Siguiendo con la lucha que distintas organizaciones venimos realizando contra la burguesía y su agente en el seno de la clase obrera, la política revisionista, queremos contribuir a dicha tarea aportando unas reflexiones sobre la naturaleza ideológica y política de esta corriente. Como todos los marxistas sabemos, la lucha contra el revisionismo y su pariente, el oportunismo, es una necesidad de las organizaciones comunistas, pues tenemos la obligación de desnudar y desenmascarar dicha política ante los ojos de la clase obrera.
Durante la llamada transición democrática, el PCE fue el máximo exponente de la política revisionista en el Estado español, que en unión al PCF en Francia y el PCI en Italia, formaron el triunviro eurocomunista, destacándose por llevar a la práctica la idea de que se puede llegar al socialismo mediante un proceso pacífico, sin necesidad de la insurrección armada del proletariado, dado el carácter democrático de los estados. Esta tesis, conforma la columna vertebral del ideario revisionista, otorgando al parlamentarismo burgués, por medio del sufragio universal, la condición de único camino por donde debe transitar la transformación de la sociedad.
A día de hoy, y con el paso del tiempo, se ha ido comprobando de manera fehaciente la falsedad de tales “previsiones” revisionistas, puesto que la alternativa que propugnaba, y aún sigue propugnando el PCE-IU, no ha contribuido ni siquiera a mejorar las condiciones económicas de la clase obrera. Por ello, sigue sin contar con el apoyo mayoritario de los distintos sectores de la clase obrera, ya sea porque su alternativa, atenuada, se la arrebata electoralmente el PSOE, ya sea porque la realidad de la lucha política le ha hecho “comprender” a estos sectores que no representa sus intereses, sino más bien un híbrido electoral elaborado para colocar a sus líderes electorales y políticos que encarnan los intereses económicos y políticos de la pequeña burguesía y de la aristocracia obrera, entregados enteramente a los designios del capital.
El continuado desgaste electoral sufrido por PCE-IU ha ido profundizando con su bancarrota política e ideológica, haciendo aflorar otras organizaciones “revolucionarias” ansiosas por ocupar su lugar y función en el panorama político, aunque disfrazando sus intereses electorales con una verborrea pseudo-revolucionaria para no aparecer como vulgares organizaciones ávidas de una parte de la tarta electoral, por pequeña que sea, lo que les darían “derecho” a concesiones y privilegios. La realidad es que sus novedosas propuestas teóricas y políticas dibujan un panorama que los identifican con el revisionismo, que Lenin y Mao analizaron y criticaron certeramente en sus diferentes obras dedicadas a esta cuestión.
Estos nuevos apóstoles del revisionismo, dirigentes y bases militantes de las organizaciones que se han ido incorporando a la política revisionista al calor del desgaste sufrido por el PCE, defienden con ahínco los mecanismos políticos e ideológicos de la democracia capitalista con el argumento central de que es una oportunidad que beneficia la lucha de la clase obrera, sin demostrar en qué lo hará. Para darle mayor empaque a sus opiniones se apoyan en el libro de Lenin La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, tratando de descalificar de izquierdista a toda organización o militante que se niega a colaborar con el sistema democrático burgués a través las elecciones.
Estos nuevos alevines del revisionismo han descubierto, como por obra de una revelación divina, las bondades de la democracia burguesa. Han dejado repentinamente de tener confianza en la clase obrera como actor de la revolución, porque para ellos la “revolución” es la consecuencia de un decreto histórico. De repente se muestran como nuevos conversos que quieren rompen con los prejuicios del viejo marxismo para defender a capa y espada la democracia en general y el derecho universal de toda persona a poder votar sus representantes políticos. Con el tiempo se han ido modernizando, poniéndose a tono con la “nueva realidad”, descubriendo el carácter democrático de la burguesía: han ido olvidando y tirando por la borda todo el bagaje histórico del marxismo y la lucha del proletariado por hacer realidad la eliminación de las clases sociales. Ahora se consideran comunistas de nuevo tipo, en consonancia con el siglo XXI, aunque en realidad lo que tratan de ocultar es a dónde han llegado en su travesía: 1) A la falta de confianza en la teoría marxista como dirigente intelectual de la revolución, 2) falta de confianza en el partido de vanguardia como dirigente político de la revolución, 3) falta de confianza en la vanguardia como elemento aglutinador y dinamizador de la clase obrera, 4) falta de confianza en sus propias fuerzas para transformar la realidad por haber perdido el odio de clase que caracteriza a todo militante comunista, 5) y, como consecuencia de lo anterior, a la falta de confianza en la capacidad de la clase obrera para construir el socialismo desde sus propias fuerzas y necesidades.
A estas organizaciones queremos dedicar las reflexiones que a continuación esbozamos, considerando que estas tienen su origen en unos escritos que elaboró, hace más de 30 años, la Unión Comunista Comités Obreros (UCCO), y que nosotros hemos actualizado y desarrollado.
Para ello nos centraremos especialmente en algunas tesis que elaboró el PCPE para su 8º Congreso, por ser la organización más representativa del nuevo revisionismo en el Estado español, aunque otras organizaciones como el PCE(m-l), UP, etc. no tienen nada que envidiarle, pues comparten los aspectos más significativos de sus propuestas y argumentos. No vamos a recurrir a la crítica exhaustiva de las tesis que exponen y que le sirven de base para desarrollar su política, sino que intercalaremos algunos aspectos de componen dichas tesis con la finalidad de ponerlas en relación con las que desarrollamos en este trabajo para caracterizar los principios del revisionismo.
I.- El revisionismo es una forma específica de la ideología burguesa, adaptada a las condiciones de existencia de la clase obrera
Al igual que las relaciones capitalistas de producción al convertirse en dominantes han pasado ha absorber otras formas de producción convirtiéndolas en residuales, la ideología burguesa, a través de las prácticas sociales de los agentes económicos y de su proyección cultural, se ha convertido en dominante al extenderse a todas las capas sociales como la única posible y válida, pues la realidad virtual de la sociedad capitalista proyecta ante los individuos sociales la idea de que otras concepciones del mundo son minoritarias y, lo que es más importante, actúan ajenas a la realidad social, debilitándolas e impregnándolas para transformarlas en variables de su propia concepción. El revisionismo tiene por principal tarea la de actuar contra la teoría marxista en su intento de revisarla, extirpar su carácter revolucionario y, asimilarla, en definitiva, a los intereses de la concepción burguesa del mundo de la manera más vulgar: al considerarla como una teoría evolutiva adaptada a la sociedad, reflejo de la teoría de la evolución de Darwin pero sin su contenido materialista.
El revisionismo, como manifestación particular de la concepción burguesa del mundo, tiene su radio de acción en el seno de la clase obrera, coexistiendo de manera pacífica con otras formas ideológicas burguesas, a la vez que se enfrenta de manera antagónica con la concepción de mundo elaborada por la teoría marxista.
En el terreno de las prácticas políticas, que al fin y al cabo son la manifestación de los conceptos científicos y categorías filosóficas, las contradicciones se sitúan en las luchas que las líneas políticas de los partidos revisionistas mantienen con otros partidos de la burguesía, al pretender, unos y otros, representar a esta clase en su conjunto, es decir, defender desde hipotético gobierno sus intereses de clase. Las diferencias de los partidos revisionistas con otros partidos burgueses se sitúan, pues, en las distintas formas de llevar a la práctica la dominación económica, política e ideológica de la burguesía sobre la clase obrera.
Con el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción se produce un alto grado de desarrollo económico, lo que posibilita un aumento del consumo de determinados sectores de la clase obrera que no dudan en apoyar al sistema político derivado del régimen de producción capitalista, basado en la explotación de la fuerza de trabajo asalariada, que hace aumentar la explotación de la fuerza de trabajo social, en su conjunto, por el propio funcionamiento del capital. Es una ley fundamental del capitalismo: la producción de plusvalía relativa. Lo que no entienden estos sectores es que el propio desarrollo del capital implica períodos de expansión y de crisis, encadenándose unos a otros. Esta es una consecuencia de otra ley fundamental del capitalismo: la caída tendencial de la cuota de ganancia.
Los períodos de expansión económica actúan reforzando las concepciones y prácticas revisionistas entre la aristocracia obrera y los sectores más atrasados ideológicamente de la clase obrera, al hacerles creer que las “ideas bases” sobre las que se apoyan son nuevas, cuando en realidad son las mismas y antiguas concepciones que cada cierto tiempo afloran para combatir y aplastar a la concepción del mundo derivada de la teoría marxista, dejando al descubierto el antagonismo con el que se sitúan frente a las fuerzas revolucionarias, incluso aunque estas se encuentren en una situación de debilidad manifiesta como en la actual etapa histórica.
Algunas de las aseveraciones, asumidas como si de una retahíla de axiomas se tratara, sobre las que se asienta el revisionismo son:
*El nivel con que la riqueza crece en el capitalismo es insuperable.
*La riqueza consiste en la posesión de muchas mercancías (tenerlas está por encima de disfrutar o trabajar para pagarlas).
*El reparto de la riqueza, si bien es mejorable, permite un bienestar generalizado.
*El estado es un instrumento neutral, redistribuidor de la riqueza, que se mueve en función de las clases que lo toman (normalmente por vía electoral) y, por tanto, susceptible de aplicar políticas obreras sin son los partidos obreros los que lo ocupan (estado).
*Si el estado estuviera fuera del dominio de unas cuantas manos (el capital financiero monopolista) y controlase la producción dedicada a los bienes básicos y servicios estratégicos (gas, electricidad, transporte, alimentación básica, etc.) un sector de la burguesía se convertiría en aliada de la mayoría social a la hora de construir una sociedad más justa (¿?) o incluso una nueva sociedad (¿la socialista?)
Las clases sociales, bajo el capitalismo desarrollado, no son ya clases antagónicas sino diferentes niveles sociales a los cuales es fácil ascender o descender según las iniciativas individuales de las personas. Una gestión adecuada, que protegiera a las partes menos “favorecidas”, permitiría eliminar las trabas residuales de las antiguas estructuras no democráticas.
Sobre estas creencias incuestionables han proliferado todo un conjunto de ideas, que sólo desde este sistema ideológico tienen validez, tales como las que se relacionan directamente con la riqueza, la posesión de mercancías y bienestar, o conceptos como los que últimamente están en boga con el movimiento del 15 M: “paz”, “justicia”, “libertad”, “igualdad”, “democracia real”, “división de poderes”, “estado de derecho”, “pluralismo”, etc. En los que se resaltan conceptos generales pequeño burgueses al margen de las enseñanzas que impone la realidad de la lucha de clases, y que esas formaciones “comunistas” no dudan en hacer también suyos, disolviéndose entre ellos con la más absoluta falta de crítica, por temor a quedar aislados de las “masas”.
Buena prueba de lo que decimos es la reivindicación que hacen de la República como forma más democrática del Estado capitalista. Para las organizaciones que defienden esta reclamación general piensan que es positiva en sí, pues suponen que es aplicable a cualquier momento o situación histórica, ya que se adecua a los intereses de las clases y fracciones explotadas por el sector monopolista del capital, según ellos, el principal enemigo a batir. Las organizaciones comunistas que defienden esta reivindicación republicana se apoyan en el argumento de que es el capital monopolista el que impide la transición pacífica y natural al socialismo, porque defienden sus exclusivos intereses privados sacrificando los intereses de las otras clases o fracciones; de ahí que propongan una alianza de clases con los sectores burgueses antimonopolistas como condición política necesaria para alcanzar el llamado progreso social (desarrollo de la democracia real en oposición a la formal).
El PCPE en su tesis sobre un nuevo proyecto histórico: República española, confederal y socialista dice al respecto:
174.- Este proyecto histórico ha de tener un elemento esencial: la constitución de la clase obrera como clase hegemónica. Frente al proyecto histórico burgués de España – proyecto que se sustenta en la violencia, la explotación, la negación de la soberanía y la autodeterminación – levantamos este nuevo proyecto – basado en la democracia avanzada, la república, la justicia social, la autodeterminación, y estratégicamente en el socialismo -, hegemonizado por la clase obrera y los sectores populares.
175.- Este nuevo proyecto histórico propone a la clase obrera de los pueblos y de las naciones de estado sumarse a un proyecto revolucionario de construir la república española confederal y socialista haciendo de las luchas en los marcos nacionales un aporte a este proyecto estratégico. Una alternativa cuyo objetivo central es constituir a la clase obrera de todo el estado en clase nacional en el poder. El carácter confederal de esta propuesta es el que garantiza el ejercicio del derecho de autodeterminación y el desarrollo de los procesos de construcción nacional de las distintas realidades. Pero esos procesos de construcción nacional no se han de dar ya en confrontación con la dominación burguesa y su estado centralista sino en una nueva situación, en el marco de la república, del reconocimiento del derecho de autodeterminación y como fase hacia la construcción revolucionaria de la sociedad socialista en todo España.
Tanto la raíz de esta reivindicación como la argumentación que trata de justificarla son radicalmente falsos, como siempre han puesto de manifiesto las críticas de las organizaciones marxistas con tradición antirrevisionista, pues la República como forma política y organizativa del Estado tiene una significación específica dependiendo de la situación histórica en que se reivindica, determinado por: 1) el grado de desarrollo de la producción, y 2) los intereses económicos de las clases o fracciones que se disputan el poder sobre el conjunto de la sociedad, utilizando el Estado, es decir, desde sus aparatos, para conseguir sus objetivos privados e independientes. Si la situación histórica, es decir, el grado de desarrollo de la producción, no es tenido en cuenta por parte de la clase que teóricamente quiere emanciparse de la esclavitud asalariada, sus pretensiones quedan únicamente enmarcadas en un simple cambio de forma del Estado (la monarquía por la república) y no en proceso que lleve a la destrucción del Estado capitalista, lo que implica que le está haciendo el juego a sectores burgueses que quieren ocupar lugares preferentes desde la estructura política (republicana) para un reparto de la plusvalía social más beneficioso a sus intereses particulares.
Además se mantiene otro viejo revisionismo, que aunque no es fruto de esta reflexión si conviene dejar constancia de su existencia pues sigue siendo tan actual como añejo, tan viejo como el mismo marxismo, y que lo encarna aquellos que renuncian al debate teórico y político, o lo relegan para otro momento que nunca llega, en pos de un activismo reivindicativo inmediato, completado con un componente de desprecio a la investigación y al estudio pues no es tan importante el objetivo final como la acción por las conquistas de mejoras, como si las sumas de las consecuencias parciales llevara por si sola al objetivo final. En realidad tiene sus bases en las mismas concepciones que hemos visto con anterioridad, es decir, mejorar, mejorar, mejorar…, pero dejando las cosas a su curso como diría el encofrador en su faena “dejándolas a su mor”.
II.– El revisionismo tiene su origen dentro y fuera del movimiento obrero
Las distintas corrientes revisionistas han tenido un origen tanto dentro como fuera del movimiento obrero. Por un lado, hay que contar con los errores de los distintos partidos proletarios que se han ido teorizando y consolidando con el tiempo. Por otro lado, está la influencia de la propia ideología burguesa que penetra en el movimiento obrero y en sus partidos a causa de la incorporación de los intelectuales burgueses a las filas del proletariado organizado, lo que ha ido dando pié a que se vaya revisando la teoría marxista desde posiciones economicistas, campo que escoge la burguesía para atacar al marxismo con el pretexto de derribar los “viejos dogmas” caducos, que ya no corresponden a la actual situación del desarrollo capitalista.
La propia fortaleza de la ideología burguesa, apoyada en la continua práctica social de los agentes económicos, las distintas funciones que realizan los individuos pertenecientes diferentes clases sociales, se hace fuerte en el seno de la clase obrera por diferentes vías:
· Por la vía sindical, es decir, por la práctica de los dirigentes y cuadros sindicales que imprime un sello economicista a la lucha de clases enmarcándolas en meras “mejoras económicas”, en el tanto por ciento, como parapeto para vender “mejor” la fuerza de trabajo (a eso le llaman pomposamente redistribución de la riqueza). Esta “función” sindical, que no es otra cosa que el control del movimiento obrero, le reporta a los distintos sindicatos colaboracionistas (a la estructura propiamente sindical, es decir, a sus dirigentes y cuadros) un beneficio de sus intereses corporativistas a través de la negociación colectiva (de las arcas públicas y privadas).
· Por la vía del bienestar, es decir, por el fortalecimiento de la concepción consumista de la lucha de clase que los sectores de los asalariados más favorecidos económicamente ejercen sobre el liderazgo de la clase obrera en beneficio de sus intereses corporativistas a través de la alianza de clase mediante los pactos sociales que establecen entre los sectores monopolistas del capital y el sector de la aristocracia obrera.
A ello se le une las dificultades propias del proceso revolucionario, la escasa preparación teórica de los dirigentes comunistas y la incapacidad, en unos casos, y desidia, en otros casos, de las distintas organizaciones en la tarea de desarrollar la teoría marxista como cuestión imprescindible para luchar con éxito contra el revisionismo.
Para ilustrar lo que apuntamos vamos a recurrir a algunas referencias que el programa del PCPE realiza sobre estos aspectos:
184.- Es necesario concretar un programa con propuestas de mecanismos democráticos que se sustenten en la mayor participación del pueblo en la toma de decisiones de la colectividad y propuestas para avanzar hacia una realidad de mayor justicia social en la que la distribución de la riqueza creada por la clase obrera garantice a las grandes mayorías unas mejores condiciones de vida, defensa de la propiedad pública y de la gestión pública de los servicios esenciales, participación de la clase en la gestión de la producción, mejora generalizada de los salarios, hacer de la lucha contra las privatizaciones de servicios elemento de confrontación de las masas con el poder.
186.- Todas estas propuestas políticas se resume en la derogación de la Constitución de 1978 y la propuesta de un Período Constituyente en donde las fuerzas populares impulsen un cambio democrático, ganando una mayor capacidad de decisión y protagonismo en las decisiones que afecta a las mayorías.
188.- Esa fase será un momento que exigirá lanzar nuevos objetivos políticos, corresponde entonces situar en primer lugar la reivindicación del socialismo como el desarrollo lógico de la nueva formación republicana. La propuesta confederal será un cauce para sumar las luchas de las realidades nacionales al gran proyecto republicano y socialista. Los sectores más avanzados de la sociedad tendrán mejores condiciones para hegemonizar el nuevo proyecto político y el nuevo poder emergido de esta intensa etapa de transformaciones sociales y políticas.
192.- Es decir, para el PCPE la cuestión del Frente de Izquierdas no es una concepción de tipo electoralista. Su objetivo principal es el de la articulación del movimiento social y político en torno a una propuesta para favorecer un proceso de acumulación de fuerzas para el cambio social, Su programa es un programa dialéctico, es decir, sus contenidos se van determinando con el mismo proceso de maduración de la conciencia de las clases populares y con las formas opresoras adoptadas por el sistema de dominación en el desarrollo de la confrontación de clases.
193.- Este Frente de Izquierdas tiene como objetivo agrupar a las distintas formaciones políticas y sociales confrontadas de una u otra manera al sistema de dominación. Fuerzas progresistas, reformistas y revolucionarias, sociales y políticas.
194.- El denominador común que las ha de aglutinar se sitúa en torno al imperialismo, a la soberanía y a la autodeterminación, al internacionalismo, etc.
267.- La República Española, Confederal y Socialista será el nuevo proyecto que superará las actuales contradicciones de clase y se adentrará en una nueva fase histórica caracterizada por la paz, la justicia social y la libertad.
La concepción voluntarista de la lucha de clases y el practicismo político que se deriva de la lectura de los artículos que reproducimos textualmente, son los aspectos que hay que combatir con energía si queremos luchar decididamente contra el revisionismo. Estas desviaciones de la teoría y la práctica marxista que tanto peso han tenido y siguen teniendo en el seno del movimiento comunista es la forma transmutada de la ideología burguesa, en cuanto concibe y proyecta en la cabeza de la fuerza militante organizada la idea de que la revolución es fruto de un proceso evolutivo que tiene su propia inercia, en donde juega un papel importante 1) la creencia de su inevitabilidad (leitmotiv ideológico que impulsa a los partidarios de los cambios sociales a convencer a las masas para que le sigan a través de las tablas de la ley, es decir, los “diez mandamientos comunistas”) y 2) la posibilidad de la alianza de clases de las fuerzas “progresistas”, es decir, anti oligárquica (leitmotiv de los partidarios de los cambios sociales con el propósito de tejer lazos entre los “ciudadanos”).
Esta concepción revisionista de la revolución esta justificado por el proceso progresivo de elevación de conciencia entre las masas basado en la simple experiencia práctica, considerado en sentido extensivo, en el que cada vez hay más cantidad de gentes consciente, y no en el sentido cualitativo, la elevación a un nivel superior de conciencia, el paso de la participación pasiva en el juego democrático burgués al de integración en la acción revolucionaria proletaria para la toma del poder.
III.– El revisionismo defiende a ultranza la democracia burguesa
La política revisionista se adapta perfectamente a los mecanismos del sistema democrático burgués pues le viene como anillo al dedo para conseguir sus fines y realizar las funciones que le tiene reservado el régimen capitalista.
Por un lado, utiliza el sistema de “libertades públicas” para desarrollar su política de conciliación y colaboración con los intereses y planes de la burguesía. Es firme partidaria de los pactos sociales, así como tenaz defensora del Estado del Bienestar, pacto entre clases para el libre desarrollo del capital.
Por otro lado, consigue como contrapartida, el acceso a los aparatos del Estado mediante el ejercicio del derecho individual a elegir a los representantes políticos. La penetración en la Administración Pública es de vital importancia para la política revisionista puesto que, como veremos más adelante, es la forma de acceder al control de los medios de producción.
IV.- El revisionismo representa los intereses de una “burguesía” sin medios de producción
Pese a tener su raíz en el movimiento obrero, los defensores e impulsores del revisionismo aspiran, como toda clase con fines explotadores, a crear una nueva clase social que posea y dirija los medios de producción en manos del Estado.
El revisionismo tiene una concepción muy sui generis del proceso histórico hacia el socialismo. No se preocupa de distinguir entre el aspecto jurídico y el económico de la propiedad de los medios de producción, cuestión imprescindible para la construcción de la sociedad socialista. A la propiedad de los medios de producción los trata exclusivamente desde el punto de vista jurídico, bajo el repetido mantra de “defensa de lo público”, dando por suficiente esta circunstancia para la construcción del socialismo, sin advertir que lo verdaderamente importante de las relaciones de propiedad radica en su aspecto económico, sin lo cual las relaciones jurídicas se quedan corta, dando lugar a la supervivencia de las relaciones mercantiles y, por tanto, a las relaciones de explotación de la fuerza de trabajo social en beneficio de una parte exclusiva de la sociedad, la que detenta el poder político del Estado.
Esto es lo que escribe el PCPE en sus documentos del 8ª Congreso:
Propiedad colectiva de los medios de producción y cambio
221.- Socialización de los grandes medios de producción.
222.- Apoyo a la pequeña y media empresa.
223.- Recuperación del carácter público para las empresas de servicios estratégicos a la población: sanidad abastos de aguas, transporte, basuras, cementerios, etc.
224.- Declaración de carácter público para el suelo urbanizable de crecimiento de los núcleos urbanos.
225.- Reforma agraria que ponga a disposición de los/as obreros/as agrícolas los grandes latifundios, en una política de socialización de los mismos. Industrialización del campo y garantías en la comercialización, sobre la base de un modelo agrícola orientado con principios de sostenibilidad.
226.- Impulso a un movimiento obrero y sindical de amplia base participativa e independiente del estado, con capacidad para intervenir en la organización de la producción.
El meollo de esta importante cuestión es la resolución de la problemática sobre cómo se consigue el dominio social de las fuerzas productivas, que es la prioridad y finalidad de la construcción del socialismo. Esta problemática nos invita a distinguir entre la estatificación y la socialización de las fuerzas productivas, dos aspectos interrelacionados pero diferentes en cuanto a su forma y a su contenido.
La estatificación es un proceso relacionado con la nacionalización por parte del Estado sobre una parte o la totalidad de la producción. Ello implica una relación jurídica sobre los medios de producción: ser propietario colectivo de esos medios, esto es, como relación social, el reconocimiento de que el Estado es el propietario de los medios de producción en nombre de la clase que detenta el poder político. La socialización es otra cosa más compleja, esto es, un proceso relacionado con la capacidad social para determinar y dirigir los medios de producción y los productos creados según el criterio de a cada cual según su trabajo.
Los revisionistas se quedan en la estatificación, suprimiendo del proceso de socialización la base política que la impulsa, esto es, la dictadura del proletariado, pues una vez estatificado la propiedad y la producción, según ellos, desaparecen las clases, disolviéndose en individuos que aportan su trabajo al “Estado social”. El problema a resolver es ¿quién detenta el poder en la etapa de la transición al socialismo que se queda en la estatificación? Los que detentan el poder del Estado, es decir, la nueva clase que sin ser formalmente propietarios de los medios de producción determinan y dirigen la producción en provecho propio.
La socialización de los medios producción precisa, como hemos dicho, de la estatificación, pero no es una condición suficiente. Para que ello se tiene que dar la capacidad por parte del Estado de disponer efectivamente de los medios de producción y de los productos sociales. Dicha capacidad va ligada inexorablemente a su desarrollo histórico, necesitando la incorporación de la fuerza de trabajo social a la dirección y determinación de la producción, impidiendo a toda casta que intente usurpar la planificación social y el control social de la producción o, lo que es lo mismo la apropiación colectiva de la producción social.
El ideario revisionista sirve a su base social a través de la propiedad jurídica (estatificación), forma económica en que se aparta al proletariado de la intervención directa en el proceso de producción y de construcción del socialismo, a favor de una nueva clase que se va gestando, formado por los directores, jefes, técnicos y cuadros del partido y del Estado.
V.- En el capitalismo, el revisionismo necesita de la estructura creada por el capital monopolista de estado
La política revisionista se comporta complaciente y amable con el sistema capitalista, respetando el normal funcionamiento del régimen económico a la vez que se pone a las órdenes del Estado burgués. El reconocimiento jurídico y político que le otorga no se hace gratuitamente, puesto que tiene como contrapartida para los dirigentes de esta corriente el acceso al engranaje de los aparatos del estado ocupando lugares y realizando funciones que son aprovechadas para fortalecer sus posiciones en la división burguesa de los poderes públicos.
El vehículo idóneo para acceder a estos aparatos son las elecciones, pues legitiman el apoyo y la colaboración que prestan a los fines generales y políticas coyunturales de la burguesía, contribuyendo a frenar los intentos de la clase obrera a organizarse como alternativa independiente con una política propia. La función social que realizan de apoyo al régimen burgués lo camuflan socialmente con una política presuntamente “progresista” y de “izquierdas” para que la base social que dicen representar se sienta beneficiaria con la “redistribución de la riqueza”: son defensores del “Estado de Bienestar” como alternativa al “mercado salvaje”.
La defensa del Estado de Bienestar (respeto al carácter público de Administración, con especial atención a la sanidad, la educación y las pensiones, mientras se hace la vista gorda e incluso se pacta una serie de medidas entre las que despuntan los recortes salariales, deterioro de las condiciones de trabajo, aumento de la precariedad laboral, aumento de la productividad, etc.) constituye el banderín de enganche electoral del revisionismo entre los sectores de la clase obrera mejor “tratados” económicamente por las políticas burguesas. Es la base social que se enfrenta y frena los intentos de lucha fuera de los cauces legítimos, parlamentarios, de los sectores de la clase obrera peor “tratados” y más combativos desde el punto de vista político y social. Las últimas elecciones (tanto municipales como legislativas) se han convertido en el mejor campo de operaciones para escenificar esto último que decimos, ya que se ha puesto de manifiesto la reunificación programática de los defensores del Estado de Bienestar en torno al PCE-IU, la política concreta del revisionismo, fervientes defensores de la política del sector monopolista con algunos matices y control por parte del Estado.
La política revisionista intenta introducir cierto factor racionalizador y planificador en las relaciones de producción capitalistas, atribuyéndose un papel moderador al pretender una “equidad” en el reparto del excedente por la clase dominante. Naturalmente este excedente es determinante para la nueva clase que se está gestando, resultado de la fusión de la burguesía tradicional y de la burocracia revisionista, que actúan conjunta e interesadamente contra la clase obrera para que no se organice y actúe políticamente como clase independiente; de ahí, que el estado burgués no tiende a destruirse sino, que, por el contrario, se fortalece en su estructura centralizadora. En este sentido, las nacionalizaciones, utilizadas de manera tan demagógica, no son sino una forma de fortalecer la intervención estatal (política que impulsa el sector monopolista) y, en consecuencia, de preparar las nuevas condiciones del desarrollo capitalista: la fusión de la vieja política burguesa y la nueva política revisionista.
VI.- El revisionismo mantiene la estructura del capital monopolista de estado
La política revisionista no rompe con la estructura política del Estado burgués, no entra en sus planes construir un nuevo Estado fuera de las relaciones políticas capitalistas, pues necesita de dicho aparato para conseguir sus planes. En el período de transición hacia la sociedad socialista, la política revisionista necesita del Estado para afianzarse en el poder, ya que no tiene otra forma de acceder a la propiedad de los medios de producción, recurso vital para reproducirse como nueva clase que se apropia del excedente del trabajo social.
La política revisionista no cesa tras la derrota política de la burguesía, lo mismo que no cesan las condiciones de producción burguesa con la toma del poder político por el proletariado: la nueva clase revisionista y la vieja clase burguesa forman una unidad inquebrantable, como uña y carne, en la nueva situación social. El sueño revisionista es la toma del poder del estado como medio para poseer los medios de producción estatalizado, siendo el sueño de la burguesía esperar pacientemente a que maduren las condiciones para reconquistar de nuevo el poder y volver a implantar la propiedad privada capitalista con los dirigentes revisionistas a la cabeza.
La finalidad de la política revisionista, en el período de transición hacia el socialismo, es crear las condiciones económicas y políticas para reproducirse como clase dirigente, lo que le permite acceder a la propiedad de los medios de producción, que en la primera fase del período toma la forma jurídica, cuya propiedad pertenece sólo formalmente al proletariado, a través del Estado. El conseguir no superar esta fase es donde se centra la labor de la política revisionista como hemos visto con claridad en la ex Unión Soviética y en China. Para lograr parar los avances de la revolución y las transformaciones radicales que necesita la sociedad socialista (la lucha constante del proletariado por asumir la dirección del proceso revolucionario) se apoyan en el desarrollo del capital monopolista del estado, es decir, la centralización de los medios de producción en manos de la clase que detenta el poder del estado y el control de las fuerzas productivas según el principio del trabajo social para el “Estado proletario” sin tener en cuenta la organización social de la producción.
VII.– El revisionismo necesita de la pasividad de las masas trabajadoras
Al no tener como objetivo la transformación de las relaciones capitalista de producción, sino solamente las relaciones de distribución, el revisionismo necesita unas masas pasivas. No precisa de la incorporación de las masas obreras al proceso revolucionario. En este sentido, las masas obreras son utilizadas como comparsas para sus intereses.
En la sociedad capitalista a través de fuertes sindicatos y partidos muy centralizados y burocratizados (subvencionados por el propio estado burgués) ejercen su control y manipulación sobre la clase obrera, tratando de romper el movimiento obrero organizado y las formas espontáneas de lucha para evitar de esta forma su radicalización y consolidación de corrientes anticapitalistas. Este proceso de control se agudiza a medida que los partidos revisionistas van penetrando en el aparato estatal de la burguesía para llegar a las formas más acabadas en las sociedades donde controlan el aparato estatal de forma hegemónica, contando con elementos decisivos como la policía y el ejército.
Esta forma de proceder es la antítesis de la dictadura del proletariado, donde la lucha de clases se manifiesta en la participación activa de las masas en todos los ámbitos de la sociedad, tanto en las decisiones políticas como en la dirección de la economía.
VIII.– El revisionismo en el poder reproduce la ideología burguesa disfrazada de ideología proletaria
Una vez alcanzado el poder por la nueva clase democrático-burguesa, el revisionismo se constituye en ideología dominante utilizando el aparato estatal para asegurar la reproducción de las relaciones capitalistas a favor de la nueva clase explotadora, en los siguientes aspectos:
- Que no se supere la propiedad jurídica de los medios de producción, que formalmente pertenecen al pueblo a través del Estado.
- Que no se supere la relación dirigentes/dirigidos, para mantener y justificar su posición de dominio sobre el proletariado.
Ello se hace impidiendo que la clase obrera detente el poder de decisión y dirección en las unidades de producción (empresas) y poder político (estado).
IX.– El revisionismo propugna la vía pacífica al socialismo
Todo el ideario revisionista se sintetiza en una tesis central que define la naturaleza y el carácter de clase de esta corriente. Nos referimos a la tesis de que la construcción de la sociedad socialista no precisa de la lucha de clase revolucionaria, de la violencia revolucionaria de clases, para la conquista del poder político como paso previo para la dictadura del proletariado.
De esta tesis se desprende que el revisionismo elimina del antagonismo de clase entre la burguesía y el proletariado tanto la violencia revolucionaria como medio para la conquista del poder político, como la dictadura del proletariado como medio para mantener el poder político una vez conquistado la dirección del Estado, sustituyéndolos por otros conceptos ajenos al marxismo. Unas ideas, más propias de una concepción pequeña-burguesa del socialismo que del marxismo, como son la democracia parlamentaria y el pacto social. La posición política que defiende el revisionismo descansa en la idea general de que la sociedad capitalista evoluciona de forma natural hacia el socialismo…. siempre y cuando se realice a través del control democrático del estado, es decir, se articulen desde la “sociedad civil” mecanismos políticos sobre las propias leyes del mercado con la finalidad de mejorar su funcionamiento interno, pero sin cuestionarlo.
El papel que juegan los partidos revisionistas en la sociedad capitalista es el de racionalizadores. El ir cambiando gradualmente el carácter del estado, por medio de su intermediación, pasar de ser un aparato exclusivo al servicio de la oligarquía a ponerlo al servicio de toda la “ciudadanía”. Esta evolución hacia el socialismo lo consideran una larga etapa intermedia donde el capitalismo va perdiendo poco a poco todas sus características más salvajes y antisociales mediante el ejercicio de la democracia participativa.
El aspecto principal del proceso pacífico al socialismo, es la intervención del estado (burgués por supuesto) en la economía, en la medida que su decidida acción sirve de árbitro y puede frenar los abusos y atropellos de las tendencias monopolistas del capitalismo, desarrollando nuevas formas sociales que potencian el carácter público de la propiedad estatal y la alianza de clases entre los sectores antimonopolistas.
En esta etapa se contienen ya muchas de las características de la sociedad a la que se dirige el revisionismo, realizándose las primeras transformaciones.
- Nacionalizaciones
- Penetración paulatina en los aparatos del estado burgués (parlamentos, ayuntamientos, sindicatos, organismos agrícolas, económicos y comerciales…)
- Organización de la clase obrera en los sindicatos burocráticos y en los partidos revisionistas
- Lucha contra las organizaciones revolucionarias
- Defensa y respeto a la legalidad burguesa
- Domesticación y control de las masas trabajadores (colaboracionismo y pacto social)
Con las propuestas políticas y económicas que defiende el revisionismo es imposible desembocar en el socialismo, puesto que la sociedad socialista necesita de unas condiciones mínimas para existir como tal y desarrollarse, que no se la ofrece la propia evolución de la producción capitalista ni la buena voluntad de las individuos sociales constituidos como clases.
La burguesía y el proletariado nunca se pondrán de acuerdo en la construcción de una nueva sociedad basada en la premisa de la eliminación de la propiedad privada capitalista y el control social de la producción que le debe acompañar. Es imposible pues esta nueva forma de producción supone la eliminación de las condiciones de la producción burguesa y, por tanto, de la eliminación física y política de la burguesía como clase. Al menos así lo ha demostrado la historia y las revoluciones sociales que se han realizado, que se han llevado a cabo por la fuerza, sobre la base de la represión y eliminación violenta de la parte que se resiste a la transformación social. Recuérdese que el feudalismo supuso la eliminación de la esclavitud, el capitalismo la eliminación del feudalismo, y el socialismo supondrá la eliminación del capitalismo. El proceso histórico ha seguido esta cadena peldaño a peldaño, que se diferenciaban entre sí por sus contradicciones internas de su desarrollo interno y la manera específica de su transformación en una nueva realidad mediante su propia revolución.
Olvidar este importante aspecto general del marxismo es olvidarse del Materialismo Histórico, es decir, de la ciencia que describe y explica el desarrollo histórico tal cual se ha producido y los instrumentos de su transformación, además de crear las condiciones políticas específicas para el proletariado para su emancipación como clase.
La construcción de la sociedad socialista no comienza, como creen a pies juntilla los revisionistas, en el propio seno de la sociedad capitalista, aunque desde la producción burguesa se van creando condiciones para que la producción socialista se vislumbre en el futuro. El desarrollo de la propiedad individual burguesa en sus diferentes formas (motivado por su desarrollo interno contradictorio) es el elemento dinamizador de este proceso desde el punto de vista material, aunque ello no significa nada realmente sin que el proletariado asuma su papel de clase dispuesta a constituirse en la clase dirigente del proceso histórico en que vive. El socialismo arranca cuando el proletariado como clase llega a la conclusión de que debe asumir la dirección general de la sociedad (previa constitución del partido), cuando conquista el poder político y crea las condiciones para el desarrollo de la propiedad social de los medios de producción y la participación directa de los agentes sociales en su desenvolvimiento, esto es, el control de la producción social.
X.– El revisionismo combate la violencia revolucionaria
Los partidos revisionistas propagan en su base social –aristocracia obrera, profesionales, pequeña burguesía y masas atrasadas- la confianza en el pacifismo y en la voluntad popular, presentando la violencia revolucionaria de clase como una acción marginal y antisocial. Desde el punto de vista ideológico se presenta como anticuada porque ya no se corresponde con el carácter democrático de la sociedad capitalista, embelleciéndose con ello el carácter reaccionario y decadente de la sociedad capitalista y los instrumentos políticos de la democracia burguesa de que se vale para reprimir y hacer asimilable la explotación y opresión del capital sobre el proletariado.
La “revolución de la mayoría”, entendida como la lenta penetración de los cuadros revisionistas en el aparato estatal burgués, es el efecto de esta política desmovilizadora y pacifista burguesa, en donde cualquier tentativa de las masas a utilizar la violencia de clase contra la burguesía es desprestigiada como reaccionaria y tiene que sofocarse por todos los medios.
El embellecimiento de la democracia burguesa y la confianza que se deposita en su funcionamiento es el elemento ideológico más potente de que se vale el revisionismo para luchar contra el instinto de clase de las masas (aunque no sean conscientes) en su enfrentamiento espontáneo contra el capital. Es un freno que se le pone a este instinto para que no se desarrolle el odio de clase necesario para que se convierta en acción revolucionaria con la educación marxista de confrontación de clases. No podemos olvidar, que sin odio de clase no se puede ser receptivo a la influencia marxista, para empezar a comprender que la lucha económica (la satisfacción de las necesidades materiales) tiene una raíz económica, pero también política, que sus contradicciones no se pueden resolver sin ir al fondo de esta cuestión. Que los problemas individuales de los obreros pertenecen a una problemática más amplia y general, teniendo que ser por ello su solución de clase y colectiva.
XI.– El revisionismo no se dirige al socialismo
En realidad lo que el movimiento revisionista denomina socialismo, palabra que no es más un eslogan, mera concesión a su base social, no es otra cosa que un nuevo estadio del capitalismo caracterizado por:
- Centralización de los medios de producción por el estado.
- Planificación económica burocrática.
- Dirección social por parte de una nueva burguesía carente de medios privados de producción pero que detenta de manera absoluta el poder.
- Enorme desarrollo de los aspectos ideológicos que permiten una mayor integración del proletariado en relación con los países capitalistas tradicionales.
XII.– El revisionismo es enemigo del proletariado
Por todo lo expuesto, se concluye que el revisionismo es enemigo declarado de la clase obrera, tanto en la sociedades capitalistas, al constituir un bastión burgués en el seno de la clase obrera, como si se encuentra en el poder, al supeditar la lucha del proletariado y de los pueblos oprimidos a sus intereses imperialistas. Hay que luchar decididamente contra la corriente ideológica revisionista en el seno del movimiento comunista internacional.
Diciembre, 2011
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