Reflexiones acerca de la familia
tomado del blog Agitación y Propaganda – noviembre de 2011
tomado del blog Agitación y Propaganda – noviembre de 2011
Uno de los aspectos más destacados a lo largo de la evolución histórica, fundamentalmente en la edad media, moderna y contemporánea a nivel social es, sin duda alguna, el aspecto de la familia.
En recientes estudios se afirmaba que la familia había sido elegida, entre otros, por la mayoría del pueblo del estado español como “la mejor forma de organización social” y es que, como se afirmaría en una larga tradición desde Aristóteles a nuestros días, el elemento de la familia ha sido considerado como un aspecto fundamental y un pilar básico sobre el cual se asienta y organiza la sociedad a lo largo de la historia.
A pesar de que tanto su esencia en si haya sido criticada y cuestionada a lo largo de la historia (Sócrates, Engels, Marx, Bakunin, Kollontai ...) así como el papel jugado por la mujer dentro de ella incluso dentro del mundo cristiano (los apócrifos) no hay duda que no obstante, la figura de la familia tradicional o moderna ha subsistido y es hoy en día un elemento incuestionable y omnipresente en nuestras sociedades, hasta el punto de que dudar o vivir al margen de ella, produce extrañeza, asombro o en algunos casos, marginalidad por parte de la mayoría social.
El patriarcado, ya en la época prehistórica como lo definió Engels, surge con el surgimiento de la propiedad privada y la acumulación por parte de ciertos sectores de la sociedad, y con el surgimiento del papel de la guerra y la violencia, como ya definiría Beauvoir, monopolizado por los hombres, se reduce el papel de la mujer al ámbito domestico y la crianza y sustento de los hijos de la familia; había nacido formalmente la familia.
Como vemos, la familia surge en un periodo histórico mucho anterior al capitalismo, al feudalismo, e incluso al esclavismo clásico, y es de alguna manera ese patriarcado el que, como hilo conductor, esta presente en todos aquellos periodos históricos.
Ya en época clásica, encontramos la dialéctica en torno a la cuestión socio-familiar, y como fiel ejemplo de la lucha de clases entre hombres libres y esclavos, la cuestión familiar también lleva inmersa en la Grecia clásica la problemática de la interpretación moviéndose entre la concepción tradicionalista y conservadora de Aristóteles frente a una concepción mas abierta propugnada por Sócrates a favor de la crianza comunal de los hijos.
De esta forma, el modelo clásico de familia se mantiene en toda la edad media y moderna, entendida además como lugar de producción económica, definida por los ideólogos ilustrados de esta como Rousseau o Hegel, en la cual se mantiene un papel subordinado a la mujer, y la familia como plasmación individual del estado absoluto.
Con el surgimiento de la revolución industrial, se produce una modificación y adaptación de esta familia tradicional y se pasa al modelo de familia burguesa, donde si bien el patriarcado fue y es el pilar base, la familia pasa a ser de lugar de producción a lugar de consumo, y se asientan los pilares fundamentales del moderno concepto de familia. Dotando de una serie de derechos mínimos a la mujer (educación y voto) se la cree libre y liberada, dotando de una serie de derechos mínimos a la familia (matrimonio libre, igualdad teórica del demos familiar...) se la cree moderna, justa y democrática.
Además, desde los diversos medios político-religiosos, se vende desde el siglo XIX-XX la idea de que no se puede vivir al margen de la familia burguesa, de que es el pilar básico y clave del sustento social y ello, por desgracia, como esencia del patriarcado, pasa y cala a todas las ideologías, burguesas y proletarias. La burguesía hace suyo el concepto de familia moderna y actual (modelo parental exclusivo hombre-mujer, matrimonio cristiano, hijos educados en obediencia a los padres, jerarquía dura y estricta, sometimiento de la mujer al varón) y lo generaliza entre el proletariado, de forma que la variación de este modelo será un duro escoyo que el movimiento obrero deberá superar.
Karl Marx y Federico Engels, en el “El Manifiesto Comunista” , hablan ya de la necesidad real de quebrar la familia burguesa y la idea de familia moral, y que solo con la disolución de la familia se conseguirá la disolución de la sociedad burguesa y las diferencias de clase que, en el ámbito intimo y familiar encuentran sus sustento básico para mantener y reproducir fielmente el modelo del estado burgués.
Federico Engels, en su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” llama a disolver los vínculos familiares y teoriza sobre una sociedad socialista al margen de estos, poniendo además, ejemplos históricos sobre diversas formas de organización social al margen de la clásica estructura judeo-cristiana de organización familiar, ofreciendo como solución un modo de vida colectivo y socialista.
El pensador anarquista Mijail Bakunin también habla a finales del siglo XIX a romper con los lazos clásicos de la burguesía, que oprimen a la mujer, y que pervive el modelo capitalista y burgués del estado a nivel intimo en cada casa, en cada hogar. En su obra “La mujer, el matrimonio y la familia” el anarquista ruso habla también de la abolición de la familia a favor de la libre unión personal, la educación y crianza colectiva de los hijos en sociedad, que pasan de ser propiedad privada de la familia burguesa, individualista y egoísta a ser parte de la sociedad socialista y colectiva y el matrimonio una lacra del pasado totalitario de la burguesía.
Con la llegada de finales del siglo XIX y el siglo XX, no obstante, la socialdemocracia, infiltración de la burguesía en el movimiento obrero, consigue vaciar de contenido político las proclamas de Engels y Bakunin y acepta el modelo tradicional y tradicionalista de familia, reubica nuevamente a la mujer a la tiranía de la familia (hogar, hijos, marido) de la que había sido liberada por un breve espacio de tiempo en la incipiente teoría del socialismo científico y consigue con ello influir a las nuevas y jóvenes generaciones de socialistas en todo el mundo.
Y es que, a pesar de contar con destacados ejemplos de honradez revolucionaria como Lenin o Kropotkin, el modelo de familia tradicional consigue convertirse en vehicular en los estados burgueses y consigue infiltrarse en algunas de las primeras experiencias socialistas.
Sin embargo, es aquí donde aparece la teoría del proletariado, el marxismo revolucionario en su pleno apogeo, como el arma de la clase obrera para golpear en plena frente el modelo patriarcal de familia y sociedad y reventar las cadenas de la opresión familiar tradicional.
Así, en el siglo XX y al calor de la revolución obrera rusa de 1917 surge la figura de Alexandra Kollontai, la cual en sus múltiples obras (“La nueva moral y la clase obrera”, “Las bases sociales de la cuestión femenina”, “Autobiografía de una mujer comunista sexualmente emancipada” ...) asienta las bases de lo que será el pensamiento marxista revolucionario y la lucha de clases por fin, en el ámbito familiar.
De la misma forma que Wollstonecraft criticaba a Rousseau haber llevado la revolución científica a todos los ámbitos de la vida salvo en el ámbito familiar e intimo, Kollontai rompe con las bases de la familia y la moral burguesa, criticando para ello a socialistas sexual y familiarmente no emancipados que se niegan a romper con este modelo. Lleva la lucha de clases al hogar, y consigue colocar la teoría revolucionaria de la moral por encima de la concepción clásica de la burguesía.
Así, Kollontai recoge el testigo de luchadoras como Zetkin, Luxemburg o Krupskaia, pero consigue acertar a diferencia de sus compañeras al colocar acertadamente la lucha feminista autónoma e independiente a la lucha general obrera, al poder contemplar desde época temprana como algunos sectores masculinos, embriagados de patriarcalismo, ignoran los problemas de la mujer o se resisten a la disolución de la familia y la liberación sexual.
A ellos, responderá Kollontai afirmando que “la mujer no depende ya del hombre” que la lucha feminista y por la liberación esta en el día a día coherente y no en fechas mas o menos emblemáticas como el 8 de marzo o de palabras huecas, afirma la necesidad de romper y destruir, como afirmaron Marx, Engels, y Bakunin la familia burguesa como una carga de la mujer en la sociedad, afirma la necesidad de la crianza colectiva de los hijxs por parte del estado obrero socialista (educación, vestido, alojamiento, sustento con casas, guarderías, jardines de infancia, colonias de niños, comedores, sanatorios …) para liberar a la mujer de la tiranía familiar de antaño, todo ello financiado y asumido por parte del estado, con el objeto de limitar el aspecto individualista de la familia burguesa, el matrimonio también deberá desaparecer y dejara de ser un contrato o atadura para ser sustituido por la unión libre y personal de las personas, deroga la prostitución, (elemento de indudable herencia del patriarcado y la familia tradicional burguesa y cristiana, y en el que se refugiaban los varones por el casticismo moral) y propone la liberación sexual absoluta, el amor libre y la libre relación sentimental y sexual de hombres y mujeres.
Como vemos, Kollontai pone el dedo en la yaga que mas dolía al pensamiento burgués; disolución de la familia y liberación sexual. Estos dos elementos han ido siempre íntimamente unidos y ligados en la familia tradicional burguesa (familia como obediencia y sexualidad dentro de ella como sometimiento). La mujer y el hombre ahora podían relacionarse libremente con quien quisieran al margen de las costumbres morales, obligaciones familiares y validaciones antes instituciones civiles o religiosas.
Este ejemplo también se pudo vivir brevemente en los diversos pueblos del estado español en la guerra contra el fascismo de 1936-1939 donde se vive un proceso de ruptura del modelo de familia burguesa en pos del modelo revolucionario y socialista de relaciones sociales entre las personas. Este concepto escuece y mucho en los sectores mas reaccionarios de la sociedad.
La familia, el hogar, la casa…es un campo de batalla. Es un campo de batalla más donde se debe librar la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado. Cada hogar, cada lumbre, cada cocina…es una batalla mas que ganar en la guerra general contra la reacción. Por ello, debemos erradicar el concepto de la familia burguesa.
Porque la burguesía prefiere antes un modelo social-fascista de familia antes que el modelo de relación social que Alexandra Kollontai proponía para la mujer y la sociedad. Sin disolución de la familia burguesa, no habrá liberación de la mujer, y sin liberación de la mujer es imposible la realización del socialismo y la revolución proletaria en su totalidad.
Para ello, se deben reventar desde dentro los lazos tradicionales de la familia, basarse en la unión libre y voluntaria de las personas indistintamente de su orientación o postura sexual, derogando por fin y para ello toda forma jurídica de matrimonio, de forma que no se tenga que validar ante nadie la unión libre de dos seres humanos, asentando un modelo de relación sexual y sexualidad libre, abierta y sin complejos, educando a los hijos de la clase obrera, si hay un acuerdo común, entre todos, en instituciones creadas por la sociedad socialista, como responsabilidad colectiva de todos y no personal de unos pocos, y desarrollando los mismos derechos para todos, pero sin por ello, como dicen los miembros de la burguesía, perfectamente ejemplificado en los ataques a la URSS, pretender "arrebatar", o "robar" a los hijos de los brazos de sus madres o padres, si no basándonos en un concepto de familia común o social, con el consentimiento de todos.
La familia burguesa, lo quieran o no los ideólogos de la burguesía va encaminada a su destrucción; del modelo de producción al de consumo actual, todo se va degenerando hasta su destrucción total y absoluta.
La liberación revolucionaria deberá desarrollarse a nivel de clase y a nivel de genero, todo ello de forma simultanea, y es por ello que la lucha de clases debe llevarse dentro de la familia, vencer a los ideólogos y tendencias reaccionarias que aun pretenden conservar el modelo tradicional de familia burguesa, frenando los avances del proletariado en su afán por construir un mundo nuevo, una nueva sociedad y construirla desde las ruinas y las ceniza del viejo mundo burgués.
Y de el, en un concepto dialéctico, nace y muere la familia burguesa, que es y ha sido siempre la translación del poder estatal a cada hogar, la prerrogativa que el monarca absoluto concedía a cada varón “pater familias” para que en cada hogar perviviera el modelo del estado absoluto; reproducir el modelo económico de producción mercantil-capitalista, el modelo moral cristiano y el modelo social clasista y desigual en cada hogar, en cada casa, hacer “de cada casa un pequeño estado” una pequeña reproducción intima del estado absoluto.
Así lo definía ya en el siglo XIX el propio Engels, el cual ya veía esta misma situación, este mismo parangón de la familia nuclear patriarcal que lo vemos hoy en día, como una reproducción de la sociedad de clases, como una unidad económica, en la cual, y según decía el mismo;
"En el seno de la familia, el varón representa al burgués, y la mujer al proletariado"
¿Quien, después, de ver esos antecedentes, puede dudar o negar la disolución de ese modelo de familia burguesa, cadena de la mujer, modelo continuador del estado?
Y es que como dijo la feminista Kate Millett, la familia burguesa, tal y como se entiende actualmente, debe desaparecer.
En recientes estudios se afirmaba que la familia había sido elegida, entre otros, por la mayoría del pueblo del estado español como “la mejor forma de organización social” y es que, como se afirmaría en una larga tradición desde Aristóteles a nuestros días, el elemento de la familia ha sido considerado como un aspecto fundamental y un pilar básico sobre el cual se asienta y organiza la sociedad a lo largo de la historia.
A pesar de que tanto su esencia en si haya sido criticada y cuestionada a lo largo de la historia (Sócrates, Engels, Marx, Bakunin, Kollontai ...) así como el papel jugado por la mujer dentro de ella incluso dentro del mundo cristiano (los apócrifos) no hay duda que no obstante, la figura de la familia tradicional o moderna ha subsistido y es hoy en día un elemento incuestionable y omnipresente en nuestras sociedades, hasta el punto de que dudar o vivir al margen de ella, produce extrañeza, asombro o en algunos casos, marginalidad por parte de la mayoría social.
El patriarcado, ya en la época prehistórica como lo definió Engels, surge con el surgimiento de la propiedad privada y la acumulación por parte de ciertos sectores de la sociedad, y con el surgimiento del papel de la guerra y la violencia, como ya definiría Beauvoir, monopolizado por los hombres, se reduce el papel de la mujer al ámbito domestico y la crianza y sustento de los hijos de la familia; había nacido formalmente la familia.
Como vemos, la familia surge en un periodo histórico mucho anterior al capitalismo, al feudalismo, e incluso al esclavismo clásico, y es de alguna manera ese patriarcado el que, como hilo conductor, esta presente en todos aquellos periodos históricos.
Ya en época clásica, encontramos la dialéctica en torno a la cuestión socio-familiar, y como fiel ejemplo de la lucha de clases entre hombres libres y esclavos, la cuestión familiar también lleva inmersa en la Grecia clásica la problemática de la interpretación moviéndose entre la concepción tradicionalista y conservadora de Aristóteles frente a una concepción mas abierta propugnada por Sócrates a favor de la crianza comunal de los hijos.
De esta forma, el modelo clásico de familia se mantiene en toda la edad media y moderna, entendida además como lugar de producción económica, definida por los ideólogos ilustrados de esta como Rousseau o Hegel, en la cual se mantiene un papel subordinado a la mujer, y la familia como plasmación individual del estado absoluto.
Con el surgimiento de la revolución industrial, se produce una modificación y adaptación de esta familia tradicional y se pasa al modelo de familia burguesa, donde si bien el patriarcado fue y es el pilar base, la familia pasa a ser de lugar de producción a lugar de consumo, y se asientan los pilares fundamentales del moderno concepto de familia. Dotando de una serie de derechos mínimos a la mujer (educación y voto) se la cree libre y liberada, dotando de una serie de derechos mínimos a la familia (matrimonio libre, igualdad teórica del demos familiar...) se la cree moderna, justa y democrática.
Además, desde los diversos medios político-religiosos, se vende desde el siglo XIX-XX la idea de que no se puede vivir al margen de la familia burguesa, de que es el pilar básico y clave del sustento social y ello, por desgracia, como esencia del patriarcado, pasa y cala a todas las ideologías, burguesas y proletarias. La burguesía hace suyo el concepto de familia moderna y actual (modelo parental exclusivo hombre-mujer, matrimonio cristiano, hijos educados en obediencia a los padres, jerarquía dura y estricta, sometimiento de la mujer al varón) y lo generaliza entre el proletariado, de forma que la variación de este modelo será un duro escoyo que el movimiento obrero deberá superar.
Karl Marx y Federico Engels, en el “El Manifiesto Comunista” , hablan ya de la necesidad real de quebrar la familia burguesa y la idea de familia moral, y que solo con la disolución de la familia se conseguirá la disolución de la sociedad burguesa y las diferencias de clase que, en el ámbito intimo y familiar encuentran sus sustento básico para mantener y reproducir fielmente el modelo del estado burgués.
Federico Engels, en su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” llama a disolver los vínculos familiares y teoriza sobre una sociedad socialista al margen de estos, poniendo además, ejemplos históricos sobre diversas formas de organización social al margen de la clásica estructura judeo-cristiana de organización familiar, ofreciendo como solución un modo de vida colectivo y socialista.
El pensador anarquista Mijail Bakunin también habla a finales del siglo XIX a romper con los lazos clásicos de la burguesía, que oprimen a la mujer, y que pervive el modelo capitalista y burgués del estado a nivel intimo en cada casa, en cada hogar. En su obra “La mujer, el matrimonio y la familia” el anarquista ruso habla también de la abolición de la familia a favor de la libre unión personal, la educación y crianza colectiva de los hijos en sociedad, que pasan de ser propiedad privada de la familia burguesa, individualista y egoísta a ser parte de la sociedad socialista y colectiva y el matrimonio una lacra del pasado totalitario de la burguesía.
Con la llegada de finales del siglo XIX y el siglo XX, no obstante, la socialdemocracia, infiltración de la burguesía en el movimiento obrero, consigue vaciar de contenido político las proclamas de Engels y Bakunin y acepta el modelo tradicional y tradicionalista de familia, reubica nuevamente a la mujer a la tiranía de la familia (hogar, hijos, marido) de la que había sido liberada por un breve espacio de tiempo en la incipiente teoría del socialismo científico y consigue con ello influir a las nuevas y jóvenes generaciones de socialistas en todo el mundo.
Y es que, a pesar de contar con destacados ejemplos de honradez revolucionaria como Lenin o Kropotkin, el modelo de familia tradicional consigue convertirse en vehicular en los estados burgueses y consigue infiltrarse en algunas de las primeras experiencias socialistas.
Sin embargo, es aquí donde aparece la teoría del proletariado, el marxismo revolucionario en su pleno apogeo, como el arma de la clase obrera para golpear en plena frente el modelo patriarcal de familia y sociedad y reventar las cadenas de la opresión familiar tradicional.
Así, en el siglo XX y al calor de la revolución obrera rusa de 1917 surge la figura de Alexandra Kollontai, la cual en sus múltiples obras (“La nueva moral y la clase obrera”, “Las bases sociales de la cuestión femenina”, “Autobiografía de una mujer comunista sexualmente emancipada” ...) asienta las bases de lo que será el pensamiento marxista revolucionario y la lucha de clases por fin, en el ámbito familiar.
De la misma forma que Wollstonecraft criticaba a Rousseau haber llevado la revolución científica a todos los ámbitos de la vida salvo en el ámbito familiar e intimo, Kollontai rompe con las bases de la familia y la moral burguesa, criticando para ello a socialistas sexual y familiarmente no emancipados que se niegan a romper con este modelo. Lleva la lucha de clases al hogar, y consigue colocar la teoría revolucionaria de la moral por encima de la concepción clásica de la burguesía.
Así, Kollontai recoge el testigo de luchadoras como Zetkin, Luxemburg o Krupskaia, pero consigue acertar a diferencia de sus compañeras al colocar acertadamente la lucha feminista autónoma e independiente a la lucha general obrera, al poder contemplar desde época temprana como algunos sectores masculinos, embriagados de patriarcalismo, ignoran los problemas de la mujer o se resisten a la disolución de la familia y la liberación sexual.
A ellos, responderá Kollontai afirmando que “la mujer no depende ya del hombre” que la lucha feminista y por la liberación esta en el día a día coherente y no en fechas mas o menos emblemáticas como el 8 de marzo o de palabras huecas, afirma la necesidad de romper y destruir, como afirmaron Marx, Engels, y Bakunin la familia burguesa como una carga de la mujer en la sociedad, afirma la necesidad de la crianza colectiva de los hijxs por parte del estado obrero socialista (educación, vestido, alojamiento, sustento con casas, guarderías, jardines de infancia, colonias de niños, comedores, sanatorios …) para liberar a la mujer de la tiranía familiar de antaño, todo ello financiado y asumido por parte del estado, con el objeto de limitar el aspecto individualista de la familia burguesa, el matrimonio también deberá desaparecer y dejara de ser un contrato o atadura para ser sustituido por la unión libre y personal de las personas, deroga la prostitución, (elemento de indudable herencia del patriarcado y la familia tradicional burguesa y cristiana, y en el que se refugiaban los varones por el casticismo moral) y propone la liberación sexual absoluta, el amor libre y la libre relación sentimental y sexual de hombres y mujeres.
Como vemos, Kollontai pone el dedo en la yaga que mas dolía al pensamiento burgués; disolución de la familia y liberación sexual. Estos dos elementos han ido siempre íntimamente unidos y ligados en la familia tradicional burguesa (familia como obediencia y sexualidad dentro de ella como sometimiento). La mujer y el hombre ahora podían relacionarse libremente con quien quisieran al margen de las costumbres morales, obligaciones familiares y validaciones antes instituciones civiles o religiosas.
Este ejemplo también se pudo vivir brevemente en los diversos pueblos del estado español en la guerra contra el fascismo de 1936-1939 donde se vive un proceso de ruptura del modelo de familia burguesa en pos del modelo revolucionario y socialista de relaciones sociales entre las personas. Este concepto escuece y mucho en los sectores mas reaccionarios de la sociedad.
La familia, el hogar, la casa…es un campo de batalla. Es un campo de batalla más donde se debe librar la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado. Cada hogar, cada lumbre, cada cocina…es una batalla mas que ganar en la guerra general contra la reacción. Por ello, debemos erradicar el concepto de la familia burguesa.
Porque la burguesía prefiere antes un modelo social-fascista de familia antes que el modelo de relación social que Alexandra Kollontai proponía para la mujer y la sociedad. Sin disolución de la familia burguesa, no habrá liberación de la mujer, y sin liberación de la mujer es imposible la realización del socialismo y la revolución proletaria en su totalidad.
Para ello, se deben reventar desde dentro los lazos tradicionales de la familia, basarse en la unión libre y voluntaria de las personas indistintamente de su orientación o postura sexual, derogando por fin y para ello toda forma jurídica de matrimonio, de forma que no se tenga que validar ante nadie la unión libre de dos seres humanos, asentando un modelo de relación sexual y sexualidad libre, abierta y sin complejos, educando a los hijos de la clase obrera, si hay un acuerdo común, entre todos, en instituciones creadas por la sociedad socialista, como responsabilidad colectiva de todos y no personal de unos pocos, y desarrollando los mismos derechos para todos, pero sin por ello, como dicen los miembros de la burguesía, perfectamente ejemplificado en los ataques a la URSS, pretender "arrebatar", o "robar" a los hijos de los brazos de sus madres o padres, si no basándonos en un concepto de familia común o social, con el consentimiento de todos.
La familia burguesa, lo quieran o no los ideólogos de la burguesía va encaminada a su destrucción; del modelo de producción al de consumo actual, todo se va degenerando hasta su destrucción total y absoluta.
La liberación revolucionaria deberá desarrollarse a nivel de clase y a nivel de genero, todo ello de forma simultanea, y es por ello que la lucha de clases debe llevarse dentro de la familia, vencer a los ideólogos y tendencias reaccionarias que aun pretenden conservar el modelo tradicional de familia burguesa, frenando los avances del proletariado en su afán por construir un mundo nuevo, una nueva sociedad y construirla desde las ruinas y las ceniza del viejo mundo burgués.
Y de el, en un concepto dialéctico, nace y muere la familia burguesa, que es y ha sido siempre la translación del poder estatal a cada hogar, la prerrogativa que el monarca absoluto concedía a cada varón “pater familias” para que en cada hogar perviviera el modelo del estado absoluto; reproducir el modelo económico de producción mercantil-capitalista, el modelo moral cristiano y el modelo social clasista y desigual en cada hogar, en cada casa, hacer “de cada casa un pequeño estado” una pequeña reproducción intima del estado absoluto.
Así lo definía ya en el siglo XIX el propio Engels, el cual ya veía esta misma situación, este mismo parangón de la familia nuclear patriarcal que lo vemos hoy en día, como una reproducción de la sociedad de clases, como una unidad económica, en la cual, y según decía el mismo;
"En el seno de la familia, el varón representa al burgués, y la mujer al proletariado"
¿Quien, después, de ver esos antecedentes, puede dudar o negar la disolución de ese modelo de familia burguesa, cadena de la mujer, modelo continuador del estado?
Y es que como dijo la feminista Kate Millett, la familia burguesa, tal y como se entiende actualmente, debe desaparecer.
Última edición por pedrocasca el Sáb Nov 03, 2012 2:46 pm, editado 1 vez