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    ¿Ciencia o paparruchas?. Las barreras que distinguen la investigación rigurosa de la pseudociencia - publicado en Rebelión en noviembre de 2010

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Mar Ago 30, 2011 12:05 pm

    ¿Ciencia o paparruchas?
    Las barreras que distinguen la investigación rigurosa de la pseudociencia


    publicado en Rebelión (fuente: diario Público) el 23/11/2010

    En la filosofía de la ciencia, el llamado "problema de la demarcación" explica cómo y dónde establecer unos límites claros que permitan determinar de forma efectiva a qué se puede llamar ciencia y a qué no. Varios intentos por resolver esta cuestión se han aproximado a una solución que, en todo caso, es incompleta.La distinción no es un problema puramente filosófico: Nos jugamos mucho en estas distinciones, desde los millones de dólares invertidos en investigación científica hasta los millones de vidas afectadas o perdidas porque la gente cree en pseudociencias.
    En todo caso, y aunque no existe una norma general para separar la ciencia de lo absurdo, hay que cita lar lista publicada por el matemático John Casti en su obra “Paradigmas perdidos” como un punto de partida para enumerar las características propias del sinsentido. Destacan el pensamiento anacrónico, la glorificación de los misterios, la apelación a los mitos y a las hipótesis irrefutables, una resistencia extrema a revisar los puntos de vista propios y la tendencia a cambiar continuamente la carga de la prueba, entre otras.

    Nadie está a salvo no ya del patinazo ocasional, sino de mantener creencias completamente absurdas. Gente muy inteligente puede acabar diciendo cosas muy estúpidas, eso es más razón todavía para prestar más atención y utilizar el detector de chorradas. Cualquiera con un cerebro que funciona y un poco de paciencia puede empezar a comprender el mundo tal como es, en lugar de cómo nos gustaría que fuese.
    Probablemente no es posible un criterio de demarcación único. Aquí más que de credulidad, o equivocaciones (aunque también) debemos hablar sobre todo de engaño.
    De gente que tiene intereses económicos en cuestionar los descubrimientos científicos (negacionismos varios), o tiene en ello su forma de vida para vivir cómodamente del cuento (terapias pseudomédicas, mágicas, e incluso religiones). No hablamos de errores de científicos poco cuidadosos, sino de gente racional y capacitada que tiene interés en hacer pasar sus afirmaciones falsamente por científicas, y que pone todo su esfuerzo intelectual en superar los criterios de demarcación que se hayan enunciado hasta entonces, readaptando su discurso según sea necesario. Por eso llevamos un siglo hablando en filosofía de esto, sin encontrar la solución, porque las formas que puede tomar la pseudociencia para cumplir su objetivo varían, haciendo imposible en la práctica encontrar un único argumento que permita decir en un test sencillo y fácil qué es ciencia y qué no. Nos damos cuenta de lo ingenuo que es querer encontrar ese criterio si lo vemos en su complejo contexto social, si no vemos el criterio como un test a posteriori sobre lo que la gente hizo en el pasado, sino como un test que deba servir incluso después de enunciado para impedir cualquier engaño futuro.

    Encontrar una sola 'frase' que permita dejar KO a cualquier aspirante a timador en nombre de la ciencia, se nos revela como algo tan ingenuo como imposible.
    Es por eso que el criterio de demarcación ha evolucionado desde la simplicidad del falsacionismo de Popper (el filósofo austriaco argumentaba que una teoría será científica siempre y cuando se pueda plantear un experimento que la falsee; es decir, que demuestre que la teoría no es cierta), al análisis de toda la estructura social que se crea en torno a la pseudociencia. Se pasa del criterio único que 'define' a la pseudociencia a una serie de características típicas empleadas por los defensores de la pseudociencia para conseguir su engaño. Se pasa del criterio a LOS criterios de demarcación. Estos no son definitorios de qué es ciencia y qué no, sino descriptivos de la actividad social científica y que permiten identificar el engaño.

    Los más célebres desde hace unos años son los criterios de Bunge:

    -Invocación a entes inmateriales de imposible verificación empírica.
    -Credulidad: no tener internamente estudios que intenten refutar las tesis sostenidas dentro de la propia (pseudo)ciencia. Lo que cualquier 'experto' de la ciencia dice, se acepta de forma general y sin más.
    -Dogmatismo: no hay evolución de las creencias más básicas a lo largo del tiempo, a la luz de nuevos descubrimientos. Si algún descubrimiento los pone en duda, se dudará del descubrimiento en cuestión.
    -Acrítico: no acepta la crítica argumentada a sus tesis. Achaca cualquier crítica externa con argumentos ad hominem (la ceguera de la sociedad en general para entender sus tesis, o incluso darle la vuelta a la tortilla y acusar a la sociedad de tener intereses económicos ocultos que le impidan reconocer la verdad).
    -Ausencia de leyes generales. Las leyes (sobre todo las matematizables) son contrastables empíricamente, refutables sencillamente con un único contraejemplo que se encuentre, y las ciencias aspiran todas a enunciar leyes como forma ideal de ciencia. La pseudociencia rehúye por tanto esto, haciendo interpretaciones propias para cada caso.
    -Incompatibilidad con el resto de ciencias. Los postulados chocan abiertamente con el corpus científico de todo el resto del conjunto de ciencias, generalmente con las ciencias mejor asentadas. No parece ser importante para los adeptos, que encontrarán explicaciones imaginativas para ello.
    -Independencia del resto de ciencias. La ausencia de descubrimientos 'reales' implica que ninguna otra ciencia se apoya sobre los resultados de la pseudociencia, ni hay una colaboración interdisciplinar en los contextos que sean de interés para varias ciencias. Sólo los 'iniciados' en la pseudociencia parecen legitimados para hablar del tema.
    -Sencillez. Dado que no hay avance científico acumulado, rectificaciones y matizaciones complejas fruto de su desarrollo histórico, sino que su finalidad es la credulidad inmediata del público, son sencillas de entender, y cualquiera puede ser un 'experto' en meses o muy pocos años.
    -Practicidad. Van siempre ligados a una actividad práctica inmediata. No buscan el conocimiento por el conocimiento, sino que siempre tienen un componente inmediato de retribución económica (terapia, etc.).

    Las pseudociencias no tienen por qué cumplir todos estos criterios. Algunas ciencias bien fundadas por motivos concretos pueden incluso incurrir en alguna de estas características. Pero se ha de sospechar de toda pretendida ciencia a la que le sean de aplicación al menos dos de estos criterios, y más, cuanto mayor número de estos criterios cumpla.

    La idea de que un único criterio puede resguardarnos de todo engaño (pasado y futuro) es demasiado ingenua.



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