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Marisol
La lucha de la mujer obrera y trabajadora por la “igualdad” con el hombre, contra la esclavitud asalariada y patriarcal, por su liberación como mujer no puede ir al margen de la lucha general de la clase obrera. La unidad de la clase significa la unidad de las mujeres obreras y de los hombres obreros en la lucha por la conquista del poder obrero, del poder de mujeres y hombres de una misma clase, la clase proletaria.
Palabras de un destacado comunista, hombre marxista defensor acérrimo de los intereses de clase de los obreros y dirigente de la Gran Revolución Rusa de 1917 y de la instauración de la primera sociedad de carácter socialista, es decir, del poder obrero.
"Desde hace mucho tiempo, los representantes de todos los movimientos emancipadores de Europa occidental formularon a lo largo, no ya de décadas, sino de siglos, la reivindicación de abolir las leyes caducas y de equiparar legalmente la mujer al hombre, pero sin que ni uno solo de los países democráticos europeos, ni una sola de las repúblicas más adelantadas, lograse realizarlo; porque allí donde existe el capitalismo, donde se mantiene en pie la propiedad privada sobre la tierra, las fábricas y plantas industriales, donde persiste el poder del capital, siguen conservando los hombres los privilegios. Y si en Rusia fue posible lograr aquel anhelo, se debió a que el 25 de octubre de 1917 se implantó en nuestro país el poder obrero. El poder soviético se planteó desde el primer momento el objetivo de ser el poder de los trabajadores, enemigo de toda explotación. Se señaló la tarea de acabar con toda posibilidad de explotación de los trabajadores por parte de los terratenientes y capitalistas, de liquidar la dominación del capital. El poder soviético se propuso como objetivo lograr que los trabajadores construyan su propia vida sin propiedad privada sobre la tierra, sin propiedad privada sobre las fábricas y plantas industriales, sin esa propiedad privada que en todas partes, en el mundo entero, incluso bajo el régimen de plena libertad política, incluso en las repúblicas más democráticas, coloca de hecho a los trabajadores en condiciones de miseria y esclavitud asalariada, y a la mujer bajo una doble esclavitud." 1
Cuando se habla de recuperar la memoria histórica, los comunistas debemos no olvidar aquellos que nos precedieron en la lucha contra el imperialismo capitalista. No debemos hacerlo ni como mujeres ni como hombres.
En nuestra historia, la historia de lucha de la clase obrera, la mujer obrera apoyó la lucha del obrero y trabajador allá donde éste se rebeló contra su opresor; con su incorporación como mano de obra barata al mercado de trabajo, como obrera y trabajadora, su implicación en la lucha se fue volviendo cada vez mayor, numérica y cualitativamente. Y hoy, en pleno siglo XXI, las mujeres obreras continuamos teniendo en nuestras manos el poder realizar la conquista, junto a los obreros, no sólo del poder político sino también la conquista de nuestra propia liberación como esclavas de la familia, los hijos, el hogar y del hombre-marido, hombre-propietario, del machismo.
Claro está que, junto a estas mujeres, deben estar aquellas otras que, al lado de las obreras, despertaron y despiertan del letargo de la ignorancia producida por la esclavitud, esa esclavitud que el capitalismo le impuso: como “ama de casa”, como cuidadora familiar y como mujer asalariada.
Juntas deben luchar contra la esclavitud impuesta por el capitalismo que desarrolló y fomentó el patriarcado como instrumento en beneficio de los intereses de la clase opresora, explotadora y apropiadora; juntas deben luchar contra el sistema que permite que la violencia de hombres sobre mujeres se convirtiera en algo natural y lógico,(aunque lo sea tan poco como lo es la violencia de la mujer sobre el hombre o de unas y otros sobre los niños; como lo es la violencia del sistema que somete a través de las drogas a hombres, mujeres y niños.)
Deben luchar las obreras por liberar al obrero de la imposición moral que le impone el capitalismo de someter a su compañera, a la mujer que en la fábrica junto a él trabaja, que en la universidad con él se prepara para hacer avanzar la sociedad, a la mujer que en la vida le llena de satisfacciones cuando le sonríe o le ayuda a ser padre, a quien sabe apoyarle y desea su apoyo para sentirse bien. Juntos deben luchar contra la propiedad privada.
Las mujeres y hombres comunistas somos conscientes de la situación de las mujeres: que por tener como hembra unas determinadas condiciones naturales (resumidas fundamentalmente en la gestación y paritorio de las crías de la especie) es humillada, sometida y vapuleada como si fuera la propiedad de alguien, en vez de sí misma; que el sistema económico y social capitalista se apropia de su principal característica, la de individuo social que aporta no solo las crías con el trabajo individual que ello conlleva, impregnado del carácter de “propiedad” desde el mismo momento en que aparece el derecho de herencia, sino también con el trabajo social que aporta como asalariada y esclava sin asalariar en muchas ocasiones (caso de las trabajadoras del hogar que aun hoy carecen de derechos fundamentales o de muchas mujeres trabajadoras del campo).
Las mujeres comunistas llamamos a participar en los sindicatos, mayoritarios o no; llamamos a la unidad en la lucha contra el sistema capitalista, contra el imperialismo que somete a todas las mujeres del mundo a su yugo, a todos los niños a sus intereses de apropiación y extorsión.
Las mujeres que anteponen, en su lucha contra la violencia, la igualdad laboral y salarial, etc., la lucha patriarcal a la lucha por la liberación de la clase obrera de la esclavitud asalariada, parten justamente de ese carácter de hembra, de la mujer cayendo en el mismo error que el hombre machista y patriarcal.
Las mujeres comunistas luchamos por la transformación social hacia el socialismo. Solo bajo las condiciones de la economía socialista, la incorporación de la mujer como mano de obra en el desarrollo de la sociedad, como colectivo social y no individual, podrá estar en igualdad de condiciones con el hombre, facilitando y orientando su interés de desarrollo individual en todos sus aspectos. Así podremos establecer el rango de igualdad como individuos humanos: sin intereses individuales de propiedad material ni moral.
1 Lenin, 1919: Las tareas del movimiento obrero femenino en la República Soviética
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En la Lucha de la mujer , primero la unidad de Clase
Granma- Miembro del Soviet
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