa” nos debería hacer ver más claramente las verdaderas causas de esta crisis, sin embargo, los medios de comunicación nos tienen puesta la mirada en las consecuencias, o mejor dicho, en cómo se está manifestando esta crisis, pero no en las causas.
Actualmente, nos encontramos unas “economías capitalistas centrales” sumidas en terribles problemas de deuda pública, consecuencia de las burbujas especulativas y las políticas monetaristas que tan bien han ayudado a esas burbujas especulativas, jugando con los tipos de interés. Los Estados Unidos, con una deuda pública gigantesca, y peor aún, incalculable, una auténtica bomba de relojería, y el Reino Unido, tienen unos agujeros inmensos de deuda pública, en concreto, el Reino Unido es el país con mayor deuda pública de toda Europa, mucho más que la maltratada Grecia. Para financiar esa deuda pública, ambos países (Estados Unidos y Reino Unido) realizan ataques al resto de países europeos, y al euro, especialmente a los eslabones débiles de la Unión Europea (Grecia, Irlanda, Portugal y el Estado Español), que son también, aquellos países donde mayor ha sido la orgía especulativa. Juegan con los bonos de deuda emitidos por esos estados, especulando sobre su valor presente y futuro, utilizando sus agencias calificadoras, es decir, empresas que se dedican a crear rumores sobre la estabilidad de tal o cual economía sin importar su realidad, especulando, manipulando la información, etc. Así es como han provocado el colapso griego.
Nos pueden hablar de refundar el capitalismo, e incluso de controlar los grandes capitales, algunos teorizan sobre las cenizas humeantes de Keynes, pero la cuestión es que las políticas que se están aplicando por todos los gobiernos (sean del “color” que sean) van en otro sentido, y por otro lado, aunque a Keynes se le quiera sacar mucho jugo, sus teorías son capitalistas y están diseñadas para ser aplicadas en el modo de producción capitalista, por tanto, no pueden escapar a las contradicciones inherentes a este sistema. Estos refundadores del capitalismo pretenden resucitar el “capitalismo productivo” condenando el “capitalismo financiero” por sus tendencias especulativas, sin caer en la cuenta de que en la fase imperialista esa distinción entre capitales no tiene sentido.
La muerte de la socialdemocracia tradicional es una evidencia, los viejos partidos socialdemócratas se han quedado sin un discurso propio que los diferencie ya realmente de los partidos de la derecha tradicional (liberales, conservadores o democristianos). Por otro lado, la desaparición de la URSS y del campo socialista europeo, con todo el contrapeso que ejercían y el referente político que suponía para amplias masas trabajadoras, hace que los diferentes representantes políticos de los grandes capitales no opten por soluciones que supongan una redistribución más equitativa de las rentas, por ello, no habrá por parte de los grandes capitalistas soluciones como las que se dieron a la crisis de 1929 o después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, los capitalistas al no tener un antagonismo tan evidente como eran la URSS y el campo socialista europeo, no tienen la necesidad de hacer concesiones a los pueblos y a los trabajadores. Un dato para tener en cuenta: en los últimos tres años se han generado 30 millones de parados en el Mundo.
Es en este contexto internacional donde debemos situar la lucha por la emancipación nacional del pueblo andaluz y la construcción de una sociedad que destierre para siempre la opresión del ser humano por el ser humano. La situación geoestratégica de Andalucía ha de tenerse necesariamente en cuenta, ya vemos como no es casualidad que el imperialismo norteamericano no haya renunciado, ni tenga la intención de hacerlo, a sus dos bases militares en nuestra nación.
Andalucía está situada en la confluencia de Europa con África, un auténtico cruce de caminos, ya que por otro lado es puerta de entrada desde América hacia los países del norte de África, la Europa mediterránea, Oriente Medio y Asia. Las consecuencias de nuestra situación geográfica son evidentes para los grandes poderes imperialistas internacionales, por tanto, cualquier proyecto de emancipación nacional andaluz estará siempre en el punto de mira de esos poderes.
EL ESTADO ESPAÑOL
El Estado Español entra en este contexto de crisis mundial con unas características determinadas. La gran oligarquía española está aprovechando este contexto de crisis para reforzarse en todos los sentidos, a costa incluso del propio Estado, o mejor dicho, a su costa. Las medidas políticas del gobierno del PSOE no han sido más que un seguimiento de los dictados expresados por diversos sectores de la oligarquía española, especialmente, los bancos, y determinadas multinacionales.
El Estado Español junto a Portugal, Grecia e Irlanda, se lanzó durante el pasado ciclo económico con mucho más ímpetu que otros estados europeos u occidentales a una auténtica orgía especulativa, la llamada “burbuja inmobiliaria”, el derroche y la sensación de euforia económica se respiraba por todos lados, pero esa sensación fue tan falsa que cuando esa burbuja estalló a finales de 2007, las consecuencias no se hicieron esperar, las debilidades estructurales salieron a la luz, así como quien manda en el Estado Español, independientemente del partido que ocupe el Palacio de la Moncloa, es decir, la gran oligarquía española capitaneada por los grandes bancos (Santander, BBVA) y las multinacionales Telefónica, Repsol, Endesa, Iberdrola, etc. Esta oligarquía ha impuesto su política económica con el único fin de aumentar, con la excusa de la crisis, su tasa de beneficios. La socialdemocracia española tradicional del PSOE, como ya ocurrió en los 80, de nuevo se esmera en aplicar las políticas de la oligarquía sin rechistar, al pie de la letra, y a veces, con mucho más celo que el PP. Por tanto, frente a la visión de un PSOE traidor a los trabajadores y sectores populares, sería más correcta la visión de un PSOE leal a los intereses de la oligarquía española, de la Europa imperialista, del FMI, y de los Estados Unidos de América.
Políticamente, aunque es más que evidente el agotamiento de la España posfranquista nacida de la Constitución de 1978, no por ello este marco termina por hacerse pedazos. El PSOE, desde su llegada al poder en 2004, ha intentado con la táctica de las reformas estatutarias hacer los cambios necesarios para que todo siguiera exactamente igual, como así ocurrió con la reforma de nuestro Estatuto, y desplazar todas las tentaciones soberanistas y de autodeterminación de los pueblos. Así, el PSOE supo atraerse al reformismo socialdemócrata nacionalista de Esquerra, ciertos sectores del BNG y la Chunta Aragonesista, compartió (y comparte) poderes autonómicos con ellos, sin que se haya visto el más mínimo avance hacia el reconocimiento nacional de Catalunya, Galiza ni Aragón. Valga también de ejemplo la reforma estatutaria catalana para comprobar cuáles son los límites del PSOE, es decir, los límites de un determinado sector de la oligarquía.
En el caso del conflicto en Euskal Herria, igualmente vemos las limitaciones de un PSOE que obedece la voz de su amo y que ha impedido y sigue impidiendo una solución dialogada al conflicto, optando por las mismas políticas represivas que caracterizaron al Partido Popular: Ley de Partidos, prohibición de manifestaciones y de cualquier expresión pública, intervención en el poder judicial, etc.
Se hace necesario indicar que no cabe reforma alguna del estado de las autonomías. Algunos aspiran a que una reforma constitucional pueda dar derechos a los pueblos o transformar al Estado Español en una república, sin embargo, los hechos demuestran que esa visión es una pura utopía, por otro lado, y centrándonos en la cuestión republicana, no es nada descabellado que la propia oligarquía española, que en su momento optó por la monarquía, apueste por una solución republicana si la coyuntura lo requiere. El proceso de soberanía nacional y de transformación social en Andalucía, indefectiblemente, deberá derogar haciendo uso de su poder soberano la Constitución de 1978. Sólo así, consiguiendo nuestros derechos nacionales, podremos hablar de la necesaria unidad de los pueblos y de las diferentes fórmulas políticas para conseguirla, podremos hablar, entonces, de un verdadero internacionalismo nacido de la libre voluntad de los pueblos, del apoyo mutuo y la solidaridad.
ANDALUCÍA, UNA NACIÓN
“Nosotros sabemos que Andalucía es más que un nombre: es una Patria”
Blas Infante (1885-1936)
Andalucía es una comunidad humana desarrollada en un territorio que se define por unas características económicas, sociales, políticas, lingüísticas, y culturales que se han ido moldeando a lo largo de siglos, por tanto, afirmamos que Andalucía es una nación. Los hechos nacionales no son hechos estancos, inmunes a los cambios, todo lo contrario, las naciones surgen, se desarrollan y mueren sobre la base de continuas transformaciones.
Lo que hoy conocemos por Andalucía hunde sus más profundas raíces hace siglos. Hacer esta afirmación no es un esencialismo idealista, en ningún momento se pretende afirmar que las antiguas comunidades humanas del sur peninsular fueran andaluces, es decir, no se pretende afirmar la existencia de Andalucía en un momento en el que era imposible que existiera, pero sí afirmar que sin tener en cuenta estas raíces tan antiguas, con todo lo que ello significa: temprano auge del comercio, la agricultura y la pesca, extracción minera, el desarrollo de la técnica, la esclavitud, diferenciación de clases, desarrollo cultural, urbanismo... es decir, civilización, se nos hace difícil explicar cómo Andalucía ha devenido en formación social con unos determinados rasgos identificables.
Podemos señalar dos periodos que son determinantes históricamente para entender la Andalucía actual: primero, el periodo que va desde la constitución de la Bética como provincia senatorial romana y el desarrollo histórico que llevó a la caída de la monarquía visigótica y a la instauración de Al-Ándalus y el proceso de islamización; y segundo, la conquista de Al-Ándalus por los reinos cristianos peninsulares capitaneados por el Reino de Castilla.
La conquista cristiano-castellana del Al-Ándalus del Guadalquivir trajo consigo el reparto de extensos territorios entre la nobleza conquistadora, los señoríos, destruyendo las formas tradicionales de posesión de la tierra andalusí: la alquería. Este proceso, inseparable de la conquista, se extendería posteriormente a la Andalucía nazarí, en especial, a las actuales provincias de Málaga y Granada, y, en menor medida, Almería. Tienen pues en este proceso su fundamento y base los grandes latifundios andaluces, más tarde, en el siglo XIX con las desamortizaciones, este proceso de concentración de la tierra recibiría un fuerte y definitivo impulso, los grandes latifundistas feudales se transformarían en hombres de negocio capitalistas, y los jornaleros junto a campesinos pobres desposeídos, independientemente de su origen étnico, en proletarios del campo. La gran burguesía terrateniente andaluza, convertida en clase burguesa dominante española, frustraría todos los intentos de industrialización de Andalucía, favoreciendo así los procesos industrializadores en otras zonas del Estado, y la penetración británica y de otras potencias industriales europeas, convirtiendo Andalucía en un país eminentemente agrario, de mano de obra barata, y por tanto lugar de reserva de recursos humanos dispuestos a ser desplazados y movilizados allí donde hiciera falta, una semicolonia de la que se podía extraer riqueza material y humana. Esta gran burguesía latifundista fue el principal sostén del golpe de estado de 1936 y del régimen franquista, aunque a partir de los años 60 del pasado siglo XX sería desplazada por nuevas élites burguesas más modernas, vinculadas a otros sectores de la producción y a las finanzas, y con mejores y más fuertes lazos internacionales, ya fuera con el imperialismo norteamericano o con los imperialistas británicos, franceses o alemanes.
No podemos entender todo lo anterior sin las más diversas y múltiples respuestas a que dio lugar: la resistencia a la conquista cristiano-castellana, la resistencia andalusí, también llamada revueltas moriscas contra las imposiciones lingüísticas y religiosas, la humillación y el saqueo, las resistencias populares a la feudalización y a los señoríos, para continuar con la lucha contra la opresión del terrateniente moderno por el proletariado del campo, que siempre optó por las opciones más radicales (como el anarquismo). En este sentido, no podemos dejar de señalar las tempranas reivindicaciones políticas propiamente andaluzas, frecuentemente vinculadas al problema de la tierra y su posesión o a la falta de libertades políticas, desde la Junta de Andújar de 1835, movimiento revolucionario burgués contra el “Antiguo Régimen”, con leves y sobre todo circunstanciales planteamientos andaluces, hasta la lucha de los republicanos federalistas en el siglo XIX, en el cual ya se dieron planteamiento políticos netamente andalucistas que darían lugar al movimiento andalucista propiamente dicho del siglo XX, con Blas Infante a la cabeza, expresión moderna de un nacionalismo andaluz solidario, social, popular, democrático, antioligárquico, y dignificador de las señas de identidad andaluzas. Este movimiento fue aplastado por la reacción fascista, al igual que el renacimiento cultural andaluz experimentado durante el periodo de la Segunda República española, cuyos exponentes más destacados o bien fueron directamente eliminados como Federico García Lorca, o condenados al exilio como Rafael Alberti, Antonio Machado, o Pablo Ruiz Picasso, entre tantos.
Con el fin de la dictadura franquista, este nacionalismo resurgiría con fuerza y determinación en la política, la cultura, la economía, y los movimientos sociales y populares, viéndose influenciado por las reivindicaciones de otros pueblos del Estado español, con fuerte presencia de inmigración andaluza, y las reivindicaciones de movimientos de liberación nacional revolucionarios del llamado “Tercer Mundo”, en especial los del Magreb, por otro lado, el movimiento obrero del campo andaluz conseguía politizarse y asumir la reivindicación nacional andaluza, gracias a los planteamientos del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), también se incorporaría a ese resurgir del nacionalismo andaluz importantes sectores del movimiento obrero urbano, en especial en las ciudades de Málaga, Sevilla, Granada o Cádiz, que habían venido absorbiendo grandes cantidades de población rural, atraídas por el desarrollo de la construcción en Granada y Sevilla, los núcleos industriales de la bahía gaditana, y el turismo y la construcción en la Costa del Sol malagueña. A este movimiento le correspondería diferentes expresiones políticas, desde los iniciales planteamientos “socialistas autogestionarios” del Partido Socialista de Andalucía (PSA), partido fundamental para entender aquel resurgir nacionalista; los planteamientos “independentistas revolucionarios” primero del Partido Socialista Unificado de Andalucía (PSUA) y seguidamente del Frente Andaluz de Liberación (FAL) y el Frente para la Liberación de Andalucía (FLA), las organizaciones nacionales andaluzas de partidos revolucionarios estatales, como el Movimiento Comunista, el PTE, la ORT, el PCT, la trotskista LCR, etc. los planteamientos andalucistas a diferentes niveles en el PCE, especialmente en sus juventudes, y el PSOE; e incluso, determinados atisbos de nacionalismo burgués andaluz, aunque bastante débiles e inconsistentes, fruto de la gran debilidad histórica de los sectores burgueses no oligárquicos en Andalucía. En el 4 de diciembre de 1977, Andalucía entera se convertiría en una gran manifestación en favor del autogobierno andaluz que se vio manchada de sangre por el asesinato en Málaga del joven Manuel José García Caparrós.
Sin embargo, aquel movimiento no pudo resistir los golpes asestados por la gran oligarquía española con su objetivo estratégico de “cambiar para seguir igual”. Las causas que llevaron a que este gran movimiento popular andalucista en sus diferentes expresiones no resistiera los golpes asestados son complejas, y de nuevo, su análisis desbordaría nuestro propósito. Por otro lado, si queremos realizar un análisis andaluz riguroso y sobre todo, actual, no podemos dejar de tener en cuenta este hecho, porque esos golpes aún hoy se siguen asestando. En síntesis, podemos afirmar que el poder oligárquico español supo integrar perfectamente en su seno a quienes se autodenominaron pomposamente y sin ningún pudor “vanguardia” de aquel movimiento (PSA), y también al incipiente andalucismo de los grandes partidos de izquierda reformista españoles (PSOE y PCE); y por supuesto aislar y debilitar de forma extraordinaria y eficaz al “independentismo revolucionario” y a las organizaciones nacionales de los partidos revolucionarios estatales.
Esta lucha andaluza por la tierra y la libertad se puede resumir en las siguientes palabras de Blas Infante: “Andalucía no se fue. Quedó en sus pueblos, esclavizada en su propio solar”.
ANDALUCÍA HOY, UNA REALIDAD OPRIMIDA
Después de 32 años de Constitución española, 28 años de Estatuto de Autonomía, tres de ellos bajo el Estatuto reformado, y 24 de integración del Estado Español en el proyecto del bloque imperialista europeo, con todas las consecuencias que ha tenido dicha integración para Andalucía, evidentemente hay cosas que han cambiado, quizá las realidades más sangrantes de hambre, miseria y desesperación, pero nada más, ya que a consecuencia de la crisis que estamos padeciendo mucho de lo poco mejorado está desapareciendo en Andalucía, como ejemplo Andalucía ronda el 28% de paro, de cada cuatro parados del Estado Español, uno es andaluz.
Podemos caracterizar el panorama andaluz de la siguiente forma resumida:
• Las graves consecuencias que para Andalucía tiene su integración, como parte del Estado Español, al bloque imperialista europeo, especialmente para nuestra débil y muy dependiente estructura económica, afectando directamente a los trabajadores, pequeños campesinos, pequeño y mediano comercio, pequeña y mediana industria, etc. La economía andaluza es sumamente dependiente, determinada por intereses foráneos que en nada o en muy poco repercuten en el desarrollo y la prosperidad de nuestra tierra y de los que viven y trabajan en ella, negando la explotación de todas nuestras potencialidades y, por supuesto, cualquier modelo de sociedad más justo, libre y solidario.
• Fuerte militarización de nuestro territorio, debido a su posición geoestratégica, por los ejércitos español, norteamericano y británico (estos dos últimos con las bases de Rota, Morón y Gibraltar).
• La persistencia de la manipulación de nuestras señas de identidad nacionales y culturales, con el objetivo de destruir todo nuestro acervo de resistencia y rebeldía. La manipulación de las señas de identidad andaluzas sigue cumpliendo, hoy como ayer, la función de ser presentadas como las señas de identidad española, como la esencia cultural del proyecto nacional español. Con este mecanismo se pretende despojarnos de nuestra conciencia de pueblo, de que se reivindique una conciencia nacional que puede hacer temblar las mismas bases del quimérico proyecto español.
• Los tremendos datos de la marginación social reinante en nuestro país: analfabetismo, pobreza, drogadicción, población carcelaria, graves carencias de infraestructuras, etc., que nos acercan más a los países llamados subdesarrollados que a esa Europa que los políticos del sistema nos han estado continuamente vendiendo.
• Andalucía como frontera del racismo y la xenofobia europeos, muro de contención de los que vienen a Europa escapando de la miseria y el hambre.
• La evidente carencia de unas instituciones autonómicas verdaderamente democráticas al servicio del pueblo andaluz y de su desarrollo político, económico, social y cultural. En todos estos años de Andalucía autonómica, ha quedado más que demostrada la completa inutilidad de las instituciones autonómicas para solucionar los problemas más básicos de nuestro pueblo. Estas instituciones desde su nacimiento fueron acaparadas en exclusiva por el PSOE, un partido representante de sectores de la gran oligarquía española, comprometido con el militarismo de la OTAN, y el proyecto de bloque imperialista europeo encarnado en la Unión Europea.
• La implacable represión ordenada por las autoridades contra el movimiento obrero y popular andaluz, en este sentido, cabe destacar la tremenda represión ejercida por los diversos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en especial la Guardia Civil, contra el movimiento obrero jornalero.
• La pervivencia de la vieja lacra del latifundismo y el caciquismo, protegida además por la propia Unión Europea, como evidencia el reparto de subvenciones.
• La creciente degradación forestal y las continuas agresiones al medio ambiente fruto de un modelo de “desarrollo” inadecuado y agresivo, que no tiene en cuenta la protección y la conservación de la biodiversidad.
• El urbanismo salvaje y depredador, especialmente centrado en nuestro litoral fomentado por el “monocultivo del turismo”. Este urbanismo ha contribuido a degradar el papel de las diversas instituciones que han permitido este tipo de urbanismo a cambio de toda clase de sobornos.
En definitiva, en Andalucía está bien consolidado el viejo tandem “subdesarrollo-dependencia” que estrangula el futuro de nuestro pueblo en el marco de una estrategia que combina viejas formas represivas con modernas técnicas de alienación de masas, en una ofensiva sin precedentes por el control de las conciencias por medio de la propaganda sistemática de la ideología dominante.
OBJETIVOS
La lucha por los derechos nacionales del pueblo andaluz se debe contemplar no sólo como la consecución de unas instituciones propias, sino, también, y podemos decir que fundamentalmente, como la defensa de nuestra soberanía nacional-popular en lo político, económico, social, cultural, etc. Por tanto, en la perspectiva de la necesaria reconstrucción nacional de Andalucía se hace necesaria la elaboración de un programa que podría recoger los siguientes objetivos mínimos:
• La lucha por el ejercicio del derecho a la autodeterminación de la nación andaluza, del cual ha de derivar la constitución de instituciones libres, soberanas y verdaderamente democráticas puestas al único servicio del pueblo andaluz y de la clase obrera andaluza.
• Derecho a la propiedad real de nuestros propios recursos, al pleno uso y disfrute de nuestra tierra, de nuestro subsuelo, de nuestras fuentes de energía, nuestras aguas y bancos pesqueros, con un escrupuloso respeto a nuestro medio ambiente, premiando la protección y la conservación de la biodiversidad en nuestra tierra debido a la cantidad de especies endémicas en peligro de extinción.
• Derecho a la paz y a la seguridad en nuestra tierra; desmantelamiento de todas las bases militares instaladas en nuestro país (españolas, norteamericanas, y británicas), y la desnuclerarización total de nuestra tierra, nuestras aguas, y nuestro espacio aéreo.
• Derecho a disfrutar de nuestra cultura y señas de identidad en libertad, derecho a conocerla realmente sin mentiras ni manipulaciones, por la dignificación inmediata de nuestras señas de identidad nacionales.
• Salida de la Unión Europea y de la OTAN. Por una Andalucía libre y solidaria con los pueblos que luchan por su libertad y su emancipación.
• Por una política económica que tenga como objetivos principales la creación de empleo y la implantación de una economía planificada democráticamente, apostando por la creación de un sector público andaluz fuerte y llevando a cabo, de una vez por todas, un proceso de reindustrialización utilizando la tecnología más puntera y más respetuosa con nuestro medio ambiente.
• Reforma agraria basada en la utilización social de la tierra, el reordenamiento de la producción, retomando las variades de cultivo, frente al monocultivo imperante, haciendo eficaz la distribución de la producción agrícola eliminando intermediarios.
• Poder soberano andaluz para negociar con la República Árabe Saharui Democrática (RASD) la explotación de sus recursos pesqueros sin imposiciones ni presiones de Marruecos, el Estado español y la UE.
• Modificación de los sistemas de contratación, relaciones laborales, y protección a los desempleados, priorizando el empleo fijo y de calidad, reduciendo la jornada laboral y acabando con el pluriempleo y todas las formas de precariedad laboral.
• Plenos derechos a todos los trabajadores inmigrantes que vivan y trabajen en Andalucía, evitando todo tipo de abusos.
• Derecho a nuestros recursos financieros, a disponer verdaderamente de los fondos de las cajas de ahorros andaluzas para su uso social, en la perspectiva de una total nacionalización de la banca.
• Reforma fiscal y financiera que grave a la negativa a la especulación y a las grandes fortunas y evite la salida de recursos de Andalucía.
• Fomento de la inversión productiva en Andalucía y ayuda con créditos a las pequeñas y medianas empresas que generen empleo fijo, estable y de calidad.
• Por una educación pública, científica, laica y andaluza, que permita la formación adecuada para una incorporación efectiva al mundo laboral
• Derecho a una administración pública democrática al servicio del pueblo.
• Disolución de las Diputaciones Provinciales y comarcalización de Andalucía.
• Derecho a una educación libre, andaluza, científica y laica.
• Disolución del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil y su sustitución por unos servicios de seguridad verdaderamente democráticos y controlados públicamente.
LA NECESIDAD DEL REFERENTE POLÍTICO
La necesidad de contar con un referente político unitario andalucista, de izquierdas, transformador y antiimperialista se justifica en que objetivamente cualquier colectivo humano que pretende unos objetivos se ha de organizar y de estructurar para luchar y conseguirlos, si entendemos que la consecución de nuestra soberanía nacional y la transformación social son objetivos políticos, lógicamente tendremos que dar a luz a la organización política que luche por ellos.
Al contrario de lo que se entiende en amplios sectores de nuestro pueblo, la política es mucho más que participar en unas elecciones o gestionar unas instituciones. Esta visión tan estrecha y difundida por quienes hacen de la política un negocio personal y no una lucha colectiva, hace que la actividad política quede desprestigiada ante importantes sectores de nuestro pueblo. Sin embargo, para nosotros, la lucha política significa una intervención en la realidad que nos rodea con el fin de conseguir unos objetivos: soberanía nacional y transformación social; esos objetivos POLÍTICOS solo se obtendrán teniendo y ejerciendo poder. Si entendemos que la realidad andaluza es dependiente y oprimida, y si entendemos que la política es la intervención para transformar esa realidad y hacer a los que sufren la dependencia y la opresión protagonistas de su propia emancipación y de la gestión de sus propios asuntos (el poder obrero y popular andaluz) la concepción de la política cambia radicalmente.
La realidad muestra diferentes parcelas en las que se concreta la opresión, nuestro pueblo y nuestra clase por tanto crean instrumentos con las que hacer frente a esas cuestiones concretas: el sindicato, la asociación de vecinos, el grupo ecologista, el grupo de mujeres, la asociación cultural, los grupos de inmigrantes, el movimiento juvenil, los colectivos de solidaridad internacionalista, etc. Todos esos colectivos componen el movimiento obrero y popular andaluz, para nosotros se trata del germen del poder obrero y popular andaluz que tenemos que construir, el germen de lo que será la futura Andalucía libre y socialista y de las instituciones libres, soberanas y verdaderamente democráticas que se creen. Sin embargo, sin un referente político que tenga una perspectiva global de las diferentes situaciones de opresión e injusticia que sufre nuestro pueblo y nuestra clase a poco podremos aspirar, ya que todos esos colectivos tienden en muchísimas ocasiones por su propia naturaleza a considerar su parcela de lucha como la única o la más importante, sin caer en la cuenta que la lucha tiene un carácter global y que existe una conexión lógica entre todos los frentes de lucha. El referente político ha de venir a dar coherencia y globalidad a las diferentes luchas, ha de venir a destacar los puntos en común que existen en todas ellas, y por tanto, ha de venir a unificarlas y estrecharlas proyectando las diferentes luchas parciales hacia la consecución de los objetivos políticos principales, como garantía, a su vez de los triunfos parciales.
PRINCIPIOS
Si pensamos que en la Andalucía actual la opresión no sólo se ejerce sobre la clase obrera sino sobre otros sectores como el pequeño y mediano comercio, el campesinado pequeño y medio, la pequeña y mediana industria, etc. entonces el referente político unitario ha de recoger esa pluralidad de sectores oprimidos andaluces y sus diversas expresiones políticas y sociales. Por tanto un principio elemental es el de la pluralidad. Igualmente la pluralidad no sólo se ha de entender en el sentido de las diversas clases o fracciones de clase representadas, sino también en el sentido político e ideológico. Además, esta pluralidad ha de tener en cuenta que en el referente político unitario participarían tanto organizaciones políticas como personas a título individual.
Consecuentemente, si hay una pluralidad de intereses representados, y si existe una pluralidad política e ideológica, todas las opciones han de estar en una igualdad de condiciones, han de poderse expresar libremente y poder tomar decisiones en plena igualdad efectiva. Por tanto las formas organizativas que se adopten han de estar en función de esa pluralidad y tiene que dar cabida a esa igualdad de condiciones. Sin tratar de adelantar ninguna forma organizativa concreta podemos decir que el protagonismo ha de estar en las diferentes expresiones de base de las que se dote el referente político unitario, en todo caso, los órganos ejecutivos no están para decidir sino para ejecutar lo decidido por las organizaciones de base. Igualmente, se ha de procurar basar la toma de decisiones en los diferentes órganos por consenso.
El referente político unitario si pretende transformar la realidad ha de actuar en ella, por tanto, ha de participar en las diferentes expresiones organizadas del movimiento obrero y popular andaluz. En cada momento se decidirá la manera más conveniente y efectiva para esa intervención, como hemos señalado anteriormente, aportando coherencia y globalidad a las diferentes luchas parciales. El referente político unitario ha de poner al pueblo trabajador andaluz y a la clase obrera en el centro de su lucha. Ellos son los protagonistas, a ellos nos debemos, a ellos representamos, y ante ellos somos responsables.
METODOLOGÍA
Es muy importante desde el principio hacer las cosas con la mayor transparencia y claridad posibles, en este sentido, se hace necesario diseñar una metodología que recoja los siguientes aspectos:
- La priorización de lo sociopolítico hacia cualquier otro aspecto: de la unidad de acción a la unidad orgánica. Es necesario empezar por una unidad de acción que comprenda la celebración conjunta de determinadas fechas señaladas y la manifestación pública conjunta en las mismas. De ahí habría que diseñar conjuntamente unos acuerdos sobre cómo actuar en los diferentes frentes de lucha de nuestro pueblo. Justo en ese momento del proceso habría que dar el salto cualitativo hacia estructuras conjuntas que terminaría por la creación del referente político propiamente dicho con un programa político de reconstrucción nacional de Andalucía ya elaborado.
- La desigual distribución de militancia de las diferentes organizaciones, igualmente la desigual implantación territorial de las mismas. Por tanto habría que ir de lo local, a lo comarcal, provincial (si se estima oportuno), hasta lo nacional, aunque el inicio del proceso empiece desde los diferentes órganos nacionales de las diferentes organizaciones.
Muchas experiencias unitarias anteriores se vieron profundamente afectadas y lastradas por la temprana presentación de candidaturas electorales, eso hizo que esas experiencias encontraran sus propias limitaciones relacionadas con la nula implantación social, el escaso trabajo político previo desarrollado, las falsas ilusiones electorales, oportunismos, escasos recursos, etc. Así pues, es necesario tener muy claro que, salvo excepciones justificadas, el referente político unitario no acuda a unas elecciones hasta que realmente no tenga un trabajo y un rodaje acumulados y conocidos por nuestro pueblo y nuestra clase obrera andaluza, al igual que unas estructuras organizativas sólidas y bien engrasadas. Será nuestro pueblo andaluz, sus trabajadores y sectores populares, quienes demanden una candidatura electoral que les represente debido al trabajo que ese referente unitario ha venido realizando en el movimiento obrero y popular andaluz, en las calles de pueblos y ciudades, fábricas, talleres, campos, y centros de estudios de nuestro país.
Andalucía, 4 de diciembre de 2010