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    El PCE (m-l) sobre el revisionismo

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    Mensaje por Deng Lun Feb 20, 2012 8:54 pm

    Informe aprobado por el Pleno del Comité Central del PCE (m-l) [extractos]

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    febrero 14, 2012 por PCE (m-l)

    Sobre los revisionistas y la unidad

    Como señalábamos en nuestro informe de enero pasado, conforme se profundiza la crisis, tanto en el plano nacional como en el internacional, se agudiza la necesidad de marcar distancias ideológicas con el revisionismo, que aumenta, a su vez, la agresividad hacia las posiciones leninistas. En los últimos meses, un minúsculo grupo con el que en su día mantuvimos un proceso de debate dirigido a la unidad ha atacado con particular saña, en sendos artículos realmente provocadores, nuestro análisis internacional y la política de unidad popular de nuestro Partido, desgranando en ellos algunas de las tesis de los revisionistas, por lo que en el texto que sigue incluiremos alguna de las citas de sus libelos, para ilustrar sobre las desviación general de los revisionistas en estos temas.

    Hasta los años 80, les guste o no reconocerlo, los revisionistas (incluidos los que hoy defienden las tesis más izquierdistas) apoyaron la maniobra de Carrillo y sus secuaces, su traición a los objetivos de lucha de los comunistas españoles: entonces nos acusaron de sectarios, porque no nos plegábamos a los designios del revisionismo triunfante en la URSS y en la mayoría del campo socialista, que terminó liquidando los avances y logros del socialismo soviético y abriendo aquel gran país, el primero en llevar a cabo una revolución proletaria, al control de la burguesía.

    Hoy, nos acusan con la misma virulencia de sectarios, porque no compartimos su conformismo o su radical-oportunismo táctico, ni aceptamos definir, como hacen ellos, la Corea de la dinastía Kim o China como países socialistas. Entonces éramos sectarios porque negábamos que la formación de organizaciones marxistas-leninistas y la crítica del jruchovismo debilitaran el movimiento comunista y manteníamos (y seguimos manteniendo) que lo que de verdad ha debilitado las filas del comunismo es la aplicación de teorías antimarxistas como la conciliación de clases (en España, «reconciliación nacional»), coexistencia pacífica, policentrismo, vías nacionales al socialismo, etc., que se extendieron por la mayoría de los viejos partidos comunistas, formando un sustrato ideológico del que se alimentan, hoy, tanto los revisionistas reformistas como los radical-oportunistas.

    Hoy nos critican porque no aceptamos su concepción aberrante, según la cual las diversas corrientes del denominado campo comunista se han desdibujado, y ya no es necesario (o, al menos, no es primordial) tomar posición sobre cuestiones ideológicas, porque lo primero es «unificar» a «los destacamentos comunistas» en un solo Partido.
    No importa que las masas proletarias estén desorientadas, dispersas, enfrentadas en muchos casos a la política (gracias en parte al vergonzoso papel de “comunistas” como ellos). Lo verdaderamente urgente es «la unidad de los comunistas», aunque estén dispersos en infinidad de grupúsculos que se mueven compulsivamente entre el radicalismo, la conciliación, la sumisión o el sectarismo marginal; no importa que unos defiendan la labor de los oportunistas de derecha que dirigen los sindicatos de masas y otros afirmen que no se puede trabajar en ellos porque eso es traicionar al proletariado; no importa que algunos se apunten a la defensa apasionada del nacionalismo radical pequeñoburgués o defiendan para España el confederalismo, olvidando la diferencia entre apoyar el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la posición de clase leninista respecto a la cuestión nacional (1); tampoco importa que la mayoría divida (y ya es decir) su organización en destacamentos nacionales o capillas locales que en muchos casos actúan autónomamente unos de otros. Nada de esto importa (o no es determinante) frente a la imperiosa necesidad de unir un mejunje tan variopinto y original en un solo partido.

    En definitiva, los revisionistas se han movido de comparsas del derechismo más aberrante que representaba Carrillo, al conformismo complaciente con el régimen continuista; y algunos, de éste al radicalismo ultraizquierdista más sectario con las masas; pero siempre lo han hecho (y lo siguen haciendo) dentro de los límites de la concepción revisionista, que no da la más mínima importancia a los principios: nada es primordial salvo, ¡la unidad de estos “comunistas”!

    Pues bien, nosotros queremos la unidad de los comunistas, pero no consideramos tales a quienes repiten (en muchas ocasiones sin ser conscientes de ello, a lo que parece) muchas de las deformaciones revisionistas en materia política, económica e ideológica, que los Jruschev, Tito, Gomulka, Carrillo y demás escoria hicieron comunes en la práctica de los viejos partidos.

    Los revisionistas que nos atacan quieren, con ello, hacer olvidar su propio pasado de seguidismo ciego y por eso, en esencia, critican del XX Congreso, únicamente, el repugnante ataque de Jruchov contra la figura de Stalin; pero, por lo demás, embellecen o silencian las consecuencias de la traición revisionista (2).

    Y en esta visión distorsionada de la historia y de la realidad, suelen coincidir los reformistas y los radical-oportunistas, cada uno desde su extremo del arco revisionista: ambos conciben el socialismo exclusivamente como un modelo de “redistribución” más equitativa de la renta; ambos identifican la pelea por el socialismo desde una perspectiva economicista, al margen de la pelea democrática, lo que les lleva a menospreciar la lucha por la República, como algo ajeno al interés inmediato del proletariado.

    En el documento del Secretariado de nuestro Partido sobre la crisis (noviembre de 2008) señalábamos:
    «Hoy, el capital se encuentra acuciado por un mercado saturado, internacionalizado al máximo, en el que crece la competencia entre capitalistas forzándoles a mejorar su posición abaratando costes por la vía de concentrar sus fuerzas, destruir empleo y apoyarse en el Estado para desequilibrar en su provecho las re¬laciones laborales. Cuenta con importantes aliados para llevar a cabo sus planes: además de las diferentes fuerzas políticas que defienden sus intereses, los dirigentes oportunistas de los principales sindicatos, pasados desde hace mucho al campo de la burguesía; la dispersión ideológica y la pugna entre los propios trabajadores (fijos-eventuales, nacionales-inmigrantes, parados-activos, etc.) fomentada por la presión del capital y la debilidad de los instrumentos organizados: sindicatos y corrientes sindicales de clase y parti¬cularmente de las fuerzas de izquierda revolucionarias […].

    Lo hemos dicho muchas veces: las masas no van a esperarnos para movilizarse; el brutal incremento del paro, el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo está provocando un aumento de las movili¬zaciones dirigidas no sólo por los sindicatos, sino por organizaciones de todo tipo que intentan agrupar a los sectores afectados por la crisis capitalista (parados, inmigrantes, propietarios de viviendas hipotecadas, etc.).

    Estos movimientos expresan la necesidad de organización que instintivamente sienten miles de trabajado¬res, pero si se mantienen dispersos sólo generarán acciones espontáneas e ineficaces que pueden llevar a nuevas frustraciones. Nuestro deber es el de contribuir a unificarlos y dotarlos de una orientación política (tras muchos de ellos es más que probable que estén el PSOE, los anarquistas u otras fuerzas burguesas que intentan desactivar la tensión social o desviarla al terreno del activismo más loco e irracional)».

    Seguimos pensando lo mismo, y por ese motivo nos esforzamos en lograr la Unidad Popular frente a la oligarquía.
    Los comunistas trabajamos por la superación revolucionaria del capitalismo, por el socialismo, entendiendo como tal un Estado proletario (es decir, una dictadura del proletariado, frente a la burguesía), en el que la economía esté planificada de forma centralizada para garantizar un desarrollo armónico y la satisfacción de las crecientes necesidades económicas, sanitarias, educativas y culturales del conjunto de la sociedad; un Estado que cree las condiciones para su autodisolución, para la emancipación efectiva de la clase obrera y la abolición de las clases.
    Pero para lograr eso es preciso participar de la lucha política, intervenir en ella, conociendo las limitaciones y posibilidades de cada momento, adaptando nuestra táctica a ellas. Los revisionistas reformistas también se autodenominan comunistas, también dicen que el socialismo es su objetivo, pero no están dispuestos a superar su limitada visión pragmática, embrollados como están en las miserias del régimen del que son sustento inconsciente: para ellos, la pelea por el socialismo se desarrolla sólo en las instituciones, aceptando las reglas de juego establecidas por el enemigo de clase; para ellos, no es necesario romper con la forma política que sustenta el dominio de la oligarquía, lo que les ha llevado a la impotencia política, cuando no a la sumisión.

    Los reformistas consideran un problema menor el de la República porque, según su concepción, «es posible alcanzar el socialismo (o casi el socialismo) modificando la Constitución monárquica», como dijo en plena campaña electoral Cayo Lara.

    Es cierto que las formas no determinan el fondo de los problemas, pero sí son su expresión concreta, y como tal también los condicionan. Como señalara certeramente Carlos Marx, «todas las luchas que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc., no son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas clases».

    El desarrollo histórico de España (la debilidad de su burguesía, el dominio absoluto que en la política ha ejercido la oligarquía, terrateniente antes, empresarial y financiera ahora, etc.) ha determinado que la República fuera siempre la expresión de la unidad del proletariado y de las clases trabajadoras en su lucha por el progreso y la democracia.

    La propuesta de unidad popular en la que está empeñado nuestro Partido, nuestro esfuerzo por levantar Republicanos, como un referente que sirva para articular un bloque popular frente al dominio de la oligarquía en España, busca crear las condiciones para un salto cualitativo de la conciencia del proletariado, hoy apartado de la lucha política, frustrado y desorientado por años de traiciones, desenfoques y doctrinarismo barato de la izquierda.
    Lo importante para construir el socialismo es traer hoy la democracia a España, afirmaba en 1975 S. Carrillo (aunque se traicionaran las expectativas democráticas del movimiento obrero y popular). Hoy lo importante (para traer el socialismo, claro) es luchar contra el paro y la crisis, la pelea por la República es secundaria: eso mismo afirman los dirigentes del PCE e IU. Lo determinante hoy es pelear por la República Socialista, lo demás es hacer dejación de nuestro deber de exponer ante las masas «nuestras convicciones socialistas» (sic): eso viene a afirmar la “vanguardia del revisionismo ilustrado”.

    Y bien, ¿cuáles son «sus convicciones socialistas»? Pues éstas, enunciadas en el escrito de UP para criticar nuestro supuesto «dogmatismo» y justificar el peculiar proceso “socialista” en China, Corea del Norte, etc.: «lo que sirve o no sirve a la causa socialista no puede determinarse de una vez para siempre, sin tener en cuenta su desarrollo particular y su relación con el entorno […] Más allá de esas premisas [que, por supuesto, no definen] la fisonomía de un país socialista […] dependerá de las posibilidades que le brinda la realidad interna y externa». Es decir, que la única premisa parece ser que el tal estado se defina a sí mismo como socialista.

    Esta tesis que, por cierto, se parece mucho a la expuesta por dos de los campeones del revisionismo antileninista, Tito y Jruchev, en la primera visita de aquel a Rusia, una vez muerto el camarada Stalin: «las vías de desarrollo socialista son diferentes en los diversos países y contextos y la riqueza de desarrollo del socialismo contribuye a su fortalecimiento», hace difícil no catalogar cualquier proceso como “socialista”. Al final, lo que se desprende es que hacer cesiones tácticas es imperdonable, supone renunciar a exponer nuestras convicciones socialistas, etc., etc., pero construir el “socialismo”, como lo hacen los dirigentes chinos o la dinastía coreana, por ejemplo, depende de «las posibilidades que brinda la realidad interna y externa».

    Lo curioso es que la lucha por la República Popular y Federativa que propugna nuestro Partido, nuestros esfuerzos por levantar la unidad popular en torno a un programa de mínimos, para agrupar fuerzas, para crear las condiciones que permitan realmente al proletariado combatir por metas más elevadas, son para estos comunistas virtuales un intento de «no exponer ante el pueblo nuestras convicciones socialistas». Por esa razón ellos, junto con sus amigos “bullejistas”, trabajan por la «república socialista» (unos por la ibérica, otros por la castellana, catalana, vasca, etc.; pero por la República Socialista, que es lo que importa, aunque hoy en día no entiendan ni ellos qué supone ese término).

    La verdad es concreta, como certeramente señalara Lenin; pero ellos solo la recitan cuando creen que esa cita cuadra con su concepción literaria del marxismo. ¿Cuál es la verdad concreta en España, hoy? ¿No es cierto que el proletariado español se enfrenta a una encrucijada histórica, desorganizado, sin referencias que permitan plasmar en política su lucha aún exclusivamente social frente a un Gobierno de la derecha neofranquista, un Parlamento dominado abrumadoramente por la derecha oligárquica y un movimiento sindical atomizado, dirigido en lo fundamental por sectores oportunistas de derecha, etc.?

    Nuestra propuesta táctica, que hoy confluye con la construcción de una alternativa unitaria, democrática y popular, con la premisa de trabajar por la ruptura democrática, por la conquista de un marco republicano (porque la República, yendo a lo concreto, ha sido y sigue siendo el marco formal de la lucha popular en España), no oculta nuestras convicciones socialistas, sino que intenta crear las condiciones para un desarrollo mayor de la lucha por el socialismo en España (3).

    No entender que, en las concretas circunstancias actuales, la tarea de los comunistas es mejorar el marco en el que se desarrolla la lucha de clases, dar confianza al proletariado, trabajar por la unidad con otras corrientes ideológicas del campo popular, en un programa común de mínimos frente a la oligarquía dominante, no es más que doctrinarismo alejado de la realidad concreta.

    ¿Que aún tenemos mucho que aprender? Sí, por supuesto, debemos aprender a ligarnos con las masas, explicar nuestras propuestas de modo que se entiendan y asuman, traducir en términos concretos (eso es precisamente el problema) nuestras «convicciones socialistas». Pero estas lecciones nos las va a enseñar la vida misma, el análisis concreto y colectivo; no vamos a aprender nada de ese campo de grillos que forman los «destacamentos comunistas» de los que hablan los revisionistas. Por ello, debemos separarnos decididamente del sectarismo pequeñoburgués, del doctrinarismo marginal y de la atrofia dialéctica que los dirige decididamente hacia el basurero de la historia.

    Notas

    (1) «Si exigimos a nuestros gobiernos […] que otorguen a las colonias plena libertad de separación, derecho real a la autodeterminación; si nosotros mismos pondremos en práctica, sin falta, este derecho y otorgaremos esta libertad en cuanto conquistemos el poder […] no es en absoluto para “recomendar” la separación, sino al contrario, para facilitar y acelerar el acercamiento y la fusión democrática de las naciones […] No somos partidarios de la separación; pero, en la actualidad, sin la libertad de separación no se puede pasar de la fusión por medio de la violencia, de las anexiones, a la fusión voluntaria.» (V.I. Lenin, Sobre la caricatura del marxismo y el “economismo imperialista”).

    (2) «Sabemos cómo acabó la Unión Soviética que los revisionistas dirigieron desde 1953, pero no existe ninguna prueba de que ese resultado fuera inevitable, ni que fuera el deseado por sus líderes revisionistas, ni siquiera el previsto por Enver Hoxha o Mao Zedong». Este es el tipo de argumentos de fondo que utilizan como apoyo a sus tesis gente que tiene el atrevimiento de recordarnos que Lenin dijera “la verdad es siempre concreta, nunca abstracta”.

    (3) «El socialismo es imposible sin la democracia en dos sentidos: 1) el proletariado no puede llevar a cabo la revolución socialista si no se prepara para ella a través de la lucha por la democracia; 2) el socialismo triunfante no puede afianzar su victoria y llevar a la humanidad a la desaparición del Estado sin realizar la democracia completa» (V.I. Lenin, Ibídem).
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    Mensaje por internacionalista_90 Mar Feb 21, 2012 4:21 pm

    Un artículo en lineas generales bastante malo. En primer lugar me hace gracia el lenguaje empleado para referirse a la RPDC como dinastía de los Kim, copiado y pegado de los terminos periodisticos imperialistas más rancios. A los camaradas de PCE(ml) se la sudan los países socialistas ó antiimperialistas y los sentencián unilateralmente como "revisionistas" ó cosas peores. No se trata de realizar una defensa acritica de dichos procesos, ni caer en la idealización de dichos procesos. Pero no podemos sentenciarlos unilateralmente sin antes no haber tenido contacto con ellos y despreciar el enorme esfuerzo de los pueblos cubano y norcoreano por construir un modelo de desarrollo diferente haciendo frente al imperialismo que los bloquea, les provoca, les agrede e inicia una brutal campaña de desinformación. También se la suda el desarrollo de la lucha de clases en la R.P. China, las numerosas huelgas y el accionar cada vez más activo de los militantes de base del PCCh por la recuperación de la linea proletaria. Según en este comunicado son tan revisionistas, las cúpulas burguesas del PCCh como los militantes de base que luchan por una linea proletaria dentro del partido y que sufren la represión del propio estado chino.
    Se pretende que la unidad comunista que se requiere es una unidad orgánica de un modo simple y burocrático. Nada más lejano de la realidad en los proceso de unión PCPE-UP ó CJC-UJCM, ha habido años previos de unidad de acción en los frentes de luchas y debates teóricos entre ambas organizaciones. No es en ningún caso un intento desespreado de sumar gente.

    Este artículo critica que los que actualmente nos critica de revisionistas porque según él somos herederos del revisionismo jrusovista por reconocer que si bien después de Jrusov se fué perdiendo progresivamente el caracter revolucionario del PCUS este proceso fué reversible hasta casí el final. Hecho que en el PCUS había corrientes como las de Nina Andreyeva ó las de actual PCOR que defendían (aunque estuviesen en minoria) la recuperación de los principos marxista-leninistas. Ha habido infinidad de analisis sobre los motivos de la caída de la URSS y tanto el PCPE como UP les ha dado plena difusión. Me gustaría que el PCE(ml) sacase un documento parecido sobre el naufragio de la Albania socialista de Enver Hoxa y si en su opinión debería hacerse una autocritica al respecto.
    Me hace gracia tambien la parte del informe donde establece una comparativa entre el revisionismo del PCE-IU y nosotros por no compartir el concepto de la lucha por la república en abstracto. Nosotros no hemos negado en ningún caso la lucha por la república, lo que criticamos es que esta no se haga en base a un programa socialista dentro de un frente unido por el socialismo. En cambio se empeña en formar un chiringito de "republicanos" cuyo lema más cañero es la llamada "regeneración democrática" me parece que esta coalición tiene más en común con IU que nosotros.
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    Por cierto ¿Donde se ve que nosotros apoyemos la acción de las cúpulas sindicales ó que nos negemos a hacer trabajo dentro de los sindicatos grandes?


    Última edición por internacionalista_90 el Mar Feb 21, 2012 7:55 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por Deng Mar Feb 21, 2012 7:48 pm

    Me hace gracia tambien la parte del informe donde establece una comparativa entre el revisionismo del PCE-IU y nosotros por no compartir el concepto de la lucha por la república en abstracto.
    Sí, la verdad es que es poco demagógico el argumento.

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