Eduardo Moreno Bergareche PERTUR (Donostia 1950 - ¿? 1976)
Dirigente de ETA(pm) desaparecido el 23 de julio de 1976. De forma interesada y malintencionada se ha pretendido acusar a ETA(m) de su desaparición, y aun hoy se intenta mantener esa teoría desde la desinformación española aunque se caiga por su propio peso.
Manifestación de homenaje a Pertur en la época de su desaparición.
Entre otros, se señala a Migel Anjel Apalategi APALA, entonces militante de los bereziak
(y posteriormente integrado en los milis) ya que además fue uno de los últimos que vio a Pertur
tras acercarle en coche hasta Urruña. En la fotografía, una manifestación en Donostia por la libertad de Apala.
Así se refería Santi Brouard a Pertur:
«Conoci a muchas e importantes personas, tanto de los milis como de los poli-milis...¿Que te voy a decir de Pertur? Eramos vecinos, y asistiamos a las reuniones del KAS. Muchas veces juntos, en el mismo automovil. Yo a Pertur le admiraba profundamente. He pasado horas en común, pues cantidad... Recuerdo en aquel piso no se oia otro cosa que el teclear de su maquina de escribir. El era un trabajador inmenso. Todo el dia se lo pasaba trabajando, y trabajando. Su militancia ha sido extraordinaria, ahora bien, no tenia mas que esa gran, importante, cualidad. Su capacidad politica era la de un hombre estudioso, la de un trabajador nato. Yo le conocia bien, muy bien....»
Y un artículo interesante publicado en GARA el 2 de septiembre de 2007:
«Pertur», otra víctima de la guerra sucia española
Tres décadas después de que el dirigente de ETA (pm) Eduardo Moreno Bergaretxe desapareciera en Behobia en otro caso más de la guerra sucia española contra el independentismo vasco, el documental lanza nuevos datos sobre el suceso. Pero no tanto sobre el trasfondo de los responsables, que desde el principio apuntaban hacia grupos de ultraderecha ligados a la Policía española.
En un contexto político-social convulso en Euskal Herria ante una encrucijada histórica para el devenir del país, el régimen franquista pervivía aún en los estamentos del poder español y pretendía perpetuarse ante una previsible «reforma sin reforma» del propio régimen cuando se dio el primer caso de desaparición física de un militante vasco a manos de grupos parapoliciales españoles. Era el 23 de julio de 1976 y el donostiarra y dirigente de ETA (pm) Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, fue el objetivo. Coincidiendo con la tesitura política existente y ante la opción real de confeccionar un proceso verdaderamente democrático que devolviera a Euskal Herria los derechos y la territorialidad usurpadas por medio de la fuerza, la organización armada también se encontraba enfrascada en debates internos que, finalmente, desembocaron en una escisión que se escenificó en la VII asamblea de ETA llevada a cabo en setiembre de 1976. Pertur no estuvo presente, pero sí el documento que elaboró y se aprobó en el seno de ETA (pm): Otsagabia.
En lo que iba de año habían tenido lugar unos sucesos trágicos que evidenciaban la importancia histórica del periodo. Así, fue en 1976 cuando se produjo la masacre policial del 3 de marzo en Gasteiz con un balance de cinco trabajadores muertos, el asalto a tiros a la fiesta carlista de Montejurra que se cobró dos vidas más, las movilizaciones populares contra la central de Lemoiz, el secuestro del empresario Angel Berazadi y su posterior ejecución por parte de ETA (pm), la elección de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno español... Y una constante en Euskal Herria desde el mes de enero: el incremento cuantitativo de las actuaciones parapoliciales como complemento de la represión de las FSE.
En el primer semestre de 1976, las acciones de estos grupos ascendieron hasta el centenar en Euskal Herria peninsular, llegando a la veintena en Ipar Euskal Herria. Y, por si fuera poco, las acciones parapoliciales en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa fueron acompañadas con decenas de detenciones de refugiados políticos vascos. Como botón de muestra, el 4 de abril de 1976, la misma noche en la que desaparecieron dos policías españoles en Lapurdi, más de 200 ciudadanos vascos que vivían en condición de refugiados políticos fueron arrestados e interrogados.
«(...) para matar a quienes matan»
El intento de eliminación física de refugiados ya había tenido varias expresiones. Txomin Iturbe había sufrido tres atentados entre setiembre de 1975 y mayo de 1976, mientras que Tomás Pérez Revilla escapó de un intento de asesinato sobre suz persona el 21 de marzo de 1976. Y, coincidiendo con el aumento notorio de atentados contra refugiados políticos, en julio, días antes de la desaparición de Pertur, el diario «La Voz de España» publicó un artículo con el siguiente titular: «Diez millones para matar a quienes matan». La publicación estaba ilustrada con un listado de objetivos, el primero de los cuales era Eduardo Moreno Bergaretxe.
La desaparición de Pertur provocó una ola de protestas espontáneas que se repitieron por todo el país, llegando incluso a la suspensión de las fiestas patronales de municipios como Ordizia. Varias organizaciones políticas, asociaciones y colegios profesionales suscribieron un documento de denuncia por el secuestro y convocaron una manifestación que desembocó en una brutal carga y disturbios hasta el amanecer. El PNV se negó a firmar el escrito de condena.
Inmediatamente después de conocerse la desaparición de Pertur, «La Voz de España» se apresuró a asegurar que el donostiarra había sido objeto de «un ajuste de cuentas» de ETA. Una idea que cobró fuerza un año y medio después del suceso, cuando algunos familiares de Pertur comparecieron en rueda de prensa para acusar a los Bereziak -luego se integraron en ETA (m)- del suceso. La tesis fue apuntalada inicialmente por los medios de comunicación franquistas y respaldada por casi todos los medios españoles y vascos durante tres décadas. Como consecuencia de la labor propagandística de «La Voz de España», el rotativo fue objeto de varias campañas de boicot que llevaron al descenso de 30.000 ejemplares sólo en setiembre; poco después fue desmantelado.
La Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS) resumió en un comunicado el sentido en el que enmarcaba la desaparición del militante polimili: «El eslabón último de esta represión ha sido el secuestro de `Pertur', que indica bien a las claras hasta qué punto los asesinos de la monarquía franquista están dispuestos a continuar en su objetivo de destruir cualquier expresión de lucha por la construcción del Estado Socialista Vasco».
La investigación de ETA (PM) Y LAS conclusiones DE ETA (M) EN LA MISMA dirección: la policía
La organización armada vasca, tanto ETA (pm) -a la que pertenecía Eduardo Monero Bergaretxe- como ETA (m), aseguraron desde el primer momento que detrás de la desaparición de Pertur el 23 de julio en Behobia se escondía la Policía española. La versión sobre «un ajuste de cuentas en el seno de ETA» fue la que difundieron desde el comienzo los medios de comunicación afines al régimen franquista que aún pervivía, pese a la muerte de Franco.
A finales de setiembre de 1976, la comisión de investigación que formó la propia dirección de ETA (pm) para esclarecer la desaparición de Pertur afirmó que la mañana del secuestro tres inspectores de la Brigada Político Social de Donostia, identificados como Ferreiros, López Arribas y Escudero, habían sido vistos en las inmediaciones de Behobia en un coche Seat 850 de color blanco. Más de un testimonio dio fe de ello. Bajo el primer Gobierno del PSOE, Escudero fue ascendido a la dirección de la Brigada Central de Información.
«Naparra» y Popo Larre engrosan también la lista de los desaparecidos
A pesar de que el de Pertur fue el primero de los casos de desaparición física de militantes vascos, no fue el último ni el único sin esclarecer. El 11 de junio de 1980 desaparecía el joven iruindarra Jose Miguel Etxeberria Alvarez, Naparra, cuando se dirigía a una cita en Ziburu. Militante de los Bereziak de ETA (pm) primero, tras la escisión se decantó por engrosar las filas de ETA (m), pero finalmente optó por militar en los Comandos Autónomos Capitalistas. Coincidiendo con el esquema del secuestro de Moreno Bergaretxe, el grupo paramilitar Batallón Vasco Español reivindicó el secuestro y la ejecución de Naparra; señaló, incluso, dónde habría sido enterrado su cuerpo: en la zona de Txanta de Donibane Lohizune. Un paradero que no era cierto. Prosiguiendo con las similitudes respecto al «caso Pertur», en esta ocasión fue la agencia Efe la que, como hiciera «La Voz de España» con éste, aseguró que Etxeberria había muerto a manos de sus compañeros de militancia como consecuencia de una oscura trama de compra de armas en Bélgica. Un mes después de la desaparición de Naparra, los Comandos Autónomos Anticapitalistas remitieron un comunicado que denunciaba la falsedad de esta versión.
El tercer caso de un militante vasco desaparecido y cuyo paradero a día de hoy se desconoce, es el del vecino de la localidad labortana de Heleta, Jean-Louis Popo Larre, que desapareció cuando contaba con 21 años el 7 de agosto de 1983 tras un tiroteo entre militantes de Iparretarrak (IK) -donde militaba- y la Gendarmería, en la localidad francesa de Leon, en las Landas. En esta ocasión, con ayuda de los medios españoles y franceses, fue la propia Policía francesa la que intentó imponer la ya más que manida tesis de que fueron sus compañeros los que hicieron «eliminar» a Popo. Coincidiendo con el «caso Naparra», las informaciones sobre el paradero del cuerpo de Larre fueron incesantes, pero inciertas. Hace cuatro años incluso se procedió a la apertura de una tumba en un pueblo de Burdeos, pero no se encontró el cadáver.
Tres casos, tres vidas, tres historias de lucha por Euskal Herria que, a día de hoy, siguen aún sin esclarecerse.
Dirigente de ETA(pm) desaparecido el 23 de julio de 1976. De forma interesada y malintencionada se ha pretendido acusar a ETA(m) de su desaparición, y aun hoy se intenta mantener esa teoría desde la desinformación española aunque se caiga por su propio peso.
Manifestación de homenaje a Pertur en la época de su desaparición.
Entre otros, se señala a Migel Anjel Apalategi APALA, entonces militante de los bereziak
(y posteriormente integrado en los milis) ya que además fue uno de los últimos que vio a Pertur
tras acercarle en coche hasta Urruña. En la fotografía, una manifestación en Donostia por la libertad de Apala.
Así se refería Santi Brouard a Pertur:
«Conoci a muchas e importantes personas, tanto de los milis como de los poli-milis...¿Que te voy a decir de Pertur? Eramos vecinos, y asistiamos a las reuniones del KAS. Muchas veces juntos, en el mismo automovil. Yo a Pertur le admiraba profundamente. He pasado horas en común, pues cantidad... Recuerdo en aquel piso no se oia otro cosa que el teclear de su maquina de escribir. El era un trabajador inmenso. Todo el dia se lo pasaba trabajando, y trabajando. Su militancia ha sido extraordinaria, ahora bien, no tenia mas que esa gran, importante, cualidad. Su capacidad politica era la de un hombre estudioso, la de un trabajador nato. Yo le conocia bien, muy bien....»
Y un artículo interesante publicado en GARA el 2 de septiembre de 2007:
«Pertur», otra víctima de la guerra sucia española
Tres décadas después de que el dirigente de ETA (pm) Eduardo Moreno Bergaretxe desapareciera en Behobia en otro caso más de la guerra sucia española contra el independentismo vasco, el documental lanza nuevos datos sobre el suceso. Pero no tanto sobre el trasfondo de los responsables, que desde el principio apuntaban hacia grupos de ultraderecha ligados a la Policía española.
En un contexto político-social convulso en Euskal Herria ante una encrucijada histórica para el devenir del país, el régimen franquista pervivía aún en los estamentos del poder español y pretendía perpetuarse ante una previsible «reforma sin reforma» del propio régimen cuando se dio el primer caso de desaparición física de un militante vasco a manos de grupos parapoliciales españoles. Era el 23 de julio de 1976 y el donostiarra y dirigente de ETA (pm) Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, fue el objetivo. Coincidiendo con la tesitura política existente y ante la opción real de confeccionar un proceso verdaderamente democrático que devolviera a Euskal Herria los derechos y la territorialidad usurpadas por medio de la fuerza, la organización armada también se encontraba enfrascada en debates internos que, finalmente, desembocaron en una escisión que se escenificó en la VII asamblea de ETA llevada a cabo en setiembre de 1976. Pertur no estuvo presente, pero sí el documento que elaboró y se aprobó en el seno de ETA (pm): Otsagabia.
En lo que iba de año habían tenido lugar unos sucesos trágicos que evidenciaban la importancia histórica del periodo. Así, fue en 1976 cuando se produjo la masacre policial del 3 de marzo en Gasteiz con un balance de cinco trabajadores muertos, el asalto a tiros a la fiesta carlista de Montejurra que se cobró dos vidas más, las movilizaciones populares contra la central de Lemoiz, el secuestro del empresario Angel Berazadi y su posterior ejecución por parte de ETA (pm), la elección de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno español... Y una constante en Euskal Herria desde el mes de enero: el incremento cuantitativo de las actuaciones parapoliciales como complemento de la represión de las FSE.
En el primer semestre de 1976, las acciones de estos grupos ascendieron hasta el centenar en Euskal Herria peninsular, llegando a la veintena en Ipar Euskal Herria. Y, por si fuera poco, las acciones parapoliciales en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa fueron acompañadas con decenas de detenciones de refugiados políticos vascos. Como botón de muestra, el 4 de abril de 1976, la misma noche en la que desaparecieron dos policías españoles en Lapurdi, más de 200 ciudadanos vascos que vivían en condición de refugiados políticos fueron arrestados e interrogados.
«(...) para matar a quienes matan»
El intento de eliminación física de refugiados ya había tenido varias expresiones. Txomin Iturbe había sufrido tres atentados entre setiembre de 1975 y mayo de 1976, mientras que Tomás Pérez Revilla escapó de un intento de asesinato sobre suz persona el 21 de marzo de 1976. Y, coincidiendo con el aumento notorio de atentados contra refugiados políticos, en julio, días antes de la desaparición de Pertur, el diario «La Voz de España» publicó un artículo con el siguiente titular: «Diez millones para matar a quienes matan». La publicación estaba ilustrada con un listado de objetivos, el primero de los cuales era Eduardo Moreno Bergaretxe.
La desaparición de Pertur provocó una ola de protestas espontáneas que se repitieron por todo el país, llegando incluso a la suspensión de las fiestas patronales de municipios como Ordizia. Varias organizaciones políticas, asociaciones y colegios profesionales suscribieron un documento de denuncia por el secuestro y convocaron una manifestación que desembocó en una brutal carga y disturbios hasta el amanecer. El PNV se negó a firmar el escrito de condena.
Inmediatamente después de conocerse la desaparición de Pertur, «La Voz de España» se apresuró a asegurar que el donostiarra había sido objeto de «un ajuste de cuentas» de ETA. Una idea que cobró fuerza un año y medio después del suceso, cuando algunos familiares de Pertur comparecieron en rueda de prensa para acusar a los Bereziak -luego se integraron en ETA (m)- del suceso. La tesis fue apuntalada inicialmente por los medios de comunicación franquistas y respaldada por casi todos los medios españoles y vascos durante tres décadas. Como consecuencia de la labor propagandística de «La Voz de España», el rotativo fue objeto de varias campañas de boicot que llevaron al descenso de 30.000 ejemplares sólo en setiembre; poco después fue desmantelado.
La Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS) resumió en un comunicado el sentido en el que enmarcaba la desaparición del militante polimili: «El eslabón último de esta represión ha sido el secuestro de `Pertur', que indica bien a las claras hasta qué punto los asesinos de la monarquía franquista están dispuestos a continuar en su objetivo de destruir cualquier expresión de lucha por la construcción del Estado Socialista Vasco».
La investigación de ETA (PM) Y LAS conclusiones DE ETA (M) EN LA MISMA dirección: la policía
La organización armada vasca, tanto ETA (pm) -a la que pertenecía Eduardo Monero Bergaretxe- como ETA (m), aseguraron desde el primer momento que detrás de la desaparición de Pertur el 23 de julio en Behobia se escondía la Policía española. La versión sobre «un ajuste de cuentas en el seno de ETA» fue la que difundieron desde el comienzo los medios de comunicación afines al régimen franquista que aún pervivía, pese a la muerte de Franco.
A finales de setiembre de 1976, la comisión de investigación que formó la propia dirección de ETA (pm) para esclarecer la desaparición de Pertur afirmó que la mañana del secuestro tres inspectores de la Brigada Político Social de Donostia, identificados como Ferreiros, López Arribas y Escudero, habían sido vistos en las inmediaciones de Behobia en un coche Seat 850 de color blanco. Más de un testimonio dio fe de ello. Bajo el primer Gobierno del PSOE, Escudero fue ascendido a la dirección de la Brigada Central de Información.
«Naparra» y Popo Larre engrosan también la lista de los desaparecidos
A pesar de que el de Pertur fue el primero de los casos de desaparición física de militantes vascos, no fue el último ni el único sin esclarecer. El 11 de junio de 1980 desaparecía el joven iruindarra Jose Miguel Etxeberria Alvarez, Naparra, cuando se dirigía a una cita en Ziburu. Militante de los Bereziak de ETA (pm) primero, tras la escisión se decantó por engrosar las filas de ETA (m), pero finalmente optó por militar en los Comandos Autónomos Capitalistas. Coincidiendo con el esquema del secuestro de Moreno Bergaretxe, el grupo paramilitar Batallón Vasco Español reivindicó el secuestro y la ejecución de Naparra; señaló, incluso, dónde habría sido enterrado su cuerpo: en la zona de Txanta de Donibane Lohizune. Un paradero que no era cierto. Prosiguiendo con las similitudes respecto al «caso Pertur», en esta ocasión fue la agencia Efe la que, como hiciera «La Voz de España» con éste, aseguró que Etxeberria había muerto a manos de sus compañeros de militancia como consecuencia de una oscura trama de compra de armas en Bélgica. Un mes después de la desaparición de Naparra, los Comandos Autónomos Anticapitalistas remitieron un comunicado que denunciaba la falsedad de esta versión.
El tercer caso de un militante vasco desaparecido y cuyo paradero a día de hoy se desconoce, es el del vecino de la localidad labortana de Heleta, Jean-Louis Popo Larre, que desapareció cuando contaba con 21 años el 7 de agosto de 1983 tras un tiroteo entre militantes de Iparretarrak (IK) -donde militaba- y la Gendarmería, en la localidad francesa de Leon, en las Landas. En esta ocasión, con ayuda de los medios españoles y franceses, fue la propia Policía francesa la que intentó imponer la ya más que manida tesis de que fueron sus compañeros los que hicieron «eliminar» a Popo. Coincidiendo con el «caso Naparra», las informaciones sobre el paradero del cuerpo de Larre fueron incesantes, pero inciertas. Hace cuatro años incluso se procedió a la apertura de una tumba en un pueblo de Burdeos, pero no se encontró el cadáver.
Tres casos, tres vidas, tres historias de lucha por Euskal Herria que, a día de hoy, siguen aún sin esclarecerse.