Una pagina nazi atacando y explicando iliteratos Mogrenazis , por qué es estupida su existencia
¿Qué Opinaba Hitler acerca de Otras Razas?
En esta ocasión trataremos el tema de la opinión de Adolf Hitler acerca de otras razas. Lo que nos motivó a crear una entrada sobre el tema fue un comentario escrito por un valiente "anónimo", seguramente un morenazi, en el que se hacía una crítica en contra de nuestro artículo publicado como: ¿Nacionalsocialismo Multirracial? Dicha crítica consistía básicamente en acusarnos de no citar fuentes válidas, de citar el Mi Lucha traducido al español, y de ser "judíos subhumanos", por el simple hecho de decir una verdad incómoda para mucha gente.
Nosotros en Visión Blanca nos tomamos muy en serio las quejas, así que, para darle gusto a nuestros detractores, en esta ocasión vamos a tratar el tema citando una fuente de primerísima importancia, como lo es el "Mein Kampf" (Mi Lucha) de Adolf Hitler, ¿quién mejor para orientarnos acerca de cómo se veía a otras razas en un contexto nacionalsocialista que el propio Führer? Desgraciadamente no vamos a citar el Mein Kampf en alemán, puesto que, si a duras penas muchos de los morenazis que nos odian pueden comprender el castellano, resulta bizantino además citar el texto original en alemán, sin embargo, la traducción que utilizaremos es la primera, más fidedigna y más completa traducción al castellano que se haya realizado de dicha obra, es decir, la traducción que hizo Miguel Serrano y que edita la Casa Editorial Solar.
Una vez dicho lo anterior, y ya sin más preámbulos, veamos lo que decía el Führer al respecto (nuestros comentarios en rojo):
"Capítulo XI.
PUEBLO Y RAZA.
...Hay verdades de tal forma diseminadas por todas partes, que están tan a la vista de
todos que, precisamente por eso, el vulgo no las ve, o por lo menos no las reconoce. Se
pasa como un ciego frecuentemente delante de estas verdades y se muestra la máxima
sorpresa cuando, de repente, alguien descubre lo que todos, por consiguiente, deberían
saber desde siempre.
Así peregrinan los hombres en el jardín de la Naturaleza y se imaginan saberlo y
conocerlo todo, pasando, con muy pocas excepciones, como ciegos junto a uno de lo
más trascendentales principios de la vida: el aislamiento de las especies entre sí...
(el aislamiento racial, lo que implica que los Estados construidos sobre una base contractualista, como México, son aberrantes para la visión nacionalsocialista, es decir, debería promoverse la separación de facto de indígenas, mestizos, y eurodescendientes).
...Esto es un fenómeno perfectamente natural: todo cruzamiento de dos seres
cualitativamente desiguales, da un producto de término medio entre el valor cualitativo
de los padres; es decir, que la cría estará en nivel superior con respecto a aquel elemento
de los padres que racialmente es inferior, pero no será de igual valor cualitativo que el
elemento racialmente superior de ellos...
(esto significa amargados lectores morenazis, que Hitler pensaba que ustedes mestizos, es decir, los productos de un cruzamiento entre dos seres cualitativamente desiguales -europeo e indígena-, son un término medio entre el valor de sus ancestros, es decir, son superiores respecto al indígena, pero no tienen el mismo valor cualitativo que sus ancestros europeos).
...Si, por una parte, la Naturaleza desea poco la asociación individual de los más débiles
con los más fuertes, menos todavía la fusión de una raza superior con una inferior. Eso se
traduciría en un golpe casi mortal dirigido contra todo su trabajo ulterior de
perfeccionamiento, ejecutado tal vez a través de centenas de milenios...
(es decir, la Naturaleza desea menos todavía la fusión de una raza superior con una inferior, como por ejemplo, cof..., cof... la raza caucásica -europeos-, con la raza mongólida americana -indígenas-, así que vayan tirando al excusado sus asociaciones entre "raza cósmica" vasconcelista -crisol de razas- y el nacionalsocialismo).
También la historia humana ofrece innumerables ejemplos de este orden, ya que
demuestra con asombrosa claridad que toda mezcla de sangre aria con la de pueblos
inferiores tuvo por resultado la ruina de la raza de cultura superior. La América del Norte,
cuya población se compone en su mayor parte de elementos germanos, que se mezclaron
sólo en mínima escala con los pueblos de color, racialmente inferiores, representa un
mundo étnico y una civilización diferente de lo que son los pueblos -de la América
Central y la del Sur, países en los cuales los emigrantes, principalmente de origen latino,
se mezclaron en gran escala con los elementos aborígenes. Este solo ejemplo permite
claramente darse cuenta del efecto producido por la mezcla de razas. El elemento
germano de la América del Norte, que racialmente conservó su pureza, se ha convertido
en el señor del continente americano y mantendrá esa posición mientras no caiga en la
ignominia de mezclar su sangre.
(lo anterior deja en claro que Hitler creía que toda mezcla de sangre aria, es decir, de sangre blanca, de sangre europoide, con pueblos inferiores -léase pueblos de color, es decir, todos los demás-, tuvo como ruina la mezcla de la cultura superior, e incluso cita como ejemplo los modelos de conquista español y anglosajón de América, siendo el resultado del segundo, un mundo étnico y una civilización diferente de lo que son los pueblos de la América Central y del Sur, además, Hitler creía que el elemento germano de América del Norte que racialmente conservó su pureza era el Señor del continente, es decir, para Hitler los "gringos" eran superiores a la chusma mestiza latinoamericana).
En pocas palabras, el resultado del cruzamiento de razas es, por tanto, siempre el
siguiente:
a) Rebajamiento del nivel de la raza más fuerte;
b) Regresión física e intelectual y, con ello, el comienzo de una enfermedad que avanza
lenta, pero segura...
(O sea que, Hitler creía que el resultado del cruzamiento de razas, es decir, ustedes morenazis, son un rebajamiento del nivel de la raza más fuerte, y presentan una regresión física e intelectual. El Führer los veía como una enfermedad).
...Todo cuanto hoy admiramos en el mundo - ciencia y arte, técnica e inventos- no
es otra cosa que el producto de la actividad creadora de un número reducido de pueblos y
quizá, en sus orígenes, hasta de una sola raza...
(Hitler creía que todo lo que es admirable en el mundo, ciencia, arte, técnica e inventos, no es otra cosa que el producto de la actividad creadora de un número reducido de pueblos y quizá en sus orígenes, hasta de una sola raza, es decir, la raza aria, la raza blanca, lo cual, lo cual evidentemente no los incluye a ustedes, morenazis).
Hagamos una pausa, seguramente hay muchos escépticos morenazis que hasta este momento piensan que todo el asunto es en realidad una cuestión de interpretación, es decir, que por ejemplo, cuando Hitler habla sobre razas superiores generalmente no menciona de qué razas se trata. Hitler mismo nos lo aclarará a continuación:
Es un intento ocioso querer discutir qué raza o razas fueron las depositarias de la
cultura humana y los verdaderos fundadores de todo aquello que entendemos bajo el
término "Humanidad". Pero sencillo es aplicar esa pregunta al presente, y, aquí, la
respuesta es fácil y clara. Lo que hoy se presenta ante nosotros en materia de cultura
humana, de resultados obtenidos en el terreno del arte, de la ciencia y de la técnica es casi
exclusivamente obra de la creación del ario.
Es sobre tal hecho en el que debemos apoyar
la conclusión de haber sido éste el fundador exclusivo de una Humanidad superior,
representando así "el prototipo" de aquello que entendemos por "hombre"...
(Es decir, para el momento en el que Adolf Hitler escribió el Mein Kampf, la raza que consideraba superior, era la raza aria, es decir, la raza blanca, siendo la misma el prototipo de lo que se entiende por "hombre", es decir, ustedes morenazis vienen siendo cuasi-hombres o algo similar bajo la visión de Hitler. Aplíquese a todos los párrafos precedentes a este).
...Si se dividiese la Humanidad en tres categorías de hombres: creadores,
conservadores y destructores de la Cultura, tendríamos seguramente como representante
del primer grupo sólo al elemento ario. Él estableció los fundamentos y las columnas de
todas las creaciones humanas; únicamente la forma exterior y el colorido dependen del
carácter peculiar de cada pueblo. Fue el ario quien abasteció el formidable material de
construcción y los proyectos para todo progreso humano. Sólo la ejecución de la obra es
la que varía de acuerdo con las condiciones peculiares de las otras razas. Dentro de pocas
decenas de años, por ejemplo, todo el este de Asia poseerá una cultura cuyo fundamento
último estará tan impregnado de espíritu helénico y técnica germánica como la nuestra.
La forma externa es la que, por lo menos parcialmente, acusará trazos de carácter
asiático. Muchos juzgan erróneamente que el Japón asimiló la técnica de Europa en su
civilización. No es el caso. La base de la vida real no es ya la cultura específica del
Japón, aunque sea ésta quien dé "el color local" a la vida del país. Sin embargo, es esto lo
que impresiona más a la observación del europeo, justamente debido a los aspectos
externos originales. Aquella base se encuentra, sin embargo, en la formidable producción
científica y técnica de Europa y América y, por consiguiente, de pueblos arios. Sólo
basándose en esas producciones es como el Oriente podrá seguir el progreso general de la
Humanidad. Solamente aquellas son las que despejan el campo para la lucha por el pan
cotidiano, creando, para eso, armas y utensilios; el espíritu japonés sólo se va adaptando
gradualmente al aspecto externo de todo eso.
(En éste párrafo Hitler habla sobre que la raza aria, es decir, la raza blanca, la raza europea, es la creadora de cultura, siendo todas las demás razas sólo depositarias de la cultura que la raza blanca ha creado, lo cual, si desde luego excluye a razas puras que no son la raza blanca, con mucha más razón excluye al mestizo mexicano, es decir, a ustedes lectores morenazis. Si Hitler creía que incluso civilizaciones técnicamente muy avanzadas como lo son las civilizaciones asiáticas sólo revestían de o adornaban a la base cultural blanca sobre la que se construían sus civilizaciones, ¿qué creen que Hitler opinaría sobre México?)
Si a partir de hoy cesase toda la influencia aria sobre el Japón - suponiendo la
hipótesis de que Europa y América alcanzaran una decadencia total- la ascensión actual
del Japón en el terreno técnico-científico todavía podría mantenerse algún tiempo. Dentro
de pocos años, la fuente se secaría, sobreviviría la preponderancia del carácter japonés y
la cultura actual moriría, regresando al sueño profundo, del cual, hace setenta años, fuera
despertada bruscamente por la ola de la civilización aria. Esto es porque, en tiempos
remotos, también fue la influencia del espíritu ario la que despertó a la cultura japonesa.
Hoy también el progreso del país se debe completamente a la influencia aria. La mejor
prueba de este hecho es la fosilización y la rigidez que, más tarde, se fueron verificando
en tal cultura. Este fenómeno sólo un pueblo puede acusarlo cuando la primitiva simiente
creadora se perdió en su raza o cuando faltó la influencia externa que diera impulso y
material necesarios al primer desarrollo cultural. Se puede denominar una raza así
depositaria, mas nunca, sin embargo, creadora de cultura. Está probado que, cuando la
cultura de un pueblo fue recibida, absorbida y asimilada de razas extranjeras, una vez
retirada la influencia exterior, aquella cae de nuevo en el mismo entorpecimiento.
Un examen de los diferentes pueblos, desde tal punto de vista, confirma el hecho de que,
en los orígenes, casi no se habla de pueblos constructores, sino siempre, por el contrario,
de depositarios de una civilización.
(De lo anterior se desprende, que Hitler creía como ya lo mencionamos, que la mayoría de las culturas alrededor del mundo tienen como base constructora a la raza blanca, incluso aquellas culturas de potencias asiáticas. Cuando la raza blanca desaparece de una cultura, comienza una decadencia del nivel cultural y social -narcotráfico, reggaetón, perreo, "san juditas"... morenazismo-).
Casi siempre el proceso de su evolución presenta el siguiente cuadro: grupos
arios, por lo general en proporción numérica verdaderamente pequeña, dominan pueblos
extranjeros y gracias a las especiales condiciones de vida del nuevo ambiente geográfico
(fertilidad, clima, etcétera), así como también favorecidos por el gran número de
elementos auxiliares de raza inferior disponibles para el trabajo, desarrollan la capacidad
intelectual y organizadora latente en ellos. En pocos milenios y hasta en siglos logran
crear civilizaciones que llevan primordialmente el sello característico de sus inspiradores
y que están adaptadas a las ya mencionadas condiciones del suelo y de la vida de los
autóctonos sometidos. Ala postre, empero, los conquistadores pecan contra el principio
de la conservación de la pureza de su sangre que habían respetado en un comienzo.
Empiezan a mezclarse con los autóctonos y cierran con ello el capítulo de su propia
existencia. La caída por el pecado en el Paraíso tuvo como consecuencia la expulsión.
Después de un milenio, o más, se mantiene aún el último vestigio visible del
antiguo pueblo dominador en la coloración más clara de la piel, dejada por su sangre ala
raza vencida y también en una civilización ya en decadencia, que fuera creada por él, en
un comienzo.
De la misma manera que el verdadero conquistador espiritual desapareció en la
sangre de los vencidos, se perdió igualmente el combustible para la antorcha del progreso
de la civilización humana. Así como el color de la piel, debido a la sangre del antiguo
señor, todavía guardó como recuerdo un ligero brillo, la noche de la vida espiritual
también se encuentra suavemente iluminada por las creaciones de los primigenios
mensajeros de la luz. A pesar de toda la barbarie reiniciada, ellas aún continúan allí,
despertando en el espectador distraído la ilusión de un presente, que no es más que un
espejismo del legendario ayer...
(¿Acaso no suena esto demasiado parecido a lo que ocurre en México? Mestizos cuyo vestigio de sus ancestros conquistadores es una piel un poco más clara a la de los autóctonos, un país en decadencia porque su núcleo creador ario es una minoría entregada al dinero... ¡qué sabio fue Adolf Hitler!, ¿siguen pensando morenazis que pueden construir un movimiento de resurrección "nacional" bajo un esquema nacionalsocialista?).
Es en nosotros, los arios - raza que fue y es el exponente del desarrollo cultural de
la Humanidad- donde se verifica todo eso con mayor claridad. A medida que el Destino
nos proyecta a situaciones especiales, las facultades que poseemos comienzan a
desenvolverse y a hacerse manifiestas. Las civilizaciones fundadas casi siempre son
fijadas por el suelo, el clima y por los hombres vencidos, siendo este ultimo factor casi el
más decisivo. Cuanto más primitivos los recursos técnicos para un trabajo cultural, más
necesario es el auxilio de las fuerzas humanas, que, conjugadas y bien aplicadas, tendrán
que sustituir la energía de la máquina. Sin tal posibilidad de emplear gente inferior, el
ario nunca habría podido dar los primeros pasos hacia su civilización, del mismo modo
que, sin la ayuda de animales apropiados, poco a poco domados por él, nunca habría
alcanzado una técnica, gracias a la cual va pudiendo dispensar a los animales. El dicho:"El negro que ha hecho su tarea, se puede retirar", posee desgraciadamente una profunda
significación. Durante milenios el caballo tuvo que servir y ayudar al hombre en ciertos
trabajos en los que ahora el motor lo suplantó, lo que dispensó perfectamente al caballo.
De aquí en pocos años éste habrá cesado toda su actividad. Sin embargo, sin su
cooperación inicial, el hombre sólo difícilmente habría llegado al punto en el que se
encuentra hoy.
(sin la posibilidad de emplear gente inferior -entiéndase personas ajenas a la raza blanca, incluidos los híbridos o mestizos- el blanco nunca habría podido dar los primeros pasos hacia su civilización, es decir, Hitler creía que sin hombres-animales de carga, la raza blanca no hubiera podido darse abasto en su esfuerzo civilizador. Incluso Hitler después de mencionar una frases sobre negros, habla sobre caballos).
Una de las condiciones más esenciales para la formación de culturas elevadas fue
siempre la existencia de elementos raciales inferiores, porque únicamente ellos podían
compensar la falta de medios técnicos, sin los cuales
ningún desarrollo superior sería concebible. Seguramente la primera etapa de la cultura
humana se basó menos en el empleo del animal que en los servicios prestados por
hombres de raza inferior.
Primero fue la escolarización de los pueblos vencidos; luego vino el animal, y no
viceversa, como muchos suponen; antes fue el vencido quien debió tirar del arado y sólo
después de él vino el caballo. Únicamente los fanáticos pacifistas pueden ser capaces de
considerar esto como un signo de iniquidad, sin darse cuenta de que ese proceso
evolutivo debió realizarse para llegar al final a aquel punto desde el cual los apóstoles
pacifistas propagan hoy sus disparatadas concepciones.
El progreso de la Humanidad semeja el ascenso por una escalera sin fin, donde no
se puede subir sin haberse servido antes de los primeros peldaños. El ario debió seguir el
camino que la realidad le señalaba y no aquel otro que cabe en la fantasía de un moderno
pacifista. El camino de la realidad es duro y espinoso, pero sólo él conduce a la finalidad
con la que los pacifistas sueñan alejándose, sin embargo, cada vez más la Humanidad del
ideal soñado.
No es, por tanto, por mera casualidad que las primeras civilizaciones hayan nacido
allí, donde el ario, encontrando pueblos inferiores, los sometió a su voluntad; fueron éstos
los primeros instrumentos al servicio de una cultura en formación.
(Nuevamente Hitler hace una comparación entre razas inferiores y animales, eso nos recuerda, ¿cómo se construyeron los palacios novohispanos?).
Se hallaba precisado con claridad el camino que el ario tenía que seguir. Como
conquistador sometió a los hombres de raza inferior y reguló la ocupación práctica de
éstos bajo sus órdenes, conforme a su voluntad y de acuerdo a sus fines. Mientras
conducía de esta manera a los vencidos para un trabajo útil, aunque duro, el ario cuidaba
no solamente sus vidas, proporcionándoles tal vez una suerte mejor que la anterior,
cuando gozaban de la llamada "libertad". Mientras el ario mantuvo sin contemplaciones
su posición señorial fue no sólo realmente el soberano, sino también el conservador y el
propagador de la cultura, dado que ésta depende exclusivamente de la capacidad de los
conquistadores y de su propia conservación. En el momento en que los propios vencidos
comenzaron a elevarse desde el punto de vista cultural, aproximándose también a los
conquistadores, mediante el idioma, se derrumbó la vigorosa barrera entre el señor y el
siervo. El ario sacrificó la pureza de sangre, perdiendo así el lugar en el Paraíso que él
mismo había preparado. Sucumbió con la mezcla racial; perdió paulatinamente su
capacidad creadora, hasta que comenzó a parecerse más a los indígenas sometidos que a
sus antepasados, y eso no sólo intelectual sino también físicamente. Pudo disfrutar
todavía de los bienes ya existentes de la civilización, pero luego sobrevino la paralización
del progreso y el hombre se olvidó de su origen. Es de este modo como contemplamos la
ruina de las civilizaciones y reinos, que ceden el lugar a otras formaciones.
(De nuevo esta historia suena muy similar a lo que pasa en México).
La mezcla de sangre y, por consiguiente, la decadencia racial es las únicas causas
de la desaparición de viejas culturas: pues los pueblos no mueren como consecuencia
de guerras perdidas, sino debido a la anulación de aquella fuerza de resistencia que
sólo es propia de la sangre incontaminada.
Todo lo que en el mundo no es buena raza, es cizaña...".
(Es decir, ustedes morenazis son cizaña).
Bueno, pues con esas tajantes palabras termina nuestro análisis de esta ocasión y no cabe más que preguntarle a nuestros enfadados lectores morenazis, ¿siguen teniendo la misma opinión de "su Fiurer"? Si con todas las citas antes mencionadas no empiezan a poner los pies en la realidad, es que ustedes son el vivo ejemplo de que lo que dijo Hitler es cierto, es decir, que con la mezcla racial se atrofian las facultades intelectuales.
Afróntenlo, Hitler creía que personas como ustedes, es decir, mestizos, eran sujetos a quienes su poca o mucha capacidad intelectual se atribuía a los genes blancos que en mayor o menor medida tienen, además de que consideraba que países como México no tenían futuro, debido a la mezcla racial. Recuéstense, intenten no llorar... lloren.
Vayan preparando su próxima justificación, seguramente nos van a salir con estupideces como interpretaciones audaces del término "ario", o nos van a acusar de judíos y cosas por el estilo, ya estaremos preparados con fuentes de primera mano para recibir gustosamente todo lo que tengan que criticarnos.