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Tiene la voz ronca, dominada por el tabaco desde hace medio siglo. Sus críticos dicen que también se dejó conquistar por la dictadura militar, porque no desconocía las detenciones de treinta mil compatriotas decretadas por Jorge Rafael Videla desde la casa más o menos rosada. No se lo perdonan. César Luis Menotti (Rosario, 5-11-08) celebra su setenta años junto al trigésimo aniversario de la Copa del Mundo que ganó al mando de la albiceleste. Rey de la oratoria, filósofo de la teoría del fútbol, «el Flaco» se justifica. Asegura que nadie podía creer en 1978 que, mientras su selección triunfaba en «su» Mundial, los cadáveres de las víctimas de la dictadura eran lanzados al océano.
Los más condescendientes opinan que Menotti, que pertenecía al Partido Comunista de Argentina con carnet y parné, era seleccionador desde 1974 y cuando Videla llegó al poder en 1976 decidió continuar al frente del fútbol nacional para dar una alegría a sus compatriotas. Después, se sintió «usado» por el dictador en las fotos que compartieron junto a la Copa y los fastos. Lo asumió como un mal inevitable.«Que el poder se aproveche del deporte es tan viejo como la humanidad». Muchos nunca se lo han aceptado. Unos piensan que se quiso subir al carro de la fama en una Copa del Mundo que estaba «comprada» por la dictadura militar. Nadie olvida el 6-0 a Perú, cuando la albiceleste necesitaba una goleada para clasificarse. Pero lo que nunca se le perdonarán son los elogios lanzados a Videla en 1979, cuando el técnico ganó el Mundial sub 20, con Diego Armando Maradona en el once titular.
Ensalzó al dictador en 1979
«El pueblo tiene que estar orgulloso de tener un presidente como usted», declaró Menotti en el patinazo más grande de su extensa carrera. La repetición de «tiene» y «tener» en la misma frase rompía con su exquisita utilización del lenguaje. Valdano, en España, ha sido el heredero de su estilo literario.
En favor del veterano entrenador consta la modernidad que inyectó al fútbol argentino desde que tomó las riendas del «seleccionado» en 1974. Su fichaje acabó con un rosario de preparadores que encontró su punto de inflexión en el fracaso sufrido Mundial de Alemania 74.El fumador empedernido pasó a dirigir a la «albi» e introdujo un carácter novedoso: la cultura del trabajo. Sus tácticas ofensivas y la motivación que conseguía en los jugadores fueron otras de sus virtudes.
Sus éxitos murieron en el Mundial de España 82 y fichó por el Barcelona. En 1987 aterrizó en el Atlético de Jesús Gil, recién elegido presidente. Desveló a ABC una de las asignaturas pendientes del fútbol argentino de la época: «El defensa europeo se revuelve cuando un delantero le supera, el argentino no retorna a por el rival». Futre le criticó que no sabía donde ponerle. El día que Menotti aseguró que el Madrid era el líder porque era el mejor, Gil le sentenció. Su país le ha juzgado para siempre.
