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    La Democracia Proletaria y la Construcción del Partido - Gustavo Ribadeneira - artículo publicado por el PCML de Ecuador - Interesante para la formación

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    pedrocasca
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    La Democracia Proletaria y la Construcción del Partido - Gustavo Ribadeneira - artículo publicado por el PCML de Ecuador - Interesante para la formación Empty La Democracia Proletaria y la Construcción del Partido - Gustavo Ribadeneira - artículo publicado por el PCML de Ecuador - Interesante para la formación

    Mensaje por pedrocasca Vie Oct 14, 2011 12:51 pm

    “... La democracia proletaria, es
    como decimos insistentemente, una
    concepción revolucionaria, que debe estar
    presente en todos los momentos de la
    vida del comunista...”

    LA DEMOCRACIA PROLETARIA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL PARTIDO

    Gustavo Ribadeneira - publicado en abril de 2005 en el nº 20 de POLÍTICA, revista teórica del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador - PCMLE
    La acción del partido del proletariado incorpora múltiples aspectos que en cuanto a su construcción se sintetizan en un solo propósito, dotar a la clase obrera y los pueblos de una organización política afirmada en el marxismo leninismo, que cuente con una dirección revolucionaria consecuente, tanto del partido como del movimiento de masas y sea capaz de desarrollar una relación fluida y dinámica entre la dirección y la base, estrechar los vínculos de unión entre el partido y las masas. Uno de esos aspectos internos, de su vida y su funcionamiento, que se relaciona directa e íntimamente con todas las actividades revolucionarias, es el ejercicio de la democracia proletaria.

    LA DEMOCRACIA PROLETARIA Y LA DEMOCRACIA BURGUESA

    En una sociedad de clases como la que existe en el Ecuador, la democracia tiene sello de clase. La democracia burguesa, responde a los intereses de la clase que detenta el poder, expresa su ideología, sus intereses y en consecuencia, su aplicación tiene el propósito de mantener y reproducir el sistema.
    La democracia proletaria —su contrario— es expresión de los intereses materiales y espirituales de la clase obrera, de sus afanes liberadores y adelanta las características de la vida social y del poder político que luchamos por conquistar. Por lo expuesto, es fundamental saber diferenciar el carácter y la naturaleza de la democracia. La burguesía como clase dominante en el Ecuador tiene sus propios valores que responden a sus intereses, a su concepción y todos esos elementos se expresan en su práctica política y social. La democracia para la burguesía, es el conjunto de acciones que le permiten mantener el sistema, los elementos ideológicos y políticos que le dan sustento para someter a los pueblos a la opresión política y la explotación económica; son “democráticas” sus acciones, en la medida que los privilegios se mantengan intactos y que no se ponga en juego el poder burgués. Todo lo que se le opone al sistema establecido no solo que es “antidemocrático” sino que es calificado de subversivo; adecuan las instituciones y los aparatos de la institucionalidad burguesa para formarlos o reformarlos de tal manera que no rompan con la estructura de la sociedad burguesa y si para mantenerla es necesario romper las normas establecidas, lo hacen tantas veces sea necesario, a nombre de la misma democracia.
    Las decisiones trascendentes asumen los grupos que tienen el poder económico y político, siempre argumentando y precautelando los intereses, según ellos, de la convivencia democrática, pero de esta manera, garantizan la reproducción del sistema de explotación y aseguran que sus privilegios se mantengan intactos. Este minúsculo grupo dominante decide, en su beneficio, los destinos de una sociedad, de un país, en detrimento de la absoluta mayoría, que constituyen los trabajadores y los pueblos.
    Los partidos políticos como parte de la superestructura, responden a los intereses de clase. Se constituyen, en el caso de los explotadores, para engañar a las masas, mantenerse en el poder y para ello ofertan las más variadas alternativas, dependiendo del momento político y su desgaste; parecen con nombres que tienen acogida entre las masas, por diversas razones: “social cristiano”, izquierda” democrática, “democracia” cristiana, “democracia popular”, la fuerza “de los pobres”, etc. En estos partidos se reproduce la misma concepción, toman las decisiones, definen su política y la ejecutan, los dueños de esos partidos, los caciques o caudillos; el pronunciamiento de las bases tiene validez en la medida que legalizan o legitiman la denominada “democracia representativa”, la pseudo democracia.
    Esta democracia representativa, es la expresión de la clase dominante minoritaria, está orientada para que los pueblos deleguen su representatividad a quienes se autodenominan ser los más idóneos, los más firmes defensores de las aspiraciones populares, éstos son seleccionados por la burguesía y ejercen el papel de engañadores de los pueblos, la mayoría son cuadros formados por la reacción para cumplir ese propósito. Con esta concepción, la participación de los pueblos es válida cuando coadyuva a los fines burgueses y tiene su límite cuando pone en riesgo la política reaccionaria; en tanto y en cuanto garantice la permanencia de las instituciones, de los privilegios de ese grupo minoritario que domina con la fuerza y que ha creado todo el aparato para ese objetivo, la frase trillada de que “el soberano es el pueblo” tiene vigencia cuando a través del engaño, las maniobras y las visiones erráticas, el “soberano” garantice el desarrollo burgués, cuando sus decisiones favorezcan el mantenimiento del sistema de explotación y tengan la dimensión que necesita la dictadura burguesa para revestirla de democracia.
    Para el proletariado, la democracia tiene un contenido totalmente diferente en su concepción y en su práctica. Asume como punto de partida que “las masas son las hacedoras de la historia”, son ellas y solamente ellas las protagonistas de los cambios revolucionarios; son los pueblos los gestores de su propio destino y son ellos únicamente ellos los que constituyen la fuerza material que forja el camino de su liberación. Esta verdad tiene en cuenta, entonces, que únicamente con las masas se realiza la revolución. La democracia proletaria es una concepción revolucionaria, porque permanentemente cuenta con la opinión y decisión de las mayorías, estimula su capacidad y creatividad, demanda el criterio, la valoración y el pronunciamiento de las bases populares.
    Para el proletariado, para su partido, la democracia es entendida como la decisión de la mayoría en su propio beneficio. La participación de los trabajadores y los pueblos, sus posiciones, tienen la dimensión de una orden a cumplir, de un mandato que debe ser ejecutado. El acatamiento por parte de la minoría a las decisiones de la mayoría, constituye la esencia misma de la concepción proletaria de la democracia; siempre tiene presente el objetivo de la revolución, es decir no toma en cuenta únicamente, el interés personal, sino principalmente el interés del colectivo, de la mayoría, el objetivo del socialismo y el comunismo.
    Con esta concepción el partido ha venido trabajando; viene haciendo los esfuerzos para que su práctica diaria esté dinamizada por este principio, para que la toma de decisiones sea el resultado de la plena aplicación de este principio; pone en juego su experiencia y capacidad para que la democracia proletaria sea asimilada, cada vez mejor, por toda la militancia, para que entienda el enorme valor que significa en la construcción del Partido.
    En tanto las condiciones políticas lo permitan, el ejercicio de la democracia en el partido es la preocupación central, Podemos afirmar con orgullo revolucionario que todas las decisiones han sido tomadas utilizando este instrumento valiosísimo, en el pronunciamiento pleno de sus organismos, ha contado con la opinión de sus dirigentes y militantes según sea el caso, se ha enriquecido con el debate y las decisiones de las diferentes instancias. En estas condiciones el PCMLE ha sabido ejercer el Centralismo Democrático.

    LA DEMOCRACIA PROLETARIA MÁS QUE UN MÉTODO ES UNA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIA

    Es coherente con una concepción revolucionaria la aplicación de métodos revolucionarios, se entiende al método como parte de la concepción, que significa establecer el cómo, es decir el camino por el cual deben desarrollarse las orientaciones y tareas que determina la dirección política. La democracia proletaria es correspondiente con la concepción comunista.
    En el ámbito de la vida interna y el funcionamiento del Partido Comunista tiene trascendencia y es determinante que sus miembros tengan protagonismo, exponiendo sus criterios, argumentando sus valoraciones sobre los múltiples aspectos que la vida partidaria demanda, la democracia interna es inseparable de la actividad revolucionaria. En el partido todos los miembros de la organización, todos los militantes tienen derecho y obligación a expresar su punto de vista, asimismo tienen el deber de acatar y demandar el cumplimiento del mandato, a respetar y ejecutar las decisiones que resuelva la mayoría. No debe ni puede existir autoritarismo, esta práctica está reñida con la democracia proletaria. El autoritarismo trata mal a los militantes, ofende a su capacidad, menosprecia otras opiniones, ejerce a rajatabla su punto de vista. No busca argumentos para convencer de lo acertado que es su punto de vista, esta carencia de argumentos hace que busque otras formas para imponer su apreciación. La vida revolucionaria, la vida del comunista, la vida en el organismo, en el partido, tiene una dinámica y una vitalidad que exige el estudio, sistemático y permanente de la teoría revolucionaria, este hábito de estudiar sumado a la práctica le permite al comunista tener los argumentos necesarios para explicar, aclarar y convencer de la corrección de un pensamiento, de una valoración de un fenómeno o de una política trazada. Esta práctica está enmarcada en la concepción proletaria de la democracia que permite utilizar métodos correctos de dirección.
    Generar un ambiente de camaradería en el organismo, es saber escuchar las opiniones de cada uno de los militantes: esto significa demostrar, en los hechos, que la política puede ser enriquecida, que la verdad no es absoluta, es expresar, fehacientemente, que la riqueza del partido está en el aporte que todos y cada uno de los miembros del partido, que están en condiciones de hacerlo y de hacerlo bien, que pueden y deben sobre los diferentes aspectos que competen a la vida partidaria.
    Saber escuchar es darle al comunista el valor que tienen sus reflexiones, su pensamiento, es considerarlo y trabajar para que sea protagonista en la vida del partido, es reafirmar que el revolucionario es un ser pensante, que puede tener diferentes apreciaciones sobre un aspecto, y que es precisamente la democracia en el partido la que le permite expresarlas, que puede tener limites en los elementos para el análisis, que puede conducir a valoraciones equivocadas, pero esa realidad, precisamente, corresponde al proceso de formación en el que todos los comunistas estamos inmersos.
    No existe un comunista totalmente formado, aquel que piensa así, está absolutamente errado. El proceso del conocimiento nunca se acaba al igual que la formación del comunista.
    Aplicar la democracia proletaria y saber ejercerla es un aspecto de la formación. Saber escuchar es parte de la formación y se entiende que tiene el propósito de aceptar la opinión si está encuadrada en la política del partido, o para debatirla y rebatirla si es necesario, esclarecer para que asimile la línea y las orientaciones del Partido. No se puede confundir la democracia proletaria con el democratismo.
    La democracia en el Partido tiene parámetros de acción, está fundamentada en el marxismo leninismo, en la Línea del Partido, en las diferentes orientaciones trazadas. No se trata de dar curso al libre pensamiento, o convertir al partido en grupo de libres pensadores, sino en ejercer la democracia para debatir y enriquecer con la ideología, la política y con ello permitir y contribuir al desarrollo de las cualidades personales e intelectuales de cada cuadro.
    Orientar el debate sobre el tema a discutirse, es parte del ejercicio democrático que enriquece y profundiza la comprensión de la problemática y conduce a tomar las decisiones más acertadas. Proceder de otra manera, es decir, que cada miembro del organismo enfoque diferente temática a la planteada, argumentando cualquier pretexto, es expresión de anarquía, de práctica liberal, opuesta al espíritu democrático.

    LA RENDICIÓN DE CUENTAS, LA CONSULTA Y TOMA DE DECISIONES: PRÁCTICAS DE LA DEMOCRACIA PROLETARIA

    El ejercicio de la democracia proletaria demanda y obliga a todos a rendir cuentas de las responsabilidades que hemos asumido; práctica que debe realizarse en dos direcciones:
    partiendo de la dirección a la base y de la base a la dirección. Todo dirigente tiene la obligación de poner a consideración de su colectivo el cumplimiento de sus responsabilidades. La rendición de cuentas desde la dirección a la base, es vital para el funcionamiento de los organismos partidarios y se la ejerce en el momento que se elabora la política y se la concreta en la dirección política y en la práctica revolucionaria; se rinde cuentas a través de las orientaciones políticas, en las reuniones de los organismos; el dirigente debe dar ejemplo de práctica de la democracia proletaria, no es necesario solamente proclamarla sino practicarla, de tal manera que sea un ejemplo para el militante, para contribuir a su formación.
    En la vida partidaria, el comunista asume varias tareas, el militante debe responder por ellas para que se juzgue y se establezca el rol que ha jugado en el cumplimiento de la misma. Socializar nuestras experiencias en el organismo, y escuchar el juzgamiento es demostración de asimilación de la democracia en el partido. Hacer lo contrario constituye una expresión de prácticas liberales, de dejar hacer y dejar pasar, cuestión que nada tiene que ver con la democracia; individualizar la experiencia, no contribuir al desarrollo de todos los comunistas, es demostración de autosatisfacción, que no sistematiza su propio trabajo, impide sacar lecciones, en unos casos para corregir o en otros para afirmar, consolidar y potenciar la experiencia. Esta práctica impide la forja de un espíritu de partido y contribuye al desarrollo del individualismo pequeño burgués. El militante igualmente, debe poner a disposición de su dirección en los diferentes niveles, su trabajo revolucionario; esta práctica tiene varias manifestaciones: si el militante es tomado en cuenta, se siente útil, sabe que su trabajo está contribuyendo a la revolución; hay estímulo a los resultados de su esfuerzo; cuando la dirección sistematiza las experiencias de las bases, evalúa, contribuye a valorar objetivamente y promueve a los cuadros a asumir nuevos retos, que le permitirán forjarse como un militante de mejor calidad. El ejercicio de la democracia proletaria de la dirección hacia la base y desde la base a la dirección, no solo es un método sino una concepción que le permite al partido del proletariado afirmarse en las concepciones revolucionarias, forma cuadros contribuye al desarrollo del comunista, trae como consecuencia el avance cualitativo del partido. Las políticas del partido son correspondientes a los intereses de la clase obrera y los pueblos, son consecuentes con los propósitos de la revolución. Para que sean más acertadas, es necesario, por un lado afirmarnos más en el marxismo leninismo, en la línea del partido y en las orientaciones concretas. Y, por otro lado, tener siempre en cuenta las opiniones de los militantes, las necesidades de las masas, la solución de sus problemas. La suma de las opiniones personales conduce siempre a la elaboración más acertada de la política.
    La consulta a los militantes de un organismo, a las bases del partido, es un principio de la democracia proletaria; no es una formalidad, no es para guardar las apariencias de un partido democrático, sino que es una condición indispensable para fortalecer a la organización, para desarrollar los cuadros, para dar curso a la iniciativa, desarrollar la política y afirmar la confianza entre comunistas.
    La base social del partido, aquellos sectores que están integrados a nuestras tácticas, deben ser consultados; son los que están más cerca de nuestra política, impulsan el trabajo con nuestra dirección, desde luego, en diferentes niveles; son fuerzas a las que hay que afirmarlas para que avancen con nosotros a otros niveles, diferentes a las masas en general, allí es donde debe afirmarse el ejercicio de la democracia a través de la consulta sobre diferentes aspectos que conforman su vida social y política. Acudir permanentemente a las masas, para politizarlas, para organizarlas, estrecha los vínculos de unión con el partido; la consulta es un mecanismo necesario, idóneo para que la masa exprese lo que piensa, sin poner trabas; si las masas ven en nuestra democracia un mecanismo que les da confianza, seguro que entenderán mejor y más rápido nuestra política.
    Las decisiones que el partido asume, deben enmarcarse en el ejercicio de la democracia proletaria. Esto conduce indefectiblemente a la incorporación del militante al cumplimiento consciente, convencido de su responsabilidad y de la necesidad de ejercerla cada vez mejor, teniendo en cuenta que lo fundamental es su afirmación ideológica, su entendimiento cada vez mejor respecto del partido; la participación del militante en la toma de decisiones contribuye notablemente a la mejor asunción de su rol.
    Cuando el militante dice lo que piensa, escucha argumentos, asume conjuntamente las decisiones, se compromete a la ejecución de las responsabilidades, es protagonista en el desarrollo del partido porque “no le dieron pensando, ni tampoco decidiendo”. Obviamente los comunistas sabemos que las decisiones en el partido se toman por unanimidad o por mayoría, lo mejor es que, en cualquier circunstancia, el militante adopte las decisiones con la disposición de cumplir a plenitud porque así lo requiere la revolución.

    LA DEMOCRACIA PROLETARIA, PRÁCTICA PERMANENTE DEL COMUNISTA

    La democracia proletaria es, como decimos insistentemente, una concepción revolucionaria, que debe estar presente en todos los momentos de la vida del comunista, en todas las acciones del partido, en todas y cada una de las responsabilidades que el militante tiene en su vida revolucionaria, es consustancial al nivel de asimilación del marxismo leninismo, la práctica democrática es parte misma de la vida del militante. La comprensión de la democracia proletaria aplicada a la práctica cotidiana, va generando en su conciencia, la comprensión de lo imprescindible, de lo necesario y vital que significa la democracia en la forja del partido del proletariado. Si hablamos que debe ser práctica permanente, quiere decir que no existe ninguna razón o explicación para no ejercerla, que debemos superar cualquier escollo que se presente, para ponerla en práctica: en la relación orgánica, cuando el militante necesita escuchar y ser escuchado; en la relación con la base cuando el militante pide, exige, demanda que alguien le oiga; en los frentes de masas en donde es necesario saber el sentir de las masas, allí debe aplicarse la democracia proletaria; en la vida familiar, en la consolidación del frente interno; ya se trate de gente cercana al partido, amigos que desean dar su punto de vista, allí debe aplicarse la democracia.

    LA DEMOCRACIA PROLETARIA EN LAS MASAS

    Volvemos a reiterar que en medio de la lucha y organización de las masas se construye el partido y son las masas las hacedoras de la historia. El partido del proletariado ha ido asimilando cada vez mejor este principio; ha sido fundamental para nuestro desarrollo entender bien el papel de las masas en la historia, porque ése es el punto de partida para forjar, en la relación con las masas, la conciencia de la auténtica democracia, para que se sienta comprometida y sea protagonista del proceso revolucionario. Es extremadamente importante entender que las masas son susceptibles de asimilar la ideología dominante, es decir la ideología burguesa, es esa ideología la que de manera general dirige su comportamiento, con esa ideología es que realizan su práctica en la vida diaria. Entre las masas se expresa la prepotencia, el individualismo, la sumisión, el oportunismo, el autoritarismo, etc. que forman parte de las concepciones burguesas.
    Naturalmente existen sectores avanzados de las masas que se rebelan frente a estas prácticas de la democracia burguesa; esa contradicción la quieren resolver con prácticas democráticas. Es allí donde el partido del proletariado encuentra su caldo de cultivo para que con los diferentes frentes dirigidos o no por comunistas, poner en práctica nuestra democracia; si el dirigente es un comunista, con mayor razón, porque tiene mejores condiciones para hacer que las masas se identifiquen con nuestra práctica y lograr que se incorporen a nuestra política, es el escenario propicio para demostrar que con el ejercicio democrático las organizaciones se fortalecen; de lo contrario cuando la dirección es soberbia, unilateral, prepotente, autoritaria, las organizaciones de las masas se disgregan, se dispersan, la organización como tal pierde posibilidades de lograr resultados positivos a su gestión y el propio dirigente pierde autoridad, pierde a su organización. El desprestigio se generaliza y las posibilidades de construir el partido, se menoscaban.
    Demostrar en los hechos la vigencia de la democracia es más importante que proclamarla, el militante es el llamado a ponerla en práctica, esto acorta el camino entre las masas y el partido.
    En el sindicato, asociación, comité barrial, en la comuna, en el dispensario, en la brigada del movimiento político de masas, en la asociación de comerciantes, en la asociación de estudiantes, en la escuela, en el colegio, en todos los sitios debe demostrarse que la democracia proletaria consolida su organización, es en la práctica diaria que se va asimilando la ideología revolucionaria. La democracia en las masas permite conocer su pensamiento, debatir sus ideas, aclarar sus confusiones, las masas no siempre están dispuestas a decir lo que piensan, pero cuando encuentran el ambiente adecuado se sinceran, generan ideas, aportan, se comprometen, y se crea el escenario para la siembra de las ideas revolucionarias.

    PRÁCTICAS ANTIDEMOCRÁTICAS EN EL PARTIDO DEL PROLETARIADO

    La forja de una conciencia democrática en el dirigente, en el militante, en las masas es un proceso laborioso, que requiere conocimiento, convicción, paciencia y decisión de hacerlo, cuando se la logra, se alcanzan resultados extraordinarios. Decimos que la ideología burguesa y pequeño burguesa a diario está presente, tiene múltiples mecanismos y recursos para penetrar en la cabeza de las masas puesto que es la ideología del sistema. El partido no está exento de este fenómeno, batalla todos los días contra esta ideología, ya sea por lo dicho anteriormente o porque nuestra extracción de clase nos hace portadores de rezagos de la ideología pequeño burguesa. Por lo tanto, en el partido encontramos un fenómeno: siendo comunistas, a veces tenemos prácticas que no corresponden a nuestra ideología, parecería un contrasentido, pero es una realidad. Existen prácticas autoritarias en donde se impone el punto de vista porque “yo creo que debe ser así”, no se toma en cuenta la opinión de los demás, simplemente se las ignora, constituyen prácticas antidemocráticas que no cohesionan a los organismos, al contrario, lo dispersan y no contribuyen a crear y desarrollar un espíritu de partido.
    El individualismo, no toma en cuenta el colectivo sino el YO, es expresión que refleja: que solo me interesa mi tarea, mi responsabilidad, la experiencia me sirve solo a mi, no tomo en cuenta lo útil que es para los demás, lo positivo o negativo de mis experiencias las guardo solo para vanagloriarme. Si son positivas solo sirven para mi autocomplacencia, si son negativas me las reservo para no quedar mal. No reflexionamos que este comportamiento atenta a la forja de un partido pertrechado con el marxismo leninismo.
    El personalismo, que cree que solo su opinión es válida, que cree que el mundo gira solo alrededor de él o ella, aquella práctica “revolucionaria” que no valora las virtudes y potencialidades de los demás comunistas, es antagónica frente a la democracia proletaria, constituyen concepciones y prácticas que no aglutinan, que no contribuyen a la revolución. El egoísmo, es parte de la concepción burguesa y pequeño burguesa que no permite que otros cuadros se desarrollen, solo “yo debo ser el mejor”, si existen cuadros que tienen condiciones para desarrollarse, y pueden superarme, en ocasiones se busca la manera de impedir el desarrollo de ese cuadro. Estas prácticas nocivas, no piensan en la construcción del partido, no piensan y peor trabajan por la revolución, anulan el desarrollo de los cuadros y en consecuencia atentan al crecimiento y desarrollo del partido. El liberalismo, concepción y práctica de dejar hacer y dejar pasar las cosas, deja de lado el control colectivo en la responsabilidad personal, anula la rendición de cuentas, omite la consulta, no toma en cuenta la construcción multilateral, la necesidad de corregir los errores y aprovechar los aciertos; el militante que tiene esa práctica, no contribuye a la forja de una organización democrática, peor de una organización revolucionaria proletaria. El liberalismo es tan dañino como las demás prácticas que riñen con la revolución.

    SIN DEMOCRACIA PROLETARIA NO EXISTE EL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO

    El centralismo democrático es la piedra angular del marxismo leninismo. Para los comunistas está claro que esta concepción permite la unidad de las ideas y la unidad de la acción.
    La democracia proletaria es un pilar para la existencia de este principio leninista, la ausencia de uno de ellos elimina la concepción fundamental del leninismo que es el centralismo democrático y todo comunista debe saber, entender y asimilar que entre el centralismo y la democracia, en el partido del proletariado, tiene preeminencia el centralismo. Partiendo de este principio es que debemos entender la democracia proletaria.
    De allí la importancia trascendental, de entender bien, estudiar, aplicar permanentemente la democracia proletaria en la vida del comunista, contribuye a la forja de un partido sujeto a los principios leninistas. No se trata de construir un partido de pequeño burgueses que practiquen la democracia, solamente cuando hay un interés particular de por medio, o tener una organización que, a título de comunistas, sea un conjunto de libre pensadores, que puedan pensar, decir, escribir o hacer lo que les parezca al margen del marxismo leninismo; al contrario, se trata de afirmar cada vez más al partido del proletariado con la concepción comunista, de ir perfeccionando nuestra práctica con el marxismo leninismo, de tener un partido que permita aprovechar mejor las condiciones que existen en el Ecuador para avanzar en la revolución.
    El partido del proletariado además de mantenerse vigilante de los principios leninistas, es fiel cumplidor de los mismos y en su práctica desarrolla el principio de la democracia proletaria; tiene que ser el exponente de estos principios, tiene que afianzarse en medio de la práctica concreta.
    Es una gran verdad aquella de que marxista no es el que solo recita el marxismo sino el que sabe analizar la realidad concreta y dar las soluciones que la causa necesita, de la misma manera no se trata de recitar los principios de la democracia proletaria, sino en la realidad aplicarlos, desarrollarlos de acuerdo a las condiciones que se presentan. Sino existieran tales condiciones, es obligación del comunista crearlas para aplicarlos, y para ello hay que entenderlos, tener conciencia de sus potencialidades y de sus limites, poner toda nuestra capacidad para ejercerla.
    Los límites de la democracia tienen que ver con evitar que el debate sobre los diferentes puntos de vista, que con justo derecho, tienen los militantes, conduzca a crear la dispersión, el desorden, la confusión y en consecuencia a entrabar las decisiones y atentar a las actividades del partido; la democracia proletaria debe conducir a esclarecer el problema, y concluir el debate con la toma de decisiones que correspondan para dinamizar la actividad revolucionaria.
    El límite de la democracia proletaria está determinado por la aplicación del centralismo. Así es, así debe ser. Solamente de esta manera podemos garantizar que las tareas de todo el partido y las ideas de todos los militantes tengan un solo objetivo: la revolución.

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    Mensaje por pedrocasca Mar Mayo 21, 2013 11:57 am

    Hay en el Foro al menos tres temas relacionados con Gustavo Ribadeneira, del PCML del Ecuador. Se pueden localizar con la utilización del conocido buscador Google o con el Buscador propio del Foro.

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