Sobre algunas alusiones a Unión Proletaria por parte del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Los hechos
El insulto y la calumnia como argumento
Revolucionarios que viven del pasado
Invitando a la reflexión
[2]Siempre y cuando sea ésta, y estrictamente ésta, la interpretación que se hace de la lucha por la República en España, cosa que no parece estar del todo clara en los documentos del PCE (m-l) sobre la cuestión republicana y en el discurso que lleva a las masas.
[3]De hecho, nos preguntamos si el hecho de que, después de eludir el debate durante dos años, el PCE (m-l) publique este informe con estas críticas a Unión Proletaria a menos de dos semanas de nuestra unificación con el PCPE (momento a partir del cual perderemos nuestra autonomía organizativa) es algo que se debe a la casualidad.
[4]Estas graves acusaciones, faltas de todo estudio y análisis, contra la RPD de Corea, se basan en algo posiblemente censurable, como es la línea de parentesco que une a los últimos Secretarios Generales del Partido de los Trabajadores de Corea. Pero ello parece confirmar nuestra tesis de que el problema del PCE (m-l) es que invirtió la dialéctica materialista, haciéndola de nuevo hegeliana. Así, el carácter socialista de la RPD de Corea nada tiene que ver con elementos descritos por ellos mismos, como “…un Estado proletario (es decir, una dictadura del proletariado, frente a la burguesía), en el que la economía esté planificada de forma centralizada para garantizar un desarrollo armónico y la satisfacción de las crecientes necesidades económicas, sanitarias, educativas y culturales del conjunto de la sociedad” (¿acaso no es ésta una acertada descripción de lo que es la RPD de Corea?). Nada de eso, para el PCE (m-l) los elementos necesarios para hacer una valoración del sistema socio-económico de la RPD de Corea son los cromosomas de un tal Kim Jong-Un.
[5]“El PCE (m-l) y la unidad de los comunistas” (http://unionproletaria.net/spip.php?article488)
[6]“Una vez más, sobre el PCE (m-l) y la unidad de los comunistas” (http://unionproletaria.net/spip.php?article513)
[7]Un ejemplo de este tipo de no-verdades es por ejemplo la manipulación que hacen de nuestros análisis de la RP de China. En diversos documentos nos hemos limitado a afirmar que el desarrollo experimentado por China y sus relaciones comerciales con otros países es un factor que, lo deseen o no aquellos que gobiernan la RP de China, contribuye a debilitar las bases del imperialismo más agresivo (principalmente el imperialismo yanqui) y que eso en última instancia favorece a la Revolución Proletaria Mundial. Y, más concretamente, en la crítica que dirigimos al PCE (m-l), incidíamos en el error de caracterizar a la RP de China como ‘país imperialista’, actitud que lo único que hace es ayudar al imperialismo (el real). Y partiendo de afirmaciones que hacíamos sobre esta cuestión, como la que sigue: “podemos y debemos criticarla cuando corresponda, pero, antes, intentemos comprender qué hay de justo en ella, apoyemos este aspecto y combatamos la política del imperialismo contra China. De lo contrario, ayudaremos a la burguesía aunque no lo queramos”, el PCE (m-l) concluye que Unión Proletaria afirma de China que “su política exterior es internacionalista y solidaria”, cosa que, como podrá comprobar el lector, nunca hemos afirmado. Es más, incluso reconocíamos en nuestra crítica que la política del PCCh resulta “ambigua, compleja, contradictoria y, a veces, errónea”. ¿Es este tipo de manipulación realmente la mejor forma de rebatir nuestras críticas?
[8]Según el Diccionario de la Real Academia Española, por calumnia se entiende “acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño” (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=calumnia)
[9]En referencia a José Bullejos Sánchez, secretario general del PCE entre 1925 y 1932, que en los primeros años de la II República defendía la consigna de “¡Abajo la República, vivan los soviets!”, en clara alusión a la modificación de la línea política del PCPE, tras su IX Congreso, en el que desmarcó de la teoría de la ‘etapa intermedia’ entre el capitalismo monopolista y la Revolución Proletaria. Mención aparte de lo absurdo de hacer este tipo de paralelismos entre las condiciones actuales de la lucha de clases en España y el contexto de la II República, hay que decir que el PCE (m-l) recurre de nuevo a los malabarismos para descalificar al resto de comunistas, puesto que el PCPE nunca ha dejado de lado la lucha por la República (solamente critica que ésta no se haga en base a un programa socialista).
[10]Lo cual nos lleva a pensar que, más que en un afán de refutar nuestras críticas de cara al movimiento revolucionario o ‘desenmascararnos’ ante las masas sobre las que tengan influencia, estas críticas parecen más bien tener por finalidad una cierta ‘reafirmación’ de la dirección del PCE (m-l) ante sus bases militantes.
[11]No podemos resistirnos a citar estas palabras del PCE (m-l), dedicadas a nosotros, y que hablan por sí mismas: “…debemos separarnos decididamente del sectarismo pequeñoburgués, del doctrinarismo marginal y de la atrofia dialéctica que los dirige decididamente hacia el basurero de la historia”(sic).
[12]Precisamente somos nosotros quienes dudamos de que sean capaces de hacer mucho más que eso (denunciar el ataque de Jruschov contra la figura de Stalin), puesto que desde que se reconstituyera en el 2006, el PCE (m-l) nunca ha sido capaz de explicar con un mínimo de fundamento en qué consiste el revisionismo moderno.
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[16]Claro que hablar de sus propios errores, es algo que no entra dentro de los esquemas del PCE (m-l), que desde su reconstitución en 2006 nunca ha hecho la menor autocrítica por algunas de las posiciones que defendió en el pasado.
[17]Viejas glorias como el FRAP, tema bastante reiterativo en el PCE (m-l) que fue una organización creada espontáneamente en 1974 y liquidada cuatro años más tarde, que en el plano de la lucha armada solamente pudo ejecutar a dos policías, obteniendo a cambio el fusilamiento de tres antifascistas.
[18]“No, no somos nosotros quienes, por mor de una pretendida y falsa solidaridad internacionalista, renunciamos a los principios; no somos nosotros quienes llevamos las cosas al punto de confundir la solidaridad con el pueblo de Libia frente a la agresión del imperialismo, por ejemplo, con el apoyo a un régimen reaccionario como el de Gadafi, por cierto firme aliado en los últimos años de alguno de sus verdugos (Sarkozy, Berlusconi)”. Esto podría tener algo de sentido si el PCE (m-l) no se olvidara de un ‘pequeño’ detalle, que es que la intervención de la OTAN iba dirigida expresamente contra el régimen de la Jamahiriyah libia, y que las fuerzas que lucharon (y luchan) heroicamente contra la intervención imperialista fueron las pro-gaddafistas, mientras los ‘revolucionarios’ apoyados por el PCE (m-l) eran armados por las potencias occidentales y asesorados por servicios secretos de Francia y Gran Bretaña. ¿Pondrá el PCE (m-l) en un mismo saco a Rusia, a la RP de China, y al régimen de Bashar al-Assad junto con Francia y EEUU, con el espurio pretexto de no alinearse con ninguna potencia? Para el PCE (m-l), ¿habrá sido Stalin un revisionista por haber pactado con las potencias imperialistas de EEUU y Gran Bretaña frente al imperialismo más agresivo en la IIGM, que era el fascismo hitleriano? Para el PCE (m-l) ¿tendrán derecho el gobierno de al-Assad y el pueblo sirio a defenderse de las agresiones del imperialismo, tanto las que vengan del exterior como del interior? El tiempo lo dirá.
[19]Esto lo decimos cuando, justo en el momento de escribir estas líneas, una presentadora de televisión pro-Gaddafi era asesinada, tras haber sido violada varias veces, en una cárcel a mano de los ‘revolucionarios’ del CNT que con tanta vehemencia apoyó el PCE (m-l) (http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/02/19/los-derechos-humanos-en-la-nueva-libia-asesinan-a-presentadora-de-television-pro-gaddafi). Claro que ése es un tema del que evitan hablar en su informe, cosa que es comprensible.
[20]Aunque sea triste decirlo, todo esto nos lleva a pensar que, hoy por hoy, el principal enemigo del PCE (m-l) parece ser el comunismo proletario.
[21]“Por la unidad comunista sobre la base del marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario” (http://unionproletaria.net/spip.php?article494)
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Los hechos
El pasado 14 de Febrero, el PCE (m-l) publicaba en su página web el informe del último pleno de su Comité Central[1]. En él, se analizan cuestiones de ámbito nacional e internacional, como la crisis estructural del capitalismo, la evolución de la lucha de clases en España y la intervención del PCE (m-l) en la misma, o la naturaleza política y económica de la República Popular de China. En este informe, aparecen análisis que nosotros compartimos, como la caracterización que hacen de la crisis del capitalismo y la necesidad de su superación revolucionaria, y otras cuestiones como el papel de los comunistas dentro del movimiento sindical y la correcta política de trabajar por la República como “marco formal”, como ellos dicen, para un mayor desarrollo de la lucha por el socialismo en España[2]. Son varias las posiciones con las que estamos de acuerdo, por lo que no nos detendremos en ellas. Por otra parte, podemos ver de forma satisfactoria cómo nuestro partido hermano va mostrando una mayor propensión hacia el debate, en comparación a lo que vimos en anteriores comunicados. Ahora, los camaradas del PCE (m-l) empiezan a argumentar sus posiciones con mayor fundamento y capacidad de análisis, como podemos comprobar en su valoración de la RP de China, a la que ya tratan de analizar teniendo en cuenta la progresión histórica de la Revolución China (aunque sea viendo, a través de anteojos, únicamente aquellos aspectos negativos de la RP de China que ellos quieren ver, de manera a confirmar sus prejuicios ya establecidos).
Lástima que hayan decidido hacerlo a menos de dos semanas de nuestro acto de unificación con el PCPE, circunstancia que nos impide, principalmente por una cuestión de tiempo[3] , el poder responderles exponiendo de forma exhaustiva nuestras posiciones sobre aquellas cuestiones importantes en las que tenemos discrepancias con ellos, como son: la posición que deben adoptar los comunistas ante los países socialistas, la actitud ante la unidad de los comunistas, el camino hacia la Revolución Proletaria en nuestro país, etc. Eso sí, diremos de pasada que los ataques por parte del PCE (m-l) contra países socialistas están yendo cada vez más lejos (o tal vez es que, simplemente, se les está quitando la careta), no ya limitándose a la RP de China, sino incluso extendiéndose a la RPD de Corea[4] , a la que directamente califica de monarquía hereditaria, reproduciendo el discurso del periodismo imperialista más rancio, como se observa en las siguientes palabras: “Hoy, nos acusan con la misma virulencia de sectarios, porque no compartimos su conformismo o su radical-oportunismo táctico, ni aceptamos definir, como hacen ellos, la Corea de la dinastía Kim o China como países socialistas.” Desde Pyongyang, PCE (m-l) informando para Televisión Española. ¿Cuál será la próxima dinastía, la de los Castro en Cuba?
Como no podía ser de otro modo, el PCE (m-l) también dedica, en su informe, un punto para hablar sobre lo que ellos han denominado ‘revisionismo’ (lo que viene a ser el resto de comunistas que no militamos en su organización), aunque, eso sí, sin llegar a hablar de su propio revisionismo. En dicho apartado, se incluyen unas críticas, bastante duras, hacia algunos aspectos de la política de Unión Proletaria, críticas que estaríamos dispuestos a rebatir (o no) con espíritu de camaradería, pero, desafortunadamente, por los motivos ya expuestos, no estaremos en condiciones de hacerlo.
Sin embargo, de la lectura de este informe se extrae que, más que de una sincera voluntad de contribuir al debate, estas críticas provienen más bien del resentimiento hacia nuestra organización, con motivo de la crítica al PCE (m-l) que publicamos el 12 de septiembre de 2011[5] , y su continuación, por llamarlo de alguna forma, publicada el 24 de octubre de 2011[6] tras la respuesta del PCE (m-l). En efecto, las críticas que nos dirigen están trufadas de epítetos y descalificativos que destilan desprecio hacia nuestra organización, aparte de que contienen un sinnúmero de no-verdades y manipulaciones de nuestras posiciones políticas, poniendo en nuestra boca afirmaciones que nunca hemos hecho[7] . Es decir, el PCE (m-l) recurre a la calumnia[8] para desprestigiarnos. Por otra parte, es verdaderamente lamentable que este tipo de no-verdades y calumnias no se hayan circunscrito a Unión Proletaria, sino que se han extendido al PCPE, al que ellos denominan de forma implícita como nuestros “amigos bullejistas”[9]. La cuestión es hacer amigos. Menos mal que el PCE (m-l) afirma querer la unidad de los comunistas, no queremos imaginarnos qué sería de nosotros si no la quisiera…
Cuando observamos esta actitud por parte del PCE (m-l), no podemos evitar pensar que lo que realmente genera tanto desprecio hacia el resto de comunistas, es el éxito del proceso de unidad entre Unión Proletaria y PCPE, proceso que culminará el próximo 25 de febrero en un acto público al cual, por supuesto, están invitados. Este proceso ha llegado a buen puerto porque, a diferencia de la tentativa que hubo en su día entre Unión Proletaria y PCE (m-l), esta vez el debate entre ambas partes se ha desarrollado con transparencia y con una voluntad sincera de superar las diferencias. Esta unificación de ambas organizaciones, que, estamos convencidos, tendrá muchos mejores resultados que en el hipotético caso de que el PCE (m-l) hubiese conseguido lo que ellos planeaban para nosotros (es decir, la absorción de nuestra organización por la vía burocrática, con nosotros asumiendo acríticamente todos sus postulados), está muy posiblemente en la raíz de los ataques furibundos y de la batería de descalificativos que nos dedican a ambas organizaciones. Dicho proceso unitario representa, en el fondo, la derrota de su concepción particular y sectaria de lo que es el marxismo-leninismo, y, por el otro lado, supone una victoria y un avance para el comunismo proletario.
Lástima que hayan decidido hacerlo a menos de dos semanas de nuestro acto de unificación con el PCPE, circunstancia que nos impide, principalmente por una cuestión de tiempo[3] , el poder responderles exponiendo de forma exhaustiva nuestras posiciones sobre aquellas cuestiones importantes en las que tenemos discrepancias con ellos, como son: la posición que deben adoptar los comunistas ante los países socialistas, la actitud ante la unidad de los comunistas, el camino hacia la Revolución Proletaria en nuestro país, etc. Eso sí, diremos de pasada que los ataques por parte del PCE (m-l) contra países socialistas están yendo cada vez más lejos (o tal vez es que, simplemente, se les está quitando la careta), no ya limitándose a la RP de China, sino incluso extendiéndose a la RPD de Corea[4] , a la que directamente califica de monarquía hereditaria, reproduciendo el discurso del periodismo imperialista más rancio, como se observa en las siguientes palabras: “Hoy, nos acusan con la misma virulencia de sectarios, porque no compartimos su conformismo o su radical-oportunismo táctico, ni aceptamos definir, como hacen ellos, la Corea de la dinastía Kim o China como países socialistas.” Desde Pyongyang, PCE (m-l) informando para Televisión Española. ¿Cuál será la próxima dinastía, la de los Castro en Cuba?
Como no podía ser de otro modo, el PCE (m-l) también dedica, en su informe, un punto para hablar sobre lo que ellos han denominado ‘revisionismo’ (lo que viene a ser el resto de comunistas que no militamos en su organización), aunque, eso sí, sin llegar a hablar de su propio revisionismo. En dicho apartado, se incluyen unas críticas, bastante duras, hacia algunos aspectos de la política de Unión Proletaria, críticas que estaríamos dispuestos a rebatir (o no) con espíritu de camaradería, pero, desafortunadamente, por los motivos ya expuestos, no estaremos en condiciones de hacerlo.
Sin embargo, de la lectura de este informe se extrae que, más que de una sincera voluntad de contribuir al debate, estas críticas provienen más bien del resentimiento hacia nuestra organización, con motivo de la crítica al PCE (m-l) que publicamos el 12 de septiembre de 2011[5] , y su continuación, por llamarlo de alguna forma, publicada el 24 de octubre de 2011[6] tras la respuesta del PCE (m-l). En efecto, las críticas que nos dirigen están trufadas de epítetos y descalificativos que destilan desprecio hacia nuestra organización, aparte de que contienen un sinnúmero de no-verdades y manipulaciones de nuestras posiciones políticas, poniendo en nuestra boca afirmaciones que nunca hemos hecho[7] . Es decir, el PCE (m-l) recurre a la calumnia[8] para desprestigiarnos. Por otra parte, es verdaderamente lamentable que este tipo de no-verdades y calumnias no se hayan circunscrito a Unión Proletaria, sino que se han extendido al PCPE, al que ellos denominan de forma implícita como nuestros “amigos bullejistas”[9]. La cuestión es hacer amigos. Menos mal que el PCE (m-l) afirma querer la unidad de los comunistas, no queremos imaginarnos qué sería de nosotros si no la quisiera…
Cuando observamos esta actitud por parte del PCE (m-l), no podemos evitar pensar que lo que realmente genera tanto desprecio hacia el resto de comunistas, es el éxito del proceso de unidad entre Unión Proletaria y PCPE, proceso que culminará el próximo 25 de febrero en un acto público al cual, por supuesto, están invitados. Este proceso ha llegado a buen puerto porque, a diferencia de la tentativa que hubo en su día entre Unión Proletaria y PCE (m-l), esta vez el debate entre ambas partes se ha desarrollado con transparencia y con una voluntad sincera de superar las diferencias. Esta unificación de ambas organizaciones, que, estamos convencidos, tendrá muchos mejores resultados que en el hipotético caso de que el PCE (m-l) hubiese conseguido lo que ellos planeaban para nosotros (es decir, la absorción de nuestra organización por la vía burocrática, con nosotros asumiendo acríticamente todos sus postulados), está muy posiblemente en la raíz de los ataques furibundos y de la batería de descalificativos que nos dedican a ambas organizaciones. Dicho proceso unitario representa, en el fondo, la derrota de su concepción particular y sectaria de lo que es el marxismo-leninismo, y, por el otro lado, supone una victoria y un avance para el comunismo proletario.
El insulto y la calumnia como argumento
Lo cierto es que, incluso si le damos al PCE (m-l) el beneficio de la duda, esta actitud hacia el resto de organizaciones comunistas y obreras no contribuye a la unidad de los comunistas que ellos afirman defender. Como viene siendo habitual, el PCE (m-l) se refiere implícitamente a nosotros, sin nombrarnos directamente[10] , con el apelativo de “minúsculo grupo”. Sinceramente, no le quitamos razón en ello. Tal vez no emplearíamos los mismos términos que ellos (más propios de la descalificación ad hominem que del debate entre comunistas), pero reconocemos que Unión Proletaria es una organización pequeña, con muchas limitaciones, que no ha surgido del capricho de unos pocos iluminados, sino como fruto de un largo proceso de aprendizaje, con aciertos y errores, desde nuestra ruptura con el PCPE en 1993. Es precisamente el reconocimiento de este hecho, entre otros motivos, lo que nos ha llevado a iniciar un proceso de unidad con el PCPE, para acabar integrándonos en su estructura, en consecuencia con nuestra política de unidad de los comunistas y para seguir contribuyendo a impulsar el proyecto marxista-leninista (que no republicano) en España.
Por otra parte, no creemos que sea conveniente para el PCE (m-l) tratar de ridiculizarnos con este tipo de juicios sobre el tamaño de nuestra organización. Ni sobre la nuestra, ni sobre ninguna otra organización comunista de España. De hecho, resulta chocante que quien haga este tipo de valoraciones sea el PCE (m-l), que no es un partido que se caracteriza precisamente por contar con cientos o miles de militantes, o por tener alguna influencia relevante sobre el movimiento obrero, sindical o el resto de movimientos sociales (por no decir que tiene una nula presencia en la inmensa mayoría de las provincias del Estado). Creemos que los muy escasos lugares del Estado donde el PCE (m-l) ha podido impulsar su candidatura en las pasadas elecciones presidenciales, son una prueba evidente de sus limitaciones. Pero, desgraciadamente, esto no es un problema exclusivo de Unión Proletaria y PCE (m-l), sino que afecta al conjunto del movimiento comunista en España. Afectará a unos más y a otros menos, pero no se puede decir que exista en estos días un Partido con una capacidad de influencia determinante sobre las masas trabajadoras. Y ello responde a unas causas históricas, cuyos efectos aún estamos tratando de superar, como han sido las décadas de cáncer eurocomunista y la caída del socialismo en los países del Este de Europa y la URSS, con la consiguiente depresión del movimiento obrero y el reflujo de las posiciones comunistas revolucionarias. Es por ello que, volvemos a insistir, la unidad de los comunistas sobre la base del marxismo-leninismo (y no una particular lectura del mismo) es una necesidad cada vez más perentoria para afrontar en clave revolucionaria la dramática situación de los trabajadores en esta crisis actual del capitalismo. En ello hemos estado trabajando Unión Proletaria y el PCPE, en un proceso que, por cierto, no daremos por finalizado el 25 de febrero.
Como decíamos antes, en su informe el PCE (m-l) dedica a Unión Proletaria y al resto de agrupaciones comunistas toda una batería de descalificativos (tales como “radical-oportunistas”, “comparsas del derechismo más aberrante que representaba Carrillo”, “vanguardia del revisionismo ilustrado”, “campo de grillos” y otras lindezas de este tipo[11]) que, sinceramente, no contribuyen a mejorar las relaciones de hermandad entre destacamentos comunistas. Pero no se limita a los simples descalificativos, sino que además mete al resto de destacamentos comunistas en una especie de ‘cajón de sastre’, en el que se encuentran todo tipo de desviaciones ideológicas, con las que tendríamos en común, por ejemplo, ni más ni menos que la defensa de la “conciliación de clases”, la “coexistencia pacífica”, el “policentrismo” o las “vías nacionales al socialismo”. Según el PCE (m-l), Unión Proletaria (y probablemente el PCPE) repite “muchas de las deformaciones revisionistas en materia política, económica e ideológica, que los Jruschev, Tito, Gomulka, Carrillo y demás escoria hicieron comunes en la práctica de los viejos partidos”. Según el PCE (m-l), Unión Proletaria habría criticado del XX Congreso del PCUS “únicamente, el repugnante ataque de Jruchov contra la figura de Stalin”[12], pero, por lo demás, “embellecen o silencian las consecuencias de la traición revisionista”. Y, aunque suene a broma, también asevera que nosotros habríamos sido firmes seguidores del EZLN, de Lula y de Heinz Dieterich. Afirmaciones todas que, obviamente, no se pueden tomar en serio. Al igual que hiciera Dühring con Marx, el PCE (m-l) atribuye a otros unas tesis que nunca sostuvieron (o al menos ya no sostienen) para luego tratar de ridiculizar a sus oponentes. Como si para que uno pueda defender sus posiciones hiciera falta mentir sobre las de otros.
En lo que respecta exclusivamente al PCPE (al cual se refieren claramente por alusión), parece ser que, sin nosotros saberlo, sería algo así como un reino de taifas en el que “la mayoría divide […] su organización en destacamentos nacionales o capillas locales que en muchos casos actúan autónomamente unos de otros”. El PCE (m-l) también censura al PCPE por su apuesta por una República Confederal, aseverando que olvida “la diferencia entre apoyar el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la posición de clase leninista respecto a la cuestión nacional”. Nos gustaría detenernos precisamente en este punto, para mostrar hasta qué punto el PCE (m-l) está obstinado en confrontar con otras organizaciones hermanas, buscando el talismán que le diferencia del resto de organizaciones, en lugar de resaltar lo que las une con otras (como cabría esperar de quien dice estar a favor de la unidad de los comunistas).
No entendemos tal indignación por el hecho de que el PCPE defienda una República Confederal como fórmula de organización territorial que dé cabida a una unión libre y consentida de los distintos pueblos y nacionalidades del país. El PCE (m-l) aboga en su línea política por el establecimiento de una República ‘Popular’ (cuyo carácter de clase parece situarse en un limbo extraño) y Federal. Según el diccionario de la Real Academia Española, por ‘federalismo’ se entiende “espíritu o sistema de confederación entre corporaciones o Estados". Incluso se puede encontrar la definición de ‘Estado federal’, que según la RAE es aquel Estado “compuesto por estados particulares, cuyos poderes regionales gozan de autonomía e incluso de soberanía para su vida interior”. Y por ‘confederación’, la RAE entiende “alianza, liga, unión o pacto entre personas, grupos o Estados”. Si dejamos a un lado las motivaciones en una y otra organización por emplear uno u otro término, ¿existe realmente tanta diferencia entre lo que plantean PCE (m-l) y PCPE sobre la cuestión nacional? ¿Acaso la idea de fondo no se resume, en ambos casos, en defender la libre unión de los distintos pueblos de España, manteniendo cierto grado de autonomía administrativa para cada nacionalidad o región? ¿En lugar de atacar al PCPE, no debería ver el PCE (m-l) en ello un punto de convergencia en sus análisis? Sin embargo, el PCE (m-l) hace que el debate se resuma a una cuestión bizantina como es la apariencia formal (es decir, las palabras) que adoptan en el lenguaje unas posiciones políticas, aparentando mantener un debate sobre principios.
Otra cosa muy distinta es que, en base al empleo de la palabra ‘confederal’, el PCE (m-l) concluye por sí solo, sacándose los argumentos de una chistera, que el PCPE aboga por la constitución de repúblicas socialistas independientes, troceando el territorio del Estado, o como dicen en su informe, “…por la ibérica, […] por la castellana, catalana, vasca, etc.”. Pero allí nos adentramos en un terreno que no es propio del debate sobre cuestiones de principios, sino en el de la especulación, la manipulación al gusto y conveniencia de unos, cuyo objetivo principal es la provocación, la confrontación por la confrontación. No nos corresponde a nosotros explicar en detalle cuáles son las posiciones del PCPE en lo tocante a la cuestión nacional u otras cuestiones relativas a su estructura organizativa o su línea política. Tampoco trataremos nosotros de refutar todas y cada una de las no-verdades dichas sobre nuestra organización. Unión Proletaria siempre ha estado dispuesta al debate, ya sea en encuentros bilaterales, actos públicos o a través de nuestros medios de expresión. Pero lo que no podemos hacer es justificarnos por afirmaciones que sencillamente, son falsas. Como decía el filósofo holandés Baruch de Spinoza, “ignorantia non est argumentum”. Cualquier hijo de vecino que esté interesado en conocer el programa político de Unión Proletaria[13] , o incluso, ya que se ha sacado el tema, nuestro análisis del XX Congreso del PCUS[14] , tiene a su disposición en nuestra página web sendos documentos donde vienen plasmados. Y en cuanto al PCPE, cualquiera puede acceder en su página web a las tesis de su IX Congreso[15] . Como decía Mao Zedong, “quien quiera conocer una cosa, no podrá conseguirlo sin entrar en contacto con ella”. Si los camaradas del PCE (m-l) desearan un día salir de su estado de ignorancia, cosa que esperamos sinceramente, tendrán a su disposición los materiales necesarios para ello.
Por otra parte, no creemos que sea conveniente para el PCE (m-l) tratar de ridiculizarnos con este tipo de juicios sobre el tamaño de nuestra organización. Ni sobre la nuestra, ni sobre ninguna otra organización comunista de España. De hecho, resulta chocante que quien haga este tipo de valoraciones sea el PCE (m-l), que no es un partido que se caracteriza precisamente por contar con cientos o miles de militantes, o por tener alguna influencia relevante sobre el movimiento obrero, sindical o el resto de movimientos sociales (por no decir que tiene una nula presencia en la inmensa mayoría de las provincias del Estado). Creemos que los muy escasos lugares del Estado donde el PCE (m-l) ha podido impulsar su candidatura en las pasadas elecciones presidenciales, son una prueba evidente de sus limitaciones. Pero, desgraciadamente, esto no es un problema exclusivo de Unión Proletaria y PCE (m-l), sino que afecta al conjunto del movimiento comunista en España. Afectará a unos más y a otros menos, pero no se puede decir que exista en estos días un Partido con una capacidad de influencia determinante sobre las masas trabajadoras. Y ello responde a unas causas históricas, cuyos efectos aún estamos tratando de superar, como han sido las décadas de cáncer eurocomunista y la caída del socialismo en los países del Este de Europa y la URSS, con la consiguiente depresión del movimiento obrero y el reflujo de las posiciones comunistas revolucionarias. Es por ello que, volvemos a insistir, la unidad de los comunistas sobre la base del marxismo-leninismo (y no una particular lectura del mismo) es una necesidad cada vez más perentoria para afrontar en clave revolucionaria la dramática situación de los trabajadores en esta crisis actual del capitalismo. En ello hemos estado trabajando Unión Proletaria y el PCPE, en un proceso que, por cierto, no daremos por finalizado el 25 de febrero.
Como decíamos antes, en su informe el PCE (m-l) dedica a Unión Proletaria y al resto de agrupaciones comunistas toda una batería de descalificativos (tales como “radical-oportunistas”, “comparsas del derechismo más aberrante que representaba Carrillo”, “vanguardia del revisionismo ilustrado”, “campo de grillos” y otras lindezas de este tipo[11]) que, sinceramente, no contribuyen a mejorar las relaciones de hermandad entre destacamentos comunistas. Pero no se limita a los simples descalificativos, sino que además mete al resto de destacamentos comunistas en una especie de ‘cajón de sastre’, en el que se encuentran todo tipo de desviaciones ideológicas, con las que tendríamos en común, por ejemplo, ni más ni menos que la defensa de la “conciliación de clases”, la “coexistencia pacífica”, el “policentrismo” o las “vías nacionales al socialismo”. Según el PCE (m-l), Unión Proletaria (y probablemente el PCPE) repite “muchas de las deformaciones revisionistas en materia política, económica e ideológica, que los Jruschev, Tito, Gomulka, Carrillo y demás escoria hicieron comunes en la práctica de los viejos partidos”. Según el PCE (m-l), Unión Proletaria habría criticado del XX Congreso del PCUS “únicamente, el repugnante ataque de Jruchov contra la figura de Stalin”[12], pero, por lo demás, “embellecen o silencian las consecuencias de la traición revisionista”. Y, aunque suene a broma, también asevera que nosotros habríamos sido firmes seguidores del EZLN, de Lula y de Heinz Dieterich. Afirmaciones todas que, obviamente, no se pueden tomar en serio. Al igual que hiciera Dühring con Marx, el PCE (m-l) atribuye a otros unas tesis que nunca sostuvieron (o al menos ya no sostienen) para luego tratar de ridiculizar a sus oponentes. Como si para que uno pueda defender sus posiciones hiciera falta mentir sobre las de otros.
En lo que respecta exclusivamente al PCPE (al cual se refieren claramente por alusión), parece ser que, sin nosotros saberlo, sería algo así como un reino de taifas en el que “la mayoría divide […] su organización en destacamentos nacionales o capillas locales que en muchos casos actúan autónomamente unos de otros”. El PCE (m-l) también censura al PCPE por su apuesta por una República Confederal, aseverando que olvida “la diferencia entre apoyar el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la posición de clase leninista respecto a la cuestión nacional”. Nos gustaría detenernos precisamente en este punto, para mostrar hasta qué punto el PCE (m-l) está obstinado en confrontar con otras organizaciones hermanas, buscando el talismán que le diferencia del resto de organizaciones, en lugar de resaltar lo que las une con otras (como cabría esperar de quien dice estar a favor de la unidad de los comunistas).
No entendemos tal indignación por el hecho de que el PCPE defienda una República Confederal como fórmula de organización territorial que dé cabida a una unión libre y consentida de los distintos pueblos y nacionalidades del país. El PCE (m-l) aboga en su línea política por el establecimiento de una República ‘Popular’ (cuyo carácter de clase parece situarse en un limbo extraño) y Federal. Según el diccionario de la Real Academia Española, por ‘federalismo’ se entiende “espíritu o sistema de confederación entre corporaciones o Estados". Incluso se puede encontrar la definición de ‘Estado federal’, que según la RAE es aquel Estado “compuesto por estados particulares, cuyos poderes regionales gozan de autonomía e incluso de soberanía para su vida interior”. Y por ‘confederación’, la RAE entiende “alianza, liga, unión o pacto entre personas, grupos o Estados”. Si dejamos a un lado las motivaciones en una y otra organización por emplear uno u otro término, ¿existe realmente tanta diferencia entre lo que plantean PCE (m-l) y PCPE sobre la cuestión nacional? ¿Acaso la idea de fondo no se resume, en ambos casos, en defender la libre unión de los distintos pueblos de España, manteniendo cierto grado de autonomía administrativa para cada nacionalidad o región? ¿En lugar de atacar al PCPE, no debería ver el PCE (m-l) en ello un punto de convergencia en sus análisis? Sin embargo, el PCE (m-l) hace que el debate se resuma a una cuestión bizantina como es la apariencia formal (es decir, las palabras) que adoptan en el lenguaje unas posiciones políticas, aparentando mantener un debate sobre principios.
Otra cosa muy distinta es que, en base al empleo de la palabra ‘confederal’, el PCE (m-l) concluye por sí solo, sacándose los argumentos de una chistera, que el PCPE aboga por la constitución de repúblicas socialistas independientes, troceando el territorio del Estado, o como dicen en su informe, “…por la ibérica, […] por la castellana, catalana, vasca, etc.”. Pero allí nos adentramos en un terreno que no es propio del debate sobre cuestiones de principios, sino en el de la especulación, la manipulación al gusto y conveniencia de unos, cuyo objetivo principal es la provocación, la confrontación por la confrontación. No nos corresponde a nosotros explicar en detalle cuáles son las posiciones del PCPE en lo tocante a la cuestión nacional u otras cuestiones relativas a su estructura organizativa o su línea política. Tampoco trataremos nosotros de refutar todas y cada una de las no-verdades dichas sobre nuestra organización. Unión Proletaria siempre ha estado dispuesta al debate, ya sea en encuentros bilaterales, actos públicos o a través de nuestros medios de expresión. Pero lo que no podemos hacer es justificarnos por afirmaciones que sencillamente, son falsas. Como decía el filósofo holandés Baruch de Spinoza, “ignorantia non est argumentum”. Cualquier hijo de vecino que esté interesado en conocer el programa político de Unión Proletaria[13] , o incluso, ya que se ha sacado el tema, nuestro análisis del XX Congreso del PCUS[14] , tiene a su disposición en nuestra página web sendos documentos donde vienen plasmados. Y en cuanto al PCPE, cualquiera puede acceder en su página web a las tesis de su IX Congreso[15] . Como decía Mao Zedong, “quien quiera conocer una cosa, no podrá conseguirlo sin entrar en contacto con ella”. Si los camaradas del PCE (m-l) desearan un día salir de su estado de ignorancia, cosa que esperamos sinceramente, tendrán a su disposición los materiales necesarios para ello.
Revolucionarios que viven del pasado
De la lectura del informe del PCE (m-l), se desprende que todavía hoy, en una época en que cada vez se hace más necesaria la necesidad de mirar hacia el futuro, construir la futura organización revolucionaria del proletariado y dejar atrás las viejas miserias de la historia del movimiento comunista, el PCE (m-l) sigue aferrado a su pasado (o mejor dicho, su pasado idealizado) como podemos comprobar con estas simpáticas palabras que nos dedican: “Hasta los años 80, les guste o no reconocerlo, los revisionistas (incluidos los que hoy defienden las tesis más izquierdistas) apoyaron la maniobra de Carrillo y sus secuaces, su traición a los objetivos de lucha de los comunistas españoles: entonces nos acusaron de sectarios, porque no nos plegábamos a los designios del revisionismo triunfante en la URSS y en la mayoría del campo socialista […]”.
En circunstancias normales, nosotros no veríamos correcto enfrascarnos en una discusión sobre ese pasado idealizado del que tanto se vanagloria el PCE (m-l), porque aquel es un asunto que, en principio, les atañe exclusivamente a ellos. Cada uno es libre de reconstituir viejas organizaciones comunistas o que se dicen comunistas, y reivindicar su pasado aunque sea en tanto que asociación de memoria histórica. Pero, en esta ocasión, visto que también aluden a un supuesto pasado vergonzante del resto de comunistas de este país, haciendo acusaciones que parecen dirigirse expresamente hacia nosotros, vemos necesario hacer un par de reflexiones sobre este tema.
Lo primero es decir que, sinceramente, no sabemos muy bien en qué medida se le acusaba de sectario al PCE (m-l), o quiénes eran los que hacían esta acusación, principalmente porque, durante la mal llamada Transición Democrática, al menos en lo que respecta a Unión Proletaria, muchos de nosotros estábamos en una muy tierna edad o incluso ni siquiera habíamos nacido (como el que aquí escribe estas líneas). Y aquellos de nosotros que sí teníamos alguna militancia (tanto en el PCE eurocomunista como en agrupaciones comunistas escindidas del mismo) apenas teníamos un contacto real con el PCE (m-l), que por aquel entonces (y los camaradas del PCE (m-l) nos disculparán por ello), era, al igual que hoy, una fuerza bastante marginal dentro del movimiento obrero. Podemos intuir que el calificativo de ‘sectario’ de que se queja el PCE (m-l) pudo provenir de sectores favorables al pacto constitucional de 1978 o la política carrillista de “Reconciliación Nacional”. Si es éste el caso, no seremos nosotros quienes iniciemos un debate con el PCE (m-l), porque en este sentido coincidimos en gran medida con sus análisis. Sobre lo que ocurrió durante la Transición, hay poco que discutir.
Ni qué decir tiene que, por los motivos ya apuntados, es igualmente ridícula la acusación de que nosotros apoyamos las maniobras de Carrillo durante la Transición, principalmente porque Unión Proletaria es una organización que existe desde 2005. Por tanto, es verdaderamente difícil imaginar cómo podríamos haber apoyado la política de Carrillo en los años 60 y 70, a menos que hayamos sido protagonistas de cierta novela de un tal H.G. Wells. Lo mismo se puede aplicar para el PCPE, que es una partido fundado en 1984 (es decir, 6 años después del pacto constitucional de 1978). Es decir, el PCE (m-l) nos reprocha un supuesto papel que habríamos tenido, en una época (la Transición) en la que ambas organizaciones no existíamos. Siguiendo esta misma lógica, nosotros podríamos preguntarles a los camaradas del PCE (m-l) sobre su papel durante la Defensa de Madrid o en la Huelga General de 1917, o, ya puestos, en la sublevación del 2 de Mayo de 1808.
Si acaso lo que le podemos conceder al PCE (m-l) es que tenemos camaradas en nuestras filas que, por separado, tuvieron una militancia en distintas agrupaciones comunistas de aquella época, como fueron el PCT, el PCE (VIII-IX), el PCOE, etc. o incluso en las filas del PCE eurocomunista, y los cuales, por cierto, no creemos que hayan destacado precisamente por ser admiradores de Carrillo (lo cortés no quita lo valiente, como dice el dicho popular). Buena parte de los que en aquellos tiempos estábamos organizados en agrupaciones comunistas, y que ahora siguen trabajando por reconstituir el proyecto marxista-leninista en España, desde la filas de Unión Proletaria o del PCPE, participarían en el Congreso de Unidad en el que nacería el PCPE, expresión organizativa del rechazo del eurocomunismo y de la recuperación de la bandera roja del marxismo-leninismo.
Aunque pueda resultar frustrante para los miembros dirigentes del PCE (m-l), hay que decirlo de una vez: el PCE (m-l) no fue la única organización revolucionaria que no apoyó la política carrillista durante la Transición. Si bien fue correcta su denuncia de las maniobras del grupo carrillista durante la Transición, ello no implica necesariamente que el resto de comunistas, independientemente de cuáles hayan sido las siglas bajo las que hayan militado, hayan tenido que estar necesariamente de acuerdo con aquella política, ni siquiera todos aquellos que estuvieron organizados en las filas del PCE eurocomunista. Llegar a este tipo de conclusión es otro ejercicio de lógica falaz (es decir, un razonamiento incorrecto que pretende ser persuasivo porque tiene apariencia de ser correcto) para atacar al contrario. De una premisa dada: a) nuestro partido denunció las maniobras del carrillismo durante la Transición, el PCE (m-l) llega a una conclusión errónea, apoyándose en las teorías de la lógica (muy alejadas de las leyes de la dialéctica). En efecto, el PCE (m-l) pone luego la otra premisa: b) los otros “comunistas” (las comillas son de ellos) no estaban en nuestro partido, para llegar a la siguiente conclusión: c) todos los comunistas que no están con nosotros tuvieron un papel vergonzoso durante la Transición. Forma de pensar que además obvia las contradicciones que se pueden dar (y de hecho se dan frecuentemente) entre las direcciones y las bases de los partidos políticos, sobre todo cuando es el revisionismo quien ocupa la dirección del Partido. La realidad no es tan simple como lo quisiera el PCE (m-l), al que, por emplear sus propias palabras, le cuesta distinguir “los colores de la vida, llena de contradicciones y matices”. Aunque tal vez no fueran tan inmaculados y perfectamente acertados en su política como lo fueron ellos, la gran mayoría de comunistas que se negaron a aceptar el eurocomunismo y los pactos de la Transición fueron los impulsores del Congreso de Unidad de Enero de 1984, tras el cual nacería el PC (hoy PCPE), en el que participaron incluso algunos miembros de Unión Proletaria. La posterior evolución del PCPE y los errores que nosotros cometimos dentro del mismo, son otros asuntos que no nos corresponde tratar en este breve artículo, pero de ninguna manera invalidan el hecho de aquel Congreso de Unidad fue la mayor iniciativa en la historia del movimiento comunista en España por reconstituir el Partido Comunista tras la liquidación del viejo PCE.
Incluso si nos ponemos en el peor de los casos, es decir, suponiendo hipotéticamente que nosotros, los ‘revisionistas’ hubiéramos sido unos adláteres del carrillismo, con algún papel protagónico en los pactos de la Transición, aún en este caso, hay que decir que la actitud del PCE (m-l) dista mucho de ser la que se espera de una organización revolucionaria. Los camaradas del PCE (m-l) esperan de alguna forma que les pidamos disculpas por no haberles ‘dado la razón’ en un momento determinado y que les entonemos un mea culpa, cosa que les bastaría para argumentar (de forma no poco oportunista hay que decirlo) que deberíamos darles la razón también en lo tocante a los asuntos de política actual, ya sea nacional o internacional, recurriendo a un hecho que sucedió hace ni más ni menos que… 34 años.
De esta forma, parece ser que, para el PCE (m-l), no es suficiente con que otros compartan en mayor o menor medida sus análisis sobre la derrota del movimiento obrero durante la Transición. Para el PCE (m-l), no es concebible que los comunistas puedan equivocarse en una coyuntura determinada, o incluso que puedan cambiar de opinión y rectificar[16]. No, el PCE (m-l) nos recordaría por siempre el "vergonzoso papel" que tuvimos en un momento determinado. Los errores que cometen los demás es un estigma de por vida, marcado con hierro candente, que inscribe en nuestra piel la palabra: ‘revisionismo’. Lo que nos evoca de alguna forma la política de Pol Pot en la Kampuchea Democrática, en la que, tras la liberación del país, se reorganizó la sociedad clasificando al pueblo en ‘gente nueva’ y ‘gente vieja’. Así, el PCE (m-l), que en un principio partió del socialismo científico, vuelve a los tiempos más oscuros de la Inquisición. Buen viaje.
El PCE (m-l) no parece sentirse satisfecho del hecho de que los demás comunistas coincidan con sus análisis. Solamente parece poder obtener satisfacción a través de un juicio celebrado desde su Gran Tribunal de la seudo-ortodoxia, en el que, interrogándonos con un foco apuntándonos a la cara, nos instará a que nos flagelemos hasta reconocer nuestros pecados de hace 30 o 40 50 años. Solamente será tras esta ‘catarsis’ cuando los camaradas del PCE (m-l) nos otorgarán el carné de auténticos marxistas-leninistas y estemos en condiciones de hablar de unidad de los comunistas. Unidad que, eso sí, estará capitaneada bajo los términos que impongan ellos.
Con esta fijación por el pasado y las rendiciones de cuentas sobre lo que los demás hicieron o no hicieron en un momento concreto de la historia de España, se puede apreciar, como decíamos antes, la diferencia entre la mentalidad del Partido Comunista, bolchevique, que aspira a la transformación de la sociedad mediante la revolución proletaria, de la mentalidad de la asociación de memoria histórica, que dedica gran parte de su tiempo y energía a revivir viejas glorias[17]. Por otra parte, no creemos que los camaradas del PCE (m-l) tengan autoridad alguna para enjuiciar al resto de comunistas por su presunto papel en el pasado, si ni siquiera sido ellos han sido capaces de hacer la menor autocrítica por sus propios errores. ¿Para cuándo un documento del PCE (m-l) que analice el naufragio de la Albania Socialista de Enver Hoxha?
Cuando nosotros hablamos de sectarismo al referirnos al PCE (m-l), no nos referimos a esas acusaciones de sectarismo que, al parecer, provenían de sectores de la izquierda reformista. Aunque, sinceramente, es más que probable que aquellas acusaciones tuvieran su parte de verdad, a la luz de lo que escribe el PCE (m-l) en la actualidad: el que los camaradas del PCE (m-l) acertaran en su análisis de la Transición y del revisionismo carrillista, no implica que no pudieran pecar de sectarismo en la traducción concreta, en lo práctico, de estos análisis políticos (como si lo uno quitara lo otro). Cuando decimos que el PCE (m-l) peca de sectarismo, en la actualidad, es con motivo de su política de cara al resto de organizaciones y corrientes del movimiento comunista, tanto a nivel nacional como internacional. Ésta es una cuestión que ya hemos analizado en las anteriores críticas y sobre la que no vamos a volver.
Y en lo que respecta al pasado, la cuestión de fondo no es, como pretende hacer creer el PCE (m-l) para desviar la atención, la actitud de unos y de otros respecto de lo que sucedió durante la Transición. Nada de eso: cuando a los marxistas-leninistas se nos habla del PCE (m-l), lo que se nos viene a la cabeza es la idea de un partido que practicaba el anti-sovietismo, y que incluso llegó a apoyar, aunque sea inconscientemente, los planes del imperialismo yanqui (como sucedió, por ejemplo, con las luchas de liberación nacional en Angola o Afganistán, o con su apoyo al Frente de Liberación del Tigre en Etiopía). De hecho, estos ‘pequeños detalles’ de la política que sostuvieron los camaradas del PCE (m-l) en su vieja etapa, no sólo no han sido objeto de autocrítica alguna, sino que al parecer tienen reminiscencias en el presente, como hemos podido comprobar recientemente con su apoyo a los planes del imperialismo yanqui en Ecuador, durante la intentona golpista de un sector de la policía en septiembre de 2010, o con su apoyo entusiasta a las guerrillas fundamentalistas pro-OTAN del CNT en Libia. De hecho, no entendemos cómo los camaradas del PCE (m-l) pueden sentir tanto desprecio hacia el resto de comunistas por una supuesta colaboración en la reestructuración monárquica de 1978, cuando ellos no han tenido reparo alguno en apoyar a los defensores de una monarquía reaccionaria pro-Occidental como fue la del Rey Idriss I de Libia.
Después de la Transición, el PCE (m-l) prosiguió con su línea sectaria, colaborando con el imperialismo yanqui en la campaña de propaganda ideológica y acoso militar contra el campo socialista, participando en el seno del movimiento anti-OTAN, junto con el MCE, la LCR, el PST, la UCE y demás grupos pequeño-burgueses, defendiendo la consigna de “Ni OTAN, ni Pacto de Varsovia”. Como ya se sabe, ni-ni, la política de poner a todos por igual, política que sigue practicando en la actualidad, como hemos visto en el caso de la Jamahiriyah libia[18], a cuyo pueblo le ha negado el derecho a defenderse de la intervención de la OTAN[19]. En cambio, en aquella época (los años 80) el PCPE apoyaba consecuentemente, sin hacerle el juego al imperialismo, la política de paz y de contención de la OTAN de la URSS y los países del Este de Europa. Los camaradas del PCE (m-l) nos recuerdan, como con orgullo, que no se plegaban a los “designios del revisionismo triunfante en la URSS y en la mayoría del campo socialista”, por lo que entendemos que para ellos era un crimen defender a la patria de Lenin y de Stalin, con el argumento de que estaba gobernada por el revisionismo. Pero lo que sin embargo no recuerdan tanto es que, en base a esta premisa, por su peculiar interpretación de lo que ha de ser ‘auténtico’ leninismo, ellos se alinearon con los fundamentalistas islámicos afganos que luchaban contra la invasión del ‘imperialismo soviético’. Lleva razón el PCE (m-l) cuando dice que el revisionismo moderno “terminó liquidando los avances y logros del socialismo soviético y abriendo aquel gran país, el primero en llevar a cabo una revolución proletaria, al control de la burguesía”. Nosotros simplemente añadiremos que el PCE (m-l) puso sin duda de su parte para que esto ocurriera efectivamente.
No queríamos terminar este apartado sin hablar de lo que nos resulta más paradójico: mientras el PCE (m-l) ataca con virulencia a los comunistas de este país y censuran su falta de ortodoxia (aunque tal vez sería más correcto hablar de ortodoxia ‘hoxhista’) arguyendo, entre otras cosas, un supuesto pasado de colaboración con el carrillismo, ellos no tienen ningún reparo en juntarse y pactar programas electorales con fuerzas reformistas socialdemócratas y pequeño-burguesas de todo cuño y color: desde lo que queda de Izquierda Republicana, pasando por organizaciones trotskistas, hasta formaciones políticas eco-socialistas cuyos inspiradores (y esta vez sí) fueron aquellos quien colaboraron activamente con la política del grupo de Carrillo en los años de la Transición, como es el caso de Izquierda Unida[20]. Cosa que no parece ser fruto del azar, sino que responde simplemente a un reconocimiento mutuo entre distintas organizaciones con una misma naturaleza de clase.
En circunstancias normales, nosotros no veríamos correcto enfrascarnos en una discusión sobre ese pasado idealizado del que tanto se vanagloria el PCE (m-l), porque aquel es un asunto que, en principio, les atañe exclusivamente a ellos. Cada uno es libre de reconstituir viejas organizaciones comunistas o que se dicen comunistas, y reivindicar su pasado aunque sea en tanto que asociación de memoria histórica. Pero, en esta ocasión, visto que también aluden a un supuesto pasado vergonzante del resto de comunistas de este país, haciendo acusaciones que parecen dirigirse expresamente hacia nosotros, vemos necesario hacer un par de reflexiones sobre este tema.
Lo primero es decir que, sinceramente, no sabemos muy bien en qué medida se le acusaba de sectario al PCE (m-l), o quiénes eran los que hacían esta acusación, principalmente porque, durante la mal llamada Transición Democrática, al menos en lo que respecta a Unión Proletaria, muchos de nosotros estábamos en una muy tierna edad o incluso ni siquiera habíamos nacido (como el que aquí escribe estas líneas). Y aquellos de nosotros que sí teníamos alguna militancia (tanto en el PCE eurocomunista como en agrupaciones comunistas escindidas del mismo) apenas teníamos un contacto real con el PCE (m-l), que por aquel entonces (y los camaradas del PCE (m-l) nos disculparán por ello), era, al igual que hoy, una fuerza bastante marginal dentro del movimiento obrero. Podemos intuir que el calificativo de ‘sectario’ de que se queja el PCE (m-l) pudo provenir de sectores favorables al pacto constitucional de 1978 o la política carrillista de “Reconciliación Nacional”. Si es éste el caso, no seremos nosotros quienes iniciemos un debate con el PCE (m-l), porque en este sentido coincidimos en gran medida con sus análisis. Sobre lo que ocurrió durante la Transición, hay poco que discutir.
Ni qué decir tiene que, por los motivos ya apuntados, es igualmente ridícula la acusación de que nosotros apoyamos las maniobras de Carrillo durante la Transición, principalmente porque Unión Proletaria es una organización que existe desde 2005. Por tanto, es verdaderamente difícil imaginar cómo podríamos haber apoyado la política de Carrillo en los años 60 y 70, a menos que hayamos sido protagonistas de cierta novela de un tal H.G. Wells. Lo mismo se puede aplicar para el PCPE, que es una partido fundado en 1984 (es decir, 6 años después del pacto constitucional de 1978). Es decir, el PCE (m-l) nos reprocha un supuesto papel que habríamos tenido, en una época (la Transición) en la que ambas organizaciones no existíamos. Siguiendo esta misma lógica, nosotros podríamos preguntarles a los camaradas del PCE (m-l) sobre su papel durante la Defensa de Madrid o en la Huelga General de 1917, o, ya puestos, en la sublevación del 2 de Mayo de 1808.
Si acaso lo que le podemos conceder al PCE (m-l) es que tenemos camaradas en nuestras filas que, por separado, tuvieron una militancia en distintas agrupaciones comunistas de aquella época, como fueron el PCT, el PCE (VIII-IX), el PCOE, etc. o incluso en las filas del PCE eurocomunista, y los cuales, por cierto, no creemos que hayan destacado precisamente por ser admiradores de Carrillo (lo cortés no quita lo valiente, como dice el dicho popular). Buena parte de los que en aquellos tiempos estábamos organizados en agrupaciones comunistas, y que ahora siguen trabajando por reconstituir el proyecto marxista-leninista en España, desde la filas de Unión Proletaria o del PCPE, participarían en el Congreso de Unidad en el que nacería el PCPE, expresión organizativa del rechazo del eurocomunismo y de la recuperación de la bandera roja del marxismo-leninismo.
Aunque pueda resultar frustrante para los miembros dirigentes del PCE (m-l), hay que decirlo de una vez: el PCE (m-l) no fue la única organización revolucionaria que no apoyó la política carrillista durante la Transición. Si bien fue correcta su denuncia de las maniobras del grupo carrillista durante la Transición, ello no implica necesariamente que el resto de comunistas, independientemente de cuáles hayan sido las siglas bajo las que hayan militado, hayan tenido que estar necesariamente de acuerdo con aquella política, ni siquiera todos aquellos que estuvieron organizados en las filas del PCE eurocomunista. Llegar a este tipo de conclusión es otro ejercicio de lógica falaz (es decir, un razonamiento incorrecto que pretende ser persuasivo porque tiene apariencia de ser correcto) para atacar al contrario. De una premisa dada: a) nuestro partido denunció las maniobras del carrillismo durante la Transición, el PCE (m-l) llega a una conclusión errónea, apoyándose en las teorías de la lógica (muy alejadas de las leyes de la dialéctica). En efecto, el PCE (m-l) pone luego la otra premisa: b) los otros “comunistas” (las comillas son de ellos) no estaban en nuestro partido, para llegar a la siguiente conclusión: c) todos los comunistas que no están con nosotros tuvieron un papel vergonzoso durante la Transición. Forma de pensar que además obvia las contradicciones que se pueden dar (y de hecho se dan frecuentemente) entre las direcciones y las bases de los partidos políticos, sobre todo cuando es el revisionismo quien ocupa la dirección del Partido. La realidad no es tan simple como lo quisiera el PCE (m-l), al que, por emplear sus propias palabras, le cuesta distinguir “los colores de la vida, llena de contradicciones y matices”. Aunque tal vez no fueran tan inmaculados y perfectamente acertados en su política como lo fueron ellos, la gran mayoría de comunistas que se negaron a aceptar el eurocomunismo y los pactos de la Transición fueron los impulsores del Congreso de Unidad de Enero de 1984, tras el cual nacería el PC (hoy PCPE), en el que participaron incluso algunos miembros de Unión Proletaria. La posterior evolución del PCPE y los errores que nosotros cometimos dentro del mismo, son otros asuntos que no nos corresponde tratar en este breve artículo, pero de ninguna manera invalidan el hecho de aquel Congreso de Unidad fue la mayor iniciativa en la historia del movimiento comunista en España por reconstituir el Partido Comunista tras la liquidación del viejo PCE.
Incluso si nos ponemos en el peor de los casos, es decir, suponiendo hipotéticamente que nosotros, los ‘revisionistas’ hubiéramos sido unos adláteres del carrillismo, con algún papel protagónico en los pactos de la Transición, aún en este caso, hay que decir que la actitud del PCE (m-l) dista mucho de ser la que se espera de una organización revolucionaria. Los camaradas del PCE (m-l) esperan de alguna forma que les pidamos disculpas por no haberles ‘dado la razón’ en un momento determinado y que les entonemos un mea culpa, cosa que les bastaría para argumentar (de forma no poco oportunista hay que decirlo) que deberíamos darles la razón también en lo tocante a los asuntos de política actual, ya sea nacional o internacional, recurriendo a un hecho que sucedió hace ni más ni menos que… 34 años.
De esta forma, parece ser que, para el PCE (m-l), no es suficiente con que otros compartan en mayor o menor medida sus análisis sobre la derrota del movimiento obrero durante la Transición. Para el PCE (m-l), no es concebible que los comunistas puedan equivocarse en una coyuntura determinada, o incluso que puedan cambiar de opinión y rectificar[16]. No, el PCE (m-l) nos recordaría por siempre el "vergonzoso papel" que tuvimos en un momento determinado. Los errores que cometen los demás es un estigma de por vida, marcado con hierro candente, que inscribe en nuestra piel la palabra: ‘revisionismo’. Lo que nos evoca de alguna forma la política de Pol Pot en la Kampuchea Democrática, en la que, tras la liberación del país, se reorganizó la sociedad clasificando al pueblo en ‘gente nueva’ y ‘gente vieja’. Así, el PCE (m-l), que en un principio partió del socialismo científico, vuelve a los tiempos más oscuros de la Inquisición. Buen viaje.
El PCE (m-l) no parece sentirse satisfecho del hecho de que los demás comunistas coincidan con sus análisis. Solamente parece poder obtener satisfacción a través de un juicio celebrado desde su Gran Tribunal de la seudo-ortodoxia, en el que, interrogándonos con un foco apuntándonos a la cara, nos instará a que nos flagelemos hasta reconocer nuestros pecados de hace 30 o 40 50 años. Solamente será tras esta ‘catarsis’ cuando los camaradas del PCE (m-l) nos otorgarán el carné de auténticos marxistas-leninistas y estemos en condiciones de hablar de unidad de los comunistas. Unidad que, eso sí, estará capitaneada bajo los términos que impongan ellos.
Con esta fijación por el pasado y las rendiciones de cuentas sobre lo que los demás hicieron o no hicieron en un momento concreto de la historia de España, se puede apreciar, como decíamos antes, la diferencia entre la mentalidad del Partido Comunista, bolchevique, que aspira a la transformación de la sociedad mediante la revolución proletaria, de la mentalidad de la asociación de memoria histórica, que dedica gran parte de su tiempo y energía a revivir viejas glorias[17]. Por otra parte, no creemos que los camaradas del PCE (m-l) tengan autoridad alguna para enjuiciar al resto de comunistas por su presunto papel en el pasado, si ni siquiera sido ellos han sido capaces de hacer la menor autocrítica por sus propios errores. ¿Para cuándo un documento del PCE (m-l) que analice el naufragio de la Albania Socialista de Enver Hoxha?
Cuando nosotros hablamos de sectarismo al referirnos al PCE (m-l), no nos referimos a esas acusaciones de sectarismo que, al parecer, provenían de sectores de la izquierda reformista. Aunque, sinceramente, es más que probable que aquellas acusaciones tuvieran su parte de verdad, a la luz de lo que escribe el PCE (m-l) en la actualidad: el que los camaradas del PCE (m-l) acertaran en su análisis de la Transición y del revisionismo carrillista, no implica que no pudieran pecar de sectarismo en la traducción concreta, en lo práctico, de estos análisis políticos (como si lo uno quitara lo otro). Cuando decimos que el PCE (m-l) peca de sectarismo, en la actualidad, es con motivo de su política de cara al resto de organizaciones y corrientes del movimiento comunista, tanto a nivel nacional como internacional. Ésta es una cuestión que ya hemos analizado en las anteriores críticas y sobre la que no vamos a volver.
Y en lo que respecta al pasado, la cuestión de fondo no es, como pretende hacer creer el PCE (m-l) para desviar la atención, la actitud de unos y de otros respecto de lo que sucedió durante la Transición. Nada de eso: cuando a los marxistas-leninistas se nos habla del PCE (m-l), lo que se nos viene a la cabeza es la idea de un partido que practicaba el anti-sovietismo, y que incluso llegó a apoyar, aunque sea inconscientemente, los planes del imperialismo yanqui (como sucedió, por ejemplo, con las luchas de liberación nacional en Angola o Afganistán, o con su apoyo al Frente de Liberación del Tigre en Etiopía). De hecho, estos ‘pequeños detalles’ de la política que sostuvieron los camaradas del PCE (m-l) en su vieja etapa, no sólo no han sido objeto de autocrítica alguna, sino que al parecer tienen reminiscencias en el presente, como hemos podido comprobar recientemente con su apoyo a los planes del imperialismo yanqui en Ecuador, durante la intentona golpista de un sector de la policía en septiembre de 2010, o con su apoyo entusiasta a las guerrillas fundamentalistas pro-OTAN del CNT en Libia. De hecho, no entendemos cómo los camaradas del PCE (m-l) pueden sentir tanto desprecio hacia el resto de comunistas por una supuesta colaboración en la reestructuración monárquica de 1978, cuando ellos no han tenido reparo alguno en apoyar a los defensores de una monarquía reaccionaria pro-Occidental como fue la del Rey Idriss I de Libia.
Después de la Transición, el PCE (m-l) prosiguió con su línea sectaria, colaborando con el imperialismo yanqui en la campaña de propaganda ideológica y acoso militar contra el campo socialista, participando en el seno del movimiento anti-OTAN, junto con el MCE, la LCR, el PST, la UCE y demás grupos pequeño-burgueses, defendiendo la consigna de “Ni OTAN, ni Pacto de Varsovia”. Como ya se sabe, ni-ni, la política de poner a todos por igual, política que sigue practicando en la actualidad, como hemos visto en el caso de la Jamahiriyah libia[18], a cuyo pueblo le ha negado el derecho a defenderse de la intervención de la OTAN[19]. En cambio, en aquella época (los años 80) el PCPE apoyaba consecuentemente, sin hacerle el juego al imperialismo, la política de paz y de contención de la OTAN de la URSS y los países del Este de Europa. Los camaradas del PCE (m-l) nos recuerdan, como con orgullo, que no se plegaban a los “designios del revisionismo triunfante en la URSS y en la mayoría del campo socialista”, por lo que entendemos que para ellos era un crimen defender a la patria de Lenin y de Stalin, con el argumento de que estaba gobernada por el revisionismo. Pero lo que sin embargo no recuerdan tanto es que, en base a esta premisa, por su peculiar interpretación de lo que ha de ser ‘auténtico’ leninismo, ellos se alinearon con los fundamentalistas islámicos afganos que luchaban contra la invasión del ‘imperialismo soviético’. Lleva razón el PCE (m-l) cuando dice que el revisionismo moderno “terminó liquidando los avances y logros del socialismo soviético y abriendo aquel gran país, el primero en llevar a cabo una revolución proletaria, al control de la burguesía”. Nosotros simplemente añadiremos que el PCE (m-l) puso sin duda de su parte para que esto ocurriera efectivamente.
No queríamos terminar este apartado sin hablar de lo que nos resulta más paradójico: mientras el PCE (m-l) ataca con virulencia a los comunistas de este país y censuran su falta de ortodoxia (aunque tal vez sería más correcto hablar de ortodoxia ‘hoxhista’) arguyendo, entre otras cosas, un supuesto pasado de colaboración con el carrillismo, ellos no tienen ningún reparo en juntarse y pactar programas electorales con fuerzas reformistas socialdemócratas y pequeño-burguesas de todo cuño y color: desde lo que queda de Izquierda Republicana, pasando por organizaciones trotskistas, hasta formaciones políticas eco-socialistas cuyos inspiradores (y esta vez sí) fueron aquellos quien colaboraron activamente con la política del grupo de Carrillo en los años de la Transición, como es el caso de Izquierda Unida[20]. Cosa que no parece ser fruto del azar, sino que responde simplemente a un reconocimiento mutuo entre distintas organizaciones con una misma naturaleza de clase.
Invitando a la reflexión
Como informábamos antes, el próximo 25 de febrero se celebra el Madrid un acto público en el que se hace oficial la integración y unificación de Unión Proletaria con el PCPE, acontecimiento que supone un avance considerable para la unificación en un solo partido de los que sinceramente deseamos organizar la Revolución Proletaria en nuestro país. Este proceso de unificación seguirá desarrollándose en el futuro, y se suma el que los CJC y la Unión de Jóvenes Comunistas de Madrid han emprendido recientemente.
Con la culminación de este proceso, Unión Proletaria y PCPE no dan por finalizada la reunificación de los marxistas-leninistas. Como decíamos en nuestra declaración conjunta de octubre de 2011 : “el camino de la unidad sigue abierto tras la unidad PCPE–UP y nuestro objetivo es hacer de este proceso un espejo en el que se puedan mirar la totalidad de los/as marxistas-leninistas. En la construcción de la unidad comunista y en el fortalecimiento y desarrollo del Partido Comunista, tanto valor tiene el aporte del camarada o el grupo de camaradas que se incorpora ahora desde las filas orgánicas del reformismo, como el de los que hemos defendido el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario desde distintas expresiones organizativas.”
Por supuesto, si el PCE (m-l) reconsiderase un día cambiar de actitud, no nos cabe duda de que sería muy valioso su aporte al Partido Comunista, con todo su bagaje de lucha ideológica contra el revisionismo carrillista en los años 60 y 70 y de militancia revolucionaria antifascista durante la dictadura. Pero aún en el caso de que no pueda esperarse un cambio de actitud por parte de los dirigentes del PCE (m-l), tenemos el firme convencimiento de que, más tarde que temprano, éstos serán relegados por savia nueva proveniente de sus bases militantes, con el advenimiento de elementos menos contaminados por las miserias del pasado del movimiento comunista español, con un espíritu más unitario, como se ha podido comprobar recientemente con la participación de la JCE (m-l) en la Escuela Juvenil Comunista de diciembre de 2011.
Unión Proletaria invita de nuevo a los camaradas PCE (m-l) a que realicen un ejercicio de reflexión, una reflexión que creemos necesaria para ellos, pues mucho nos tememos que, en caso de seguir con la misma línea sectaria de “yo contra todo el mundo”, lo que les depara el destino puede ser, no sabemos si acabar en el “basurero de la historia”, como dicen ellos, pero sí el triste final que tuvieron en 1992. Sería realmente una lástima, después de décadas de lucha contra el revisionismo carrillista, que terminaran de esta forma, si es que con suerte no terminan convirtiéndose en un apéndice republicano de Izquierda Unida. De momento, todo apunta a que el PCE (m-l) se dirige hacia ese destino. Esperamos que sepa rectificar a tiempo.
Con la culminación de este proceso, Unión Proletaria y PCPE no dan por finalizada la reunificación de los marxistas-leninistas. Como decíamos en nuestra declaración conjunta de octubre de 2011 : “el camino de la unidad sigue abierto tras la unidad PCPE–UP y nuestro objetivo es hacer de este proceso un espejo en el que se puedan mirar la totalidad de los/as marxistas-leninistas. En la construcción de la unidad comunista y en el fortalecimiento y desarrollo del Partido Comunista, tanto valor tiene el aporte del camarada o el grupo de camaradas que se incorpora ahora desde las filas orgánicas del reformismo, como el de los que hemos defendido el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario desde distintas expresiones organizativas.”
Por supuesto, si el PCE (m-l) reconsiderase un día cambiar de actitud, no nos cabe duda de que sería muy valioso su aporte al Partido Comunista, con todo su bagaje de lucha ideológica contra el revisionismo carrillista en los años 60 y 70 y de militancia revolucionaria antifascista durante la dictadura. Pero aún en el caso de que no pueda esperarse un cambio de actitud por parte de los dirigentes del PCE (m-l), tenemos el firme convencimiento de que, más tarde que temprano, éstos serán relegados por savia nueva proveniente de sus bases militantes, con el advenimiento de elementos menos contaminados por las miserias del pasado del movimiento comunista español, con un espíritu más unitario, como se ha podido comprobar recientemente con la participación de la JCE (m-l) en la Escuela Juvenil Comunista de diciembre de 2011.
Unión Proletaria invita de nuevo a los camaradas PCE (m-l) a que realicen un ejercicio de reflexión, una reflexión que creemos necesaria para ellos, pues mucho nos tememos que, en caso de seguir con la misma línea sectaria de “yo contra todo el mundo”, lo que les depara el destino puede ser, no sabemos si acabar en el “basurero de la historia”, como dicen ellos, pero sí el triste final que tuvieron en 1992. Sería realmente una lástima, después de décadas de lucha contra el revisionismo carrillista, que terminaran de esta forma, si es que con suerte no terminan convirtiéndose en un apéndice republicano de Izquierda Unida. De momento, todo apunta a que el PCE (m-l) se dirige hacia ese destino. Esperamos que sepa rectificar a tiempo.
Miguel Nijeradze
[1][Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][2]Siempre y cuando sea ésta, y estrictamente ésta, la interpretación que se hace de la lucha por la República en España, cosa que no parece estar del todo clara en los documentos del PCE (m-l) sobre la cuestión republicana y en el discurso que lleva a las masas.
[3]De hecho, nos preguntamos si el hecho de que, después de eludir el debate durante dos años, el PCE (m-l) publique este informe con estas críticas a Unión Proletaria a menos de dos semanas de nuestra unificación con el PCPE (momento a partir del cual perderemos nuestra autonomía organizativa) es algo que se debe a la casualidad.
[4]Estas graves acusaciones, faltas de todo estudio y análisis, contra la RPD de Corea, se basan en algo posiblemente censurable, como es la línea de parentesco que une a los últimos Secretarios Generales del Partido de los Trabajadores de Corea. Pero ello parece confirmar nuestra tesis de que el problema del PCE (m-l) es que invirtió la dialéctica materialista, haciéndola de nuevo hegeliana. Así, el carácter socialista de la RPD de Corea nada tiene que ver con elementos descritos por ellos mismos, como “…un Estado proletario (es decir, una dictadura del proletariado, frente a la burguesía), en el que la economía esté planificada de forma centralizada para garantizar un desarrollo armónico y la satisfacción de las crecientes necesidades económicas, sanitarias, educativas y culturales del conjunto de la sociedad” (¿acaso no es ésta una acertada descripción de lo que es la RPD de Corea?). Nada de eso, para el PCE (m-l) los elementos necesarios para hacer una valoración del sistema socio-económico de la RPD de Corea son los cromosomas de un tal Kim Jong-Un.
[5]“El PCE (m-l) y la unidad de los comunistas” (http://unionproletaria.net/spip.php?article488)
[6]“Una vez más, sobre el PCE (m-l) y la unidad de los comunistas” (http://unionproletaria.net/spip.php?article513)
[7]Un ejemplo de este tipo de no-verdades es por ejemplo la manipulación que hacen de nuestros análisis de la RP de China. En diversos documentos nos hemos limitado a afirmar que el desarrollo experimentado por China y sus relaciones comerciales con otros países es un factor que, lo deseen o no aquellos que gobiernan la RP de China, contribuye a debilitar las bases del imperialismo más agresivo (principalmente el imperialismo yanqui) y que eso en última instancia favorece a la Revolución Proletaria Mundial. Y, más concretamente, en la crítica que dirigimos al PCE (m-l), incidíamos en el error de caracterizar a la RP de China como ‘país imperialista’, actitud que lo único que hace es ayudar al imperialismo (el real). Y partiendo de afirmaciones que hacíamos sobre esta cuestión, como la que sigue: “podemos y debemos criticarla cuando corresponda, pero, antes, intentemos comprender qué hay de justo en ella, apoyemos este aspecto y combatamos la política del imperialismo contra China. De lo contrario, ayudaremos a la burguesía aunque no lo queramos”, el PCE (m-l) concluye que Unión Proletaria afirma de China que “su política exterior es internacionalista y solidaria”, cosa que, como podrá comprobar el lector, nunca hemos afirmado. Es más, incluso reconocíamos en nuestra crítica que la política del PCCh resulta “ambigua, compleja, contradictoria y, a veces, errónea”. ¿Es este tipo de manipulación realmente la mejor forma de rebatir nuestras críticas?
[8]Según el Diccionario de la Real Academia Española, por calumnia se entiende “acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño” (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=calumnia)
[9]En referencia a José Bullejos Sánchez, secretario general del PCE entre 1925 y 1932, que en los primeros años de la II República defendía la consigna de “¡Abajo la República, vivan los soviets!”, en clara alusión a la modificación de la línea política del PCPE, tras su IX Congreso, en el que desmarcó de la teoría de la ‘etapa intermedia’ entre el capitalismo monopolista y la Revolución Proletaria. Mención aparte de lo absurdo de hacer este tipo de paralelismos entre las condiciones actuales de la lucha de clases en España y el contexto de la II República, hay que decir que el PCE (m-l) recurre de nuevo a los malabarismos para descalificar al resto de comunistas, puesto que el PCPE nunca ha dejado de lado la lucha por la República (solamente critica que ésta no se haga en base a un programa socialista).
[10]Lo cual nos lleva a pensar que, más que en un afán de refutar nuestras críticas de cara al movimiento revolucionario o ‘desenmascararnos’ ante las masas sobre las que tengan influencia, estas críticas parecen más bien tener por finalidad una cierta ‘reafirmación’ de la dirección del PCE (m-l) ante sus bases militantes.
[11]No podemos resistirnos a citar estas palabras del PCE (m-l), dedicadas a nosotros, y que hablan por sí mismas: “…debemos separarnos decididamente del sectarismo pequeñoburgués, del doctrinarismo marginal y de la atrofia dialéctica que los dirige decididamente hacia el basurero de la historia”(sic).
[12]Precisamente somos nosotros quienes dudamos de que sean capaces de hacer mucho más que eso (denunciar el ataque de Jruschov contra la figura de Stalin), puesto que desde que se reconstituyera en el 2006, el PCE (m-l) nunca ha sido capaz de explicar con un mínimo de fundamento en qué consiste el revisionismo moderno.
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[16]Claro que hablar de sus propios errores, es algo que no entra dentro de los esquemas del PCE (m-l), que desde su reconstitución en 2006 nunca ha hecho la menor autocrítica por algunas de las posiciones que defendió en el pasado.
[17]Viejas glorias como el FRAP, tema bastante reiterativo en el PCE (m-l) que fue una organización creada espontáneamente en 1974 y liquidada cuatro años más tarde, que en el plano de la lucha armada solamente pudo ejecutar a dos policías, obteniendo a cambio el fusilamiento de tres antifascistas.
[18]“No, no somos nosotros quienes, por mor de una pretendida y falsa solidaridad internacionalista, renunciamos a los principios; no somos nosotros quienes llevamos las cosas al punto de confundir la solidaridad con el pueblo de Libia frente a la agresión del imperialismo, por ejemplo, con el apoyo a un régimen reaccionario como el de Gadafi, por cierto firme aliado en los últimos años de alguno de sus verdugos (Sarkozy, Berlusconi)”. Esto podría tener algo de sentido si el PCE (m-l) no se olvidara de un ‘pequeño’ detalle, que es que la intervención de la OTAN iba dirigida expresamente contra el régimen de la Jamahiriyah libia, y que las fuerzas que lucharon (y luchan) heroicamente contra la intervención imperialista fueron las pro-gaddafistas, mientras los ‘revolucionarios’ apoyados por el PCE (m-l) eran armados por las potencias occidentales y asesorados por servicios secretos de Francia y Gran Bretaña. ¿Pondrá el PCE (m-l) en un mismo saco a Rusia, a la RP de China, y al régimen de Bashar al-Assad junto con Francia y EEUU, con el espurio pretexto de no alinearse con ninguna potencia? Para el PCE (m-l), ¿habrá sido Stalin un revisionista por haber pactado con las potencias imperialistas de EEUU y Gran Bretaña frente al imperialismo más agresivo en la IIGM, que era el fascismo hitleriano? Para el PCE (m-l) ¿tendrán derecho el gobierno de al-Assad y el pueblo sirio a defenderse de las agresiones del imperialismo, tanto las que vengan del exterior como del interior? El tiempo lo dirá.
[19]Esto lo decimos cuando, justo en el momento de escribir estas líneas, una presentadora de televisión pro-Gaddafi era asesinada, tras haber sido violada varias veces, en una cárcel a mano de los ‘revolucionarios’ del CNT que con tanta vehemencia apoyó el PCE (m-l) (http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/02/19/los-derechos-humanos-en-la-nueva-libia-asesinan-a-presentadora-de-television-pro-gaddafi). Claro que ése es un tema del que evitan hablar en su informe, cosa que es comprensible.
[20]Aunque sea triste decirlo, todo esto nos lleva a pensar que, hoy por hoy, el principal enemigo del PCE (m-l) parece ser el comunismo proletario.
[21]“Por la unidad comunista sobre la base del marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario” (http://unionproletaria.net/spip.php?article494)