La Revolución china
Esta es una versión editada de un discurso preparado por la revista Un Mundo Que Ganar, del maoísta Movimiento Revolucionario Internacionalista, que se dio en varias conferencias llevadas a cabo para celebrar el 50 aniversario de la victoria de la revolución china en 1949. El texto completo se encuentra en Un Mundo Que Ganar, Nº 26.
La situación en el campo
La abrumadora mayoría del pueblo eran campesinos que trabajaban la tierra; no obstante, tenían poca o ninguna tierra propia. Eran como alguien parado en piedras resbaladizas con el agua hasta el cuello: mientras que todo iba bien, podría sobrevivir, pero, con la ola más pequeña, se ahogaría. En años de vacas flacas, comieron hojas y corteza, pidieron comida en los templos y murieron de frío. En algunos años murieron millones.
Después de que el ejército revolucionario derrotó a los ejércitos de Chiang Kai-shek y a las fuerzas terratenientes, rápidamente derrocó al sistema feudal. En realidad, comenzó a derrocarlos en las zonas liberadas antes de la victoria nacional, y después recorrió el país como un río que revienta una presa. Brigadas de trabajo dirigidas por el partido fueron a las aldeas para organizar largas y profundas discusiones con los campesinos acerca de las condiciones y sus problemas. El partido les dijo a los campesinos que debían de sublevarse, organizarse y tomar la tierra. Los campesinos sostuvieron grandes protestas contra los terratenientes y sus esbirros, y organizaron reuniones de "agravios". Se cancelaron las deudas con terratenientes y usureros. Los terratenientes tenían que regresar lo que habían robado. Aquellos que habían cometido los crímenes más serios contra el pueblo fueron castigados; si no, aquellos a que habían pisoteado no se hubieran atrevido a hablar.
Los campesinos mismos repartieron la tierra, herramientas y animales en reuniones de masas en que todos daban su opinión. Lo que lo hizo más complicado fue el problema de cómo tratar las distintas clases entre los campesinos en tal forma que los campesinos más pobres pudieran obtener lo que necesitaban y aún así, unir a todos los que fuera posible para apoyar el nuevo Poder. Cada persona recibió tierras: hombres, mujeres o niños, no sólo los esposos. Esta fue una medida muy revolucionaria. Nunca antes las mujeres habían recibido trato de iguales o de propietarias de algo....
Las ciudades
Antes de la revolución, las ciudades de China no fueron menos horrorosas que el campo.
Consideremos a Shanghai, la ciudad más importante de China. Fue una rugiente, pulsante y poblada metrópoli, una de las ciudades más grandes del mundo. Sin embargo Shanghai era varias ciudades diferentes en una, al igual que muchas ciudades del tercer mundo de hoy. Tenía un centro moderno con congestión de tráfico, grandes hoteles estilo occidental y sedes de corporaciones. Había centros comerciales de lujo y tiendas especiales donde los ricos podían comprar productos de todo el mundo. Había centros nocturnos en que oficiales, funcionarios y millonarios se podían entretener, casinos y burdeles para cualquier presupuesto. El francés, el británico y el norteamericano, cada uno, tenía su propio distrito, en que los verdaderos amos de la ciudad podían vivir en mansiones con jardines, sin que los chinos los molestaran. Los chinos trabajaron en barcos y muelles; en bodegas, fábricas, restaurantes, cocinas y tiendas; manejaron bicitaxis y otros vehículos; y en general sirvieron al rico. Vivieron amontonados en cuartuchos por calles y callejones estrechos, sucios y oscuros, o en la calle misma....
A medida que se apoderaba de las ciudades más grandes, una tras otra, el Ejército Rojo marchó sobre los más grandes bancos, fábricas y otros negocios y los tomaron. Organizó el suministro de comida de emergencia desde el campo, cosa interrumpida durante la guerra.
La abundante y muy barata mano de obra provista por el sistema feudal no sólo había mantenido los salarios de hambre sino había trabado la industrialización del país. Como en ese sistema era posible poner a trabajar hasta morir a una interminable cantidad de emigrantes del campo, no se molestó en obtener maquinaria moderna. El tratamiento a muchos trabajadores no difirió en mucho al que recibieron los campesinos. De noche, a las mujeres jóvenes que trabajaron en las fábricas textiles las encerraron con llave como esclavas. Y los amos golpearon a los jóvenes y señores quienes trabajaron en las minas, y trataron a los asnos mucho mejor.
Transformación revolucionaria
El partido puso fin a todo esto de la noche a la mañana. Se abolió el trabajo infantil; se redujo la jornada de trabajo de 12 y 16 horas a 8 horas; los salarios subieron dos o tres veces en los primeros años. Debido a que sabían que su trabajo iba a liberar a China y ayudar a que fuera un bastión de la revolución mundial, los trabajadores ahora se interesaban en la producción y por primera vez se animaban a reorganizarla para hacerla cada vez más eficiente. Todos los trabajadores quienes nunca habían sido más que un par de manos fueron libres para tomar parte en la transformación de la vida social, cultural y política del país. Se animaron a ingresar al Partido Comunista. Formaron sindicatos y otras asociaciones de todos los trabajadores que empezaron a tomar parte en la administración de los lugares de trabajo. Las fábricas construyeron nuevas viviendas, guarderías, cafeterías y otras cosas previamente desconocidas en China.
El millón de prostitutas del país se organizaron en grupos dirigidos por el partido. Antes, con frecuencia las habían vendido o secuestrado; a muchas las habían tenido como prisioneras durante años. Estos nuevos grupos ayudaron a las mujeres a comprender las razones para su opresión y también combatieron cualquier tendencia para que otras personas las despreciaran. Se capacitaron para trabajos en la ciudad o para regresar al campo.
En un tiempo corto, las calles urbanas y los caminos rurales, los cuales habían sido entre los más violentos y peligrosos del mundo, habían llegado a ser relativamente seguros. A los reaccionarios les gustaba decir que para acabar con el crimen, era necesaria una mayor represión del gobierno. China demostró lo contrario: que cuando cambiaron las condiciones que dieron lugar al crimen, la tasa de criminalidad cayó dramáticamente. Además, cuando el pueblo, en especial los pobres, se liberó y empezó a gobernar a la sociedad, pudo ejercer su propia fuerza colectiva contra el crimen. Hoy, los gobernantes reaccionarios de los países donde cientos de miles y hasta millones de personas están detrás de las rejas, suelen decir que el socialismo es una gran cárcel. La verdad es que la China socialista sólo tuvo a unos cuantos miles de personas en prisión, y hubo libertad para ir a donde sea, a cualquier hora, sin miedo.
Las mujeres
En cuanto a la situación de las mujeres, se operaron grandes cambios muy rápidamente. A las mujeres las habían gobernado hombres durante toda la vida: de niñas, sus padres; de jóvenes, sus esposos; y de viudas, sus hijos u otros parientes masculinos. Se solía decir: "Nadie es feliz cuando nace una niña". Esto no era porque los pobres fueran de corazón duro. Algunas personas sintieron que no podían darse el lujo de criar a una niña que era destinada a servir a otra familia.
Los trabajadores y los campesinos sufrieron bajo el yugo del feudalismo, capitalismo e imperialismo, pero las mujeres sufrieron bajo todo eso, además de algo más: las oprimieron porque fueron mujeres. Esto dio a las mujeres tremendo potencial revolucionario. Además, China no podía liberarse completamente del sistema feudal sin derribar uno de sus principales pilares, el patriarcado: el dominio del jefe masculino de familia sobre las mujeres y los niños. Las masas de mujeres fueron una poderosa fuerza para derrocar todas las viejas relaciones sociales, y las ideas retrógradas y los valores morales en que descansaban, muy comunes en la sociedad.
Alguien dijo: "La reforma agraria es buena, la nueva moneda es buena, pero cuando ya no dejan al hombre golpear a su esposa, eso es ir muy lejos". Y para acabar con la violencia hacia las esposas, la solución no fue recurrir a la represión del gobierno. Por ejemplo, durante la reforma agraria, muchos hombres no querían que sus esposas acudieran a las reuniones de las asociaciones de campesinos. Cuando la mujer habló allí, los hombres se rieron con desprecio. El Partido Comunista y las mujeres avanzadas, quienes estaban organizadas en asociaciones femeninas, combatieron estas actitudes retrógradas. Si un hombre golpeaba a su esposa, la asociación femenina de la aldea podría hacerles una visita. Todo mundo podía unirse con la esposa para criticarlo y debatir con él acerca de por qué tal comportamiento servía a la vieja sociedad e iba contra los intereses de los campesinos. En casos extremos, las mujeres pudieron darle al hombre un poco de su propia medicina.
En comparación, en los mismos años, a las mujeres en muchos países europeos todavía no se les permitía votar. En 1950, el divorcio era difícil de obtener para las mujeres en casi todos los países del mundo, no había métodos de control de la natalidad y el aborto era ilegal. Las mujeres en los países ricos hoy apenas están empezando a obtener algunos derechos jurídicos de las mujeres de la China revolucionaria ganados hace dos generaciones. Sin embargo, otra vez, como veremos en el caso de la reforma agraria, la revolución china fue más allá de una simple igualdad jurídica y empezó a eliminar las bases para la desigualdad y la opresión.
Todos estos fueron sólo los primeros pasos por un largo camino.
Lucha en el partido
Desde el inicio, hubo luchas dentro del Partido Comunista de China acerca del camino a seguir. Uno de los más grandes problemas fue cómo alcanzar la modernización. ¿Debería ser poniendo las ganancias al mando y simplemente modernizando el mismo tipo de economía como lo tenía China antes, y así mantener la dependencia del país del mercado mundial controlado por el imperialismo? Eso sería seguir el camino capitalista y podría llevar de regreso a una vida que los trabajadores, campesinos y mujeres odiaron. Con la industria en forma de propiedad de todo el pueblo, había de ser desarrollada en una forma diferente, y no simplemente inyectar recursos en aquellas industrias que generaron las mayores ganancias. La meta de la economía fue producir lo que el pueblo necesitaba e incluso fomentar el desarrollo en todo el país. Esto significó dar prioridad a la agricultura, para así poder alimentar al pueblo, suministrar materias primas a la industria y establecer un mercado para bienes industriales. Era necesario desarrollar un equilibrio entre la industria pesada y la ligera, construir una economía nacional autosuficiente y apoyar la revolución por todo el mundo.
Mao dijo que la revolución de nueva democracia de China había abierto la puerta al capitalismo pero que había abierto aun más la puerta al socialismo. Por ejemplo, la reforma agraria había creado un país de pequeños agricultores, pero la revolución no podía parar allí. Primero, si lo hiciera, algunos que tenían un poco más de tierra, herramientas y animales o sólo un poco más de fuerza de trabajo podrían prosperar, mientras que quienes tenían menos podrían tener que vender su tierra. El funcionamiento del capitalismo habría polarizado el campo en rico y pobre. Segundo, aunque el derrocamiento del feudalismo por los campesinos había comenzado a sacar al campo del estancamiento y pobreza, para el mayor avance de la agricultura fue necesario transformar la pequeña producción individual en colectiva. En tercer lugar, este atraso bloqueó el desarrollo global de la economía socialista.
La necesidad para estos grandes cambios se topó con resistencia desde dentro del partido mismo. Sin embargo Mao sostuvo que el entusiasmo latente de los campesinos para la colectivización podía superar todos los obstáculos.
Antes de la liberación nacional y aún antes de que se consumara la reforma agraria, los campesinos formaron brigadas de ayuda mutua para sembrar y cosechar. A unos cuantos años de la liberación habían formado cooperativas de bajo nivel: cultivaron la tierra juntos y distribuyeron los productos de acuerdo a la cantidad de tierra, herramientas, animales y mano de obra, que cada familia había puesto. Sin embargo, aún necesitaron canales, presas, control de inundaciones, terrazas, zanjas de irrigación, etc. La propiedad individual detenía la capacidad de los campesinos para producir.
A mediados de los años 50, los campesinos formaron cooperativas de alto nivel. Quemaron las escrituras de su tierra porque ahora poseían la tierra, las herramientas y los animales en común. Este fue un proceso en zig-zag, en que cada zona avanzaba a su propio ritmo. En muchos casos, los campesinos se asociaron a una cooperativa, luego se retiraron, después se asociaron a una de nuevo y se alejaron otra vez, de acuerdo a su estado de ánimo y fe en las nuevas cosas. Pero en algunas etapas de este proceso hubo listas de espera de campesinos que deseaban unirse. Cuando los campesinos mancomunaron su tierra y mano de obra, desistiendo de sus anteriores parcelas individuales y trabajando juntos para transformar la tierra, era posible usar tractores y otra maquinaria en zonas donde jamás se había visto un arado de hierro. El desarrollo de la agricultura impulsó el crecimiento de la industria.
El Gran Salto Adelante
China estaba lista para el Gran Salto Adelante.
El nivel básico de gobierno en la China rural es de provincia o municipio. Con la unificación de todas las cooperativas de una provincia, se creó algo nuevo: una unidad económica y política a través de la cual decenas de miles de personas construyeran una vida común. Estas comunas populares constituyeron un paso gigantesco en el movimiento hacia la eliminación de la brecha entre los campesinos y el gobierno, ya que ahora cada vez más ellos mismos podían administrar todo. Aunque las brigadas de trabajo basadas en varias familias fueron todavía la unidad básica, se superaron los confines del clan y de la aldea a medida que estas brigadas llegaron a ser parte de una más amplia organización. Era posible planificar a gran escala la irrigación, control de inundaciones, caminos, etc., en que el conocimiento y la participación de los campesinos jugaban el papel directriz para determinar qué debía de hacerse y cómo.
La política de Mao puso énfasis en las zonas rurales para gradualmente cerrar la brecha entre ciudad y campo y entre trabajadores y campesinos. Con el movimiento de las comunas populares, fue posible cerrar bastante esta brecha construyendo hospitales, escuelas y nuevas industrias en zonas rurales, en vez de sólo expandir las instalaciones existentes en las ciudades, aunque esto último pudiera parecer "más barato" en términos económicos estrechos.
El desarrollo de la industria en el campo no fue posible sin las comunas populares. Se movilizó a mujeres y hombres a tomar la iniciativa de organizar y poner en marcha nuevas fábricas, y encontrar nuevas formas de satisfacer las necesidades del pueblo. El partido dirigió este proceso y el gobierno dio apoyo de acuerdo con los planes económicos globales del país, pero todo dependió de los esfuerzos e iniciativa del pueblo.
El Gran Salto Adelante resolvió muchos problemas e hizo grandes logros, pero tropezó con dificultades. Hubo tres años de sequía muy severa; la Unión Soviética buscó sabotear la economía en venganza por la crítica que hicieron los revolucionarios chinos al camino capitalista que la URSS había tomado bajo Jruschov. Hubo oposición al Salto desde adentro del partido. Los seguidores chinos del camino capitalista aprovecharon estas dificultades para decir que China, también, debía de cambiar de camino.
La revolución, dijeron, había llegado a ser una desviación del verdadero deber del pueblo trabajador: es decir, trabajar. Dijeron que las masas no debían preocuparse por los asuntos del Estado, cómo organizar y administrar sus lugares de trabajo, y si su mano de obra servía o no para liberar paso a paso todas las habilidades del pueblo y en qué dirección la sociedad en conjunto avanzaba.
La Revolución Cultural
Por medio del estudio de las experiencias tanto en la Unión Soviética como en China, Mao y otros revolucionarios chinos llegaron a comprender que el socialismo no pone fin a la lucha entre clases antagónicas. Más bien, una vez eliminadas las antiguas clases dominantes, la batalla se traslada al seno del Partido Comunista mismo. El conflicto entre políticas y estrategias opuestas, entre diferentes caminos, representa una lucha entre clases opuestas. Los trabajadores y campesinos y sus líderes del partido buscan continuar por el camino socialista. Esto significa eliminar, paso a paso, las brechas y desigualdades sociales salidas de la vieja sociedad y las viejas ideas que acompañan estas relaciones, apoyar las revoluciones por todo el mundo, y hacer del país una base de apoyo para el avance al comunismo en todo el mundo. Los comunistas revolucionarios se encontraron en una cerrada batalla de vida o muerte contra aquellos altos líderes del partido quienes representaban una nueva clase explotadora emergente y que buscaban obstinadamente proteger y expandir todas las relaciones viejas y acomodarse al orden mundial imperialista. Estos revisionistas tienen el peso de la tradición de su parte, junto con la posición dominante del imperialismo en el mundo.
Esta lucha se agudizó con la Gran Revolución Cultural Proletaria. En 1966, Mao y los revolucionarios en el partido llamaron a los miembros del partido y a las masas a "cañonear el cuartel general", a criticar a esas políticas capitalistas y a derrocar a aquellos que trataban de imponerlas, y a estudiar y aplicar el marxismo y a tomar la iniciativa de crear nuevas cosas socialistas que pudieran transformar todavía más a la sociedad.
El objetivo inmediato de la Revolución Cultural fue derrocar a esos líderes del partido que trataban de llevar a China por el camino capitalista. Pero como Mao lo explicó, había una meta más profunda también: transformar la concepción del mundo, para que el pueblo pudiera comprender mejor la diferencia entre el marxismo y el revisionismo. Esto significó que había que transformar la forma de pensar, junto con las relaciones económicas y sociales que estas ideas representaron.
Las batallas iniciales de la Revolución Cultural las libraron los Guardias Rojos: intrépidos estudiantes y jóvenes quienes atendieron el llamado de Mao para oponerse a algunos de los más poderosos personajes de China. Pero Mao también exhortó a la clase obrera a tomar la delantera en todo, y luchó para fortalecer la capacidad del partido para dirigir, como representante de los intereses de largo plazo de los trabajadores, a la transformación de la sociedad y del mundo.
En enero de 1967, después de meses de reuniones y debates feroces para deslindar los campos, rebeldes de las fábricas, de las barriadas y de las escuelas de Shanghai, dirigidos por miembros revolucionarios del partido, echaron a la vieja administración de la ciudad, la cual había sido una fortaleza de los seguidores del camino capitalista. Reemplazaron la vieja administración con una nueva combinación triple: representantes de las organizaciones rebeldes, líderes revolucionarios del partido y representantes del Ejército Rojo. Las masas habían tomado el Poder de una manera omnímoda y desde abajo. Para fines de 1968, se habían formado estos comités revolucionarios en todo el país.
Millones de jóvenes educados llevaron la Revolución Cultural al campo. Muchos permanecieron allí. Los habitantes de las ciudades que no trabajaban con las manos también fueron por plazos a trabajar en el campo, a conocer a los campesinos y comprender mejor sus necesidades, y a ayudar a transformar su propia concepción del mundo.
Comités de tres en uno de trabajadores, técnicos y gerentes administraron las fábricas; en hospitales los comités los formaron doctores, trabajadores y representantes de los pacientes. Como Mao predijo, cuando se revolucionara el papel jugado por los trabajadores en la producción, cuando éstos empezaran a actuar como pensadores y administradores y no sólo como un par de manos, y cuando se revolucionara la forma de pensar de todos, también se liberaría la producción. En una refinería petrolera de Shanghai, cuyos gases contaminaban el aire, los trabajadores estudiaron con detenimiento el problema, incluidos los detalles más técnicos, y descubrieron cómo reciclar los gases y usarlos para la manufactura de los químicos que se usan en ropa, plásticos y medicinas. Había parecido más económico que las plantas simplemente arrojaran los venenos al aire, pues eso hizo que unas plantas parecieran más rentables, requiriera menos esfuerzo de los trabajadores e incluso en algunos casos pusiera más fondos a su disposición. Pero todo eso, los trabajadores demostraron, no fue lo que era mejor para la sociedad o incluso la economía en conjunto.
Las actividades culturales chinas, como películas, obras de teatro, ópera, libros, etc., eran un bastión de los seguidores del camino capitalista y un remanente de la vieja sociedad, y su dominio de las ideas y la concepción del mundo en la esfera de la cultura fue un gran obstáculo para la mayor revolucionarización de la sociedad. Mao dijo que "si el Ministerio de Cultura rehúsa transformarse, tiene que cambiar su nombre por el de ministerio de emperadores y reyes, generales y cortesanos, de letrados y beldades, o de extranjeros de museo".
Chiang Ching avanzó como importante líder del partido por derecho propio. Jugó un papel importante dirigiendo un levantamiento de masas para derrocar a los seguidores del camino capitalista dondequiera que tenían el Poder. También hizo una contribución especial a la revolución en la cultura. La ópera fue muy popular y aún fue necesario transformarla. En una reunión con 5000 representantes de compañías de ópera de todo el país, lanzó una pregunta polémica: que si deseaban servir a los intereses de las masas, o al puñado de seguidores del camino capitalista que representaban la persistencia de los males de la vieja sociedad. "Los cereales que comemos son el producto del trabajo del campesino, los obreros hacen la ropa que usamos y las casas que habitamos, y el Ejército Popular mantiene guardia en los frentes de defensa nacional por nosotros, y aún así no los representamos en el escenario. ¿Me permiten preguntarles qué posición de clase toman ustedes los artistas?". La tarea central en la ópera, dijo, era crear heroínas y héroes revolucionarios y en especial producir algunas operas avanzadas como modelos para la ópera y la cultura en general.
Con la Revolución Cultural, se remozó completamente la enseñanza. Se establecieron universidades en el campo, para que maestros y estudiantes pudieran aprender unos de otros y de las masas y formar graduados con estrechos lazos con las masas y con entrenamiento científico: en otras palabras, tanto rojos como expertos.
Conclusión
¿Qué hizo posible todo esto? El liderato de un Partido Comunista guiado por la ideología que hoy llamamos marxismo-leninismo-maoísmo. Ese partido dirigió una guerra revolucionaria que destruyó el Poder de las viejas clases dominantes y lo puso en manos del pueblo. Hizo de esa ideología la propiedad de los desposeídos y los dirigió a continuar la revolución, paso a paso, hacia la liberación de la humanidad.
China siguió siendo un país pobre, pero su socialismo fue un sistema superior.
Fue capaz de satisfacer las necesidades del pueblo. Desde los primeros días después de la liberación, todos tenían garantizados comida, vestido, combustible, un entierro digno y educación, trabajaran o no. Nadie tenía que preocuparse acerca de lo que podría suceder a sus hijos. En resumen, dejaron de ser esclavos sin pan y se podrían desarrollar plenamente como seres humanos.
Este desarrollo tuvo lugar en una forma que nunca podría ocurrir en un país capitalista. Fue posible satisfacer las necesidades del pueblo, sin explotar a nadie de otros países, una explotación que es el secreto tras el alto nivel de vida en los países imperialistas. En lugar de polarizar al país cada vez más entre una rica minoría y una pobre mayoría, la revolución fue reduciendo las brechas y desigualdades en la sociedad, entre ciudad y campo, entre trabajadores y campesinos, entre trabajo intelectual y trabajo manual, y entre hombres y mujeres. Aunque aún no fue posible que todos simplemente consiguieran todo lo que necesitaran, sin diferencias, todos pudieron acceder a muchas necesidades básicas gratis o muy baratas.
La Revolución Cultural no pudo poner fin a todas las desigualdades y contradicciones sociales. Como Mao dijo, no sería posible alcanzar el comunismo hasta que las clases fueran abolidas, no sólo en China sino en todo el mundo. Mientras que las clases existan, la línea que el partido siga lo decide todo, o en otras palabras, la dirección en que la sociedad avance.
Los seguidores del camino capitalista dieron un golpe de Estado militar, arrestaron a los más cercanos camaradas de Mao, siendo Chiang Ching y Chang Chung-chiao los más avanzados entre ellos, y desataron una ola de terror contra los revolucionarios. Arrebataron el Poder a las masas.
Las nuevas clases dominantes deshicieron todo. Desmantelaron las comunas populares. Hoy, unos pocos campesinos se han enriquecido y cien millones o más recorren el país, sin casa y hambrientos, en busca de trabajo. Le han arrebatado el control de las cosas a los trabajadores y les han ordenado callarse y agradecer que tienen empleo, si es que tengan la "buena fortuna" de hallar empleo en algo que los imperialistas encuentren rentable. La llamada "modernización" de China ha significado parar mucha industria pesada y dejar a mucha gente en la calle para valerse por sí misma. Donde han surgido nuevas industrias, de costura y televisiones por ejemplo, ha significado el empleo de mano de obra barata bajo la bota del capital extranjero y con frecuencia del mercado extranjero. El trabajo considerado peligroso y duro por los países ricos se hace en países como China, donde los venenos industriales y desechos tóxicos están por doquier. Los nuevos gobernantes administran al país para beneficio de los imperialistas de quienes la economía depende cada día más.
China tiene ahora una de las tasas de corrupción más altas del mundo en todas las esferas. Ha habido importantes levantamientos campesinos contra la pesada carga de impuestos y otras nuevas formas de explotación. La tasa de infanticidio de niñas es alarmante. La prostitución y la adicción a las drogas aparecen una vez más en forma desenfrenada. El SIDA amenaza con rivalizar o hasta superar las epidemias de antes de 1949.
Puede que los seguidores del camino capitalista quienes se han apoderado del Partido Comunista estén al mando, mientras que eso les convenga a sus amos extranjeros, pero el Partido Comunista no tiene nada en absoluto de comunista. Una vez más, el pueblo chino tendrá que tomar el Poder, con fusiles en mano, con el respaldo de los revolucionarios y los pueblos del mundo. Pero el pueblo chino, y nosotros, no tenemos que empezar desde cero, porque tenemos la experiencia del socialismo, la línea y las lecciones de ese ejemplo viviente, desarrollado mediante la lucha de cientos de millones. Fue una revolución que logró mucho más que ninguna otra antes. Esa experiencia es la herencia común de los pueblos del mundo, un luminoso ejemplo de la superioridad del sistema socialista.
La situación en el campo
La abrumadora mayoría del pueblo eran campesinos que trabajaban la tierra; no obstante, tenían poca o ninguna tierra propia. Eran como alguien parado en piedras resbaladizas con el agua hasta el cuello: mientras que todo iba bien, podría sobrevivir, pero, con la ola más pequeña, se ahogaría. En años de vacas flacas, comieron hojas y corteza, pidieron comida en los templos y murieron de frío. En algunos años murieron millones.
Después de que el ejército revolucionario derrotó a los ejércitos de Chiang Kai-shek y a las fuerzas terratenientes, rápidamente derrocó al sistema feudal. En realidad, comenzó a derrocarlos en las zonas liberadas antes de la victoria nacional, y después recorrió el país como un río que revienta una presa. Brigadas de trabajo dirigidas por el partido fueron a las aldeas para organizar largas y profundas discusiones con los campesinos acerca de las condiciones y sus problemas. El partido les dijo a los campesinos que debían de sublevarse, organizarse y tomar la tierra. Los campesinos sostuvieron grandes protestas contra los terratenientes y sus esbirros, y organizaron reuniones de "agravios". Se cancelaron las deudas con terratenientes y usureros. Los terratenientes tenían que regresar lo que habían robado. Aquellos que habían cometido los crímenes más serios contra el pueblo fueron castigados; si no, aquellos a que habían pisoteado no se hubieran atrevido a hablar.
Los campesinos mismos repartieron la tierra, herramientas y animales en reuniones de masas en que todos daban su opinión. Lo que lo hizo más complicado fue el problema de cómo tratar las distintas clases entre los campesinos en tal forma que los campesinos más pobres pudieran obtener lo que necesitaban y aún así, unir a todos los que fuera posible para apoyar el nuevo Poder. Cada persona recibió tierras: hombres, mujeres o niños, no sólo los esposos. Esta fue una medida muy revolucionaria. Nunca antes las mujeres habían recibido trato de iguales o de propietarias de algo....
Las ciudades
Antes de la revolución, las ciudades de China no fueron menos horrorosas que el campo.
Consideremos a Shanghai, la ciudad más importante de China. Fue una rugiente, pulsante y poblada metrópoli, una de las ciudades más grandes del mundo. Sin embargo Shanghai era varias ciudades diferentes en una, al igual que muchas ciudades del tercer mundo de hoy. Tenía un centro moderno con congestión de tráfico, grandes hoteles estilo occidental y sedes de corporaciones. Había centros comerciales de lujo y tiendas especiales donde los ricos podían comprar productos de todo el mundo. Había centros nocturnos en que oficiales, funcionarios y millonarios se podían entretener, casinos y burdeles para cualquier presupuesto. El francés, el británico y el norteamericano, cada uno, tenía su propio distrito, en que los verdaderos amos de la ciudad podían vivir en mansiones con jardines, sin que los chinos los molestaran. Los chinos trabajaron en barcos y muelles; en bodegas, fábricas, restaurantes, cocinas y tiendas; manejaron bicitaxis y otros vehículos; y en general sirvieron al rico. Vivieron amontonados en cuartuchos por calles y callejones estrechos, sucios y oscuros, o en la calle misma....
A medida que se apoderaba de las ciudades más grandes, una tras otra, el Ejército Rojo marchó sobre los más grandes bancos, fábricas y otros negocios y los tomaron. Organizó el suministro de comida de emergencia desde el campo, cosa interrumpida durante la guerra.
La abundante y muy barata mano de obra provista por el sistema feudal no sólo había mantenido los salarios de hambre sino había trabado la industrialización del país. Como en ese sistema era posible poner a trabajar hasta morir a una interminable cantidad de emigrantes del campo, no se molestó en obtener maquinaria moderna. El tratamiento a muchos trabajadores no difirió en mucho al que recibieron los campesinos. De noche, a las mujeres jóvenes que trabajaron en las fábricas textiles las encerraron con llave como esclavas. Y los amos golpearon a los jóvenes y señores quienes trabajaron en las minas, y trataron a los asnos mucho mejor.
Transformación revolucionaria
El partido puso fin a todo esto de la noche a la mañana. Se abolió el trabajo infantil; se redujo la jornada de trabajo de 12 y 16 horas a 8 horas; los salarios subieron dos o tres veces en los primeros años. Debido a que sabían que su trabajo iba a liberar a China y ayudar a que fuera un bastión de la revolución mundial, los trabajadores ahora se interesaban en la producción y por primera vez se animaban a reorganizarla para hacerla cada vez más eficiente. Todos los trabajadores quienes nunca habían sido más que un par de manos fueron libres para tomar parte en la transformación de la vida social, cultural y política del país. Se animaron a ingresar al Partido Comunista. Formaron sindicatos y otras asociaciones de todos los trabajadores que empezaron a tomar parte en la administración de los lugares de trabajo. Las fábricas construyeron nuevas viviendas, guarderías, cafeterías y otras cosas previamente desconocidas en China.
El millón de prostitutas del país se organizaron en grupos dirigidos por el partido. Antes, con frecuencia las habían vendido o secuestrado; a muchas las habían tenido como prisioneras durante años. Estos nuevos grupos ayudaron a las mujeres a comprender las razones para su opresión y también combatieron cualquier tendencia para que otras personas las despreciaran. Se capacitaron para trabajos en la ciudad o para regresar al campo.
En un tiempo corto, las calles urbanas y los caminos rurales, los cuales habían sido entre los más violentos y peligrosos del mundo, habían llegado a ser relativamente seguros. A los reaccionarios les gustaba decir que para acabar con el crimen, era necesaria una mayor represión del gobierno. China demostró lo contrario: que cuando cambiaron las condiciones que dieron lugar al crimen, la tasa de criminalidad cayó dramáticamente. Además, cuando el pueblo, en especial los pobres, se liberó y empezó a gobernar a la sociedad, pudo ejercer su propia fuerza colectiva contra el crimen. Hoy, los gobernantes reaccionarios de los países donde cientos de miles y hasta millones de personas están detrás de las rejas, suelen decir que el socialismo es una gran cárcel. La verdad es que la China socialista sólo tuvo a unos cuantos miles de personas en prisión, y hubo libertad para ir a donde sea, a cualquier hora, sin miedo.
Las mujeres
En cuanto a la situación de las mujeres, se operaron grandes cambios muy rápidamente. A las mujeres las habían gobernado hombres durante toda la vida: de niñas, sus padres; de jóvenes, sus esposos; y de viudas, sus hijos u otros parientes masculinos. Se solía decir: "Nadie es feliz cuando nace una niña". Esto no era porque los pobres fueran de corazón duro. Algunas personas sintieron que no podían darse el lujo de criar a una niña que era destinada a servir a otra familia.
Los trabajadores y los campesinos sufrieron bajo el yugo del feudalismo, capitalismo e imperialismo, pero las mujeres sufrieron bajo todo eso, además de algo más: las oprimieron porque fueron mujeres. Esto dio a las mujeres tremendo potencial revolucionario. Además, China no podía liberarse completamente del sistema feudal sin derribar uno de sus principales pilares, el patriarcado: el dominio del jefe masculino de familia sobre las mujeres y los niños. Las masas de mujeres fueron una poderosa fuerza para derrocar todas las viejas relaciones sociales, y las ideas retrógradas y los valores morales en que descansaban, muy comunes en la sociedad.
Alguien dijo: "La reforma agraria es buena, la nueva moneda es buena, pero cuando ya no dejan al hombre golpear a su esposa, eso es ir muy lejos". Y para acabar con la violencia hacia las esposas, la solución no fue recurrir a la represión del gobierno. Por ejemplo, durante la reforma agraria, muchos hombres no querían que sus esposas acudieran a las reuniones de las asociaciones de campesinos. Cuando la mujer habló allí, los hombres se rieron con desprecio. El Partido Comunista y las mujeres avanzadas, quienes estaban organizadas en asociaciones femeninas, combatieron estas actitudes retrógradas. Si un hombre golpeaba a su esposa, la asociación femenina de la aldea podría hacerles una visita. Todo mundo podía unirse con la esposa para criticarlo y debatir con él acerca de por qué tal comportamiento servía a la vieja sociedad e iba contra los intereses de los campesinos. En casos extremos, las mujeres pudieron darle al hombre un poco de su propia medicina.
En comparación, en los mismos años, a las mujeres en muchos países europeos todavía no se les permitía votar. En 1950, el divorcio era difícil de obtener para las mujeres en casi todos los países del mundo, no había métodos de control de la natalidad y el aborto era ilegal. Las mujeres en los países ricos hoy apenas están empezando a obtener algunos derechos jurídicos de las mujeres de la China revolucionaria ganados hace dos generaciones. Sin embargo, otra vez, como veremos en el caso de la reforma agraria, la revolución china fue más allá de una simple igualdad jurídica y empezó a eliminar las bases para la desigualdad y la opresión.
Todos estos fueron sólo los primeros pasos por un largo camino.
Lucha en el partido
Desde el inicio, hubo luchas dentro del Partido Comunista de China acerca del camino a seguir. Uno de los más grandes problemas fue cómo alcanzar la modernización. ¿Debería ser poniendo las ganancias al mando y simplemente modernizando el mismo tipo de economía como lo tenía China antes, y así mantener la dependencia del país del mercado mundial controlado por el imperialismo? Eso sería seguir el camino capitalista y podría llevar de regreso a una vida que los trabajadores, campesinos y mujeres odiaron. Con la industria en forma de propiedad de todo el pueblo, había de ser desarrollada en una forma diferente, y no simplemente inyectar recursos en aquellas industrias que generaron las mayores ganancias. La meta de la economía fue producir lo que el pueblo necesitaba e incluso fomentar el desarrollo en todo el país. Esto significó dar prioridad a la agricultura, para así poder alimentar al pueblo, suministrar materias primas a la industria y establecer un mercado para bienes industriales. Era necesario desarrollar un equilibrio entre la industria pesada y la ligera, construir una economía nacional autosuficiente y apoyar la revolución por todo el mundo.
Mao dijo que la revolución de nueva democracia de China había abierto la puerta al capitalismo pero que había abierto aun más la puerta al socialismo. Por ejemplo, la reforma agraria había creado un país de pequeños agricultores, pero la revolución no podía parar allí. Primero, si lo hiciera, algunos que tenían un poco más de tierra, herramientas y animales o sólo un poco más de fuerza de trabajo podrían prosperar, mientras que quienes tenían menos podrían tener que vender su tierra. El funcionamiento del capitalismo habría polarizado el campo en rico y pobre. Segundo, aunque el derrocamiento del feudalismo por los campesinos había comenzado a sacar al campo del estancamiento y pobreza, para el mayor avance de la agricultura fue necesario transformar la pequeña producción individual en colectiva. En tercer lugar, este atraso bloqueó el desarrollo global de la economía socialista.
La necesidad para estos grandes cambios se topó con resistencia desde dentro del partido mismo. Sin embargo Mao sostuvo que el entusiasmo latente de los campesinos para la colectivización podía superar todos los obstáculos.
Antes de la liberación nacional y aún antes de que se consumara la reforma agraria, los campesinos formaron brigadas de ayuda mutua para sembrar y cosechar. A unos cuantos años de la liberación habían formado cooperativas de bajo nivel: cultivaron la tierra juntos y distribuyeron los productos de acuerdo a la cantidad de tierra, herramientas, animales y mano de obra, que cada familia había puesto. Sin embargo, aún necesitaron canales, presas, control de inundaciones, terrazas, zanjas de irrigación, etc. La propiedad individual detenía la capacidad de los campesinos para producir.
A mediados de los años 50, los campesinos formaron cooperativas de alto nivel. Quemaron las escrituras de su tierra porque ahora poseían la tierra, las herramientas y los animales en común. Este fue un proceso en zig-zag, en que cada zona avanzaba a su propio ritmo. En muchos casos, los campesinos se asociaron a una cooperativa, luego se retiraron, después se asociaron a una de nuevo y se alejaron otra vez, de acuerdo a su estado de ánimo y fe en las nuevas cosas. Pero en algunas etapas de este proceso hubo listas de espera de campesinos que deseaban unirse. Cuando los campesinos mancomunaron su tierra y mano de obra, desistiendo de sus anteriores parcelas individuales y trabajando juntos para transformar la tierra, era posible usar tractores y otra maquinaria en zonas donde jamás se había visto un arado de hierro. El desarrollo de la agricultura impulsó el crecimiento de la industria.
El Gran Salto Adelante
China estaba lista para el Gran Salto Adelante.
El nivel básico de gobierno en la China rural es de provincia o municipio. Con la unificación de todas las cooperativas de una provincia, se creó algo nuevo: una unidad económica y política a través de la cual decenas de miles de personas construyeran una vida común. Estas comunas populares constituyeron un paso gigantesco en el movimiento hacia la eliminación de la brecha entre los campesinos y el gobierno, ya que ahora cada vez más ellos mismos podían administrar todo. Aunque las brigadas de trabajo basadas en varias familias fueron todavía la unidad básica, se superaron los confines del clan y de la aldea a medida que estas brigadas llegaron a ser parte de una más amplia organización. Era posible planificar a gran escala la irrigación, control de inundaciones, caminos, etc., en que el conocimiento y la participación de los campesinos jugaban el papel directriz para determinar qué debía de hacerse y cómo.
La política de Mao puso énfasis en las zonas rurales para gradualmente cerrar la brecha entre ciudad y campo y entre trabajadores y campesinos. Con el movimiento de las comunas populares, fue posible cerrar bastante esta brecha construyendo hospitales, escuelas y nuevas industrias en zonas rurales, en vez de sólo expandir las instalaciones existentes en las ciudades, aunque esto último pudiera parecer "más barato" en términos económicos estrechos.
El desarrollo de la industria en el campo no fue posible sin las comunas populares. Se movilizó a mujeres y hombres a tomar la iniciativa de organizar y poner en marcha nuevas fábricas, y encontrar nuevas formas de satisfacer las necesidades del pueblo. El partido dirigió este proceso y el gobierno dio apoyo de acuerdo con los planes económicos globales del país, pero todo dependió de los esfuerzos e iniciativa del pueblo.
El Gran Salto Adelante resolvió muchos problemas e hizo grandes logros, pero tropezó con dificultades. Hubo tres años de sequía muy severa; la Unión Soviética buscó sabotear la economía en venganza por la crítica que hicieron los revolucionarios chinos al camino capitalista que la URSS había tomado bajo Jruschov. Hubo oposición al Salto desde adentro del partido. Los seguidores chinos del camino capitalista aprovecharon estas dificultades para decir que China, también, debía de cambiar de camino.
La revolución, dijeron, había llegado a ser una desviación del verdadero deber del pueblo trabajador: es decir, trabajar. Dijeron que las masas no debían preocuparse por los asuntos del Estado, cómo organizar y administrar sus lugares de trabajo, y si su mano de obra servía o no para liberar paso a paso todas las habilidades del pueblo y en qué dirección la sociedad en conjunto avanzaba.
La Revolución Cultural
Por medio del estudio de las experiencias tanto en la Unión Soviética como en China, Mao y otros revolucionarios chinos llegaron a comprender que el socialismo no pone fin a la lucha entre clases antagónicas. Más bien, una vez eliminadas las antiguas clases dominantes, la batalla se traslada al seno del Partido Comunista mismo. El conflicto entre políticas y estrategias opuestas, entre diferentes caminos, representa una lucha entre clases opuestas. Los trabajadores y campesinos y sus líderes del partido buscan continuar por el camino socialista. Esto significa eliminar, paso a paso, las brechas y desigualdades sociales salidas de la vieja sociedad y las viejas ideas que acompañan estas relaciones, apoyar las revoluciones por todo el mundo, y hacer del país una base de apoyo para el avance al comunismo en todo el mundo. Los comunistas revolucionarios se encontraron en una cerrada batalla de vida o muerte contra aquellos altos líderes del partido quienes representaban una nueva clase explotadora emergente y que buscaban obstinadamente proteger y expandir todas las relaciones viejas y acomodarse al orden mundial imperialista. Estos revisionistas tienen el peso de la tradición de su parte, junto con la posición dominante del imperialismo en el mundo.
Esta lucha se agudizó con la Gran Revolución Cultural Proletaria. En 1966, Mao y los revolucionarios en el partido llamaron a los miembros del partido y a las masas a "cañonear el cuartel general", a criticar a esas políticas capitalistas y a derrocar a aquellos que trataban de imponerlas, y a estudiar y aplicar el marxismo y a tomar la iniciativa de crear nuevas cosas socialistas que pudieran transformar todavía más a la sociedad.
El objetivo inmediato de la Revolución Cultural fue derrocar a esos líderes del partido que trataban de llevar a China por el camino capitalista. Pero como Mao lo explicó, había una meta más profunda también: transformar la concepción del mundo, para que el pueblo pudiera comprender mejor la diferencia entre el marxismo y el revisionismo. Esto significó que había que transformar la forma de pensar, junto con las relaciones económicas y sociales que estas ideas representaron.
Las batallas iniciales de la Revolución Cultural las libraron los Guardias Rojos: intrépidos estudiantes y jóvenes quienes atendieron el llamado de Mao para oponerse a algunos de los más poderosos personajes de China. Pero Mao también exhortó a la clase obrera a tomar la delantera en todo, y luchó para fortalecer la capacidad del partido para dirigir, como representante de los intereses de largo plazo de los trabajadores, a la transformación de la sociedad y del mundo.
En enero de 1967, después de meses de reuniones y debates feroces para deslindar los campos, rebeldes de las fábricas, de las barriadas y de las escuelas de Shanghai, dirigidos por miembros revolucionarios del partido, echaron a la vieja administración de la ciudad, la cual había sido una fortaleza de los seguidores del camino capitalista. Reemplazaron la vieja administración con una nueva combinación triple: representantes de las organizaciones rebeldes, líderes revolucionarios del partido y representantes del Ejército Rojo. Las masas habían tomado el Poder de una manera omnímoda y desde abajo. Para fines de 1968, se habían formado estos comités revolucionarios en todo el país.
Millones de jóvenes educados llevaron la Revolución Cultural al campo. Muchos permanecieron allí. Los habitantes de las ciudades que no trabajaban con las manos también fueron por plazos a trabajar en el campo, a conocer a los campesinos y comprender mejor sus necesidades, y a ayudar a transformar su propia concepción del mundo.
Comités de tres en uno de trabajadores, técnicos y gerentes administraron las fábricas; en hospitales los comités los formaron doctores, trabajadores y representantes de los pacientes. Como Mao predijo, cuando se revolucionara el papel jugado por los trabajadores en la producción, cuando éstos empezaran a actuar como pensadores y administradores y no sólo como un par de manos, y cuando se revolucionara la forma de pensar de todos, también se liberaría la producción. En una refinería petrolera de Shanghai, cuyos gases contaminaban el aire, los trabajadores estudiaron con detenimiento el problema, incluidos los detalles más técnicos, y descubrieron cómo reciclar los gases y usarlos para la manufactura de los químicos que se usan en ropa, plásticos y medicinas. Había parecido más económico que las plantas simplemente arrojaran los venenos al aire, pues eso hizo que unas plantas parecieran más rentables, requiriera menos esfuerzo de los trabajadores e incluso en algunos casos pusiera más fondos a su disposición. Pero todo eso, los trabajadores demostraron, no fue lo que era mejor para la sociedad o incluso la economía en conjunto.
Las actividades culturales chinas, como películas, obras de teatro, ópera, libros, etc., eran un bastión de los seguidores del camino capitalista y un remanente de la vieja sociedad, y su dominio de las ideas y la concepción del mundo en la esfera de la cultura fue un gran obstáculo para la mayor revolucionarización de la sociedad. Mao dijo que "si el Ministerio de Cultura rehúsa transformarse, tiene que cambiar su nombre por el de ministerio de emperadores y reyes, generales y cortesanos, de letrados y beldades, o de extranjeros de museo".
Chiang Ching avanzó como importante líder del partido por derecho propio. Jugó un papel importante dirigiendo un levantamiento de masas para derrocar a los seguidores del camino capitalista dondequiera que tenían el Poder. También hizo una contribución especial a la revolución en la cultura. La ópera fue muy popular y aún fue necesario transformarla. En una reunión con 5000 representantes de compañías de ópera de todo el país, lanzó una pregunta polémica: que si deseaban servir a los intereses de las masas, o al puñado de seguidores del camino capitalista que representaban la persistencia de los males de la vieja sociedad. "Los cereales que comemos son el producto del trabajo del campesino, los obreros hacen la ropa que usamos y las casas que habitamos, y el Ejército Popular mantiene guardia en los frentes de defensa nacional por nosotros, y aún así no los representamos en el escenario. ¿Me permiten preguntarles qué posición de clase toman ustedes los artistas?". La tarea central en la ópera, dijo, era crear heroínas y héroes revolucionarios y en especial producir algunas operas avanzadas como modelos para la ópera y la cultura en general.
Con la Revolución Cultural, se remozó completamente la enseñanza. Se establecieron universidades en el campo, para que maestros y estudiantes pudieran aprender unos de otros y de las masas y formar graduados con estrechos lazos con las masas y con entrenamiento científico: en otras palabras, tanto rojos como expertos.
Conclusión
¿Qué hizo posible todo esto? El liderato de un Partido Comunista guiado por la ideología que hoy llamamos marxismo-leninismo-maoísmo. Ese partido dirigió una guerra revolucionaria que destruyó el Poder de las viejas clases dominantes y lo puso en manos del pueblo. Hizo de esa ideología la propiedad de los desposeídos y los dirigió a continuar la revolución, paso a paso, hacia la liberación de la humanidad.
China siguió siendo un país pobre, pero su socialismo fue un sistema superior.
Fue capaz de satisfacer las necesidades del pueblo. Desde los primeros días después de la liberación, todos tenían garantizados comida, vestido, combustible, un entierro digno y educación, trabajaran o no. Nadie tenía que preocuparse acerca de lo que podría suceder a sus hijos. En resumen, dejaron de ser esclavos sin pan y se podrían desarrollar plenamente como seres humanos.
Este desarrollo tuvo lugar en una forma que nunca podría ocurrir en un país capitalista. Fue posible satisfacer las necesidades del pueblo, sin explotar a nadie de otros países, una explotación que es el secreto tras el alto nivel de vida en los países imperialistas. En lugar de polarizar al país cada vez más entre una rica minoría y una pobre mayoría, la revolución fue reduciendo las brechas y desigualdades en la sociedad, entre ciudad y campo, entre trabajadores y campesinos, entre trabajo intelectual y trabajo manual, y entre hombres y mujeres. Aunque aún no fue posible que todos simplemente consiguieran todo lo que necesitaran, sin diferencias, todos pudieron acceder a muchas necesidades básicas gratis o muy baratas.
La Revolución Cultural no pudo poner fin a todas las desigualdades y contradicciones sociales. Como Mao dijo, no sería posible alcanzar el comunismo hasta que las clases fueran abolidas, no sólo en China sino en todo el mundo. Mientras que las clases existan, la línea que el partido siga lo decide todo, o en otras palabras, la dirección en que la sociedad avance.
Los seguidores del camino capitalista dieron un golpe de Estado militar, arrestaron a los más cercanos camaradas de Mao, siendo Chiang Ching y Chang Chung-chiao los más avanzados entre ellos, y desataron una ola de terror contra los revolucionarios. Arrebataron el Poder a las masas.
Las nuevas clases dominantes deshicieron todo. Desmantelaron las comunas populares. Hoy, unos pocos campesinos se han enriquecido y cien millones o más recorren el país, sin casa y hambrientos, en busca de trabajo. Le han arrebatado el control de las cosas a los trabajadores y les han ordenado callarse y agradecer que tienen empleo, si es que tengan la "buena fortuna" de hallar empleo en algo que los imperialistas encuentren rentable. La llamada "modernización" de China ha significado parar mucha industria pesada y dejar a mucha gente en la calle para valerse por sí misma. Donde han surgido nuevas industrias, de costura y televisiones por ejemplo, ha significado el empleo de mano de obra barata bajo la bota del capital extranjero y con frecuencia del mercado extranjero. El trabajo considerado peligroso y duro por los países ricos se hace en países como China, donde los venenos industriales y desechos tóxicos están por doquier. Los nuevos gobernantes administran al país para beneficio de los imperialistas de quienes la economía depende cada día más.
China tiene ahora una de las tasas de corrupción más altas del mundo en todas las esferas. Ha habido importantes levantamientos campesinos contra la pesada carga de impuestos y otras nuevas formas de explotación. La tasa de infanticidio de niñas es alarmante. La prostitución y la adicción a las drogas aparecen una vez más en forma desenfrenada. El SIDA amenaza con rivalizar o hasta superar las epidemias de antes de 1949.
Puede que los seguidores del camino capitalista quienes se han apoderado del Partido Comunista estén al mando, mientras que eso les convenga a sus amos extranjeros, pero el Partido Comunista no tiene nada en absoluto de comunista. Una vez más, el pueblo chino tendrá que tomar el Poder, con fusiles en mano, con el respaldo de los revolucionarios y los pueblos del mundo. Pero el pueblo chino, y nosotros, no tenemos que empezar desde cero, porque tenemos la experiencia del socialismo, la línea y las lecciones de ese ejemplo viviente, desarrollado mediante la lucha de cientos de millones. Fue una revolución que logró mucho más que ninguna otra antes. Esa experiencia es la herencia común de los pueblos del mundo, un luminoso ejemplo de la superioridad del sistema socialista.