La huella de Yeu en la historia de Euskal Herria
Hace 35 años muchos ciudadanos vascos descubrían la existencia de Yeu cuando varios refugiados eran confinados en la isla. Argala fue uno de ellos. Ayer, coincidiendo con el 33º aniversario de su muerte en atentado, GARA difundió un vídeo inédito que muestra la salida del grupo de la isla.
No era la primera vez que los habitantes de la pequeña isla frente a las costas bretonas recibían inquilinos peculiares, ya que desde 1945 hasta 1952 el mariscal Pétain estuvo recluído en la ciudadela del Pont Levé. Dado que no le era permitido abandonarla, es probable que no tuviera mucho contacto con la población, algo que en el caso de los refugiados políticos vascos no sucedió.
El vídeo inédito hasta ahora que puede visualizarse en GARA.net deja de manifiesto que en los meses en los que se vieron obligados a residir en Yeu, los militantes abertzales consiguieron entablar una relación afable y, en algunos casos, hasta amistosa con buena parte de sus habitantes. Las decenas de vecinos que se agolparon en el puerto para despedirles cuando dejaban atrás el confinamiento al que les sometió el Gobierno francés son muestra de ello. Este hecho puede parecer algo normal; sin embargo, la campaña de desprestigio que precedió la llegada de los refugiados vascos no incitaba a los moradores de la isla a alegrarse de la presencia de sus nuevos convecinos, ni mucho menos les alentaba a acercarse a ellos.
Eloi Uriarte, uno de los confinados, recuerda que la Policía los había presentado como "peligrosos terroristas y violadores" ante la población, por lo que reconoce que "al principio fue muy duro; cuando entrábamos en un bar, por ejemplo, la gente que se encontraba allí se marchaba". Para cuando el soraluzearra recaló en la isla, varios compañeros suyos se encontraban ya allí; otros llegarían más tarde.
Los confinamientos de militantes vascos habían comenzado varios meses antes y se agudizaron con la ofensiva de ETA y, en particular, tras el atentado del 4 de octubre de 1976 en el que murió el presidente de la Diputación de Gipuzkoa, Juan Mª Araluce, junto a su chófer y sus tres escoltas. Diez días más tarde París anunciaba represalias contra los refugiados que fueron concretadas más en detalle en la reunión del 18 de octubre con los servicios de información de Madrid en previsión de la inminente visita del monarca español al Estado francés.
Así, en esta segunda oleada (en la primera, de abril a junio, otros siete refugiados habían estado confinados) y, aduciendo motivaciones administrativas por no estar residiendo en regla en "territorio francés", muchos de los que iban siendo detenidos en Ipar Euskal Herria fueron trasladados a Yeu. José Miguel Beñaran, Argala, llegó justo el mismo día de la reunión hispano-francesa. Otros cinco refugiados, entre ellos su compañera Asun Arana, habían sido asignados a residencia unos días antes. El usurbildarra José Martín Sagardia, que fue detenido junto a Argala, arribaría unos días más tarde. En total, entre militantes de ETA militar, de ETA político-militar y otros refugiados que no pertenecían a ninguna organización, una veintena de ciudadanos vascos se vieron desterrados durante varios meses en la isla.
Cambio radical
Eloi Uriarte rememora cómo lograron que la hostilidad inicial de la población isleña fuese transformándose en una "buena relación": "Decidimos contactar con personas relevantes como la alcaldesa, el farmacéutico, el médico... Les contamos nuestra historia, quiénes éramos y las razones por las que nos habían llevado allí. Con esas explicaciones y viendo el comportamiento que manteníamos, poco a poco la actitud hacia nosotros cambió radicalmente".
Empezaron a tener una relación normalizada con los residentes de Yeu. "Nos invitaban a sus casas y compartíamos algunas tareas como recoger algas o cuidar el rebaño, lo que fue acercándonos", señala. Tanto fue así que llegó a haber "verdaderas broncas" entre jóvenes del pueblo y los CRS (Policía antidisturbios) que controlaban y vigilaban a los refugiados vascos.
Las visitas que recibían desde Euskal Herria también fueron un factor que hizo que las intoxicaciones de las autoridades fueran diluyéndose. Y es que, además de familiares y amigos, personajes políticos como Telesforo Monzón o Marc Legasse, miembros de Anai-Artea y de otros organismos de defensa de derechos humanos se trasladaron hasta la isla para mostrar su solidaridad hacia los confinados y denunciar la política represiva de París. "Hubo una movilización muy importante. Venían autobuses enteros a visitarnos; por ejemplo, de Soraluze vinieron dos. Desde Euskal Herria se estaba preparando una expedición con pequeños barcos con destino a Yeu cuando nos anunciaron el fin del confinamiento. Creo que todo este movimiento les preocupó y decidieron terminar con la medida", evoca Uriarte.
Todas estas vivencias le hacen rememorar que varios compañeros con los que compartieron la estancia en la isla "se marcharon de entre nosotros definitivamente". Se refiere a José Martín Sagardia, muerto por el BVE el 30-12-1980, a Tomás Pérez Revilla, que murió el 15-6-1984 como consecuencia de un atentado de los GAL, y al propio Argala, que también fue víctima de la guerra sucia. Y también a Manuel Makazaga, que falleció en 1992, y a Jabier Aya Zulaika, Trepa, que murió en un accidente hace una década. Además del propio Uriarte, otros compañeros y compañeras siguen en el exilio, como Asun Arana o Jesús Makazaga. También formaban parte de aquel grupo Lázaro Arandia, Juan José Gurrutxaga, Gregorio Garitonaindia, Pedro Ereño, Roberto Etxebarria y Maite Guridi.
Personaje referencial
En estos días, por coincidir con el aniversario de su muerte, Uriarte tiene un recuerdo especial para Argala: "Nos tocó estar juntos allí y también coincidimos luego. A veces puede pensarse que se le ha mitificado en exceso, pero la verdad es que era todo un personaje. Tenía una gran capacidad de análisis y visión de futuro. En la misma isla, llevaba una vida muy austera. Tenía muchas inquietudes y siempre estaba metido en reflexiones y estudios". Está convencido de que hoy en día sus análisis siguen teniendo una "vigencia real".
Cuando partieron de Yeu, la población se arremolinó para despedirlos. "Aunque parezca, increíble algunos lloraban", comenta. Son los momentos que preceden a la partida en el barco que recoge el vídeo. Fueron desembarcados en Burdeos con la orden de abandonar territorio francés. Algunos retornaron a Euskal Herria la misma noche.
A buen seguro, las viejas generaciones de Yeu se acordarán aún de los refugiados vascos, de la misma manera que ellos no olvidan todas aquellas vicisitudes que han dejado huella en unos y otros, y en la historia de Euskal Herria. A pesar de las irregularidades administrativas aducidas por el Gobierno de Giscard d'Estaing, los documentos del Ayuntamiento de Yeu también certificarán para siempre el paso de los vascos, ya que Argala y Asun Arana contrajeron matrimonio allí; Uriarte y Garitonaindia fueron los testigos.
GARA