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Última edición por Valentina_ el Mar Oct 09, 2012 7:50 pm, editado 2 veces
Si la gente ha salido a la calle y ha comenzado a organizarse bajo criterios distintos a los repetidos por los que se autoproclaman revolucionarios o progresistas, ello debería hacer ver que existe una falta de análisis y una sobredosis de ideología que no cuajan con lo que sucede
no armonizar el pensamiento con los elementos de la realidad cotidiana o no saber sentir las necesidades de los explotados
No se trata tanto de poner en tela de juicio los valores históricos que encarna la izquierda –o la extrema izquierda–, sino de cuestionar su forma, su puesta en escena, su manera de descifrar la realidad. Recordar por qué una persona se hacía de izquierdas resulta fundamental para comprender su función histórica. Ser de izquierdas ha sido un mecanismo, ha conseguido proyectar un universo mental acorde a las necesidades e intereses de los desfavorecidos y explotados del mundo, pero nunca al revés. La izquierda al servicio de las gentes y no viceversa. Por el mismo motivo que la entendemos como una herramienta que cristalizaba la organización del descontento, tenemos hoy que redefinir los conceptos para que, nuevamente, se interpreten las intenciones de impugnación de los de abajo
Nietzsche afirmaba que los ateos no se despojaban de su condición de religiosos por el mero hecho de negarla, lo podían seguir siendo precisamente por seguir manteniendo una fe ciega en la búsqueda de la verdad única. Sacralizar posturas, símbolos o colores, como verdades eternas al margen de los cambios, nos exime de nuestra condición laica en la política, para convertirla en un presupuesto religioso inamovible, sin necesidad de verificar en la práctica.
Paradójicamente, era Lenin quien decía aquello de que “cada eslogan particular debe ser deducido de la totalidad de características específicas de una situación política definida”.
Al tiempo que el capitalismo ha ido adoptando una proyección joven, dinámica, transgresora
Es “una llamada a actuar que no sabe producir un eco en nuestra conciencia”.
Valentina_ escribió:El neoliberalismo y el posmodernismo están dejando en la cultura social una desgraciada y perdurable marca. La anticientífica y vetusta filosofía posmoderna y su expresión en la teoría del estado, la "poshistoria", constituye la conciencia, el soporte ideológico del neoliberalismo. Su argumentación va dirigida a negar el papel de la verdad en el proceso investigativo, a sembrar la apatía entre la intelectualidad, a soslayar la importancia del desarrollo de las naciones...
El crítico marxista y teórico literario Terry Eagleton una vez denunció bien el posmodernismo como "un chiste enfermo", (“a sick joke”). Nosotros no necesitamos ironía postmoderna, sino la narrativa grande del marxismo para transformar el mundo.
Manifiesto escribió:"La irrupción del 15M da claras muestras de ello. Un acontecimiento que leído desde una óptica clásica, debería haberse traducido en votos a IU en las pasadas elecciones del 22M, o en ampliar los grupos de izquierda. Pero el 15M existe en sí mismo y no responde a la lógica del caladero de votos o del engrosamiento de mi organización particular."
Esto no es del todo cierto, el 15M si que se convirtió casi en tu totalidad, en votos para IU y otros partidos alternativos a los de siempre, eso se vio en las generales.
Lo cierto es que este texto refleja algo que yo he pensado mucho tiempo, el postmodernismo apareció con la ruptura de todos los paradigmas, parece que todo es incierto y nos vemos en una situación de crisis filosófica y científica, hay muchas teorías pero pocas verdades, la corriente filosófica actual dominante es la hermenéutica (interpretación de textos), parece que todo es verdadero o falso dentro de un marco coherente de cosas, dentro de un paradigma determinado, pero no hay nada más allá.
Esto se arrastra ya desde más o menos el siglo XIX, el siglo XX ya fue el boom de los paradigmas y ahora el nihilismo, aún iba a tener razón Nietzsche .