Una alianza lograría la mayor representación abertzale de la historia
La candidatura propuesta por los integrantes de Bildu a PNV y Aralar obtendría, extrapolando resultados previos, entre nueve y quince diputadosUn no del PNV a la alianza electoral ofrecida por la izquierda abertzale, EA y Alternatiba debilitaría una posibilidad histórica de que los partidarios del derecho a decidir de Euskal Herria cuenten con una representación muy poderosa en Madrid. Aunque la propuesta se ha presentado destacando más sus valores cualitativos que los cuantitativos, su capacidad de arrastrar votos y lograr diputados queda muy clara en cualquier proyección que se haga de comicios electorales de los últimos años.
En este ejercicio aritmético virtual, el «suelo» para la unidad abertzale estaría fijado en las estatales de 2008, que constituyeron un serio revés para todas sus formaciones y situaron a este bloque muy por debajo del tándem PSOE-PP. Y el «techo», por contra, lo marcarían los comicios forales del pasado 22 de mayo, dado que se tradujeron en un gran avance de las fuerzas partidarias de Euskal Herria tras la irrupción de Bildu.
Pues bien, en cualquiera de esas extrapolaciones la suma de una hipotética alianza abertzale sería ganadora clara, por encima de PSOE y de PP. En el «suelo», la lista abertzale lograría nueve diputados que, pese a ser el mínimo posible, constituiría ya el mayor grupo vasco en el Congreso de los Diputados en esta fase histórica (el PNV ha llegado a tener ocho parlamentarios en dos legislaturas, aunque en la actualidad sólo son seis). Y en el «techo», o sea, en la mejor opción, ascendería a nada menos que quince diputados. En estas tres décadas sólo han superado esa representación, además de PSOE, PP y UCD en su día, otras tres fuerzas: IU llegó a 21 diputados (antes el PCE también tuvo 19 en 1977); CiU ha alcanzado dos veces los 18 (ahora son únicamente 10); y CDS sumó 19 allá por 1982.
Dos proyeccionesComo queda dicho, la última convocatoria estatal se tradujo en una debacle para las fuerzas abertzales, que concurrieron de modo absolutamente disperso. La izquierda abertzale, ilegalizada, optó por la abstención activa con un mensaje de «plante al Estado». Haciendo proyecciones sobre el incremento de la abstención, que obviamente no tienen fiabilidad total porque esta bolsa evoluciona en función de múltiples factores, GARA estimó que aquella apuesta pudo arrastrar a unos 185.000 votantes. El PNV sumó 306.000 votos y perdió un diputado. EA también se quedó sin su acta al bajar a apenas 50.000 votos. Aralar ni siquiera llegó a los 30.000. Y sólo Nafarroa Bai aguantó el tipo, sin alardes, al sumar 62.000.
En resumen, un claro paso atrás que dejó a los partidarios del derecho a decidir a más de 250.000 votos de la suma de PSOE y PP, cuando habitualmente la relación de fuerzas entre ambos bloques era muy igualada en este tipo de comicios.
Y, sin embargo, incluso en esa tesitura tan adversa, una proyección hecha por GARA mostró que una lista abertzale única, como la que la izquierda abertzale había propuesto cuatro años antes en Bergara, habría superado al PSOE, que fue el ganador claro en Euskal Herria en este 2008. En concreto, sumando todos los votos dispersos, esa candidatura habría logrado 75.000 votos más que la suma PSE-PSN y le habría arrebatado dos diputados, uno en Bizkaia y otro en Gipuzkoa. Los abertzales habrían sumado nueve actas, igual que el PSOE, por tres del PP y dos de UPN.
El reparto real fue otro, muy distinto y adverso para ese bloque: el PSOE tiene once diputados en Euskal Herria, el PNV seis, el PP cuatro (uno de ellos absorbido a UPN tras su ruptura), y los dos restantes son de UPN y NaBai. En total, pues, dieciséis representantes españolistas y siete abertzales en el actual Congreso de los Diputados.
La situación política ha cambiado mucho desde entonces y la constatación llegó a las urnas el pasado 22 de mayo. La tendencia se ha invertido tanto que, extrapolando los datos del 22-M a lo que podría pasar el 20-N y conjugando la opción de una lista única abertzale, el cuadro resultante se volcaría completamente: el tándem PSOE-PP bajaría de dieciséis diputados a ocho -si lograra sumar los dos de UPN-, y el bloque abertzale saltaría de siete a quince parlamentarios en Madrid.
Hecho el matiz de que lógicamente las elecciones estatales siempre ofrecen resultados más «españolistas» que las forales y municipales, y más en una situación de pugna estrecha por La Moncloa entre los candidatos de PSOE y PP, lo cierto es que la aplicación de los resultados del 22-M ofrece una previsión demoledora. Sumando los votos que lograron ese domingo de mayo PNV, Bildu y Aralar, esta alianza acumula unos 735.000 votos, lo que si se trasladaran a una lista única abertzale se traduciría en obtener seis de los ocho diputados que están en disputa en Bizkaia, cinco de los seis de Gipuzkoa, dos de los cinco de Nafarroa y dos de los cuatro de Araba.
Tal avance se traduciría en una minorización enorme de las tres grandes fuerzas vascas defensoras de la Constitución española. En esa hipótesis de trabajo, el PSOE quedaría reducido de once a cuatro escaños (uno en cada herrialde), el PP bajaría a dos (Bizkaia y Araba) y UPN también tendría dos, aunque en este caso hay que introducir otro matiz añadido: el del probable trasvase de votos en masa hacia la opción, hasta hace poco hermana, que lidera Mariano Rajoy.
Una fuerza decisiva¿Y después qué? Salvo en el caso de que el PP logre alcanzar la mayoría absoluta en el Congreso, esta alianza abertzale sería casi con toda seguridad una fuerza decisiva para el juego de mayorías y minorías. Basta recordar el papel que ha logrado jugar el PNV en estos cuatro años con apenas seis diputados.
Evidentemente, esa potencialidad no se emplearía para colaborar con la gobernabilidad en el Estado español, cuestión que está fuera del interés de las formaciones vascas. Pero sí para los objetivos expresos de la alianza: impulsar un diálogo resolutivo, avanzar hacia el logro de los derechos de Euskal Herria y provocar un giro social.
La división de UPN y PP abre puertas a la suma abertzale para ganar en NafarroaDonde las quinielas son más inciertas que nunca es en Nafarroa, ya que las elecciones a las Cortes españolas van a traer una situación inédita: la división de voto en la derecha, entre UPN y PP, después de la ruptura de su fusión. No hay precedentes para calcular cómo se pueden distribuir el voto, ya que las recientes forales no pueden ser una referencia válida teniendo en cuenta la polarización que se producirá entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. Y tampoco la hay en la historia, puesto que ya antes de la fusión de ambos partidos en 1991 concurrían juntos a las estatales bajo fórmulas como Coalición Popular en los años 80.
Teniendo en cuenta que el PSOE está en la cota más baja de voto de su historia y no parece que vaya a resucitar en estos meses, la división de la derecha otorga una opción muy clara a las fuerzas abertzales de ganar estas elecciones en Nafarroa si unen los más de 92.000 votos logrados el pasado 22-M. Será muy difícil que UPN, PP y PSN les superen. Y eso garantizaría a su vez lograr dos de los cinco diputados.
Oportunidades perdidas: desde Bergara (2003) hasta Nafarroa XXI (2010)La desunión de las fuerzas abertzales y de izquierdas en anteriores comicios estatales ha sido muy lesiva para sus intereses. Así ocurrió en la última convocatoria de hace cuatro años. Tras el fiasco general, dirigentes de EA y Aralar admitieron que habría sido más acertado unir fuerzas. El PNV prefirió conformarse con el juego que le daba la situación de minoría de Zapatero.
Cuatro años antes, ante los comicios de 2004, la izquierda abertzale ya hizo una oferta muy concreta de coalición al resto de formaciones: la propuesta de Bergara, destinada a acudir a Madrid «como pueblo». Este sector del independentismo lleva ya varias legislaturas reivindicando que los comicios estatales no deben ser un escenario de competición partidista, sino que ofrecen a las formaciones vascas una opción de representar y defender a Euskal Herria en Madrid. Sin embargo, la propuesta fue despreciada entonces por el resto de formaciones, en un contexto político muy diferente al actual, de fuerte enfrentamiento armado.
Las posiciones políticas se han movido mucho desde entonces. No sólo la izquierda abertzale ha hecho una apuesta clara por la superación de este ciclo y el uso exclusivo de vías políticas, pacíficas y democráticas. EA ha pasado de ser socio del PNV a confluir con la izquierda abertzale, lo mismo ha hecho Alternatiba y otro tanto plantean ahora Aralar e incluso sectores de EB. Y esa unión de fuerzas ha tenido premio en las urnas, confirmando su respaldo social.
Bergara no ha sido el único intento de unidad frustrado. La izquierda abertzale fue motor también del intento de unir fuerzas en Nafarroa de cara a las pasadas elecciones autonómicas, y lanzó una propuesta a EA y Aralar para conformar una unión electoral de izquierdas y abertzale: Nafarroa XXI. El PNV y los llamados «independientes» de Nafarroa Bai se situaron rápidamente en contra y arrastraron con ellos a Aralar, de modo que al final se produjo una competencia entre la lista de NaBai 2011 (con Aralar y PNV) y la de Bildu (con la izquierda abertzale y EA).
GARA