La locura de la caducidad programada Masiel Fernández Bolaños *
La Habana (PL) El incremento de la tendencia a programar la vida útil de los objetos llama la atención entre los expertos en momentos en que las desigualdades económicas y sociales se acrecienten en el mundo.
Cuando compramos algún producto para utilizarlo estamos conscientes de que debe durar solo algún tiempo, aún cuando en la mayoría de las ocasiones queremos que estén con nosotros "siempre".
Sin embargo, destaca el hecho de que cada vez más ese tiempo de uso se planea deliberadamente y, por supuesto, la realidad demuestra una disminución de la vida útil que va en detrimento de los consumidores.
De ahí que los expertos alerten sobre el incremento del fenómeno de la caducidad u obsolescencia programada, el cual es entendido como la determinación de la planificación del fin de la vida útil de un producto o servicio.
Tras un período de tiempo calculado durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, éste se tornará obsoleto, no funcional, inútil o inservible con el fin de que haya que comprar otro nuevo.
Una falla programada o una deficiencia incorporada entran en escena desde la elaboración de los productos de consumo.
El documental "Comprar, tirar, comprar", es considerado uno de los materiales audiovisuales más acabados y completos sobre el tratamiento del tema.
Muestra cómo los fabricantes producen artículos de baja calidad con el propósito de que se rompan lo antes posible y las personas necesiten comprar otros.
El documental se apoya en varios ejemplos para evidenciar su objetivo: baterías que se "mueren" a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas, entre otros.
Por ello afloran cuestionamientos inaplazables: ¿Cómo es posible que en 1911 una bombilla tuviera una duración certificada de 2500 horas y cien años después su vida útil se reducido a la mitad?
Además hace palpable las desastrosas consecuencias medioambientales que provoca dicha práctica, considerada existente desde inicios del siglo pasado.
Algunos expertos subrayan que la obsolescencia programada es uno de los eufemismos empleados en economía para ocultar numerosas prácticas nefastas que sólo persiguen el beneficio de unos pocos.
Como las economías modernas se basan en la deuda y el crédito, gran parte de los productos se planifican para durar mientras se siguen pagando.
Así se crea una dependencia entre producción, consumo y crédito, donde los flujos financieros se constituyen en el motor central, haciendo que el sistema financiero justifique su existencia, explican.
Por tal razón, hablan de "motor secreto" de las sociedades de consumo, un modelo insostenible por los enormes daños a los recursos naturales, el beneficio de las grandes corporaciones y los perjuicios mayoritarios a las personas de menores ingresos.
UNA VERDADERA LOCURA
Un artículo publicado en el sitio web
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] hace referencia a la amenaza de muerte a un español que inventó una bombilla que apenas gasta y dura más de dos décadas.
Su vida y la de sus hijos fueron amenazadas cuando anunció la conclusión del invento si él decidía seguir adelante con su comercialización, relata.
Se trata de una bombilla diseñada para durar unos 25 años, sin la fecha de estropeado programada que comparten, por cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos.
El material explica que a principios del siglo XX los empresarios o suministradores de materia prima montaban sus negocios con dinero familiar.
Fue entonces cuando los bancos llamaron a ampliar los negocios para aumentar las ventas pues ellos se encargarían de otorgar los créditos.
Sin embargo, querían tener más y decidieron disminuir la vida de los productos, lo cual derivó en la concentración de la riqueza en manos de unos pocos que apreciamos en la actualidad.
Ante tal situación el inventor español creó el movimiento Sin Obsolescencia Programada, al que esperan se unan fabricantes conscientes de que crisis de endeudamiento como la actual son evitables.
Todas esas materias primas que se extraen del Tercer Mundo a precios muy bajos le son devueltas en forma de basura, acotó.
DE LOS ORÍGENES
Según recoge la historia, en 1881 el inventor estadounidense Thomas Edison desarrolló una bombilla que duraba 1500 horas. Treinta años después éstas tenían una vida útil certificada de 2500 horas.
Un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos acordó en 1924 limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas.
Tras la recesión económica de 1929-1933, fue introducido el concepto de obsolescencia programada y se propuso poner fecha de caducidad a los productos, con el fin de animar el consumo y alentar la necesidad de producir mercancías.
Los expertos llaman la atención sobre una variante existente al respecto, la obsolescencia percibida, que se produce cuando la publicidad está orientada a crear en el consumidor la necesidad de poseer el último modelo de un objeto.
En un mundo de recursos limitados, aumento de la población y la pobreza, urge tomar conciencia y actuar ante el auge de esos mecanismos diabólicos de consumo solo encaminados a rebosar de dinero los bolsillos de unos pocos.
*Periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina
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