[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] escribió:De acuerdo hasta cierto punto. Va una intervención muy larga, pero creo que es fundamental que debatamos todos estos puntos si queremos hacerlo en serio. Leedlo, vereís que es interesante:
Estamos hablando de un movimiento que tiene cierta carga de espontaneísmo, eso está claro. Y que se compone de un flujo de gente variable con adscripciones ideológicas variables y, por tanto, grados de desarrollo de la conciencia de clase variables.
Recuerdo que el concepto marxista de conciencia e ideología son contrarios. La ideología es una construcción superestructural, en el que las personas se representan mentalmente una realidad diferente a la que realmente existe. Es decir, para Marx ideología es falsa conciencia: que un asalariado se vea a sí mismo desde interpretaciones que no concuerdan con su realidad y sus intereses de clase.
Lo contrario es la percepción objetiva y científica, y por lo tanto, la toma de una conciencia de clase. En ese sentido, no existe una "ideología comunista", sino que el comunismo carece de de ideología, es una toma de conciencia, con numerosos elementos que contribuyen a forjar esta conciencia y que, esos sí, ya no serán estrictamente científicos (por ejemplo, una moral comunista).
Pero la idea clave es distinguir entre ideología -como falsa conciencia- y conciencia de clase -en sentido científico.
Bien, por eso, podríamos afirmar que todas las personas que vienen al 15-M, lejos de ser apolíticas o carentes de ideología (cosa que, en general, tampoco reivindica el movimiento), tienen cada una de ellas una carga de construcciones ideológicas más o menos fuertes. Y el que más apolítico se declara, más ideológico es su razonamiento, ya que lo que él/ella considera como apoliticismo, en realidad sólo es que su ideología concuerda con premisas asumidas en este sistema.
Ahora bien, la actitud ideológica ante una situación no es espontánea, o sólo lo es hasta cierto punto. Está claro que no es la misma la actitud de un obrero en el bar tomando una cerveza que la de ese mismo obrero tras la barricada cuando estaya el conflicto laboral en su centro de trabajo. ¡Y es el mismo obrero! Pero la situación y las premisas y expectativas ante cada situación predeterminan actitudes más ideológicas o más conscientes.
Estas premisas y expectativas, en el caso del movimiento 15-M están predeterminadas por la convotaria de la primera manifestación a cargo de una plataforma en internet que nadie sabe muy bien quién conforma. Entre ellas está el apartidismo (que no antipartidismo), las no-banderas, las no-siglas, una pretendida ausencia de un discurso unificado (evitando un programa cohesionado con soluciones a todos los niveles; de ahí lo de evitar definirse como "de derechas o de izquierdas", e ir individualizando cada problemática en sentido aislado, dando respuestas reformistas a cada una de ellas),...
Estas premisas son el punto de partida del movimiento, junto a otras, y encajan bien con el nivel de desarrollo de la conciencia de clase en el Estado Español: un contexto en el que las condiciones objetivas de crisis capitalista estaban creando un descontento genuino, pero que no se canalizaba hacia la movilización, debido a una propaganda ideológica muy fuerte de desprestigio contra la militancia organizada (ya que "todos son iguales", idea muy difundida por este sistema), lo que impedía a las organizaciones revolucionarias organizar el descontento en una acumulación de fuerzas para el partido comunista y en un proceso de movilización sostenida contra el sistema. Otra traba para ello, además de la propaganda anti-militancia es la falta de estructuras de lucha de clases en España (descomposición ideológica y numérica del PCE desde la transición, deriva reformista del proyecto de IU, pacto social en lo sindical, compra de la izquierda por parte del sistema a través de la socialdemocracia,...).
Por eso, este movimiento supo canalizar el descontento, aunque en ello jugó un papel fundamental la difusión que se le dio en la prensa burguesa -no lo olvidemos.
Si bien este punto de partida supo atraer a numerosas personas, también condiciona la intervención que los revolucionarios puedan tener, ya que es la premisa y las expectativas con las que van las personas a estas movilizaciones. Y eso también es un elemento ideológico. Es un elemento ideológico de la pequeña burguesía (en contra de las salidas organizadas y colectivas a los problemas) y de los sectores más atrasados del movimiento obrero, el anarquismo (de ahí, la insistencia en las formas más básicas y simples de organización: la asamblea horizontal, aún con las muchas carencias que han tenido algunas de estas asambleas).
Y no es que yo me oponga a la asamblea, al contrario. Pero sí es cierto que una revolución jamás se ha organizado SÓLO a partir de asambleas populares. Siempre hubo un elemento consciente y de vanguardia dirigiendo ese proceso: el partido comunista. Lo otro es volver atrás desde posiciones ideológicas que nada tienen que ver con una teoría científica de la revolución.
Las tareas de los comunistas en el 15-M, a mi entender, han sido y son dos:
1) la batalla política de ideas para elevar la conciencia de clase en el seno del movimiento y elevar su carácter político de confrontación contra el sistema capitalista, centrando el discurso en el aspecto económico y en la contradicción fundamental capital-trabajo.
2) la batalla contra el modelo organizativo que pretende excluir o solapar el rol que juega la vanguardia revolucionaria, a través de la absolutización de un falso asamblearismo. No podemos sino confrontar en el seno del movimiento contra la construcción ideológica que de facto nos está diciendo que la revolución en españa (cosa de la que tímidamente ya se está empezando a hablar) se dará mediante asambleas y sin partidos (entiéndase, sin partido comunista, porque en la verborrea antipartidos en el fondo nadie entiende que se esté pensando en que será el PSOE o el PP quienes protagonicen esa revolución). No podemos asumir como propio hasta las últimas consecuencias un movimiento que pretende negar la necesidad de la organización comunista. O bien confrontamos con ello desde dentro (y lo cambiamos / o al menos hacemos ver la necesidad de la organización comunista a elementos individualmente que ganamos para el proyecto) o bien directamente negamos nuestra propia necesidad de existencia (en cuyo caso, lo mejor es que nos diluyamos en el movimiento, seamos "un indio más" marchando en pos de la reforma de la ley electoral y asumamos la asamblea popular como método organizativo fundamental cuando la cosa se pone interesante de verdad).
Las cosas son así y las tenemos planteadas sobre la mesa así, camaradas y compañer@s.
Con esto no quiero ni mucho menos cuestionar el papel que los y las comunistas hemos jugado en el movimiento, yo el primero (que he estado interviniendo). Pero sí situar en este debate que me parece fundamental que demos esa segunda batalla.
Precisamente, en un primer momento, que una lucha esencialmente reformista se diera en base a asambleas populares y sin usar sindicatos y partidos, era hasta cierto punto natural.
Pero cuando se empieza a hablar de huelga general y de revolución, entonces, cuidado. Porque hay una teoría científica que nos plantea la necesidad de la organización a esos dos niveles de la clase obrera. Hay una teoría científica que nos dice, además, que no hablamos de ciudadanía de una nación, sino de clases sociales. Y si no usamos esa teoría científica y apostamos por elevar la conciencia de clase, entonces estamos partiendo no de la nada, sino de la IDEOLOGÍA de otros: en concreto, del pequeño-burgués y del anarquista.
Precisamente ahora que se habla de revolución y de huelga general, los comunistas no podemos avalar que se lance el mensaje de que es posible realizarlas sin partido de la clase obrera y sin sindicatos.
La huelga general la hacen los trabajadores y trabajadores en su puesto de trabajo, con una herramienta organizativa básica que son los sindicatos. El pueblo, desde su organización asamblearía de barrios, la apoya e impulsa, pero sólo la protagoniza en el centro de trabajo.
Y el papel de los comunistas, a través de su partido, es del hegemonizar el movimiento. ¿Quién, sino las posiciones más conscientes, más combativas y más organizadas, van a hegemonizar? ¿Cuáles, sino las únicas que se basan en la realidad objetiva y científica, y que por tanto suponen la elevación de la conciencia de clase?
Y hegemonizar no es imponer, ni es tergiversar, instrumentalizar ni sobrepoblar de comunistas una asamblea. Hegemonizar es hacer mayoritarias unas posiciones, haciendo que se desarrolle la conciencia de clase de las amplias mayorías. Y mediante la hegemonía, el partido dirige. Sí, dirige. Quitémonos los complejos. Sólo son incapaces de verlo quienes no sean capaces de ver más allá del actual fraccionamiento del proyecto comunista o quienes entienden que el partido de los comunistas es algo diferente a la "masa". No, no somos algo diferente. Somos simplemente su parte más consciente, más organizada y más combativa.
Algunos dirán que es irreal plantear esto debido a la gran cantidad de gente que hay en las asambleas y a que la gente piensa diferente. Primero, piensa diferente porque se le dieron interesadamente unas premisas -que son ideológicas- antes de venir a esas asambleas. Y segundo, los comunistas siempre somos minoría entre la clase y no tenemos que tener miedo a este combate de ideas. Lo otro, es asumir posiciones ideológicas de otros y avalar desde el comunismo posiciones que no son nuestras, con lo cual si todo esto se va al traste debido a su incapacidad organizativa para llevar a cabo el proyecto que se propone, ni siquiera habremos lanzado a la gente el mensaje de que "no es que esté mal cambiar el sistema, sino que no se hace así". La gente se iría a casa frustrada y quemada con la idea de la revolución, pero no se iría pensando, "ahora lo vamos a hacer mejor, porque lo haré desde quienes sí organizan revoluciones".
¿Que si los camaradas de PCPE y otros lo hicieron mal? No lo sé, no soy de Madrid. Desde luego, no lo hicieron mal por dar esa batalla, sino quizás por el cómo la dieron. No seré yo quién lo evalúe fuera del partido. Pero sí quién lance al resto de comunistas que o damos esa batalla o en unos meses nos veremos ante la ausencia de este movimiento, sin un crecimiento de la base militante del proyecto revolucionario y habiendo quemado en este proceso a gente que se irá a casa creyendo que el problema es que el mundo no se puede cambiar, lo cual servirá como alivio a la olla de presión para el capitalismo en crisis.
Reflexionemos, pero con nuestras claves, no con las de otros.