FRENTE ÚNICO POR LA ESTATIZACIÓN SIN PAGO DEL GRAN CAPITAL
FRENTE UNICO DE LOS TRABAJADORES
POR LA ESTATIZACION SIN PAGO DEL GRAN CAPITAL
PARA CREAR TRABAJO DIGNO Y ACABAR CON LA POBREZA
Hace poco más de dos meses entró en funciones el actual gobierno de coalición entre la alianza electoral Gana Perú (Partido Nacionalista + partidos tradicionales de izquierda) y Perú Posible. Producto de este acuerdo la alianza vencedora ha obtenido un amplio respaldo en el Congreso y algunos importantes cuadros toledistas forman parte de este gobierno: Gral. Daniel Mora - Ministro de Defensa, Kurt Burneo – Ministro de la Producción (ex Jefe del Equipo Económico de PP, Viceministro de Hacienda de Toledo, Presidente del Directorio del Banco de la Nación y del Banco Central de Reserva), Rudecindo Vega - Ministro de Trabajo (ex Ministro de Vivienda de PP). Junto a ellos, otros notables personajes de la política burguesa como: Salomón Lerner Ghitis (Viceministro de Comercio Exterior durante la dictadura de Morales Bermúdez, asesor presidencial de Alejandro Toledo) encabeza el Consejo de Ministros y Miguel Castilla Rubio es Ministro de Economía (ex - funcionario del Banco Mundial y de la Corporación Andina de Fomento durante el gobierno aprista, asesor del Ministerio de Economía en 2006 y Viceministro de Hacienda en 2010). Rudecindo Vega no dudó un momento en declarar a la prensa que en su Ministerio “no habrá políticas pro trabajador” (15 de agosto - Diario oficial El Peruano). La participación en este Ministerio de Pablo Checa Ledesma (ex Secretario General adjunto de la CGTP) resulta muy significativa acerca del rol obsecuente que cumple la más alta burocracia sindical.
La cristalización de la convergencia PNP – PP, que abarca los ámbitos regional, parlamentario y Ejecutivo, no sorprendió finalmente a nadie. Dos semanas antes de la primera vuelta electoral del 10 abril, la candidatura del nacionalismo burgués había difundido el documento “Compromiso de Ollanta Humala con el pueblo peruano”, luego desarrollado en la llamada “Hoja de Ruta” (mayo). En esta última Gana Perú convocaba a un “Gobierno de Concertación Nacional”.
Como explicamos oportunamente (en Revolución Socialista Nº 7, mayo 2011), el “Compromiso” del mes de marzo representó el desnudamiento del humalismo como opción neoliberal y su juramento de importantes beneficios al ala derecha de la burguesía peruana, particularmente en forma de novedosa alianza con el partido de Toledo, ex-gobierno antipopular y pro-imperialista de ingrata recordación. Ese texto prometía respaldar la rapiña del gran capital nacional y transnacional, respetar los Tratados de Libre Comercio y los contratos perjudiciales para el país, gobernar de la mano con los capitalistas y las altas cúpulas sindicales, al mismo tiempo que declaraba sus intenciones de mejorar la salud, la educación, los salarios y algunos servicios por medio de un nuevo impuesto a las empresas mineras. Meses después comprobamos de sobra tanto las realidades como la demagogia del discurso: el gobierno ha garantizado el mantenimiento del despojo transnacional, ha asegurado a los empresarios de la CONFIEP la conservación de todos sus privilegios, ha aplicado un pequeño impuesto minero que no podrá solucionar las gravísimas carencias populares, pero eso sí, ha deslizado algunas migajas legales a cambio de que hoy las burocracias de la CGTP y la CUT sofoquen las demandas de sus bases y se sumerjan en una completa servidumbre hacia los políticos humalistas. Entretanto, si continuamos revisando las falsas promesas iniciales, constatamos que ni ha bajado el precio del gas ni habrá 250 pobres soles de jubilación para todos.
Asistencialismo y postración oportunista
En países como el Perú, donde existe una enorme masa sumida en la absoluta miseria, los programas gubernamentales asistencialistas han demostrado ser bastante efectivos para mantener cierto nivel de popularidad entre la población, pero nulos para elevar de verdad el nivel general de vida y solucionar la gravísima carencia de trabajo productivo. La experiencia del régimen fujimorista así lo demuestra y por lo visto la administración humalista pretende replicarla. Si Fujimori creó el Ministerio de la Presidencia como organismo que centralizó la distribución de las migajas hacia los más pobres (además de ser un foco de megacorrupción), Ollanta Humala en su primer mensaje anunció que creará con idéntico propósito el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. En los gobiernos de Toledo y García se aplicaron los mismos métodos, incluyendo los programas de trabajo temporal, sobre-explotador y sin derechos.
Al mismo tiempo, Humala también anunció la creación de un “Consejo Económico y Social”, organismo que estaría integrado por “representantes del empresariado, los trabajadores y la sociedad civil…”. Esta nueva instancia de conciliación de clases en nada resultará favorable para el proletariado peruano. Por el contrario será un espacio de adormecimiento y engaño hacia donde la burocracia sindical buscará desviar las luchas de los trabajadores para someterlas a los intereses de la patronal, continuando así su larga tradición de traición a las bases.
A todas las circunstancias anteriores se ha llegado mediante el atajo electoral oportunista de estas burocracias (dirigencias de la CGTP y la CUT) y las burocracias políticas del proletariado (PC, Patria Roja), que suplicaron su participación en las candidaturas nacionalistas para fracasar estrepitosamente. Al convertirse el nacionalismo en un montaje electoral competitivo, los partidos reformistas y las cúpulas sindicales decidieron asumir el papel de aliados menores, subordinando los objetivos del movimiento obrero y popular a los intereses de la facción humalista de la burguesía. Una y otra vez obstaculizaron el desarrollo político independiente de los trabajadores y montaron diversos aparatos al servicio del candidato Humala, tales como la “Coordinadora Política y Social” (CPS) que el mismo PNP terminó repudiando o la falsa “Asamblea Nacional de los Pueblos” (2008). Esta política servil extravió al movimiento de masas, le impidió plantearse la gran tarea de construir una alternativa política clasista y ocasionó que una porción importante del movimiento terminara asumiendo equivocadamente al nacionalismo como una expresión progresista que abriría el camino hacia transformaciones “profundas” en el país. Esta ha sido la nefasta función de las direcciones reformistas tradicionales. En cuanto a la juventud estudiantil, fue incapaz de optar por una pauta distinta. El activismo voluntarista y ecléctico convirtió a los núcleos y colectivos de “izquierda” (“marxistas”, “socialistas”, “comunistas”…) en diminutos satélites sujetos a la órbita del reformismo pro-burgués del PC y Patria Roja.
Combate clasista: la única alternativa
El movimiento de la clase obrera y el pueblo fracasa cuando se subordina a fuerzas sociales y políticas ajenas y opuestas a sus intereses históricos. Sólo la independencia de su lucha le garantiza la victoria de sus reivindicaciones en el proceso de conquistar el poder político. Pero es la capa privilegiada de sus dirigentes la que siempre confunde y engaña a los trabajadores para que abandonen su combatividad. Ante ello debemos reafirmarnos en la necesidad imperiosa de movilización por esta Plataforma clasista:
1. Fin de la política privatizadora: Ningún concesionamiento más.
2. Nacionalización sin pago de las transnacionales y la gran empresa, bajo control de sus trabajadores.
3. Estatización de todo el comercio exterior del país.
4. Control directo de todas las empresas estatales por sus trabajadores.
5. Anulación de los Tratados de Libre Comercio.
6. Salud y educación públicas, gratuitas y de calidad, bajo control de las organizaciones populares.
7. Salario que cubra la canasta familiar.
8. Completa estabilidad laboral. Nombramiento de todos los contratados.
9. Desaparición de los services.
10. Plan general de obras públicas para un pleno empleo de calidad.
11. Gas, combustibles y servicios públicos a precios populares.
12. Acceso universal a la vivienda.
13. Tierra y financiamiento para el campesinado.
14. Desconocimiento de la Deuda Externa.
15. Ruptura con los gobiernos imperialistas, con el FMI, el Banco Mundial, el BID, la OMC, la APEC.
Luchar por esta plataforma implica actuar en frente único obrero y popular. Todas las organizaciones de trabajadores de la ciudad y del campo caben unitariamente en esta táctica contra la clase dominante y sus gobiernos, incluyendo a este gobierno actual que jamás estará dispuesto a conceder nuestras reivindicaciones, única forma de construir una sociedad sin explotadores ni explotados. Es la dirigencia de la CGTP la que tiene el deber de encabezar esta lucha por las más altas demandas de los oprimidos, en vez de subordinarse servilmente a la élite burguesa del Partido Nacionalista. Las direcciones de la CGTP y la CUT, así como el PC y Patria Roja, tienen la obligación de romper con esa élite y admitir lo que el pueblo trabajador exige en el país: movilización frontal por nuestros derechos. Pero para esto hay que empezar por no desdibujar la realidad pretendiendo cegar a los trabajadores, como hacen Mario Huamán y la cúpula de la CGTP cuando hablan de los “cambios” que el gobierno estaría haciendo. No hay tal cosa, la política del humalismo es la misma que la de sus predecesores y además se encuentra en contubernio con ellos. Si buscamos trabajo masivo y digno para empezar a acabar con la pobreza, el combate de masas es entonces el único camino.
Una vez más el problema de dirección del movimiento obrero salta a la vista como el principal obstáculo para el desarrollo de formas más avanzadas de lucha contra el sistema explotador. Por ello es preciso que los sectores esclarecidos y comprometidos del proletariado superen su actual dispersión para convertirse en un referente, siendo capaces de agruparse en una vanguardia política revolucionaria, un partido marxista que pueda acabar con el Estado de la burguesía y conducirnos a un Estado de trabajadores. De lo contrario nuevamente tendremos a una gran legión desorientada cuando sus esperanzas en el gobierno nacionalista burgués se hayan diluido.
Desplacemos a la actual burocracia sindical para democratizar la CGTP y la CUT. Construyamos una Central clasista unificada de masas. Adoptemos un programa revolucionario de acción para luchar por la organización de un poder opuesto al poder de los explotadores. Impulsemos Asambleas Populares para reunir en todas partes a las verdaderas fuerzas proletarias de la transformación socialista.
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