Los comunistas y la religión
texto publicado en junio de 2007 en la web de Gazte Komunistak – PCE-EPK
texto publicado en junio de 2007 en la web de Gazte Komunistak – PCE-EPK
Uno de los asuntos que más han dado que hablar a lo largo de la historia del socialismo, es la actitud de los marxistas hacia la religión. Para analizar este tema, llevaremos en una mano la actualidad (un siglo XXI en el que el Estado y la Iglesia siguen más ligados de lo que deberían en una supuesta democracia) y en otra mano los análisis de clásicos del marxismo como Engels, Marx o Lenin.
“La religión es el opio del pueblo”. Con esta famosa afirmación definía Karl Marx la religión, en el sentido de que ésta no es más que un arma de la reacción y de la burguesía y que no cumple otra función que mantener a la población drogada y sumisa ante la opresión a la que se ve sometida en su vida cotidiana.
Desde el punto de vista teórico, debemos explicar el ateísmo de los marxistas, conociendo la propia base filosófica del marxismo: el materialismo dialéctico, basado en la teoría de que la idea surge de la materia, y no al contrario. Es decir, el marxismo defiende la supeditación de la idea a la materia, de la creencia al hecho, de la fe a la realidad ... Por ello, no acepta el postulado religioso por el cual el hombre, la naturaleza, y en definitiva, la realidad, sea fruto del idealismo teológico y dependa de una divinidad o fuerza superior. No acepta la teoría de que los fenómenos de la naturaleza y las cualidades humanas (entre ellas la capacidad de pensar y de resolver problemas) dependan de una fuerza ajena a su propio ser, ya que en el momento en el que eso ocurre surge lo que llamamos alienación o enajenación del ser humano, convirtiéndolo en un ser incapaz de existir por sí mismo, e incapaz de resolver los problemas o luchar contra las injusticias. En el momento en el que la humanidad se desprenda de ese idealismo, y alcance la independencia de pensamiento, se producirá la emancipación moral del ser humano, y estará realmente capacitado para desenvolverse por sí mismo.
La pregunta es la siguiente: ¿Cómo se acabará con la religión para lograr esa emancipación? Empecemos citando unas palabras de Engels sobre cómo NO hay que combatirla: “semejante actitud (atacar directamente a la religión o prohibir la libertad de culto) es el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma”.
A la vez, defendía el papel principal de la lucha política frente a la lucha religiosa; con lo cual, es de mayor importancia llevar a cabo la lucha de clases en sí misma y la defensa del materialismo dialéctico, manteniendo la lucha contra el idealismo como un punto sobre el que educar y formar a la clase trabajadora, en lugar de abrir una lucha anti-clerical con el riesgo de caer en el alejamiento de las masas, la división de la clase obrera (ya que sin duda habrá obreros creyentes) y en el aburguesamiento de la lucha.
En resumen, la religión es algo privado con respecto al Estado (y así debe ser); no se trata de luchar contra ella, sino de SABER CÓMO hacerlo; no se trata de aniquilar la religión, sino de superarla: eso es el materialismo-dialéctico y eso es la lucha de clases.
“La religión es el opio del pueblo”. Con esta famosa afirmación definía Karl Marx la religión, en el sentido de que ésta no es más que un arma de la reacción y de la burguesía y que no cumple otra función que mantener a la población drogada y sumisa ante la opresión a la que se ve sometida en su vida cotidiana.
Desde el punto de vista teórico, debemos explicar el ateísmo de los marxistas, conociendo la propia base filosófica del marxismo: el materialismo dialéctico, basado en la teoría de que la idea surge de la materia, y no al contrario. Es decir, el marxismo defiende la supeditación de la idea a la materia, de la creencia al hecho, de la fe a la realidad ... Por ello, no acepta el postulado religioso por el cual el hombre, la naturaleza, y en definitiva, la realidad, sea fruto del idealismo teológico y dependa de una divinidad o fuerza superior. No acepta la teoría de que los fenómenos de la naturaleza y las cualidades humanas (entre ellas la capacidad de pensar y de resolver problemas) dependan de una fuerza ajena a su propio ser, ya que en el momento en el que eso ocurre surge lo que llamamos alienación o enajenación del ser humano, convirtiéndolo en un ser incapaz de existir por sí mismo, e incapaz de resolver los problemas o luchar contra las injusticias. En el momento en el que la humanidad se desprenda de ese idealismo, y alcance la independencia de pensamiento, se producirá la emancipación moral del ser humano, y estará realmente capacitado para desenvolverse por sí mismo.
La pregunta es la siguiente: ¿Cómo se acabará con la religión para lograr esa emancipación? Empecemos citando unas palabras de Engels sobre cómo NO hay que combatirla: “semejante actitud (atacar directamente a la religión o prohibir la libertad de culto) es el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma”.
A la vez, defendía el papel principal de la lucha política frente a la lucha religiosa; con lo cual, es de mayor importancia llevar a cabo la lucha de clases en sí misma y la defensa del materialismo dialéctico, manteniendo la lucha contra el idealismo como un punto sobre el que educar y formar a la clase trabajadora, en lugar de abrir una lucha anti-clerical con el riesgo de caer en el alejamiento de las masas, la división de la clase obrera (ya que sin duda habrá obreros creyentes) y en el aburguesamiento de la lucha.
En resumen, la religión es algo privado con respecto al Estado (y así debe ser); no se trata de luchar contra ella, sino de SABER CÓMO hacerlo; no se trata de aniquilar la religión, sino de superarla: eso es el materialismo-dialéctico y eso es la lucha de clases.