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    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 )

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    Mensaje por comunista2157 Jue Ene 28, 2010 11:01 pm

    La ciencia comienza a demostrar que la ideología política no sólo depende del colegio donde estudiamos, de los amigos que tenemos o el medio social en el que nos tocó crecer. Todo ser humano trae consigo una marca imborrable que lo predispone a una u otra tendencia.


    Tenía 35 años cuando se decidió a investigar su pasado. Sólo algunos meses después de nacer había sido adoptado por una familia británica conservadora, cuyo gusto por el arte había hecho que las ocupaciones de casi todos sus integrantes fluctuaran entre la música clásica y la pintura. Pero él no. El había optado por la política y nada menos que en la fracción más liberal del partido laborista. Claro que ni siquiera esa evidente diferencia de intereses preparó a Mattew Taylor(hoy miembro del parlamento inglés) para un hallazgo que él mismo describió como "impresionante".

    Su madre bíológica vivía en Nueva Zelanda y había formado otra familia. Y cuando la contactó , logró entender mucho de su propia vida: su bisabuelo (Percy Harris) había sido uno de los pocos parlamentarios del Partido Liberal Demócrata que se mantuvo hasta 1945 y uno de los más férreos defensores del voto femenino igualitario. "En ese momento que todo lo que creía sobre mí se trastrocó totalmente . En la batalla entre la naturaleza y la crianza, la primera resultó vencedora. Heredé características como la voluntad de resistirse al status quo. Por lo que sé, ese también era un rasgo de mi bisabuelo biológico", dijo Taylor a The Times.

    Hasta pocos años, el relato de este parlamentario británico no pasaría de ser una sorpresiva coincidencia biográfica, porque las investigaciones sobre el origen del pensamiento político se habían centrado en las influencias culturales y del medioambiente. Es decir, en la crianza.

    Pero todo cambió en esta década. De la mano del surgimiento de técnicas de resonancia magnética y los estudios sobre ADN, comenzó a tener forma una nueva corriente de investigación que terminaría dando un sustento científico a historias como la de Taylor, donde la naturaleza es la prevalece. Porque lo que la ciencia comienza a demostrar es que la ideología no sólo depende del colegio donde estudiamos, de los amigos que tenemos o del medio social en que nos tocó crecer. No. Todo ser humano trae consigo una marca imborrable que lo predispone a una u otra tendencia: sus genes.

    "Son visiones tan profundamente arraigadas en nuestros cerebros, que intentar persuadir a una persona para que no sea liberal o conservador es como tratar de convenserla de que sus ojos no son negros", dice John Alford, cientista político de la universidad de Rice, en Estados Unidos, cuyo estudio se convirtió en uno de los pioneros de un campo emergente llamado "fisiología política", que busca determinar factores que influyen en las ideologías.

    En 2005, Alford y sus colegas publicaron una investigación que reunía 20 años de estudios sobre genética del comportamiento, utilizando una base de datos con opiniones políticas de 30 mil gemelos separados al nacer y criados en ambientes distintos. Así se determinó que los gemelos idénticos (que comparten exactamente la misma composición genética) eran más propensos que los mellizos (cuyo genoma es similar sólo en 50%) a expresar las mismas respuestas sobre temas que hasta hoy dividen a conservadores y liberales, como el divorsio, el reclutamiento militar o el matrimonio. De hecho, al ser consultados sobre cuestiones como si las viviendas deberían estar sometidas a impuestos, el 80% de los gemelos idénticos dio la misma respuesta, mientras solo el 66% de los mellizos coincidió.

    El estudio también midió hasta qué punto las tendencias se traspasan entre las generaciones: "Las actitudes políticas y sociales son en un 50% hereditarias; por lo que se puede decir que las posiciones políticas tienen un fuerte componente genético", explica Alford. El otro 50% de nuestro pensamiento político surge a partir del ambiente en que nos criamos. Por eso, la mayoría de las personas no son absolutamente de una ideología. Si una persona nació con una genética liberal, pero se forma en un ambiente profundamente conservador, difícilmente ese liberalismo se expresará en su totalidad.

    "El medioambiente influye de forma increíble en la ideología, pero si no consideramos la biología estamos dejando de lado la mitad de la historia" dice James Flowler, investigador de la universidad de California.

    Una vez que el peso genético fue validado, el siguiente paso era identificar los genes asosiados a una tendencia política. En 2007, la U. de Illinois determinó una relación entre algunas variaciones del gen D4DR vinculado al comportamiento conservador. Y, otro estudio realizado por Flowler estableció que una variante de otro gen llamado DRD4 nos predispone a ser liberales.

    Las implicancias de esta identificación de "genes políticos" podrían ser inmensas. Basta imaginar una sociedad donde el mapa del ADN de cada individuo está disponible. Corporaciones y partidos con acceso a la información adecuada podrían rastrear a individuos específicos, sabiendo que están predispuestos genéticamente a cierto tipo de propaganda.
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    Mensaje por el_republicano2 Jue Ene 28, 2010 11:12 pm

    No creo que sea cierto, me suena a cuento chino, porque entonces la gente a la que convences de que su ideología está equivocada (por ejemplo, de sociata a comunista), ¿entonces? No sé, que puede ser, pero no me acaba de convencer. Pero si esto fuera cierto:
    ¡Vivan mis genes y todos los vuestros!
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    Mensaje por Antiheroe Jue Ene 28, 2010 11:38 pm

    Eso es una patraña idealista.
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    Mensaje por Maqui Jue Ene 28, 2010 11:45 pm

    Eso es una mentira como un camión, es imposible.
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    Mensaje por Wendy Oldbag Jue Ene 28, 2010 11:47 pm

    Lo veo muy poco probable.

    Yo creo que lo que más influencia a una persona a tender hacia una ideología u otra es su ambiente familiar, el círculo en el que se mueve y el colegio en el que estudia. No creo que tenga que ver con la ciencia, aunque en casi todas las familias y en casi todas las clases hay una oveja negra.
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    Mensaje por Gagarín Vie Ene 29, 2010 12:20 am

    Me recuerda al concepto de memes que aprendí cuando me leí "El gen egoísta" de Richard Dawkins.Decía que estos replicadores eran una especie de memeoria donde se almacenaba información no solo de supervivencia sino de rasgos culturales de los antepasados del individuo haciéndolo más receptivo a determinadas formas de pensamiento y comportamiento social.

    A pesar de que mayormente no estoy deacuerdo lo cierto que es que a mí me parece que los genes de algún modo nos condicionan(que no obligan) y lógicamente después existen más factores externos al individuo como el entorno.
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    Mensaje por Invitado Vie Ene 29, 2010 3:01 am

    Camarada, postea LAS FUENTES en este caso el LINK.


    Es una totneria como una casa la noticia.
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    Mensaje por comunista2157 Vie Ene 29, 2010 4:35 am

    SS-18 escribió:Camarada, postea LAS FUENTES en este caso el LINK.


    Es una totneria como una casa la noticia.


    Fuente: Diario La Tercera
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    Mensaje por comunista2157 Vie Ene 29, 2010 4:36 am

    En realidad, yo tampoco creo mucho en eso de los genes, porque si esto es verdad, yo sería de derecha como la mayoría de mi familia.
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    Mensaje por Amanecer Rojo Vie Ene 29, 2010 8:44 am

    Yo tampoco me creo que la predisposicion a una tendencia o a la otra este en los genes, pero yo no soy biologo, y por ejemplo tenemos el caso de la homosexualidad que creo si puede estar influida por los genes.(aunque eso sea una tendencia sexual mas que idealista) Aun asi yo sigo opinando que al comunista lo hacen las experiencias, no los genes, a ver si vamos a ser como los escritores de la baja edad media con eso de "el artista nace, no se hace"
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    Mensaje por Raisto Vie Ene 29, 2010 4:16 pm

    Los genes no rigen el comportamiento particular de cada persona (sí el general, como humano a grandes rasgos). Tampoco rigen el pensamiento.
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    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 ) Empty "Genética y dialéctica" - artículo de Jara Pérez publicado en junio de 2007

    Mensaje por pedrocasca Mar Oct 18, 2011 2:15 pm

    Genética y dialéctica - Jara Pérez

    publicado en junio de 2007

    tomado del blog argentino Bandera roja
    fuente: web del profesor Máximo Sandín alojada en la Universidad Autónoma de Madrid

    Han transcurrido cinco años desde la secuenciación del Genoma Humano, uno de los mayores avances científicos del siglo XX. En su momento, los deterministas genéticos pensaron que, a partir de ahí, sería un juego de niños encontrar desde el gen de la homosexualidad hasta el de la raza, pasando por el de la violencia y cualquier otro que se les pusiera en la cabeza. A la vez, muchos científicos honrados esperaban que, en unos pocos años, se podrían combatir de manera individualizada las enfermedades con origen genético. La realidad hoy es bastante diferente y, lo que por un lado ha abierto una crisis en la idea que se había tenido de la genética durante la segunda mitad del siglo XX, por otro ha supuesto una confirmación de la validez del método del materialismo dialéctico en el terreno de la Biología, y de las ideas de toda una serie de científicos que, desde hacía años, explicaban que el ser humano es mucho más que una suma de genes.

    El complejo proceso de expresión del ADN

    El ADN está formado por la combinación en largas cadenas de cuatro moléculas diferentes, llamadas nucleótidos. Ciertas secuencias de ADN constituyen un gen, en el que cada posible combinación de tres nucleótidos se va traduciendo en un aminoácido. A su vez, una cadena de aminoácidos constituye una proteína. Esto se puede resumir en lo que ha sido uno de los dogmas de la Biología Molecular, “un gen, una proteína”. Durante mucho tiempo se pensó que, cuanto más complejo fuera un organismo, más genes debería tener para expresar esa complejidad. Así, si la mosca del vinagre tenía 13.000 genes, el ser humano debería tener entre 50.000 y 150.000.

    Aquí se produjo la primera sorpresa del genoma humano; en un primer momento, se dijo que el ser humano tenía entre 30.000 y 40.000 genes, lo que ya supuso un shock, y las últimas investigaciones han rebajado este número hasta no más de 22.000. Esto supone, por ejemplo, que tengamos el mismo número de genes que el maíz, que compartamos unos 200 genes con las bacterias o que tan sólo tengamos un 7% de dominios proteicos (posibles estructuras tridimensionales que pueden adoptar las proteínas) diferentes a los de la mosca.

    Es decir, lo que da al ser humano su carácter superior, lo que le ha permitido, como dijo Engels, que sea el único ser en el que “la materia toma conciencia de sí misma”, no ha sido una cuestión cuantitativa, de acumular más genes, sino cualitativa; ese 2% de diferencia genética que existe entre el ser humano y el chimpancé se convierte en determinante.

    Por otro lado, el error que estaban cometiendo los científicos se debía también a considerar de una forma lineal y mecánica la relación gen-proteína. En primer lugar, el ADN no es la molécula prácticamente rígida y estática que se había considerado durante mucho tiempo. Tras observar con nuevas técnicas el ADN de células vivas en tiempo real, “Gasser y sus colegas han mostrado la molécula girando como un danzarín demoníaco. Para Gasser, la imagen icónica del ADN como una doble hélice estática es algo del pasado (…) La molécula se creía formando íntimas relaciones con proteínas que le ayudaban a empaquetarse y a disparar y reprimir la actividad de los genes. Hasta recientemente, esas relaciones se creían fundamentalmente fijas o cambiantes sólo ligeramente con el tiempo. Pero la idea ha colapsado (…) Los vídeos resultantes han expuesto un inesperado barullo en la actividad de proteínas pululando alrededor del ADN” (H. Pearsons, en Nature, 2003, ‘ADN: más allá de la doble hélice’)*.

    Pero hay más. Los genes codificadores de proteínas son sólo el 1,5% del genoma. El otro 98,5% son elementos reguladores, elementos móviles que pueden desplazarse de unos genes a otros y que hasta ahora se habían catalogado simplemente como “ADN basura” y ahora están demostrando jugar también un papel muy importante. En definitiva, el proceso es mucho más complejo de lo que se pensaba: existen interacciones entre genes, así como entre genes y proteínas; hay proteínas codificadas por varios genes independientes; hay genes que se expresan de manera diferente según la región del genoma en que lo hagan; hay genes que se pueden leer en distintas posiciones y en diferentes direcciones; hay cadenas de ARN mensajero, la estructura que aparece entre el gen y la proteína, que no dan lugar a proteínas, sino que parecen tener su propia función; en un mismo tejido, en un momento dado, hay genes activados y otros bloquedos, y esto cambia en otro momento del desarrollo. Y todo esto, está regulado a un nivel superior por miles de proteínas, por la fisiología interna del organismo y por el ambiente externo.

    Todo esto ha hecho que el viejo dogma “un gen, una proteína” parezca cada vez más endeble; “no podemos predecir la expresión de un gen mirando simplemente su secuencia” (E. Penéis, Science, 2004) *. Y, según publicó Philip Ball en Science en el año 2001, “La biología carece de un marco teórico para describir este tipo de situación (…) Los biólogos van a tener que crear una nueva biología”. De hecho, ciertos biólogos están intentando elaborar modelos relacionados con las teorías del caos y de la complejidad en física, entendiendo la célula, el organismo o el ecosistema como sistemas abiertos que intercambian información con el exterior y donde aparecen términos como “procesos no lineales”, “autoorganización”, etc.*

    El ambiente externo

    Hemos visto cómo la expresión de los genes es un proceso, a nivel molecular, mucho más complejo de lo que se creía. Pero aún queda una variable más, y muy importante: el ambiente externo. Y es que, de alguna manera, se ha extendido la idea de que conocer el genoma de una persona es como decirle un destino inevitable, una manera científica de leer las manos, o, como dijo Bill Clinton sobre el Proyecto Genoma Humano en una conferencia oficial en la Casa Blanca, “la ciencia está al borde de aprender el lenguaje con el que Dios ha creado la vida”.

    Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que los genes representan muchas veces un potencial que, en función de cómo se desarrolle, puede dar lugar a un resultado o a otro. Independientemente de la propensión que tenga cada uno a desarrollar cierta masa muscular, no cabe duda de que una persona bien dotada a priori para la actividad física, si desarrolla una vida totalmente sedentaria, no tendrá muchas posibilidades si se presenta a los Juegos Olímpicos. Así mismo, se ha visto que habilidades que vienen determinadas genéticamente, como el tono perfecto musical, necesitan desarrollarse con una educación musical desde la infancia.

    Lo mismo ocurre en el terreno de las enfermedades. Un diagnóstico prenatal de fenilcetonuria, un trastorno metabólico, permite aplicar después un régimen alimenticio que salvará la vida del bebé.

    Lo cierto es que, al igual que ya no se puede afirmar “un gen, una proteína”, tampoco tiene sentido, en la mayoría de los casos, decir “un gen, una enfermedad segura”. En palabras de Craig Venter, genetista de la empresa Celera, que secuenció el genoma humano (aparte del consorcio público Proyecto Genoma Humano): “Simplemente, no tenemos suficientes genes para que el determinismo biológico sea correcto. La maravillosa diversidad de la especie humana no está correlacionada con nuestro código genético. El medio ambiente es crítico” (The Observer, 11/2/2001).

    Esta visión integradora del código genético y el ambiente se está plasmando en nuevas ramas de la genética. La Epigenética, por ejemplo, estudia la acción del estilo de vida sobre los genes y, en estos momentos, se ha puesto en marcha un proyecto para secuenciar el Epigenoma Humano.

    La Nutrigenética y la Nutrigenómica, por su parte, estudian las interacciones que se producen entre la alimentación y los genes. Así, si la obesidad mórbida (casos extremos de obesidad que requieren en muchos casos una operación para reducir el tamaño del estómago) viene explicada en un 60-80% por factores genéticos y en un 20-40% por factores ambientales, la influencia de estos dos tipos de factores se invierte cuando se trata de sobrepeso y obesidad, problemas cada vez más importantes en los países desarrollados y que se deberían abordar, por tanto, con un enfoque fundamentalmente ambiental.

    Así mismo, las interacciones entre genes y dieta han mostrado jugar un papel en el desarrollo del cáncer, el asma, la arterioesclerosis, el Alzheimer y otros procesos crónicos. (Kapunt & Rodríguez, Physiological Genomics, nª 16, 2004); se ha demostrado que la fibra puede ayudar a prevenir el cáncer de colon, etc.

    Pero no sólo la dieta; el tabaco, la exposición a ciertas radiaciones, el consumo de ciertos medicamentos…todos estos son factores que pueden contribuir, por ejemplo, a la oxidación del ADN, proceso que puede dar lugar al cáncer, de la misma manera que otros factores pueden actuar como protectores, existen factores que se potencian entre sí —como la combinación de tabaco y alcohol—, etc.

    Y si esta influencia del ambiente se manifiesta en el caso de las enfermedades, lo hace a un nivel infinitamente superior en el caso de comportamientos sociales, a pesar de lo cual todavía se habla de aislar el gen de la homosexualidad, se pueden leer titulares como “Identificado el gen del miedo” (El País, 8/11/2005) o artículos como el aparecido en Science en 1993 en el que se decía haber descubierto el gen de la agresividad. En este trabajo, se presentó a ocho miembros de una familia holandesa a lo largo de tres generaciones con conductas tan diferentes como “arranques agresivos, incendios provocados, intento de violación y exhibicionismo” y, tras comprobar que todos poseían una mutación en el código genético de la enzima monoaminooxidasa, esta mutación fue presentada como el “gen de la agresividad”, denominación de la que el propio autor del artículo se desvinculó más tarde. Posteriormente, se observó que la alteración de este gen en ratones producía efectos tan diversos como “temblores, dificultad para enderezarse, miedo, carreras frenéticas y caídas, sueño inquieto propensión a morder al investigador, posturas jorobadas…”. Increíblemente, los autores de este estudio resumieron todo como “comportamiento agresivo”, porque ellos habían decidido a priori, tras leer el trabajo de los holandeses, que, dado que estaban estudiando el gen de la agresividad, todos los comportamientos que observaran serían agresivos.

    El futuro de la genética

    Este enfoque del “gen de…”, además de justificar los recortes sociales, porque los drogadictos, los marginados, los que suspenden, etc., llevan en los genes ser así, es además el que más interesa a las empresas privadas, que pueden desarrollar una medicina para cada “gen dañado”. De hecho, según Mae-Wan Ho, directora del Instituto de Ciencias en la Sociedad, (ISIS), sólo en octubre de 2000 se solicitaron en EEUU patentes para 126.672 secuencias de genes humanos; el genoma humano ya está cubierto por patentes docenas de veces más numerosas que los genes existentes, ya que se otorgan patentes múltiples para la misma extensión de ADN.

    En el capitalismo, hasta nuestra secuencia genética es sólo un negocio. Por eso, no podemos más que inquietarnos antes las prácticas de ingeniería genética o de terapia génica que se desarollan bajo este sistema. Sin embargo, esto no es algo intrínseco a la genética. En una sociedad con una economía planificada, con una ciencia sometida también a una planificación y no al caos actual, regida por las necesidades sociales y no por los intereses de unos pocos, el conocimiento del hombre llegará a extremos insospechados, pudiendo relacionar por fin todas las disciplinas y entendiendo la integración existente entre el código genético y el entorno.

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    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 ) Empty "No está en los genes - La vigencia del materialismo dialéctico en las ciencias de la vida" - Concepción Cruz - otro artículo directamente relacionado en los mensajes - año 2010

    Mensaje por pedrocasca Jue Nov 10, 2011 12:59 pm

    No está en los genes
    La vigencia del materialismo dialéctico en las ciencias de la vida

    texto de Concepción Cruz publicado en 2010 en Rebelion.org

    En esta primera aproximación al análisis de la relación entre ciencia y política, la inspiración ha provenido, en buena medida, de las aportaciones de científicos dialécticos y marxistas, que plasmaron sus ideas a lo largo de las últimas décadas del siglo XX en distintas publicaciones y, especialmente, en la obra “No está en los genes. Racismo, genética e ideología”. Sin olvidar, por supuesto, a los clásicos –y modernos- teóricos del marxismo.

    El compromiso de conseguir y conquistar una sociedad socialista más justa implica trabajar en muchos frentes de acción. Y actuar en cada uno de ellos lleva implícito el desarrollo, teórico y práctico, de críticas a la sociedad capitalista actual y plantear alternativas a sus deficiencias y contradicciones. Qué duda cabe que uno de los frentes fundamentales es el de la ideología, el de las ideas que predominan en una sociedad particular y en un momento determinado. Como decían Marx y Engels, “…la clase que constituye la fuerza material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su fuerza intelectual dominante. La clase que tiene los medios de producción material a su disposición tiene al mismo tiempo el control de los medios de producción mental,…” (1- pág. 27). Y esa producción mental o intelectual que abarca las distintas áreas del conocimiento científico es un aspecto esencial de dicha ideología, no siempre suficientemente reconocida.

    Un significado habitual que se le suele dar al término de “ciencia” es el de un conjunto de hechos, leyes, teorías y relaciones objetivas de los fenómenos del mundo que las instituciones sociales de la ciencia establecen como verdaderos. Sin embargo, como nos señalan Lewontin, Rose y Kamin (2), una cosa es lo que dichas instituciones, utilizando los métodos científicos, dicen sobre el mundo de los fenómenos, y otra cosa es el mundo real de los fenómenos en sí mismos. Pues no debemos olvidar que dichas instituciones sociales a veces no han dicho cosas ciertas sobre el mundo (sin contar los casos evidentes de fraudes- ver Nota 1) y no otorgar a la ciencia, como institución, una autoridad que en otra época correspondió a la Iglesia. “Cuando la “ciencia” habla –o, más bien, cuando sus portavoces (y generalmente son hombres) hablan en nombre de la ciencia- no se admite réplica. La “ciencia” es el legitimador último de la ideología burguesa” (2- pág. 51).

    Además, se deben resaltar dos aspectos necesarios para describir y explicar los acontecimientos y procesos que tienen lugar en el mundo que nos rodea. Uno tiene que ver con la lógica interna de dicho acontecimiento, es decir, referido a su exactitud o veracidad a través de las secuencias clásicas del método científico de conjeturas y refutaciones -dentro del iterativo proceso de la deducción e inducción-, de teorías y demostraciones. Así, en el llamado ciclo del método científico éste “comienza” en un proceso deductivo, de conjeturas, y en el planteamiento de una hipótesis explicativa, más o menos teórica u operativa, y “termina” en su aceptación o rechazo tras un proceso de inducción.

    El otro aspecto, de tanta importancia como el anterior, es considerar el entorno social en que la ciencia está inserta. “La intuición sobre las teorías del desarrollo científico esbozada por Marx y Engels en el siglo XIX, desarrollada por una generación de eruditos marxistas en los años 30 (del siglo XX) y ahora reflejada, refractada y plagiada por multitud de sociólogos, es que el desarrollo científico no acaece en el vacío” (2- pág. 53). El “tipo” de ciencia que se hace, esto es, los tipos de preguntas –hipótesis- que interesan formular y las explicaciones más aceptadas -financiadas, publicadas y difundidas- por las instituciones sociales de la ciencia, están condicionadas por el momento histórico que vive esa sociedad en particular y por los intereses de su clase dominante.

    El problema está en que, en muchas ocasiones, la ciencia, y sus científicos e instituciones que la respaldan, solo reconocen el aspecto de la lógica interna en la adquisición del conocimiento y la tratan como si ésta funcionara autónomamente. Incluso en la versión de Kuhn con sus sacudidas por periodos de ciencia “revolucionaria” y sus cambios de “paradigmas”, se plantea una ciencia que da saltos en el vacío con independencia de su marco social e histórico. Aunque esta no es la única crítica que habría que hacerle a los cambios paradigmáticos de Kuhn, ahora nos interesa destacar la casi total despreocupación del contexto sociohistórico y productivo en que se desenvuelven sus periodos de ciencia (6, 7). La realidad es que creer que hacer ciencia es solo considerar el aspecto de la lógica interna del proceso de adquisición del conocimiento es como creer, en palabras de Lewontin, Rose y Kamin, que “… los científicos fueran ordenadores programables que ni hacen el amor, ni comen, ni defecan, ni tienen enemigos ni expresan opiniones políticas…” (2- pág. 53).

    Ambos aspectos son, por tanto, inseparables y generan una tensión que constituye la dinámica esencial de una ciencia cuyos tests fundamentales son siempre dobles: el de la verdad o exactitud y el de su función social. Pero la reciente historia científica nos ha dado muestras de investigaciones y teorías que no aprobarían ambos exámenes como ha ocurrido con algunas teorías reduccionistas, especialmente con el determinismo biológico (3-Ver Nota 2-, ocho).

    LA CIENCIA NATURAL REDUCCIONISTA AL SERVICIO DE LA BURGUESÍA
    Para entender el “éxito” del reduccionismo en las ciencias naturales, en general, y en la biología en particular, sería importante partir de una contradicción que se ha generado en el desarrollo de la sociedad burguesa. Esta contradicción se presenta entre una ideología que proclamaba “libertad, igualdad y fraternidad” y una estructura social basada en clases sociales enfrentadas e irreconciliables donde una minoría domina y explota a una amplia mayoría de la población, generando impotencia y desigualdad. Para intentar resolver esta contradicción un medio del que se vale la burguesía, y que se ha expandido enormemente a lo largo del siglo XX, es la difusión de una ciencia natural reduccionista, que desarrolla modelos simples sobre las causas biológicas (del organismo vivo) y sociales (de las sociedades humanas) y explicaciones igualmente simples y, muchas veces erróneas. Lewontin, Rose y Kamin, explican de forma muy esclarecedora en qué consisten estas tendencias que impregnan nuestras ciencias y muchas de sus inexactitudes. Pero, sobre todo, desenmascaran una ciencia falsa que sirve para mantener el statu quo que genera desigualdad e injusticia (2).

    Un caso especial de reduccionismo es el determinismo biológico que plantea que todo comportamiento humano está regido por una cadena de determinantes que van del gen al individuo y, de éste a la suma de los comportamientos de todos los individuos o sociedad humana. Las causas de los fenómenos sociales se hallan pues en la biología de los actores individuales. De esta forma, se intenta explicar las propiedades de conjuntos complejos -caso de las moléculas o las sociedades, por ejemplo- en términos de las unidades de que están compuestas. Afirmando que las unidades y sus propiedades existen antes que el conjunto y hay una cadena de causalidad que va de las partes al todo (9). Un claro exponente de está visión reduccionista aplicada a la biología es J. Monod (10), que llegaba a afirmar que hay una exacta equivalencia lógica entre la familia y las células. Este efecto está totalmente escrito en la estructura de la proteína, que a su vez está escrito en el ADN. Él junto a otros exponentes de esta corriente, como E. O. Wilson (el “padre” de la sociobiología) o R. Dawkins, recurren al dogma de la biología molecular y afirman que el gen es ontológicamente anterior al individuo, y el individuo a la sociedad (11, 12).

    La ideología general del determinismo biológico considera que los fenómenos sociales son consecuencia directa del comportamiento de los individuos y dichos comportamientos de unas características físicas inmutables de nuestra biología humana. De esta forma, la estructura de nuestra sociedad, con sus desigualdades de clase, género o raza, son la expresión de nuestros genes innatos. Argumentado que las diferencias de mérito y capacidad de las personas están determinadas por la herencia equiparando lo “innato” con lo “inmutable” y con lo “natural”, cuando precisamente la historia de la especie humana nos muestra continuamente el desarrollo de los logros sociales en la naturaleza demostrándose que lo “natural” no quiere decir “inmutable” (2, 9, 13). Pero esta ideología que equipara lo innato con lo natural e inmutable, lo que pretende verdaderamente es convencernos de la imposibilidad de cambiar de forma significativa nuestra estructura social clasista como no sea mediante alguna fantasiosa intervención de ingeniería genética a gran escala. Luchemos lo que luchemos, hagamos las revoluciones que hagamos, todo será en vano, pues siempre habrá diferencias naturales entre individuos y entre los grupos, biológicamente determinados por los genes, que frustrarán en cualquier caso nuestros ingenuos esfuerzos por cambiar esta sociedad injusta y desigual. A continuación, esta ideología reduccionista nos dirá: “no seáis tontos, quizás no vivamos en el mejor de los mundos pensables o deseables pero si vivimos en el mejor de los mundos posibles” (2, 7, 9, 13).

    Otra forma de reduccionismo es el determinismo cultural que, en el polo opuesto del determinismo biológico, concede primacía ontológica a lo social sobre lo individual. Este otro tipo de visión en las ciencias ha sido abanderado por buena parte de la izquierda de los países occidentales y por el marxismo “vulgar” desde finales de los años 60 del siglo XX (14, 15). Dentro de esta corriente destaca el reduccionismo económico que postula que todas las formas de conocimiento y expresión de lo humano están determinadas por el modo de producción económica y sus relaciones sociales. Las causas de los problemas de las personas individuales, como la enfermedad, el sufrimiento o la depresión, se encuentran de forma invariable e inevitable en nuestra sociedad capitalista, patriarcal y opresora de los pueblos (16, 17). En este sentido, los deterministas culturales tienden a considerar la naturaleza humana como casi infinitamente plástica, a negar la biología y a reconocer únicamente la construcción social. Frente a este tipo de reduccionismo existieron filósofos marxistas que analizaron el poder de la conciencia humana para interpretar y cambiar el mundo que requería la comprensión de la unidad dialéctica esencial de lo biológico y lo social, no como aspectos diferentes sino como ontológicamente coexistentes (9, 18-20).

    Un segundo tipo de reduccionismo cultural es el que busca las explicaciones del comportamiento humano todavía a nivel individual, pero en un individuo considerado biológicamente vacío, una especie de tabula rasa cultural en la que la experiencia temprana puede imprimir lo que desee y sobre la que la biología no tiene ninguna influencia. Otra debilidad, que tiene que ver con la acción política, del reduccionismo cultural individual es que solo exige que cambiemos al individuo mediante diferentes intervenciones. Y, así, en vez de cambiar la estructura socioeconómica y política, ponen toda su fe, por ejemplo, en la educación general y uniforme. Independientemente de que la educación compensadora haya podido ser contrastada con más o menos éxito, no sería difícil pensar que aunque todas las personas en el mundo occidental hablen varios idiomas y lean de forma comprensiva a Albert Einstein, seguirían existiendo altas tasas de desempleo, empleos basura, salarios mileuristas, opresión nacional y de género, etc., pero, eso sí, con una población mucho más culta. En definitiva, este reduccionismo cultural comparte con el biológico la creencia de que la posición y el estatus social están determinados por la capacidad y el talento de las personas o su disponibilidad –adecuada proporción de dichos talentos y habilidades- en una población dada (2).

    Esta reducción, en este caso de las causas sociales, ha provocado una incapacidad para considerar y comprender las causas físico-químicas y biológicas que también forman parte del origen de los problemas, como los de la salud de los individuos. Además, la tendencia a ignorar lo biológico ha provocado, en no pocas ocasiones, que estas corrientes se hayan deslizado hacia planteamientos místicos e idealistas en el análisis y explicación de los fenómenos de la naturaleza (21, 22).

    EL MATERIALISMO DIALÉCTICO COMO ALTERNATIVA AL REDUCCIONISMO EN EL ANÁLISIS DE LA CIENCIA
    Hoy más que nunca se hace necesario y se requiere del materialismo dialéctico para comprender y analizar el mundo en las diferentes facetas del conocimiento científico, desde las ciencias sociales hasta las ciencias naturales. Si nos centramos en las ciencias de la vida, donde se incluye la ciencia de la salud humana, encontramos una preponderancia del determinismo biológico que amordaza y simplifica la comprensión y explicación de estas ciencias. Sirva como ejemplo el escaso avance en el conocimiento de las verdaderas causas de la actual situación de pérdida de salud que sufrimos, y no solo en los países empobrecidos azotados por la desnutrición y las enfermedades infecciosas sino también en los países occidentales (mal llamados desarrollados) donde, junto al envejecimiento de la población, padecen verdaderas epidemias (ver Nota 3) de enfermedades neurodegenerativas, tumores malignos y enfermedades cardiovasculares, por señalar solo las más importantes. Pero el análisis de lo que está ocurriendo en la ciencia de la salud humana se tratará en otra ocasión, ahora se intentará explicar cómo la filosofía dialéctica sigue teniendo fuerte vigencia y utilidad en estas ramas de la ciencia de la vida para evitar los sesgos y simplificaciones que sufren por el reduccionismo dominante que, como se acaba de comentar, tiene como protagonista principal –aunque no el único- al determinismo biológico. Además, por extraño que le pueda parecer a algunos, puesto que hablamos de ciencia, se debe resaltar la necesidad de basarse con firmeza en el al materialismo porque, como ya ocurriera en el siglo XIX, muchas veces las críticas al materialismo mecanicista reposan sobre planteamientos holísticos y contextuales que se deslizan con no poca frecuencia por terrenos místicos e idealistas.

    Pero ¿quién mejor que Engels para explicar la importancia de la dialéctica? “La investigación empírica de la naturaleza ha acumulado una masa tan gigantesca de conocimientos de orden positivo, que la necesidad de ordenarlos sistemáticamente y ateniéndose a sus nexos internos, dentro de cada campo de investigación, constituye una exigencia sencillamente imperativa e irrefutable. Y no menos la necesidad de establecer la debida conexión entre los diversos campos de conocimiento. Pero, al tratar de hacer esto, las ciencias naturales se desplazan al campo teórico, donde fracasan los métodos empíricos…”(13- pág. 23), y a continuación Engels nos advierte que el “campo teórico” exige de un don y una capacidad que debe ser cultivada y desarrollada a través de la historia de la filosofía, que el pensamiento teórico de cada época es un producto histórico con formas y contenidos distintos según las diferentes épocas. “La ciencia del pensamiento, es por consiguiente, como todas las ciencias, una ciencia histórica, la ciencia del desarrollo histórico del pensamiento humano….Y la dialéctica es, precisamente, la forma más cumplida y cabal de pensamiento para las modernas ciencias naturales, ya que es la única que nos brinda la analogía y, por tanto, el método para explicar los procesos de desarrollo de la naturaleza, para comprender, en sus rasgos generales, sus nexos y el tránsito de uno a otro campo de investigación ” (13- Págs. 23 y 24). En otro pasaje Engels analizaba las contradicciones de los matemáticos de su época, y de químicos y médicos, que imbuidos de su metafísica no eran capaces de entender el proceso orgánico de desarrollo del individuo y de las especies y de la identidad de las fuerzas naturales y su mutua transformación que “tiraba por la borda” las categorías fijas (causa-efecto, identidad-diversidad, apariencia-esencia), haciéndolas insostenibles para la ciencia, en contraposición a la dialéctica con sus categorías fluidas en la que “el análisis revela ya un polo como contenido [en germen] en el otro, de que, al llegar a cierto punto, un polo se convierte en el otro y de que toda la lógica se desarrolla siempre a base de esas contradicciones progresivas...” (13- pág. 171). Para a continuación terminar diciendo “La dialéctica despojada de todo misticismo se convierte en una necesidad absoluta para las ciencias naturales” (13- pág. 172).

    Dar preponderancia a lo biológico (en el caso del determinismo biológico), o dársela a lo social (en el del determinismo cultural), es no entender la necesaria interrelación dialéctica entre lo biológico y lo social que se codeterminan mutuamente en el devenir de la vida. En el primer caso se considera que las partes (por ejemplo, los genes) existen de forma independiente y con anterioridad a su integración en estructuras complejas (por ejemplo, los organismos), y que son las propiedades intrínsecas de las partes las que producen y explican las propiedades del conjunto. Sin embargo, la dialéctica no separa las propiedades de las partes aisladas de las que adquieren cuando forman conjuntos, porque ambas se influyen mutuamente. Además, las propiedades de cada conjunto mayor no solo vienen dadas por las unidades de las que está compuesta, sino también por las relaciones organizativas entre dichas unidades. Así, para poder explicar el funcionamiento de una célula, el análisis se debe basar en su composición molecular y en las relaciones temporo-espaciales entre dichas moléculas y las fuerzas intramoleculares que se generan en ellas. Igualmente, las características de los seres humanos individuales no se producen aisladamente sino que surgen en, y como consecuencia de, su vida social. Y, a su vez, esa vida social es producto de nuestra naturaleza humana que es capaz de cambiarla y transformarla. Son esas relaciones organizativas entre las partes de un todo lo que hace que las propiedades de un nivel no sean aplicables, ni explicables, a otro nivel. “ Los genes no pueden ser egoístas, estar enfadados, mostrar rencor o ser homosexuales, ya que estos son atributos de cuerpos mucho más complejos que los genes: organismos humanos…” (2- pág. 384).

    De la misma forma, solo a través de la dialéctica se consigue integrar los antagonismos o antítesis entre las causas y los efectos, entre la biología humana y la educación o entre la herencia genética y el medio ambiente en una visión en la que ambos polos no están aislados uno del otro ni están determinados en una sola dirección, sino que mantienen una constante y activa compenetración. En el último caso, los organismos no sólo reciben simplemente un medio ambiente dado, sino que buscan activamente alternativas o modifican las condiciones que encuentran. El propio “medio ambiente” es modificado constantemente por la actividad de todos los organismos que lo integran, ya que para cualquiera de ellos, todos los demás forman parte de su propio “medio ambiente”. Además, la naturaleza de un organismo no depende únicamente de su composición en cada momento, sino también de un pasado que impone contingencias a la interacción presente y futura de sus componentes; esto es, considerando su evolución ontogénica y filogenética (23). Faustino Cordón consideraba que para explicar la naturaleza íntima de los individuos había que investigar lo que tales unidades son por su origen (ancestral, evolutivo), contraponiendo toda unidad (moléculas, células, animales) al conjunto en evolución, afirmando que “…cada unidad de un nivel surge sobre la evolución conjunta del nivel inmediato anterior; y, en definitiva, hay que dominar el proceso evolutivo del nivel inmediato inferior….para estar en condiciones de entender el surgimiento y el mantenimiento instante a instante de cada uno de los individuos del nivel inmediato superior…” (24). A partir del conocimiento profundo que Cordón tenía de la biología de su tiempo, comprendió la importancia del materialismo dialéctico, reivindicándolo para el estudio unitario de las ciencias de la naturaleza (o experimentales, como las llamaba) concluyendo que era el “...único modo de abordar el estudio del dinamismo, concreto y distinto en cada caso, del cambio de cantidad en calidad más esencial de la naturaleza: el surgimiento de los individuos de un nivel sobre la evolución conjunta de individuos del nivel inmediato inferior" (24).

    Para analizar las causas de las diferentes funciones de los organismos vivos resulta inapropiado separarlas en un tipo de causas que tiene que ver con las diferentes acciones fisiológicas que ocurren en su interior, o biológicas, y en otro tipo de causas que comprende el contexto y las características del medio externo, o sociales. Si nos detenemos, a un nivel fisiológico, en las causas que provocan el inicio de una carrera, el proceso comienza con un estimulo sensorial, seguido de una “orden” neuronal que activa las fibras musculares (compuestas de las proteínas actina y miosina del músculo) que en su fricción acortan y alargan las miofibrillas provocando así las contracciones musculares y, por tanto, el movimiento. Pero las causas externas que han producido el estímulo sensorial y nuestra orden neuronal pueden ser, por ejemplo, que nos persiga la policía en una manifestación contra la crisis capitalista, o por el contrario que iniciamos una competición de atletismo. Comprender de forma global nuestra carrera incluye, además, comprender nuestra motivación para correr más o menos (que en los ejemplos propuestos podrían ser bastantes altas) y considerar el devenir de esas fibras musculares, su grado de preparación a lo largo de la vida y otra serie de factores a diferentes niveles de integración. El mundo material posee una naturaleza ontológicamente unitaria donde es imposible dividir las “causas” en un porcentaje social (holístico) y en otro porcentaje biológico (reduccionista). Desde una visión dialéctica, lo biológico y lo social, lo interno y lo externo, no son ni separables, ni alternativos, ni complementarios. “Todas las causas del comportamiento de los organismos son, simultáneamente sociales y biológicas, y todas ellas pueden ser analizadas a muchos niveles. Todos los fenómenos humanos son simultáneamente biológicos y sociales, del mismo modo que son simultáneamente químicos y físicos. Las descripciones holísticas y reduccionistas de los fenómenos no son “causas” de estos fenómenos, sino simples “descripciones” de los mismos a niveles específicos, en lenguajes científicos (jergas) también específicos” (2- pág.389).

    REFLEXIÓN FINAL
    En nuestra sociedad actual, y desde que la burguesía alcanza el poder tras un proceso de transformaciones políticas y sociales –industrial, tecnológica y científica-, asistimos al predominio de una forma de pensamiento en la que se da prioridad al individuo, y sus derechos, sobre la colectividad y a un concepto de colectividad que se concibe como una mera suma de los individuos que la componen. La corriente dominante en la ciencia de la naturaleza humana descansa en este individualismo metodológico.

    En realidad este individualismo se remonta al siglo XVII con la visión de Hobbes, que consideraba a las relaciones humanas basadas en la competitividad, desconfianza mutua y deseo de gloria, en una especie de guerra de todos contra todos. Bajo esta premisa la organización social serviría para regular estas características inevitables de la condición humana. La idea de la naturaleza humana individualista se refuerza posteriormente a través del determinismo biológico, que se expande y se ensalza en las ciencias a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, alcanzando su máxima expresión con la aparición y difusión mediática de la reaccionaria y racista sociobiología. Uno de sus postulados es que nuestra biología es producto de su “herencia genética” y, por tanto, es inevitable. Porque lo que es biológico lo es por naturaleza y, además, puede ser “demostrado” por la ciencia. Estas supuestas diferencias innatas primero en los órganos y después en los genes entre las clases sociales, el género o la raza son las que provocan las “naturales” desigualdades sociales, de género y de raza. Luchar o ir contra ellas es ir “contra la naturaleza”. De esta forma, el determinismo biológico considerándose ciencia y natural, se proclama neutral y objetiva y, por tanto, “por encima” de la política. Pero estas aseveraciones no pasaron, ni pasan, el doble test de la ciencia, el de la exactitud, dando muestra de un cúmulo de inexactitudes y resultados falsos y el del contexto social por su claro interés ideológico especialmente en las sociedades más reaccionarias, racistas y sexistas del mundo (encabezadas por los Estados Unidos y Gran Bretaña) (3-5, ocho).

    Marx y Engels ya anteponían este individualismo absoluto y unilateral de la burguesía que niega el marco social e histórico y enfrenta al individuo de forma abstracta y atemporal, a una noción esencialmente liberadora que surge de la confrontación entre una mayoría explotada y dominada y una minoría explotadora y propietaria de los medios de producción. Marx a través de una de sus máximas favoritas, “nada de lo humano me es ajeno” (Terencio), sabía que las potencialidades creativas de nuestra especie estaban invalidadas por las contradicciones de clase, y abogaba en una primera etapa histórica por un derecho que no reconociera distinción de clase, pero sí las desiguales aptitudes de los individuos y su desigual rendimiento (aclarando que los individuos son desiguales porque de lo contrario no serían individuos distintos) (7). Engels, por su parte, frente a los postulados de la “lucha de todos contra todos” de su época defendía el instinto social como uno de los elementos esenciales de la evolución del nuestra especie a partir del mono (13). En definitiva, ambos resaltaron la importancia del aspecto social de lo humano para el avance de la propia humanidad y que ha ido paralelo al desarrollo del trabajo y del conocimiento científico.

    Hoy más que nunca debemos reivindicar el papel fundamental que juega la ayuda mutua, el apoyo solidario y la amistad colectiva, y la importancia de estos valores morales en la construcción de un conocimiento para el pueblo, de su avance para el beneficio de todos. Un conocimiento que integre la teoría con la práctica, y que evite la fragmentación y el reduccionismo de toda índole tan perjudicial para la autentica comprensión de nuestra naturaleza. Hace ya décadas que el genial Faustino Cordón nos señalaba la importancia de que el pensamiento científico, “educado” por el materialismo dialéctico clásico, salvara a las ciencias experimentales de sus “soluciones de continuidad” a través de la concepción dinámica, integradora e histórica del universo. Y volvía a demostrar su rica visión marxista cuando comprende que el propio materialismo dialéctico está en proceso continuo de transformación, que tampoco es una categoría inmutable, y que su desarrollo y enriquecimiento vendrá dado, a su vez, por el del pensamiento científico. “Sólo el conocimiento científico de un nivel, enfocado, además, por el materialismo dialéctico (esto es, tratado por una mentalidad esforzadamente integradora), puede abordar esta problemática que, llenando las soluciones de continuidad entre las distintas ciencias experimentales, de hecho transforma el materialismo dialéctico” (24).

    NOTAS DE LA AUTORA
    Nota 1
    Un caso de fraude clásico fue el protagonizado por sir Cyril Burt, quizás el psicólogo más influyente del siglo XIX, detalladamente mostrado y demostrado por Stephen J. Gould (3). C. Burt, cometió muchos fraudes, desde inventarse datos en sus estudios sobre gemelos univitelinos, falsear resultados en las correlaciones de los Coeficientes de Inteligencia hasta cometer un parricidio intelectual cuando, además de plantear tesis absurdas y manipulaciones varias, quiso erigirse en el “padre” de la técnica estadística “análisis factorial” de Spearman. Y mucho más reciente es el caso de fraude que se orquestó hace un año en relación con la epidemia de una nueva cepa (porcina) de gripe A. En este caso, no solo se ocultaron los primeros casos, ni se indagaron las verdaderas causas, las macrogranjas porcinas “Carroll” en México, sino que tanto los gobiernos como los organismos sanitarios internacionales maquillaron conceptos y definiciones para transformar una epidemia en pandemia, tras una campaña mediática manipulada por los poderes políticos y económicos, que revirtió en ganancias millonarias de la industria farmacéutica en productos antivíricos y vacunas (4, 5).

    Nota 2
    En su obra, “La falsa medida del hombre”, Stephen J. Gould muestra la falsedad científica de los intentos realizados para medir la inteligencia del hombre, primero a través de las mediciones de los cerebros, luego a través de los test de inteligencia y, por último, mediante análisis sociológicos como la “curva de Bell”, en todos los casos para afirmar la naturaleza hereditaria de la capacidad intelectual y que conducían a justificar la matanza de millones de seres humanos en el siglo XX y que en la actualidad pretenden perpetuar la pobreza y la injusticia social explicándolas como una consecuencia de la inferioridad innata de determinados seres y grupos humanos.

    Nota 3
    El concepto de epidemia ha evolucionado a lo largo del tiempo, pasando de considerarse la aparición – generalmente brusca – de un alto número de enfermedades infecciosas en un momento y lugar determinado, de tal forma que el número de casos es mayor que el esperado en dicho momento y lugar, a incluir a las enfermedades no infecciosas y crónicas (con un largo periodo de latencia y clínico) en donde el concepto de epidemia es también referido al alto número de enfermos de aparición no tan brusca, y en donde la elevación de casos es mayor del esperado para ese lugar y periodo de tiempo considerado (en comparación con otras épocas anteriores).

    BIBLIOGRAFÍA
    1.- K. Marx y F. Engels, La ideología alemana. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I. Editorial Progreso, Moscú, 1974.
    2.- R.C. Lewontin; S. Rose y L.J. Kamin. No está en los genes. Racismo, genética e ideología. Editorial Crítica, Barcelona, 1987.
    3.- S. J. Gould. La falsa medida del hombre. Crítica, S.L., Barcelona, 1997.
    4.- C. Cruz Rojo. Dos pandemias de gripe, dos nombres (o cuando el nombre dice más de lo que pretende decir). [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    5.- T. Forcades i Vila. Una reflexión y una propuesta en relación a la nueva gripe. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    6.- J.M. Pérez Hernández. Problemas filosóficos de las ciencias modernas. Contracanto, Madrid, 1989.
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    8.- R. Lewontin. El sueño del genoma humano y otras ilusiones. Ediciones Paidós
    Ibérica, S.A., Barcelona, 2001.
    9.- R. Levins and R.C. Lewontin. The Dialectical Biologist. Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, and London, England. 1985.
    10.- J. Monod. El azar y la necesidad. Ensayo sobre filosofía natural de la biología moderna, Barral, Barcelona, 1972
    11.- E.O.Wilson. Sociobiología: La síntesis total, Omega, Barcelona, 1980.
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    17.- Breilh J. Epidemiología: Economía Medicina y Política. México: Fontamara; 1988.
    18.- Georg Luckacs. Historia y conciencia de clase y estética, Magisterio Español, Madrid, 1975.
    19.- Agnes Heller. Teoría de las necesidades en Marx, Ediciones 62, Barcelona, 1978.
    20.- Mao Tse-tung . Obras escogidas, Ed. Fundamentos, Madrid, 1978, 5 vols.
    21.- Buck C, LLopis A, Nájera E, Terris M, eds. El desafío de la epidemiología: problemas y lecturas seleccionadas. Washington DC: OPS Publicación Científica nº
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    22.- Capra F. La trama de la vida. Barcelona, España: Editorial Anagrama; 1998.
    23.- R. Lewontin. Genes, organismo y ambiente. Las relaciones de causa y efecto en biología. Editorial Gedisa, S.A., Barcelona, 2000.
    24.- F. Cordón. Biología evolucionista y la dialéctica. Editorial Ayuso, Madrid, 1982. En: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    Última edición por pedrocasca el Vie Feb 01, 2013 12:03 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por PatriaObreraComunista Jue Ene 03, 2013 3:34 pm

    Entrevista a Ginés Morata.


    El hombre podrá decidir en el futuro ser más alto, más bajo o más inteligente. Incluso el envejecimiento se ha descubierto que está genéticamente controlado; por tanto, es susceptible de ser manipulado. El científico que afirma esto no mantiene que sea conveniente o deseable, pero sí posible, se puede crear una vida indefinida en el tiempo. Y también forma de vidas más resistentes.




    Ginés Morata, en su estrecho cubículo del Centro de Biología Molecular. Moscas por un tubo. El ambiente está perfectamente descrito en Tiempo, amor, memoria, de Weiner.

    Pregunta. ¿Cree que el diseño del hombre le permitirá comprender las leyes del universo?

    Respuesta. El hombre es la única especie de todas las que existen, de los cincuenta millones de especies que existen...

    P. ¿Tantas?

    R. Sí, los especialistas en biodiversidad hablan de hasta cincuenta millones... Pues bien, entre todas ellas el hombre es la única que se interroga sobre sí misma, sobre el lugar dónde vive, sobre su origen y su futuro. En el desarrollo de la especie humana hay una clave: hace cincuenta mil o cien mil años el hombre logró tiempo para pensar. No es lo común entre las especies. Las especies dedican todo su tiempo a sobrevivir y propagarse. Watson, el co-descubridor de la estructura del ADN, decía que para hacer observaciones significativas uno tenía que estar algo subempleado. Es decir, que el pensamiento creativo requiere liberarse de las ataduras de las necesidades inmediatas. Esto fue, seguramente, lo que le sucedió a nuestra especie, o al menos a algunos individuos singulares. El tiempo libre representó el comienzo de la cultura.

    P. El tener tiempo libre y cerebro para poder tomárselo.

    R. Claro, claro. La capacidad humana para controlar el medio vino determinada por tener un cerebro especial que, si bien se originó como el de todos los animales, acabó desarrollando unas propiedades especiales. El hombre en su origen es igual que el resto de las especies. Pero ha desarrollado una capacidad intelectual singular.

    P. No sabemos por qué.

    R. Pues no, realmente no lo sabemos. En el aspecto intelectual somos cualitativamente muy diferentes de otras especies, a pesar de que en algunas especies se pueden reconocer características de la especie humana como la solidaridad, o la capacidad de aprendizaje, perceptibles en determinados monos. Cómo han surgido estas propiedades de nuestro cerebro pues francamente no se sabe. El cerebro es el gran enigma de la biología. Ahora empezamos a saber cómo se conectan unas neuronas con otras o muchos otros aspectos de la anatomía y de los diversos compartimentos funcionales del cerebro. Pero cuál es el diseño molecular de las altas funciones del cerebro humano: la creatividad, la compasión, la solidaridad, la capacidad de percibir una obra de arte, cómo se implementan químicamente estas funciones en las células... Queda mucho por saber. El problema fundamental de los estudios del cerebro es que aún no se han desarrollado los conceptos adecuados para hacer las preguntas significativas. Esta es mi opinión. Yo he sido muy aficionado a la ciencia-ficción. Recuerdo un libro en que dos exploradores del confín celeste se encontraban con las huellas de una civilización desaparecida que había logrado descifrar todas las claves del Universo y había almacenado toda la información en un enorme ordenador. Ante las preguntas de los exploradores sobre el origen y evolución del Universo, sistemáticamente el ordenador contestaba que, en los términos planteados, la pregunta no era adecuada.

    P. Es un problema filosófico algo antiguo, desde luego.

    R. Claro, claro. Cuando uno da con la pregunta adecuada ya tiene parte de la respuesta. Ahora bien, volviendo a la pregunta que usted me hacía, si el hombre está preparado para comprender el Universo...

    P. Sí, en el mismo sentido en que el gusano no está preparado para tener conciencia de sí.

    R. Como es natural, yo no lo sé. Algunas de las leyes del Universo se conocen. Yo no sé si algún día el hombre podrá determinar que el Universo es finito o infinito, si hubo un comienzo, si habrá un final. No sabría dar una respuesta bien fundamentada a eso. Ahora yo le puedo decir que la biología es diferente. La biología es una ciencia local del planeta Tierra. Aquí hace unos 2.000 millones de años apareció un sistema de moléculas autorreplicantes que es lo que ha dado origen a todos nosotros. Seguramente si este tipo de fenómeno apareciera en otro sitio del Universo sus propiedades moleculares serían muy diferentes de las de la vida terrestre; no estaría basado en la química del carbono, ni en el ADN, etcétera. Serían unos seres vivos radicalmente diferentes.

    P. Quiere usted decir que podemos pensar en entes que respirasen... metano.

    R. ¡O que no respirasen! A lo mejor ni siquiera sería posible comunicarse con ellos. Una vez que uno sale del sistema molecular de nuestro planeta, de lo que nosotros entendemos por vida, todo es posible. En fin, mirado desde este punto de vista la biología es una ciencia más discreta. Y yo creo que en un par o tres de siglos comprenderemos todos los mecanismos biológicos. O así, al menos, me gusta pensarlo. Yo dudo, sin embargo, que esto suceda con la física.

    P. Dice usted que en poco tiempo comprendemos la totalidad biológica del hombre. Naturalmente, las implicaciones aturden.

    R. Desde luego. Lo fundamental es que para el hombre la evolución ha dejado de existir. La evolución nos ha creado, pero ya ha dejado de existir. Nosotros dominamos el medio ambiente. Nos afecta cada vez menos. Y no sólo eso: con las nuevas tecnologías genéticas el hombre podrá modificarse a sí mismo. Lo que el hombre vaya a ser en el futuro va a depender de la tecnología que se aplique sobre sí mismo.

    P. Le escucho y dudo que sea posible que usted haya podido decir esta frase.

    R. ¿Por qué?

    P. Simplemente que un hombre haya podido pronunciar esta frase.

    R. Ya le entiendo, en efecto. Puede parecer inconcebible. Pero es cierto. El futuro biológico de la especie humana será un asunto social. El hombre podrá decidir ser más alto, más bajo, más inteligente, más... Entiendo las implicaciones éticas de este asunto y no digo que sea conveniente o deseable, pero será posible.

    P. ¿Y morir?

    R. Eh... Quizá. Hace poco se ha descubierto que el envejecimiento está genéticamente controlado. Y quizá la muerte esté genéticamente controlada. Y algo que está genéticamente controlado es o será manipulable. He hablado de este asunto alguna vez en público. El programa genético de envejecimiento es muy variable según las especies. Hay tortugas que viven cientos de años y árboles que viven miles de años. Pero si partimos de la base de que los genes del envejecimiento pueden manipularse, pues en teoría, por qué no: podemos aspirar a la inmortalidad. Se trataría de manipular en nuestro beneficio los genes que controlan el envejecimiento. De hecho hay cierta parte de nosotros que ya es inmortal y se perpetúa en nuestros hijos. Y hay células cancerosas, transformadas, que parecen ser inmortales. Todas estas posibilidades están lejanas y tienen un fondo de especulación. Pero no es una especulación...

    P. ¿Infundada?

    R. No, no lo es.

    P. Eso supone una violación del paradigma fundamental de la Humanidad.

    R. Sí, lo sé. Todo cambiaría si algún día percibimos que podemos vencer a la muerte. ¿Qué son las religiones sino un subterfugio inventado por los hombres para no morir? Este tipo de cosas no se discuten sólo en reuniones de amigos o reuniones de científicos dedicados a la especulación. Este tipo de cosas se discuten ya en revistas científicas. Hay muchas publicaciones científicas recientes. Ya se puede hacer que los gusanos vivan entre seis u ocho veces más. Y eso modificando unos genes que también tenemos nosotros.

    P. El problema fundamental no es el alargamiento de la vida, sin embargo. El problema fundamental es pensar en un mundo donde la vida se ha separado de la muerte.

    R. Obligatoriamente aún nos movemos en un terreno especulativo. Lo que yo quiero enfatizar es que hay organismos, como las bacterias o los pólipos marinos, que no poseen un programa de envejecimiento. Dan lugar a otros, mediante un proceso de división o gemación, y se les puede matar, pero ellos no tienen un programa genético que les conduce a la muerte. Así pues, la muerte no es biológicamente inevitable. En especies como la humana podremos manipular los genes del envejecimiento; uno podría llegar a su máximo nivel físico, intelectual y detener su envejecimiento. Es concebible, sí. Ya es concebible

    P. Y acumular memoria

    R. Sí, porque, mire... Se da la circunstancia de que las células que acumulan la memoria no se dividen. Son eternas en la medida en que uno viva. Quiero decir que no se reemplazan. Es muy difícil sustituir una célula que debe enlazarse con tantas otras.

    P. Usted trabaja básicamente con moscas.

    R. Sí, así es. Nosotros podemos hacer cualquier cosa con las moscas. Podemos hacer moscas de cualquier tipo.

    P. De cualquier tipo quiere decir hasta homosexuales...

    R. Eh... Podemos hacer...

    P. Lo leí hace poco.

    R. Sí, a veces a los medios de comunicación les gusta hablar exageradamente de estas cosas. Digamos que se pueden hacer moscas especialmente promiscuas. Y también que no tengan deseo sexual alguno.

    P. La base biológica del deseo... en moscas.

    R. Esto del deseo sexual en términos biológicos es algo muy simple y absolutamente esencial. Tenga en cuenta que si no hubiera deseo sexual no habría reproducción y la mayoría de las especies desaparecerían. Es verdad que, en general, los machos son sexualmente mas agresivos. Los machos de las moscas no discriminan nada. Las hembras son las que discriminan.

    P. Ya.

    R. Ya, ya.

    P. Ya.

    R. ... y persiguen a las hembras como locos. Lo que sucede es que las moscas hembras son más grandes que los machos, de modo que si un macho las molesta demasiado les dan una patada y fuera. Y sí, hay hembras más capaces de aceptar machos que otras, lo cual se puede controlar. Del mismo modo que podemos controlar si a una mosca le ponemos dos o cuatro alas, o un ojo en una pata, etcétera. Lo que aún no podemos es crear moscas más inteligentes que otras, aunque sí hay moscas mutantes especialmente torpes, tal vez porque la inteligencia no es un valor tan objetivable como una pata. Además, nosotros somos capaces de alterar fácilmente aquellos genes responsables de fenómenos biológicos que conocemos. Yo sé cuál es el gen responsable del ojo y puedo ponerlo en una pata. Respecto a la promiscuidad, pues algo parecido: se trata de si podemos identificar o no la presencia de tal o cual péptido sexual. Y eso mismo, en primera instancia, es probable que sea lo que pase en la especie humana.

    P. Su especulación sobre la inmortalidad futura del hombre es realmente desmoralizadora para los mortales de este lado del paraíso. Usted y yo, por ejemplo. Nunca la injusticia cósmica tuvo una cara tan implacable.

    R. Sin duda. Pero el mundo del hombre está basado en esa injusticia. Mire atrás.

    P. De acuerdo, pero la Humanidad ha compartido la muerte.

    R. Es cierto. El cambio de paradigma del que hablábamos. Yo creo que no podemos imaginar la transformación que sufrirá el hombre. Tenga en cuenta que la vida media de una especie es de seis o siete millones de años. Y nosotros como especie hemos vivido 100.000 o 200.000. No se puede imaginar lo que será la especie humana, ni dentro de 200 años. Si no destruimos el planeta antes, las nuevas tecnologías biológicas nos darán unas capacidades que no se pueden realmente concebir. Y yo creo que para bien. O sea que el futuro va a ser profundamente injusto con nosotros y con todos los que nos han precedido. Este problema que usted plantea sólo tiene una solución, pero es religiosa.

    P. La conciencia de sí mismo le ha salido cara al hombre.

    R. Es que... mire, yo creo, y es algo muy personal, que somos una cosa única en el Universo. Seguramente aquí apareció este extraño fenómeno, la vida... en este planeta. Y seguramente no existirá nunca más. La vida es una única cosa en este Universo. El Universo es una cosa fría, inescrutable. Nada sabemos de su origen. Y en este ambiente surgió una especie que empezó a reflexionar sobre sí misma, sobre su entorno... Y estamos completamente sobrepasados, claro.

    P. Sobre todo, ahora. Desde la ciencia, sobrepasados.

    R. Claro, claro. Mientras la hegemonía era religiosa sólo cabía esperar. Yo creo que el hombre plantea al Universo problemas que el Universo no esperaba. Entiéndame. El hombre es un suceso mínimo y azaroso en la inmensidad inabarcable del Universo. Dentro de millones de años el sistema solar desparecerá, y si el hombre no ha encontrado una manera de salir de aquí la vida desaparecerá con él. Y el Universo seguirá su curso, como siempre.

    P. Resulta difícil imaginar la desaparición de la vida. Uno siempre ve la semilla planeando después del choque cósmico.

    R. Pues no lo sé. Eso entra ya en el terreno de las creencias personales. Yo lo que digo es que la vida es un fenómeno raro e imprevisto, que muy probablemente jamás tengamos un contacto con otro ser vivo fuera de nuestro planeta y que si la vida se extingue puede perfectamente no volver a reaparecer.

    P. Todavía no sabemos cuál es la importancia real de los genes en la conducta.

    R. Algo sí se sabe. Por ejemplo, están los estudios sobre gemelos univitelinos, que son genéticamente idénticos, separados al nacer.

    P. Estudios polémicos.

    R. Muy fiables si están bien hechos. Ahí se demuestra que el grado de correlación entre los aspectos genéticos de la conducta que son fácilmente medibles es muy alto. Gran parte de nuestro comportamiento está dictado por los genes.

    P. Pero eso es decir poco.

    R. Tan poco como decir que está dictado al 50% por los genes y al 50% por la cultura.

    P. ¡Exacto! Siempre me he preguntado por la razón de ese empate, tan justo y sensato

    R. Debe de parecer políticamente correcto.

    P. Pero en cualquier caso, ¿qué quiere usted decir con 'gran parte'?

    R. En el fondo quiero decir que la mayor parte.

    P. ¿Y por qué piensa usted eso?

    R. Volvamos a los gemelos univitelinos separados al nacer. Se parecen mucho físicamente. Mucho. Si se parecen físicamente, ¿por qué no se van a parecer psicológicamente?

    P. Hombre, siempre se ha creído que el ambiente no cambia demasiado la forma de la nariz, pero, en cuanto al carácter...

    R. Pues no sé qué decirle... No lo sé. Yo sospecho que el ambiente tiene poco que decir en aspectos sustanciales de nuestra conducta. Observe las familias numerosas, por ejemplo. Cada hermano es un mundo. ¿Por qué si comparten la misma educación, el mismo ambiente...?

    P. Bueno, cada uno de ellos puede tener su propio grupo de influencia. Lo explica una psicóloga norteamericana, Judith Rich Harris. La experiencia familiar puede ser idéntica. Pero la de fuera de casa, no.

    R. Quizá. Puede que exista un componente cultural en el comportamiento. El problema es que es mucho menos objetivable. Ahora bien, yo dudo que lo que llamamos cultura sea lo más influyente. En fin. A los que somos progresistas y más o menos de izquierdas no nos gusta mucho eso. Pero las cosas son como son, nos gusten o no. Y resulta que, desgraciadamente, hay personas que les vienen unas características genéticas que no sólo les hacen ser más guapos o más inteligentes, sino incluso mejores personas. En fin, el problema social que adviene con todo esto es tremendo. Si uno tiene unas características genéticas que lo predisponen a la violencia, y que no ha elegido, y lo meten de pequeño en algún lugar donde se cultive el fanatismo, que tampoco ha elegido, pues ya me dirá usted qué pasa con la responsabilidad individual. Es un punto de vista extremo, porque algo de libre albedrío debe de haber...

    P. ¿Y dónde está?

    R. Mire, el otro día lo comentaba con mi mujer. Siempre estamos hablando de estas cosas. Le decía: mira, hay veces en que uno es consciente que debe hacer algo y, sin embargo, no tiene la fuerza interior para ponerse a hacerlo. ¡Pero esa fuerza también está condicionada por los genes! Mi genotipo no me da la suficiente presencia de ánimo, de solidaridad, o de sacrificio para hacerlo... O sea que no soy responsable. Claro, este punto de vista es inaceptable para la sociedad. Si el comportamiento viene determinado estrictamente por la secuencia de los genes, no hay libre albedrío ninguno. Éste es el asunto. Y el problema de este asunto es que hay que hablarlo en voz baja. El genetista Herbert Stern decía que no somos moralmente autónomos. Lo que pasa es que aunque algunos miembros de la sociedad lo comprendan, una sociedad donde nadie es moralmente responsable no sobreviviría. O sea, lo que él llamó fraude piadoso: a pesar de que no es justo que a alguien se le castigue por sus actos, la supervivencia de la sociedad obliga a ello.

    P. A veces la historia parece una sucesión de fraudes piadosos a la espera de que llegue la ciencia.

    R. Comprenderá que de esto aún se puede hablar menos en voz alta.
    Especialista en genética del desarrollo

    GINÉS MORATA (1945) es un hombre ligeramente ocupado y, contradiciendo a Watson, sigue lleno de buenas ideas. Es profesor de Investigación del Centro de Biología Molecular -que dirigió en el pasado- y uno de los grandes especialistas en la genética del desarrollo, en la que lleva trabajando más de treinta años. Publica poco y muy selecto, y tiene (y tendrá) grandes premios. Ahora estudia la base genética del control del tamaño de los órganos y la proliferación celular, así como el papel de la mortalidad celular programada en el desarrollo de los organismos. La simple descripción ya es esperanzadora. Sus observaciones y experimentos suele realizarlos sobre moscas. Nada especial: atajos hacia el ser humano. Fuera del laboratorio prefiere las montañas. Es lo que más se parece a la Ciencia. Una vez, en una entrevista a

    Diario Médico, dijo algo muy interesante respecto a ellas: "Cuando uno está escalando una pared y le

    duelen los dedos piensa por qué está pasando por eso". Eso, por qué.
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    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 ) Empty Re: Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 )

    Mensaje por PatriaObreraComunista Jue Ene 10, 2013 4:57 pm

    Entrevista a Bostrom y Pearce en Cronopis
    Dave y Nick son los cofundadores de la Asociación Transhumanista Mundial, una organización sin fines lucrativos para la mejora de las capacidades humanas con alta tecnología.

    ANDRÉS LOMEÑA: El transhumanismo propone el uso de nuevas tecnologías para mejorar las habilidades físicas y mentales de los seres humanos, descartando algunos aspectos como la estupidez o el sufrimiento. Habéis sido descritos como tecnoutópicos por críticos que escriben sobre las exageraciones del futuro. En mi opinión, hay algo bastante peor que el optimismo: el tecnopesimismo radical, encabezado por Paul Virilio, el fallecido Baudrillard y otros pensadores. ¿Por qué hay una fuerte tensión entre los puntos de vista optimista y pesimista?

    NICK BOSTROM: En realidad no puedo compartir que ninguna instancia de mi personalidad sea denominada “tecnoutópica”, aunque ciertamente es un término que ha sido aplicado al transhumanismo por algunos críticos. De hecho, hay algo de justicia en su crítica. El transhumanismo es un movimiento muy diverso, y algunos individuos que pueden llamarse a sí mismos transhumanistas pueden ser llamados, con acierto, “tecnoutópicos” en el sentido de “aceptación acrítica de la visión de que las tecnologías inevitablemente resolverán todos los grandes problemas”.

    No sé si el tecnopesimismo es peor o mejor que el tecnoutopismo. Me parece que deberíamos intentar superar los sesgos en ambas direcciones (malentendidos que llevan a resultados positivos y malentendidos que llevan a resultados negativos) y asignar posibilidades basadas en la evidencia y el juicio honesto más que en la base de la ideología o el prejuicio temperamental.

    DAVID PEARCE: ¿Es nuestra calidad de vida en sociedades avanzadas mejor que los ancestros de cazadores-recolectores de la Sabana africana? La respuesta parece obvia: sí. Los tecnopesimistas podrían replicar esta evidencia sugieriendo que el promedio de los más felices es pequeño. Y luego pasan a extrapolarlo. Bien, tal extrapolación es prematura. Estamos en vísperas de una transformación de la naturaleza humana en sí misma. En teoría, podemos recalibrar la rutina del hedonismo y llegar a ser más felices (relegando el pesimismo a la historia). El tecnopesimismo puede ser útil cuando estimula el pensamiento crítico de consecuencias no anticipadas de las nuevas tecnologías, planificando escenarios mal previstos y analizando mejor la relación entre riesgo/recompensa. Pero si los humanos fueramos todos realistas depresivos, entonces todavía estaríamos viviendo en cuevas. Los transhumanistas creen que podemos superar nuestras limitaciones físicas, intelectuales, emocionales (¿y morales?) como seres humanos mediante el uso resposnable de la tecnología.

    Vale la pena decir que yo soy un pesimista por temperamento. Pero creo que (previsiblemente) la tecnología informática y la biotecnología nos traerán miles de millones de años de seres humanos invencibles con más fortuna que ninguna otra cosa realizable hoy.

    A.L. : Wikipedia sistematiza todos los miedos y reticencias hacia el movimiento transhumanista: inviabilidad, el argumento de jugar a ser Dios, el argumento de la fuente de la juventud, de un nuevo “mundo feliz”, de Frankestein o de Terminator (basado en el libro “La hora final” de Martin Rees). ¿Cuáles de esos temas son comprensibles y cuáles no? Una crítica común suele ser la visión finalista del transhumanismo (como ocurre con el marxismo o el cristianismo, por ejemplo). En resumen, ¿cómo rebatís esos punto de vista distópicos?

    N.B. : Bajo las bases del “caso por caso”, también intentando identificar los sesgos que pudieran afectar a nuestro juicio a través de un amplio rango de casos. El miedo no es algo necesariamente malo siempre que esté dirigido a algo que es realmente peligroso, y que resulta un intento constructivo de hacer algo sensato para reducir el peligro. Por ejemplo, tiene sentido estar preocupado por la enfermedad pandémica, algo que ocurre junto con la posibilidad de grandes errores en bioingeniería. Pero sentir miedo teniendo la opción de retrasar la enfermedad y la
    senilidad a través de algunas terapias de rejuvenecimiento efectivas es algo perverso. De todas maneras, no creo que haya muchas personas que en realidad teman eso, aunque algunos puedan expresar oposición por razones ideológicas.

    Para ilustrar cómo uno puede intentar localizar y borrar sus prejuicios sobre temas de mejora, echa un vistazo sobre los sesgos del Status Quo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    D.P. : ¿Jugar a ser Dios? ¿Qué podría estar más “endiosado” que crear nueva vida? Históricamente, casi todas las culturas han tenido conexiones entre tener sexo y reproducción; nosotros no tenemos una excusa así. Por un lado, condenamos a los escritores de “malware” informático, quienes liberan código corrupto. Por otro, nosotros propagamos nuestro propio código corrupto a través de generaciones (una enfermedad genética letal, el envejecimiento, y una predisposición a los desórdenes de ansiedad, depresión y otros desagradables estados darwinistas de la mente). Con los avances en medicina reproductiva, ¿qué hay de malo con actuar como padres responsables? ¿Por qué no planear la salud genética a largo plazo y la felicidad de las generaciones futuras?

    ¿El argumento de la fuente de la juventud (el desprecio por la carne)? ¿Qué podría mostrar más desprecio por la carne que apoyar cuerpos darwinianos que se desmoronan y mueren? Con la madurez de la medicina genética, ¿por qué no diseñar un anteproyecto para los cuerpos eternamente jóvenes? Es más, nosotros tendremos pronto la oportunidad de explorar formas más ricas de sensualidad; magnificar el cortex somato-sensorial; aislar el centro del deseo sexual y amplificar sus sustratos según lo queramos. Trascender la carne puede ser una opción, no una
    obligación.

    ¿Un nuevo “mundo feliz”? Este argumento es más complicado de desmontar con rotundidad. La biotecnología puede reforzar al ciudadano individual más que al Estado. Por ejemplo, mejorando la iniciativa para incrementar la autonomía personal y la participación activa en la sociedad. Por contra, la baja iniciativa está asociada a la subordinación y al retraimiento social. El soma de Huxley estaba equivocadamente recomendado como una “droga de placer ideal”.
    Verdaderamente la farmacología utópica superará eso.

    ¿Argumento de dehumanización (Frankenstein)? Sí, la tecnología puede deshumanizar; la biotecnología puede crear monstruos. Aunque también pueden crearse santos y ángeles. Menos poéticamente, pronto podremos “humanizarnos” a nosotros mismos. Podemos mejorar biológicamente nuestra capacidad para la empatía (ya sea amplificando funcionalmente nuestras neuronas espejo, o por el uso de diseños “empatógenos” prosociales, o por la liberación de oxitocina sostenida por ingeniería genética para promover la confianza social. ¿Haremos todo eso?
    No lo sé.

    ¿El argumento Terminator? El bioterrorismo y el virus “grey goo” son quizás los escenarios más preocupantes. Pero dentro de las próximas décadas, tendremos probablemente bases autosostenibles para la Luna y Marte. Incluso en los escenarios más apocalípticos, cualquier riesgo existencial para la vida inteligente se disminuirá de este modo. Desde una perspectiva ética utilitarista, es esencial que los seres humanos sobrevivan para llegar a ser posthumanos. Somos la única especie capaz de erradicar el sufrimiento en toda la vida sintiente. Nosotros también somos la
    única especie lo suficientemente inteligente como para liberar felicidad a lo largo del universo accesible.

    A.L. : Probablemente, el problema más importante es la poca información que tenemos sobre vuestro movimiento. En realidad, aquí el transhumanismo es aún un gran desconocido, salvo por algunos artículos de Fukuyama. Me gustaría preguntarles por las relaciones entre transhumanismo y otros aspectos. Por ejemplo:

    - El transhumanismo y la religión. ¿Os consideráis religiosos? ¿Hay un transhumanismo ateo o agnóstico?

    N.B. : Me considero agnóstico. La mayoría de los transhumanistas no son religiosos, pero hay transhumanistas católicos, mormones, budistas, etc.

    D.P. : Pienso que es difícil reconciliar el transhumanismo y la religión revelada. Si queremos vivir en el paraíso, tendremos que ingeniárnosla nosotros mismos. Si queremos la vida eterna, necesitaremos reescribir nuestro código genético erróneamente conducido y llegar a ser como dioses. “Todo lo que tiene vida puede ser librado de sufrimiento”, dijo Gautama Buddha. Es un sentimiento maravilloso. Por desgracia, sólo las soluciones dadas por la alta tecnología pueden erradicar el sufrimiento del mundo. La sola compasión no es suficiente.

    - El transhumanismo y la eugenesia. ¿Son todos los transhumanistas eugenistas? ¿Tenéis un programa político en este tema?

    N.B. : La asociación transhumanista mundial ha adoptado oficialmente una declaración en la que prohibe todas las formas de eugenesia neonazi de la organización (esto ha sido una respuesta a un incidente de hace algunos años, cuando uno o dos trolls intentaron infiltrarse en la organización). El transhumanismo apoya los derechos reproductivos, entre otros derechos humanos. Tendemos a pensar que es mejor que las decisiones reproductivas están en manos de los padres, en contacto con su doctor, y dentro de las amplias líneas del Estado. Sería éticamente inaceptable, así como muy peligroso, tener una imposición de Estado con una fórmula que determina qué tipo de personas deberían existir en la próxima generación.

    Si yo fuera padre, consideraría la obligación moral para tomar todos los pasos razonables hacia la seguridad de que el niño que vamos a traer al mundo empiece su vida con las mejores oportunidades de vida posibles. Si una mujer preñada puede mejorar el coeficiente intelectual del hijo tomando “ácido fólico” o sumplementos de “colina”, y evitando el alcohol, el tabaco y el agua no potable, creo que sería irresponsable para ella no hacerlo. De igual manera, si estuviera usando fertilización in vitro, y hubiera un test genético sencillo que pudiera seleccionar el mejor embrión para la salud y otras capacidades deseables, entonces creo que sería negligente no aprovecharme de ese test. Sería un inconveniente muy pequeño para una importante ganancia.

    D.P. : Los tranhumanistas no son eugenistas en nada que recuerde al odioso sentido tradicional de la palabra. No obstante, la humanidad está al borde de una revolución reproductiva. Los padres pronto podrán elegir la clase de hijos que ellos quieren traer al mundo. El diagnóstico pre-implantación se volverá una rutina. El diseño de genomas será lo siguiente. La mayoría de los padres aspiran a tener hijos más felices, más listos y más sanos. En principio, una mayoría de personas probablemente apoyaría el uso de la medicina genética para prevenir enfermedades como la “fibrosis cística”. En contraste, sólo una minoría de personas apoya actualmente las tecnologías para estas mejoras. Las tecnologías de mejora de hoy son las terapias del mañana. Para nuestros sucesores, los humanos mortales pareceremos trágicamente enfermos y disfuncionales. En la actualidad pensamos que es moralmente aceptable pasar la herencia letal del envejecimiento a nuestros hijos y una predisposición a la rica variedad de desórdenes mentales (envidia, falta de iniciativa, ansiedad, resentimiento, soledad) adaptativos en el medio ancestral. Así la vida humana puede ser potencialmente mejor. Con tecnologías maduras, ¿por qué no reemplazar la cruel ruleta genética de la selección natural por la superfelicidad preprogramada genéticamente, la superlongevidad y la superinteligencia? Críticamente, esta transformación no necesita (y no debería) suponer la opresión de otras razas o especies. Trascender nuestras limitaciones biológicas supone trascender los sesgos etnocéntricos y antropocéntricos de nuestros ancestros.

    Tenemos por delante un verdadero dilema. En un mundo post-envejecimiento, ¿cómo reconciliamos los derechos reproductivos con la capacidad de explotación finita de nuestro planeta? ¿Presionará la población finalmente para que nos hagamos a la idea de las estrellas? ¿O este escenario es solamente ciencia-ficción?

    - El transhumanismo y la inmortalitalidad. ¿Creéis en la “transferencia mental”? Si la respuesta es sí, supongo que os consideráis dualistas.

    N.B. : Pienso que la transferencia podría, bajo circunstancias correctas, preservar la consciencia y la identidad personal. Yo no me considero un dualista. Pienso que mi mente actualmente está corriendo en una especie de computadora de proteínas, y si los mismos procesos computacionales fueran implementados en un ordenador de silicio creo que no notaría ninguna diferencia.

    D.P. : No hay ninguna razón científica por la que no podamos reescribir nuestro propio código genético y permanecer jóvenes indefinidamente. En cierto sentido, los posthumanos pueden llegar a ser casi inmortales (aunque quizás hablar así refleje nociones insostenibles de la identidad personal. ¿Cuándo? Unos pocos transhumanistas son optimistas. Ellos citan el crecimiento exponencial en el poder de las computadoras y predicen que congelar el envejecimiento puede ser posible en décadas.

    Espero que estén en lo cierto. Por desgracia, yo temo que esa reescritura genética y otras intervenciones pueden tardar cientos de años, o incluso más. En cualquier caso, las pruebas bien controladas de terapias antienvejecimiento serán un problema.

    ¿Transferencia mental? Aquí quizás hay que tomar más precauciones. La tecnología dominante de un periodo ofrece metáforas de la mente. Nuestra tecnología dominante es la computadora digital. Así que es natural preguntarse si los robots orgánicos como nosotros pueden escanearse, digitalizarse y transferirse a un medio menos perecedero. Desgraciadamente, no tenemos ningún conocimiento científico sobre la consciencia, deja sólo una teoría rigurosa de sus múltiples apetitos. Ni la física clásica explica ahora cómo billones de células cerebrales pueden generar un campo de experiencia unitaria. Personalmente, soy escéptico de que la computadora digital con una arquitectura clásica pueda ofrecer alguna vez consciencia unificada (¿Madurarán las computadoras cuánticas artifiaciales para ser sintientes? Puede). Debería añadir que gente muy capaz está en desacuerdo. ¿Si soy un dualista? No, pienso que el mundo está exhaustivamente descrito por ecuaciones matemáticas. Lo que respira fuego dentro de las ecuaciones no es un problema tal como lo entendieron los metafísicos materialistas.

    - El transhumanismo y la singularidad tecnológica [progreso tecnológico y cambio social tan brusco que cambiará nuestro ambiente hasta el punto de que un ser humano anterior a la singularidad sería incapaz de comprender o predecir]. ¿Está la singularidad, tal como la explica el escritor de ciencia-ficción Vernor Vinge, realmente cerca?

    N.B. : No lo sé. Nadie lo sabe. Para mí, esto significa que alguien puede pensar en términos de una distribución de probabilidad sobre un alto rango de posibilidades, incluyendo algunas probabilidades nada triviales sobre la posibilidad de que eso ocurrirá bastante pronto, dentro de un par de décadas; alguna probabilidad dice que será mucho más tarde; y algunas probabilidades indican que esto nunca ocurrirá. Podríamos tener entonces una interesante discusión acerca de la forma exacta de estas distribuciones de probabilidad. Pero a menos que primero reconozcamos la incertidumbre de estas previsiones, estaremos muy lejos en nuestros análisis.

    D.P. : El desarrollo de la superinteligencia transhumana es presumiblemente inevitable en al menos algunas frecuencias de amplitud de la función ondulatoria universal. ¿Cerca? Supongo que depende de tu concepción de proximidad. ¿Deberíamos temerla? No si la inteligencia superhumana trae una capacidad más rica para el entendimiento empático de otros seres sintientes. El instituto de la singularidad [http://www.singinst.org] explora estos temas en profundidad.

    Vinge habla de cómo podemos, en un futuro cercano, crear (o convertirnos) criaturas que superen a los humanos en las dimensiones intelectual y creativa. Los hechos que van todavía más allá (llamados singularidad tecnológica) son tan inimaginables como lo es la ópera para un “platelminto” [gusanos sin aparato circulatorio o respiratorio]. Vinge puede estar en lo cierto. Pero vale la pena recalcar que el amor por la ópera de los humanos tiene algo importante en común con los gusanos: la interacción funcional entre nuestros respectivos opioides y sistemas de
    dopamina. Es la escala del placer lo que hace que algo merezca la pena. Sin un tono hedonista, no hay ningún significado en la existencia. No, posiblemente no podemos imaginar sobre qué tipo de conceptos sofisticados de mentes posthumanas podemos ser felices (no más que un gusano puede saber sobre la ópera). Pero predigo que los posthumanos no serán solamente superinteligentes sino también supersintientes.

    A.L. : El “imperativo hedonista” propone la biología molecular del paraíso. Un mundo sin dolor físico o mental. David refuta objeciones diciendo: “La guerra, el robo, el infanticidio y el abuso de niños han existido desde tiempos inmemoriales. Estos son bastante naturales si lo miramos desde una perspectiva histórica, cultural o sociobiológica”. He entrevistado a Gary Francione, un teórico de los derechos animales, y él opina algo semejante sobre el consumo de productos animales frente al veganismo. Así que supongo que deberíamos tener en cuenta esta perspectiva abolicionista, ¿verdad?

    Mi segunda pregunta aquí es: si nosotros logramos un paraíso biológico (olvidando las críticas que dicen que el dolor es algo necesario en la vida), ¿cómo viviríamos? Este nuevo mundo resulta casi inimaginable.

    N.B. : Sí, pienso que deberíamos tener en cuenta la perspectiva abolicionista. Y sí, el mundo que resultaría si el proyecto abolicionista fuera eventualmente exitoso es casi imposible de imaginar. Para los iniciadores, nosotros podemos asumir con seguridad (considerando los obstáculos tecnológicos pantagruélicos que tendrían que ser superados para que esa visión llegara a ser real) que la eliminación del dolor no sería la única diferencia entre el nuevo mundo y el mundo actual. Muchas otras cosas cambiarían también.

    Desde luego, el abstenerse de la intervención de una superinteligencia o la completa destrucción de la biosfera (otra forma de sufrimiento que podría ser abolida) no va a ocurrir de la noche a la mañana. Así que podemos tener una idea clara de estos asuntos para movernos gradualmente hacia nuestros objetivos.

    D.P. : ¡Qué libro al servicio del demonio puede escribir sobre el torpe, vil, poco provechoso y cruel trabajo de la naturaleza! Dijo Darwin. ¿Y si la naturaleza, encarnada en dientes y garras, pudiera ser civilizada? ¿Y si los “parques salvajes” posthumanos pudieran estar libres de la crueldad? Es técnicamente viable. Pienso que cualquier ética compasiva (no sólo el budismo o el utilitarismo) debe reivindicar la extensión del proyecto abolicionista a todo el mundo viviente, no solamente a nuestros grupos étnicos o especies. Un compromiso con todos los seres sintientes está escrito dentro de la declaración transhumanista. ¿Qué significa ese compromiso en la práctica? ¿De veras vamos a parar de matar y comer a otras especies? Idealmente, el poder del argumento moral bastaría. Más plausiblemente, sólo el advenimiento de comida abundante, barata y deliciosa producida con ingeniería genética puede sentar las bases para la fundación de un veganismo global. La producción de “carne no animal” es potencialmente asumible. Sin embargo, si somos moralmente serios, una dieta libre de sufrimiento es solamente el principio. Un mundo sin sufrimiento supondrá el uso de políticas anticonceptivas para muchas especies; reescritura del genoma; rediseño del ecosistema de nuestros parques salvajes terrestres; nanorobots para dirigir el ecosistema marino; y mucho más. Esto representa un reto serio de computación e ingeniería. Visita [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para una visión general.

    ¿Dolor físico? ¿Por qué nuestros robots responden a estimulos sin sentir agonía si son dañados? (mientras su contrapartida orgánica sufre usualmente tanto). Por el momento sólo podemos conjeturar. Hay al menos dos posibles soluciones a las miserias del dolor físico en la vida orgánica. La primera es librarse de todo lo desagradable mediante prótesis inteligentes… la solución “cyborg”. La otra alternativa es modificar las curvas de información sensible hacia gradientes de sublimidad del ser humano. Por ejemplo, tener analogías funcionales para el dolor sin notar el
    vicioso sentimiento de dolor en bruto.

    ¿Cómo sería la vida en una hipotética era postdarwiniana? Es divertido especular. Por analogía, imagina si un especialista en dolor crónico empezara a pontificar a sus pacientes acerca de cómo deberían vivir sus vidas tras ser curados. ¿Por qué deberíamos hacerle caso? En teoría, los humanos mejorados emocionalmente podrían conservar mucho de nuestras arquitecturas preferidas para la existencia, simplemente recalibrando las rutinas así que nosotros todos llevaríamos vidas más placenteras en torno de un punto de vista hedonista. En la práctica, pienso que nuestro esquema conceptual también se verá revolucionado. Cualquier cosa concreta que digamos ahora sobre la era futura de la ingeniería del paraíso es probablemente una ingenuidad de niños. Para tener una idea de qué está en juego, quizás intenta recolectar las cimas más maravillosas de tu experiencia vital. Sospecho (pero no puedo probarlo) que el día a día de la vida posthumana será mucho mejor.

    A.L. : Pienso que el transhumanismo nos es poco familiar porque no podemos leer una genealogía de vuestros pensamientos y vuestros maestros. Creo que para David el “utilitarismo negativo” es un buen punto de partida, pero no sé cuál es el de Nick. No conozco uy bien vuestros orígenes, no sé si porque intentáis despegaros de ciertas presunciones del pensamiento tradicional.

    Además, ¿en qué momento arranca la historia reciente del transhumanismo? ¿En Ray Kurzweill, Marvin Minksy, Hans Moravec?

    N.B. : No hay un punto de partida donde todo empezó. El pensamiento transhumanista ha tomado forma gradualmente, a través de las contribuciones de muchos pensadores. Mi visión filosófica no está basada en ningún predecesor en particular. Leo a muchos. Esto, por cierto, es muy habitual en la filosofía analítica contemporánea: ha llegado a ser más como una ciencia, con muchas personas haciendo pequeñas contribuciones a muchos problemas específicos.

    D.P. : El transhumanismo es un movimiento muy diverso. Para más información visita: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] El transhumanismo en el sentido moderno del término realmente empieza en el trabajo de Max More y sus colegas del Instituto Extropiano. La historia del pensamiento transhumanista escrita por Nick es muy ilustrativa. Personalmente citaría muchas influencias como Bertrand Russell, Peter Singer, Richard Dawkins y Alexander Shulgin (no todos aparecen en el canon transhumanista).

    A.L. : Por cierto, ¿vais a celebrar algo por el décimo aniversario de la asociación transhumanista? ¿Cómo os conocisteis y llegasteis a fundar esta organización? ¿Cuáles son vuestras actitivades principales en la actualidad?

    N.B. : Supongo que deberíamos hacer algo por el décimo aniversario. He estado demasiado ocupado en mis propias investigaciones para plantearme esa idea. Dave y yo nos conocimos mientras yo estaba graduado en economía, en Londres. Tuvimos alguna correspondencia por mail. Dave se ha formado la impresión de que yo era el mandamás y él probablemente se decepcionó cuando vio que era solamente un pobre estudiante graduado. Sin embargo, después de nuestro encuentro él me describió en su diario on line como un “perseguidor de la verdad en busca de engaños epistémicos”. Yo era bastante inquieto en mis primeros años pero me he tranquilizado con los años.

    Actualmente estoy centrándome en mi trabajo como director del instituto de la humanidad del futuro de la universidad de Oxford. Es una investigación interdisciplinaria sin ánimo de lucro que busca estudiar las preguntas vitales para la humanidad de una forma rigurosa, lo cual es una absorbente e importante misión. Me gusta intentar ayudar con la organización de las tareas transhumanistas, pero en mi corazón soy un investigador y pensador, no un activista o un ideólogo.

    D.P. : Conocí a Nick hace una década. Él me escribió algunas astutas objeciones al manifiesto abolicionista. Con alguna dificultad, Nick me convenció de que yo era un transhumanista (yo predije que él sería el primer profesor del transhumanismo: uno espera ser el primero de muchos). Yo animé a Nick a hacer un website. La Asociación Transhumanista Mundial entró en un periodo de crecimiento explosivo sólo después de que el formidable bioético James Hughes ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] estuviera de acuerdo en ser secretario. Por el contrario, tengo una gran tendencia no-transhumanista que ocultar detrás de mi computadora. En un mundo darwiniano, los herbívoros tienden a ser tímidos… o son devorados.

    Mi campo de investigación está en la psicofarmacología clínica (particularmente en el tratamiento de desórdenes afectivos) porque pienso que padecer sufrimiento es el desafío moral más urgente que debemos afrontar. No todos estarían de acuerdo, pero el dolor más sencillo de llevar es el de los otros. Las drogas psicoterapéuticas son sólo algo provisional: la medicina post-genómica será mejor. Pero la mayoría de las personas no quieren oír cómo sus descendientes pueden disfrutar de una larga vida de felicidad, juventud eterna, abundancia material ilimitada, libertad morfológica, etcétera. Ellos quieren saber cómo mejorar sus vidas (y la de sus seres queridos) en este mismo momento.

    A.L. : Si estuviéramos viviendo una simulación, ¿qué supondría esto para nosotros? ¿Deberíamos cambiar algo? ¿Deberíamos creer en la navaja de Occam? A propósito, ¿qué pensáis de la “Física de la inmortalidad” de Tipler?

    N.B. Esto se refiere a un texto académico que escribí hace unos años, que ha atraído la atención de muchos (véase [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] En resumen, no creo que la hipótesis de la simulación debiera cambiar drásticamente la forma en que vivimos, aunque esto es intelectualmente interesante y puede tener algunas ramificaciones prácticas perspicaces. Me gusta tener la oportunidad de enfatizar que el argumento de la simulación no muestra que nosotros estamos viviendo en una simulación de ordenador, sólo que al menos una de las tres proposiciones es verdadera [Proposición 1: la probabilidad de que una especie con nuestro nivel actual de desarrollo pueda sobrevivir antes de alcanzar la madurez tecnológica es muy baja. Proposición 2: .Casi ninguna civilización madura tecnológicamente está interesada en correr simulaciones de ordenadores de
    mentes como las nuestras. Proposición 3: Estás con casi toda seguridad viviendo una simulación] . Una de esas proposiciones es la de la simulación.

    D.P. : Cómo deberíamos comportarnos en una supuesta simulación depende de su naturaleza. Así, si tú tienes un sueño lúcido, cualquier cosa es permisible. La completa autoindulgencia está moralmente bien desde que las personas en un mundo de ensueño son sólo zombies. Lo mismo es cierto cuando usando software de realidad virtual del mañana en el modo de un jugador. Sin embargo, si la hipótesis de la simulación es verdadera, entonces las personas simuladas tienen experiencias reales. El sufrimiento, por ejemplo, no es menos real dentro del superordenador cómisco en el curso de una simulación de un superser. De hecho, una de las razones por las que creo que estamos viviendo en una realidad de fondo es porque encuentro inconcebible que un superser optara por recrear (y proliferar) los horrores del pasado darwiniano desde el cual éste emergió, aunque esto es más una incredulidad personal que un argumento.

    ¿La navaja de Occam? El argumento de la simulación es interesante precisamente porque es muy cauto con las afirmaciones. Sus premisas son bastante compartidas en la filosofía académica y la comunidad científica.

    Mi propia idea de cómo comportarnos en una simulación tiene más lógica en la teoría de la percepción. Yo he creído durante mucho que cada uno de nosotros vive en una simulación egocéntrica del mundo proyectada por la mente/cerebro. Desde que los zombies de cada simulación tienen contrapartidas en el mundo real, uno debería tratarlos como si fueran reales. Sin embargo, como joven jinete de la angustia, mi aceptación radical de una teoría de la percepción realista me hace sentir como si estuviera condenado al confinamiento solitario toda mi vida. Este sentimiento de soledad era indescriptible. El realismo naïve es mejor para la salud mental de uno.

    ¿La física de la inmortalidad? Si la teología judeocristiana es verdadera, entonces el libro de Tipler es un intento maravillosamente audaz de mostrar cómo los dogmas religiosos pueden ser reconciliados con la ciencia natural. Pero dudo que cualquier físico que no comparta las premisas cristianas de Tipler esté de acuerdo en sus conclusiones.

    A.L. : Admito que no entiendo bien el principio antrópico. ¿Podríais explicarnos con sencillez qué supone esto para nosotros?

    N.B. : El principio antrópico se ha construido y deconstruido en muchas ocasiones. Si tú apartas todos los malentendidos, hay en realidad un corazón sensato e importante, el cual es el mandato para tomar en cuenta los efectos de las observaciones cuando las evidencias o hipótesis no contienen información catalogada. Tengo una web.com una introducción: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    D.P. : Todas las versiones del principio antrópico fuerte aseguran que el universo fue diseñado, en algún sentido, para la existencia humana. Yo no estoy convencido. Nuestra mejor teoría del mundo, la mecánica cuántica, nos dice que vivimos en un multiverso con un número inconcebiblemente inmenso de ramificaciones. En la gran mayoría de esas ramificaciones, las constantes de la naturaleza están equivocadas. Tales ramificaciones no contienen observadores o vida. Por el contrario, una minoría de las ramificaciones apoyan la replicación de la información que evoluciona vía selección natural hasta llegar a ser observadores. El observador ingenuo en tales ramificaciones pueden preguntarse por qué las constantes físicas básicas (por ejemplo, las constantes que determinan las cuatro fuerzas de la naturaleza) aparecen tan improbablemente afinadas para producir vida, o seres humanos. Ingenuamente, él invoca a Dios que ha puesto providencialmente las leyes de la naturaleza para el beneficio humano (o su castigo). Pero esas coincidencias antrópicas son meramente un efecto de la observación. La clase de vías que podemos observar están restringidas por las condiciones necesitadas para el surgimiento de observadores. Los observadores, por su propia naturaleza, se encontrarán a ellos mismos en una rama atípica del multiverso vista como un todo.

    A.L. : Quiero preguntaros algo para finalizar. La mejora humana y el destino posthumano parecen ir hacia la extinción de la propia humanidad. La condición humana está condenándose a sí misma. ¿Qué pensáis de esta paradoja?

    N.B. : Pienso que debemos distinguir la humanidad de tener una determinada clase de ADN en nuestras células, solamente como nosotros ya distinguimos los seres entre blancos y negros, mujeres u hombres, jóvenes o mujeres, gays o hetero. Podría haber muchas formas de humanidad, incluyendo nuevas formas que todavía no existan. Y el objetivo no es reemplazar a la gente actual con un conjunto de “personas superiores”. El objetivo es dar a las personas la opción de continuar desarrollándose de muy diversas maneras, incluyendo formas que difierente de los tipos de humanidad que tenemos hoy. Si quires un eslogan, podría decir que el humano es lo que somos, y
    el humane es lo que esperamos llegar a ser (y esa necesidad no es exactamente la misma para todo el mundo).

    D.P. : ¿Un bebé se mata a sí mismo por crecer hasta ser un adulto maduro? ¿Una crisálida se mata a sí misma por llegar a convertirse en una mariposa?

    A.L. : Gracias por su amabilidad. ¿Desean añadir algo?

    N.B. : Tengo anotaciones de muchas de mis publicaciones en Internet, así que los lectores interesados que quieran leer más pueden visitar mi web: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    D.P. : Puedes notar ciertas diferencias de énfasis entre Nick y yo. Pero pienso que ambos estamos de acuerdo en que el futuro de la vida en el universo es potencialmente glorioso más allá de la comprensión humana.

    N.B. : Coincidimos en eso. Y esto resulta realmente importante.
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    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 ) Empty Re: Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 )

    Mensaje por Repesp Jue Ene 24, 2013 6:58 pm

    No estoy de acuerdo, jugar a ser Dios no esta bien...
    Mirad lo que ocurre con los trasgenicos, por ejemplo. Estoy a favor de eliminar enfermedades como el cancer, discapacidades motoras o intelectuales graves... cosas asi, pero no estoy a favor de crear un Super Saiyan para que nos entendamos...
    La gente se asustaria.
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    Mensaje por pedrocasca Vie Feb 01, 2013 12:02 pm

    Artículo publicado en el blog Divulgación marxista en diciembre de 2012 con el título: Determinismo biológico y sociobiología. Contiene un artículo desaparecido de la Wikipedia en el que se hace referencia y reseña de capítulos del libro No está en los genes. Crítica del racismo biológico.

    Este libro fue publicada en 1984. Sus autores, Richard Lewontin, Steven Rose y Leon J. Kamin tratan de ofrecernos una visión de las raíces científicas y sociales del determinismo biológico, analizando las funciones sociales y pretensiones de cientificidad del mismo.

    La sociobiología es una disciplina que representa la continuidad de una empresa muchas veces fallida: la de encontrar las claves de una naturaleza humana distinta y abstraíble de la sociedad humana: “disciplina que reduce el comportamiento humano a un mero determinismo animal” (Kornblihtt).
    Esta idea se viene usando desde los primeros desarrollos de la biología (e incluso antes del siglo XIX), para justificar el orden social de cada momento histórico, ya sea para explicar porqué el racismo es racional, o porqué hay una clase social que debe estar condenada al trabajo, mientras otra se apropia del excedente sin mover un dedo.
    Los argumentos varían a medida que son refutados, pero el objetivo se mantiene el mismo, como demuestra el paleontólogo norteamericano S. J. Gould en su libro “La falsa medida del hombre”.
    Por su parte el antropólogo Marvin Harris, después de haber repasado las caracteríaticas de la biología humana y luego las variaciones extremas en el comportamiento humano a lo largo del tiempo y el espacio, explica al final de su Introducción a la Antropología, que el conocimiento de la biología humana no puede servir como fundamento para una comprensión del hombre, si no se tiene en cuenta que la especie humana se desarrolla en sociedad, y que es la cultura, con sus determinaciones históricas, la que explica por lo tanto, en qué dirección se desarrolla la potencialidad de cada grupo humano.

    En definitiva, estos autores sostienen que la biología puede dar cuenta de la existencia de ciertas potencialidades, pero que los motivos por los cuales los humanos eligen accionar cada potencialidad, se deben explicar mediante una causalidad cultural e histórica, y no por una predisposición genética.

    No está en los genes. Crítica del racismo biológico.

    autores: Richard Lewontin, Steven Rose y Leon J. Kamin - año 1984

    Capítulo I. La nueva derecha y el viejo determinismo

    En el capítulo I, los autores exponen cómo hacia 1980 se introduce en Gran Bretaña y Estados Unidos la ideología de lo que denominan Nueva Derecha, se impone frente al liberalismo anterior.

    Filosóficamente, esta Nueva Derecha se remonta a la visión de Thomas Hobbes de la existencia humana como una guerra de todos contra todos, en la que las relaciones humanas se basan en la competitividad y la desconfianza mutua. Desde esta posición, se considera que el objetivo de la organización social era el de regular estas características inevitables de la condición humana. La visión de Hobbes de la condición humana se derivaba de su comprensión de la biología humana, siendo la inevitabilidad biológica la que convertía a los hombres en lo que eran.

    Esta creencia se enmarca dentro del reduccionismo, que explica las propiedades de conjuntos complejos como puede ser una sociedad, en términos de las unidades de que están compuestos. Así las propiedades de una sociedad humana son la suma de los comportamientos individuales de los hombres que componen dicha sociedad. Dentro de este contexto, la explicación que se daría de una sociedad agresiva, sería que los individuos que la componen son agresivos.

    Una postura enmarcada dentro del reduccionismo es la del determinismo biológico, que postula que las vidas y acciones humanas son consecuencias inevitables de propiedades bioquímicas de las células que constituyen a cada individuo, y estas a su vez están determinadas por los constituyentes de los genes que posee cada individuo. Así, la naturaleza humana estaría determinada por los genes.

    A través de esta posición se han conseguido explicar desigualdades de status, riqueza y poder en las sociedades capitalistas industriales contemporáneas, definiendo los comportamientos humanos como características naturales de dichas sociedades. Este determinismo biológico ha sido aceptado por la nueva derecha como legitimador, ya que si estas desigualdades son determinadas biológicamente, entonces son inevitables e inmutables. De este modo queda paralizada la vía liberal de remediar desigualdades a través de medios sociales, ya que supondría “ir contra la naturaleza”.

    A través de esta obra se pretende ofrecer una explicación de los orígenes y funciones del determinismo biológico y someterlos a examen por sus pretensiones vacías de la relación de la naturaleza y los límites de la sociedad humana en lo que toca a la igualdad, la clase, la raza y el sexo. Ante todo Lewontin, Rose y Kamin plantean que podemos conseguir vivir en una sociedad mejor que la actual; y que las desigualdades de riqueza, poder y status no son naturales, sino obstáculos impuestos socialmente, que impiden en último término la creación de una sociedad en la que el potencial creativo de sus ciudadanos se emplee para el beneficio de la misma.

    Estos autores pretenden encaminarnos hacia una comprensión dialéctica en contraposición con la reduccionista, que hemos explicado anteriormente. Dicha comprensión dialéctica considera que las propiedades de las partes y de los conjuntos se determinan mutuamente, de modo que las propiedades de los hombres no se dan aisladamente, sino que surgen como consecuencia de su vida en sociedad, tratando así de dar una explicación coherente y unitaria del mundo material.

    Capítulo II. La política del determinismo biológico

    En el capítulo II, exponen cómo en Gran Bretaña las diferencias biológicas en el coeficiente intelectual se convirtieron en un elemento en la campaña del gobierno contra la inmigración de asiáticos y negros.

    Otro ámbito en el que el determinismo biológico tiene claramente consecuencias políticas, es en el de la explicación del dominio de los hombres sobre las mujeres, basándose en diferencias biológicas entre los dos sexos en lo concerniente al temperamento, a la habilidad cognitiva y al papel de cada uno dentro de la sociedad.

    Capítulo IV. La legitimación de la desigualdad

    En el capítulo IV, nos cuentan cómo también a través de esta postura determinista se han postulado curas, en tanto que si los genes producen el comportamiento, los malos genes producen el mal comportamiento. De modo que ante el mal comportamiento el tratamiento adecuado serían pastillas, por ejemplo. Así, numerosos prisioneros han sido curados por medio de medicamentos o de los métodos de condicionamiento utilizados por la psicología del comportamiento animal.

    Estos deterministas también aplican sus remedios curativos a niños hiperactivos o que sufren una disfunción cerebral mínima. Se considera nuevamente que los individuos son los que deben ser modificados para adaptarse a la institución social, que en ningún caso se cuestiona, ni se contempla alteración alguna en ella.

    Según los autores, un rasgo importante de este determinismo biológico como ideología política, sería su pretensión de considerarse científico. Para ello se sirven de la utilización de los científicos como las autoridades últimas.

    A partir del siglo XX en el que la ciencia de investigación se realiza en universidades, éstas se han convertido según nuestros autores en las creadoras de la ideología del determinismo biológico. Ya que es a través de estas universidades donde se prepara al personal que enseñará en los colegios, o en los centros de enseñanza al profesorado. Además los periódicos, revistas y televisión aportan una visión de la universidad como fuente del conocimiento especializado.

    Capítulo VI. El determinismo del patriarcado

    En el capítulo VI, estos autores exponen el hecho evidente en nuestras sociedades de que se producen diferencias de status, riqueza y poder entre hombres y mujeres. Hay una división entre hombres y mujeres en el trabajo: los hombres tienden a realizar los trabajos más duros, mayoritarios y mejor pagados y las mujeres, por el contrario, los que requieren menos fuerza, están peor pagados e implican mayor subordinación. Además de que toda una rama del trabajo se le asigna a la mujer, esta es la de la labor reproductora, que no se limita al momento del parto biológico, sino a la de preparar comida, ropa, al padre de familia, y a los hijos por supuesto, transmitiendo además su actividad a las siguientes generaciones.

    A la pregunta de ¿por qué existe el patriarcado?, se podría responder que una posibilidad sería que es una forma de organización social que es preservada por aquellos que se benefician de ella, mientras que otros opinarían que es una consecuencia de las diferencias biológicas que se dan entre hombres y mujeres.

    Ante el auge del movimiento feminista, el determinismo biológico afirmaba que desempeñar papeles de líder en la vida pública es cosa de hombres. Atacan al movimiento feminista también afirmando que el hecho de que las mujeres ocupen un lugar destacado en los negocios traería consigo cierto peligro, en tanto que se produciría desorganización en las empresas por las “olas de embarazos”. La conclusión a la que quiere conducirnos el determinismo es la de que es un error que las mujeres trabajen fuera de casa , ya que trastorna la economía, porque la seguridad social tiene entonces que pagar sus servicios, que de estar la mujer en el hogar serían suministrados a través de su labor femenina no remunerada.

    Así, para los deterministas biológicos las divisiones de género en la sociedad se fundan en diferencias biológicas. El argumento determinista tiene una estructura según nuestros autores, familiar, en tanto que empieza evidenciando las diferencias entre hombres y mujeres, tomando estos hechos como incuestionables, e intenta unificar todas las diferencias más frecuentemente observadas, en base a las opiniones de la sociobiología (de la que hablaremos más adelante), que apela a que las diferencias de sexo han surgido gradualmente por selección natural, como consecuencia de los diferentes papeles biológicos que ocupan los dos sexos en lo que toca la reproducción , convirtiéndolo así en una ventaja social. A través de este argumento ya se nos muestra cómo las desigualdades no sólo son inevitables, sino que además tienen una función.

    Capítulo IX. Sociobiología: la síntesis total

    El capítulo IX lo dedican al análisis de la sociobiología, una teoría de la sociedad que los autores caracterizan del siguiente modo:

    En primer lugar la sociobiología hace una descripción del fenómeno que pretende explicar. Para ello cita una lista extensiva de características que adopta como universales en una sociedad humana. Describiendo fenómenos muy distintos entre sí, como la cocina, la guerra, la religión, etc.
    En segundo lugar, tras haber descrito la naturaleza humana, se afirma que las características universales se encuentran codificadas dentro del genotipo humano. En general, los sociobiólogos mantienen que la organización social humana es consecuencia de la acción genética.
    Y, en tercer lugar, se produce el intento de demostrar que los universales sociales humanos que son consecuencia de la genética han sido establecidos a través de la selección natural durante la evolución biológica de los hombres.
    Así a través de este método sociobiológico, como dicen nuestros autores tras contemplar un determinado rasgo, se lleva a cabo una reconstrucción ficticia de la historia de los hombres, mediante la cual quedase expuesto que este rasgo fue adaptativo, o que habría llevado a los portadores de estos hipotéticos genes que produjeron el rasgo a dejar herencia.

    Ante la cuestión de la descripción de la naturaleza humana, que pretende llevar a cabo la sociobiología, parece según nuestros autores que no han tenido en cuenta la complejidad de la vida social humana en el pasado y el presente.

    Apuntan nuestros autores que resulta de gran dificultad presentar todo el conjunto de fenómenos sociales que pueden aparecer como pertenecientes a la naturaleza humana. De hecho, hasta se producen discrepancias entre los propios sociobiólogos ante esta cuestión. Aunque en términos generales, consideran a los hombres como animales egoístas, cuya organización social, aunque parezca de cooperatividad, es una consecuencia de la selección natural. Caracterizan a los hombres por su xenofobia, agresividad, fe ciega, etc.

    Los Sociobiólogos explican el comportamiento generoso como una forma de egoísmo en tanto que el individuo se encuentra en esa situación motivado por la expectativa de obtener una recompensa.

    Según nuestros autores, a través de las descripciones de la naturaleza humana que encontramos en las obras de sociobiología se pone de manifiesto que los sociobiólogos todavía no se han enfrentado con los problemas principales en la descripción del comportamiento humano. Utilizan para ello las categorías que aplican a la naturaleza humana, tales como agresión, territorialidad, xenofobia, etc, como si fuesen objetos materiales, dotados de una realidad concreta. En lugar de ver que son constructos ideológicos históricamente condicionados.

    Según nuestros autores los sociobiólogos cometen cuatro clases de error en la descripción de las sociedades humanas, a saber:

    * En primer lugar exponen cómo debe dividirse un organismo para entender su evolución.
    * En segundo lugar, confunden las categorías metafísicas con los objetos concretos, suponiendo que todos los comportamientos o instituciones a los que se les puede atribuir un nombre son una cosa materialmente existente.
    * En tercer lugar, se confunden las metáforas con entidades reales, olvidando por completo que simplemente eran metáforas.
    * Y, en cuarto y último lugar, en el uso de la metáfora, combinan diferentes fenómenos como pertenecientes a una misma rúbrica. Este es el caso de la agresión, que en principio implicaba el ataque no provocado de una persona contra otra, y tras esto adquirió significado político, en sentido del ataque de un estado contra otro, englobado en última instancia en la guerra.

    Aún cuando observamos que la guerra entre sociedades organizadas nada tiene que ver con los sentimientos individuales de agresividad, sino que más bien la guerra es un fenómeno calculado en términos políticos que se desencadena cuando lo ordenan los que poseen el poder en una sociedad preparada para obtener beneficios tanto de tipo político como económico. Vemos en este ejemplo cómo las hostilidades se inician sin que se haya tenido que producir ninguna hostilidad previa entre los individuos.

    Un presupuesto central en la sociobiología, tal y como plantean nuestros autores, es el de que el comportamiento social humano está en cierto sentido codificado en los genes, como comentamos con anterioridad. Sin embargo, hasta el momento nadie ha podido relacionar aspectos del comportamiento social humano con un gen o un conjunto de genes determinados. Por ello, todas las afirmaciones existentes con fundamentación genética de los rasgos sociales de los hombres son puramente especulativas, con independencia de que aparezcan ante nosotros como científicas y por ello válidas.

    Se ofrecen varios argumentos acerca de la existencia de un control genético en las estructuras sociales, pero este argumento lo único que hace es confundir la observación con la explicación.

    Según nuestros autores, el determinismo genético se encuentra en el centro de la teoría sociobiológica, ya que para que la teoría pueda funcionar tiene que recurrir a los genes, y dotándolos de las características fisiológicas y de desarrollo pertinentes para cada caso concreto.

    Conclusión: A modo de conclusión, nuestros autores afirmarán que el medio ambiente es social, y en este sentido las características individuales son relevantes, pero no determinantes en la formación del mismo. Por tanto, habría según ellos, como ya comentamos al comienzo de esta exposición, una relación dialéctica entre los individuos y la sociedad. Así, las leyes que relacionan el genotipo individual con el fenotipo individual no pueden proporcionarnos por sí solas las leyes de la evolución de una determinada sociedad. Para ello tienen que conocerse las leyes que relacionan el conjunto de naturalezas de cada individuo con la naturaleza de la colectividad. Así, la teoría de la relación dialéctica se basa en que los individuos hacen, pero también son hechos por la sociedad. Y esta es una teoría social, nunca biológica.

    Genética, discusiones y textos: "Genética y dialéctica" (Jara Pérez, 2007); "No está en los genes" (Concepción Cruz, 2010 ) Images?q=tbn:ANd9GcSBQVMvbz_PrAb88tb1QWBwy_ckrTPVi1EYlb2SATwi5Hkvni77
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    Mensaje por JoseKRK Vie Feb 01, 2013 1:29 pm

    Muy buenos textos, camarada Pedrocasa.
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    Mensaje por JDLT223304 Miér Feb 13, 2013 5:17 pm

    supongamos que esa tecnologia ya exista y todo el mundo sea comunista ¿toda la poblacion mundial tendria acceso a esta tecnologia para vivir el doble o mucho mas que nuestro periodo de vida natural?
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    Mensaje por Repesp Jue Feb 14, 2013 4:57 pm

    En cuanto a vivir mas, los progresos sanitarios sin duda acrecentaran nuestra esperanza de vida en muchisimos años, es algo que es natural en el desarrollo de una sociedad, creo que no hay que manipular geneticamente ni hacer cosas raras.
    Ademas esta manipulacion sin duda surgiria de un 'miedo a la muerte', algo totalmente existencialista, y ya sabemos que opinion tenemos sobre el existencialismo.
    Aaay, ciencia burguesa...
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    Mensaje por Razion Miér Ene 08, 2014 11:11 pm

    Fusiono.
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    Mensaje por namregpxp Vie Ene 10, 2014 7:26 pm

    Si que puede tener algo que ver pero muy poco.

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