EL ANTIFASCISMO EN SU ENCRUCIJADA HISTÓRICA:
ANTIFRANQUISMO O ANTIFASCISMO
REVOLUCIONARIO
Era nuestra intención hacer una segunda comunicación al movimiento antifascista tras las jornadas del 20 de Noviembre, periodo en el cual el antifascismo cada año entra en reflujo y posteriormente parece estancarse. Una segunda comunicación que profundizara la primera.[1]
Y es que este simbolismo del 20 N tiene una especial trascendencia en nuestra lucha, y señala también cual es el carácter del antifascismo en el Estado. Son varios los acontecimientos históricos que se han sucedido durante un 20 N, la muerte del falangista José Antonio Primo de Rivera en 1936, la de Durruti ese mismo día, los asesinatos de Josu Muguruza y Santi Brouard en el 84 y 89, y como fecha más recordada, la muerte en cama del criminal Francisco Franco Bahamonde en el 75. Y tristemente fue también en una fecha cercana, un 11 de Noviembre, cuando se produjo el asesinato del compañero Carlos Palomino que supuso un nuevo periodo de ofensiva y movilización del antifascismo más consciente. Esto ha ido configurando el 20 N en una jornada de lucha antifascista en todo el Estado español. En esta fecha se dan múltiples convocatorias de actos y movilizaciones en decenas de ciudades en lo que se conoce como Noviembre Antifascista.
Pero el movimiento antifascista y revolucionario adolece de una falta de dinamismo en estas fechas, que repercute en muchos de sus planteamientos y en su línea política. Han pasado muchos años, las circunstancias objetivas y subjetivas han cambiado pero el movimiento antifascista se resiste y permanece anclado en un discurso muchas veces antifranquista, contra la dictadura fascista; y hoy compañer@s, se hace necesario más que nunca superar estos planteamientos en cierta medida por la lucha anticapitalista, contra el proceso de fascistización, contra la dictadura del capital.
Lo es en primer orden porque la situación fáctica, y subjetiva, y sobre todo como la percibe la masa social no es la del año 1975 ó 78. Somos además un movimiento mayoritariamente juvenil, cuyo hándicap es la atracción de la juventud más combativa dado lo radical de nuestros planteamientos y práctica, una juventud que no vislumbra tan cercana la derrota de la transición como sí lo hacen o hacían las generaciones de militantes anteriores. No seamos nosotros los que nos resistamos a permanecer anquilosados en el discurso de la transición y en los mismos roles.
Y que nadie se confunda, la adaptación de nuestro discurso lo es para superar esta fase, pero tanto nuestro trabajo como la línea táctica y teórica no deben suponer la legitimación de la transición, sino que ha de servirnos para continuar la lucha con más certeza. Este período de acuerdos, encuentros y desencuentros entre la vieja y la nueva oligarquía, así como de las burguesías periféricas, es clave para entender la configuración y desarrollo de la democracia burguesa, del capitalismo español y su estructura de clases. No hay duda de que se hace necesario señalar que nuestra lucha tiene un componente especial de denuncia y señalamiento de esa corrección que hizo el mismo sistema, y en la cual la izquierda se plegó al juego de la burguesía por el camino reformista, en el cual perdió su identidad revolucionaria que hoy tanto le cuesta recuperar.
Es cierta la especial evolución que el proceso español ha tenido, distinto al resto de democracias burguesas capitalistas europeas, donde la ligazón del antiguo régimen con el nuevo se ha palpado en diversos aspectos estructurales del Estado, y en cuyos aparatos ha tenido cierta continuidad, como el cambio del Tribunal del Orden Público por la Audiencia Nacional, mientras que otros han sido absorbidos y reconfigurados a la nueva usanza durante un largo periodo de años en los que se han ido sucediendo una serie de acontecimientos que han afectado al campo popular. Yendo desde la transformación y adaptación del PSOE y el PCE al sistema, el proceso de reindustrialización, la conformación de las autonomías, la adhesión a entes supraestatales económicos y militares como la Unión Europea y la OTAN, los cuales nos incorporaban de lleno a la primera división del capitalismo internacional tras las épocas más autárquicas franquistas. También sucesos fuera de nuestras fronteras iban teniendo repercusión, así, la caída del bloque del este, y con ello la nueva ofensiva imperialista por el reparto del mundo que pasaba, por ejemplo, por la disgregación de los Balcanes o la invasión y ocupación de Iraq, no dejando de lado los múltiples escenarios de nuestros días. Todo ello al hilo que el ciclo de nuestra transición española iba completándose y cerrándose.
Es por ello que se hace necesario superar la lucha antifranquista en estos términos planteados que además son en los se ha quedado anclada la izquierda oportunista, de modo que, mantener este discurso nos hace en primer lugar no romper con ellos, y en segundo confundir a quienes pueden estar en posiciones cercanas a nosotros sin tenerlo claro. El reformismo, la progresía, el oportunismo de diferentes capas y colores habla de antifranqusimo sin matices, de dictadura “franquista” en contraposición a la hipotética democracia actual que gozamos. Es un discurso antifascista primario o democrático que reproduce la legitimación del sistema. Pero, ¿por qué se sirven de él?
Lo criminal y represivo del antiguo régimen fascista que estuvo implantado a sangre y fuego durante décadas sigue estando presente en la memoria de la mayoría social, a la que aun le llegan los ecos de las generaciones anteriores que sufrieron el terror y la frustración de sus aspiraciones tras grandes periodos de intensa lucha de clases.
Es por ello que PSOE, IU, ONG’s, diarios progresistas y hasta los sindicatos, apelan constantemente contra el “franquismo”, porque este discurso cala entre los sectores populares y de izquierdas. Pero lo hacen desfigurando la lucha antifascista y sustrayendo todo el componente revolucionario y de clase que esta tiene, empezando porque ahora no se les llama a las cosas ni por su nombre, casi cuarenta años de fascismo quedan reducidos a un solo cabecilla, ¿Esconderá esto la falta de depuración y responsabilidades posteriores, así como su complicidad?
Memoria histórica, procesos judiciales, descubrimiento de fosas: son guiños, cantos de sirena para distraer a la gente que se reclama de la cultura antifascista que existe en el pueblo. Y perdonarnos, pero no podemos dejar de insistir en el señalado caso del “mártir y ejemplar” juez Garzón, después de que el 19 de Marzo[2] se le rindiera en Madrid otro acto multitudinario. Esta es la evidencia más clara de lo que hablamos, con esto es contra lo que hay que romper, superar y combatir. ¿No es paradójico que el mayor y fiel brazo ejecutor de la justicia represiva burguesa sea jaleado por ilustres personajes de izquierda, organizaciones y sindicalistas?
No creemos que sea necesario preguntarle a la izquierda abertzale cuál es su opinión acerca de uno de los mayores protagonistas en coartar derechos y libertades y ¡cuán hay de antifascista-antifranquista en la aplicación de la ley de partidos!, porque el movimiento antifascista sabe muy bien lo que es la represión y criminalización a toda instancia.
Estas tesis que estamos planteando, a algunos compañeros del movimiento organizado en torno a coordinadoras, plataformas o colectivos antifascistas en un principio pueden parecerles ajenas o retazos de un antifascismo que se mueve a otras esferas diferentes a las nuestras, muchas veces en parte por las propias limitaciones que tiene nuestro movimiento. Pero por desgracia estas posiciones y consignas son las que tienen ganadas un mayor respaldo social. Y son las que tenemos que saber vislumbrar y combatir. Las podemos ver en el diario Público, pero también lo vemos cuando Marià Pere, hasta hace poco secretario general del Partido Comunista de Catalunya, formación mayoritaria en la marca catalana de IU nos dice[3] que la derecha franquista en el actual estado de crispación ha creado una crisis política a la cual hay que anteponer la alternativa para la democratización del país, la cual para él es, citando literalmente, el “Frente Democrático”, la agrupación de las “fuerzas de la razón”. Es decir, ¡vuelven los franquistas! ¡Echémonos en manos del PSOE! Bajo esta vieja cantinela han sido socios en el gobierno del tripartito durante cuatro años hasta su reciente desplazamiento por la derecha nacionalista, manejando con bastante saña la conserjería de interior, será por ello que sus bases no han sabido apreciar su aireada política social.
Pero es que es más, al igual el fascismo en el Estado español ha conseguido una redistribución de su forma hacia la democracia burguesa, el fascismo en sí como expresión política, también ha sufrido un cambio en su naturaleza y en sus formas.
No hay quien niegue el actual carácter regresivo que han adoptado todos los gobiernos capitalistas de Europa, la democracia burguesa tiende a la reacción desde hace años, y en especial desde el inicio de la crisis. A esta tendencia cada uno la podrá denominar de una forma, desde alienación a proceso de fascistización, pero es un proceso objetivo que se está produciendo y que se manifiesta como intrínseco al sistema, al margen de la forma de gobierno.
La situación es drásticamente diferente, a la de los años treinta y la primera oleada del fascismo en Europa. Ahora no parece que estemos a la vista de cambios revolucionarios, que hagan tambalearse a los diferentes gobiernos y que les haga recurrir a formulas más represivas. Ni siquiera parece que estemos todavía en la antesala de una situación prerrevolucionaria en Europa. La debilidad de la clase obrera y la incapacidad organizativa del movimiento revolucionario hace mella en todas las expresiones y formas de lucha conscientes, entre ellas el antifascismo.
Como decíamos antes no pretendemos entrar en un conflicto terminológico, pero es claro que hoy el fascismo no se manifiesta en muchos de sus matices como directamente el poder propio y la dictadura brutal del capital contra una clase obrera revolucionaria emergente, sino que los elementos de éste se han trasladado al cuerpo social. La sociedad ha interiorizado diferentes aspectos del fascismo, desde el ultra chovinismo a la necesidad de la represión.
Así lo vemos en la reacción de repulsa y rechazo de muchos trabajadores contra otros trabajadores inmigrantes, o en la justificación de la mayoría en favor de la militarización de los controladores aéreos, sin ver el caballo de Troya que supone esto para la aplicación a otros sectores cuando manifiesten su discordancia con las medidas que nos van aplicar. Incluso en cosas más cotidianas que pueden parecer mas insignificantes como la interiorización y aplicación de una ley como la antitabaco a través de las denuncias y el chivateo entre la propia gente, con la represión a su modo que ello comporta.
Decimos con ello que el sistema capitalista se torna cada vez más reaccionario, incrementando los niveles de control social hasta puntos antes no alcanzados. El capitalismo tiene una cada vez mayor capacidad de este control social y unos medios más sofisticados que aplica muy sutilmente respecto a épocas anteriores.
Las soflamas lanzadas desde los diferentes medios financiados por el capital, el populismo y el programa político mandan a un segundo plano la porra y la pistola que tanto han utilizado a lo largo de la historia. Lo cual no quiere decir que estos medios hayan sido sustituidos, no tenemos más que ver la cruenta represión en Plaza Catalunya a los manifestantes del 15 M,[4] incluso cuando estos reiteraban lo pacifico de este movimiento. Lo cual demuestra además que la violencia que tanto se condena en abstracto, nos la imponen en concreto los de siempre, y es solo la respuesta a esta la que esta deslegitimada y de la que encima abjuran a quienes se le aplica.
De estas notas lo que tenemos que sacar son lecciones, y es que si nos atacan de una manera distinta, tendremos que responderles de otra. El Estado ha generado medios más refinados para generar opinión social y cerrar filas ante los movimientos y procesos molestos a sus intereses, es por ello que hay que combatir su hegemonía en todos los planos, y con los medios que también manejan ellos.
Observamos que con la dinámica represiva hacia el movimiento antifascista y la izquierda abertzale, con las diferencias que albergan ambos movimientos, el Estado ha conseguido dos cosas, primero generar los consensos necesarios en la sociedad para legitimar la aplicación de mayores medidas represivas, y segundo, que además el aparato estatal y los medios de comunicación de masas consiguen criminalizarnos socialmente manteniéndonos en el aislamiento. Esto se da cuando la burguesía obtiene el consenso en el resto de pueblos del Estado sobre las medidas de excepción sobre Euskadi, y en el primer caso (antifascismo) con los altos índices de penas de cárcel exigidas en Madrid o el reciente montaje policial de Málaga.[5]
Este es el tubo de ensayo de lo que podrán aplicar al resto de movimientos si no estamos a la altura de las circunstancias y superamos nuestras limitaciones políticas, ideológicas y organizativas. Por todo esto pasa la fecha de caducidad del discurso antifranquista, por un antifascismo profundizado en sus raíces, en la negación del Capital y el Imperialismo.
El discurso antifascista de un tiempo a esta parte no ha tenido sobre sus ejes un discurso muy alejado de ciertas posiciones de las que también se reivindican algunos partidos del sistema, memoria histórica o reivindicaciones en abstracto por la igualdad, sin embargo, en su ultima década ha quedado reducido a los sectores juveniles más combativos, sin que consigamos salir del cerco que se nos ha impuesto.
Se ha producido un choque entre la última generación antifascista y las anteriores. En España existe una tradición antifascista, incluso podría hablarse de una cultura antifascista, que hace rechazar el fascismo a las masas de forma intuitiva, las cuales ahora no apoyan al antifascismo más consecuente, sino que siguen bajo las telarañas e intereses del oportunismo. ¿Dónde han quedado esas masas y que hemos hecho con esa influencia?
Tenemos que aprender a canalizar esta cultura antifascista y nuestras bases sociales, tanto las históricas como las que se han acercado en momentos puntuales como la muerte de Carlos, para saber gestionar ese respaldo y mantenerlo. El antifascismo no es solo cosa de jóvenes.
Deberíamos, compañeros, reflexionar profundamente acerca de estas cuestiones, de que nuestras posiciones más básicas las tiene ya asumidas el oportunismo y que por otra parte ciertos roles que se dan en el movimiento como la búsqueda de la autoafirmación en el antifascismo por las actitudes macarras no ayudan más que a perpetuar nuestro aislamiento y el estereotipo que se transmite de nosotros como violentos descerebrados.
Hemos hablado antes de un modelo de antifascismo que choque con el Capital-Imperialismo, porque los planteamientos de todo el movimiento en base a la asunción del antirracismo y la lucha contra la xenofobia como uno de sus ejes primordiales, ahondan en el origen radical y la última finalidad de esta lucha, la manifestación internacional de la lucha de clases y del capitalismo como imperialismo, así como la existencia de una sola clase obrera internacional por encima de cualquier nacionalidad, y es que sigue habiendo una máxima, bajo este sistema: los obreros no tienen patria.
De ahí lo avanzado y elevado de esta lucha internacionalista, frente al Estado y su intrínseca naturaleza clasista, y que además combate el discurso populista anti-inmigración y el nacionalista pro-imperialista de la nación ultrajada. La interiorización de esta lucha requiere un movimiento y militancia a su altura.
Empezando con el ejercicio de anti-imperialismo más consecuente como expresión de esta lucha, en el contexto más cercano a nosotros, que es la defensa del derecho a decidir sobre la autodeterminación en el conjunto de naciones y pueblos del Estado. Con la izquierda abertzale sucede lo mismo, el estado ha conseguido encerrarla tras los barrotes de la Ley de Partidos, sumiéndola en una crisis histórica, con su renuncia a la violencia, a pesar del espejismo de la victoria electoral en esa sopa de siglas que es Bildu, abrazando al final la vuelta a las instituciones burguesas en las condiciones que le ha impuesto el estado burgués.
Está claro que todo lo expuesto choca y deja atrás el antifascismo más primario, el del discurso puramente anti nazi obcecado tras los distintos grupúsculos fascistas, cuando estos no pasan por ser el principal problema al que nos enfrentamos en nuestra militancia, ni tampoco el de la clase trabajadora. Con ello hacemos ahínco en superar esas tendencias militaristas que solo buscan la confrontación directa y que repercuten en la criminalización del antifascismo organizado. Con lo cual no queremos decir que no quepa el recurso a la legítima defensa por nuestra parte y la denuncia sin tregua de la presencia de estos nazi-fascistas en nuestros barrios, de su discurso o simbología fascista, así debe hacerse. Y es más, está latente en el espíritu combativo del movimiento antifascista que somos una fuerza de choque, pero para el futuro, hoy tenemos tareas más importantes como la de educarnos en un antifascismo más elevado.
Un antifascismo que se acerque a estos parámetros y que haga suya la asunción de la lucha contra el sistema capitalista no tiene porqué arrastrarnos más aun al sectarismo y a romper las alianzas sociales y tácticas. Desde la Plataforma Ciudad Real Antifascista precisamente llevamos insistiendo fervorosamente en la lucha contra el sectarismo y en dar cabida a las distintas corrientes y sensibilidades que estén por la labor de un trabajo unitario en este sentido.
Ello supone lo que otros compañeros están ya practicando, la colaboración, confluencia e intercambio con los movimientos sociales, e incluso con diferentes ONG’s que tienen planteamientos y labores antirracistas, etc. Ya sabemos que en la mayoría de los casos estas fundaciones y similares no son más que la prolongación financiada de un aparato institucional y partidista, socialdemócratas normalmente. Pero ello no es óbice para que nuestros planteamientos puedan tener con los suyos una conexión por las bases de estas organizaciones.
Son muchas las reivindicaciones y batallas que están en juego, una de ellas es la eclosión del feminismo, en la que el feminismo burgués está sembrando el rencor mutuo, intentado dividir la lucha de hombres y mujeres. La lucha es una, y el feminismo es revolucionario y de clase, o no es. Por ello urge la incorporación a la lucha de la mitad del género excluido, que hoy sí está encontrando un amparo en otros espacios. La socialdemocracia nos lleva mucha ventaja por esta vía.
Recuperando el hilo inicial y como breve conclusión, ¡necesitamos dotarnos de un antifascismo revolucionario!, porque tenemos que tener claro que el antifascismo, por sí solo, como fin, se convierte en un antifascismo democrático, y nosotros no queremos ser solo los defensores de las migajas en derechos y libertades que nos concede el actual sistema. Al igual que sabemos que el fascismo tiene un carácter de clase, y es una expresión más de la lucha de clases que se da bajo este sistema. Y porque tenemos claro que no solo es fascismo todo aspecto autoritario y represivo, o la cara más brutal de este sistema, sino que es la propia naturaleza del capitalismo la que crea estas manifestaciones.
Con todo esto pretendemos exponer las conclusiones como culmen del trabajo de un año más de antifascismo, y presentar el principio de un debate que tiene que ir dándose y abriéndose en el movimiento antifascista. Del que ni mucho menos nuestra Plataforma puede dar respuesta y soluciones a todas estas grandes disyuntivas, pero estando seguros de que el mero hecho de empezar a ser conscientes, plantearnos y reflexionar sobre estas cuestiones por otros compañeros será un paso adelante hacia su resolución por tod@s.
[1]Comunicación al movimiento antifascista: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
movimiento-antifascista.html
[2]Intelectuales y artistas salen en apoyo de Garzón: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[3]Los franquistas son los que queman el bosque y encima quieren pasar por ser los bomberos que apagan el fuego del bosque: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[4]Al menos 120 heridos en el desalojo de la Plaza: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[5][Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
ANTIFRANQUISMO O ANTIFASCISMO
REVOLUCIONARIO
Era nuestra intención hacer una segunda comunicación al movimiento antifascista tras las jornadas del 20 de Noviembre, periodo en el cual el antifascismo cada año entra en reflujo y posteriormente parece estancarse. Una segunda comunicación que profundizara la primera.[1]
Y es que este simbolismo del 20 N tiene una especial trascendencia en nuestra lucha, y señala también cual es el carácter del antifascismo en el Estado. Son varios los acontecimientos históricos que se han sucedido durante un 20 N, la muerte del falangista José Antonio Primo de Rivera en 1936, la de Durruti ese mismo día, los asesinatos de Josu Muguruza y Santi Brouard en el 84 y 89, y como fecha más recordada, la muerte en cama del criminal Francisco Franco Bahamonde en el 75. Y tristemente fue también en una fecha cercana, un 11 de Noviembre, cuando se produjo el asesinato del compañero Carlos Palomino que supuso un nuevo periodo de ofensiva y movilización del antifascismo más consciente. Esto ha ido configurando el 20 N en una jornada de lucha antifascista en todo el Estado español. En esta fecha se dan múltiples convocatorias de actos y movilizaciones en decenas de ciudades en lo que se conoce como Noviembre Antifascista.
Pero el movimiento antifascista y revolucionario adolece de una falta de dinamismo en estas fechas, que repercute en muchos de sus planteamientos y en su línea política. Han pasado muchos años, las circunstancias objetivas y subjetivas han cambiado pero el movimiento antifascista se resiste y permanece anclado en un discurso muchas veces antifranquista, contra la dictadura fascista; y hoy compañer@s, se hace necesario más que nunca superar estos planteamientos en cierta medida por la lucha anticapitalista, contra el proceso de fascistización, contra la dictadura del capital.
Lo es en primer orden porque la situación fáctica, y subjetiva, y sobre todo como la percibe la masa social no es la del año 1975 ó 78. Somos además un movimiento mayoritariamente juvenil, cuyo hándicap es la atracción de la juventud más combativa dado lo radical de nuestros planteamientos y práctica, una juventud que no vislumbra tan cercana la derrota de la transición como sí lo hacen o hacían las generaciones de militantes anteriores. No seamos nosotros los que nos resistamos a permanecer anquilosados en el discurso de la transición y en los mismos roles.
Y que nadie se confunda, la adaptación de nuestro discurso lo es para superar esta fase, pero tanto nuestro trabajo como la línea táctica y teórica no deben suponer la legitimación de la transición, sino que ha de servirnos para continuar la lucha con más certeza. Este período de acuerdos, encuentros y desencuentros entre la vieja y la nueva oligarquía, así como de las burguesías periféricas, es clave para entender la configuración y desarrollo de la democracia burguesa, del capitalismo español y su estructura de clases. No hay duda de que se hace necesario señalar que nuestra lucha tiene un componente especial de denuncia y señalamiento de esa corrección que hizo el mismo sistema, y en la cual la izquierda se plegó al juego de la burguesía por el camino reformista, en el cual perdió su identidad revolucionaria que hoy tanto le cuesta recuperar.
Es cierta la especial evolución que el proceso español ha tenido, distinto al resto de democracias burguesas capitalistas europeas, donde la ligazón del antiguo régimen con el nuevo se ha palpado en diversos aspectos estructurales del Estado, y en cuyos aparatos ha tenido cierta continuidad, como el cambio del Tribunal del Orden Público por la Audiencia Nacional, mientras que otros han sido absorbidos y reconfigurados a la nueva usanza durante un largo periodo de años en los que se han ido sucediendo una serie de acontecimientos que han afectado al campo popular. Yendo desde la transformación y adaptación del PSOE y el PCE al sistema, el proceso de reindustrialización, la conformación de las autonomías, la adhesión a entes supraestatales económicos y militares como la Unión Europea y la OTAN, los cuales nos incorporaban de lleno a la primera división del capitalismo internacional tras las épocas más autárquicas franquistas. También sucesos fuera de nuestras fronteras iban teniendo repercusión, así, la caída del bloque del este, y con ello la nueva ofensiva imperialista por el reparto del mundo que pasaba, por ejemplo, por la disgregación de los Balcanes o la invasión y ocupación de Iraq, no dejando de lado los múltiples escenarios de nuestros días. Todo ello al hilo que el ciclo de nuestra transición española iba completándose y cerrándose.
Es por ello que se hace necesario superar la lucha antifranquista en estos términos planteados que además son en los se ha quedado anclada la izquierda oportunista, de modo que, mantener este discurso nos hace en primer lugar no romper con ellos, y en segundo confundir a quienes pueden estar en posiciones cercanas a nosotros sin tenerlo claro. El reformismo, la progresía, el oportunismo de diferentes capas y colores habla de antifranqusimo sin matices, de dictadura “franquista” en contraposición a la hipotética democracia actual que gozamos. Es un discurso antifascista primario o democrático que reproduce la legitimación del sistema. Pero, ¿por qué se sirven de él?
Lo criminal y represivo del antiguo régimen fascista que estuvo implantado a sangre y fuego durante décadas sigue estando presente en la memoria de la mayoría social, a la que aun le llegan los ecos de las generaciones anteriores que sufrieron el terror y la frustración de sus aspiraciones tras grandes periodos de intensa lucha de clases.
Es por ello que PSOE, IU, ONG’s, diarios progresistas y hasta los sindicatos, apelan constantemente contra el “franquismo”, porque este discurso cala entre los sectores populares y de izquierdas. Pero lo hacen desfigurando la lucha antifascista y sustrayendo todo el componente revolucionario y de clase que esta tiene, empezando porque ahora no se les llama a las cosas ni por su nombre, casi cuarenta años de fascismo quedan reducidos a un solo cabecilla, ¿Esconderá esto la falta de depuración y responsabilidades posteriores, así como su complicidad?
Memoria histórica, procesos judiciales, descubrimiento de fosas: son guiños, cantos de sirena para distraer a la gente que se reclama de la cultura antifascista que existe en el pueblo. Y perdonarnos, pero no podemos dejar de insistir en el señalado caso del “mártir y ejemplar” juez Garzón, después de que el 19 de Marzo[2] se le rindiera en Madrid otro acto multitudinario. Esta es la evidencia más clara de lo que hablamos, con esto es contra lo que hay que romper, superar y combatir. ¿No es paradójico que el mayor y fiel brazo ejecutor de la justicia represiva burguesa sea jaleado por ilustres personajes de izquierda, organizaciones y sindicalistas?
No creemos que sea necesario preguntarle a la izquierda abertzale cuál es su opinión acerca de uno de los mayores protagonistas en coartar derechos y libertades y ¡cuán hay de antifascista-antifranquista en la aplicación de la ley de partidos!, porque el movimiento antifascista sabe muy bien lo que es la represión y criminalización a toda instancia.
Estas tesis que estamos planteando, a algunos compañeros del movimiento organizado en torno a coordinadoras, plataformas o colectivos antifascistas en un principio pueden parecerles ajenas o retazos de un antifascismo que se mueve a otras esferas diferentes a las nuestras, muchas veces en parte por las propias limitaciones que tiene nuestro movimiento. Pero por desgracia estas posiciones y consignas son las que tienen ganadas un mayor respaldo social. Y son las que tenemos que saber vislumbrar y combatir. Las podemos ver en el diario Público, pero también lo vemos cuando Marià Pere, hasta hace poco secretario general del Partido Comunista de Catalunya, formación mayoritaria en la marca catalana de IU nos dice[3] que la derecha franquista en el actual estado de crispación ha creado una crisis política a la cual hay que anteponer la alternativa para la democratización del país, la cual para él es, citando literalmente, el “Frente Democrático”, la agrupación de las “fuerzas de la razón”. Es decir, ¡vuelven los franquistas! ¡Echémonos en manos del PSOE! Bajo esta vieja cantinela han sido socios en el gobierno del tripartito durante cuatro años hasta su reciente desplazamiento por la derecha nacionalista, manejando con bastante saña la conserjería de interior, será por ello que sus bases no han sabido apreciar su aireada política social.
Pero es que es más, al igual el fascismo en el Estado español ha conseguido una redistribución de su forma hacia la democracia burguesa, el fascismo en sí como expresión política, también ha sufrido un cambio en su naturaleza y en sus formas.
No hay quien niegue el actual carácter regresivo que han adoptado todos los gobiernos capitalistas de Europa, la democracia burguesa tiende a la reacción desde hace años, y en especial desde el inicio de la crisis. A esta tendencia cada uno la podrá denominar de una forma, desde alienación a proceso de fascistización, pero es un proceso objetivo que se está produciendo y que se manifiesta como intrínseco al sistema, al margen de la forma de gobierno.
La situación es drásticamente diferente, a la de los años treinta y la primera oleada del fascismo en Europa. Ahora no parece que estemos a la vista de cambios revolucionarios, que hagan tambalearse a los diferentes gobiernos y que les haga recurrir a formulas más represivas. Ni siquiera parece que estemos todavía en la antesala de una situación prerrevolucionaria en Europa. La debilidad de la clase obrera y la incapacidad organizativa del movimiento revolucionario hace mella en todas las expresiones y formas de lucha conscientes, entre ellas el antifascismo.
Como decíamos antes no pretendemos entrar en un conflicto terminológico, pero es claro que hoy el fascismo no se manifiesta en muchos de sus matices como directamente el poder propio y la dictadura brutal del capital contra una clase obrera revolucionaria emergente, sino que los elementos de éste se han trasladado al cuerpo social. La sociedad ha interiorizado diferentes aspectos del fascismo, desde el ultra chovinismo a la necesidad de la represión.
Así lo vemos en la reacción de repulsa y rechazo de muchos trabajadores contra otros trabajadores inmigrantes, o en la justificación de la mayoría en favor de la militarización de los controladores aéreos, sin ver el caballo de Troya que supone esto para la aplicación a otros sectores cuando manifiesten su discordancia con las medidas que nos van aplicar. Incluso en cosas más cotidianas que pueden parecer mas insignificantes como la interiorización y aplicación de una ley como la antitabaco a través de las denuncias y el chivateo entre la propia gente, con la represión a su modo que ello comporta.
Decimos con ello que el sistema capitalista se torna cada vez más reaccionario, incrementando los niveles de control social hasta puntos antes no alcanzados. El capitalismo tiene una cada vez mayor capacidad de este control social y unos medios más sofisticados que aplica muy sutilmente respecto a épocas anteriores.
Las soflamas lanzadas desde los diferentes medios financiados por el capital, el populismo y el programa político mandan a un segundo plano la porra y la pistola que tanto han utilizado a lo largo de la historia. Lo cual no quiere decir que estos medios hayan sido sustituidos, no tenemos más que ver la cruenta represión en Plaza Catalunya a los manifestantes del 15 M,[4] incluso cuando estos reiteraban lo pacifico de este movimiento. Lo cual demuestra además que la violencia que tanto se condena en abstracto, nos la imponen en concreto los de siempre, y es solo la respuesta a esta la que esta deslegitimada y de la que encima abjuran a quienes se le aplica.
De estas notas lo que tenemos que sacar son lecciones, y es que si nos atacan de una manera distinta, tendremos que responderles de otra. El Estado ha generado medios más refinados para generar opinión social y cerrar filas ante los movimientos y procesos molestos a sus intereses, es por ello que hay que combatir su hegemonía en todos los planos, y con los medios que también manejan ellos.
Observamos que con la dinámica represiva hacia el movimiento antifascista y la izquierda abertzale, con las diferencias que albergan ambos movimientos, el Estado ha conseguido dos cosas, primero generar los consensos necesarios en la sociedad para legitimar la aplicación de mayores medidas represivas, y segundo, que además el aparato estatal y los medios de comunicación de masas consiguen criminalizarnos socialmente manteniéndonos en el aislamiento. Esto se da cuando la burguesía obtiene el consenso en el resto de pueblos del Estado sobre las medidas de excepción sobre Euskadi, y en el primer caso (antifascismo) con los altos índices de penas de cárcel exigidas en Madrid o el reciente montaje policial de Málaga.[5]
Este es el tubo de ensayo de lo que podrán aplicar al resto de movimientos si no estamos a la altura de las circunstancias y superamos nuestras limitaciones políticas, ideológicas y organizativas. Por todo esto pasa la fecha de caducidad del discurso antifranquista, por un antifascismo profundizado en sus raíces, en la negación del Capital y el Imperialismo.
El discurso antifascista de un tiempo a esta parte no ha tenido sobre sus ejes un discurso muy alejado de ciertas posiciones de las que también se reivindican algunos partidos del sistema, memoria histórica o reivindicaciones en abstracto por la igualdad, sin embargo, en su ultima década ha quedado reducido a los sectores juveniles más combativos, sin que consigamos salir del cerco que se nos ha impuesto.
Se ha producido un choque entre la última generación antifascista y las anteriores. En España existe una tradición antifascista, incluso podría hablarse de una cultura antifascista, que hace rechazar el fascismo a las masas de forma intuitiva, las cuales ahora no apoyan al antifascismo más consecuente, sino que siguen bajo las telarañas e intereses del oportunismo. ¿Dónde han quedado esas masas y que hemos hecho con esa influencia?
Tenemos que aprender a canalizar esta cultura antifascista y nuestras bases sociales, tanto las históricas como las que se han acercado en momentos puntuales como la muerte de Carlos, para saber gestionar ese respaldo y mantenerlo. El antifascismo no es solo cosa de jóvenes.
Deberíamos, compañeros, reflexionar profundamente acerca de estas cuestiones, de que nuestras posiciones más básicas las tiene ya asumidas el oportunismo y que por otra parte ciertos roles que se dan en el movimiento como la búsqueda de la autoafirmación en el antifascismo por las actitudes macarras no ayudan más que a perpetuar nuestro aislamiento y el estereotipo que se transmite de nosotros como violentos descerebrados.
Hemos hablado antes de un modelo de antifascismo que choque con el Capital-Imperialismo, porque los planteamientos de todo el movimiento en base a la asunción del antirracismo y la lucha contra la xenofobia como uno de sus ejes primordiales, ahondan en el origen radical y la última finalidad de esta lucha, la manifestación internacional de la lucha de clases y del capitalismo como imperialismo, así como la existencia de una sola clase obrera internacional por encima de cualquier nacionalidad, y es que sigue habiendo una máxima, bajo este sistema: los obreros no tienen patria.
De ahí lo avanzado y elevado de esta lucha internacionalista, frente al Estado y su intrínseca naturaleza clasista, y que además combate el discurso populista anti-inmigración y el nacionalista pro-imperialista de la nación ultrajada. La interiorización de esta lucha requiere un movimiento y militancia a su altura.
Empezando con el ejercicio de anti-imperialismo más consecuente como expresión de esta lucha, en el contexto más cercano a nosotros, que es la defensa del derecho a decidir sobre la autodeterminación en el conjunto de naciones y pueblos del Estado. Con la izquierda abertzale sucede lo mismo, el estado ha conseguido encerrarla tras los barrotes de la Ley de Partidos, sumiéndola en una crisis histórica, con su renuncia a la violencia, a pesar del espejismo de la victoria electoral en esa sopa de siglas que es Bildu, abrazando al final la vuelta a las instituciones burguesas en las condiciones que le ha impuesto el estado burgués.
Está claro que todo lo expuesto choca y deja atrás el antifascismo más primario, el del discurso puramente anti nazi obcecado tras los distintos grupúsculos fascistas, cuando estos no pasan por ser el principal problema al que nos enfrentamos en nuestra militancia, ni tampoco el de la clase trabajadora. Con ello hacemos ahínco en superar esas tendencias militaristas que solo buscan la confrontación directa y que repercuten en la criminalización del antifascismo organizado. Con lo cual no queremos decir que no quepa el recurso a la legítima defensa por nuestra parte y la denuncia sin tregua de la presencia de estos nazi-fascistas en nuestros barrios, de su discurso o simbología fascista, así debe hacerse. Y es más, está latente en el espíritu combativo del movimiento antifascista que somos una fuerza de choque, pero para el futuro, hoy tenemos tareas más importantes como la de educarnos en un antifascismo más elevado.
Un antifascismo que se acerque a estos parámetros y que haga suya la asunción de la lucha contra el sistema capitalista no tiene porqué arrastrarnos más aun al sectarismo y a romper las alianzas sociales y tácticas. Desde la Plataforma Ciudad Real Antifascista precisamente llevamos insistiendo fervorosamente en la lucha contra el sectarismo y en dar cabida a las distintas corrientes y sensibilidades que estén por la labor de un trabajo unitario en este sentido.
Ello supone lo que otros compañeros están ya practicando, la colaboración, confluencia e intercambio con los movimientos sociales, e incluso con diferentes ONG’s que tienen planteamientos y labores antirracistas, etc. Ya sabemos que en la mayoría de los casos estas fundaciones y similares no son más que la prolongación financiada de un aparato institucional y partidista, socialdemócratas normalmente. Pero ello no es óbice para que nuestros planteamientos puedan tener con los suyos una conexión por las bases de estas organizaciones.
Son muchas las reivindicaciones y batallas que están en juego, una de ellas es la eclosión del feminismo, en la que el feminismo burgués está sembrando el rencor mutuo, intentado dividir la lucha de hombres y mujeres. La lucha es una, y el feminismo es revolucionario y de clase, o no es. Por ello urge la incorporación a la lucha de la mitad del género excluido, que hoy sí está encontrando un amparo en otros espacios. La socialdemocracia nos lleva mucha ventaja por esta vía.
Recuperando el hilo inicial y como breve conclusión, ¡necesitamos dotarnos de un antifascismo revolucionario!, porque tenemos que tener claro que el antifascismo, por sí solo, como fin, se convierte en un antifascismo democrático, y nosotros no queremos ser solo los defensores de las migajas en derechos y libertades que nos concede el actual sistema. Al igual que sabemos que el fascismo tiene un carácter de clase, y es una expresión más de la lucha de clases que se da bajo este sistema. Y porque tenemos claro que no solo es fascismo todo aspecto autoritario y represivo, o la cara más brutal de este sistema, sino que es la propia naturaleza del capitalismo la que crea estas manifestaciones.
Con todo esto pretendemos exponer las conclusiones como culmen del trabajo de un año más de antifascismo, y presentar el principio de un debate que tiene que ir dándose y abriéndose en el movimiento antifascista. Del que ni mucho menos nuestra Plataforma puede dar respuesta y soluciones a todas estas grandes disyuntivas, pero estando seguros de que el mero hecho de empezar a ser conscientes, plantearnos y reflexionar sobre estas cuestiones por otros compañeros será un paso adelante hacia su resolución por tod@s.
[1]Comunicación al movimiento antifascista: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
movimiento-antifascista.html
[2]Intelectuales y artistas salen en apoyo de Garzón: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[3]Los franquistas son los que queman el bosque y encima quieren pasar por ser los bomberos que apagan el fuego del bosque: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[4]Al menos 120 heridos en el desalojo de la Plaza: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[5][Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]