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    Carl Jung, inconsciente colectivo y arquetipos (¿Jesús, Zaratustra, Mitra, Krishna...?)

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    Mensaje por традиция Miér Mar 04, 2015 7:24 pm

    Carl Jung, inconsciente colectivo y arquetipos (¿Jesús, Zaratustra, Mitra, Krishna...?)

    Si hay algo que marca claramente la diferencia entre Freud y C.Jung fué su distinta concepción con respecto al concepto de "inconsciente". Freud entendía que existe un inconsciente personal (subconsciente) que es motor principal de la psique humana. Pero, éste no pasa de ser un mero trasfondo de sentimientos acumulados a través de la biografía personal de cada individuo.

    Por contra, C. Jung no podía aceptar tal concepción y llegó a concebir un modelo de inconsciente que iba más allá de lo biográfico y de lo personal. C. Jung habló de un inconsciente universal o "suprapersonal" que denominó con el nombre de "inconsciente colectivo".

    La propia WikiPedia, denomina este concepto de esta manera:

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] escribió:"Inconsciente colectivo es un término acuñado por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, quien postuló la existencia de un sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón".

    Esta parte final que he destacado en negrita es muy importante, porque Jung concebía este insconsciente colectivo de esa manera. Como un lugar donde residen todos las imágenes oníricas y/o fantásticas que relacionan motivos universales pertenecientes a religiones, mitos y leyendas que no han podido ser transmitidos de manera casual, racional o mecanicista. Reconozco que es una idea un poco esotérica esta del psicólogo Carl Jung...

    Así, C.Jung deja claro que: "No se trata, pues, de representaciones heredadas, sino de posibilidades heredadas de estas representaciones". Ni tampoco son herencias individuales que hayan podido ser transmitidas de manera oral o escrita entre unas personas y otras a lo largo de la geografía y el tiempo. Podríamos decir que son una especie de "lugares comunes" que prácticamente existen en todas las culturas, y en especial en la mitología de todas las religiones.

    (continuará...)


    Última edición por традиция el Miér Mar 04, 2015 11:12 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por Drunkharps Miér Mar 04, 2015 7:46 pm

    Una sorpresa encontrar este hilo, iba a crear yo uno sobre el panteísmo para hablar sobre el tema filosófico.
    Si ya había leído sobre el llamado inconsciente colectivo, es un termino bastante conocido en el hinduismo, o en ramas del taoísmo-budismo me atrevería a decir aunque no estoy bastante seguro ya que leí sobre el tema hace muchísimo tiempo, si me equivoco disculpad.
    Soy seguidor de un grupo que se llama Tool y tiene una canción que habla sobre los 46+2 cromosomas del tercer nivel de evolución hacia una conciencia espiritual, hay que ver el vídeo para enterarse:

    Me he acordado de ello porque justo en este vídeo que hace una explicación de la canción se menciona a Carl Jung y aunque puede que no sea una canción que guste a todo el mundo es bien interesante el tema y explica bastante bien el concepto de "sombra" del que hablaba este señor tan curioso.




                                                                                            .                                                                                       
    Añado la descripción del vídeo:
    "Llenar nuestra consciencia de conceptos ideales es algo típico de la teología occidental; No lo es la confrontación con la sombra y el mundo de la oscuridad. Uno no encuentra la iluminación imaginando figuras de luz; si no más bien, haciendo la oscuridad 'consciente'" (iluminando la oscuridad)

    "The Philosophical Tree" (1945). In CW 13: Alchemical Studies. P.335

    "Somos un TODO si somos indivisibles o individuos.
    Nuestros defectos tambien forman parte de nosotros y tenemos que aceptarlos, porque desde un principio hemos elegido ser asi."

    Si no aceptamos nuestro lado oscuro, no habra equilibrio en nuestra persona.
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    Mensaje por традиция Miér Mar 04, 2015 9:41 pm

    Como decíamos, Carl Jung creía que había una capa profunda y significativa del inconsciente (por debajo del subconsciente individual), que él designó "inconsciente colectivo". Un "lugar", sin espacio físico, en el que moraban todos los arquetipos que él consideraba innatos, inconscientes y a la vez universales. Como un gran almacén que no reside en ningún lugar material concreto, repleto de trazas de viejas memorias latentes, heredadas de un pasado atávico del hombre, ancestral... incluso, desde el origen de los tiempos. Un pasado que, posiblemente incluía no solamente la historia del hombre sobre la Tierra, sino también la de otros seres pre-humanos.

    Llegó a decir C.Jung:

    Carl Jung escribió:"Todas las enseñanzas esotéricas tratan de aprehender los acontecimientos invisibles en la psique, y todas demandan una autoridad suprema para sí mismas. Lo que es cierto del folklore primitivo es cierto incluso en mayor grado de las religiones de influencia mundial. Contienen un conocimiento revelado que fue originalmente oculto, y exponen en gloriosas imágenes los secretos del alma".

    (C. Jung, "The Archetypes and the Collective Unconscious", pag. 7)

    Así, para Jung, "la religión es una de las manifestaciones más tempranas y universales del alma humana". Y así lo expresa en la anterior obra, exactamente con estas mismas palabras, además de lanzar la hipótesis de que (sic) "existe una genuina función religiosa en lo inconsciente humano". Y esta función religiosa, se manifiesta en un tipo de experiencias individuales que el llama "numinosas", y que dan lugar a las diferentes confesiones religiosas.

    Y a partir de aquí, Carl Jung se mete de lleno en el estudio de las experiencias místicas.

    Y escribe: La "experiencia numinosa", esa "particular alteración de la consciencia" ante lo fascinante y lo tremendo, no es en ocasiones una sensación beatífica ("Hermano Klaus", 1933). Según explica C.Jung, las visiones de este beato fallecido en 1487, y canonizado por la Iglesia Católica en 1947, no fueron para él una fuente de placer. Se podría decir, nos dice, que "el terror se había apoderado de todos sus miembros, y su rostro era causa de espanto incluso para los extraños". Enfrentado a ese pavor, pudo transformar, tras "años de intensísimos esfuerzos anímicos, viviendo como un eremita, la imagen del Dios colérico y terrorífico aparecido en su visión inicial, en una forma mandálica de la Trinidad, que hoy está expuesta en la iglesia parroquial de Sachseln, representando una rueda con seis rayos a la que posteriormente el santo añadió otros seis círculos secundarios".

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    En atención a estos arquetipos místicos que residen en aquello que él denominó "incosciente colectivo", C.Jung contextualizó históricamente todos los dogmas de la religión cristiana en concomitancia con otras religiones y cultos del planeta. Encontrando entre todas ellas infinidad de arquetipos comunes que, como él explicaba, residían en lo más profundo de la psique (alma) humana y que la práctica de la contemplación mística podía hacer salir a la luz de una forma a veces caótica y peligrosa.

    "Precisamente por la peligrosidad de la experiencia mística", continúa diciendo C.Jung, "se hace importante la dogmática, que ofrece un caudal de símbolos con los que canalizar dicha experiencia individual". Y a partir de aquí, aunque C.Jung no era católico, afirma que, en ese sentido, la Iglesia católica le parece de más ayuda que el protestantismo, dividido en 400 Iglesias, para elaborar esa experiencia: "La Iglesia católica cuenta con vías y recursos […], el pastor protestante carece de dichos medios" (escribe en "Psicoanálisis y cura de almas", publicado en 1928).

    Diez años después, en sus Conferencias Terry, recuerda que:  "el protestantismo se vio privado de todos los más finos matices del cristianismo tradicional: la misa, la confesión, la mayor parte de la liturgia y la función mediadora del sacerdote". En suma, "el protestante se ha quedado solo ante Dios". Por ello, en una época descreída, "la ola psicológica que inunda actualmente los países protestantes europeos está muy lejos de haberse detenido. Avanza cogida de la mano con el abandono masivo de las creencias religiosas" (son palabras pronunciadas en 1932). Para afirmar ésto, Jung parte de su experiencia profesional durante tres décadas: "Por mis manos han pasado varios centenares de pacientes. En su mayoría se trataba de protestantes, acompañados por unos pocos judíos y no más de cinco o seis católicos practicantes[…] En último término los padecimientos de todos y cada uno de ellos obedecían a que habían perdido lo que toda religión viva ha procurado desde tiempo inmemorial a sus fieles, y ninguno se sintió realmente curado hasta no haberse recuperado de esa pérdida, lo cual, preciso es decirlo, no tiene nada que ver con la adopción de una confesión o la pertenencia a una Iglesia".

    Así, desarrollando estas ideas de Carl Jung, una discípula suya, Claire Myers (de la escuela denominada "Psicología Transpersonal"), llegó a afimar:

    Claire Myers (psicóloga transpersonal) escribió:"el estado místico puede describirse como una regresión hacia el primer nivel preinfantil del inconsciente colectivo que constituye la matriz del hombre, nivel en que residen las semillas de su creatividad, su sentido del ser, su fuente de integridad y de armonía interior, su identidad con la humanidad y su profunda unión interior con el principio integrador del universo".



    .


    Última edición por традиция el Miér Mar 04, 2015 11:20 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por традиция Miér Mar 04, 2015 10:39 pm

    LA VISIÓN HOLOGRÁFICA: ¿UN NUEVO PARADIGMA?


    Algunas teorías vanguardistas (sobre todo, las que se postulan desde la física cuántica teórica), nos dicen que el mundo que percibimos a través de nuestros sentidos sólo representa una pequeña porción de la realidad, y que más allá del universo cuántico, la materia deja de existir, dejando paso a un mundo de vibraciones en el que la conciencia parece que es su motor regulador. El tejido del universo estaría formado por materia mental (el físico James Jeans sostenía que el universo es como un gran pensamiento). Por tanto, conciencia y materia ya no pueden concebirse como dos entes separados, sino interconectados. "Todo lo material es también mental y todo lo mental es también material. La separación de los dos es una abstracción", afirmaba el eminente físico David Böhm, discípulo de Albert Einstein (al cual ya me he referido en otros hilos).

    Esta revolucionaria visión científica no dista mucho de la visión mística. ¿Qué es sino sentirse uno con el Universo?, ¿o percibir que el alma forma parte de un Todo?...

    A veces, los modernos físicos, cuando hablan del reino subatómico, utilizan una jerga parecida a la de los místicos cuando éstos se refieren a sus visiones celestiales. Incluso algunos físicos teóricos terminan interesándose por el estudio de la mística. Fue el caso del físico Michael Talbot, tristemente fallecido, quien afirmaba que "según la física moderna, no puede hablarse del mundo físico como existente ‘ahí fuera’. Todo es creación de la conciencia. Hay una nueva visión del mundo propuesta por la confluencia de la nueva física y el misticismo". O del físico Fritjof Capra, autor de la célebre obra "El Tao de la Física", en la que saca a relucir los paralelismos entre las teorías físicas modernas y las tradiciones místicas orientales.

    Fritjof Capra escribió:"Cuanto más penetremos dentro del mundo subatómico, más nos daremos cuenta de cómo el físico moderno, así como el místico oriental, ha llegado a ver el mundo como un sistema de componentes inseparables, interrelacionados y en constante movimiento, siendo el hombre parte íntegra de este sistema".

    ¿Y si sintonizásemos a través de la experiencia mística -y otras experiencias transpersonales- con otros niveles dimensionales de la realidad de los que habla la moderna física?.

    Tengamos muy en cuenta que estas experiencias extraordinarias parecen demostrar que la conciencia, tal y como sostenía C. Jung, no se halla confinada en el cerebro y que actúa libremente a través del espacio y del tiempo. Esta cualidad no local de la conciencia está siendo defendida por algunos científicos de vanguardia. Carl Jung afirmaba que "en ocasiones, el psiquismo opera más allá de la ley espacio-temporal de la causalidad, lo cual demuestra que nuestra concepción del espacio, del tiempo y, por consiguiente, de la causalidad, es insuficiente. Cualquier imagen completa del mundo requiere, por lo menos, de una nueva dimensión…". Y eso mismo es lo que afirma hoy en día la moderna física cuántica.

    Así, la teoría holográfica, que propone que nuestro cerebro funciona como un holograma que interpreta un universo holográfico, acoge perfectamente las experiencias trascendentes. Puede que la conciencia del místico conecte con el nivel primario de la realidad, donde todas las cosas y acontecimientos estarían interconectados. Esa esfera implícita de la realidad, que trasciende las fronteras del tiempo y del espacio, sería el mundo trascendental del que hablan los místicos.

    En ese mismo sentido, en el voluminoso libro "Los Fenómenos Físicos del Misticismo", el jesuita Herbert Thurston recoge centenares de casos "extraños" que no tienen explicación científica mecanicista, que han estado protagonizados por místicos y santos de toda la hagiografía católica:

    Herbert Thurston escribió:"En el estado místico ocurren realmente cosas que son irreconciliables con las leyes naturales tal como se entiende comúnmente”.

    La interpretación que de tales fenómenos se hace en el contexto religioso va a ser siempre de carácter sobrenatural. Pero, hoy también la física cuántica moderna y la psicología transpersonal corroboran este tipo de experiencias, antes inexplicable por el razonamiento lógico-mecanicista de la ciencia convencional.

    Es un mundo fascinante, si se eliminan prejuicios del s. XIX, éste nuevo universo que ha abierto (desde los años veinte del pasado siglo) tanto la física cuántica como la psicología. Hasta se podría decir que, a la luz de la física cuántica, la idea de Dios ha dejado de ser tan absurda como lo parecieron en los tiempos de Laplace y compañía.

    Un saludo


    Última edición por традиция el Miér Mar 04, 2015 11:33 pm, editado 2 veces
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    Mensaje por традиция Miér Mar 04, 2015 11:01 pm

    “El primer sorbo de la copa de la ciencia vuelve ateo, pero en el fondo de la copa está esperando Dios”.

    (Francis Collins, Director del Proyecto Genoma Humano durante más de nueve años).

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Francis S. Collins (Staunton, 14 de abril de 1950)
    es un genetista estadounidense, conocido por sus descubrimientos
    de genes causantes de enfermedades y por haber dirigido el Proyecto
    Genoma Humano durante nueve años. En 2009 fue nombrado director
    de los National Institutes of Health de Estados Unidos por el presidente
    Barack Obama quien lo consideró como "uno de los mejores científicos del mundo"


    El hombre moderno despertó del sueño de la fe porque fue capaz de conocer las cosas científicamente. Desde entonces ya no cree en nada que no sea comprobable. Se dio cuenta de que Dios no existe, que simplemente era una proyección de su propia imaginación. La razón finalmente vencía a Dios, que es el recurso de los ignorantes. Dios retrocedía en la medida en que el hombre avanzaba. De este modo se organizaron los funerales de Dios, cuando todo estuviese debidamente explicado.

    Ahora, después de tres siglos de euforia racionalista nos damos cuenta que las cosas explicadas tienen aún más necesidad de ser explicadas que las otras.
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    Mensaje por традиция Miér Mar 04, 2015 11:42 pm

    "Física Moderna y Misticismo Oriental"

    Fritjof Capra

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Fritjof Capra (nacido el 1 de Febrero de 1939).
    Doctor en física teórica por la Universidad de Viena (1966).
    Investigador en física subatómica en la Universidad de París
    Profesor en la Universidad de California (U.C.)
    Físico teórico en el Acelerador Lineal de Partículas deLondres
    y del Laboratorio Lawrence Berkeley de la U.C.
    Profesor en la Universidad de San Francisco.


    _______._______

    La física del siglo xx ha ejercido profunda influencia sobre el pensamiento filosófico en general, porque ha revelado una limitación insospechada de las ideas clásicas y ha impuesto una revisión radical de muchos de nuestros conceptos básicos. El concepto de materia en la física subatómica, por ejemplo, es totalmente diferente de la sustancia material tradicional en la física clásica, y otro tanto puede decirse de conceptos como los de espacio, tiempo o causalidad. Tales conceptos son, sin embargo, fundamentales para nuestra perspectiva del mundo que nos rodea, y, con la radical transformación de los mismos, toda nuestra visión del mundo ha empezado a cambiar.

    Todos estos cambios producidos por la física moderna parecen conducir a una visión del mundo que es muy similar a la del misticismo oriental.

    Se puede encontrar un análisis detallado de los paralelos entre las principales teorías de la física moderna y las tradiciones místicas del Lejano Oriente en mi libro “The Tao of Physics”. En este artículo me interesa dedicarme a dos ideas sobre las cuales insiste todo el misticismo oriental y que constituyen temas recurrentes en la visión del mundo que tiene la física moderna: la unidad e interrelación mutua de todas las cosas y acontecimientos y la naturaleza intrínsecamente dinámica del universo.

    Después de una breve presentación conjunta de la visión mecanicista del mundo, que caracteriza a la física clásica, y de la visión «orgánica» del misticismo oriental, explicaré de qué manera surge en la teoría cuántica la idea de una interconexión fundamental de la naturaleza, idea que adquiere un carácter esencialmente dinámico en la teoría de la relatividad, que implica una nueva concepción de las partículas íntimamente relacionada con la concepción oriental del mundo material.

    La visión mecanicista y la visión orgánica del mundo

    La visión tradicional de la física clásica es un enfoque mecanicista del mundo que tiene sus raíces en la filosofía de los atomistas griegos, quienes veían la materia como constituida por varios «elementos básicos de construcción», los átomos, que son puramente pasivos y se hallan intrínsecamente muertos. Se pensaba que a los átomos los movía alguna fuerza externa a la que con frecuencia se atribuía un origen espiritual, con lo cual se la suponía fundamentalmente diferente de la materia. Esta imagen llegó a ser parte esencial del modo de pensar de Occidente y dio origen al dualismo entre espíritu y materia, entre la mente y el cuerpo, que es característico del pensamiento occidental. Este dualismo fue formulado en su forma más tajante en la filosofía de Descartes, quien basó su visión de la naturaleza en una división fundamental entre dos ámbitos separados e independientes: el de la mente (res cogitans) y el de la materia (res extensa). La división cartesiana permitió que los hombres de ciencia trataran la materia como algo muerto y totalmente separado de ellos y vieran el mundo material como una multitud de objetos diferentes reunidos en un enorme mecanismo. Tal visión mecanicista del mundo fue la que sirvió a Newton como base para la construcción de su mecánica, y de ella hizo el fundamento de la física clásica.

    A la concepción mecanicista del mundo se opone la visión de los místicos orientales, que puede ser caracterizada con la palabra «orgánica» en tanto que considera que todos los fenómenos del universo son partes integrales de una totalidad inseparable y armoniosa. Para el místico oriental, todas las cosas y los acontecimientos percibidos por los sentidos están interrelacionados, conectados, y no son otra cosa que aspectos o manifestaciones diferentes de una misma realidad última. Nuestra tendencia a dividir el mundo que percibimos en «cosas» individuales y separadas y a vivenciarnos como un yo aislado en este mundo es considerada una «ilusión» proveniente de la tendencia de nuestra mentalidad a medir y categorizar. La división de la naturaleza en objetos separados es ciertamente útil y necesaria para manejarnos en nuestro ambiente de todos los días, pero no es un rasgo fundamental de la realidad. Para el místico oriental, todos esos objetos tienen, por consiguiente, un carácter de fluidez y cambio continuos. La visión oriental del mundo es, pues, intrínsecamente dinámica, y contiene como características esenciales al espacio y al tiempo. Se ve el cosmos como una única realidad inseparable - en eterno movimiento, viva y orgánica - espiritual y material al mismo tiempo. Mientras que el movimiento y el cambio son propiedades esenciales de las cosas, las fuerzas que causan el movimiento no están fuera de los objetos, como en la visión griega clásica, sino que son una propiedad intrínseca de la materia. Veamos ahora cómo aparecen en la física moderna los rasgos principales de este plan.

    La teoría cuántica

    Una de las características importantes de la teoría cuántica ha sido reconocer que la probabilidad es una característica fundamental de la realidad atómica que rige todos los procesos, e incluso la existencia de la materia. Las partículas subatómicas no existen con certeza en lugares definidos, sino que más bien - como ha expresado Heisenberg (1963) - muestran «tendencia a existir». Los hechos atómicos no ocurren con certeza en momentos definidos y de maneras definidas, sino que muestran «tendencia a ocurrir». Henry Stapp (1971) subraya que estas tendencias o probabilidades no son probabilidades de «cosas», sino más bien probabilidades de interconexiones. Cualquier «objeto» atómico observado constituye un sistema intermedio que vincula la preparación del experimento a la medición subsiguiente. Existe y tiene significado solamente en este contexto; no como una entidad aislada, sino como una conexión entre los procesos de preparación y de medición. Las propiedades del objeto no pueden ser definidas independientemente de esos procesos. Si la preparación o la medición se modifican, las propiedades del objeto también cambiarán.

    Por otra parte, el hecho de que hablemos de un «objeto» - un átomo, un electrón o cualquier otro sistema observado - demuestra que pensamos en alguna entidad física independiente que primero se prepara y después se mide. En física atómica el problema básico que plantea la observación es que - tal como lo expresa Stapp (1971) - «para definirlo es necesario que el sistema observado esté aislado, y sin embargo, para observarlo debe interactuar». En la teoría cuántica este problema se resuelve de manera pragmática mediante la exigencia de que los dispositivos de preparación y de medición estén separados por una gran distancia, de modo que el objeto observado esté libre de su influencia mientras viaja de la zona de preparación a la zona de medición.

    En principio, esta distancia debe ser infinita. En el marco de la teoría cuántica, el concepto de una entidad física separada sólo se puede definir con precisión si dicha entidad se encuentra infinitamente lejos de los dispositivos de observación. Por cierto que en la práctica esto no es posible, y tampoco necesario. Tenemos que recordar aquí que la actitud básica de la ciencia moderna es que todos sus conceptos y teorías son aproximados. En el caso que nos ocupa, esto significa que no es necesario que el concepto de una entidad física separada tenga una definición exacta, sino que se puede definir en forma aproximada. Cuando se trabaja con distancias grandes entre los dispositivos de preparación y los de medición, sus efectos perturbadores sobre el objeto observado son pequeños y por ende desdeñables, y se puede decir que se está observando una entidad física separada. Por consiguiente, un concepto tal no pasa de ser una idealización. Cuando los dispositivos de medición no están colocados a la distancia suficiente, ya no es posible desdeñar su influencia y la totalidad del sistema macroscópico forma un todo unificado, desvaneciéndose la idea de un objeto observado.

    La teoría cuántica revela, pues, la existencia de una cualidad esencial de conexión recíproca en el universo. Demuestra que no podemos descomponer el mundo en unidades mínimas con existencia independiente. A medida que penetramos en la materia nos encontramos con que está hecha de partículas, pero tales partículas no son «bloques de construcción básicos» en el sentido en que lo entendían Demócrito y Newton. Son simplemente idealizaciones, útiles desde un punto de vista práctico pero desprovistas de una significación fundamental.

    Con palabras de Niels Bohr (1934): “Las partículas materiales aisladas son abstracciones, ya que sus propiedades sólo son definibles y observables mediante su interacción con otros sistemas”.

    La telaraña cósmica

    En el nivel atómico, pues, los objetos materiales sólidos de la física clásica se disuelven en secuencias de probabilidades; y estas secuencias no representan probabilidades de cosas, sino probabilidades de interconexiones. La teoría cuántica nos obliga a ver el universo no como una colección de objetos físicos, sino más bien como una complicada telaraña de relaciones entre las diversas partes de un todo unificado.

    Werner Heisenberg (1963) lo expresó diciendo: “El mundo se muestra así como un complicado tejido de sucesos en el cual alternan, se superponen o se combinan conexiones de diferentes clases, que al hacerlo así determinan la textura del Todo”.

    Pues bien, esta es la forma en que vivencian el mundo los místicos orientales, que con frecuencia expresan su experiencia en palabras casi idénticas a las que usan los físicos atómicos. Tómese, por ejemplo, la cita siguiente de un budista tibetano, el Lama Govinda (1973):

    “[Para el budista] el mundo externo y su mundo interior son sólo dos lados de la misma tela, en la cual los hilos de todas las fuerzas y de todos los acontecimientos, de todas las formas de consciencia y de sus objetos, están entretejidos en una red inseparable de relaciones interminables y recíprocamente condicionadas”.

    Estas palabras de Govinda destacan otra característica que tiene fundamental importancia tanto en la física moderna como en el misticismo oriental. La universal conexión recíproca de la naturaleza incluye siempre y de manera esencial al observador humano y a su consciencia. En la teoría cuántica los «objetos» observados sólo se pueden entender en función de la interacción entre los procesos de preparación y medición, y el término de esta cadena de procesos se encuentra siempre en la consciencia del observador humano. La característica más importante de la teoría cuántica es que el observador humano no sólo es necesario para observar las propiedades de un objeto, sino que es necesario incluso para definir tales propiedades. En física atómica jamás podemos hablar de la naturaleza sin hablar al mismo tiempo de nosotros mismos. Tal como lo formuló Heisenberg (1963): “La ciencia natural no se limita a describir y explicar la naturaleza; es parte de la acción recíproca entre la naturaleza y nosotros”.

    En la física moderna, pues, el científico no puede desempeñar el papel de un observador desapegado, sino que se ve comprometido en el mundo que observa. John Wheeler (1974) considera que el compromiso del observador es la característica más importante de la teoría cuántica, razón por la cual ha sugerido que la palabra «observador» fuera reemplazada por «participante». Pero también esta es una idea bien conocida de los estudiosos de la tradición mística. El conocimiento místico jamás puede ser obtenido mediante la mera observación, sino solamente por una participación plena que compromete a la totalidad del ser. La idea del participante es, pues, básica en las tradiciones místicas de Oriente.

    La teoría de la relatividad

    La segunda teoría básica de la física moderna, la teoría de la relatividad, nos ha obligado a modificar drásticamente nuestros conceptos del espacio y del tiempo. Ha demostrado que el espacio no es tridimensional y que el tiempo no es una entidad aparte. Ambos están íntimamente conectados y forman un continuo tetradimensional llamado «espacio-tiempo». Por consiguiente, en la teoría de la relatividad no podemos hablar del espacio sin hablar del tiempo y viceversa. Ya llevamos largo tiempo conviviendo con la teoría de la relatividad y nos hemos familiarizado completamente con su formalismo matemático, pero esto no nos ha servido de mucho en lo que se refiere a la intuición. No tenemos experiencia sensorial directa del continuo tetradimensional espacio-tiempo, y si bien esta realidad «relativista» se manifiesta, se nos hace muy difícil afrontarla en el nivel de la intuición y del lenguaje ordinario.

    Aparentemente, una situación similar existe en el misticismo oriental. Los místicos parecen capaces de alcanzar estados de consciencia no ordinarios, en los cuales trascienden el mundo tradicional de la vida cotidiana para vivenciar una realidad superior y multidimensional, una realidad que, como la de la física relativista, es imposible de describir con el lenguaje ordinario. Govinda (1973) se refiere a esa vivencia cuando escribe:

    “Se logra una vivencia de dimensionalidad superior cuando se integran vivencias de diferentes centros y niveles de consciencia. De aquí que ciertas experiencias de la meditación sean imposibles de describir en el plano de la física tridimensional”.

    Es posible que las dimensiones de estos estados de consciencia no sean las mismas de las que se ocupa la física relativista, pero es sorprendente que hayan llevado a los místicos a formular ideas del espacio y del tiempo que son muy similares a las implícitas en la teoría de la relatividad. En todo el misticismo oriental parece haber una especial intuición del carácter «espacio-temporal» de la realidad. Se insiste una y otra vez en el hecho de que el espacio y el tiempo están inseparablemente vinculados, lo que es tan característico de la física relativista. Así, el estudioso del budismo D. T. Suzuki escribe (1959): “Como hecho de la experiencia pura, no hay espacio sin tiempo ni tiempo sin espacio”.

    En la física moderna los conceptos de espacio y tiempo son tan básicos para la descripción de los fenómenos naturales que su modificación entraña una modificación de todo el marco de referencia de que nos valemos para describir la naturaleza. La consecuencia más importante de esta modificación es haber comprendido que la masa no es más que una forma de energía, que todo objeto tiene energía almacenada en su masa.

    Estos resultados - la unificación del espacio y el tiempo y la equivalencia de masa y energía - han tenido profunda influencia sobre nuestra imagen de la materia y nos han obligado a modificar esencialmente nuestro concepto de lo que es una partícula. En la física moderna la masa ya no se asocia a una sustancia material, y por ende no se considera que las partículas consistan en alguna «cosa» básica, sino que se las ve como haces de energía. La energía, sin embargo, se asocia con actividad, con procesos, y esto implica que la naturaleza de las partículas subatómicas es esencialmente dinámica. En una teoría relativista en que el espacio y el tiempo se funden en un continuo tetradimensional, tales partículas ya no se pueden representar como objetos tridimensionales estáticos, como bolas de billar o granos de arena, sino que hay que concebirlos como entidades tetradimensionales en el espacio-tiempo. Sus formas tienen que ser entendidas, en un sentido dinámico, como formas en el espacio y en el tiempo. Las partículas subatómicas son diseños dinámicos que tienen un aspecto espacial y un aspecto temporal. Su aspecto espacial hace que aparezcan como objetos con cierta masa, y su aspecto temporal como procesos en los que está en juego la correspondiente energía. La teoría de la relatividad otorga, pues, a los constituyentes de la materia un aspecto intrínsecamente dinámico y demuestra que no se puede separar la existencia de la materia de su actividad. No son más que partes diferentes de la realidad tetradimensional espacio-tiempo.

    Los místicos orientales parecen haberse percatado de la conexión íntima del espacio y el tiempo, y consiguientemente su visión del mundo, como la de los físicos modernos, es intrínsecamente dinámica. En sus estados de consciencia no ordinarios perciben la unidad del espacio y del tiempo en un nivel macroscópico, es decir que ven los objetos macroscópicos de manera muy similar a la concepción que tiene el físico de las partículas subatómicas. Suzuki (1968), por ejemplo, escribe en uno de sus libros sobre el budismo: “Los budistas han concebido un objeto como un acontecimiento, y no como una cosa o sustancia”.

    Las dos teorías básicas de la física moderna muestran, pues, todos los rasgos principales de la visión oriental del mundo. La teoría cuántica ha abolido la noción de objetos fundamentalmente separados, ha introducido el concepto del participante para sustituir el del observador y ha llegado a ver el universo como una telaraña de relaciones interconectadas cuyas partes sólo se definen en función de sus conexiones con el todo. La teoría de la relatividad, por así decirlo, dio vida a la telaraña cósmica al revelar su carácter intrínsecamente dinámico y al demostrar que su actividad es la esencia misma de su ser.

    Las actuales investigaciones físicas se dedican a unificar la teoría cuántica y la de la relatividad en una teoría completa del mundo subatómico. Todavía no hemos logrado formular una teoría tan completa, pero disponemos de varias teorías parciales que describen muy bien ciertos aspectos de los fenómenos subatómicos. Todas estas teorías expresan de modos diferentes la interrelación fundamental y el carácter intrínsecamente dinámico del universo, y todas ellas comprenden concepciones filosóficas sorprendentemente similares a las que maneja el misticismo oriental.

    La cuerda

    La base de la filosofía de la cuerda es la idea de que no se puede reducir la naturaleza a entidades fundamentales, como bloques o ladrillos fundamentales de materia, sino que hay que entenderla únicamente en función de su coherencia interna. Toda la física ha de derivarse exclusivamente de la exigencia de que sus componentes sean coherentes entre sí y consigo mismos.

    Esta idea constituye un apartamiento radical del espíritu tradicional de la investigación física básica, que siempre se había propuesto encontrar los constituyentes fundamentales de la naturaleza. En la nueva visión no sólo se abandona la idea de que la materia esté constituida por unidades fundamentales, sino que no se acepta entidad fundamental alguna: ni leyes ni ecuaciones ni principios. Se considera al universo como una telaraña dinámica de acontecimientos relacionados entre sí. Ninguna de las propiedades de una parte de la telaraña es fundamental; todas ellas se siguen de las propiedades de las otras partes y la coherencia global de sus relaciones recíprocas determina la estructura de la totalidad de la telaraña.

    Es evidente la afinidad de esta idea con el espíritu del pensamiento oriental. Un universo indivisible, en el que las cosas y los acontecimientos están interrelacionados, poco sentido tendría sin una coherencia interna. En cierto modo, la exigencia de coherencia interna, que forma la base de la hipótesis de la cuerda, y la unidad e interrelación de todos los fenómenos, sobre las cuales se insiste tanto en el misticismo oriental, no son más que aspectos diferentes de la misma idea, lo cual se ve con especial claridad en la filosofía china. Joseph Needham, en su minucioso estudio de la ciencia y la civilización chinas, analiza extensamente el hecho de que el concepto occidental de leyes fundamentales de la naturaleza no tenga equivalente en el pensamiento chino (Needham, 1956). Según dice Needham, los chinos no tenían siquiera una palabra que correspondiese a la idea, clásica en Occidente, de una «ley de la naturaleza». El término que más se le aproxima es li, que Needham traduce como «diseño dinámico», diciendo que en el pensamiento chino: “La organización cósmica es de hecho un Gran Diseño en el cual están incluidos todos los diseños menores, y las «leyes» que intervienen en él son intrínsecas a estos diseños. (Needham, 1956)

    Esta es exactamente la idea de la filosofía de la cuerda: que en el universo todo está conectado a todo lo demás y que ninguna parte de él es fundamental. Las propiedades de cualquier parte están determinadas no por ninguna ley fundamental, sino por las propiedades de todas las demás partes.

    Conclusión

    A modo de conclusión quiero hacer algunas observaciones referentes a la cuestión de qué es lo que podemos aprender de estos paralelismos. La ciencia moderna, con todo su refinado mecanismo, ¿está simplemente redescubriendo una antigua sabiduría que los sabios orientales conocen desde hace miles de años?. Por consiguiente, ¿deben los físicos abandonar el método científico y ponerse a meditar o a rezar?. ¿Puede haber una influencia recíproca, e incluso una síntesis, entre la ciencia y el misticismo?.

    Creo que todas estas preguntas tienen que ser contestadas negativamente. En la ciencia y en el misticismo veo dos manifestaciones complementarias de la mente humana, de sus facultades racionales e intuitivas. El físico moderno vivencia el mundo mediante una especialización extrema de la dimensión racional; el místico, mediante una especialización extrema de la dimensión intuitiva. Son dos aproximaciones enteramente diferentes en las que está en juego mucho más que una visión determinada del mundo físico. Sin embargo, ambas son «complementarias», como nos hemos acostumbrado a decir en física.

    Ninguna de las dos está comprendida en la otra ni puede ser reducida a ella, sino que las dos son necesarias y se refuerzan recíprocamente para ofrecer una comprensión más cabal del mundo. Si parafraseamos un antiguo aforismo chino, diremos que los místicos entienden las raíces del tao, pero no sus ramas; los hombres de ciencia entienden las ramas, pero no las raíces.

    La ciencia no necesita del misticismo y el misticismo no necesita de la ciencia; pero el hombre necesita de ambos. La experiencia mística es necesaria para entender la naturaleza más profunda de las cosas, y la ciencia es esencial para la vida moderna. Lo que necesitamos, por consiguiente, no es una síntesis, sino una interrelación dinámica entre la intuición mística y el análisis científico.

    Frijof Capra




    ¿Se han vuelto locos los científicos modernos o es que han descubierto que en el fondo de la copa de la sabiduría hay un espacio para Dios que la ciencia de hace tres siglos (hasta finales del sXIX y principios del s.XX) aún no había descubierto?.


    Última edición por традиция el Jue Mar 05, 2015 12:05 am, editado 2 veces
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    Mensaje por Drunkharps Miér Mar 04, 2015 11:55 pm

    En primer lugar felicitarte porque creo que has creado el hilo más interesante sobre filosofía.

    Me gustaría hacer hincapié en la entrada sobre: "La visión holográfica".
    Hay una frase que leí hace poco y es: "Toda la materia es meramente energía condensada a una vibración lenta, todos somos una sola conciencia experimentándola subjetivamente. No hay tal cosa como la muerte, la vida es solo un sueño y somos la imaginación de nosotros mismos." -Es una frase de Bill Hicks, un comediante que al parecer le gustaba drogarse y hacer los llamados trip.
    Yo entiendo el Universo de forma panteísta, esto es muy difícil de explicar a los demás porque siendo sincero no es un concepto fácil y me costo entenderlo, me ha gustado tu entrada porque se menciona algo que creo que es esencial en esta comprensión, la Física cuántica destruyo el concepto mecanicista del Universo en el que todo estaba perfectamente medido y calibrado, la Física cuántica nos muestra un Universo aparentemente caótico, azaroso... es aquí donde la idea panteísta puede converger, entender que la totalidad es un TODO indivisible, donde lo que vemos no es todo lo que hay, donde nuestros sentidos limitan nuestra percepción de la realidad, es aquí donde nace el misticismo totalmente de acuerdo, sin duda un tema muy interesante.
    Volviendo a la frase de Bill Hicks, imagina que la vida es solo la materia siendo consciente, se individualiza, se concreta, pero no puede deshacerse de sí mismo, el Universo tiene conciencia propia, es un ente "vivo" y tú y yo somos meras interpretaciones subjetivas de la realidad, la materia siendo consciente de que existe de forma subjetiva... ¿no es fascinante?


    Última edición por Drunkharps el Jue Mar 05, 2015 12:18 am, editado 1 vez
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    Mensaje por Drunkharps Jue Mar 05, 2015 12:13 am

    Sobre la religión y el misticismo y demás, regresando a mi idea panteísta sería por esta por la que existen las religiones, el ser humano es espiritual, siente la necesidad de conectar, alcanzar la iluminación diría un budista, para ello se vale de ideas, de entes superiores, seres sobrenaturales que todo lo que tienen en común entre ellos es que no pertenecen a este mundo que crea nuestra consciencia, sino que van más allá. El concepto de subconsciente colectivo es muy interesante porque significaría que ya de por sí todos estamos conectados a "la red", lo que nos daría para pensar en un origen común.
    El problema que tienen las religiones es que al final existen miles de interpretaciones, nacen miles de dioses, se crean restricciones morales en base a esas interpretaciones y al final acaban siendo más un método de control que una forma de alcanzar el estado de Nirvana que es ese estado de felicidad y autorealización o equilibrio. Por eso soy muy critico con cualquier religión, porque todas se venden como la verdadera, sacan mucho provecho e idiotiza a la gente porque al final no cumple su parte mística de generar bienestar, al contrario, degrada lentamente la salud mental de las personas, su argumento critico, su libre pensamiento y su conciencia.
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    Mensaje por традиция Jue Mar 05, 2015 12:32 am

    Gracias por tus felicitaciones. Espero que alguno más de nuestros compañeros foreros tenga la "santa" paciencia de leerse todos estos tochos que, a lo largo de esta tarde, he ido escribiendo y transcribiendo.

    Es que la física cuántica le ha dado un zarpazo a la visión mecanicista de la ciencia tradicional, la ciencia mecanicista, en la que existía (para empezar) la causa y el efecto. Einstein fué el primero que lo descubrió, y asustado por sus consideraciones filosóficas (y porque destruiría todo el edificio cultural, político y científico que había construido la visión clásica de la física newtoniana, lo guardó en un cajón. Y tuvieron que pasar algunos años, hasta que físicos de la talla del premio Nóbel Werner Heisenberg, David Böhm o Max Planck la rescataran y se metieran de lleno en su estudio (olvidando prejuicios decimonónicos y asumiendo las consecuencias).

    Y es que, el científico clásico estudiaba, medía y consideraba el mundo de una manera analítica y siempre determinista, en la que el azar era desechado con absoluto desprecio, los descubrimientos realizados por la física cuántica parecen mostrase como un muro infranqueable ante el cual la física teórica se estrella en su largo y tortuoso camino hacia el conocimiento.

    Después de la física cuántica, azar y aleatoriedad han adquirido una condición de elementos necesarios, si todavía pretendemos explicar un mundo que ha dejado ya de ser determinista. Esa es la clave que algunos se niegan a aceptar todavía, aferrándose a esa vieja arrogancia, propia de finales del siglo XVIII, que pretendía explicar el Universo, según palabras de Simon de Laplace "sin necesidad de incluir a Dios en sus fórmulas" (decía: Pierre Simon de Laplace.- “Mecánica Celeste” <1799-1825>).

    Pero, a partir de principios del anterior siglo (s.XX), la ciencia se ha visto obligada (no por gusto, ni por decisión propia) a enfrentarse a una caótica barrera compuesta solamente de azar e indeterminación cuántica.

    De este modo, según palabras de Freman Dyson (Profesor de física teórica en la universidad de Princeton) nos tenemos ahora que enfrentar a un azar y una indeterminación que no es más que "el disfraz de nuestra propia ignorancia". Por eso también me gusta una frase que escribió un famoso pensador (precisamente comunista):

    Anatole France escribió:“El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar”
    (Anatole France.- Escritor francés.1844-1924)

    Un saludo de creyente a creyente
    (a pesar de tus naturales reticencias hacia las religiones establecidas)


    P.D.: Hoy ya es tarde, y tampoco sé si estos rollos, que nos interesan a ti a y a mi, también les interesarán a otros compañeros del foro. Pero, quizás otro día, si se me permite, explicaré por qué después de descubrir que, esa misma ciencia que hace un par de siglos había cerrado la puerta a la existencia de Dios y hoy casi exigía que se le abriera de nuevo, me llevó a transitar un poco por mi cuenta. Y los primeros pasos que di llevaban a planteamientos panteístas como los tuyos (creo que es lo lógico...). Pero, luego empecé a interesarme un poco más por las religiones ya establecidas, un poco por las razones que intento explicar en uno de esos tochos que he copiado más arriba, utilizando palabras de Carl Jung.

    Así conocí y me junté con budistas, más tarde con mahometanos (místicos sufíes) y con místicos de los monasterios cristianos, manteniendo siempre mis distancias con respecto a todos ellos. Y un día comprendí que el catolicismo (en cierto modo) me atraía... Y lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que en el fondo, más bien debería de haberme apartado de él, porque mis primeros amagos de acercamiento a la fe católica, se nutrieron (casi con exclusividad) de publicaciones meramente anticatólicas.

    En fin, es muy largo el rollo y ya son más de la una, y mañana tengo que madrugar.

    Un saludo
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    Mensaje por Drunkharps Jue Mar 05, 2015 4:29 pm

    традиция escribió:

    Un saludo de creyente a creyente
    (a pesar de tus naturales reticencias hacia las religiones establecidas)


    P.D.: Hoy ya es tarde, y tampoco sé si estos rollos, que nos interesan a ti a y a mi, también les interesarán a otros compañeros del foro. Pero, quizás otro día, si se me permite, explicaré por qué después de descubrir que, esa misma ciencia que hace un par de siglos había cerrado la puerta a la existencia de Dios y hoy casi exigía que se le abriera de nuevo, me llevó a transitar un poco por mi cuenta. Y los primeros pasos que di llevaban a planteamientos panteístas como los tuyos (creo que es lo lógico...). Pero, luego empecé a interesarme un poco más por las religiones ya establecidas, un poco por las razones que intento explicar en uno de esos tochos que he copiado más arriba, utilizando palabras de Carl Jung.

    Así conocí y me junté con budistas, más tarde con mahometanos (místicos sufíes) y con místicos de los monasterios cristianos, manteniendo siempre mis distancias con respecto a todos ellos. Y un día comprendí que el catolicismo (en cierto modo) me atraía... Y lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que en el fondo, más bien debería de haberme apartado de él, porque mis primeros amagos de acercamiento a la fe católica, se nutrieron (casi con exclusividad) de publicaciones meramente anticatólicas.

    En fin, es muy largo el rollo y ya son más de la una, y mañana tengo que madrugar.

    Un saludo

    Puedes explicarlo si te apetece, a mi me interesaría saberlo la verdad, para mi la religión católica es la más corrupta e intolerante de todas, representa toda la hipocresía la falta de consecuencia con sus actos y la exigencia de una sumisión completa.
    En realidad el cristianismo con todas sus ramas es eso, incluso la religión judía es más tolerante ya que simplemente considera falsos a los demás dioses pero no niega su existencia.
    Existen en el dogmatismo eclesiástico cristiano muchas paradojas, por ejemplo: la trinidad: El hijo, el padre y el espíritu que en realidad son uno solo pero se comportan de forma aislada y cada uno tiene su función. Jesús aparta a los creyentes de Dios padre y le roba fieles para que lo adoren solo a él, pero en realidad estas adorando al mismo Dios, entonces en este punto deja de tener sentido todo lo que Dios dijo anteriormente por ende Jesús no es el Mésias parecido a Moisés que prometió, sino un budista remilgado que quiere fundar su propia religión, entonces adorar a Jesús es adorar a un nuevo Dios, ya que el nuevo testamento tira por tierra el viejo no actualizándolo ni modificandolo, directamente lo obvia... además cualquiera que venga a cambiar la Torá es inmediatamente identificado como un falso profeta (Deuteronomio 13; 1 - 4).
    Luego se incumplen los siguientes puntos:
    1º No te harás imágenes ni las adoraras. (Vírgenes, santos, etc... iglesia católica).
    2º El señor tú Dios UNO es. (trinidad, paradoja de tres son uno, cristianismo)
    3º El Mesías debe cumplir lo siguiente:
    La Biblia dice que debe:
    - Construir el Tercer Templo (Ezequiel 37:26-28)
    - Reunir a todos los judíos de regreso en la tierra de Israel (Isaías 43:5-6).
    - Traer una era de paz mundial, acabar con el odio, la opresión, el sufrimiento y la enfermedad. Como está escrito: "Una nación no levantará espada contra otra nación; y tampoco los hombres estudiarán más cómo hacer guerra"(ver Isaías 2:4).
    - Esparcir un conocimiento universal sobre el Di-s de Israel - uniendo a toda la raza humana como una. Como está escrito:
    "Di-s será Rey sobre todo el mundo - ese día, Di-s será Uno y Su Nombre será Uno" (Zacarías 14:9). El hecho histórico es que Jesús no cumplió con ninguna de estas profecías mesiánicas.
    4º Similitudes con otras mitologías tanto la religión cristiana como la judía, por ejemplo: El descenso por las aguas de Moisés ya lo realizo un héroe de la mitología Sumeria, y lo de Jesús es un cachondeo porque existe: Mitra (Roma), Attis (Frigia), Buda (India), Dionisio (Grecia), Krishna (India), Osiris (Egipto)... etc

    Espero no ofenderte yo respeto tus creencias, un saludo.
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    Mensaje por традиция Jue Mar 05, 2015 7:10 pm

    No me ofendes en absoluto, estimado Drunkharps. Yo también he participado alguna vez de más de uno de esos argumentos. Y también me he planteado la cuestión del "Tres en Uno", como el nombre del afloja todo...

    Ayer ya curré mucho escribiendo y transcribiendo argumentos sobre religiones, místicas y física moderna y ahora prefiero que sean otros los que entren aquí a dejar sus opiniones o sus críticas.

    De todas formas, la cuestión que más me interesaba no era tanto explicar mi conversión al catolicismo, sino poner sobre la mesa las contradicciones que la ciencia moderna me habían hecho ver. Unas contradicciones que me hicieron perder aquellas convicciones que, más de veinte años atrás, me había llevado primero al agnosticismo y unos años después al más radical ateísmo. Dijéramos que perdí la fe de Dios de adolescente, tras haber leído libros de algunos autores ateos. Todo comenzó por la lectura del libro "La esencia del cristianismo" (de Feuerbach). Y después vinieron otros libros (que, por cierto, me recomendaron también leer en el colegio al que iba... ¡que era de curas! Smile

    Y empecé a notar como parecía que el suelo sobre el que se asentaban las creencias que me habían enseñado desde niño, se desvanecían. Además la física clásica que me obligaban a estudiar también me invitaba a mirar el mundo como una especie de mecanismo en el que todo tenía, o podía tener, explicación sin introducir a Dios en las fórmulas.

    Después llegó mi mejor descubrimiento: el marxismo. Y me fuí empapando en su lectura. Parecía que una nueva forma de mesianismo político (comprende... yo solo era un adolescente que se había quedado huérfano de Dios) viniera a mi, como por arte de magia, a llenar los sueños de Paraíso que la vieja religión había dejado vacíos.

    Y así pasaron muchos, muchos años, hasta que cayó en mis manos un libro de Spinoza, y bastante más tarde algunos libros divulgativos de física contemporánea (cuántica). Y nuevamente, ese nuevo edificio de certezas sobre el que había construido mi flamante ateísmo, volvió a resquebrajarse de nuevo... Y así comenzó esa búsqueda que, finalmente, me llevó de vuelta de nuevo a mi primigenio catolicismo. A partir de ese momento, hasta me ha dado por estudiar teología... ¡conque imagina mi locura!.

    Ahora desearía que alguien más escribiera algo aquí, aunque sea para llamarme tarado y decir que todas esas chorradas de los nuevos físicos no son más que una sarta de tonterías.

    Un saludo, amigo.
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    Mensaje por Drunkharps Vie Mar 06, 2015 5:32 pm

    Parece que a los demás camaradas no les apetece leer tanto, es una lastima porque los tres post que has hecho aparte de estar muy currados son interesantísimo y yo creo que es esencial para comprender como pensamos.
    Hace no mucho leí un blog muy interesante, estoy seguro de que esta entrada del blog te va a interesar y mucho:

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

                                                             .                                            

    Presentación

    El hombre no está formado de un barro más precioso, pues la naturaleza no ha empleado más que una sola y misma pasta, de la que únicamente ha variado los fermentos(…).

    ¿Hace falta más (y por qué iba a perderme en la historia de las pasiones, todas explicables a través del llamado enormon de Hipócrates), para probar que el hombre no es más que un animal o un conjunto de resortes, que se montan unos sobre otros, sin que pueda decirse por qué punto del círculo humano empezó la naturaleza?(…)

    Así es la uniformidad de la naturaleza que se empieza a sentir, y la analogía del reino animal y vegetal, o entre el hombre y la planta”. (Julien Offray de La Mettrie, “El Hombre máquina” 1748)

    Para nosotros, como materialistas dialécticos, la vida es materia en movimiento dialéctico, con saltos cualitativos. Esta no sólo es la base del pensamiento de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse-Tung, sino también la de los grandes precursores, como Epicuro, Lucrecio o Spinoza.

    ¿Significa esto que nuestro materialismo es el mismo que el de la burguesía, en este inicio del siglo XXI? Por supuesto que no.

    El materialismo “burgués”, al comienzo de este siglo, es la expresión ideológica del modo capitalista de producción a una época de decadencia total. Esta decadencia se refleja en las concepciones de los “científicos” burgueses.

    Uno de estos conceptos debe ser completamente comprendido, ya que es una barrera ideológica para la revolución socialista.

    Es una concepción profundamente arraigada en las masas, a través de todas las armas ideológicas en manos de la burguesía, desde películas a libros de texto, desde la literatura a las relaciones con los animales y la naturaleza en general.

    Esta concepción, este enemigo de primera importancia, es el neo-darwinismo.

    Charles Darwin, el gran científico, jamás utilizó el término “evolución” (usó la expresión “descendencia con modificación”); el pensamiento que es presentado como el de Darwin es en realidad una construcción ideológica formada durante la época imperialista: durante la guerra, durante los años 30-40, y también después de la segunda guerra mundial imperialista.

    El neo-darwinismo es un enemigo muy importante, porque es un arma ideológica utilizada para rechazar la unidad de la naturaleza y su evolución dialéctica. [...]

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