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    Blog de las Células del PCOE en Sadiel

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    Mensaje por el_republicano2 Dom Oct 02, 2011 10:47 pm

    Iré colgando aquí los diferentes artículos que se publiquen en el blog de las Células del PCOE en Sadiel, a excepción de aquellos que ya se publiquen en la web del PCOE.

    PRESENTACIÓN
    Como Comité de las distintas células del Partido Comunista Obrero Español que actualmente tenemos en Sadiel, nos dirigimos a vosotros para comunicaros la puesta en marcha de nuestro blog. Después de reflexionar mucho al respecto, hemos considerado oportuno la emisión del presente blog, a través del cual vamos a transmitiros las opiniones del Partido relacionadas con los acontecimientos que se suceden en los ámbitos de la política, de la economía y de la ideología, que tienen hondas repercusiones en nuestra vida familiar, social y laboral.

    En las deliberaciones de los convenios colectivos, en artículos de prensa y actuaciones en televisión, se pueden constatar que los empresarios hablan de política para reforzar sus posiciones, hacen política para frenar la lucha por nuestras reivindicaciones y están unidos entre sí, al objeto de elaborar una táctica en común, en defensa de sus intereses como clase; sin embargo, tratan por todos los medios antidemocráticos negar a los trabajadores a que se expresen en los mismos términos y, lo que es peor, procuran crear un ambiente enrarecido y represivo en torno a los comunistas con el fin de ocultar la verdad, de distorsionar la objetividad y hacer de cada trabajador un fanático, que con solo oír el nombre de comunista se niegue a escuchar y leer nuestras opiniones que, acertadas u erróneas, constituyen opiniones que parten del seno de la clase obrera. Es pues la negación de un derecho, por el cual los comunistas hemos luchado siempre y por el cual, también, hemos sido los que más hemos sufrido en todo instante, debido a que la represión de los enemigos de las clases trabajadoras se han cebado contra nosotros.

    También queremos deciros que en el área laboral, los militantes del PCOE miembros del comité de empresa respetarán democráticamente, en todo momento, los acuerdos adoptados por mayoría en dicho organismo que, naturalmente, no constituyan una flagrante traición a los trabajadores de Sadiel. El PCOE no firmará a conciencia nada que sea un gravamen para sus compañeros; pero, como toda opción, tiene la obligación de exponer ante sus compañeros sus posiciones con relación al problema dado.

    Esperamos que este blog tenga una buena acogida entre todos vosotros, en esta dirección no regatearemos esfuerzo alguno para captar fielmente el sentir de todos vosotros y para luchar por los intereses de nuestra clase.

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    Mensaje por el_republicano2 Dom Oct 02, 2011 11:06 pm

    ACERCA DE LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO. LA IDEOLOGÍA
    Al estudiar la ideología como resultado del proceso del conocimiento humano, nos enfrentamos al problema de su origen ¿Procede del exterior? Es decir, ¿Existe al margen de la voluntad humana y le es impuesta al hombre? o ¿es un concepto subjetivo y por consiguiente es fabricada por la mente del individuo? Esta segunda solución denominada subjetivismo intenta capitalizar la explicación de la existencia de infinitas formas de pensar, desde el convencimiento de que hay, o puede haber tantas ideologías como personas habitan en la Tierra. Con el fin de sustentar con argumentos irrefutables la conexión entre la ideología y el individuo, el subjetivismo concede un valor extraordinario al dicho popular muy extendido en la actualidad: ¡Yo tengo mi propia ideología! Y aunque, en el citado ejemplo el vocablo ideología es sustituido con demasiada frecuencia por el término filosofía, en boca del neófito llegan a tener la misma significación.


    Durante la segunda mitad del s. XX se puso de moda en la filosofía burguesa relativizar las respuestas a las cuestiones planteadas ¡Todo es relativo, depende del sujeto que haga la observación! De esta forma, para la filosofía burguesa la objetividad puede constituir, o no, la causa de un hecho significativo sólo según el punto de vista del exponente.

    La democracia burguesa moderna, venera la libertad de pensamiento basándose en la diversidad de opiniones y en la variedad de soluciones que se puedan dar a un mismo problema –Charles De Gaulle dijo que: “la base de nuestra civilización está en la libertad de cada uno en sus pensamientos, en sus creencias, sus opiniones, su trabajo, su ocio”. El principio de la disparidad capitalista presume de interpretar la realidad cotidiana de la que supuestamente todo el mundo tiene su parte de la verdad, incluido el patrón más egoísta, porque llevada hasta sus últimas consecuencias, la relatividad de la verdad (en el sentido opuesto a la verdad relativa del marxismo) admite la posibilidad de que no sea motivo de reproche que un obrero aquejado por el paro, sin menoscabo de su integridad como trabajador, defienda aspectos básicos del capitalismo, como puede ser la explotación, naturalmente, disfrazada de necesidad social o encubierta con el aura de la inteligencia. ¿Por qué un burgués y un obrero no pueden coincidir en algunos de sus puntos de vistas? Después de todo, ofrecerían interpretaciones distintas de una misma verdad relativa. ¿Si los capitalistas sancionan favorablemente su posición social, al esgrimir que gracias a sus empresas encuentran trabajo millones de obreros con el que mantienen a sus familias, por qué, entonces, los trabajadores no deberían reconocer esta realidad, con palabras distintas y con independencia de si su remuneración es la adecuada o insuficiente? Esta circunstancia sería un dato a rectificar que no negaría la función social del empresario.

    En el subjetivismo los pensamientos pueden entrecruzarse o chocar sin que signifique renunciar al honor y al orgullo de pertenecer a una clase u otra y sin que conduzca al antagonismo. Al fin y al cabo, la lucha de clases según la opinión compartida, hace tiempo que desapareció. Al querer ser consecuente con la realidad que le rodea, el subjetivismo defiende la tesis de que si la lucha e clases ha dejado de ser una realidad, si las relaciones, antes conflictivas entre las fueras sociales han llegado a conciliarse y coexisten, las ideas por muy diversificadas y contradictorias que resulten, no tienen porqué enconarse en un enfrentamiento absurdo, solo hay que buscar el punto de equilibrio. Y como quiera que las ideas pertenezcan a las personas, sería suficiente con aplicar el sentido común para establecer el lugar exacto del encuentro.

    Las consecuencias del subjetivismo son perniciosas para el obrero. La burguesía se niega interesadamente a examinar la causa-efecto de este fenómeno capital, que podría descubrir la falsedad de la democracia “occidental”. La diversidad de pensamiento es tan solo una ilusión proyectada a propósito, porque en esencia todos dicen lo mismo. Pero ¿quién puede penetrar en nuestros cerebros y cómo, para uniformar nuestros pensamientos? Algo tan inconsistente en teoría, pero demasiado evidente como para no creer que existan mecanismos en manos de la sociedad burguesa, capaces de diseñar a su gusto el pensamiento popular. Sin embargo, los socialistas, comunistas de nuevo cuño y todos los llamados demócratas participan de la opinión burguesa sobre la multiplicidad de ideas, pensamientos e ideologías. El “socialismo” “democrático” del PSOE y el “eurocomunismo” que patrocina las nuevas ideas del PCE-IU, pretenden ser “socialismos pluriideológicos”. Concepciones tomadas del arsenal teórico burgués que afirman que el acto de pensar es tan íntimo y personal, que nada ni nadie lo puede prohibir o limitar. Cualquier individuo puede dar riendas sueltas a su imaginación inusitada ¿quién se lo puede impedir? Incluso, se espera con ilusión inusitada al genio que sea capaz de imaginar soluciones espectaculares “la imaginación al poder”

    Para el capitalista, la libertad de pensamiento es sin duda la madre de las libertades. Se entiende que se pueda promulgar leyes que contemplen libertad y derechos. Se entiende que, también, se pueda decretar disposiciones que atente contra las libertades y los derechos. En ambos casos, el respeto o la abolición de las libertades y de los derechos estarán supeditados a la situación política del momento. No obstante, a juicio de la burguesía y de los reformistas, en el hecho concreto de la libertad de pensamiento ésta no puede estar sujeta a norma alguna, porque escapa del control ajeno. Cualquiera puede pensar lo que se le antoje y además, decir otra cosa distinta que la que contiene su pensamiento. Los demás le juzgarán por lo que dice, pero no por sus pensamientos que serían imposibles de detectar y de descifrar.

    ¿Puede un individuo pensar lo que se le antoje? Expuesto así, el planteamiento del problema es falso. Porque lo que hay que dilucidar primero, es si el antojo es una facultad que actúa con libre albedrío. Porque de lo que se trata es de saber si al configurar nuestro pensamiento una idea, ésta le viene dada por la capacidad de poder elegir entre una serie de posibilidades, o porque nuestro discurrir es capaz de crear una idea que no constituya el reflejo de unas condiciones determinadas. Las elecciones al parlamento burgués representan un abanico lleno de posibilidades para el pensamiento del elector que, supuestamente puede optar por el partido político que se le antoje. Pero el antojo está acotado por tales posibilidades (por los partidos que se presentan a las elecciones) Por tanto, su libertad está proyectada y limitada. No podemos soslayar que para que un partido se presente a las elecciones burguesas con mínimas posibilidades de sacar un parlamentario, deberá ganarse los préstamos bancarios que le permita competir en campaña. ¿Prestaría un banco dinero a aquel partido que recoge en su programa la nacionalización y menos aún la socialización de la banca? Seguro que no. Así las posibilidades de elegir son menores todavía.

    En contra de este criterio, es decir, de que no existe libertad absoluta para pensar y crear ideas, hay quienes oponen la singularidad del descubrimiento de algo que no existía. Fleming, inventó la Penicilina, arguyen, lo que antes de él era impensable para cualquier ser humano. Es cierto, la Penicilina fue un descubrimiento singular y extraordinario, pero las premisas materiales y el objeto de su hallazgo, estaban creadas antes fuera de la voluntad y del entendimiento de Fleming. El Dr. Fleming no creó nada de la nada y para nada. Las cualidades de la materia prima que empleó y que él investigó existían previamente a su disposición de investigarla y el conocimiento humano estaba preparado para descubrirlas con los adelantos técnicos mínimos precisos. Es decir, debieron darse las condiciones objetivas y subjetivas para que Fleming, mero vehículo, descubriese la Penicilina. De no haber existido tales premisas, el descubrimiento no hubiese tenido lugar.

    Podemos formarnos ideas distintas sobre un fenómeno observado, lo que significa que el fenómeno existe y que nuestro pensamiento lo refleja con su imagen idealizada o fidedigna, cuya observación y cálculo dependerá siempre del nivel de preparación que hayamos adquirido cada uno en nuestras vidas, y estará subordinada a la influencia que ejerce el entorno familiar y social en el que nos desenvolvemos y a nuestro propio carácter. Asimismo, es cierto que podemos fantasear con nuestro pensamiento. También aquí se pone en movimiento idéntico mecanismo que para los ejemplos anteriores. El hombre crea sus dioses a su imagen y semejanza o con cuerpo de animal y en última instancia lo representa con la combinación de los cuerpos del hombre y del animal (idealización de la realidad objetiva) porque es imposible representar un espíritu puro, porque es imposible imaginarse algo con visos de realidad que no tiene existencia.

    Al rechazar el enfoque subjetivista burgués sobre el origen del pensamiento, no es nuestra intención negar el papel que desempeña el factor subjetivo en la reflexión del individuo y en las condiciones que generan su conciencia de clase. Y en ningún instante nos anima el deseo de realzar la preponderancia del elemento objetivo sobre el subjetivo. Los medios exteriores e internos se interrelacionan constantemente en el proceso del conocimiento humano. Consciente de esta realidad, la burguesía emplea exclusivamente los factores subjetivos para deslizar su ideología por el seno de los partidos de izquierda, en los sindicatos y en la propia clase obrera, con el objetivo de evitar que puedan acceder a la comprensión del mundo real, con el propósito de apartarlo del camino revolucionario.

    Son las condiciones particulares las que ocasionan en el trabajador sin conciencia de clase la interpretación deformada de la realidad, que la burguesía aprovecha para justificar su teoría de la “multiplicidad ideológica” en la que basa su existencia la democracia occidental y que en la actualidad, constituye el argumento más consistente del sistema capitalista frente a la presunta falta de libertades individuales del sistema socialista. Y Son, también, las circunstancias personales del individuo (paro, préstamos, enfermedades, sueldos bajos, etc.) las que proporcionan a la burguesía los instrumentos coercitivos para perpetuar su explotación y dominio. Pero, a la vez, esas mismas condiciones individuales se convierten en un espléndido caldo de cultivo para sombrar la semilla de la conciencia de clase que coadyuva a conocer la realidad exterior -leyes sociales-

    Antes de proseguir, es necesario establecer los criterios que conforman la conciencia individual. Para ello partiremos de la base de que el conocimiento no lo contrae el hombre en su nacimiento, sino que lo adquiere y perfecciona paulatinamente en el transcurso de su ida. El conocimiento es el producto de la actividad práctica.

    Ya hemos apuntado anteriormente que los factores objetivos y subjetivos intervienen en el pensamiento del hombre como observador. Para explicarlo exactamente, debemos hacer hincapié en que en la conciencia individual concurren diferentes medios que se interrelacionan: El macro medio, o sea, las condiciones de vida de la clase a la que pertenece el individuo; el micro medio: condiciones de vida del estrato a que pertenece el sujeto dentro de su clase; el medio inmediato (familia, amigos, conocidos) y finalmente, influye también, las condiciones de vida particular, su nivel de desarrollo, su carácter personal, etc.

    En plena contradicción con su adscripción al subjetivismo ideológico, el capitalismo hace caso omiso a las circunstancias sociales que rodean al ser individual, a pesar de que han sido engendradas por su propio sistema decretando leyes que no contemplan tales situaciones personales, con el falso pretexto de salvaguardar el derecho a la igualdad de todos los miembros de la sociedad ante la justicia. En el capitalismo, al hombre, a la mujer, o al niño, cuya vida se desarrolla en la miseria sin otros recursos para subsistir física y espiritualmente que la autosuficiencia, se le exige el mismo comportamiento social que a un multimillonario que no siente la necesidad de contravenir la legalidad que le es favorable, o de lo contrario, caerá sobre ellos todo el peso de la ley. Las cárceles de los países capitalistas están repletas de indigentes.

    La provincia de Sevilla descuella en la comisión de delitos, en el consumo de drogas y en otras “bajezas” sociales. La explicación hay que buscarla en su alto índice de desempleo, alrededor del 27% de la Población Activa que hace que uno de cada cuatro de sus habitantes bordee el umbral de la miseria (Cáritas)

    Llegado a este punto nos asalta la siguiente pregunta ¿No es un contrasentido que las condiciones precarias de la clase obrera sirvan de vehículo para transportar hasta ella la ideología burguesa? Para dar la justa respuesta a esta cuestión es imprescindible fijar las reglas que rigen en la lucha de las ideas en nuestra época.


    LA NECESIDAD DEL PARTIDO


    La ideología es el sistema de concepciones e ideas políticas, jurídicas, morales, filosóficas, religiosas y artísticas. Es obvio, que en el sistema capitalista domina la ideología burguesa, por cuanto está soportada sobre el sistema de producción capitalista y por las instituciones (Estado: Parlamento, Justicia, Ejército, Policía, Iglesia, cultura…) que legalizan dicho sistema. La realidad capitalista se refleja en la conciencia del individuo dictando su conducta y estimulando sus aficiones. El trabajador “más” explotado solo ve a su alrededor el mundo burgués que le impone sus necesidades y que influye en él, en sus deseos materiales y espirituales, en su forma de vestir, en sus vicios. Para él no existe otro mundo, lo tendría que descubrir pero está rodeado de obstáculos para descubrirlo por sí mismo.

    La clase obrera y junto a ella todas las clases trabajadoras, solo podrá librarse de la explotación capitalista, cuando resuelva la contradicción que existe entre el objeto de su pensamiento aburguesado (deformación de la realidad objetiva) y su condición de explotado por esas mismas ideas que les son ajenas.

    El sistema capitalista tan solo puede producir dos ideologías: la del burgués, cuya misión es justificar la existencia del sistema (concepciones políticas, jurídicas burguesas etc.) y la ideología obrera que se contrapone antagónicamente a la ideología burguesa y que expresa los intereses de todas las clases trabajadoras.

    La pluralidad ideológica es una falacia que divulga la apología capitalista ¿Cuántas opiniones puede promover la relación entre el patrón y el obrero? Solamente dos. Una es que el patrón explota al trabajador, porque se apodera del valor creado por éste, amasando su riqueza a su costa. Y la otra es que no existe relación de explotación, porque el patrón abona al obrero el valor de su trabajo con mayor o menor acierto en el criterio de justicia. ¿Puede existir una solución intermedia? Es evidente que no, sin embargo, los círculos de opiniones que comprende la franja derecha-izquierda parlamentaria que se engloban bajo el título genérico de “demócratas” eluden esta verdad irrebatible recurriendo a todo tipo de subterfugios para ocultar la naturaleza explotadora de la burguesía. El día siguiente a las elecciones italianas, en el programa “Protagonistas” de Luis del Olmo y después que los contertulios recordaran los delitos que les imputaban a Berlusconi, ganador de las elecciones y con la excusa de ofrecer una explicación creíble al comportamiento del electorado que le dio el triunfo, el tránsfuga e inefable Ramón Tamames, sentenció: ¡Ha demostrado ser un buen gestor de sus empresas! Insistiremos siempre que el objetivo supremo de la empresa capitalista es el lucro, dicho de otra forma, incrementar los beneficios constantemente, que no pueden obtenerse de otra manera más que intensificando la explotación sobre los trabajadores. Desde este punto de vista, un buen gestor es un gran explotador. Pero la versión que nos transmiten los llamados “demócratas” contribuye a malformar la conciencia del pueblo trabajador.

    ¿De qué forma debe orientarse la clase obrera y con qué medios deberá contar para descubrir la falsedad de la ideología burguesa que la atenaza y la domina? ¿Cómo podrá la clase obrera desenmascarar y neutralizar la alianza ideológica sellada entre la burguesía y los llamados demócratas, entre los que se incluyen los PSOE y PCE-IU? A TRAVES DE SU VANGUARDIA, DE SU PARTIDO. La burguesía lo ha comprendido desde el principio y se opone a su desarrollo utilizando cualquier método para obstaculizar su desenvolvimiento. La clase obrera sin su partido es una clase amorfa a merced de las traiciones y de los propósitos de los capitalistas. Todos los esfuerzos de las clases capitalistas se dirigieron a la liquidación del antiguo PCE como partido revolucionario, como así ha resultado.

    Las desventuras protagonizadas por las organizaciones más representativas en el ámbito popular, sugieren planteamientos y contenidos en los que se ha de apoyar el partido revolucionario para protegerse de las influencias reformistas y especialmente, contra la penetración de la ideología burguesa, que nosotros resumimos en cuatro:

    Fidelidad a los principios marxistas-leninistas
    Beligerancia y una actitud hostil contra las veleidades ideológicas provengan de donde provengan
    Divulgación del marxismo-leninismo repudiando toda clase de prejuicios.
    Defensa a ultranza de la organización leninista independiente de las organizaciones reformistas.

    el PCOE asume su responsabilidad contraída con todas las consecuencias imputables al seguimiento de su estricta observancia. En nuestro partido no habrá descanso cuando se trate de cerrar cualquier oportunidad al enemigo de poder debilitar nuestras convicciones. El marxismo-leninismo no constituye para nosotros una referencia, sino la esencia de nuestra conducta cotidiana y confirmándonos día a día en sus enseñanzas diseñamos nuestros programas de actividades dentro de las organizaciones de masas.

    Las experiencias nos han proporcionado los suficientes datos probatorios de que el abandono de los principios, es la cobertura que propicia la desviación y la desconcienciación de los trabajadores.

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    Mensaje por el_republicano2 Dom Oct 02, 2011 11:22 pm

    Leyendo a Marx

    Las ciencias modernas se desarrollan vertiginosamente, espoleadas por la necesidad de una investigación intensa y profunda que de respuestas a multitud de problemas de orden psicológicos y físicos que afectan al hombre contemporáneo y de manera muy especial a los ciudadanos de la llamada “sociedad occidental”. El stress, la depresión y la violencia que dominan a todas las edades, son objetos de una atención extraordinaria por parte de los científicos.

    Periódicamente se celebran simposios, conferencias y congresos que evalúan los avances que se efectúan en cada rama científica y sus positivas repercusiones en la salud de las personas. Leyendo los anales de la historia científica se puede comprobar las categorías de los logros alcanzados. Y es aquí donde nace nuestra preocupación, mas bien, nuestras dudas acerca de la efectividad de los progresos en el campo de la sociología y en el de la sicología, en donde los problemas que les atañen, en vez de ser superados se acrecientan de forma alarmante.

    ¿Por qué en estas dos disciplinas tan importantes para la vida moderna, no se obtienen los mismos resultados que, por ejemplo, la cibernética, la electrónica, la medicina convencional, si al final éstas supeditan sus objetivos a los parámetros que ofrecen la sociología y la sicología?. La respuesta puede sorprender en primera instancia, pero nuestros estudios nos llevan a la conclusión de que la inmensa mayoría de nuestros científicos, son socialmente antimarxistas. Coinciden con Marx en la materialidad del mundo objetivo, a diferencias de algún que otro matiz de interpretación, pero en lo que se refiere a la sociología están anclados en la ideología burguesa. No comparten las teorías de Marx, por encontrarlas esquematizadas, rígidas y deterministas. En cambio, sostienen que el capitalismo, la “Democracia Occidental”, nos brinda un mundo multicolor, lleno de perspectivas pluridimensionales, en donde la libertad individual y la satisfacción espiritual se mueven por mayores espacios, a la par que ofrecen las más amplias oportunidades para la vida actual, en las que incluyen la investigación y la solución de los problemas.

    Una interpretación sesgada de la teoría marxista, no es obra exclusiva de la burguesía, en este caso de los científicos “aburguesados”, también la encontramos subyacente entre sus seguidores, quienes extraen de su lectura un marxismo vulgarizado proporcionando los ingredientes que precisan los adversarios de Marx para justificar el rechazo a su doctrina.

    Vulgarizar el marxismo significa definir rígidamente sus principios sin sacar el máximo provecho y sin dar oportunidad al enriquecimiento. “En general, el modo de producción de la vida material condiciona el proceso social, político y espiritual de la vida. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino al contrario, su ser social es el que determina su conciencia”. Eh aquí la clave doctrinal del marxismo que en la estructura social se explica a través de la relación que se establece entre las bases económicas (relaciones de producción) y las superestructuras (conciencia, religión, política etc.) Sobre las bases económicas se levantan las superestructuras que les son inherentes, con determinadas instituciones jurídicos-políticas, tipo de religión y de pensamiento social. Apoyándose esquemáticamente en dicha conexión se construyen los criterios mas dispares. Desde quienes opinan que Marx negaba la existencia del espíritu, hasta los que entienden que la conciencia del hombre no juega ningún papel en las teorías marxistas. Indudablemente, la lectura que se hace de las obras de Marx, es incompleta, distorsionada e interesada.

    Por supuesto, que entre la base o estructuras (relaciones económicas) y las superestructuras (conciencia social, religiosa...) existen vínculos de reciprocidad –no reconocido con frecuencia- y es aquí donde se choca demasiadas veces. El hecho de que la economía (ser social) determine las superestructuras y entre ellas el tipo de pensamiento (grados de psicología y conciencia), no niega, ni mucho menos, que los cambios que se operan en éstas últimas influyan a su vez en el ser social -reciprocidad- ¿Cómo, si no, puede entenderse que en lucha contra la burguesía, el proletariado pase del estado de sicología al de conciencia de clase y pretenda la implantación del socialismo (modificación de la realidad existente) como solución de las contradicciones económicas existentes, reflejadas en la conciencia humana?.

    La incomprensión de este razonamiento materialista y dialéctico, influye en algo tan importante como la toma de posición respecto al devenir. ¿Qué hacer con la sociedad capitalista? ¿Esperar que el desarrollo social dentro del marco burgués la supere? (Negación de la conciencia) (conclusión socialdemócrata al leer a Marx) o ¿Luchar contra dicho sistema e instaurar un nuevo modo de producción de acuerdo con las necesidades sociales? (Influencia de la conciencia adquirida por las condiciones materiales sobre el ser social).

    Ignorar la obra de Marx, por desconocimiento, o por hacer una lectura de la misma con desatinados prejuicios, es prescindir de una de las fuentes más ricas e inagotables de argumentos que nos pueden servir de base para la comprensión de los fenómenos de este mundo. Así lo comprendieron anteriormente los representantes de varias ramas del saber humano, geógrafos, historiadores, filósofos y el mundo se lo agradece. Desde entonces acá las enseñanzas, nos deparan rigor y ciencia, no sin antes superar las trabas de las ciencias oficiales burguesas.

    Sicólogos y sociólogos, deberían desprenderse también de las ataduras que les ligan a los intereses del sistema y tomar buena nota de ello, si quieren ahondar en las causas de las dolencias que ahogan a la sociedad vigente. Marx tiene respuestas inexploradas a planteamientos actuales, pero su estudio requiere objetividad e independencia. El fenómeno de la alienación y su resolución, constituye uno de los pilares más grueso y sólido de su ideología.

    Entrar de lleno en el análisis marxista de la alienación humana, nos permite reconsiderar algunos aspectos de la sociología, como es el problema de la libertad y también nos penetra en áreas comprendidas en la sicología, concretamente en lo relativo al comportamiento del hombre. Por esta razón, merece la pena que nos detengamos un instante en su examen.

    En los “Manuscritos económico-filosóficos” encontramos lo siguiente: “La producción produce al hombre no sólo como una mercancía, la mercancía humana, el hombre con el carácter de mercancía, sino que lo produce con arreglo a este carácter, como un ente deshumanado tanto espiritual como físicamente” -el subrayado es nuestro. A criterios de Marx, los primitivos medios de producción concebidos por el hombre como simples instrumentos y materiales de la actividad productiva, son transformados con la aparición de la propiedad privada en fines a los que subordina el mismo hombre. Por lo tanto “No es el obrero el que emplea los medios de producción, sino que son los medios de producción los que emplean al obrero. En lugar de consumirlos como elementos materiales de su actividad productiva, son ellos los que lo consumen como fermento de su proceso vital...

    La vida espiritual del obrero se enajena en el proceso de producción. El obrero no es ya siquiera un apéndice de los instrumentos de trabajo, porque la máquina no es diseñada para adecuarse al hombre, como en el caso del hacha de piedra con respecto al hombre primitivo, sino todo lo contrario, es el hombre el que ha de estudiar o reciclarse para poder ser utilizado por la máquina. Los términos se invierten, mientras la máquina adquiere el valor supremo para el capitalista, el obrero se deshumaniza.

    El obrero pierde su naturaleza intrínseca, la de ser hombre. Recordemos que lo que separa al primer homo hábilis del reino animal es la capacidad para producir sus instrumentos de trabajo. Instrumentos de producción que elabora para su provecho y para el beneficio de la comunidad humana. Sin embargo, la propiedad privada hurta al hombre la cualidad que le da carta de naturaleza humana, devolviéndole al reino de lo inconsciente, de la barbarie, modificando su sicología y su carácter a la vez que exhuma de sus entrañas la bestia ancestral.

    La relación que se establece entre el obrero y los medios de producción, cualesquiera que estos sean es la de subordinación. La máquina (o cualquier otro medio de producción) es el ente principal, al que el obrero sirve de instrumento. De resignación, puesto que es obligado a la subordinación o, por el contrario, está condenado al paro, a la miseria etc., es decir, a mayor grado de alienación. De enajenación, su voluntad es reprimida y hurtada. En este caso, su criterio no vale nada. Y así sucesivamente, podemos descubrir los lamentables efectos que infiere el proceso de producción en el obrero, que afectan a sus sistemas psíquico y nervioso. Muchas de las enfermedades modernas son inexplicables si no atendemos al lugar que ocupa el obrero en el proceso de producción en el sistema capitalista. La provincia de Sevilla descuella en la comisión de delitos, en el consumo de drogas y en otras “bajezas” sociales. La explicación hay que buscarla en su alto índice de desempleo, alrededor del 25% de la Población Activa que hace que uno de cada cuatro de sus habitantes bordee el umbral de la miseria (Cáritas). El stress, la depresión, la violencia, no son mas que síntomas de alienación social. Un trabajador que durante 8, 10 ó 12 horas del día depende de su trabajo, está siendo estigmatizado, y está dando pasos hacia la deshumanización, difícilmente, podrá volver al reino de lo consciente el resto del día, que por otro lado es cuando sufre en sus carnes todas las consecuencias de su alienación laboral: cansancio, aturdimiento mental, alteración nerviosa, manifiesta insolvencia para relacionarse con el exterior debidamente –pareja e hijos, vecinos..- crisis económica etc. , que se producen en distintos niveles.

    El vocablo deshumanización conlleva la pérdida del yo (hombre) y lo que queda es subordinación, enajenación y represión. (Igual que en las bestias de carga). La sociología y la psicología moderna parten desde esta realidad pero falseándola (sin preocuparse de sus causas), para determinar el estado de ánimo que origina el stress, la acritud del carácter y las enfermedades nerviosas. La subordinación, la enajenación y la depresión en manos de los sicólogos y sociólogos son sinónimas de exceso de trabajo, con lo cual, eximen de cualquier responsabilidad a la esencia del capitalismo, a lo sumo estiman que es un defecto del sistema pero sin cuestionar el sistema en sí. La solución, es evidente, consiste en atacar individualmente el problema alejado de la realidad colectiva. Basta con aplicar una terapia de descanso, consejos, sedantes etc., que calman los efectos, pero que mantienen intactas las causas.

    La violencia en todas sus vertientes, después de recrudecer y aumentar su penalización continua existiendo y creciendo. Es cierto, que entre los orígenes de la violencia se destaca la marginación. No obstante, jamás se llega a concretar cual es la raíz de la marginación. Porque, aún cuando se achaca al capitalismo la culpa de su existencia, ésta es también entendida como un defecto corregible por el sistema al que consideran único posible o menos malo.

    Otro de los motivos en los que se apoyan los científicos para justificar la proliferación de la violencia, es la agresividad que muestran los programas televisivos, desconectando la causa -medios de comunicación- de su causa precedente -propiedad privada-. En este supuesto, la medicina aconsejada es la de censurar a los medios de difusión. Con esta medida solo se lograría reducir el porcentaje de violencia pero no erradicarlo, que es de lo que se trata.

    Los hay quienes imputan a razones biológicas el comportamiento violento y a la débil naturaleza humana, la aparición de enfermedades nerviosas. De todos los modos, la falsedad impera, la ligereza y los rodeos son las únicas armas que emplean los sociólogos y sicólogos para dar soluciones a los problemas cardinales de nuestra sociedad. La violencia, el stress, y la depresión, no nacen con el hombre, no obedecen a deficiencias biológicas, sino que entrañan sus raíces en el sistema social. Con lo que de una u otra forma todos parecen estar de acuerdo, ¿por qué, entonces, no se atajan de raíz?. La clave, repetimos, está en no querer o no saber leer a Marx. El cinismo se exacerba en una cantidad nada despreciable de sociólogos cuando dicen que de Marx lo que les interesa es su método de análisis, pero no sus proyectos políticos. Como si una cosa y otra pudieran separarse.

    A diferencia de las corrientes filosóficas precedentes y posteriores, el marxismo no se contenta con la interpretación de los fenómenos, sino que reflexiona su solución, síntesis de su pensamiento revolucionario. Si Marx denuncia la alienación es con el propósito de suprimirla. Así pues, si las enfermedades sociales “modernas” es el resultado de la alienación, es obvio que solo acabando con ésta es posible eliminar para siempre las enfermedades que les son propias.

    Cuando se elimine la alienación, el hombre se reencontrará consigo mismo, volverá al reino de lo consciente, de la auténtica libertad, porque desaparecerá la subordinación, dejando de ser un objeto maleable y pasivo del proceso de producción. Toda regresión a lo ancestro se habrá disipado. Ya no ha lugar al stress, a la enajenación de su voluntad. Es la vuelta al humanismo y las enfermedades propias de su estado de involución, también habrán desaparecido, con ellas la acritud de carácter que conduce a la violencia en todas sus vertientes. Cuando desaparezca la alienación, la difusión de la violencia por los aparatos emisores no será posible, no habrá propiedad privada con intereses en su divulgación.

    Cuando se elimine la alienación, los problemas que surgieron con ella desaparecerán también con ella. Ahora bien. Como la alienación no es una propiedad del pensamiento, sino que corresponde a una situación histórica dada, como consecuencia de la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción, así también, cuando se suprima la propiedad privada sobre los medios de producción y solo entonces, se operará el “retorno del ente hombre a su objetividad natural o, mejor aún, a una objetividad que es al mismo tiempo natural y humana”. Entonces y no antes ni después, comenzará la civilización.

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    Mensaje por el_republicano2 Mar Ene 10, 2012 6:10 pm

    Los supersabios y el Partido Leninista


    Desde el punto de vista convencional se considera a la caída de la Unión Soviética el punto de partida para replantear sobre la base de la discusión más profunda, la necesidad o no de la existencia de un Partido Comunista y de cuanto gira a su alrededor, es decir, ¿para qué? Y ¿qué tipo de partido? Empleamos el verbo replantear, dado que es del todo conocido que defensores y opositores son paridos en el mismo momento en que Lenin concibe la organización obrera de nuevo tipo. Sin embargo, con la Revolución Soviética y su posterior desarrollo se produce la experiencia definitiva, que según se desprende de los debates que suscita es el argumento clave para afirmar o negar el partido.

    En demasiadas ocasiones las polémicas evolucionan superficialmente sin atender a aquellas consideraciones indefectibles por las cuales Lenin llega al convencimiento de que la clase obrera precisa de una organización superior. Se recurre a la refutación de parte de su contenido por procedimientos distantes, para finalmente desembocar en el objetivo de negarle al proletariado su partido. En efecto, solo hay dos formas de aniquilar al Partido leninista, una es al estilo de la burguesía, enfrentándose abiertamente contra él con todas las armas a su alcance y la otra es desde el lado del oportunismo desvirtuando gradualmente su contenido hasta transformarlo en otra cosa, como sucediera con el PCE. En ambos supuestos se trata sin más de la burda estrategia de privar a las masas laboriosas de su capacidad de organizarse autónomamente al objeto de impedir que se conviertan en la gerente de la revolución socialista, lo que para cualquier marxista-leninista equivale a renunciar al socialismo.

    Desde 1991 la literatura política burguesa se recrea hasta lo insoportable en los errores de la Revolución Bolchevique, con una clara intención de hundir con heridas de muerte a los defraudados comunistas. Como es de suponer no se trata en modo alguno de críticas inconexas, obedecen a un vasto plan preestablecido que consigue que la clase obrera repudie cuanto huela a organización con estructura leninista.

    La burguesía cuenta en su haber con una experiencia muy superior a la que atesora la clase obrera. Es más vieja, ha dirimido cruentas y largas batallas frente al feudalismo cosechando triunfos que se transformaron mas tarde en severas derrotas, de las que extrajo consecuencias positivas y definitivas para lograr la victoria final.

    Igualmente ha librado combates sanguinarios desde la atalaya del poder contra la clase obrera en cuyos enfrentamientos ha sido sorprendida infinidad de veces, recuperándose de todas ellas al filo de lo imposible. Nadie como la burguesía conoce mejor los entresijos de la lucha de clases, además disfruta de numerosos instrumentos represivos que comprenden desde la erosión psicológica de sus enemigos hasta su reducción física por la fuerza criminal. La burguesía no contempla en su código de conducta ni el remordimiento de conciencia, ni mucho menos se presta al propósito de enmienda ético.

    Precisamente una praxis tal dilatada y fecunda le advierte de la imposibilidad de aniquilar en absoluto a su enemigo, que significaría su propia muerte. Como excelente estratega su preocupación dominante consiste no en matar a la clase opositora, sería proponerse una empresa irrealizable y suicida. Su fin ideal lo sublima con su capacidad para frenar constantemente un tanto la velocidad que arrastra al curso de la historia, ralentizar los episodios de tal modo que sobre las mentes de sus adversarios fluya bravamente la impresión de que el capitalismo es sempiterno. Ya sea sutil o de manera brusca dependiendo de las circunstancias de cada momento, la burguesía apunta a la esencia, al corazón y cerebro de la clase obrera, al Partido leninista.

    Contra todo pronóstico sus análisis no se adoban con matices confusos, tampoco con ingredientes estrafalarios. Los parámetros que utiliza son tan simples como efectivos. Se sustentan en la historia: toda revolución acéfala es incapaz de aguantar largo tiempo en el poder sin crear antes el partido. También nos enseña que las revoluciones triunfantes involucionan axiomáticamente al desnaturalizarse el partido. Cualquiera que sea su estudio, cualquiera que sea la vía que elija se tropezará siempre con el partido, pero no con cualquier partido, ella sabe que solo uno ha sido capaz de tumbarla y colocarla sobre las cuerdas flojas, el Partido Leninista, los demás juegan a su favor rezagando la velocidad de la rueda de la historia, por lo que son aceptados y estimulados.

    ¿Qué datos "objetivos" nos suministra la revolución rusa en opinión de la burguesía y sus acólitos? La ineficacia de un sistema social que es el fiel reflejo de la fuerza política que lo postula, elitista y dictatorial. Conclusiones tan rigurosas tienen forzosamente que venir precedidas de una exposición argumental penetrante, fácilmente asumible por las masas. El alma mater de los razonamientos lo proporciona la derrota del socialismo. De acuerdo con las evidencias los marxistas-leninistas deberíamos callarnos para siempre y aceptar silenciosos todo cuanto se diga, porque el resultado final así lo aconseja, la experiencia soviética ha sido nefasto, así pues, todo resulta válido, aunque provenga de la burguesía porque enseguida se vindica la historia inapelable que nos fotografía una sociedad y un partido rotos por sus propios errores.

    Los marxistas englobando en este capítulo a más de un partido "marxistas-leninistas", se olvidan con sospechosa facilidad de la dialéctica en sus ensayos, informes y comunicados. Al criticar el proceso soviético atribuyen exclusivamente a causas internas el derrumbe de la sociedad socialista. Posición que lideran los maoístas siendo estos auxiliados por trotskistas y un grupo específico de filo soviéticos, amén de un sinfín de oportunistas que apuestan porque triunfe la tesis de la autodestrucción que tanto gusta defender la apología burguesa. El grupo de "pro soviéticos" se siente especialmente dañado en su orgullo al percatarse que todo cuanto defendieron con ahínco era pura "falsedad". En su desesperación se precipitan a situarse en el lado opuesto. Como quiera que carecieran en todo momento de una preparación ideología adecuada se dejan arrastrar por sentimientos frustrados. En los posicionamientos de estos últimos y en el de los trotskistas subyacen resoluciones concluyentes que finalmente son muy semejantes entre sí y que podríamos resumir en el siguiente veredicto: la sociedad soviética se suicida porque su corazón, el partido, estaba enfermo. ¿Pero cómo establecer el momento exacto de la decadencia? Stalin es el argumento magro, sus crímenes y su marxismo vulgarizado fue ampliamente divulgado y hábilmente manejado por la burguesía internacional en los momentos en que en la lucha de clases mundial preponderaba la lucha ideológica.
    Al volcar todas las maldades del sistema en Stalin, los trotskistas y los resabiados pro soviéticos pretendían preservarse como comunistas reflexivos, sin embargo, los efectos que resultan de sus estudios favorecen a los enfoques burgueses. Un partido que engendra un monstruo como Stalin tiene que ser por fuerza con antelación un partido terriblemente malvado. Para esta ocasión lo mismo los oportunistas que la burguesía resaltaban el carácter interactivo del binomio partido-sociedad. Por este lado el capitalismo internacional atrapaba y estrangulaba a sus compinches que mostraron total conformidad en lo referente a la naturaleza mezquina del socialismo soviético.

    El abandono de la dialéctica por parte de los maoístas surgió por derivación lógica de su concepción del mundo. El maoísmo autodenominado marxista-leninista negó a la URSS su carácter socialista, jamás admitió que la contradicción fundamental del mundo de aquellos días la constituía la confrontación a nivel mundial entre el capitalismo y el socialismo. Para el maoísmo la Unión Soviética era tan imperialista como los EE.UU o tal vez más. Obviamente de una opinión de este calibre no puede deducirse más que el partido ideólogo de la sociedad socialista había ya fallecido por infección inoculada por sus propios vicios. Ahora bien, los maoístas reconocen a Lenin y a Stalin. ¿Podemos imaginarnos a trotskistas y maoístas enzarzados por establecer el punto de inflexión de la revolución soviética en medio de un ambiente de euforia para el capitalismo? Pero por más que lo intentasen no pudieron privar a la burguesía del goce de su utilización. ¿Cómo revocar la teoría que viene a asegurar que no puede existir una sociedad humana camino de la perfección y que en un segundo, a la muerte de Stalin, se tuerza radicalmente hasta aniquilarse así misma, cuando sus liquidadores pertenecían al mismo glorioso partido de Lenin y Stalin? La burguesía posee la envidiable pericia de servirse de las contradicciones de sus presuntos enemigos.

    Liberada de todo cuanto representaba la URSS en el movimiento obrero y comunista internacional, las flaquezas de estos se hacen mas ostensibles. Mientras las izquierdas actuaban destempladas bajo el influjo de la pérdida del campo del socialismo y dedicaban todo su tiempo en sacar a la superficie las causas de la involución, cuando aún no habían madurado las condiciones que permitieran efectuar un balance objetivo y se mantenían al margen, por tanto, de los gravísimos acontecimientos coetáneos, la burguesía internacional se dispuso a librar la contienda final con el campo de batalla despejado de enemigos.

    La acometida ideológica desde todos los flancos fue brutal a fin de enterrar a una clase obrera demasiado replegada, dividida y huérfana de partido. El capitalismo envalentonado por sus éxitos mostró su verdadero rostro explotador sin ruborizarse por la magnitud de las atrocidades, violentando pueblos enteros y como no podía ser de otra forma, agrediendo las conquistas sociales, derechos económicos y políticos arrancados por los trabajadores en las grandes luchas estimuladas por la emulación que imprimía la sola existencia de la Unión Soviética.
    Se abrió una nueva época cuyo rasgo distintivo es la ostensión de la figura en actitud apabullante de la burguesía, que estremece los corazones proletarios debilitados por la derrota y sin perspectivas en el horizonte de recuperarse a corto plazo. La consigna ¡sálvese el que pueda! define mejor que nada el estado del mundo del trabajo. Se configura a gusto del capitalista el ambiente mas atractivo y beneficioso al quehacer de los especuladores que disfrutan de impunidad para sus corruptelas, ya no están obligados a guardar las formas. La rapiña se intensifica a costa del debilitamiento del bando obrero, favorecida por unas estructuras económicas burguesas sin reparos para destapar toda su podredumbre sin que haya nadie capaz de echárselo en cara.

    La sacudida que sigue tras la desaparición de la URSS, hace que junto con la burguesía salgan victoriosas las facciones reformistas en el seno de los grandes partidos comunistas de Europa al deslizarse a su favor la correlación de fuerzas, lo que les permiten poner en práctica su anhelada ilusión, hacer desaparecer de una u otra forma a los partidos comunistas, con la única justificación de quitarse de en medio a los marxistas-leninistas. Se evapora el partido italiano sin resistencia, al mismo tiempo que culminan sus respectivos procesos de abjuraciones y desnaturalizaciones el francés y el español. Al calor de este acontecimiento se esfuman otras organizaciones de menor entidad en tanto reaparecen viejas formulaciones ideológicas fustigadas por la historia, simultáneamente a la recreación del escenario que facilita la irrupción por enésima vez de la anacrónica y arrinconada estructuras orgánicas horizontales que tanto defendió Anton Pannekoek.

    El ambiente de euforia que predomina en el mundo burgués se transmite inmediatamente a todas las esferas de la sociedad capitalista. Los patronos imponen sus leyes y sus convenios sin dificultad. Los gobiernos pro capitalistas dictan decretos que secuestran derechos económicos y políticos también sin oposición. La sociedad se había dispuesto para que los ricos ya sin necesidad de ofrecer migajas para frenar la emulación soviética se lancen sin límites a incrementar en progresión colosal sus riquezas, no importa el medio que empleen con tal de fraguar sus lucrativos negocios. La anarquía estructural necesita de leyes morales que legitimen los desmanes que de ellas se derivan. A tal efecto, el gobierno de turno les proporciona además de prebendas a modo de desmedidas subvenciones el respaldo ético a sus tropelías al instituir la cultura del pelotazo. Dice entonces el PSOE que en España cualquiera puede enriquecerse de la noche a la mañana. Claro está cualquiera que reúna las condiciones benditas, es decir, lo millonarios y ricos usureros y especuladores. Es la ley del menor esfuerzo que penetra en la sociedad e invade los cinco sentidos de los ciudadanos.


    Al hacer el resumen de lo expuesto hasta aquí, obtenemos un cuadro muy sugerente que nos ayudará a comprender mejor del por qué de la aparición de nuevas propuestas que parecían sepultadas para siempre.
    Coincidiendo con el momento álgido de la crisis del Movimiento Comunista Internacional, así como del reflujo del movimiento obrero mundial hace acto de presencia "inesperadamente" dos tipos de propuestas que aún hoy se mantienen, aunque hayan perdido bastante fuerza. La primera revisa aspecto tan importante como el sujeto de la revolución y la segunda, continuación de la anterior reivindica cualquier tipo de organización, especialmente la denominada horizontal, con tal de anular al partido marxista-leninista.

    Después de la gran derrota y con la clase obrera replegada sin posibilidad alguna de rehacerse, los "teóricos de salón" especulan con todo tipo de movimiento, se aferran a lo que hay con tal de ser los primeros en descubrir la salida al problema de la revolución aplazada. Consiguientemente la clase obrera es relegada a un segundo término pues debido a su letargo da pruebas de no convertirse nunca más, para ellos, en la clase dirigente del proceso de lucha, excusados en este motivo la suplantan por grupos heterogéneos. Pero para dar consistencia a las nuevas teorías se recurre a todo tipo de subterfugios. Fruto del esfuerzo mental de nuestros sabios redentores, un conglomerado de "fuerzas sociales" toman la cabecera de la revolución teórica: ONGs, feminismo, ecologistas etc. No resulta complicado entender que el concepto de clases que presiden las ideas de Marx, Engels y Lenin ha sido abandonado por muchas piruetas que realicen los nuevos ideólogos para demostrar que sus tesis se entroncan en el marxismo y en algunos casos en el marxismo-leninismo. Lo que en un principio se asoma al fantástico mundo de la política con manifiesta timidez, ante la indolencia de un movimiento comunista en franca decadencia, sin capaz de refutarles, se yerguen y recrecen por minutos hasta lograr confeccionar un sistema completo, cuya expresión mas acabada la encontramos en el Socialismo del Siglo XXI de Dieterich y otros ideólogos de nuevo cuño.

    Según el continente los nuevos actores son distintos pero en el fondo de lo que se trata es de desplazar a la clase obrera y por consiguiente a su partido de sus labores de dirección. Por ejemplo, en América Latina se utiliza mucho al sector indígena como un nuevo actor que da sustento a las tendencias populistas contemporáneas, algunos partidos marxistas-leninistas sin "quitarle" el protagonismo al proletariado entienden que merece especial mención el movimiento étnico hasta se ha supuesto como revolución socialista los conflictos encabezados por los zapatistas. Al respecto son muy certeras las observaciones que precisa el Partido Popular Socialista de México en su ponencia desarrollada en el 17º Seminario Comunista Internacional, celebrado en Bruselas, los pasados días 16 , 17 y 18 de mayo de 2008, convocado por el Partido del Trabajo de Bélgica, con los temas: "La clase obrera, su rol y su misión actual. Las tareas y las experiencias concretas del Partido Comunista en la clase obrera y en el sindicato":
    "(el PPS) No comparte la idea que presentan algunos autores y organizaciones, que dicen que los cambios que se han producido en la economía y en la composición de la sociedad han privado a la clase obrera de su papel histórico; tampoco el aserto de que han surgido "nuevos" actores en la lucha social y política que la privan de esa función.


    "Advertimos, sin embargo, que no hay que perder de vista que la lucha de los indígenas no es nueva, pues se han venido rebelando desde siglos atrás; de hecho, desde los mismos días de la invasión de los europeos, hace quinientos años; desde entonces, nunca han dejado de brotar levantamientos indígenas en unos y otros lugares del subcontinente. Y batallan con beligerancia las mujeres, sobre todo las de las clases sociales explotadas, como género discriminado y doblemente abusado. Lucha la juventud, poniendo en ello toda su energía, con sus demandas propias, y a veces enarbolando otras más generales de la sociedad. Luchan los campesinos pobres, exigiendo un trozo de tierra para cultivar, y condiciones al menos de sobrevivencia, a las que difícilmente pueden acceder, cada vez menos en nuestros países. Y numerosos sectores de la pequeña burguesía también luchan, porque el proceso de saqueo al que somete el imperialismo a nuestra región, muy agudizado en los últimos 25 años, les va arrebatando toda clase de beneficios y los amenaza con la proletarización; y hasta del lumpen también lucha.

    Pero en nuestra opinión es equívoco llamar a todos éstos o a parte de ellos "nuevos" actores. No lo son. Los indígenas de América Latina, por ejemplo, llevan cinco centurias de lucha, como ya se dijo, desde el siglo XVI, en tanto que la clase obrera apareció después, apenas cuando el desarrollo histórico hizo posible la industrialización en algunos países de Europa, por lo que bien puede decirse que se trata de una clase social moderna; con más razón cuando se habla de nuestra región, cuya industrialización es tardía, incipiente e inconclusa hasta hoy. Por todo esto, nosotros afirmamos que todo ese amplio conjunto, al que algunos han llamado "nuevos" actores, más bien está conformado por actores "viejos" y curtidos, unos más que otros en su diversidad, en el ámbito de las luchas sociales.

    En nuestros análisis hay otro elemento que destacamos como indispensable a considerar para entender la realidad latinoamericana y actuar en ella de un modo certero: el hecho de que esa amplia gama de grupos y segmentos de la población, distintos de la clase obrera pero que igual que ésta luchan contra las injusticias, no necesariamente comparten el objetivo de destruir al capitalismo para construir el socialismo, sino que son otros sus fines, como puede ser el reparto de la tierra; acceso a fertilizantes y a créditos; cambios a las leyes y a las prácticas que reconozcan la plena igualdad de la mujer; los derechos de los jóvenes a la educación, a la salud y al deporte; acabar con la discriminación, y una amplia variedad más. Como regla general todas son demandas justas, aunque algunas muy concretas y circunstanciales."

    Después de leer a tan elocuentes apóstoles de la teoría sobran ganas de acometer la tarea de denunciar la arrogancia con que se expresan. En verdad, la petulancia es el método casi perfecto de encubrir su ignorancia garrafal.

    El panorama que nos ha legado la desaparición del campo del socialismo puede conducir al neófito a deducciones inconcretas e incorrectas, siendo así porque su escasa preparación ideológica no da para más. Esta no es la situación de toda una pléyade de ególatras y falsos ideólogos que más allá de expresar sus pensamientos, se atreven a más repartir gratuitamente sus consejos subjetivos al conjunto de la militancia de la izquierda, algunos hasta se suben a las barbas de Cuba. Damos por supuesto la posesión de conocimientos amplísimos. No es éste el lugar ni nuestra pretensión para abordar uno por uno a tan prestigiosos doctores y a sus propuestas "extraordinarias" y "singulares". Haremos uso de la generalidad.

    Tanto los propagandistas del socialismo del siglo XXI como otros grupos que cuestionan el liderazgo de la clase obrera se encuentran en un callejón sin salida producto de sus numerosísimas contradicciones. ¿Qué es lo que falla, la clase obrera o el partido leninista? Los hay en abundancia que nos advierten de que los vicios partidistas son trasladados inexorablemente al conjunto de la sociedad revertiendo sus efectos negativos en la clase obrera hasta hacerle perder su protagonismo. De ser cierto, la calidad de director que los leninistas le atribuimos al proletariado no se ha perdido, en todo caso le ha sido robada por la organización, luego su recuperación es factible solamente con adecuar el partido o establecer el partido adecuado. Admitir la deducción consecuente de sus ponencias colocaría a nuestros sabios en una situación harta comprometida, porque la discusión se centraría, sin mas remedio en el tipo de partido, debate que nos llevaría a un único lugar siguiendo un discurso dialéctico, al partido leninista, si de verdad la historia cuenta para algo.

    Por esa razón nuestros consejeros rompen a su favor fraguando todas las tretas posibles que le niegue a la clase obrera su capacidad de gerente y garante de la revolución. Esta, a tenor del pensamiento moderno, no presenta el mismo contenido que en ataño, cuando era indiscutible su liderato, ahora compiten con ella otras fuerzas por hacerse acreedora de la organización hegemónica; aunque en no pocos casos ya se dice abiertamente que la clase obrera ni siquiera puede competir con los nuevos elementos revolucionarios.

    ¿En qué quedamos? ¿Es el partido el que desnaturaliza a la clase obrera? O por el contrario ¿es el proletariado cambiante y pasivo el que invalida al partido? De llegar a esta última conclusión perderían fuerzas todas las denuncias sobre la maldad y la corrupción del partido, o sea, de los comunistas. Por algo unos resultan ser más sabios que otros y cogen por el camino del centro para que nadie lo atrapen en una pifia, ni el partido, ni la clase obrera son ya válidos y creen por este procedimiento evitar la contradicción. Solo los marxistas-leninistas conocemos del engarce dialectico de las contradicciones, a una le sucede otra y así sucesivamente. Resulta que para sustituir a la clase obrera junto con su partido sin renunciar al socialismo, han de ocultar forzosamente más de un siglo de historia, pasarían pues por verdaderos estúpidos porque no encontrarían jamás un sustento con mayor o menor rigor a su descabellada teoría.

    En todos los supuestos, los supersabios solitarios se equivocan en cuanto creen que sus pensamientos atinados o no, es el producto de la historia reflejada en sus mentes. ¡Cuán equivocados están! Ni son tan sabios, ni revolucionarios, ni sus teorías son nuevas, ni provienen de las condiciones históricas dadas. Lo que denotan es que no han leído o no han comprendido en absoluto cuanto Lenin dijo y cuanto la historia nos ha dejado. En definitiva, estos señores son productos de la sociedad burguesa, de la que no solo son incapaces de liberarse de sus influencias, sino que además sus pensamientos son el reflejo de las actuales estructuras económicas capitalistas tras la desaparición de la Unión Soviética.

    La historia como fuente de datos inapelables ante la torpeza de los liquidadores del partido, brinda una nueva oportunidad a los comunistas para recuperar su honor, pero hablamos sin tapujo alguno de los marxistas-leninistas. Cuánta sangre roja derramada, cuántas muertes de auténticos mártires. Ni en cantidad ni en calidad ha existido una fuerza colectiva humana que haya superado tanto sacrificio. Pero cuánto saber también en sus filas, fundamentalmente para el tema que nos trae el esplendor de la figura de Lenin es indestructible, contra ella chocan todos los traidores y burgueses. Esta parte de la historia de la humanidad no admite dudas.

    La gran derrota de 1905, produjo la espantada en la clase obrera rusa, el partido bolchevique sufrió los estragos de la misma en su militancia quedando muy diezmado, mientras que los soviets fueron perseguidos y reducidos a su mínima expresión. Por momentos el ambiente originado fue de impotencia y de repliegue total y de forma idéntica a la caída de la URSS, hablar de comunistas o de socialismo científico era hacer un mal uso de la palabra revolucionaria.

    También como en el presente numerosas voces se alzaron contra el partido y sus planteamientos revolucionarios, aprovechando la oportunidad que le ofrecía el reflujo del movimiento obrero. El Partido dirigido por Lenin en vez de acobardarse y de extraer conclusiones pesimistas, reafirmó su fe en el proletariado ruso. El periodo comprendido entre 1905 hasta la Revolución de Octubre se convierte en la época mas fecunda de la obra de Lenin, toda ella de un rigor científico insuperable, la prueba es que doce años después triunfa el proletariado ruso: "Las enseñanzas de la insurrección de Moscú", "El imperialismo fase superior del capitalismo". "Informe sobre la revolución de 1905" "El programa militar de la revolución proletaria" "El Estado y la Revolución" entre otras muchas acredita que el leninismo partiendo de la realidad existente se propuso despertar al proletariado de su letargo. Más Lenin no se inventó nada, la evidencia se imponía. De la clase obrera aprendió su manera de organizarse (soviet) y su forma de combatir en las calles. Comprendiéndola en profundidad y potenciando lo que hacía, sabía hacer y deseaba hacer, fue la clave para que de nuevo proletario y partido se fundieran como un solo cuerpo, porque uno sin otro no era nada, no es nada, sin olvidar en absoluto como fin primordial para ganarse al proletariado de nuevo, que había que desenmascarar y derrotar al oportunismo de derecha e izquierda.

    Esta parte de la historia de la humanidad es obviada por quienes odian el socialismo ¿Qué nos ofrecen los supersabios? ¿Se basan en la realidad existente? ¿De qué organización nos hablan? ¿Cuales son sus formas de luchas? Como no tienen respuestas se saltan este capítulo se van directo hacia la construcción del socialismo, donde tienen lugar los fallos, igual que hace la burguesía para aferrarse a algún argumento con el que poder sobrevivir.
    Aunque por mucho que quieran encerrarse en el periodo de la construcción del socialismo, han de dar forzosamente alguna salida a la situación que vivimos. ¿Cómo pasar del capitalismo al socialismo? En este cometido se nos antoja que tienen poco que decir, viéndose obligados a mentir y a transmitir un mundo inexistente e irrisorio, porque es hasta ridículo. ¿Acaso suplantar a la clase obrera por ecologistas, y otras cosechas propias no es causa de sonrojo? Solo pasa vergüenza quien la tiene. La realidad es que 20 millones de trabajadores en nuestro país, creadores de toda la riqueza material y espiritual de nuestra sociedad tienen que ceder su lugar a un puñado de personas inarticuladas, bastante desclasadas, que en todo el estado español sobrepasaría los mil con muchas fatigas y además tenemos que aceptar como auténticos majaderos que la revolución será concebida y ejecutada por estos desideologizados sentados en unas mesas de debates en un plano horizontal sin disciplina orgánica etc. etc. ¿Es así como pretenden abatir el estado capitalista, con su ejército, con su rey, sus policías, sus jueces, sus partidos etc.? O ¿Quizás son de la opinión de que todas estas instituciones respetarían pasivas e indolentes el acceso al socialismo por la vía que sea? Aún así, nos negamos a aceptar la ficción como realidad no es posible ver 20 millones de trabajadores que junto a sus familias y jubilados (también trabajadores) es el 80% de la ciudadanía seguir ciegamente a un puñado anárquico que no saben quiénes son, de donde vienen y hacia donde van. En verdad lo que hacen es sustituir al partido por un fantasma que solo puede ser originado en la cabeza hueca de un descerebrado que ve a la clase obrera como una masa irreflexiva, amorfa, maleable y necia. ¿Cómo creen ellos que se va a construir el socialismo si los que ha de fabricar los bienes materiales y concebir los espirituales que lo haga posible, ya no van a desempeñar el papel de director? Tendría que ser alguien o algo ajenos a los trabajadores los que les impongan qué tienen que hacer y cómo llevarlo a cabo. Por lo tanto nos engañan, porque nos llevan al mismo sitio que ellos, denuncian para cambias los métodos, pero con una solución abominable. Mientras los marxistas-leninistas como parte integrante de la clase obrera queremos ir juntos a los trabajadores dotándoles de ideología para que se fortalezcan ante los ataques de la burguesía, nuestros supersabios idean que sea desde fuera de la clase obrera donde se geste todo, y a esto le denominan socialismo democrático.

    Cualquiera en su juicio reconocerá que la indisciplina, la falta de compromiso y riesgo, es decir, el facilismo que se imprime a estas teorías es la expresión del momento que abarca e impregna a toda la sociedad, (cultura, deporte, música, trabajo etc.) originado por la cultura del pelotazo recogida en la ley del mínimo esfuerzo, que fueron engendradas por las estructuras económicas capitalistas resultantes de la amplitud que toman alguna relaciones de producción desde la caída de la Unión Soviética ¿quién en su sano juicio no ve absorbidos por esta realidad al conjunto de escritorcitos, justos confirmadores del mínimo esfuerzo? No pertenecen a partidos, pasan por revolucionarios, no arriesgan absolutamente nada y desde sus casas a través de su ordenador pretenden darnos lecciones y tal vez los hayan que hasta ganen dinero con esto. ¿Qué diferencias existen entre estos y los especuladores del dinero que tanto proliferan en estos tiempos? Unos y otros son productos de la sociedad burguesa y más concretamente del tiempo que corre. En este apartado se incluye aquellos otros que abogan por el partido leninista, defienden el marxismo-leninismo pero que no militan. Hablan de la clase obrera, pero no hablan con la clase obrera; escriben y aconsejan a los partidos, pero no militan; elaboran tácticas, pero no la ejecutan. Lógicamente nunca fallan porque sus teorías siempre están pendientes. ¿Son o no sabihondos? Los hay quienes ya superan el ámbito, estrecho para su sabiduría, de los medios alternativos y se dirigen a "las masas" por medio de un blog particular. Lo dicho la ley del menor esfuerzo.


    La idea del partido de Lenin que transmiten los ideólogos burgueses coincide al fin y al cabo con la que se desprende de la propuesta de organización planteada por nuestros "ingenuos" "reformadores" o reformistas. La figura de Lenin es atacada subrepticia e impúdicamente convirtiéndole en un ser deleznable, dictatorial, creador de una formación que será la madre del stalinismo. Ningún atisbo de racionalidad se le adjudica en el proyecto, solo oscurantismo y soberbia. No solo son exageradas las apreciaciones que se vierten, sino que además no se corresponden con la realidad, pero al emplear epítetos desagradables, sus detractores procuran desviar el debate que en sus últimas consecuencias podría descubrir las razones que condujeron a Lenin a proponer al partido el nuevo método de organización.

    El partido leninista es la respuesta coherente a la lucha de clases, pues está ideado para contrarrestar las estructuras institucional burguesa y tiene en cuenta el proceso natural que rige para la toma de conciencia en el proletariado, cerrando las puertas al capricho, a la espontaneidad y a la anarquía.

    Para Lenin el combate contra la burguesía era un problema de clase y no de fricción personal. De este modo contravenía las tesis terroristas (anarquismo) y revisionistas, porque para aniquilar a la burguesía hay que derrumbar las instituciones que las sostiene como clase, de lo contrario el capitalismo se regenera espontáneamente día a día. Si el estado burgués, con su parlamento, fuerzas represivas, justicia, partidos, instituciones locales etc., es el producto y la base de la sociedad burguesa. El partido debía ser estructurado de forma diferente y adecuada para la nueva sociedad socialista, de ahí el centralismo democrático. Cualquiera de los estamentos burgueses está configurado sobre la fórmula única de organización y disciplina y cuando se trata de confrontarlo a la lucha de los trabajadores esta disciplina es férrea, agresiva y criminal. Si de verdad se desea mantenerse firme ante los embates de las instituciones burguesas especialmente ante las fuerzas represivas e ideológicas, es obligatorio dotarse de la misma disciplina y homogeneidad ideológica. Máxime cuando el proletariado no tiene en sus manos ningún canal de preparación teórica. Por este sagrado motivo atacar al partido leninista favorece a la burguesía dado que priva a la clase obrera de la única vía para entender el mundo desde su interés de clase. Por otro lado, la articulación leninista se orienta para el estudio colectivo con el propósito de que el comunista no se rinda ante especulaciones subjetivas. En la actualidad se descarta por todo el mundo científico el estudio en solitario. Los avances científicos y sociales, requieren del esfuerzo del conjunto de los investigadores. El partido leninista cubre esta necesidad moderna como el que más.

    El centralismo democrático permite además de la participación de todos, el control de la dirección. Incluido el secretario general está obligado a formar parte de una célula de base. En el centralismo democrático la democracia fluye de abajo hacia arriba y en sentido contrario. Estas características unidas a la no permisividad de fraccionamientos o existencia de grupos y mucho menos de la división ideológica en sus filas, sin que sea óbice para la defensa de posiciones contrarias a las de la mayoría, le proporciona al partido una potencialidad enorme que es objeto de las iras de la burguesía. No en balde la propaganda capitalista contra el partido leninista, cualquiera que sea el modo que emplee se reproduce constantemente sin reparar en gastos por muy millonarios que resulten, entre los que figuran la compra de traidores y las bonificaciones por vía indirecta a aquellos que atentan a la integridad del partido. Es un hecho constatable que la burguesía no teme tanto el descontento de miles de trabajadores, como la existencia de un partido marxista-leninista consecuente con sus ideas.

    Después de la función de la defensa ideológica y política ante las acometidas de la burguesía el segundo cometido más importante es el de preparar a los trabajadores a fin de que cumplan con su destino histórico. Lenin profundizó en el proceso que se sufre hasta la toma de conciencia de clase y constata que ésta no se produce inmediatamente ni surge por actividad espontánea.

    Las condiciones materiales sociales en la existencia de un individuo, su trabajo diario, además de las experiencias obtenidas en su vida se manifiesta en la psique humana a modo de sentimientos, impulsos, hábitos, estados de ánimo etc., sin que constituya un sistema organizado de juicios y nociones que solo puede provenir de la conciencia, es la psicología social. En cualquiera de sus parcelas la psicología social reacciona en principio con actividad espontánea. El estudio de la historia del movimiento obrero nos revela que en un principio los trabajadores destruían las maquinas impulsados por la creencia de que éstas era el motivo de sus desgracias mientras consideraban inocente al sistema capitalista. El problema radica en que el obrero es un producto de la sociedad burguesa, desde que nace hasta muere todo el mundo que le rodea es burgués y el se siente parte del mismo, también ve al modo de producción capitalista el único posible, no conoce a otro, y estima que la sociedad en la que vive es irreductible, no puede por simple deducción tomar conciencia de que su clase debe destruir la organización social en la que vive y de la que depende para vivir. La caída de la Unión soviética y del campo del socialismo les afirma en su estado original, ya no tiene el referente ideológico universal, ni el partido que le explique las razones del momento. El obrero vuelve a ser el producto burgués que es al nacer.

    La psicología social tiene una doble vertiente, la sumisión y la rebeldía. La falta de ideología lleva al trabajador a considerar al mundo que le rodea inconmensurable y lo más perfecto posible, el sistema capitalista y el patrón como su representante genuino le impone terror a lo imbatible, Después de una huelga, en el supuesto de un derrota, prende la impotencia y la impresión de que la lucha lesiona sus intereses: pérdida de salario, represión, despido lo que le ocasiona miedo a los conflictos, luego se le suma el ambiente que le rodea, familiar y social tremendamente burgués que le aconseja ser sumiso para no "perder" lo que tiene. Si no existe un partido que le explique las raíces de la derrota y lo prepare para las próximas batallas, el obrero se perderá para la causa.
    Por otro lado, puede suceder que la psicología desemboque en la rebeldía, que como en los casos anteriores se produce por espontaneidad. El trabajador sabe lo que no quiere pero no sabe donde ir, ni siquiera si debe ir hacia algún lado gane o pierda en su disputa, cuando más solo puede aspirar a aglutinarse en una agrupación de especie sindical apolítica y desideologizada para defender sus intereses inmediatos pero sin salir del sistema burgués al que pertenece. Cada obrero ganado para la lucha de clases representa grandes batallas libradas por el partido contra el capitalismo, luchas que se desarrollan tanto en el aspecto económico, como en lo político e ideológico organizadamente, cualidades todas que les son negadas a la espontaneidad a la que rinde pleitesía Anton Pannekoek al propugnar la organización horizontal en detrimento del Partido leninista.

    Pero el partido no es un ente ajeno a los trabajadores, es la parte mas avanzada de la clase obrera que posee la conciencia que le falta a la clase. El partido se arroga la misión de transformar la psicología en conciencia de clase, hace que las nociones, estados de ánimo, opiniones y demás caracteres de la sicología social que reflejan las condiciones materiales y espirituales de vida en la mente del obrero de forma "individualizadas" y desconectadas entre sí, se conviertan en un sistema armónico y en instrumento de lucha (ideología). Pero el partido se ha de ganar el honroso título de vanguardia de los trabajadores, compartiendo con ellos para conocer in sito en cada instante cuál es la psicología social reinante y a partir de ahí elaborar el programa de actividades, tácticas de concienciación.

    Estos son los argumentos que esconde la burguesía pero que le induce a fomentar, subvencionar y tolerar que los supersabios se pronuncien contra el capitalismo, todo queda de boquilla cuando después arremeten contra el partido de Lenin, porque sin él los capitalistas son conscientes de que la clase obrera no existe, porque la clase obrera sin partido no es revolucionaria, porque sin el protagonismo del proletariado no hay socialismo, todo lo demás es una pura quimera.

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