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    Somos comunistas, no terroristas

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    Mensaje por Invitado Vie Jul 01, 2011 12:42 pm

    Somos comunistas, no terroristas

    A propósito de la acusación contra 5 militantes del PCPE y de los CJC

    Gavroche


    Señores y señoras representantes de la burguesía:

    Hace algunos días, ustedes, gobernantes y altos mandos del aparato judicial-policial, procedieron a la detención de cinco militantes del Partido Comunista de los Pueblos de España en Asturias y pasaron a tres de ellos a disposición, nada menos que de la Audiencia Nacional, como sospechosos de terrorismo. Después de trasladarlos a Madrid y de interrogarlos, el Magistrado encargado del caso ha rebajado a “daños” la calificación de los hechos y se ha inhibido a favor del juez natural de la localidad en que supuestamente ocurrieron. Es, sin duda una victoria de la solidaridad proletaria y democrática, y nos alegramos de tener en libertad a nuestros camaradas. Sin embargo, la decisión del juez forma parte del acoso intimidatorio de ustedes contra los revolucionarios, al cual dan engañosamente una apariencia de justicia. Los comunistas no vamos a caer en esta trampa y no vamos a dejar de decir la verdad a la población a cambio de que ustedes nos “concedan” la libertad.

    En primer lugar, justicia sería sancionar a quienes acusaron injustamente de terroristas a nuestros camaradas. En segundo lugar, justicia sería archivar las diligencias que ya tenía abiertas la Audiencia Nacional contra el PCPE con anterioridad a los hechos denunciados y, desde luego, levantar el secreto de las mismas. Y, en último lugar, justicia sería reconocer que los comunistas no somos terroristas porque no practicamos esta forma de lucha, en lugar de calificar como terrorismo la voluntad de subvertir el orden constitucional 1. Con este regalo envenenado, están ustedes calificando a los comunistas consecuentes como terroristas, a la vez que niegan la intencionalidad revolucionaria de aquéllos a los que han puesto en libertad.

    No señores, nuestros camaradas son auténticos revolucionarios y no son terroristas. Tienen todo el derecho democrático a luchar por la Revolución Socialista, porque su lucha es de masas, porque su lucha emplea medios aceptados por la mayoría trabajadora de la población. No son terroristas porque no cometieron los hechos de los que les acusan y porque ustedes saben de sobra cuál es el modus operandi de los comunistas: promovemos la incorporación de las grandes masas de la clase obrera y del pueblo a la lucha de clases por el socialismo, mientras que el terrorismo individual, la práctica de atentados, sólo puede servir para alejarlas de nuestros fines. Ustedes lo saben porque llevamos casi 200 años combatiéndoles. Pero hacen todo lo posible para que los trabajadores de hoy pierdan la memoria de las luchas heroicas que realizaron las generaciones obreras precedentes, renieguen de ellas y queden indefensos ante las embestidas del capitalismo. Los comunistas, en cambio, aportamos a los trabajadores la conciencia de sus verdaderos intereses y les recordamos cómo se conquistaron los derechos y progresos que ahora ustedes pretenden arrebatarles.

    Los capitalistas nos tratan, a los obreros, como mercancías, como un ganado al que explotan a fin de producir ganancias para ellos y, para nosotros, pobreza, paro, etc. Apuntalando esta violencia de su régimen económico, ustedes vienen practicando la represión, los asesinatos, las torturas, la cárcel, el destierro,… a millones de activistas proletarios desde las primeras décadas del siglo XIX. Una simple muestra: en estos días, se cumplen 140 años de la Comuna de París, en la que participaron unas 300 mil personas, y a la que pusieron fin masacrando a 10 mil obreros en una sola semana. La violencia es la consecuencia inevitable de los antagonismos en las relaciones de producción; dicho de otro modo, la violencia es el resultado necesario de la división de las sociedades en clases, en poseedores y desposeídos, en ricos y pobres. Por eso, no se puede poner fin a la violencia renunciando a practicarla y poniendo la otra mejilla. Esto sólo sirve para prolongar la opresión y el sufrimiento. Los comunistas aborrecemos la violencia porque quien más la sufre y a diario son los trabajadores. Pero somos conscientes de que sólo podremos erradicarla mediante una revolución socialista proletaria que suprima su causa, es decir, que organice la economía colectivamente, aboliendo la propiedad privada sobre los medios de producción que ya no son el fruto del trabajo individual sino el del trabajo conjunto del pueblo.

    Marx y Engels sabían de qué eran ustedes capaces y qué era necesario para poner fin a su reinado de explotación y de sangre. En el Manifiesto de nuestro Partido, nos conminaron a ir con la verdad por delante: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente”. Sin embargo, como observaba Engels en 1884, ustedes siguen exigiéndonos que “declaremos que en ninguna circunstancia recurriremos a la fuerza, y que nos someteremos a toda opresión, a todo acto de violencia, no sólo cuando sea legal meramente en la forma –legal según lo juzgan nuestros adversarios- sino también cuando sea directamente ilegal. Por cierto que ningún partido ha renunciado al derecho de la resistencia armada, en ciertas circunstancias, sin mentir. Ninguno ha sido capaz de renunciar jamás a este derecho al que se llega en última instancia. Pero una vez que se llegue a discutir las circunstancias en las cuales un partido se reserva este derecho, el juego está ganado. Entonces puede hablarse con claridad. (…)

    Por lo demás, los señores pueden estar tranquilos. En las condiciones militares de estos tiempos, no lanzaremos nuestro ataque mientras siga habiendo una fuerza armada contra nosotros. Podemos esperar a que la propia fuerza armada deje de ser una fuerza dirigida contra nosotros.”2

    Por eso, los comunistas no recurrimos a la fuerza contra ustedes, los opresores, en cualquier forma y en cualquier circunstancia. Desde que el socialismo se basa en la ciencia, en el materialismo, en la realidad, los comunistas partimos de la convicción de que lo decisivo no son las acciones de unos pocos individuos sino las acciones de las masas. De poco sirven las sectas, las conspiraciones y las acciones de un puñado de héroes. Así, a propuesta de Marx, la Primera Internacional adoptaría esta divisa: “La emancipación de los obreros será obra de los obreros mismos”.

    De ahí que Engels saludara la participación de los nacionalistas irlandeses en las elecciones: “Obligan a los fenianos a salir de la conspiración infructuosa y de la fabricación de pequeños golpes, y a entrar en un camino de acción que, aunque aparentemente legal, es mucho más revolucionario que cuanto han estado haciendo desde el fracaso de la insurrección”3 . Y, junto a Marx, condenaba las actividades terroristas de los anarquistas bakuninistas: “La lucha económica y política de los obreros para su emancipación es reemplazada por los actos pandestructivos de bandidos de presidio, última encarnación de la revolución. En una palabra, hay que dar publicidad al granuja, suprimido por los mismos trabajadores en ‘las revoluciones según el modelo clásico de Occidente’, y poner así gratuitamente a disposición de los reaccionarios una banda bien disciplinada de agentes provocadores”4 . En uno de sus últimos escritos, fechado en 1895, Engels examina la evolución de las formas de la lucha revolucionaria: “La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. (…)

    La ironía de la historia universal lo pone todo patas arriba. Nosotros, los ‘revolucionarios’, los ‘elementos subversivos’, prosperamos mucho más con los medios legales que con los medios ilegales y la subversión. Los partidos del orden, como ellos se llaman, se van a pique con la legalidad creada por ellos mismos. (…) Y si no somos tan locos que nos dejemos arrastrar al combate callejero para darles gusto, a la postre no tendrán más camino que romper ellos mismos esta legalidad tan fatal para ellos. (…)Pero no olviden ustedes que… si una de las partes rompe el contrato, todo el contrato se viene a tierra y la otra parte queda también desligada de su compromiso”. 5

    Y así fue, a partir de aquellos años, al entrar el capitalismo en su etapa superior: el capitalismo monopolista o imperialismo. La libre competencia capitalista dio paso a la feroz competencia entre los monopolios, los cuales tomaron el control absoluto del aparato del Estado, restringieron las libertades para la clase obrera, corrompieron a la capa superior de ésta, agudizaron las contradicciones nacionales, fomentaron el militarismo, desataron guerras mundiales con decenas de millones de víctimas, se anticiparon a la revolución proletaria con dictaduras fascistas, fabricaron y utilizaron el arma nuclear de destrucción masiva, etc. El siglo XX no fue, como ustedes simplifican interesadamente, el siglo de los “totalitarismos”, sino el siglo en el que el capitalismo entró en decadencia y se impuso a los trabajadores con la mayor violencia social jamás conocida. En consecuencia, la clase obrera y su vanguardia comunista respondimos como debíamos hacerlo.

    En la Rusia de los zares, ustedes no nos dieron ni un resquicio de libertad, pero demostramos que eso no les sería suficiente para detener el progreso de la sociedad. Y quien dirigió esta demostración –el Partido Comunista de los bolcheviques- no lo hizo practicando el terrorismo sino la lucha de masas . 6

    Desde el principio, careciendo la clase obrera rusa “de una organización revolucionaria central y siendo débiles las organizaciones locales”7 , los comunistas rusos consideraron el terror como “un medio de lucha inadecuado” que el Partido debe rechazar, concentrando “todos sus esfuerzos en el fortalecimiento de la organización y la distribución sistemática de materiales políticos”8 . En una de la obras que sentó las bases de los partidos comunistas, Lenin explica que “nuestra ‘táctica-plan’ consiste en rechazar el llamamiento inmediato al asalto, en exigir que se organice ‘debidamente el asedio de la fortaleza enemiga’, o dicho en otros términos, en exigir que todos los esfuerzos se dirijan a reunir, organizar y movilizar un ejército regular”.

    Por eso, critica al partido socialista-revolucionario que “al introducir en el programa el terror, exhorta con ello a crear una organización de terroristas, y una organización así distraería realmente a nuestro ejército de su aproximación a la multitud,…”9 . Según Lenin, “los socialistas revolucionarios, al preconizar en su programa el terrorismo y difundirlo como medio de lucha política en su forma actual, causan un daño gravísimo al movimiento, destruyendo los nexos indisolubles entre la labor socialista y la masa de la clase revolucionaria”10 .

    Lenin también pone en guardia a los militantes comunistas contra las provocaciones del enemigo de clase: “Cuando el movimiento revolucionario se extiende a las clases verdaderamente revolucionarias del pueblo; más aún, cuando crece no sólo en profundidad sino también en extensión, y promete convertirse muy pronto en una fuerza invencible, al gobierno le resulta ventajoso provocar a los mejores revolucionarios para que se lancen a perseguir a los mediocres cabecillas de la más escandalosa violencia. Pero no debemos dejarnos provocar. No debemos perder la cabeza ante los primeros estallidos del estruendo verdaderamente revolucionario del pueblo, ni entregarnos a todos los excesos y arrojar por la borda, para aliviar nuestra mente y nuestra conciencia, toda la experiencia de Europa y de Rusia, todas las convicciones socialistas más o menos definidas, toda pretensión de una táctica basada en los principios, y no aventurera”11 .

    Concluyendo esta etapa preparatoria para tomar las riendas de las revoluciones que van a sucederse en Rusia, el clandestino Congreso de fundación del Partido más revolucionario de la historia “rechaza con toda energía el terrorismo, es decir, el sistema de asesinatos políticos individuales, por ser un método de lucha política que en los momentos actuales resulta particularmente contraproducente, porque aparta a las mejores fuerzas de la labor urgente y perentoria de organización y propaganda, destruye los vínculos entre los revolucionarios y las masas de las clases revolucionarias de la población y difunde entre los propios revolucionarios, y entre la población en general, las más falsas ideas acerca de los objetivos y los métodos de lucha contra la autocracia”12 .

    Al iniciarse la Revolución de 1905, un atentado motiva que el líder bolchevique recuerde que el comunismo “luchó siempre, no sólo contra el terrorismo, sino también contra la propensión al terrorismo que más de una vez revelaron los representantes del ala intelectual de nuestro partido”. Y concluye que “la ineficacia del terrorismo individual, intelectualista, se percibe con tanta mayor claridad, pues ahora todo el mundo se da cuenta de que ‘la masa se ha puesto a la altura de los héroes individuales, de que ha despertado en ella el heroísmo de masa’…”13 . En plena insurrección armada del pueblo, Lenin distingue ésta del terrorismo que “consistía en actos de venganza contra determinadas personas; era una conspiración de grupos de intelectuales. No reflejaba en absoluto el estado de ánimo de las masas. No se proponía preparar dirigentes de lucha de las masas. Era el resultado —como así también el síntoma y el complemento— de la falta de fe en la insurrección, de la falta de condiciones para la insurrección”14 .

    Tras la derrota de la primera revolución rusa, algunos revolucionarios se arrepienten de haber aceptado la lucha de masas defendida por los marxistas y vuelven al camino del terrorismo. Lenin se ve obligado a combatir nuevamente este falso camino: “El heroísmo de estos grupitos y personas aisladas en la lucha terrorista no podrá modificar el hecho de que su actividad como miembros de partido es una expresión de decadencia y es de extraordinaria importancia asimilar la verdad —confirmada por la experiencia de todos los países que han sufrido la derrota de la revolución— de que el abatimiento del oportunista y la desesperación del terrorista revelan la misma psicología, la misma particularidad de clase, por ejemplo, de la pequeña burguesía”15 .

    En 1910, cuando el movimiento obrero de masas vuelve a animarse, Lenin insiste en que “No hay actos terroristas que puedan ayudar a las masas oprimidas, y no hay poder en la tierra que pueda detener a las masas cuando se hayan levantado”16 .

    Cuando la competencia entre las burguesías europeas condujo a los pueblos del continente a masacrarse entre sí en la Primera Guerra Mundial, Lenin siguió reivindicando una línea política de masas: “No sabotear la guerra, no lanzarse a acciones individuales, aisladas, en ese espíritu, sino una propaganda de masas (no sólo entre los ‘civiles’) que conduzca a la transformación de la guerra en guerra civil”17 .

    Y sigue en la misma línea en 1918, cuando la guerra imperialista toca a su fin y la revolución socialista ha triunfado en Rusia: “Cualquiera que se preocupe por pensar un poco, o recordar siquiera la historia del movimiento revolucionario en Rusia, comprenderá fácilmente que sólo una adecuada resistencia a la reacción ayuda a la revolución. Durante medio siglo del movimiento revolucionario en Rusia hemos presenciado y conocido innumerables ejemplos de inadecuada resistencia a la reacción. Nosotros, los marxistas, nos hemos enorgullecido siempre de saber determinar, por medio de un riguroso análisis de la fuerza de las masas y las relaciones de clases, si tal o cual forma de lucha es adecuada. Hemos dicho que una insurrección no siempre es adecuada; si no existen entre las masas las necesarias condiciones previas, es una aventura. A menudo hemos condenado las formas más heroicas de resistencia individual, como inadecuadas y perjudiciales desde el punto de vista de la revolución” 18.

    Finalmente, en 1922, Lenin recuerda que los bolcheviques aprovecharon la legalidad conquistada por la lucha de las masas: “En 1906-1907 parecía que el zarismo había derrotado a la revolución en toda la línea. El Partido Bolchevique supo a los pocos años penetrar –de otra forma, de otra manera- en la ciudadela del enemigo y emprender cada día, ‘legalmente’, la obra de hacer saltar desde dentro la maldita autocracia zarista y terrateniente. Pasaron unos cuantos años más, y triunfó la revolución proletaria organizada por el bolchevismo”19 .

    Años más tarde, al escribir la historia del Partido Comunista (bolchevique de la URSS), J. V. Stalin insistiría en que el camino elegido por los populistas o socialrevolucionarios para luchar contra el zarismo, “el camino de los asesinatos individuales, el camino del terror individual, era falso y perjudicial para la revolución”. Previamente, había dejado meridianamente claro cuál era el camino de lucha de los comunistas: “He de declarar algo que todo hombre culto, todo el que no sea un ignorante rematado o no esté vendido debe conocer; he de declarar que los comunistas no han tenido, no tienen y no pueden tener nada de común con la teoría y la práctica del terror individual; que los comunistas no han tenido, no tienen y no pueden tener nada de común con la teoría de los complots contra individuos aislados. La teoría y la práctica de la Internacional Comunista consiste en organizar el movimiento revolucionario de masas contra el capitalismo. Eso es cierto. Ésta es la tarea de los comunistas. Sólo ignorantes y majaderos pueden confundir los complots y el terror individual con la política de la Internacional Comunista en el movimiento revolucionario de masas” 20.

    Recordamos asimismo a los señores representantes de la burguesía el alegato de Gueorgui Dimitrov, ante el tribunal alemán que lo juzgaba por haber ordenado el incendio del Reichstag. Además de demostrar fehacientemente que este acto fue una provocación del partido nazi, el dirigente de la Internacional Comunista proclamó: “¡Trabajo de masas, lucha de masas, resistencia de masas, frente único y nada de aventuras! - tal es el principio y el fin de la táctica comunista”21 .

    Para concluir las referencias históricas, citamos cómo Mao Zedong resume la lucha de los comunistas en las sociedades de capitalismo desarrollado: “En los países capitalistas, cuando éstos no son fascistas ni están en guerra, las condiciones son las siguientes: en lo interno, no existe el sistema feudal, sino la democracia burguesa; en lo externo, esos países no sufren la opresión nacional, sino que ellos mismos oprimen a otras naciones. Debido a estas características, la tarea del partido del proletariado en los países capitalistas consiste en educar a los obreros, acumular fuerzas a través de un largo período de lucha legal, y prepararse así para el derrocamiento final del capitalismo. Allí la cuestión es sostener una larga lucha legal, utilizar el parlamento como tribuna, recurrir a las huelgas económicas y políticas, organizar sindicatos y educar a los obreros. Allí las formas de organización son legales, y las formas de lucha, incruentas (no de guerra). (…) La guerra que quieren emprender dichos Partidos no es otra que la guerra civil para la cual se están preparando. Pero mientras la burguesía no esté realmente reducida a la impotencia, mientras la mayoría del proletariado no esté decidida a emprender el levantamiento armado y la guerra civil, y mientras las masas campesinas no estén dispuestas a ayudar voluntariamente al proletariado, este levantamiento y esta guerra no deben realizarse. (…) Todo esto es la manera como han actuado los Partidos Comunistas de los países capitalistas, y la Revolución de Octubre en Rusia ha confirmado su justeza”22 .

    Así hemos luchado y luchamos los comunistas. Como todos los partidos políticos, luchamos por el poder, pero no lo hacemos mediante el terrorismo. En cambio, los representantes de la clase capitalista que les han precedido a ustedes sí han recurrido al terror contra los comunistas e incluso contra la mayoría del pueblo para preservar sus privilegios. Ahogaron en sangre las revoluciones de Alemania, Hungría y de otros países europeos posteriores al Octubre ruso; asesinaron a Rosa Luxemburgo, Carlos Liebknecht, Ernst Thälmann, etc.; intervinieron militarmente contra el Estado soviético durante años, en dos ocasiones, acabando con la vida de decenas de millones de personas, lo rodearon de un “cordón sanitario” y de bases militares, le impusieron una carrera armamentística ruinosa; han hecho la guerra contra China, Corea, Vietnam y otras naciones revolucionarias; han perpetrado actos terroristas en todos los países socialistas; masacraron a un millón de comunistas indonesios; etc., etc. Y, en España, desataron una guerra civil contra la mayoría del pueblo que había elegido una república y un gobierno de frente popular, causando la muerte de cientos de miles de compatriotas y esclavizando a los demás durante 40 años de régimen fascista. Y, para las familias de las víctimas mortales de su terrorismo, sigue sin haber justicia ni derecho a saber dónde yacen los restos de los suyos. Eso sí, cuando el terrorismo lo sufren ustedes, borran de un plumazo los derechos de cientos de miles de ciudadanos, si lo estiman necesario. ¿Es eso justicia, equidad, o son dos varas de medir bien distintas? Lo que realmente les importa es seguir teniendo la sartén por el mango, por encima de cualquier otra consideración.

    Ustedes ganaron la primera partida de la histórica lucha de clases que les enfrenta a la clase obrera y, ahora, tratan de borrar las huellas del pasado, reescribiendo la historia del capitalismo de una manera idílica. Pero no resolvieron la causa del conflicto: el proletariado y la burguesía siguen siendo las dos clases fundamentales de la sociedad y ustedes no dejan de agudizar el antagonismo entre ellas. Su régimen está cada día más viejo y descompuesto. En cambio, la clase de los trabajadores asalariados abarca ya a la mayoría de la población y la necesidad de una economía socialista se siente con creciente urgencia, a pesar del colosal esfuerzo de adoctrinamiento que ustedes llevan a cabo. Es solo cuestión de tiempo que ganemos la partida final y decisiva que convierta el capitalismo en historia. Por eso, no vamos a rendirnos ni vamos a dejarnos provocar por sus acciones represivas. No nos precipitaremos practicando formas de lucha terroristas, precisamente porque queremos el tránsito más rápido y menos doloroso al socialismo. No somos terroristas, precisamente porque somos revolucionarios consecuentes, porque somos comunistas.

    Gavroche

    1- El Mundo, jueves 16-6-11, “Tres militantes comunistas, de ‘terroristas’ a ‘vándalos’ en menos de 72 horas”.

    2- Carta a Bebel, 18 de noviembre de 1884.

    3- Carta a Marx, 29 de noviembre de 1869.

    4- La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de Trabajadores, capítulo IX: Conclusión.

    5- Introducción de F. Engels a la obra de C. Marx Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.

    6-Véase el folleto Lenin y la tactica terrorista, editado por Unión Proletaria.

    7- ¿Por dónde empezar?, Lenin, Obras Completas, tomo V, págs. 15 y 16, AKAL.

    8-Proyecto de Programa de nuestro Partido, Lenin, tomo IV, págs. 241 y 242.

    9- ¿Qué hacer?, Lenin, tomo V, págs. 516 y 519.

    10- Por qué la socialdemocracia debe declarar una guerra decidida y sin cuartel a los socialistas revolucionarios, Lenin, tomo VI, pág. 217.

    11-Sobre las tareas del movimiento socialdemócrata, Lenin, tomo VI, págs. 299 y 300.

    12-Proyecto de resolución sobre el terrorismo, en Proyectos de resoluciones para el II Congreso del POSDR, Lenin, tomo VI, pág. 510.

    13-Un acuerdo de lucha para la insurrección, Lenin, tomo VIII, págs. 160 a 162.

    14- La situación de Rusia y la táctica del partido obrero, Lenin, tomo X, pág. 111.

    15- Algunos rasgos de la decadencia actual, Lenin, tomo XV, págs. 152 y 153.

    16- El comienzo de las demostraciones, Lenin, tomo XVI, pág. 357.

    17- Carta a A. G. Shliápnikov, Lenin, tomo XXXIX, pág. 164.

    18- La fraseología revolucionaria, Lenin, tomo XXVIII, pág. 218.

    19- En el décimo aniversario de Pravda, Lenin, tomo XXXVI, págs. 328 y 329.

    20- Informe al XIV Congreso del PC(b) de la URSS (18 de diciembre de 1925), Stalin, Obras, tomo VII, págs. 302 y 303.

    21- Versión taquigráfica del discurso de conclusión ante el Tribunal, G. Dimitrov, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    22- Problemas de la guerra y de la estrategia, Mao Zedong, 6 de noviembre de 1938.

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    Mensaje por Miravete Vie Jul 01, 2011 10:32 pm

    Magnífico texto de los camaradas de Unión Proletaria. Siempre tan solidarios con las organizaciones hermanas, esta vez se han marcado un comunicado exquisito, remarcando la verdadera esencia y cualidad de la acción de los comunistas. Muy instructivo. Salud.

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