El Senado helvético se sumó el 12 de marzo a la cámara baja y aprobó la rehabilitación de los voluntarios suizos que lucharon en el bando republicano durante la Guerra Civil española (1936-1939). Fueron cerca de 800 brigadistas, de los cuales cinco aún viven.
Para la mayoría de ellos la amnistía llega demasiado tarde. Por ejemplo para Hans Hutter, autor de uno de los relatos autobiográficos más detallados de este capítulo de la historia. Un retrato póstumo.
En septiembre de 1936, a los 23 años, el mecánico de coches Hans Hutter deja la villa de La Chaux-de-Fonds (cantón Neuchâtel) para trasladarse a Barcelona donde buscan mano de obra especializada. Su intención es trabajar para la renombrada empresa Hispano-Suiza, una de las más pujantes fábricas de automóviles.
Hablaba apenas castellano y lo poco que sabía de España lo había aprendido del novelista Vicente Blasco Ibáñez. Era un idealista antifascista que partió para "ofrecer su ayuda al gobierno democráticamente elegido" de la II República, escribe en su relato autobiográfico 'Spanien im Herzen' (España en el corazón).
Como el 85% de los brigadistas suizos, Hutter pertenecía a la clase obrera y era consciente de que en aquellos tiempos de paro masivo era difícil ascender socialmente.
"Sabía que no me quedaba otro remedio que vender mi fuerza laboral. No podía pedir mucho porque la armada de mano de obra barata era demasiado grande. Por eso quería ir a España. Esa República defendía la distribución justa de la riqueza, combatía los privilegios de la nobleza hereditaria y rural parasitaria, valoraba a las personas según su conducta, sus capacidades y sus valores intrínsecos, y luchaba por el humanitarismo y la igualdad." (Spanien im Herzen, 1996)
Para la mayoría de ellos la amnistía llega demasiado tarde. Por ejemplo para Hans Hutter, autor de uno de los relatos autobiográficos más detallados de este capítulo de la historia. Un retrato póstumo.
En septiembre de 1936, a los 23 años, el mecánico de coches Hans Hutter deja la villa de La Chaux-de-Fonds (cantón Neuchâtel) para trasladarse a Barcelona donde buscan mano de obra especializada. Su intención es trabajar para la renombrada empresa Hispano-Suiza, una de las más pujantes fábricas de automóviles.
Hablaba apenas castellano y lo poco que sabía de España lo había aprendido del novelista Vicente Blasco Ibáñez. Era un idealista antifascista que partió para "ofrecer su ayuda al gobierno democráticamente elegido" de la II República, escribe en su relato autobiográfico 'Spanien im Herzen' (España en el corazón).
Como el 85% de los brigadistas suizos, Hutter pertenecía a la clase obrera y era consciente de que en aquellos tiempos de paro masivo era difícil ascender socialmente.
"Sabía que no me quedaba otro remedio que vender mi fuerza laboral. No podía pedir mucho porque la armada de mano de obra barata era demasiado grande. Por eso quería ir a España. Esa República defendía la distribución justa de la riqueza, combatía los privilegios de la nobleza hereditaria y rural parasitaria, valoraba a las personas según su conducta, sus capacidades y sus valores intrínsecos, y luchaba por el humanitarismo y la igualdad." (Spanien im Herzen, 1996)