Homenaje a Recabarren

“Padre de Chile, padre nuestro”

Así lo nombra Pablo Neruda

Recabarren, hijo de Chile,
padre de Chile, padre nuestro,
en tu construcción, en tu línea
fraguada en tierras y tormentos
nace la fuerza de los días
venideros y vencedores.

Tú eres la patria, pampa y pueblo,
arena, arcilla, escuela, casa,
resurrección, puño, ofensiva,
orden, desfile, ataque, trigo,
lucha, grandeza, resistencia.

Recabarren, bajo tu mirada
juramos limpiar las heridas
mutilaciones de la patria.

Juramos que la libertad
levantará su flor desnuda
sobre la arena deshonrada.

Juramos continuar tu camino
hasta la victoria del pueblo.

Es el 19 de diciembre de 1924 un día aciago para nuestro pueblo. Como el 11 de septiembre, cuando muere el presidente heroico en La Moneda. Como el 23 de septiembre, también de 1973, cuando muere el poeta por cuya voz habían hablado tan alto “los pobres del mundo”.

Hay otros grandes nombres que no han sido tragados por las arenas del tiempo, y cuyas vidas el pueblo recuerda y honra. En esa gran galería, juntos presiden nuestra historia gobernantes como José Manuel Balmaceda y Pedro Aguirre Cerda; artistas y poetas como Gabriela Mistral, Violeta Parra y Víctor Jara; guías espirituales como Raúl Silva Henríquez. Y la lista es más extensa…

Cada uno de ellos es la expresión de una personalidad diferente, cada uno se ha construido a su manera. Y cada uno ha hecho, desde su desaparición física, un largo y trabajoso recorrido por la conciencia de los suyos. Ninguno se quiso “símbolo”, como se dice con razón que nadie se hace a sí mismo héroe o mártir.

Suele vincularse su memoria a las circunstancias de su muerte, trágica en la mayoría de los casos, reveladora casi siempre del momento que vivían, o sufrían, los suyos.

Comparten, cada una y cada uno, esa condición de rebeldes que es la condición contemporánea del conocimiento y la guía segura de una conducta insobornable.

Entre ellos está Luis Emilio Recabarren, “Don Reca”, de cuya trágica muerte se cumplen 87 años.

Obrero precoz, forjador y dirigente de los trabajadores en sus luchas por condiciones de vida dignas para ellos, para sus familias y para todo su pueblo.

Político de audacia lúcida y serena, fundador de un partido para que sirviera a la “emancipación” definitiva de los trabajadores y que ellos cumplieran su misión histórica de alcanzar una sociedad libre de toda explotación.
Intelectual de estricta autodidáctica, que arribó a las costas de los más altos saberes, se hizo protagonista de su pensamiento y estableció las redes que a través de múltiples periódicos debían conformar el tejido de la conciencia en beneficio de toda la humanidad.

Porque también fue un internacionalista consumado, que auscultaba en el devenir de otros pueblos las señales de un porvenir más justo, para servirlas y con ellas mejor alumbrar las rutas oscuras de su pueblo, buscando siempre el norte de la felicidad de los hombres y las mujeres de todo el mundo.

Y es por eso, y su porte de hombre sencillo y bonachón pero capaz al mismo tiempo de establecer las que sinceramente tenía por verdades, a cuyo servicio se entregó con pasión, que quienes lo conocieron lo nombraban “Maestro”. Y así se ha establecido en nuestra historia, inconmovible en su estatura de estatua no solemne: de granito cálido, de hermano mayor al cual le van diciendo miles y miles de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones:
“Juramos continuar tu camino
hasta la victoria del pueblo”.