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Las baloncestistas europeas tienen que vestir mas sexy por el bien del negocio
Diana Taurasi, baloncestista norteamericana del Galatasaray turco, es la única jugadora de los 23 equipos de la Euroliga femenina que se ha plantado ante la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto). Lo ha hecho después de que la organización decidiera, hace unos meses, que las deportistas ya no pueden vestir sus equipaciones habituales, las mismas que los jugadores masculinos. El nuevo reglamento de la FIBA las obliga a llevar pantalones diez centímetros por encima de la rodilla (para mostrar muslos) y con una anchura máxima de dos centímetros entre la piel y la tela, para ajustar.
Diana Taurasi
Taurasi ha sido la única de todas las participantes que se ha negado a obedecer estas normas, a pesar de la multa impuesta por la FIBA de 500 euros por partido.
La intención de la FIBA es, efectivamente, que las baloncestistas vistan de manera más femenina. Elisabeth Cebrián, exjugadora de baloncesto y miembro de la Comisión de la Mujer de la FIBA Europa, explicó recientemente a este diario que el objetivo de la nueva equipación es "diferenciar los uniformes de los hombres de los de las mujeres para hacer el baloncesto femenino más atractivo". La Comisión de la Mujer insistió en que la medida "no tiene nada de sexista" porque "pretende ensalzar las cualidades de la mujer como una atleta y no como un objeto" (lo de las cualidades de la mujer "como atleta" ¿se referira para mostrar las curvas para gustar a los ojos de los espectadores masculinos?
La Asociación de Jugadoras de Baloncesto (Ajub), sin embargo, no coincide con la FIBA en su interpretación del nuevo reglamento. El colectivo rechazó en un comunicado la nueva norma porque, a su juicio, "supone reconocer una mentalidad caduca e irrespetuosa de unas profesionales a las que se quiere mediatizar por lo atractivas que pueden ser para unos espectadores más preocupados por la exhibición de un cuerpo que por seguir la jugada en el terreno de juego".
Los tres equipos españoles que participan en la Euroliga femenina (Perfumerías Avenida Baloncesto, Básket Rivas Ecópolis de Madrid y Ros Casares Basket de Valencia) fueron los únicos que se mostraron en contra de la medida cuando la FIBA la hizo pública, aunque todas las jugadoras acataron la norma sin, de momento, rechistar, que la obediencia también es un valor muy apreciado en la mujer en las sociedades donde a una mujer no le basta con su esfuerzo y calidad deportiva para "venderse" bien, y hay que colaborar mostrando un poco de curvas.
Parece que a los hombres que dirigen el baloncesto femenino europeo no creen, sin embargo, que los jugadores tengan que reducir sus trajes o ajustar sus calzones para mostrar paquete, y, al contrario que en el caso de las mujeres, consideran que los uniformes tienen que ser lo mas cómodos posibles, mientras que en el caso de las feminas lo mas importante es que luzcan mas "sus encantos", y no precisamente los deportivos.
El sexismo que parece estar imponiendose en el baloncesto, como en otros deportes (el tenis es el caso, quizás, mas evidente), no es mas que la proyección de las imposiciones sociales a la mujer en el mundo capitalista, en el que lo importante es vender y venderse, para que otros compren, y en el caso de la mujer, independientemente de su comodidad, o su dignidad, lo que se fomenta que compren los hombres es sexo, y lo que tienen que vender las mujeres es su cuerpo.
Dentro de poco, si las cosas siguen asi, las mujeres deportistas serán obligadas a jugar en tanga para disfrute de los hombres y para negocio de los que lo manejan, mientras que solamente protestara alguna que otra cabezota, y el resto aplaudirán y acudirán mas a los estadios.
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