por Shenin Dom Jun 12, 2011 4:03 am
A los niños los trae la cigüeña
Juan Manuel Olarieta Alberdi
Los antiguos países socialistas no sólo están experimentando una involución, un regreso a las peores pesadillas de su pasado, sino un auténtico regreso a la Edad Media , a la Inquisición y al oscurantismo más salvaje.
No es una experiencia muy diferente de la de los países capitalistas de toda la vida. Nos llevan de cabeza al pasado en todo el mundo, es decir, que, bien examinado, el futuro es el pasado. Pero para eso primero hay que tergiversar ese mismo pasado de manera que nos parezca distinto, nuevo y hasta moderno.
Ya es conocido que en los antiguos países “comunistas” el comunismo está prohibido. La propaganda da a entender que como ha sido tan nefasto para las masas, éstas quieren erradicarlo parea siempre.
Lo cierto es que no sólo el comunismo sino cualquier atisbo de progreso está siendo radicalmente laminado de los antiguos países socialistas. ¿Por qué habían de limitarse a acabar con el socialismo únicamente? Puestos a derribar el telón de acero, ¿por qué no acabar con todo lo demás y regresar al Sacro Imperio Romano-Germánico?
El capitalismo tiende a la reacción y al fascismo y hoy, como siempre, los abanderados más importantes de la libertad, de la democracia y del progreso social siguen siendo los comunistas, de manera que para acabar con cualquier esperanza de avance primero hay que acabar con el comunismo.
Pero el capitalismo no sólo ha regresado al momento anterior a 1917 sino al momento anterior a 1859 cuando Darwin publicó su obra “El origen de las especies”, que cumplirá un siglo y medio de vigencia el año que viene. Los comunistas somos evolucionistas, de manera que los ataques al evolucionismo también son ataques al comunismo y, a la inversa, el arrinconamiento del comunismo ha favorecido los ataques al evolucionismo. Es fácil comprobar que es la misma noción de evolución lo que está en juego, de cualquier clase de evolución. Lo que está de moda es la involución.
El 6 de setiembre de 2008 el viceministro polaco de Educación, Miroslaw Orzechowski, ha dicho que la teoría de la evolución es "una mentira y no debemos enseñar mentiras" en las escuelas. Este viceministro es famoso por varias cosas. Por ejemplo, su padre lanzó una apología de Franco en el Parlamento Europeo sin que nadie se conmoviera de su escaño. Su partido, la “Liga de las Familias”, que forma parte del gobierno, destaca por sus posturas contra los homosexuales, contra el aborto y a favor de la pena de muerte.
Buen conocedor de la biología, a lo que parece, este viceministro asegura que las especies que sobreviven "son más pobres desde un punto de vista genético que las poblaciones de las que proceden. Las mutaciones hacen que las especies no mejoren, sino que se empobrezca su material genético porque permanecen aisladas".
¿Será un caso aislado? ¿Algo propio de la Polonia ultracatólica? En absoluto. En marzo el gobierno rumano también censuró la enseñanza de la teoría de la evolución en el sistema educativo de su país.
No son los únicos. En enero del año pasado el patriarca ortodoxo ruso Alexis II propuso imponer en las escuelas el estudio de la génesis de la Biblia en lugar de la teoría de la evolución: “Si a algunos les gusta creer que ellos proceden de los monos, que lo hagan, pero que no lo impongan a los demás”, dijo el patriarca en una conferencia en el Kremlin.
Esas cosas tan unánimes no suceden por casualidad y su inspiración fundamentalista la difunde Estados Unidos, que tiene en la evolución otro de sus ejes del mal. Bush hizo una declaración de apoyo a la enseñanza del creacionismo en agosto de 2005, aunque la denominaba como una supuesta teoría del “diseño inteligente” del universo en seis días (el séptimo descansó).
En 1925 se celebró en Estados Unidos el llamado “juicio del mono” en el que Tribunal Supremo de Tenesee condenó a un profesor por violar la ley Butler que declaraba ilegal enseñar cualquier teoría que negara la historia de la creación divina del hombre que enseña la Biblia.
Pero pasemos directamente al siglo XXI en el que vivimos. Hasta febrero de 2001 Kansas no incluyó la teoría de la evolución en los programas de estudios de sus colegios públicos.
En 2005 un juez federal prohibió la enseñanza del viejo creacionismo bajo el disfraz de la teoría de un supuesto “diseño inteligente” del universo que se venía impartiendo en Dover (Pensilvania). La sentencia reconocía que la escuela había violado la cláusula constitucional que establece la separación entre Iglesia y Estado. Fue la mayor batalla legal sobre la enseñanza de la teoría de la evolución desde 1925 en Estados Unidos.
En julio de este mismo año el gobernador de Luisiana ha firmado la Ley de Educación en Ciencias que da entrada extraoficial al creacionismo en los institutos. La ley permite la ampliación de los materiales educativos repartidos en las aulas en virtud de la defensa de la “libertad académica” de los profesores, quienes pueden recurrir a textos no oficiales para fomentar el oscurantismo religioso entre los jóvenes.
El diario británico “The Guardian” reconocía el 27 de noviembre de 2006 que las vetustas concepciones acerca de la creación se enseñan en cada vez más escuelas de aquel país como alternativas a la teoría científica de la evolución. El material didáctico distribuido en el Reino Unido proviene de Estados Unidos e incluye testimonios de personas vinculadas al Discovery Institute, un centro de estudios destinado a promocionar el creacionismo bíblico en la enseñanza superior.
Fundado en 1991 por un alto funcionario del gobierno de Reagan, el Instituto Discovery es un grupo de presión constituido por fundamentalistas cristianos que cuenta con un presupuesto anual de cuatro millones de dólares para persuadir a la opinión pública, a los gestores de la educación y a los representantes políticos de la necesidad de "una total integración de la ley bíblica en nuestras vidas", con particular énfasis en "derribar no sólo el darwinismo, sino también su legado cultural".
También en Italia Berlusconi reemplazó en abril de 2004 la teoría de la evolución para los alumnos de 13 y 14 años por el relato bíblico de la creación del universo. Para erradicar el evolucionismo de las escuelas, la ministra de Educación, Letizia Moratti, dijo que la juventud "necesita de mitos y leyendas" como criterio didáctico a una edad temprana para luego estar en condiciones de captar mejor "la verdad prosaica de la ciencia".
Esta involución no sólo es teórica ni educativa. Dos años después, en abril de 2006 los diputados italianos aprobaron un proyecto de ley que legalizaba la tortura... siempre que se practicara una sola vez. El escándalo que siguió impidió que el crimen se convirtiera en ley, pero el detalle no puede pasar desapercibido. Hay que ir acostumbrando a la gente poco a poco a estos tragos tan amargos.
La revista española “Capital” decía lo siguiente: “La cruzada contra Darwin va viento en popa. Amparadas por unos supuestos argumentos científicos, las nuevas generaciones de creacionistas intentan dinamitar los cimientos de la Teoría de la Evolución para imponer lo que han bautizado como ciencia de la creación, que explica las adaptaciones y la diversidad de los organismos terrestres mediante una intervención de un Creador sabio. Principalmente en Estados Unidos y Australia, aunque también en Brasil, Italia, Turquía y otros países desarrollados, los antievolucionistas tratan de sembrar en la opinión pública dudas sobre la validez científica de la evolución, de hacer creer que la creación divina es una teoría alternativa a la planteada por Darwin y que, por consiguiente, debe ser explicada en las clases de ciencias e incluida en los libros de texto; y de pleitear en los tribunales para que el Gobierno imponga a los maestros de ciencias de las escuelas públicas la enseñanza de los nuevos postulados creacionistas”.