Pueblo en Línea,13/10/2011--
China y Rusia vetaron el 5 de octubre el proyecto de resolución para el conflicto sirio, presentado por el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que ha provocado acaloradas polémicas. Si bien hay comentaristas que apoyan la posición china, otros analistas creen que es causa perdida respaldar a Siria, país que se ubica geográficamente lejos de China. También hay personas que consideran como un progreso significativo de China exprese su posición con el veto.
Recurrir a este derecho de China no ha sido fácil. Se trata una prerrogativa concedida en excluisva a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que entraña una seria responsabilidad. Desde la recuperación de su legítimo puesto en la ONU, en 1971, la República Popular China ha usado su derecho de veto solo en siete ocasiones, la cifra más baja entre los demás miembros permanentes de la organización. Esto ha demostrado la actitud cautelosa de China en este fenómeno. Al vetar el actual proyecto sobre el problema sirio, China actúa como siempre persistiendo en la justicia y la realidad.
Primero, hay que defender el espíritu de la Carta de la ONU y el de no intervención en los asuntos internos. Los principios de igualdad soberana, la resolución pacífica de las disputas y el no recurrir a la fuerza militar han sido los principios fundamentales que guían el desarrollo de las relaciones internacionales tras la Segunda Guerra Mundial. El deber primordial del Consejo de Seguridad de la ONU es salvaguardar la paz y seguridad regionales y mundiales. O sea, en caso de que la situación en un país las amenace, toca al Consejo de Seguridad desempeñar su papel. El problema sirio es esencialmente un asunto interno, que debe ser resuelto por el propio pueblo sirio, de manera independiente y mediante consultas.
Segundo, es imperativo salvaguardar la paz y estabilidad de la región del Medio Oriente. Siria, ubicada en una importante posición estratégica en la zona y cercana a Irak, Israel, Líbano, Jordania y Turquía, constituye un eslabón de las complicadas y sensibles relaciones de Israel con los territorios palestinoas, Siria, Líbano e Irán. Siria ha desempeñado un importante papel en las guerras del Medio Oriente. La salvaguarda de la paz y estabilidad sirias correponde a los intereses de los países de la zona y de la comunidad internacional.
Y tercero, es preciso rehusar a reproducir “el modelo de Libia”. Los países occidentales delinearon “zonas de exclusión aérea”, so pretexto de proteger a los civiles, para al final derribar por la fuerza militar al régimen de Libia. En vez de obligar a Occidente a cumplir con su compromiso de proteger a los civiles, la abstención de China, Rusia, India y Brasil al respecto propició un mayor número de muertos y heridos civiles y un mayor desastre humanitario.
En estos tiempos es preciso tratar las relaciones entre diversos países de manera más magnánima y cooperativa, menos acusatoria y conflictiva. La ideología de la Guerra Fría de recurrir a la sanción por el más leve motivo, o amenazar con el uso de la fuerza militar, es impopular y está en contra de la corriente de época de paz, desarrollo y cooperación. La resolución de los problemas mediante medios pacíficos, como el diálog, las negociaciones y el respeto al derecho de los pueblos de diversos países de escoger el camino de desarrollo y resolver sus propios problemas constituye una opción racional. Con su veto, China deja entrever la necesidad de convencer a más países para que se encaminen por el sendero de la razón.
China y Rusia vetaron el 5 de octubre el proyecto de resolución para el conflicto sirio, presentado por el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que ha provocado acaloradas polémicas. Si bien hay comentaristas que apoyan la posición china, otros analistas creen que es causa perdida respaldar a Siria, país que se ubica geográficamente lejos de China. También hay personas que consideran como un progreso significativo de China exprese su posición con el veto.
Recurrir a este derecho de China no ha sido fácil. Se trata una prerrogativa concedida en excluisva a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que entraña una seria responsabilidad. Desde la recuperación de su legítimo puesto en la ONU, en 1971, la República Popular China ha usado su derecho de veto solo en siete ocasiones, la cifra más baja entre los demás miembros permanentes de la organización. Esto ha demostrado la actitud cautelosa de China en este fenómeno. Al vetar el actual proyecto sobre el problema sirio, China actúa como siempre persistiendo en la justicia y la realidad.
Primero, hay que defender el espíritu de la Carta de la ONU y el de no intervención en los asuntos internos. Los principios de igualdad soberana, la resolución pacífica de las disputas y el no recurrir a la fuerza militar han sido los principios fundamentales que guían el desarrollo de las relaciones internacionales tras la Segunda Guerra Mundial. El deber primordial del Consejo de Seguridad de la ONU es salvaguardar la paz y seguridad regionales y mundiales. O sea, en caso de que la situación en un país las amenace, toca al Consejo de Seguridad desempeñar su papel. El problema sirio es esencialmente un asunto interno, que debe ser resuelto por el propio pueblo sirio, de manera independiente y mediante consultas.
Segundo, es imperativo salvaguardar la paz y estabilidad de la región del Medio Oriente. Siria, ubicada en una importante posición estratégica en la zona y cercana a Irak, Israel, Líbano, Jordania y Turquía, constituye un eslabón de las complicadas y sensibles relaciones de Israel con los territorios palestinoas, Siria, Líbano e Irán. Siria ha desempeñado un importante papel en las guerras del Medio Oriente. La salvaguarda de la paz y estabilidad sirias correponde a los intereses de los países de la zona y de la comunidad internacional.
Y tercero, es preciso rehusar a reproducir “el modelo de Libia”. Los países occidentales delinearon “zonas de exclusión aérea”, so pretexto de proteger a los civiles, para al final derribar por la fuerza militar al régimen de Libia. En vez de obligar a Occidente a cumplir con su compromiso de proteger a los civiles, la abstención de China, Rusia, India y Brasil al respecto propició un mayor número de muertos y heridos civiles y un mayor desastre humanitario.
En estos tiempos es preciso tratar las relaciones entre diversos países de manera más magnánima y cooperativa, menos acusatoria y conflictiva. La ideología de la Guerra Fría de recurrir a la sanción por el más leve motivo, o amenazar con el uso de la fuerza militar, es impopular y está en contra de la corriente de época de paz, desarrollo y cooperación. La resolución de los problemas mediante medios pacíficos, como el diálog, las negociaciones y el respeto al derecho de los pueblos de diversos países de escoger el camino de desarrollo y resolver sus propios problemas constituye una opción racional. Con su veto, China deja entrever la necesidad de convencer a más países para que se encaminen por el sendero de la razón.